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BATALLA DE
PUEBLA
1862
1862
1862
5 DE MAYO
Prueba histórica del nacionalismo de nuestras Fuerzas Armadas
Reflejo vivo en el actuar de nuestros días
La Batalla de Puebla
del 5 de mayo de 1862
Secretaría de la Defensa Nacional,
Av. Industria MIlitar s/n. esq. Boulevard Manuel Ávila Camacho,
Col. Lomas de Sotelo,
Del. Miguel Hidalgo,
C.P. 11280, México, D.F.,
Primera edición, abril 2010.
www.sedena.gob.mx
Capítulo I
Introducción							 1
Capítulo II
Contexto nacional						 5
Primera Sección. Vacío del poder					 5
Segunda Sección. Lucha de partidos, guerra entre hermanos		 6
Tercera Sección. El llamado a defender la Patria			 8
Capítulo III
Ámbito Internacional						 10
Primera Sección. México después de la guerra contra E.U.A.		 10
Segunda Sección. Intereses extranjeros				 12
Tercera Sección. Napoleón III					 13
Capítulo IV
La agresión militar						 15
Primera Sección. Causas de la intervención				 15
Segunda Sección. La vía diplomática				 16
Tercera Sección. Fuerza expedicionaria francesa			 17
Cuarta Sección. El General Lorencez				 18
Quinta Sección. El General Ignacio Zaragoza y las tropas nacionales	 19
Capítulo V
La Batalla del 5 de mayo						 21
Primera Sección. Inicio de las hostilidades				 21	
Segunda Sección. Las Cumbres de Acultzingo			 22
Tercera Sección. Marcha de aproximación				 23
Cuarta Sección. Preparativos para la defensa				 26
Quinta Sección. Despliegue inicial					 28
Sexta Sección. Redespliegue					 30
Séptima Sección. Despliegue francés				 33
Octava Sección. Primer asalto					 34
Novena Sección. Segundo asalto					 36
Décima Sección. Tercer asalto					 38
Subsección A. Acción frente a Guadalupe				 40
Subsección B. Acción en el lado este del cerro de Guadalupe		 41
Subsección C. Acción en la Garita de Amozoc			 42
Onceava Sección. Contraataque mexicano				 44
Doceava Sección. Persecución					 46
Treceava Sección. Trascendencia del triunfo				 48
Parte de Novedades del General Ignacio Zaragoza			 49
El 5 de mayo de 1862, en la heroica Puebla
de Zaragoza, las Armas Nacionales se cubrieron de
gloria. En aquel entonces, la máxima fortaleza del
Ejército y del Pueblo de México fue la unidad, cuando
las tropas del General Ignacio Zaragoza tomaron po-
sición de los Fuertes de Loreto y de Guadalupe, para
detener el paso del invasor, arengando a sus tropas
con estas palabras “...Soldados: hoy vais a pelear por
un objeto sagrado, vais a pelear por la Patria; yo pro-
meto que en la presente jornada, conquistaréis un día
de gloria.
Nuestros enemigos son los primeros soldados del
mundo, pero vosotros sois los primeros hijos de
México y os quieren arrebatar vuestra Patria.
Soldados: leo en vuestra frente la victoria. ¡Viva la in-
dependencia nacional! ¡Viva la Patria!”.
	 Enardecidos por estas palabras, ese día nues-
tro Ejército escribió una página de oro y de gloria en
la historia de la Patria. Nuestros soldados se batieron
como guerreros incansables, a la hora de defender a
México. En aquella tarde del 5 de mayo, cayó derro-
tado el enemigo.
Prólogo
Los héroes de la Batalla de Puebla, nos le-
garon la mayor lección y enseñanza de patriotismo,
escribiendo el gran testimonio, de que los mexicanos
podemos hacer frente y vencer a cualquier enemigo
que intente soslayar a la nación, siempre y cuando lo
hagamos unidos. Esto refleja el vivo actuar de nues-
tras fuerzas armadas hoy en día.
	 La inquebrantable vocación patriótica de
nuestras fuerzas armadas y su decisión, han sido y
seguirán siendo fundamentales para la vida social de
la nación, y a cada de uno de nuestros soldados les
toca poner lo mejor de sí mismos, su entrega y su
capacidad, aún a costa de su propia vida.
General Guillermo Galván Galván
Secretario de la Defensa Nacional.
5 de Mayo de 2010.
Este folleto se elaboró para conmemorar el CXLVIII
aniversario de la Batalla de Puebla, el día 5 de mayo de 1862,
y a los héroes que enarbolaron el patriotismo, para hacer fren-
te y vencer al enemigo que intentó someter a la nación, de-
mostrando la unidad de los mexicanos.
Capítulo I
Introducción
	 El inicio de la se-
gunda mitad del siglo XIX,
habría de sorprender al
país en una guerra fratrici-
da, que además de cruel
y desgastante, enfrentaba
a hermanos que, en se-
guimiento de conviccio-
nes partidistas, se destro-
zarían en los campos de
batalla, como enemigos
irreconciliables. Republi-
canos y conservadores,
en defensa de sus ideo-
logías para definir el rum-
bo del país, mantendrían
creciente una guerra que,
en cierta medida, habría
de tener repercusiones e
injerencias del exterior.
	 El lapso denomi-
nado Guerra de Reforma,
sería, en su resultado fi-
nal, el punto de partida
para la aventura francesa
en México, a insistencia
de Napoleón III, quien sin
medir el enlace de sus
limitaciones y circunstan-
cias, pretendía igualar la
vida y la obra de Napoleón
Bonaparte, que en cierta
medida, se convirtió, por
20 años, en el árbitro de
Europa. Lic. Benito Juárez, presidente de la República, durante la intervención francesa
en México.
	 En México, al despojo territorial de 1848, se
agregarían otras amenazas y peligros por parte de
Estados Unidos, que aún pretendía mayor espacio
vital para su consolidación como potencia. Las incur-
siones de las naciones bárbaras en la frontera norte y
la presencia de aventureros, también fueron preocu-
pación que exigió alerta constante y, frecuentemente,
la respuesta armada.
1
2
	 En aquel ambiente de amenaza para la Patria
mexicana, haría su presencia un estadista surgido de
los estratos sociales más humildes, quien rodeado de
un excelente equipo de trabajo, pudo conducir los
destinos de la nación en momentos de peligro cre-
ciente. Benito Juárez tomó a su responsabilidad el
gobierno, para hacer frente a varias amenazas, como
la de la Intervención Francesa.
	 La lejanía geográfica de Francia y la presencia
inmediata de los Estados Unidos de Norteamérica,
que por el momento se encontraba en guerra interna,
no fueron impedimentos para que la nación francesa,
en manos de un aspirante al expansionismo, dejara
sentir su influencia, mediante una descarada agre-
sión militar, como punta de lanza que pretendía como
objetivo, el establecimiento de una monarquía, que
buscaba buenos dividendos al explotar los recursos
de este país, al que se le identificaba con la abundan-
cia.
	 A grandes rasgos, éste era el panorama que
enfrentaba aquella generación de mexicanos, que se
alistó material y espiritualmente, para hacer frente a
otro enemigo, que se hacía presente con pretendida
superioridad racial y ventajas en medios de guerra.
	 Benito Juárez, en su papel de presidente de
la República, hizo un llamado a la conciencia nacional,
para no abandonar la obra de sus padres, que tanto
habían sufrido en su esfuerzo por sentar las bases de
la identidad mexicana, en los discursos y proclamas del
gobierno, a la guerra que buscaba el ánimo popular.
	 Otra vez, como quince años atrás, el puerto
de Veracruz sería el punto donde la amenaza se con-
centraba, en espera de iniciar su avance a tierras del
interior.
3
	 Los mexicanos,
convencidos que los
asistía la razón para de-
fenderse, afrontaron el
peligro con coraje y so-
lidaridad, cuando vieron
amenazados sus valores
y creencias.
	 Al reclamo de
una deuda abultada, el
gobierno de la República
respondió con un cauce
diplomático, racional y
maduro, que convenció
a Inglaterra y a España,
que como naciones re-
clamantes, decidieron
regresar a sus países
de origen. Francia, que
además del reclamo ma-
nejaba otros intereses,
dio inicio a una invasión
reprobable, con la segu-
ridad de conseguir la vic-
toria.
	 En este contex-
to, el gobierno mexicano
definió un plan de guerra,
que buscaba impedir el
avance enemigo. Puebla
fue el lugar designado
para presentar resisten-
cia formal.
General Manuel Doblado., Ministro de Relaciones Exteriores, durante la Guerra
de la Intervención.
4
	 La tarde del 5 de mayo de 1862, los fuertes
de Loreto y de Guadalupe, piezas clave del sistema
defensivo, fueron el momento y el lugar, donde las
armas nacionales se cubrieron de gloria, mediante un
triunfo contundente, que fue el asombro del mundo
entero. Los mexicanos, habilitados rápidamente para
la guerra, fueron capaces de imponerse con las ar-
mas, a bravos combatientes de la guerra de Crimea,
así como de la campaña de Italia.
	 El triunfo alcanzado por las tropas comanda-
das por el General Ignacio Zaragoza, tiene un signi-
Alegoría de la Patria Mexicana,
que para sostener su posición
de nación independiente, tuvo
que recurrir a la guerra.
ficado de página de oro,
que dá brillo a los anales
militares de nuestro país.
También representa un
rescate del orgullo mili-
tar lastimado en la guerra
contra los Estados Uni-
dos, así como el aumen-
to de la autoestima de los
mexicanos como pueblo
independiente.
5
Capítulo II
Contexto
nacional
Primera sección
Vacío de poder
	 La secuela de la
presencia española por
muchos años, de un ejer-
cicio autoritario, dejó en
nuestros antepasados,
un trauma en los patrio-
tas, que después del
triunfo insurgente, bus-
caron definir un proyecto
de gobierno acorde a las
aspiraciones de un pue-
blo.
	 La diversidad de
tentativas para conducir
los destinos de país independiente, tuvieron como
denominador común, la presencia de un vacío de
poder, que no fue posible cubrir con las propuestas
incipientes de partidos políticos, gravemente conta-
minados por ideologías extrañas a los intereses y as-
piraciones de los mexicanos.
	 La incapacidad de encontrar soluciones por
la vía pacífica, y la ambición por el poder, fueron los
canales que inundaron al país con una lucha que, de
política, se transformaría en guerra entre hermanos,
que además de debilitar al país en su intento por es-
tablecer los principios de una vida institucional, daría
motivo para que intereses ajenos a los mexicanos,
pretendieran sacar ventajas de la confusión.
Comisión de Conservadores, que ofrecieron la corona de México en las Cortes de Europa.
6
Segunda Sección
Lucha de partidos.
Guerra entre hermanos
	 Con un interés que animaba
al enfrentamiento armado, conserva-
dores y liberales buscaron la forma de
destruirse mutuamente, ante la inca-
pacidad de mediar en el proyecto de
gobierno que el país necesitaba. Los
primeros fincaban sus esperanzas
en la instalación de otra monarquía,
mientras que los que seguían a Benito
Juárez, pretendían una república que
permitiera mayor libertad al individuo
como gobernado.
	 Ambos contendientes estaban
incapacitados para ceder, y su interés
máximo era el poder y su ejercicio.
Los conservadores que no deseaban
el cambio, tenían como guía espiritual
a don Lucas Alamán, hombre maduro
y culto, que fincaba su esperanza por
enderezar el país, con la instalación de
una monarquía apoyada por Europa,
respuesta que consideraba alejada de
todo riesgo y experimentación, en la
forma de gobernar.
General Jesús González Ortega, héroe de la Batalla de
Calpulalpan, que dio tríunfo al Partido Liberal.
7
Benito Juárez como presidente de la república, organizó la defensa nacional
para hacer frente a la amenaza.
	 Por lo que co-
rrespondía al partido li-
beral, sus seguidores se
agrupaban en la recia fi-
gura de Benito Juárez y
tras sufrir el camino de la
experiencia, finalmente
se habían hecho fuertes
para imponerse militar-
mente en la batalla de
Calpulalpan; momento
que les permitió asegurar
el liderazgo y también,
aumentar el favor de la
voluntad popular e iniciar
las bases de un gobierno
que pretendía alejarse de
las ataduras ideológicas
y de conciencia.
	 El triunfo militar
del General Jesús Gon-
zález Ortega sobre su
homólogo Miguel Mira-
món el 22 de diciembre
de 1860, no fue definitivo
como lo consideraron los
liberales que retomaron
el poder. Los ideólogos
del proyecto monárquico
buscaron apoyo militar en
Europa, presentando una
imagen del país ajena a la
realidad que se vivía.
8
Tercera Sección
El llamado a defender la Patria
	 Aquel momento de guerra entre hermanos, por
definir un proyecto de gobierno, había mantenido ocu-
pada a la sociedad mexicana, aportando hombres y re-
cursos, para conseguir el triunfo de su partido.
