1. Lotería de policías
Albert Calderó
(publicado en www.goblonet.es el 13 de noviembre de 2011)
Publica la prensa que se han iniciado hoy las pruebas de unas oposiciones para cubrir 153 plazas vacantes
de Policía Nacional, a las que se presentan más de 36.000 jóvenes. Desde el año 2004, según han hecho
público con gran orgullo los responsables del proceso, 340.687 personas se han presentado a las
oposiciones para ser Policía Nacional.
Estos responsables tienen tan claro lo bueno que es su método para elegir a los 153 mejores policías en
potencia de entre los 36.275 participantes, que lo cuentan con detalle en el comunicado de prensa.
Primero deberán responder “a cien preguntas sobre ciencias jurídicas, ciencias sociales y materias técnico-
científicas relacionadas con el temario que figura en la convocatoria” (o sea, a cien preguntas tipo test).
Los/las que aprueben deberán superar unas pruebas físicas para demostrar que están en forma. Las/los
que lo estén deberán responder a test de personalidad y aptitudes, harán una entrevista personal y
pasarán un reconocimiento médico. Además, si lo desean, podrán presentarse a una prueba de idiomas
(sólo inglés o francés, cuidado).
Ya está. Con esto ya tendremos a 153 policías en ciernes seleccionados entre 36.275 angustiados/as
candidatas/os. Les nombrarán policías y les meterán unos meses en una Escuela para un curso de mejora.
Fantástico. Si superas a los demás respondiendo a un cuestionario y haciendo unas pruebas físicas, no te
detectan nada anormal en un test, una entrevista y un reconocimiento médico, y tienes la suerte de estar
entre los 153 mejores, enhorabuena, ya puedes ponerte el uniforme, empuñar el arma y formar parte para
siempre de la policía del primer país de Europa en número de policías por habitante.
A los/las 36.122 restantes se les agradecen las tasas de examen pagadas y su participación (eso espero al
menos) y a casa. A pesar de ser costosas para los/las desventuradas/os opositores/as, las tasas no
cubrirán ni una mínima parte del coste del grandioso tinglado que se monta para gestionar durante meses a
esta muchedumbre opositora: más de mil personas trabajarán en la organización del magno evento.
¿Hasta cuándo va a mantenerse esta monstruosa aberración, este millonario despilfarro dedicado a frustrar
al 99,996% de los participantes en la selección al pito pito colorito de 153 afortunados/as?
Según la ley “Los procedimientos de selección cuidarán especialmente la conexión entre el tipo de pruebas
a superar y la adecuación al desempeño de las tareas de los puestos de trabajo convocados” (Art. 61. 2 del
Estatuto Básico del Empleado Público) ¿Hay alguien con dos dedos de frente que pueda creer que lo que
dice la ley se cumple en éste, y en los procesos selectivos parecidos que se siguen convocando en las
administraciones de este país?
No hay manera. Después de casi treinta y cinco años de promesas solemnes de modernización de
nuestras administraciones, después de docenas de cambios legales cada uno más exuberante en
palabrería modernizadora que el anterior, después de miles de discursos sobre agilización, modernización
y patatín y patatán, seguimos usando absurdos, ruinosos y humillantes métodos del siglo diecinueve para
rifar los empleos públicos vitalicios. Mientras, en el Reino Unido usan a empresas consultoras de selección
de personal, con métodos profesionales de selección, hasta para reclutar a los soldados del ejército.
¿Habrá alguien de una maldita vez que empiece en nuestras instituciones a practicar lo que con tanto
entusiasmo llevan tantos años prescribiendo nuestras leyes y prometiendo todos los partidos políticos?