El documento resume la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén según el evangelio de san Marcos. Jesús pidió un pollino para montar en él de forma humilde, entre aclamaciones del pueblo. El evangelio destaca el silencio de Jesús en su Pasión, excepto cuando habla en la Última Cena y en Getsemaní, y cuando en la cruz se siente abandonado por Dios.
2. Comienza la Semana
Santa, que ya en el
tiempo de san Juan
Crisóstomo se
llamaba “Semana
Mayor”. Decía el
santo: “No porque
sean los días más
largos o tenga más
días, sino porque en
ellos han sido
llevadas por el Señor
cosas admirables”. De
estas cosas
admirables hablamos.
3. La liturgia de
este día tiene
dos partes.
Primero
actualizamos
la entrada
triunfante de
Jesús en
Jerusalén.
Pero en el trasfondo, como en este cuadro,
está la pasión y muerte de Jesús, que se leerá
en el evangelio de la misa.
4. Este año, al ser ciclo B, es del evangelista san
Mc 11,
1-10
Dice
así:
Marcos.
5. Cuando se acercaba Jesús a Jerusalén, por Betfagé y
Betania, junto al monte de los Olivos, mandó a dos de sus
discípulos, diciéndoles: “Id a la aldea de enfrente y, en
cuanto entréis, encontraréis un pollino atado, que nadie ha
montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os
pregunta por qué lo hacéis, contestadle: El Señor lo
necesita y lo devolverá pronto”. Fueron y encontraron el
pollino en la calle atado a una puerta; y lo soltaron.
Algunos de los presentes les preguntaron: “¿Qué hacéis
desatando el pollino?”. Ellos les contestaron como había
dicho Jesús; y se lo permitieron.
Llevaron el pollino, le echaron encima los mantos y Jesús
se montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos,
otros con ramas cortadas en el campo. Los que iban
delante y detrás gritaban: “¡Hosanna! ¡Bendito el que
viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el
de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!”
6. Extraña esta entrada triunfal de Jesús, pues siempre había
huido de todo lo que se pareciera a triunfo humano.
Ahora
parece un
movimiento
espontáneo
de
aclamación;
pero es el
mismo
Jesús quien
lo ha
promovido.
7. Es uno de esos actos proféticos de Jesús que, en el
mismo hecho, lleva su enseñanza.
Hoy va a
permitir que
la gente le
aclame,
aunque en
realidad son
los
pequeños y
los
sencillos.
8. Nosotros también le aclamamos desde el principio, como
decían aquellas buenas personas: “Hosanna al Hijo de
David. Bendito el que viene en nombre del Señor”.
13. El evangelista san Marcos
no habla de las voces
discordantes contra Jesús,
que también las hubo allí.
Se fija sobre todo en la
humildad en medio de ese
triunfo. Y acentúa, más que
otros, lo de la borriquilla o
el burrito. Jesús quiere
triunfo, pero en la
humildad: No busca un
caballo sino un burrito.
14. Jesús no buscó un
grupo de trompetas
reales, sino las voces
tiernas de los niños.
Los mismos
apóstoles se sentirían
como niños en ese
momento. Y ese
entusiasmo lo
pudieron transmitir a
la muchedumbre.
15. Al Señor le agradan
las alabanzas de los
niños y de aquellos
que se hacen como
niños. Por eso, si
vamos a la procesión
de ramos,
hagámonos como
niños ante el Señor y
sintamos su
presencia adorable
entre nosotros.
21. Jesús pidió un
burrito, pero para
devolverlo. Y
suponemos que
lleno de muchas
gracias. Pocas
cosas pidió Jesús
en su vida; pero lo
que pedía era para
devolver mucho
más.
22. Pidió agua a la samaritana y la devolvió un manantial
que salta hasta la vida eterna.
23. A Zaqueo le
pidió la casa
para
alojarse:
pero le daría
mucho más
en beneficio
de su alma y
la de su
familia.
24. Hoy precisamente comienza el evangelio de la misa,
que es sobre la Pasión de Jesús según san Marcos,
pidiendo Jesús una casa para alojarse
y para
mostrar en
una cena sus
más íntimos
sentimientos
a los
apóstoles.
25. Da la impresión de que el autor del evangelio, que es san
Marcos, conoce muchos detalles de esa casa: el hecho de
que un varón llevase el cántaro de agua, pues lo solían
llevar las mujeres, la situación y características de la sala.
Igualmente
parece conocer
el huerto de
Getsemaní,
seguramente
sería de la
familia, con lo
que le pasó al
muchacho que
tuvo que huir
desnudo.