	 Ante el reclamo de Inglaterra, de España y de
Francia, que pronto se convirtió en amenaza de conquis-
ta militar, los mexicanos hicieron un alto en sus diferen-
cias partidistas, para comprender que la presencia de
la Fuerza Expedicionaria Francesa, se había convertido
en enemigo común, razón por la que convenía sumar
esfuerzos para hacerle frente.
Respuesta del Espíritu militar de los mexicanos, al llamado de guerra del Presidente Juárez.
9
	 Salvo algunos fanáticos de la monarquía, que
manifestaron simpatía y apoyaron a los nuevos invaso-
res, el resto de la población escuchó el llamado del pre-
sidente Juárez, que pedía soldados y armas para defen-
der a la Patria.
	 Para este momento, la posición del gobierno re-
publicano, de organizar la defensa del país, fue la razón
histórica que le favoreció gran parte del apoyo popular. El
pueblo entendió los alcances de la guerra justa por defen-
der la soberanía y los valores de los mexicanos.
Guardia Nacional: el pueblo se alistó para hacerle frente al invasor francés.
10
Capítulo III
Ámbito internacional
Primera Sección
México después de la guerra contra los E.U.A.
	 Al reclamo de una deuda extranjera abultada y también impagable, tan sólo
15 años separaban del recuerdo de aquella experiencia traumante y de efectos ne-
gativos en la marcha del país.
	 Las sucesivas derrotas por intentar poner freno al invasor, en 1847, habían
lastimado el orgullo nacional y también, afectado el espíritu militar de los mexicanos,
que en cierta medida, consideraron que nunca alcanzarían el gozo de la victoria.
	 Después de aquel compromiso de guerra internacional, los esfuerzos para
pacificar el país en el ámbito interno y los desgastes de la Guerra de Reforma, facilita-
rían el surgimiento de una conciencia de patria, para hacer frente a las amenazas del
exterior.
Patriotas mexicanos preparándose para afrontar la guerra. La carencia de medios y capacidades técnicas no
fueron impedimento.
11
	 El contenido guerrero del Himno Nacional, habría de contribuir a la forja de
un espíritu militar, en aquella generación que afrontaría la Intervención Francesa, con
bríos capaces de impresionar al mundo.
	 Para los franceses, la información sobre el potencial de guerra de la nación
mexicana, era superficial, al no tomar en cuenta una larga experiencia que también
anidaba una revancha. En 1862, el nuevo invasor encontraría en los escasos cuerpos
del Ejército Permanente y de la Guardia Nacional, combatientes curtidos en la guerra,
deseosos de medir fuerzas con los mejores soldados de aquel momento.
Combatientes del Cuerpo
Expedicionario Francés, quienes
esperaban consolidar en México su
campaña iniciada en la Guerra de
Crímea.
12
Segunda Sección
Intereses extranjeros
	 La posición de México como na-
ción independiente y la incapacidad de sus
gobernantes por definir una forma de go-
bierno, fue una constante en gran parte de
aquel conflictivo siglo XIX, cuando la guerra
interior y contra enemigos extranjeros, fue
un ejercicio que afectó todos los rubros del
país.
	 La riqueza de recursos propios
y la necesidad de materias primas en los
países que habían despertado a la carre-
ra industrial, pusieron sus ojos e intereses
en las naciones, que imposibilitadas para
defenderse, fueron campo del despojo ex-
pansionista y carrera colonial. México fue
considerado objetivo.
	 Nuestro país convivió con proble-
mas, y desde los tratados de Guadalupe
Hidalgo, con los que se puso fin a la guerra
contra los E.U.A., dando lugar a una utópi-
ca paz con la nación vecina del norte, tam-
bién rechazó con la fuerza de las armas,
otros intentos de aventureros extranjeros,
deseosos de probar fortuna, como lo fue-
ron el francés conde Roussete de Boubon
y el norteamericano Walker, que asediaron
parte del territorio mexicano, en un proyec-
to de aventura, de manera de explotar las
posibilidades para otras empresas de ma-
yor alcance.
Combatientes del Cuerpo Infante de Marina
francés, dotado de equipo y armamento para la
guerra moderna.
13
Tercera Sección
Napoleón III
	 La presencia de tropas francesas
en suelo mexicano, era la respuesta de
una política expansionista, que había ex-
tendido sus acciones a suelo americano,
aprovechando que los E.U.A., bajo el am-
paro de la Doctrina Monroe, era la única
nación con capacidad para impedirlo;
pero se encontraba en guerra interna, y
con riesgo de perder el sentido y la fuerza
de unión.
	 Napoleón III, con el reto de igualar
la vida y la obra del Emperador Bonapar-
te, había iniciado una campaña de con-
quista militar, recurso con el que buscaba
impresionar al pueblo francés, escéptico
de sus capacidades como gobernante.
	 La Guerra de Crimea (1854-56), el
apoderamiento de Conchinchina (1859) y
la campaña en Italia el mismo año, eran
una acumulación de experiencias, con las
que se pretendía poner un obstáculo en
México, al expansionismo norteamerica-
no y también, recuperar la posición hege-
mónica que había tenido España.
	 Aparte del triunfo militar con mí-
nimos efectivos y esfuerzos, también se
tenía contemplada la recuperación eco-
nómica, al controlar las rentas públicas y
riquezas naturales de México.
Fragmento de un mural, que representa a las
tropas francesas.
14
	 Aquella aventura militar que
consolidaría su posición y respeto
en Europa, le exigió el mando su-
premo de la fuerza expedicionaria,
dejando la ejecución de las accio-
nes a cargo del General Carlos Fer-
nando Latrille, conde de Lorencez,
hombre de sus confianzas, quien
buscaba hacer méritos para mejo-
rar su posición.
	 Para la máquina militar de
Francia en México, la fuerza expe-
dicionaria sólo representaba un en-
trenamiento para mantener la for-
ma, y esperar el momento decisivo
en Europa, para un virtual enfrenta-
miento con el enemigo tradicional:
Prusia.
Tropas francesas adentrándo-
se en territorio nacional.
General Carlos Latrille, Conde de Lorencez,
comandante en jefe del Cuerpo Expedicionario
Francés.
15
Capítulo IV
La agresión militar
Primera Sección
Causas de la intervención
	 La difusión que hicieron los via-
jeros extranjeros que visitaron a México
después del triunfo independentista,
despertó la codicia de las potencias,
urgidas de materias primas para su na-
ciente industria.
	 En este contexto, los problemas
de guerra continua afectaron la econo-
mía, que se vio precisada por los com-
promisos y los riesgos de préstamos,
para sanear las finanzas públicas.
	 Dentro del programa de go-
bierno del presidente Juárez, hubo
necesidad de decretar temporalmente
una suspensión a la deuda extranjera,
como medida urgente para conseguir
el equilibrio del país.
	 Inglaterra, España y Francia,
acreedores que sintieron lastimados
sus intereses y capitales, se coaliga-
ron en la llamada Convención de Lon-
dres, para exigir que México cubriera
los pagos de la deuda contraída. En
este sentido, y teniendo como marco
un pendiente financiero, los países re-
clamantes se hicieron presentes en el
puerto de Veracruz, con el apoyo de
una fuerza militar, para dar peso a los
reclamos, que pronto se convirtieron
en exigencias.
Barcos de guerra franceses, frente a las costas
de Veracruz. Punta de lanza del emperador
Napoleón III, para su aventura expancionista en
México.
16
Segunda Sección
La vía diplomática
	 Desde el mes de abril, los represen-
tantes de los países acreedores y su fuerza
militar que les acompañaba, se encontra-
ban en Veracruz, momento que práctica-
mente significaba la fase de la preguerra,
en la que la acción diplomática desempe-
ñaría un papel relevante.
	 El gobierno mexicano, ante la mag-
nitud de la amenaza, optó por evitar el
rompimiento de las hostilidades, dejando
en manos del General Manuel Doblado, el
manejo de la diplomacia, que fue capaz de
mantener a raya la voracidad de los euro-
peos y hasta persuadirlos, en un momento
dado, de que el pago sería reactivado, bajo
la responsabilidad de un ministerio legal y
una sólida base.
	 Inglaterra y España quedaron satis-
fechos con los ofrecimientos e iniciaron el
regreso a sus países de origen. Los fran-
ceses, por su parte, consideraron que ha-
bía llegado la oportunidad esperada, para
mostrar los fines ocultos de su empresa,
que pretendía la conquista militar de Méxi-
co e instalar un gobierno monárquico, que
permitiría amplias ganancias y también,
oponer una barrera a los norteamericanos.
	 Cabe aclarar, que las bondades del
régimen mexicano, durante las gestiones
para llegar a un acuerdo, habían permiti-
do que soldados franceses ocuparan po-
blaciones del interior, para protegerse del
Casa donde se realizarón los Convenios de
la Soledad; lugar en que el Gobierno Mexi-
cano sostuvo una firme guerra diplomática.
clima hostil de la costa, que ya em-
pezaba a menguar los efectivos,
con las enfermedades tropicales.
17
Grupo de Zuavos.
Tercera Sección
Fuerza Expedicionaria
Francesa
	 Las tropas francesas que estaban
presentes en suelo mexicano, constituían
un mosaico con cuerpos de la metrópo-
li y efectivos coloniales. Su experiencia
era abundante: la Guerra de Crimea y
la campaña de Italia, con las batallas de
Solferino y Magenta, habían levantado el
orgullo triunfador, del que esperaban de-
jar muestra enfrentando a los mexicanos,
a quienes no les daban categoría de con-
trincantes en la extensión del término.
	 Napoleón III, en atención a un
proyecto de crecimiento en Europa,
mantenía a su ejército activo, razón por
la que encontró en la aventura mexicana,
lugar y momento propicios para la activa-
ción de su maquinaria militar. Esta fuer-
za estaba capacitada para la guerra de
profundidad, que incluía vivir de la tierra
conquistada. Su armamento y ejecución
doctrinaria, eran los mejores que existían.
Saberse herederos de una tradición gue-
rrera y triunfadores en otras acciones, le-
vantaron el orgullo y, en cierta forma, se
empezó a gestar un sentido de invencibi-
lidad.
18
Cuarta Sección
El General Lorencez
	 La comunidad militar mundial, pendiente del de-
sarrollo y de los resultados de la fuerza expedicionaria
francesa en México, esperaba que su General en Jefe
Lorencez, nuevamente repitiera la hazaña, tanto de Her-
nán Cortés, como del General Winfield Scott, que par-
tiendo del puerto de Veracruz, habían sostenido una exi-
tosa campaña, hasta su culminación con la toma de la
Ciudad Capital.
	 El General Carlos Fernando Latrille, conde de Lo-
rencez, representaba al típico general francés: se había
graduado en la Escuela Militar de Saint Cyr, para tomar
parte en varias campañas, que le valieron ascensos, y
también, la oportunidad del cargo de General en Jefe de
un efectivo cercano a los 6,000 hombres, que se consi-
deraban suficientes para la conquista de México.
	 La personalidad arrogante y expresión prepoten-
te, con las que condujo la campaña, fueron parte de las
causas que lo llevaron al fracaso en su desatinada em-
presa, que siempre consideró fácil y propia de un paseo
militar. Para él, las tropas mexicanas sólo fueron eva-
luadas de manera superficial, sin considerar algún riesgo
para su aguerrida fuerza.
19
General Ignacio Zaragoza, organizador de la defensa de
Puebla del 5 de mayo de 1862.
Quinta Sección
El General Ignacio
Zaragoza y las tropas
nacionales
	 El General Zaragoza
no era un advenedizo en co-
mandar tropas. La Guerra de
Reforma y la necesidad de
mantener el orden interno en la
República, le habían permitido
una formación atinada como
comandante y también, apro-
piarse de amplio bagaje del
arte militar.
	 La serenidad y la pa-
ciencia en el desempeño de
varios cargos, que incluyó el
Ministerio de Guerra y Marina,
fueron determinantes para que
el Presidente Benito Juárez le
dejara la responsabilidad de
General en Jefe del Cuerpo de
Ejército de Oriente, esfuerzo
realizado por el gobierno de la
República, para hacer frente a
la nueva invasión.
	 El General Zaragoza y
sus generales subordinados,
representan uno de los más
claros momentos del lideraz-
go militar mexicano, que tuvo
capacidad y pudo reunir los
esfuerzos para constituir, en
poco tiempo, una fuerza con
mentalidad triunfadora.
20
Guerrillero mexicano hostilizando al invasor.
	 Dueño de confianza y de
energía en la organización y pre-
paración del Ejército, también
mostró amplias dotes de estra-
tega, para poner en marcha un
plan de campaña, que incluía
una estrategia dinámica, que
inyectó ánimo a sus subordina-
dos.
