2. El evangelio de este domingo
lo podemos dividir en dos
partes. Las dos nos presentan
cierto fracaso aparente de
Jesús en la evangelización. La
primera porque unos
samaritanos no quisieron
recibirle y la segunda porque
tres hombres no aceptan la
llamada de Jesús. De todo ello
podemos sacar mucho
provecho.
Veamos la primera:
Lc 9, 51-56
3. Cuando se iba cumpliendo el tiempo de
ser llevado al cielo, Jesús tomó la
decisión de ir a Jerusalén. Y envió
mensajeros por delante. De camino,
entraron en una aldea de Samaria para
prepararle alojamiento. Pero no lo
recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos
suyos, le preguntaron: "Señor, ¿quieres
que mandemos bajar fuego del cielo que
acabe con ellos”? Él se volvió y les
regañó. Y se marcharon a otra aldea.
4. “Jesús tomó la decisión
de ir a Jerusalén”. Hoy se
nos habla de un camino a
Jerusalén. Se puede tomar
en sentido material, como
iba Jesús; pero también
en sentido espiritual.
Significaba ir a la Pasión y
muerte, para lo cual
necesitaba mucha
decisión, aunque luego
resucitaría.
5. Esta es la primera
enseñanza hoy de
Jesús: Para seguir el
camino espiritual, el
camino de la voluntad
de Dios, hay que ser
decidido. Se necesita,
como decía santa
Teresa: “una grande y
muy determinada
determinación”.
6. Es un camino que
comenzamos con el
bautismo. Muchos se
quedan estancados.
La corona y el triunfo
final está no tanto en
hacer grandes cosas,
sino en el proseguir
siempre,
continuamente, con la
ayuda de Dios,
porque falta mucho
hasta el final.
9. Va muy lejos,
pon tus ojos
más allá,
que aún es
mucho lo que
queda hasta el
final.
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10. En este camino encontraremos diversas dificultades. Hoy
se nos habla de una dificultad que encontró Jesús: Había
caminado bastante con los apóstoles y por la tarde
estaría cansado, pues era humano. Y mandó a unos
mensajeros para que preparasen algún alojamiento en
una aldea de Samaría.
11. Estos samaritanos no fueron como el bueno de la
parábola. Jesús fue rechazado por el hecho de que iba a
Jerusalén. No sabemos el motivo. Es posible que no
tuvieran nada en contra de Jesús; pero era “por el hecho
de que iba a Jerusalén”.
Los
samaritanos,
en general,
eran opuestos
a los judíos y a
todo lo que se
tratara del
templo de
Jerusalén.
12. Los apóstoles seguían
en el camino con
Jesús; pero les faltaba
mucho para llegar al
final en el camino
espiritual del amor.
Por eso Santiago y
Juan le dijeron a
Jesús: "Señor,
¿quieres que
mandemos bajar fuego
del cielo que acabe
con ellos?"
13. Estos apóstoles creían que lo hacían bien, pero
todavía no habían aprendido la manera de ser
que quería Jesús para todos sus discípulos.
Se acordaban
de lo que
había hecho el
profeta Elías;
pero el profeta
lo había
pedido y
conseguido
para un bien.
14. Por eso Jesús se
volvió hacia ellos
“y les regañó”.
Otro evangelista
expresa que Jesús
les dijo: “No
sabéis de qué
espíritu sois”. No
hay por qué lanzar
rayos ni desear
catástrofes.
15. El espíritu de Jesús, su
manera de ser, es de
bondad, mansedumbre
y perdón. Jesús no
puede estar de acuerdo
con los fanatismos
religiosos y mucho
menos con las mal
llamadas guerras de
religión. Hay que morir
por los demás, pero no
matar a los demás.
16. Y continúa la segunda parte del evangelio
que dice así:
Mientras iban de camino, le dijo uno: “Te seguiré
adonde vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen
madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del
hombre no tiene donde reclinar la cabeza”. A otro le
dijo: "Sígueme.“ Él respondió: “Déjame primero ir a
enterrar a mi padre”. Le contestó: “Deja que los
muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el
reino de Dios”. Otro le dijo: “Te seguiré, Señor. Pero
déjame primero despedirme de mi familia”. Jesús le
contestó: "El que echa mano al arado y sigue mirando
atrás no vale para el reino de Dios."