26. Se lo podría haber
contado san Pedro;
pero muchos dicen
que el cenáculo
podría haber sido la
misma casa de san
Marcos. Eso porque
seguían reuniéndose
en el Cenáculo y
porque san Pedro,
cuando salió de la
cárcel fue a casa de
la madre de Marcos,
donde estaban
reunidos los fieles.
27. Hoy, al empezar la
Semana Santa,
también Jesús nos
pide nuestra casa, que
es el corazón. Quizá
tengamos que sufrir,
pero nos dará
infinitamente más. Él
está esperando a que
le abran el corazón. Le
digamos: Entra, Jesús,
toma mi ser.
40. Una es el espacio relativamente grande que ocupa la
pasión con respecto al resto del evangelio. Esto es
sobre todo porque es el evangelio más corto y sin
embargo la pasión viene a ser como la de los otros.
Hay otras
características
en la Pasión
de Jesús
según san
Marcos.
41. Más importante es la
característica del
silencio de Jesús. Sí
habla cuando está en
la Cena y en
Getsemaní. Luego
impresiona el silencio
muy poco
interrumpido. Parece
como que quiere
hablarnos a través de
su silencio en medio
de tantos
sufrimientos, tantos
insultos y desprecios.
42. Cuando Jesús está en la
cruz, san Marcos sólo
nos trae la oración que
Jesús dirige a su Padre
por medio del salmo 21.
Impresionan las palabras
en que se siente
abandonado, pero se
abandona en las manos
de Dios: “Dios mío, Dios
mío. ¿Por qué me has
abandonado?”
46. El silencio de
Jesús en su
Pasión nos
enseña que en
nuestra vida
necesitamos más
silencio para
poder hablar más
con Dios. En esta
vida hay
demasiada
palabrería.
47. También esta palabra de Jesús en la cruz nos enseña
que, aunque nos parezca que Dios está demasiado
callado, como que se ha ido lejos de nosotros, en
realidad está aquí, está con nosotros y podemos
abandonarnos ante su presencia misericordiosa.
48. Este silencio de Jesús es lo que le impresionó
tremendamente al centurión romano. Los reos solían
hablar demasiado y mal. Por eso impresionado exclamó:
“Vere filius dei erat iste”.
Tuvo que decirlo en latín,
porque era romano. Él no sabía
teología, pero sí sabía de las
grandezas humanas. Por eso
su expresión se debe traducir:
“Verdaderamente éste era hijo
de un dios”. El latín no tiene
artículos. Para el centurión
sería hijo de Júpiter o alguno
parecido; pero alguien muy
grande.
49. Es la respuesta a la
1ª lectura del
profeta Isaías, que
nos habla del
siervo de Dios, que
será maltratado,
pero confía en el
Señor, que no le
defraudará.
Isaías 50,4-7
Esas palabras de Jesús en la cruz, “Dios mío, Dios
mío, ¿Por qué me has abandonado?”, hoy nos las
pone la Iglesia como meditación en el salmo
responsorial.
50. Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado,
para saber decir al abatido una palabra de
aliento. Cada mañana me espabilaba el oído,
para que escuche como los iniciados. El Señor
me abrió el oído; y yo no resistí ni me eché
atrás: ofrecí la espalda a los que me
apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi
barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni
salivazos. El Señor me ayuda, por eso no
sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro
como pedernal, sabiendo que no quedaría
defraudado.
51. Para Jesús era como el culmen de su pasión
psicológica. Había sufrido una gran pasión física, la
del cuerpo: golpes, azotes, coronación de espinas,
clavos en la cruz y mucha sed.
52. Pero también sufre
una pasión
psicológica: su
soledad en
Getsemaní, a pesar de
tener cerca a los
apóstoles,
especialmente la
traición de Judas.
Luego vendrían los
insultos,
humillaciones,
desprecios…
53. Todavía tuvo una
pasión espiritual, que
fue la de morir
cargando con
nuestros pecados.
Por eso Él, el gran
inocente, se ve
maldito de Dios. Es el
gran anonadamiento.
Terminamos con las
palabras que nos dice
hoy san Pablo en la 2ª
lectura:
Filipenses 2,6-11
54. Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo
alarde de su categoría de Dios; al contrario, se
despojó de su rango y tomó la condición de
esclavo, pasando por uno de tantos. Y así,
actuando como un hombre cualquiera, se rebajó
hasta someterse incluso a la muerte, y una
muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre
todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-
nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda
rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el
abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es
Señor, para gloria de Dios Padre.