	 Sin alterar el principio de
la misión de impedir la progre-
sión del enemigo hacia la ciudad
de México, después de conse-
guir abundante información de
combate, con tropas que hostili-
zaban permanentemente al ene-
migo, decidió que el sitio ideal
para frenar al invasor, lo cons-
tituía Puebla, lugar que otorga-
ba la ventaja de contar con dos
elevaciones, que soportarían
un esfuerzo en terreno abierto,
donde esperaba batirse.
	 Por lo que correspon-
de a las tropas nacionales, los
mensajes del Presidente Juárez
habían despertado el patriotis-
mo y la conciencia, para unir es-
fuerzos y hacer frente a la ame-
naza.
	 Pocas mejoras había en aspectos
doctrinarios, así como en armamento y equi-
po de guerra. Aquella generación, otra vez se
acogió al sentido patriótico del pueblo, para
constituir los cuerpos del Ejército permanen-
te y de la Guardia Nacional, que apoyados
por los envíos provenientes de los estados,
rápidamente pudieron adquirir fortaleza, para
soportar los rigores de la guerra.
21
Capítulo V
La Batalla del 5 de mayo
Primera Seccción
Inicio de las hostilidades	
	 Los acuerdos asentados en los Convenios de
la Soledad, habían dado más facilidades para que el
comandante francés enviara a la Ciudad de Orizaba,
a sus enfermos, para su pronta recuperación.
	 El General Zaragoza, no confiando en la con-
ducta del General en Jefe de la Fuerza Expedicionaria
Francesa, que cada día aumentaba su ánimo, man-
tenía fuerzas ligeras de caballería, con la misión de
vigilar los movimientos del enemigo y alertar oportu-
namente de los indicios ofensivos.
	 Bajo el argumento fundado, de que los con-
valecientes franceses en Orizaba se encontraban en
peligro, el General Lorencez, faltando a su palabra
de honor y sin dar aviso al gobierno mexicano, como
estaba acordado, ordenó el avance de sus tropas,
con lo que iniciaba la agresión, que de inmediato fue
detectada por la caballería mexicana, que mantenía
estrecha vigilancia de la vanguardia francesa.
	 Los primeros encuentros, como los sucedidos
en las cercanías del Fortín, fueron identificados por el
enemigo, como inferioridad manifiesta, sin compren-
der que el repliegue de las tropas mexicanas, obede-
cía a un planeo que buscaba jalonar al enemigo a un
momento y un terreno propicios.
22
Segunda Sección
Las Cumbres de Acultzingo
	 Con las dificultades para estructurar las unidades y los voluntarios, que
se presentaban al Cuartel General del Cuerpo de Ejército de Oriente, y ante la
presencia cercana y amenazante del ejército enemigo, el General Zaragoza buscó
la forma de aprovechar las ventajas geográficas de las Cumbres de Acultzingo,
lugar donde ordenó presentar una defensa pasajera, con tropas de infantería y de
caballería, apoyadas con piezas de artillería.
	 Con la necesidad de tiempo para preparar la defensa, confundir al ene-
migo y ganar la iniciativa, el General Zaragoza mostró con esta acción preliminar
de la batalla del 5 de mayo, conocimiento del arte militar, así como el manejo de
la sicología para identificar las debilidades de su contrincante, al que engañó con
una falsa imagen del Ejército Mexicano y su capacidad guerrera.
Combate en las Cumbres de Acultzingo, que permitió preparar una buena defensa de la plaza de Puebla.
23
Tercera Sección
Marcha de aproximación
	 Después del triunfo en las Cumbres de Acul-
tzingo, acción que el General Lorencez consideró un
triunfo de su capacidad, continuó su avance con rum-
bo a Puebla, siguiendo de cerca a las tropas mexica-
nas que procedían a su concentración.
	 Sin más obstáculos que impidieran su avan-
ce, pronto arribó al valle de Puebla, sintiendo el triunfo
en las manos, sobre una tropa que apresuradamente
reunía recursos de boca y guerra.
	 Pese a las recomendaciones de su Jefe de
Estado Mayor, el General Lorencez dio cabida a un
entusiasmo contagioso, bajo el argumento de la es-
casa capacidad de las tropas mexicanas, que sin
presentar resistencia formal, mantenían un repliegue,
que se identificaba como
impotencia para comba-
tir.
	 Con la panorámi-
ca de Puebla a la vista de
las vanguardias francesas
en su desplazamiento,
llegaba a su fin la fase de
marcha de aproximación,
que ponía a corta distan-
cia ambos ejércitos, para
su inmediata entrada en
acción.
Campamento francés en las proximidades de Puebla.
24
La tarde del 5 de mayo del 1862, en las estribaciones de los Fuertes de Loreto
y de Guadalupe, el Cuerpo de Ejército de Oriente, comandado por el General
Ignacio Zaragoza, obtuvo el mayor triunfo que registra nuestra historia militar.
25
En aquella acción, los Generales mexicanos tuvieron una actuación destacada, sobresaliendo
el General Porfirio Díaz, a quien correspondió cubrir el flanco derecho de la posición defensiva
y dio una lección de bravura a los zuavos franceses, considerados en aquel momento, los
mejores soldados del mundo.
26
Cuarta Sección
Preparativos para la defensa
	 El día 4 de mayo, con el enemigo que había iniciado el avance pasando
por las tentativas de defensa mexicanas, el General Ignacio Zaragoza orientó sus
acciones hacia los preparativos para la defensa. Con poco tiempo a su disposi-
ción y varios obstáculos por superar, afrontó el compromiso de establecerse a la
defensiva en las inmediaciones de Puebla, lugar que presentaba ventajas, al em-
plear como base de su esquema e idea de maniobra, las elevaciones de Loreto y
Guadalupe, donde sus respectivos fuertes darían solidez a la posición.
Fuerte de Loreto, complemento del dispositivo mexicano.
27
	 Por información recibida, se enteró que la fuerza del General conservador
Leonardo Márquez, pretendía unirse a los expedicionarios franceses, en su ata-
que a Puebla, razón que le obligó a distraer lo mejor de su caballería, con la misión
de impedir el plan enemigo.
	 Con el peligro muy cerca, atendió la organización del terreno empleando
las pocas herramientas que se pudo conseguir en la población y de la misma
manera, mantuvo el reclutamiento, para completar las vacantes, así como la re-
cepción de voluntarios, que atendieron las labores de maestranza para la artillería
y el armamento individual.
Fuerte de Guadalupe, resguardado por tropas mexicanas.
28
Quinta Sección
Despliegue inicial
	 Ese mismo día 4 de mayo
definió su dispositivo defensivo,
distribuyendo sus unidades en el
siguiente orden:
	 A la 1/a. División de Infan-
tería, bajo el mando del General
Miguel Negrete, le asignó los fuer-
tes de Loreto y de Guadalupe, así
como los aproximadamente mil
metros que los separaban, ponien-
do interés en su organización y arti-
llamiento inmediatos.
	 En la idea de que el ene-
migo pretendería un ataque frontal
sobre Puebla, puso atención a for-
talecer el flanco derecho del fuerte
de Guadalupe, lugar que protegía
el acceso del camino de Veracruz,
donde colocó en columna de ata-
que, una al lado de las otras, a las
Brigadas de Infantería de los Gene-
rales Berriozábal, Lamadrid, Porfirio
Díaz y, finalmente, la caballería del
General Antonio Álvarez, dejando
para afrontar situaciones imprevis-
tas, una reserva que, junto con la
guarnición de la plaza, atendieron la
organización de calles, barricadas
y otros obstáculos, para detener al
invasor, en caso dado de que pre-
tendiera tomar la ciudad.
General Miguel Negrete, responsable de la línea de batalla
entre los Fuertes de Loreto y Guadalupe.
29
Despliegue inicial ordenado por el General Zaragoza, para proteger la Ciudad de Puebla.
30
Sexta Sección
Redespliegue
	 Las tropas nacionales en su posición, velaron
armas sorprendiéndoles el amanecer del domingo
5 de mayo. El enemigo, que con un dispositivo de
marcha se encontraba en Amozoc, reinició su avan-
ce sobre Puebla; cerca de la garita de Peaje, para
asombro de todos, su vanguardia cambió de direc-
ción, para continuar su esfuerzo al norte y estacionar-
se, en definitiva, en las inmediaciones del rancho San
José, lugar donde ya fueron visibles los preparativos
que hicieron evidente, que el esfuerzo se orientaría
sobre el fuerte de Guadalupe, punto considerado vital
y que mediante su captura, la posición defensiva se
derrumbaría, permitiendo en consecuencia, la captu-
ra de la plaza de Puebla.
	 Con este cambio repentino del Ejército Fran-
cés, que prácticamente se transformó en un desfile
de ostentación frente a la posición defensiva, el Ge-
neral Zaragoza se vio precisado a modificar su des-
pliegue inicial, ordenando un violento reacomodo de
las fuerzas, quedando de la siguiente forma:
	 Al grupo de carabineros de la Brigada de Ca-
ballería del General Álvarez, con su titular al mando, se
le ordenó efectuar un desplazamiento por la ciudad,
para ocupar un lugar desenfilado, en las aproxima-
ciones del fuerte de Loreto, con la misión de actuar a
órdenes, tan pronto lo permitiera la evolución de las
acciones.
	 Al 6/o. Batallón
de Línea le fue asignado
el fuerte de Loreto, para
apoyar la acción de otras
unidades, que darían for-
ma a la línea de batalla.
	 A los batallones:
Fijo de Morelia, Tiradores
de Morelia, Reforma, Fijo
de Veracruz, Tiradores
de Toluca y Ligeros de
Toluca, les correspon-
dió constituir la línea de
batalla, que como línea
principal de resistencia,
recibiría el impacto de las
columnas atacantes que
ya se preparaban para el
asalto.
	 Al Batallón Mixto
de Querétaro le corres-
pondió ocupar el fuerte
de Guadalupe, lo que re-
presentaba un punto de
apoyo y pivote para ma-
niobrar, en un momento
determinado.
31
Redespligue de las tropas mexicanas ante las intenciones del enemigo.
32
	 Por lo que correspondía al 6/o. Batallón de la Guardia Nacional de Puebla,
unidad formada por patriotas de Zacapoaxtla, Xochiapulco y Tetela del Rio, le fue
encomendado establecer los puestos avanzados de la línea de batalla, con la
misión de replegarse ordenadamente, ante la presión de los asaltantes, entregar
el contacto y sumarse a la línea defensiva.	
	 Al Batallón de Zapadores de San Luis, se le asignó un sector de la defen-
sa, al lado derecho del fuerte de Guadalupe.
	 La Brigada del General Porfirio Díaz, constituida por los Batallones 1/o. y
2/o. de Guardia Nacional de Oaxaca, Guerrero, Morelos y piezas de artillería, tenía
como misión cubrir el acceso a la ciudad por el camino a Veracruz. Contaba con
el Batallón Rifleros de San Luis, en función de puestos avanzados.
	 Finalmente, y cerrando el dispositivo por el flanco derecho, se encontraba
el Cuerpo de Lanceros a Caballo, con la misión de coadyuvar con la Brigada de
Oaxaca, explotando las bondades del terreno despejado.
	 Con este reacomodo del dispositivo, el General Zaragoza quedaba pre-
parado para resistir el asalto francés: los fuertes de Loreto y de Guadalupe, signi-
ficaron la espina dorsal del dispositivo y un apoyo confiable para la maniobra, en
caso dado, sin poner en riesgo la posición en su conjunto.
Estandarte del Regimiento Permanente de Carabineros que participó en la Batalla del 5 de mayo de 1862.
33
Séptima Sección
Despliegue francés
	 En el rancho San José, punto final
de la marcha de aproximación, la fuerza
expedicionaria francesa tomó sus alimen-
tos y empezó los preparativos para iniciar
el avance sobre el fuerte de Guadalupe.
	 El General Lorencez, haciendo a
un lado las recomendaciones de su Jefe
de Estado Mayor, dictó las primeras ór-
denes de lo que pretendía ser un triunfo
fácil: la artillería fue colocada para iniciar
un fuego apresurado, pero al notar que
el terreno imponía condiciones que limi-
taban la efectividad del tiro, se hizo ne-
cesario un reacomodo de las piezas a la
hacienda de Rementería, lugar donde el
personal se desprendió de sus mochilas
para dar agilidad al avance, y se constitu-
yeron las columnas de ataque, reforzadas
con fuego artillero, que buscaba ablandar
la posición.
	 Siguiendo los dictados de la tácti-
ca de aquel momento, el mando francés
buscaba dirigir la totalidad de los esfuer-
zos, en un punto escogido de la posición
por conquistar, lo que implicó la intensifi-
cación del fuego de la artillería, que a la
vez que buscaba abatir la moral de los
defensores, también constituía un manto
protector del avance de las columnas.
34
Octava Sección
Primer asalto
	 Cerca del medio día del 5 de mayo, ya se habían formado tres columnas
de asalto, donde la del lado izquierdo y la central, llevaban en primer escalón al
1/o. y 2/o. Batallones de Zuavos, respectivamente, contando además, como 2/o.
escalón para aumentar la fuerza, tropas del 1/er. Batallón de Infantería de Marina.