17. Y de los que le siguieron alguno le traicionó,
otros le dejaron y los mismos apóstoles tenían
muchos defectos, que sólo los pudieron dejar
con la venida del Espíritu Santo.
A veces
creemos que
todo aquel
que oía el
llamado de
Jesús le
seguía; pero
no es así.
18. Es una expresión muy hermosa, si fuese dicho desde lo
profundo del alma. Lo que pasa es que en la vida se dicen
muchas cosas en momentos de entusiasmo, sin mucha
consistencia.
Hoy el
evangelio nos
habla de uno
que le dice a
Jesús: “Te
seguiré adonde
vayas”.
19. Muchas veces se
hacen promesas,
especialmente a
Dios, sin reparar en
las dificultades que
hay en el “mundo”,
que mira sólo lo
material. Por eso
Jesús le expuso a
aquel hombre las
dificultades y
pobreza entre las
que vivía el mismo
Jesús. Parece que
aquel hombre se
echó atrás.
20. Una de las condiciones del caminar cristiano es un
cierto desprendimiento, una cierta inseguridad material,
para no estar atado al mundo terreno.
En lo afectivo el
desprendimiento
debe ser
necesario, y en
lo efectivo
muchas veces
será
conveniente.
21. Ojalá nosotros
podamos decir al
Señor, pero desde lo
más íntimo y, contando
con la gracia de Dios,
que no nos faltará si
hacemos lo propio de
nuestra parte: “Te
seguiré donde quiera
que tu vayas”.
23. Serás mi luz,
mi vida y mi
esperanza,
serás el agua
viva de mi fe.
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24. Se acercó a Jesús otro, que parecía buena
persona, tanto que Jesús se atrevió a decirle,
como había dicho a los apóstoles: “Sígueme”.
Y aquel
hombre le
dijo:
“Déjame
primero ir
a enterrar
a mi
padre”.
Pero Jesús
no le dejó.
25. En aquella cultura no quería decir que su padre hubiera
muerto y no estuviera enterrado (no estaría allí aquel
hombre). Quería decir que cuando se muera su padre y le
entierre, quizá dentro de bastantes años, seguirá a Jesús.
Y alguno
dirá: Qué
bárbaro
Jesús, que
no le deja ni
enterrar a su
padre.
26. Esas son excusas de la inconstancia,
de la inseguridad. Quiere dar largas,
está falto de responsabilidad.
Hay personas, especialmente mujeres,
que prefieren, con buen criterio, no
entrar religiosas por atender a sus
padres enfermos y mayores. Esa es otra
cosa.
27. Y Jesús tampoco le deja despedirse de su familia. ¿Es
que es malo despedirse de la familia? No no. Es muy
hermoso cuando las intenciones son despedirse para
volver verdaderamente con Jesús.
Hay un
tercero que le
dice a Jesús:
“Te seguiré,
Señor. Pero
déjame
primero
despedirme
de mi
familia”.
28. Encontramos el ejemplo hermoso de san Mateo. No era
pobre, pues era recaudador de impuestos. Y tiene tanta
alegría en seguir a Jesús que organiza un banquete para
despedirse de su familia y amigos, estando presente el
mismo Jesús.
29. Hoy en la primera lectura está el ejemplo hermoso del
profeta Eliseo. Pide permiso a Elías para despedirse de
sus padres y Elías le dice: “¿quién te lo impide?” Era rico,
tenía varios criados. Con un gran banquete muestra la
alegría de ser profeta, discípulo del gran profeta Elías.
(1Reyes 19,
16b. 19-21)
Dará de comer
a mucha gente
con la carne de
los bueyes,
con los que
estaba arando.
30. En aquellos días, el Señor dijo a Elías: “Unge
profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo de Safat, de
Prado Bailén.” Elías se marchó y encontró a Eliseo,
hijo de Safat, arando con doce yuntas en fila, él con
la última. Elías pasó a su lado y le echó encima el
manto. Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió
tras Elías y le pidió: “Déjame decir adiós a mis
padres; luego vuelvo y te sigo”. Elías le dijo: “Ve y
vuelve; ¿quién te lo impide?” Eliseo dio la vuelta,
cogió la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio;
hizo fuego con aperos, asó la carne y ofreció de
comer a su gente; luego se levantó, marchó tras
Elías y se puso a su servicio.
