Este documento expresa la frustración y dolor de familiares de víctimas de accidentes de tránsito causados por conductores ebrios o negligentes ante la falta de justicia y castigos adecuados. Piden penas más severas, que los jueces consideren cargos de homicidio simple y detengan a los conductores. También celebran que la sociedad esté adoptando conductas más responsables al manejar, pero piden que las instituciones también hagan más para prevenir futuros accidentes y hacer justicia por sus seres queridos fallecidos.
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Familiares de víctimas de accidentes reclaman justicia
1. DOCUMENTO DE FAMILIARES DE VÍCTIMAS DE
ACCIDENTES DE TRÁNSITO
Esto que está pasando en nuestra plaza ahora, nos contiene y nos refuerza,
porque somos muchos los que estamos esperando con tristeza e impotencia una
justicia más ágil y más justa.
Porque la realidad nos dice que muy pocos jueces se animan a la imputación de
homicidio simple o dejar detenidos a los conductores, dos decisiones que
pueden tomar dentro de la legislación actual.
El proyecto de ley que contempla penas más severas para los homicidios en
accidentes de tránsito duerme hace un año en el Congreso. Aun así, los jueces
tienen hoy herramientas legales suficientes. Pero las usan con poca
consideración y respeto por los muertos y sus familias. Y las usan con mucha
consideración y mano blanda para los homicidas que ya son muchos y que
siguen con sus vidas como si nada hubiera pasado: jovencitas continuando sus
vidas alegremente pachangueras y nocturnas, un adulto muy culpable casi
“desaparecido” de la causa, una abogada reina por su belleza y no por su
responsabilidad, dibujando situaciones y desdibujando la verdad. Un jovencito
de 20 años con una familia atrás apañando su crimen. Un dirigente político, que
no puede ni dirigir bien su vehículo. Y el peor de todos: un intendente con cero
sensibilidad humana y social, que pretendía -con una autoridad que ya no tiene-,
regir los destinos de los habitantes de una localidad misionera. Todos ellos con
algo en común: Procurando zafar.
Como si no fuera suficiente prueba, el estado de ebriedad, el estado de los
vehículos destrozados, la velocidad comprobada, la violación de normas de
tránsito, y la prueba más contundente: la muerte de nuestra querida gente.
¿Qué más hace falta? que atenuante se puede inventar ante tanto horror?
Pero al menos para cubrir en parte la liviandad judicial hay ahora en Posadas
una fuerte condena social que se ha extendido y los jueces debieran hacer de
ella una inteligente lectura.
2. También es cierto que con profundo alivio vemos que cada vez más
la gente que concurre a fiestas y reuniones donde el alcohol es el invitado
infaltable, se preocupa ahora de volver a sus casas en taxi o con alguien que no
haya bebido. La sociedad está yendo por delante de las instituciones y la ley,
marcando una conducta que contagia cuidando su vida y la de los demás. Y está
muy bueno que esto esté sucediendo. Habrá menos muertes causadas por el
cóctel de velocidad y alcohol. Pero solamente menos.
Entonces ¿qué hacemos nosotros, familiares y amigos de las víctimas con
nuestro dolor? Lo que nos queda es mantenerlo vivo, hasta que se instale en los
mostradores y pasillos de los juzgados e invada los despachos de los jueces:
VERON, BALOR, GIMENEZ, CARDOZO Y YAYA. Que se haga tangible y tan
denso que no puedan ignorarlo. Y que nuestro dolor les duela tanto que
entiendan que está en sus manos mitigarlo. Y con justicia, solamente.
Para que no haya más estos crímenes casi perfectos y que el dolo eventual se
configure en el exacto momento en que alguien se sirve una primera copa de
alcohol sabiendo que más tarde tendrá en sus manos un arma mortal.
Todo esto requerirá voluntad política y jurídica y social. Que nuestros muertos
de hoy no sigan multiplicándose tras un récord en la estadística, que nadie
desea.
Y que a futuro tengamos una sociedad más prevenida, más educada y mucho
más justa.
Solamente así no habrán sido inútiles las muertes de Yanina Galarza, Gladys
Mabel González, Ramón Cabrera, Carmen Susana Prestes, Oscar Meza,
Abelardo Benítez, Lidia Raquel Rodríguez, Alberto Andersson, Hugo Lopez y
Teresa Warenycia. Cuando se haga justicia –de la buena-, nuestro dolor podrá
transformarse en paz interior, y podremos recuperar la alegría de vivir, la
condición más elemental a la que podemos y debemos aspirar los seres
humanos.
En nombre de todos los familiares, un profundo agradecimiento a los
periodistas y los trabajadores de medios de comunicación que tomaron esta
iniciativa haciéndose eco de un reclamo social y del dolor de los que quedamos
devastados por pérdidas humanas tan esenciales para nuestras vidas. Esta
bandera que están levantando hoy es sumamente valiente y sobre todo muy
3. generosa y solidaria, y alimentan nuestras fuerzas, porque nos da la seguridad
de que no estamos solos.
GRACIAS a los posadeños que se sumaron y nos acompañan hoy.
Y gracias anticipadas a nuestra justicia si decide escuchar tantas voces.