En previsión de riesgos, por la presencia de tropas mexicanas en posición adelan-
tada, el General Lorencez incluyó una tercera columna en misión de guardaflanco
derecho, con la misión de proteger el avance y eliminar las partidas de patriotas
mexicanos que les hostilizaban.
	 Los Batallones de Zuavos, considerados tropas de élite propias para situa-
ciones difíciles, iniciaron un avance animoso, que pronto abandonó la formación
en columna, para pasar a la línea de batalla, sin detenerse, pese a recibir fuego
frontal y de enfilada de la artillería mexicana, que desde ese momento mantuvo
una cadencia continua.
	 Los patriotas Zacapoaxtlas y Xochiapulcos que formaban el 6/o. Batallón
de Guardia Nacional de Puebla, establecieron el primer contacto con los Zuavos.
Sin intimidarse ante el valiente avance enemigo, hicieron fuego con sus armas,
para en seguida iniciar un repliegue ordenado, hasta entregar el contacto a la línea
de batalla que, protegida por las bondades del terreno, esperaba el momento
propicio para hacer oír su fusilería.
	 Este repliegue del 6/o. Batallón de Guardia Nacional de Puebla dejó como
cuota, muchos muertos y heridos, de valientes poblanos, como lo fue el Coronel
Méndez, que perdió la vida defendiendo a la Patria y alentando a sus hombres.
	 Los atacantes, al ver el repliegue de los puestos avanzados, animaron su
avance, sintiendo que el triunfo les pertenecía. El General Miguel Negrete, atento
al desarrollo de los acontecimientos, esperó el momento para hacer una señal
con su gorra, al mismo tiempo que arengaba a sus hombres, que en la línea de
batalla se mantenían ocultos pecho a tierra.
	 Con un denso fuego a bocajarro, los franceses fueron sorprendidos y
hasta frenados en su avance, momento en que Zacapoaxtlas y Xochiapulcos,
saliendo detrás de la línea de batalla, iniciaron un valiente contraataque de más de
100 metros, que obligó al repliegue de los Zuavos a su base de partida, dejando
muertos y heridos.
	 Este éxito parcial despertó el ánimo de los mexicanos, que pretendían una
persecución tempranera sobre los franceses que, de inmediato, se reorganizaron
para continuar en su intento.
35
Primer ataque del Ejército Francés. Dos columnas de Zuavos y un guardaflanco avanzan
sobre el Fuerte de Guadalupe.
36
Novena Sección
Segundo asalto
	 Sorprendido el General Loren-
cez por el resultado, en su primer in-
tento de tomar el fuerte de Guadalupe,
de inmediato ordenó una intensifica-
ción del fuego de artillería, para lanzar
un segundo asalto, con tan sólo dos
columnas, pero reforzadas: la de la iz-
quierda, en 1/er. escalón llevaba al 2/o.
Batallón de Zuavos y en 2/o., al Bata-
llón de Cazadores a Pie; la columna de
la derecha, en el mismo orden, al 1/er.
Batallón de Zuavos, seguido del Bata-
llón de Infantería de Marina. El Batallón
de Marinos recibió la orden de prote-
ger la base de partida, situación que
mantuvo por el resto de la batalla.
	 Con el orgullo guerrero lasti-
mado, las dos columnas, con mayor
precaución, iniciaron su avance bajo la
protección de su artillería, que intenta-
ba abrir un hueco en el dispositivo de
los mexicanos.
	 Con el deseo de llegar a defi-
nir los resultados, se había agregado
tropas de zapadores con explosivos y
escalas, que distribuidos en ambas co-
lumnas, esperaban facilitar el acceso al
fuerte.
	 Pese al empuje del adversario,
la resistencia nuevamente logró impo-
nerse, impidiendo que la columna de la
izquierda llegara al parapeto. La colum-
na de la derecha pudo llegar a la posi-
ción, para entablar un reñido combate
cuerpo a cuerpo, que tampoco se pudo
convertir en triunfo.
	 Otra vez, los defensores, a ór-
denes de sus comandantes, alejaron el
peligro con un contraataque que recha-
zó a los asaltantes, haciéndoles varios
muertos y heridos.
	 Ante la imposibilidad del mo-
mento, las dos columnas de Zuavos
se retiraron a poca distancia, sin llegar
a su base de partida y mantuvieron el
contacto en espera de refuerzos, para
lo que sería el intento definitivo sobre el
fuerte de Guadalupe, que se había con-
vertido en su obsesión.
37
Segundo ataque francés. Dos columnas de Zuavos reforzadas apoyadas con artillería,
insisten sobre el Fuerte de Guadalupe.
38
Combate cuerpo a cuerpo entre mexicanos y franceses.
Décíma Sección
Tercer asalto
	 Ante los fallidos re-
sultados por tomar la po-
sición, que en el segundo
intento había comprome-
tido su orgullo, el General
Lorencez se dispuso al es-
fuerzo supremo. Su artillería
había consumido la mitad
de su dotación de grana-
das, sin acallar las piezas
de los defensores; además,
la tarde se hacía presente,
sin recibir el apoyo de fuer-
zas imperialistas que se le
habían prometido.
	 Haciendo acopio de
todos sus efectivos, decidió
un tercer asalto, que prácti-
camente se convirtió en una
acción triple: prescindió de
la artillería y reforzó las co-
lumnas de Zuavos que, sin
retirarse demasiado de la
posición, mantenían el con-
tacto con la línea de bata-
lla; también probó fortuna
por otras direcciones, para
apoyar el esfuerzo principal,
que aún lo constituía el fuer-
te de Guadalupe.
39
Tercer ataque. Insistencia del General Lorencez, para capturar
el Fuerte de Guadalupe y penetrar a la ciudad de Puebla
40
Subsección A
Acción frente a Guadalupe
	 Las dos columnas de Zuavos fueron notificadas para iniciar nuevamente
el asalto, bajo el argumento de que otra fuerza de efectivo respetable, atacaría la
misma posición por el lado sur.
	 La línea de defensa mexicana soportó con valentía el nuevo asalto, mo-
mento en que abundaron los actos de heroísmo: los artilleros mexicanos, sintien-
do la desesperación por falta de pólvora para disparar las piezas, lanzaron las bo-
las de cañón y otros proyectiles sobre los asaltantes, que apoyados con escalas,
abordaban el parapeto, iniciando además, un feroz combate de arma blanca.
Artilleros mexicanos repelíendo el asalto del Ejército invasor.
41
Escena de la Batalla del 5 de mayo de 1862.
Subsección B
Acción en el lado este del Cerro de Guadalupe
	 Como recurso desesperado, el General Lorencez, obstinado en capturar
el fuerte de Guadalupe, ordenó que el Batallón de Cazadores de Vincennes, se
desplazara hacia el objetivo principal, para coadyuvar al esfuerzo de los Zuavos.
	 Esta columna, conformada por combatientes de experiencia y eficacia
comprobada, recibiría el apoyo en segundo escalón, del 2/o. Batallón del 99/o.
Regimiento de Infantería, que nunca se pudo integrar, para darle solidez al asalto
secundario de este nuevo frente.
42
Subsección C
Acción en la Garita de
Amozoc
	 No obstante tener comprome-
tidas sus fuerzas y omitiendo las reco-
mendaciones del arte operativo, el Ge-
neral Lorencez decidió abrir otro frente,
independiente al esfuerzo sobre el fuerte
de Guadalupe.
	 Con la misión de bloquear la
posición que se resistía a ser tomada y
probar fortuna para penetrar a la ciudad,
por el acceso del camino a Veracruz, el
1/er. Batallón del 99/o. Regimiento de
Infantería, apoyado con el Escuadrón de
Cazadores de África, dieron forma a lo
que sería la tercera columna de asalto,
medida desesperada, que definitivamen-
te dejaba al General en Jefe de la Fuerza
Expedicionaria Francesa, sin capacidad
para responder a cualquier eventuali-
dad.
Tte.Cor. Félix Díaz, comandante de la Caballería
Mexicana en el flanco derecho del dispositivo
mexicano.
43
Zacapoaxtlas y Xochiapulcos del 6/o. Batallón de Guardia Nacional de Puebla, cubriendo los puestos de
avanzados de la línea de batalla.
44
Onceava Sección
Contraataque Mexicano
	 En respuesta al máximo impulso del enemigo,
que pretendía la victoria cuando la tarde se hacía pre-
sente, la posición defensiva mexicana, tanto la línea
principal de resistencia apoyada en ambos fuertes y
el Batallón de Zapadores de San Luis, desplegado al
lado sur del fuerte Guadalupe, así como los Rifleros
de San Luis de la Brigada del General Porfirio Díaz,
sostenían reñidos combates con los franceses, ne-
gando el avance de los asaltantes.
	 En un momento crucial y sacando fuerzas de
flaqueza, el General Negrete ordenó que la caballe-
ría del General Álvarez cargara sobre la retaguardia,
lo que aceleró la retirada, que pronto se convirtió en
desbandada, en la que Zuavos y Cazadores, sólo tu-
vieron como opción, la salvaguarda en su base de
partida.
	 En este momento se dejó sentir un aguacero,
acompañado de granizada, que favoreció las opera-
ciones de la defensa mexicana, perjudicando el avan-
ce de las otras columnas francesas, que se aproxi-
maban a sus objetivos.
	 La principal línea de batalla de la posición de-
fensiva, completó la acción de la caballería, para arre-
batar al enemigo valiosos trofeos: banderas, arma-
mento y prisioneros fue el ingrediente que generalizó
el ardor defensivo, en los otros puntos que resistían
los asaltos de las columnas francesas.
	 Por su parte, a la columna formada por el Ba-
tallón de Cazadores de Vincennes, que no alcanzó a
recibir el refuerzo del 2/o.
Batallón del 99/o. Regi-
miento de Infantería, le
fue imposible avanzar a
su objetivo, a causa de la
tenaz resistencia del Ba-
tallón de Zapadores de
San Luis, que reforzado
en su despliegue por una
compañía del Batallón
Reforma, neutralizó el es-
fuerzo de los asaltantes.
	 Los cazadores de
Vincennes, pese a toda
su experiencia de comba-
te y no obstante las órde-
nes de sus comandantes
para redoblar esfuerzos
y vencer obstáculo, tam-
bién fueron contagiados
por la retirada de sus ca-
maradas, que ya se ha-
bía convertido en fuga, y
aprovechando la seguri-
dad brindada por su se-
gundo escalón, por igual
se retiraron a su base de
partida.
45
Contrataque mexicano. Respuesta de los Defensores de Puebla a los invasores franceses.
46
Doceava Sección
Persecución
	 Por lo que corresponde al flanco derecho de
la posición, que estaba a cargo de la Brigada del Ge-
neral Porfirio Díaz, sus puestos avanzados estable-
cieron contacto con la columna atacante, integrada
por el 1/er, Batallón del 99/o. Regimiento de Infante-
ría, además del Escuadrón Cazadores de África. Los
cuatro batallones de infantería que constituían línea
de batalla, lanzaron un contraataque, que pronto se
convirtió en exitosa persecución, que acometía a sor-
prendidos veteranos, que para salvarse recurrieron a
la formación de cuadros, para protegerse de la impe-
tuosa caballería mexicana, que tiñó de sangre france-
sa sus lanzas y sables.
	 En esta acción, que se dio en terreno abierto,
infantes y dragones mexicanos destrozaron el dispo-
sitivo de retirada enemigo, impidiendo también repeti-
das tentativas de reorganización que buscaban salvar
un honor y una tradición ya comprometidos.
	 A las últimas ho-
ras de aquel 5 de mayo,
el General Zaragoza,
ubicado en su puesto
de mando, observó la
persecución que hacía
la Brigada del General
Díaz, y considerando el
peligro por alejarse de su
posición, en pos de una
victoria completa, ordenó
frenar el avance, ya que
el enemigo, aún en las
condiciones en que se
encontraba, podría sor-
prender a aquellas fuer-
zas mexicanas aisladas.
47
Caballería mexicana destrozando las formaciones
enemigas.
48
Treceava Sección
Trascendencia del triunfo
	 El enemigo ya derrotado, temía una arreme-
tida final de las tropas mexicanas, razón por la que
se organizó defensivamente en la hacienda Remen-
tería. No sintiendo seguro ese lugar y ante la cercanía
de los cuerpos mexicanos deseosos de consolidar
la victoria, el General Lorencez ordenó cambiarse al
rancho San José, manteniendo por igual las mismas
precauciones, para evitar ser sorprendidos.
	 El 5 de mayo de
1862, las mieles de la
victoria que tanto se ha-
bían negado al soldado
mexicano, fueron sabo-
readas hasta la sacie-
dad. Muchos años de
abstinencia llegaban a su
fin, y lo más importante,
el triunfo logrado sobre
los mejores soldados de
aquel momento, levantó
49
el orgullo militar mexicano, severamente lastimado en
la guerra contra los E.U.A., en 1847.