31. Eliseo era rico, tenía varios
criados. Con un gran
banquete muestra la
alegría de ser profeta,
discípulo del gran profeta
Elías. Dará de comer a
mucha gente con la carne
de los bueyes, con los que
estaba arando.
Y vuelve con Elías
hasta que un día le ve
ir al cielo y obtiene el
manto de su mismo
maestro.
32. Jesús ve los corazones. Veía que aquel hombre estaba
demasiado apegado a su familia en el sentido
plenamente material. O quizá veía que la familia no le iba
a ayudar en el desprendimiento y en su vocación.
Y le dice: “El
que echa
mano al
arado y
sigue
mirando
atrás no vale
para el reino
de Dios”.
33. Una característica muy
importante en el
seguimiento a las
llamadas del Señor, y
que hoy aparece
ampliamente en la
liturgia, es la libertad en
la respuesta. Jesús no
fuerza a nadie. Sólo
dice: “Si quieres,
puedes seguirme”. Eso
es lo que significa el
“Sígueme”. La
responsabilidad será
nuestra.
34. Jesús nos presenta la
visión del mundo y la
visión de Dios. Para
seguirle nos presenta
la cruz; pero también la
vida y la resurrección.
En la respuesta a la
llamada nos pide
Jesús mesura, no
fanatismos religiosos
que van contra la ley
del amor. El
seguimiento debe ser
con verdad y con
libertad.
35. Hoy san Pablo en la
segunda lectura nos
habla de la libertad
cristiana. Lo decía
sobre todo en contra
de los fariseos que
estaban atados a la
Ley; pero podían
pensar y hablar lo
que quisieran en
contra del prójimo.
Gal 5, 1. 13-18
36. Hermanos: Para vivir en libertad, Cristo nos ha
liberado. Por tanto, manteneos firmes, y no os
sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud.
Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no una
libertad para que se aproveche la carne; al contrario,
sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda la
Ley se concentra en esta frase: “Amarás al prójimo
como a ti mismo.” Pero, atención: que si os mordéis y
devoráis unos a otros, terminaréis por destruiros
mutuamente. Yo os lo digo: andad según el Espíritu y
no realicéis los deseos de la carne; pues la carne
desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne.
Hay entre ellos un antagonismo tal que no hacéis lo
que quisierais. En cambio, si os guía el Espíritu, no
estáis bajo el dominio de la Ley.
37. No es lo mismo libertad que libertinaje. Éste va en contra
del prójimo o contra sí mismo. La libertad, que había
enseñado Jesús, proviene siempre del amor y con
libertad busca lo mejor para el prójimo.
La libertad
construye, el
libertinaje
destruye. La
libertad es
responsable,
el libertinaje
es
desenfreno.
38. “Cristo nos ha liberado”,
dice san Pablo. La
verdadera liberación da
paz y alegría, que son
frutos del Espíritu Santo.
Una liberación necesaria
es de los vicios y
maldades; pero hay otra
liberación sublime que
el Espíritu da: saber
estar con el Señor.
Por eso amigo: libérate, que el Señor está contigo.
44. No se trata de un seguimiento a unas normas o una
doctrina, que también lo es, sino especialmente a su
persona. A Él, que es bondad y amor. Por eso debemos
tener un conocimiento más íntimo del Señor.
Jesús nos
llama a todos.
A unos les
llama para una
entrega más en
el sentido
externo; pero a
todos nos
llama para
seguirle.
45. Para seguir a Jesús
se necesita, entre
otras cosas,
conocimiento y
valentía. Nuestras
fuerzas son débiles,
pero nos fiamos en su
ayuda. A los
decididos a seguir
sus huellas Jesús les
presenta las
dificultades, pero
también les presenta
la gloria.
46. Para seguir
fielmente al Señor
se necesita
perseverancia.
Hoy nos enseña
Jesús que
debemos seguirle
“sin mirar atrás”.
Tomar el camino
del Señor con
entusiasmo y ser
fiel en este
caminar hasta el
final.