	 El enemigo, imposibilitado para reiniciar nue-
vas operaciones ofensivas, se retiró a Orizaba en es-
pera de refuerzos. El General Lorencez sería relevado
del mando, suceso con el que se abriría otra faceta
de la aventura de Napoleón III en México, quien para
sostener su proyecto intervencionista, hubo de so-
meter a su ejército a exigencias cada vez crecientes,
en respuesta del mexicano, que nunca aceptó la for-
ma de gobierno impuesta.
	 El triunfo del 5 de
mayo de 1862 se convir-
tió en la página de oro de
nuestra historia militar y
también, la muestra de la
capacidad de un pueblo,
que conjuntó esfuerzos y
voluntades, para trans-
formarse en guerrero,
que arrebató la victoria
a cuerpos de élite y ve-
teranos de los campos
de guerra en Europa,
quienes poseedores de
una tradición, tuvieron
que reconocer el valor
y la calidad del soldado
mexicano, en un momen-
to sublime.
Alegoría del triunfo del 5 de mayo
de 1862.
50
Esta obra fue elaborada en la Dirección General de Comu-
nicación Social e impresa en el Taller Autógrafico de la Dir.
Gral.Com.Soc., en el mes de abril del 2010, con un tiraje
de 10,000 ejemplares, derechos reservados.

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Batalla de puebla

  • 1.
  • 2. BATALLA DE PUEBLA 1862 1862 1862 5 DE MAYO Prueba histórica del nacionalismo de nuestras Fuerzas Armadas Reflejo vivo en el actuar de nuestros días
  • 3. La Batalla de Puebla del 5 de mayo de 1862
  • 4. Secretaría de la Defensa Nacional, Av. Industria MIlitar s/n. esq. Boulevard Manuel Ávila Camacho, Col. Lomas de Sotelo, Del. Miguel Hidalgo, C.P. 11280, México, D.F., Primera edición, abril 2010. www.sedena.gob.mx
  • 5. Capítulo I Introducción 1 Capítulo II Contexto nacional 5 Primera Sección. Vacío del poder 5 Segunda Sección. Lucha de partidos, guerra entre hermanos 6 Tercera Sección. El llamado a defender la Patria 8 Capítulo III Ámbito Internacional 10 Primera Sección. México después de la guerra contra E.U.A. 10 Segunda Sección. Intereses extranjeros 12 Tercera Sección. Napoleón III 13 Capítulo IV La agresión militar 15 Primera Sección. Causas de la intervención 15 Segunda Sección. La vía diplomática 16 Tercera Sección. Fuerza expedicionaria francesa 17 Cuarta Sección. El General Lorencez 18 Quinta Sección. El General Ignacio Zaragoza y las tropas nacionales 19 Capítulo V La Batalla del 5 de mayo 21 Primera Sección. Inicio de las hostilidades 21 Segunda Sección. Las Cumbres de Acultzingo 22 Tercera Sección. Marcha de aproximación 23 Cuarta Sección. Preparativos para la defensa 26 Quinta Sección. Despliegue inicial 28 Sexta Sección. Redespliegue 30 Séptima Sección. Despliegue francés 33 Octava Sección. Primer asalto 34 Novena Sección. Segundo asalto 36 Décima Sección. Tercer asalto 38 Subsección A. Acción frente a Guadalupe 40 Subsección B. Acción en el lado este del cerro de Guadalupe 41 Subsección C. Acción en la Garita de Amozoc 42 Onceava Sección. Contraataque mexicano 44 Doceava Sección. Persecución 46 Treceava Sección. Trascendencia del triunfo 48 Parte de Novedades del General Ignacio Zaragoza 49
  • 6. El 5 de mayo de 1862, en la heroica Puebla de Zaragoza, las Armas Nacionales se cubrieron de gloria. En aquel entonces, la máxima fortaleza del Ejército y del Pueblo de México fue la unidad, cuando las tropas del General Ignacio Zaragoza tomaron po- sición de los Fuertes de Loreto y de Guadalupe, para detener el paso del invasor, arengando a sus tropas con estas palabras “...Soldados: hoy vais a pelear por un objeto sagrado, vais a pelear por la Patria; yo pro- meto que en la presente jornada, conquistaréis un día de gloria. Nuestros enemigos son los primeros soldados del mundo, pero vosotros sois los primeros hijos de México y os quieren arrebatar vuestra Patria. Soldados: leo en vuestra frente la victoria. ¡Viva la in- dependencia nacional! ¡Viva la Patria!”. Enardecidos por estas palabras, ese día nues- tro Ejército escribió una página de oro y de gloria en la historia de la Patria. Nuestros soldados se batieron como guerreros incansables, a la hora de defender a México. En aquella tarde del 5 de mayo, cayó derro- tado el enemigo. Prólogo
  • 7. Los héroes de la Batalla de Puebla, nos le- garon la mayor lección y enseñanza de patriotismo, escribiendo el gran testimonio, de que los mexicanos podemos hacer frente y vencer a cualquier enemigo que intente soslayar a la nación, siempre y cuando lo hagamos unidos. Esto refleja el vivo actuar de nues- tras fuerzas armadas hoy en día. La inquebrantable vocación patriótica de nuestras fuerzas armadas y su decisión, han sido y seguirán siendo fundamentales para la vida social de la nación, y a cada de uno de nuestros soldados les toca poner lo mejor de sí mismos, su entrega y su capacidad, aún a costa de su propia vida. General Guillermo Galván Galván Secretario de la Defensa Nacional. 5 de Mayo de 2010.
  • 8. Este folleto se elaboró para conmemorar el CXLVIII aniversario de la Batalla de Puebla, el día 5 de mayo de 1862, y a los héroes que enarbolaron el patriotismo, para hacer fren- te y vencer al enemigo que intentó someter a la nación, de- mostrando la unidad de los mexicanos.
  • 9. Capítulo I Introducción El inicio de la se- gunda mitad del siglo XIX, habría de sorprender al país en una guerra fratrici- da, que además de cruel y desgastante, enfrentaba a hermanos que, en se- guimiento de conviccio- nes partidistas, se destro- zarían en los campos de batalla, como enemigos irreconciliables. Republi- canos y conservadores, en defensa de sus ideo- logías para definir el rum- bo del país, mantendrían creciente una guerra que, en cierta medida, habría de tener repercusiones e injerencias del exterior. El lapso denomi- nado Guerra de Reforma, sería, en su resultado fi- nal, el punto de partida para la aventura francesa en México, a insistencia de Napoleón III, quien sin medir el enlace de sus limitaciones y circunstan- cias, pretendía igualar la vida y la obra de Napoleón Bonaparte, que en cierta medida, se convirtió, por 20 años, en el árbitro de Europa. Lic. Benito Juárez, presidente de la República, durante la intervención francesa en México. En México, al despojo territorial de 1848, se agregarían otras amenazas y peligros por parte de Estados Unidos, que aún pretendía mayor espacio vital para su consolidación como potencia. Las incur- siones de las naciones bárbaras en la frontera norte y la presencia de aventureros, también fueron preocu- pación que exigió alerta constante y, frecuentemente, la respuesta armada. 1
  • 10. 2 En aquel ambiente de amenaza para la Patria mexicana, haría su presencia un estadista surgido de los estratos sociales más humildes, quien rodeado de un excelente equipo de trabajo, pudo conducir los destinos de la nación en momentos de peligro cre- ciente. Benito Juárez tomó a su responsabilidad el gobierno, para hacer frente a varias amenazas, como la de la Intervención Francesa. La lejanía geográfica de Francia y la presencia inmediata de los Estados Unidos de Norteamérica, que por el momento se encontraba en guerra interna, no fueron impedimentos para que la nación francesa, en manos de un aspirante al expansionismo, dejara sentir su influencia, mediante una descarada agre- sión militar, como punta de lanza que pretendía como objetivo, el establecimiento de una monarquía, que buscaba buenos dividendos al explotar los recursos de este país, al que se le identificaba con la abundan- cia. A grandes rasgos, éste era el panorama que enfrentaba aquella generación de mexicanos, que se alistó material y espiritualmente, para hacer frente a otro enemigo, que se hacía presente con pretendida superioridad racial y ventajas en medios de guerra. Benito Juárez, en su papel de presidente de la República, hizo un llamado a la conciencia nacional, para no abandonar la obra de sus padres, que tanto habían sufrido en su esfuerzo por sentar las bases de la identidad mexicana, en los discursos y proclamas del gobierno, a la guerra que buscaba el ánimo popular. Otra vez, como quince años atrás, el puerto de Veracruz sería el punto donde la amenaza se con- centraba, en espera de iniciar su avance a tierras del interior.
  • 11. 3 Los mexicanos, convencidos que los asistía la razón para de- fenderse, afrontaron el peligro con coraje y so- lidaridad, cuando vieron amenazados sus valores y creencias. Al reclamo de una deuda abultada, el gobierno de la República respondió con un cauce diplomático, racional y maduro, que convenció a Inglaterra y a España, que como naciones re- clamantes, decidieron regresar a sus países de origen. Francia, que además del reclamo ma- nejaba otros intereses, dio inicio a una invasión reprobable, con la segu- ridad de conseguir la vic- toria. En este contex- to, el gobierno mexicano definió un plan de guerra, que buscaba impedir el avance enemigo. Puebla fue el lugar designado para presentar resisten- cia formal. General Manuel Doblado., Ministro de Relaciones Exteriores, durante la Guerra de la Intervención.
  • 12. 4 La tarde del 5 de mayo de 1862, los fuertes de Loreto y de Guadalupe, piezas clave del sistema defensivo, fueron el momento y el lugar, donde las armas nacionales se cubrieron de gloria, mediante un triunfo contundente, que fue el asombro del mundo entero. Los mexicanos, habilitados rápidamente para la guerra, fueron capaces de imponerse con las ar- mas, a bravos combatientes de la guerra de Crimea, así como de la campaña de Italia. El triunfo alcanzado por las tropas comanda- das por el General Ignacio Zaragoza, tiene un signi- Alegoría de la Patria Mexicana, que para sostener su posición de nación independiente, tuvo que recurrir a la guerra. ficado de página de oro, que dá brillo a los anales militares de nuestro país. También representa un rescate del orgullo mili- tar lastimado en la guerra contra los Estados Uni- dos, así como el aumen- to de la autoestima de los mexicanos como pueblo independiente.
  • 13. 5 Capítulo II Contexto nacional Primera sección Vacío de poder La secuela de la presencia española por muchos años, de un ejer- cicio autoritario, dejó en nuestros antepasados, un trauma en los patrio- tas, que después del triunfo insurgente, bus- caron definir un proyecto de gobierno acorde a las aspiraciones de un pue- blo. La diversidad de tentativas para conducir los destinos de país independiente, tuvieron como denominador común, la presencia de un vacío de poder, que no fue posible cubrir con las propuestas incipientes de partidos políticos, gravemente conta- minados por ideologías extrañas a los intereses y as- piraciones de los mexicanos. La incapacidad de encontrar soluciones por la vía pacífica, y la ambición por el poder, fueron los canales que inundaron al país con una lucha que, de política, se transformaría en guerra entre hermanos, que además de debilitar al país en su intento por es- tablecer los principios de una vida institucional, daría motivo para que intereses ajenos a los mexicanos, pretendieran sacar ventajas de la confusión. Comisión de Conservadores, que ofrecieron la corona de México en las Cortes de Europa.
  • 14. 6 Segunda Sección Lucha de partidos. Guerra entre hermanos Con un interés que animaba al enfrentamiento armado, conserva- dores y liberales buscaron la forma de destruirse mutuamente, ante la inca- pacidad de mediar en el proyecto de gobierno que el país necesitaba. Los primeros fincaban sus esperanzas en la instalación de otra monarquía, mientras que los que seguían a Benito Juárez, pretendían una república que permitiera mayor libertad al individuo como gobernado. Ambos contendientes estaban incapacitados para ceder, y su interés máximo era el poder y su ejercicio. Los conservadores que no deseaban el cambio, tenían como guía espiritual a don Lucas Alamán, hombre maduro y culto, que fincaba su esperanza por enderezar el país, con la instalación de una monarquía apoyada por Europa, respuesta que consideraba alejada de todo riesgo y experimentación, en la forma de gobernar. General Jesús González Ortega, héroe de la Batalla de Calpulalpan, que dio tríunfo al Partido Liberal.
  • 15. 7 Benito Juárez como presidente de la república, organizó la defensa nacional para hacer frente a la amenaza. Por lo que co- rrespondía al partido li- beral, sus seguidores se agrupaban en la recia fi- gura de Benito Juárez y tras sufrir el camino de la experiencia, finalmente se habían hecho fuertes para imponerse militar- mente en la batalla de Calpulalpan; momento que les permitió asegurar el liderazgo y también, aumentar el favor de la voluntad popular e iniciar las bases de un gobierno que pretendía alejarse de las ataduras ideológicas y de conciencia. El triunfo militar del General Jesús Gon- zález Ortega sobre su homólogo Miguel Mira- món el 22 de diciembre de 1860, no fue definitivo como lo consideraron los liberales que retomaron el poder. Los ideólogos del proyecto monárquico buscaron apoyo militar en Europa, presentando una imagen del país ajena a la realidad que se vivía.
  • 16. 8 Tercera Sección El llamado a defender la Patria Aquel momento de guerra entre hermanos, por definir un proyecto de gobierno, había mantenido ocu- pada a la sociedad mexicana, aportando hombres y re- cursos, para conseguir el triunfo de su partido. Ante el reclamo de Inglaterra, de España y de Francia, que pronto se convirtió en amenaza de conquis- ta militar, los mexicanos hicieron un alto en sus diferen- cias partidistas, para comprender que la presencia de la Fuerza Expedicionaria Francesa, se había convertido en enemigo común, razón por la que convenía sumar esfuerzos para hacerle frente. Respuesta del Espíritu militar de los mexicanos, al llamado de guerra del Presidente Juárez.
  • 17. 9 Salvo algunos fanáticos de la monarquía, que manifestaron simpatía y apoyaron a los nuevos invaso- res, el resto de la población escuchó el llamado del pre- sidente Juárez, que pedía soldados y armas para defen- der a la Patria. Para este momento, la posición del gobierno re- publicano, de organizar la defensa del país, fue la razón histórica que le favoreció gran parte del apoyo popular. El pueblo entendió los alcances de la guerra justa por defen- der la soberanía y los valores de los mexicanos. Guardia Nacional: el pueblo se alistó para hacerle frente al invasor francés.
  • 18. 10 Capítulo III Ámbito internacional Primera Sección México después de la guerra contra los E.U.A. Al reclamo de una deuda extranjera abultada y también impagable, tan sólo 15 años separaban del recuerdo de aquella experiencia traumante y de efectos ne- gativos en la marcha del país. Las sucesivas derrotas por intentar poner freno al invasor, en 1847, habían lastimado el orgullo nacional y también, afectado el espíritu militar de los mexicanos, que en cierta medida, consideraron que nunca alcanzarían el gozo de la victoria. Después de aquel compromiso de guerra internacional, los esfuerzos para pacificar el país en el ámbito interno y los desgastes de la Guerra de Reforma, facilita- rían el surgimiento de una conciencia de patria, para hacer frente a las amenazas del exterior. Patriotas mexicanos preparándose para afrontar la guerra. La carencia de medios y capacidades técnicas no fueron impedimento.
  • 19. 11 El contenido guerrero del Himno Nacional, habría de contribuir a la forja de un espíritu militar, en aquella generación que afrontaría la Intervención Francesa, con bríos capaces de impresionar al mundo. Para los franceses, la información sobre el potencial de guerra de la nación mexicana, era superficial, al no tomar en cuenta una larga experiencia que también anidaba una revancha. En 1862, el nuevo invasor encontraría en los escasos cuerpos del Ejército Permanente y de la Guardia Nacional, combatientes curtidos en la guerra, deseosos de medir fuerzas con los mejores soldados de aquel momento. Combatientes del Cuerpo Expedicionario Francés, quienes esperaban consolidar en México su campaña iniciada en la Guerra de Crímea.
  • 20. 12 Segunda Sección Intereses extranjeros La posición de México como na- ción independiente y la incapacidad de sus gobernantes por definir una forma de go- bierno, fue una constante en gran parte de aquel conflictivo siglo XIX, cuando la guerra interior y contra enemigos extranjeros, fue un ejercicio que afectó todos los rubros del país. La riqueza de recursos propios y la necesidad de materias primas en los países que habían despertado a la carre- ra industrial, pusieron sus ojos e intereses en las naciones, que imposibilitadas para defenderse, fueron campo del despojo ex- pansionista y carrera colonial. México fue considerado objetivo. Nuestro país convivió con proble- mas, y desde los tratados de Guadalupe Hidalgo, con los que se puso fin a la guerra contra los E.U.A., dando lugar a una utópi- ca paz con la nación vecina del norte, tam- bién rechazó con la fuerza de las armas, otros intentos de aventureros extranjeros, deseosos de probar fortuna, como lo fue- ron el francés conde Roussete de Boubon y el norteamericano Walker, que asediaron parte del territorio mexicano, en un proyec- to de aventura, de manera de explotar las posibilidades para otras empresas de ma- yor alcance. Combatientes del Cuerpo Infante de Marina francés, dotado de equipo y armamento para la guerra moderna.
  • 21. 13 Tercera Sección Napoleón III La presencia de tropas francesas en suelo mexicano, era la respuesta de una política expansionista, que había ex- tendido sus acciones a suelo americano, aprovechando que los E.U.A., bajo el am- paro de la Doctrina Monroe, era la única nación con capacidad para impedirlo; pero se encontraba en guerra interna, y con riesgo de perder el sentido y la fuerza de unión. Napoleón III, con el reto de igualar la vida y la obra del Emperador Bonapar- te, había iniciado una campaña de con- quista militar, recurso con el que buscaba impresionar al pueblo francés, escéptico de sus capacidades como gobernante. La Guerra de Crimea (1854-56), el apoderamiento de Conchinchina (1859) y la campaña en Italia el mismo año, eran una acumulación de experiencias, con las que se pretendía poner un obstáculo en México, al expansionismo norteamerica- no y también, recuperar la posición hege- mónica que había tenido España. Aparte del triunfo militar con mí- nimos efectivos y esfuerzos, también se tenía contemplada la recuperación eco- nómica, al controlar las rentas públicas y riquezas naturales de México. Fragmento de un mural, que representa a las tropas francesas.
  • 22. 14 Aquella aventura militar que consolidaría su posición y respeto en Europa, le exigió el mando su- premo de la fuerza expedicionaria, dejando la ejecución de las accio- nes a cargo del General Carlos Fer- nando Latrille, conde de Lorencez, hombre de sus confianzas, quien buscaba hacer méritos para mejo- rar su posición. Para la máquina militar de Francia en México, la fuerza expe- dicionaria sólo representaba un en- trenamiento para mantener la for- ma, y esperar el momento decisivo en Europa, para un virtual enfrenta- miento con el enemigo tradicional: Prusia. Tropas francesas adentrándo- se en territorio nacional. General Carlos Latrille, Conde de Lorencez, comandante en jefe del Cuerpo Expedicionario Francés.
  • 23. 15 Capítulo IV La agresión militar Primera Sección Causas de la intervención La difusión que hicieron los via- jeros extranjeros que visitaron a México después del triunfo independentista, despertó la codicia de las potencias, urgidas de materias primas para su na- ciente industria. En este contexto, los problemas de guerra continua afectaron la econo- mía, que se vio precisada por los com- promisos y los riesgos de préstamos, para sanear las finanzas públicas. Dentro del programa de go- bierno del presidente Juárez, hubo necesidad de decretar temporalmente una suspensión a la deuda extranjera, como medida urgente para conseguir el equilibrio del país. Inglaterra, España y Francia, acreedores que sintieron lastimados sus intereses y capitales, se coaliga- ron en la llamada Convención de Lon- dres, para exigir que México cubriera los pagos de la deuda contraída. En este sentido, y teniendo como marco un pendiente financiero, los países re- clamantes se hicieron presentes en el puerto de Veracruz, con el apoyo de una fuerza militar, para dar peso a los reclamos, que pronto se convirtieron en exigencias. Barcos de guerra franceses, frente a las costas de Veracruz. Punta de lanza del emperador Napoleón III, para su aventura expancionista en México.
  • 24. 16 Segunda Sección La vía diplomática Desde el mes de abril, los represen- tantes de los países acreedores y su fuerza militar que les acompañaba, se encontra- ban en Veracruz, momento que práctica- mente significaba la fase de la preguerra, en la que la acción diplomática desempe- ñaría un papel relevante. El gobierno mexicano, ante la mag- nitud de la amenaza, optó por evitar el rompimiento de las hostilidades, dejando en manos del General Manuel Doblado, el manejo de la diplomacia, que fue capaz de mantener a raya la voracidad de los euro- peos y hasta persuadirlos, en un momento dado, de que el pago sería reactivado, bajo la responsabilidad de un ministerio legal y una sólida base. Inglaterra y España quedaron satis- fechos con los ofrecimientos e iniciaron el regreso a sus países de origen. Los fran- ceses, por su parte, consideraron que ha- bía llegado la oportunidad esperada, para mostrar los fines ocultos de su empresa, que pretendía la conquista militar de Méxi- co e instalar un gobierno monárquico, que permitiría amplias ganancias y también, oponer una barrera a los norteamericanos. Cabe aclarar, que las bondades del régimen mexicano, durante las gestiones para llegar a un acuerdo, habían permiti- do que soldados franceses ocuparan po- blaciones del interior, para protegerse del Casa donde se realizarón los Convenios de la Soledad; lugar en que el Gobierno Mexi- cano sostuvo una firme guerra diplomática. clima hostil de la costa, que ya em- pezaba a menguar los efectivos, con las enfermedades tropicales.
  • 25. 17 Grupo de Zuavos. Tercera Sección Fuerza Expedicionaria Francesa Las tropas francesas que estaban presentes en suelo mexicano, constituían un mosaico con cuerpos de la metrópo- li y efectivos coloniales. Su experiencia era abundante: la Guerra de Crimea y la campaña de Italia, con las batallas de Solferino y Magenta, habían levantado el orgullo triunfador, del que esperaban de- jar muestra enfrentando a los mexicanos, a quienes no les daban categoría de con- trincantes en la extensión del término. Napoleón III, en atención a un proyecto de crecimiento en Europa, mantenía a su ejército activo, razón por la que encontró en la aventura mexicana, lugar y momento propicios para la activa- ción de su maquinaria militar. Esta fuer- za estaba capacitada para la guerra de profundidad, que incluía vivir de la tierra conquistada. Su armamento y ejecución doctrinaria, eran los mejores que existían. Saberse herederos de una tradición gue- rrera y triunfadores en otras acciones, le- vantaron el orgullo y, en cierta forma, se empezó a gestar un sentido de invencibi- lidad.
  • 26. 18 Cuarta Sección El General Lorencez La comunidad militar mundial, pendiente del de- sarrollo y de los resultados de la fuerza expedicionaria francesa en México, esperaba que su General en Jefe Lorencez, nuevamente repitiera la hazaña, tanto de Her- nán Cortés, como del General Winfield Scott, que par- tiendo del puerto de Veracruz, habían sostenido una exi- tosa campaña, hasta su culminación con la toma de la Ciudad Capital. El General Carlos Fernando Latrille, conde de Lo- rencez, representaba al típico general francés: se había graduado en la Escuela Militar de Saint Cyr, para tomar parte en varias campañas, que le valieron ascensos, y también, la oportunidad del cargo de General en Jefe de un efectivo cercano a los 6,000 hombres, que se consi- deraban suficientes para la conquista de México. La personalidad arrogante y expresión prepoten- te, con las que condujo la campaña, fueron parte de las causas que lo llevaron al fracaso en su desatinada em- presa, que siempre consideró fácil y propia de un paseo militar. Para él, las tropas mexicanas sólo fueron eva- luadas de manera superficial, sin considerar algún riesgo para su aguerrida fuerza.
  • 27. 19 General Ignacio Zaragoza, organizador de la defensa de Puebla del 5 de mayo de 1862. Quinta Sección El General Ignacio Zaragoza y las tropas nacionales El General Zaragoza no era un advenedizo en co- mandar tropas. La Guerra de Reforma y la necesidad de mantener el orden interno en la República, le habían permitido una formación atinada como comandante y también, apro- piarse de amplio bagaje del arte militar. La serenidad y la pa- ciencia en el desempeño de varios cargos, que incluyó el Ministerio de Guerra y Marina, fueron determinantes para que el Presidente Benito Juárez le dejara la responsabilidad de General en Jefe del Cuerpo de Ejército de Oriente, esfuerzo realizado por el gobierno de la República, para hacer frente a la nueva invasión. El General Zaragoza y sus generales subordinados, representan uno de los más claros momentos del lideraz- go militar mexicano, que tuvo capacidad y pudo reunir los esfuerzos para constituir, en poco tiempo, una fuerza con mentalidad triunfadora.
  • 28. 20 Guerrillero mexicano hostilizando al invasor. Dueño de confianza y de energía en la organización y pre- paración del Ejército, también mostró amplias dotes de estra- tega, para poner en marcha un plan de campaña, que incluía una estrategia dinámica, que inyectó ánimo a sus subordina- dos. Sin alterar el principio de la misión de impedir la progre- sión del enemigo hacia la ciudad de México, después de conse- guir abundante información de combate, con tropas que hostili- zaban permanentemente al ene- migo, decidió que el sitio ideal para frenar al invasor, lo cons- tituía Puebla, lugar que otorga- ba la ventaja de contar con dos elevaciones, que soportarían un esfuerzo en terreno abierto, donde esperaba batirse. Por lo que correspon- de a las tropas nacionales, los mensajes del Presidente Juárez habían despertado el patriotis- mo y la conciencia, para unir es- fuerzos y hacer frente a la ame- naza. Pocas mejoras había en aspectos doctrinarios, así como en armamento y equi- po de guerra. Aquella generación, otra vez se acogió al sentido patriótico del pueblo, para constituir los cuerpos del Ejército permanen- te y de la Guardia Nacional, que apoyados por los envíos provenientes de los estados, rápidamente pudieron adquirir fortaleza, para soportar los rigores de la guerra.
  • 29. 21 Capítulo V La Batalla del 5 de mayo Primera Seccción Inicio de las hostilidades Los acuerdos asentados en los Convenios de la Soledad, habían dado más facilidades para que el comandante francés enviara a la Ciudad de Orizaba, a sus enfermos, para su pronta recuperación. El General Zaragoza, no confiando en la con- ducta del General en Jefe de la Fuerza Expedicionaria Francesa, que cada día aumentaba su ánimo, man- tenía fuerzas ligeras de caballería, con la misión de vigilar los movimientos del enemigo y alertar oportu- namente de los indicios ofensivos. Bajo el argumento fundado, de que los con- valecientes franceses en Orizaba se encontraban en peligro, el General Lorencez, faltando a su palabra de honor y sin dar aviso al gobierno mexicano, como estaba acordado, ordenó el avance de sus tropas, con lo que iniciaba la agresión, que de inmediato fue detectada por la caballería mexicana, que mantenía estrecha vigilancia de la vanguardia francesa. Los primeros encuentros, como los sucedidos en las cercanías del Fortín, fueron identificados por el enemigo, como inferioridad manifiesta, sin compren- der que el repliegue de las tropas mexicanas, obede- cía a un planeo que buscaba jalonar al enemigo a un momento y un terreno propicios.
  • 30. 22 Segunda Sección Las Cumbres de Acultzingo Con las dificultades para estructurar las unidades y los voluntarios, que se presentaban al Cuartel General del Cuerpo de Ejército de Oriente, y ante la presencia cercana y amenazante del ejército enemigo, el General Zaragoza buscó la forma de aprovechar las ventajas geográficas de las Cumbres de Acultzingo, lugar donde ordenó presentar una defensa pasajera, con tropas de infantería y de caballería, apoyadas con piezas de artillería. Con la necesidad de tiempo para preparar la defensa, confundir al ene- migo y ganar la iniciativa, el General Zaragoza mostró con esta acción preliminar de la batalla del 5 de mayo, conocimiento del arte militar, así como el manejo de la sicología para identificar las debilidades de su contrincante, al que engañó con una falsa imagen del Ejército Mexicano y su capacidad guerrera. Combate en las Cumbres de Acultzingo, que permitió preparar una buena defensa de la plaza de Puebla.
  • 31. 23 Tercera Sección Marcha de aproximación Después del triunfo en las Cumbres de Acul- tzingo, acción que el General Lorencez consideró un triunfo de su capacidad, continuó su avance con rum- bo a Puebla, siguiendo de cerca a las tropas mexica- nas que procedían a su concentración. Sin más obstáculos que impidieran su avan- ce, pronto arribó al valle de Puebla, sintiendo el triunfo en las manos, sobre una tropa que apresuradamente reunía recursos de boca y guerra. Pese a las recomendaciones de su Jefe de Estado Mayor, el General Lorencez dio cabida a un entusiasmo contagioso, bajo el argumento de la es- casa capacidad de las tropas mexicanas, que sin presentar resistencia formal, mantenían un repliegue, que se identificaba como impotencia para comba- tir. Con la panorámi- ca de Puebla a la vista de las vanguardias francesas en su desplazamiento, llegaba a su fin la fase de marcha de aproximación, que ponía a corta distan- cia ambos ejércitos, para su inmediata entrada en acción. Campamento francés en las proximidades de Puebla.
  • 32. 24 La tarde del 5 de mayo del 1862, en las estribaciones de los Fuertes de Loreto y de Guadalupe, el Cuerpo de Ejército de Oriente, comandado por el General Ignacio Zaragoza, obtuvo el mayor triunfo que registra nuestra historia militar.
  • 33. 25 En aquella acción, los Generales mexicanos tuvieron una actuación destacada, sobresaliendo el General Porfirio Díaz, a quien correspondió cubrir el flanco derecho de la posición defensiva y dio una lección de bravura a los zuavos franceses, considerados en aquel momento, los mejores soldados del mundo.
  • 34. 26 Cuarta Sección Preparativos para la defensa El día 4 de mayo, con el enemigo que había iniciado el avance pasando por las tentativas de defensa mexicanas, el General Ignacio Zaragoza orientó sus acciones hacia los preparativos para la defensa. Con poco tiempo a su disposi- ción y varios obstáculos por superar, afrontó el compromiso de establecerse a la defensiva en las inmediaciones de Puebla, lugar que presentaba ventajas, al em- plear como base de su esquema e idea de maniobra, las elevaciones de Loreto y Guadalupe, donde sus respectivos fuertes darían solidez a la posición. Fuerte de Loreto, complemento del dispositivo mexicano.
  • 35. 27 Por información recibida, se enteró que la fuerza del General conservador Leonardo Márquez, pretendía unirse a los expedicionarios franceses, en su ata- que a Puebla, razón que le obligó a distraer lo mejor de su caballería, con la misión de impedir el plan enemigo. Con el peligro muy cerca, atendió la organización del terreno empleando las pocas herramientas que se pudo conseguir en la población y de la misma manera, mantuvo el reclutamiento, para completar las vacantes, así como la re- cepción de voluntarios, que atendieron las labores de maestranza para la artillería y el armamento individual. Fuerte de Guadalupe, resguardado por tropas mexicanas.
  • 36. 28 Quinta Sección Despliegue inicial Ese mismo día 4 de mayo definió su dispositivo defensivo, distribuyendo sus unidades en el siguiente orden: A la 1/a. División de Infan- tería, bajo el mando del General Miguel Negrete, le asignó los fuer- tes de Loreto y de Guadalupe, así como los aproximadamente mil metros que los separaban, ponien- do interés en su organización y arti- llamiento inmediatos. En la idea de que el ene- migo pretendería un ataque frontal sobre Puebla, puso atención a for- talecer el flanco derecho del fuerte de Guadalupe, lugar que protegía el acceso del camino de Veracruz, donde colocó en columna de ata- que, una al lado de las otras, a las Brigadas de Infantería de los Gene- rales Berriozábal, Lamadrid, Porfirio Díaz y, finalmente, la caballería del General Antonio Álvarez, dejando para afrontar situaciones imprevis- tas, una reserva que, junto con la guarnición de la plaza, atendieron la organización de calles, barricadas y otros obstáculos, para detener al invasor, en caso dado de que pre- tendiera tomar la ciudad. General Miguel Negrete, responsable de la línea de batalla entre los Fuertes de Loreto y Guadalupe.
  • 37. 29 Despliegue inicial ordenado por el General Zaragoza, para proteger la Ciudad de Puebla.
  • 38. 30 Sexta Sección Redespliegue Las tropas nacionales en su posición, velaron armas sorprendiéndoles el amanecer del domingo 5 de mayo. El enemigo, que con un dispositivo de marcha se encontraba en Amozoc, reinició su avan- ce sobre Puebla; cerca de la garita de Peaje, para asombro de todos, su vanguardia cambió de direc- ción, para continuar su esfuerzo al norte y estacionar- se, en definitiva, en las inmediaciones del rancho San José, lugar donde ya fueron visibles los preparativos que hicieron evidente, que el esfuerzo se orientaría sobre el fuerte de Guadalupe, punto considerado vital y que mediante su captura, la posición defensiva se derrumbaría, permitiendo en consecuencia, la captu- ra de la plaza de Puebla. Con este cambio repentino del Ejército Fran- cés, que prácticamente se transformó en un desfile de ostentación frente a la posición defensiva, el Ge- neral Zaragoza se vio precisado a modificar su des- pliegue inicial, ordenando un violento reacomodo de las fuerzas, quedando de la siguiente forma: Al grupo de carabineros de la Brigada de Ca- ballería del General Álvarez, con su titular al mando, se le ordenó efectuar un desplazamiento por la ciudad, para ocupar un lugar desenfilado, en las aproxima- ciones del fuerte de Loreto, con la misión de actuar a órdenes, tan pronto lo permitiera la evolución de las acciones. Al 6/o. Batallón de Línea le fue asignado el fuerte de Loreto, para apoyar la acción de otras unidades, que darían for- ma a la línea de batalla. A los batallones: Fijo de Morelia, Tiradores de Morelia, Reforma, Fijo de Veracruz, Tiradores de Toluca y Ligeros de Toluca, les correspon- dió constituir la línea de batalla, que como línea principal de resistencia, recibiría el impacto de las columnas atacantes que ya se preparaban para el asalto. Al Batallón Mixto de Querétaro le corres- pondió ocupar el fuerte de Guadalupe, lo que re- presentaba un punto de apoyo y pivote para ma- niobrar, en un momento determinado.
  • 39. 31 Redespligue de las tropas mexicanas ante las intenciones del enemigo.
  • 40. 32 Por lo que correspondía al 6/o. Batallón de la Guardia Nacional de Puebla, unidad formada por patriotas de Zacapoaxtla, Xochiapulco y Tetela del Rio, le fue encomendado establecer los puestos avanzados de la línea de batalla, con la misión de replegarse ordenadamente, ante la presión de los asaltantes, entregar el contacto y sumarse a la línea defensiva. Al Batallón de Zapadores de San Luis, se le asignó un sector de la defen- sa, al lado derecho del fuerte de Guadalupe. La Brigada del General Porfirio Díaz, constituida por los Batallones 1/o. y 2/o. de Guardia Nacional de Oaxaca, Guerrero, Morelos y piezas de artillería, tenía como misión cubrir el acceso a la ciudad por el camino a Veracruz. Contaba con el Batallón Rifleros de San Luis, en función de puestos avanzados. Finalmente, y cerrando el dispositivo por el flanco derecho, se encontraba el Cuerpo de Lanceros a Caballo, con la misión de coadyuvar con la Brigada de Oaxaca, explotando las bondades del terreno despejado. Con este reacomodo del dispositivo, el General Zaragoza quedaba pre- parado para resistir el asalto francés: los fuertes de Loreto y de Guadalupe, signi- ficaron la espina dorsal del dispositivo y un apoyo confiable para la maniobra, en caso dado, sin poner en riesgo la posición en su conjunto. Estandarte del Regimiento Permanente de Carabineros que participó en la Batalla del 5 de mayo de 1862.
  • 41. 33 Séptima Sección Despliegue francés En el rancho San José, punto final de la marcha de aproximación, la fuerza expedicionaria francesa tomó sus alimen- tos y empezó los preparativos para iniciar el avance sobre el fuerte de Guadalupe. El General Lorencez, haciendo a un lado las recomendaciones de su Jefe de Estado Mayor, dictó las primeras ór- denes de lo que pretendía ser un triunfo fácil: la artillería fue colocada para iniciar un fuego apresurado, pero al notar que el terreno imponía condiciones que limi- taban la efectividad del tiro, se hizo ne- cesario un reacomodo de las piezas a la hacienda de Rementería, lugar donde el personal se desprendió de sus mochilas para dar agilidad al avance, y se constitu- yeron las columnas de ataque, reforzadas con fuego artillero, que buscaba ablandar la posición. Siguiendo los dictados de la tácti- ca de aquel momento, el mando francés buscaba dirigir la totalidad de los esfuer- zos, en un punto escogido de la posición por conquistar, lo que implicó la intensifi- cación del fuego de la artillería, que a la vez que buscaba abatir la moral de los defensores, también constituía un manto protector del avance de las columnas.
  • 42. 34 Octava Sección Primer asalto Cerca del medio día del 5 de mayo, ya se habían formado tres columnas de asalto, donde la del lado izquierdo y la central, llevaban en primer escalón al 1/o. y 2/o. Batallones de Zuavos, respectivamente, contando además, como 2/o. escalón para aumentar la fuerza, tropas del 1/er. Batallón de Infantería de Marina. En previsión de riesgos, por la presencia de tropas mexicanas en posición adelan- tada, el General Lorencez incluyó una tercera columna en misión de guardaflanco derecho, con la misión de proteger el avance y eliminar las partidas de patriotas mexicanos que les hostilizaban. Los Batallones de Zuavos, considerados tropas de élite propias para situa- ciones difíciles, iniciaron un avance animoso, que pronto abandonó la formación en columna, para pasar a la línea de batalla, sin detenerse, pese a recibir fuego frontal y de enfilada de la artillería mexicana, que desde ese momento mantuvo una cadencia continua. Los patriotas Zacapoaxtlas y Xochiapulcos que formaban el 6/o. Batallón de Guardia Nacional de Puebla, establecieron el primer contacto con los Zuavos. Sin intimidarse ante el valiente avance enemigo, hicieron fuego con sus armas, para en seguida iniciar un repliegue ordenado, hasta entregar el contacto a la línea de batalla que, protegida por las bondades del terreno, esperaba el momento propicio para hacer oír su fusilería. Este repliegue del 6/o. Batallón de Guardia Nacional de Puebla dejó como cuota, muchos muertos y heridos, de valientes poblanos, como lo fue el Coronel Méndez, que perdió la vida defendiendo a la Patria y alentando a sus hombres. Los atacantes, al ver el repliegue de los puestos avanzados, animaron su avance, sintiendo que el triunfo les pertenecía. El General Miguel Negrete, atento al desarrollo de los acontecimientos, esperó el momento para hacer una señal con su gorra, al mismo tiempo que arengaba a sus hombres, que en la línea de batalla se mantenían ocultos pecho a tierra. Con un denso fuego a bocajarro, los franceses fueron sorprendidos y hasta frenados en su avance, momento en que Zacapoaxtlas y Xochiapulcos, saliendo detrás de la línea de batalla, iniciaron un valiente contraataque de más de 100 metros, que obligó al repliegue de los Zuavos a su base de partida, dejando muertos y heridos. Este éxito parcial despertó el ánimo de los mexicanos, que pretendían una persecución tempranera sobre los franceses que, de inmediato, se reorganizaron para continuar en su intento.
  • 43. 35 Primer ataque del Ejército Francés. Dos columnas de Zuavos y un guardaflanco avanzan sobre el Fuerte de Guadalupe.
  • 44. 36 Novena Sección Segundo asalto Sorprendido el General Loren- cez por el resultado, en su primer in- tento de tomar el fuerte de Guadalupe, de inmediato ordenó una intensifica- ción del fuego de artillería, para lanzar un segundo asalto, con tan sólo dos columnas, pero reforzadas: la de la iz- quierda, en 1/er. escalón llevaba al 2/o. Batallón de Zuavos y en 2/o., al Bata- llón de Cazadores a Pie; la columna de la derecha, en el mismo orden, al 1/er. Batallón de Zuavos, seguido del Bata- llón de Infantería de Marina. El Batallón de Marinos recibió la orden de prote- ger la base de partida, situación que mantuvo por el resto de la batalla. Con el orgullo guerrero lasti- mado, las dos columnas, con mayor precaución, iniciaron su avance bajo la protección de su artillería, que intenta- ba abrir un hueco en el dispositivo de los mexicanos. Con el deseo de llegar a defi- nir los resultados, se había agregado tropas de zapadores con explosivos y escalas, que distribuidos en ambas co- lumnas, esperaban facilitar el acceso al fuerte. Pese al empuje del adversario, la resistencia nuevamente logró impo- nerse, impidiendo que la columna de la izquierda llegara al parapeto. La colum- na de la derecha pudo llegar a la posi- ción, para entablar un reñido combate cuerpo a cuerpo, que tampoco se pudo convertir en triunfo. Otra vez, los defensores, a ór- denes de sus comandantes, alejaron el peligro con un contraataque que recha- zó a los asaltantes, haciéndoles varios muertos y heridos. Ante la imposibilidad del mo- mento, las dos columnas de Zuavos se retiraron a poca distancia, sin llegar a su base de partida y mantuvieron el contacto en espera de refuerzos, para lo que sería el intento definitivo sobre el fuerte de Guadalupe, que se había con- vertido en su obsesión.
  • 45. 37 Segundo ataque francés. Dos columnas de Zuavos reforzadas apoyadas con artillería, insisten sobre el Fuerte de Guadalupe.
  • 46. 38 Combate cuerpo a cuerpo entre mexicanos y franceses. Décíma Sección Tercer asalto Ante los fallidos re- sultados por tomar la po- sición, que en el segundo intento había comprome- tido su orgullo, el General Lorencez se dispuso al es- fuerzo supremo. Su artillería había consumido la mitad de su dotación de grana- das, sin acallar las piezas de los defensores; además, la tarde se hacía presente, sin recibir el apoyo de fuer- zas imperialistas que se le habían prometido. Haciendo acopio de todos sus efectivos, decidió un tercer asalto, que prácti- camente se convirtió en una acción triple: prescindió de la artillería y reforzó las co- lumnas de Zuavos que, sin retirarse demasiado de la posición, mantenían el con- tacto con la línea de bata- lla; también probó fortuna por otras direcciones, para apoyar el esfuerzo principal, que aún lo constituía el fuer- te de Guadalupe.
  • 47. 39 Tercer ataque. Insistencia del General Lorencez, para capturar el Fuerte de Guadalupe y penetrar a la ciudad de Puebla
  • 48. 40 Subsección A Acción frente a Guadalupe Las dos columnas de Zuavos fueron notificadas para iniciar nuevamente el asalto, bajo el argumento de que otra fuerza de efectivo respetable, atacaría la misma posición por el lado sur. La línea de defensa mexicana soportó con valentía el nuevo asalto, mo- mento en que abundaron los actos de heroísmo: los artilleros mexicanos, sintien- do la desesperación por falta de pólvora para disparar las piezas, lanzaron las bo- las de cañón y otros proyectiles sobre los asaltantes, que apoyados con escalas, abordaban el parapeto, iniciando además, un feroz combate de arma blanca. Artilleros mexicanos repelíendo el asalto del Ejército invasor.
  • 49. 41 Escena de la Batalla del 5 de mayo de 1862. Subsección B Acción en el lado este del Cerro de Guadalupe Como recurso desesperado, el General Lorencez, obstinado en capturar el fuerte de Guadalupe, ordenó que el Batallón de Cazadores de Vincennes, se desplazara hacia el objetivo principal, para coadyuvar al esfuerzo de los Zuavos. Esta columna, conformada por combatientes de experiencia y eficacia comprobada, recibiría el apoyo en segundo escalón, del 2/o. Batallón del 99/o. Regimiento de Infantería, que nunca se pudo integrar, para darle solidez al asalto secundario de este nuevo frente.
  • 50. 42 Subsección C Acción en la Garita de Amozoc No obstante tener comprome- tidas sus fuerzas y omitiendo las reco- mendaciones del arte operativo, el Ge- neral Lorencez decidió abrir otro frente, independiente al esfuerzo sobre el fuerte de Guadalupe. Con la misión de bloquear la posición que se resistía a ser tomada y probar fortuna para penetrar a la ciudad, por el acceso del camino a Veracruz, el 1/er. Batallón del 99/o. Regimiento de Infantería, apoyado con el Escuadrón de Cazadores de África, dieron forma a lo que sería la tercera columna de asalto, medida desesperada, que definitivamen- te dejaba al General en Jefe de la Fuerza Expedicionaria Francesa, sin capacidad para responder a cualquier eventuali- dad. Tte.Cor. Félix Díaz, comandante de la Caballería Mexicana en el flanco derecho del dispositivo mexicano.
  • 51. 43 Zacapoaxtlas y Xochiapulcos del 6/o. Batallón de Guardia Nacional de Puebla, cubriendo los puestos de avanzados de la línea de batalla.
  • 52. 44 Onceava Sección Contraataque Mexicano En respuesta al máximo impulso del enemigo, que pretendía la victoria cuando la tarde se hacía pre- sente, la posición defensiva mexicana, tanto la línea principal de resistencia apoyada en ambos fuertes y el Batallón de Zapadores de San Luis, desplegado al lado sur del fuerte Guadalupe, así como los Rifleros de San Luis de la Brigada del General Porfirio Díaz, sostenían reñidos combates con los franceses, ne- gando el avance de los asaltantes. En un momento crucial y sacando fuerzas de flaqueza, el General Negrete ordenó que la caballe- ría del General Álvarez cargara sobre la retaguardia, lo que aceleró la retirada, que pronto se convirtió en desbandada, en la que Zuavos y Cazadores, sólo tu- vieron como opción, la salvaguarda en su base de partida. En este momento se dejó sentir un aguacero, acompañado de granizada, que favoreció las opera- ciones de la defensa mexicana, perjudicando el avan- ce de las otras columnas francesas, que se aproxi- maban a sus objetivos. La principal línea de batalla de la posición de- fensiva, completó la acción de la caballería, para arre- batar al enemigo valiosos trofeos: banderas, arma- mento y prisioneros fue el ingrediente que generalizó el ardor defensivo, en los otros puntos que resistían los asaltos de las columnas francesas. Por su parte, a la columna formada por el Ba- tallón de Cazadores de Vincennes, que no alcanzó a recibir el refuerzo del 2/o. Batallón del 99/o. Regi- miento de Infantería, le fue imposible avanzar a su objetivo, a causa de la tenaz resistencia del Ba- tallón de Zapadores de San Luis, que reforzado en su despliegue por una compañía del Batallón Reforma, neutralizó el es- fuerzo de los asaltantes. Los cazadores de Vincennes, pese a toda su experiencia de comba- te y no obstante las órde- nes de sus comandantes para redoblar esfuerzos y vencer obstáculo, tam- bién fueron contagiados por la retirada de sus ca- maradas, que ya se ha- bía convertido en fuga, y aprovechando la seguri- dad brindada por su se- gundo escalón, por igual se retiraron a su base de partida.
  • 53. 45 Contrataque mexicano. Respuesta de los Defensores de Puebla a los invasores franceses.
  • 54. 46 Doceava Sección Persecución Por lo que corresponde al flanco derecho de la posición, que estaba a cargo de la Brigada del Ge- neral Porfirio Díaz, sus puestos avanzados estable- cieron contacto con la columna atacante, integrada por el 1/er, Batallón del 99/o. Regimiento de Infante- ría, además del Escuadrón Cazadores de África. Los cuatro batallones de infantería que constituían línea de batalla, lanzaron un contraataque, que pronto se convirtió en exitosa persecución, que acometía a sor- prendidos veteranos, que para salvarse recurrieron a la formación de cuadros, para protegerse de la impe- tuosa caballería mexicana, que tiñó de sangre france- sa sus lanzas y sables. En esta acción, que se dio en terreno abierto, infantes y dragones mexicanos destrozaron el dispo- sitivo de retirada enemigo, impidiendo también repeti- das tentativas de reorganización que buscaban salvar un honor y una tradición ya comprometidos. A las últimas ho- ras de aquel 5 de mayo, el General Zaragoza, ubicado en su puesto de mando, observó la persecución que hacía la Brigada del General Díaz, y considerando el peligro por alejarse de su posición, en pos de una victoria completa, ordenó frenar el avance, ya que el enemigo, aún en las condiciones en que se encontraba, podría sor- prender a aquellas fuer- zas mexicanas aisladas.
  • 55. 47 Caballería mexicana destrozando las formaciones enemigas.
  • 56. 48 Treceava Sección Trascendencia del triunfo El enemigo ya derrotado, temía una arreme- tida final de las tropas mexicanas, razón por la que se organizó defensivamente en la hacienda Remen- tería. No sintiendo seguro ese lugar y ante la cercanía de los cuerpos mexicanos deseosos de consolidar la victoria, el General Lorencez ordenó cambiarse al rancho San José, manteniendo por igual las mismas precauciones, para evitar ser sorprendidos. El 5 de mayo de 1862, las mieles de la victoria que tanto se ha- bían negado al soldado mexicano, fueron sabo- readas hasta la sacie- dad. Muchos años de abstinencia llegaban a su fin, y lo más importante, el triunfo logrado sobre los mejores soldados de aquel momento, levantó
  • 57. 49 el orgullo militar mexicano, severamente lastimado en la guerra contra los E.U.A., en 1847. El enemigo, imposibilitado para reiniciar nue- vas operaciones ofensivas, se retiró a Orizaba en es- pera de refuerzos. El General Lorencez sería relevado del mando, suceso con el que se abriría otra faceta de la aventura de Napoleón III en México, quien para sostener su proyecto intervencionista, hubo de so- meter a su ejército a exigencias cada vez crecientes, en respuesta del mexicano, que nunca aceptó la for- ma de gobierno impuesta. El triunfo del 5 de mayo de 1862 se convir- tió en la página de oro de nuestra historia militar y también, la muestra de la capacidad de un pueblo, que conjuntó esfuerzos y voluntades, para trans- formarse en guerrero, que arrebató la victoria a cuerpos de élite y ve- teranos de los campos de guerra en Europa, quienes poseedores de una tradición, tuvieron que reconocer el valor y la calidad del soldado mexicano, en un momen- to sublime. Alegoría del triunfo del 5 de mayo de 1862.
  • 58. 50
  • 59. Esta obra fue elaborada en la Dirección General de Comu- nicación Social e impresa en el Taller Autógrafico de la Dir. Gral.Com.Soc., en el mes de abril del 2010, con un tiraje de 10,000 ejemplares, derechos reservados.