Jovellanos nació en 1744 en Asturias y estudió en varias universidades españolas. Trabajó como juez en Sevilla donde conoció a figuras importantes de la Ilustración. Más tarde ocupó cargos en Madrid relacionados con la reforma educativa y económica. Tras la Revolución Francesa cayó en desgracia y fue desterrado a Asturias. Posteriormente fue ministro pero fue cesado por sus ideas avanzadas. En 1801 fue encarcelado en Mallorca aunque siguió escribiendo.

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D. GASPAR
MELCHOR
DE JOVELLANOS

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Baltasar Melchor Gaspar María de Jovellanos nació en
Gijón el 5 de enero de 1744, en una de las familias más
ilustres de la villa asturiana. Allí estudia las primeras letras y
gramática latina. Con 13 años se traslada a Oviedo a
estudiar Filosofía. De Oviedo pasa a Ávila, ciudad a la que
llega en 1759.

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Casa Natal de Jovellanos
abierta como museo el 6 de
agosto de 1971

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• En junio de 1761 recibe el
grado de bachiller en Cánones
por la Universidad de Osma,
que era muy conocida por la
facilidad con la que concedía
títulos. El mismo Gaspar se
burlará de ella años después.
• Por ello, en 1763 convalida su
grado en la Universidad de
Ávila. En 1764 ingresa en el
Colegio de San Ildefonso de
Alcalá de Henares. Allí entra a
formar parte de un grupo
COLEGIO DE SAN
ILDEFONSO
(Madrid)

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El 31 de octubre de 1767 Jovellanos es propuesto para
trabajar en la Audiencia de Sevilla y acepta la plaza. Muy
pronto empezó a destacar en su trabajo, adoptando
medidas llamativas, como renunciar a la peluca típica de
la época y a las tasas a las que tenía derecho. También
intentó abolir la tortura.

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En Sevilla Jovellanos conoce
a Pablo de Olavide, uno de
los personajes que más
influencia ejerció en él. El
asturiano se pone al día
sobre cuestiones literarias,
jurídicas, filosóficas y
económicas; y conoce las
obras más importantes que
en esos momentos se
escriben en Europa.

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Jovellanos también
cultiva varios géneros
literarios. Empieza a
escribir versos y también
escribe la tragedia “LA
MUERTE DE MUNUZA” y
el drama “EL
DELICUENTE
HONRADO”. Mientras que
la primera no pasa de ser
una obra discreta, la
segunda tuvo un enorme
éxito teatral a nivel

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En 1778 Jovellanos deja Sevilla “bañado en lágrimas” y
llega a Madrid, donde trabaja como juez. En 1780 es
nombrado Consejero de las Órdenes Militares. También
será presidente de la Sociedad Económica de Madrid (en la
que defiende la participación de las mujeres) y miembro de
la Real Academia de la Historia. Además formó parte de
juntas económicas y le encargaron discursos y elogios.

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En 1782 regresa a Asturias
y pronuncia en la Sociedad
Económica de Asturias un
discurso acerca de la
reforma industrial del
Principado. Pocos días
después es elegido como
su director. Trabaja,
asimismo, en la reforma de
los estudios universitarios,
la explotación de las minas
de carbón, la mejora de las
comunicaciones por

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Después Jovellanos
emprende el viaje de
vuelta a Madrid donde
lleva una vida social
intensa defendiendo las
ideas de la Ilustración:
destaca su informe sobre
la necesidad de reformar
la propiedad de la tierra,
multiplicando el número de
campesinos propietarios.

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En Madrid, uno de sus amigos más famosos es
Francisco de Goya, que realizará dos retratos
del ilustrado

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Tras la Revolución francesa (1789) comienzan los
problemas para los ilustrados españoles. En 1790 Cabarrús,
amigo de Jovellanos y director del Banco de San Carlos, es
encarcelado y el gijonés no duda en hacer todo lo posible
por ayudarle. Con una situación internacional tan
complicada, se consideró necesario alejar de la Corte a
personajes que resultaban peligrosos para la política
internacional. Jovellanos se vio obligado a marchar de la
Corte estableciéndose en Gijón.

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La orden de viajar a Asturias y
abandonar Madrid fue una
orden disimulada de destierro.
En el Principado inspecciona las
minas más importantes y pone
en funcionamiento el Real
Instituto Asturiano de Náutica y
Mineralogía, con el que
pretende aumentar la riqueza
de Asturias y formar ingenieros
de minas y pilotos de barcos

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Hasta 1797 Jovellanos permanece en Gijón. Entonces,
recibe el nombramiento de embajador en Rusia. Parece
que Manuel Godoy (primer ministro de Carlos IV)
pretendía contar de nuevo con los ilustrados más
importantes. Pero también puede que se tratara de un
intento de alejar a Jovellanos de España, pues sus
avanzadas ideas resultaban incómodas para la época.
Jovellanos rechaza el ofrecimiento. A pesar de todo, el
13 de noviembre de 1797 fue nombrado Ministro de
Gracia y Justicia. El trabajo de Jovellanos como ministro
se centró en la reforma jurídica; en el intento de
disminuir la influencia de la Inquisición; y en la reforma
de los estudios universitarios

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Pero las fuerzas más reaccionarias de España acabaron
logrando su cese en el ministerio en agosto de 1798.
Jovellanos sale de Madrid hacia Asturias, donde
reemprende su actividad y vuelve a ocuparse de la
organización de su Instituto Real. Pero los enemigos del
Ilustrado se multiplican.
Jovellanos era un hombre influyente, sabio y honrado. Y
la verdad es que Godoy pretendía acabar con todos los
ilustrados que tenían influencia en España. Por ello, en
la madrugada del 13 de marzo de 1801, Jovellanos es
detenido en su casa y conducido como prisionero a
Mallorca.

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En la isla de Mallorca, es trasladado a la Cartuja de
Valldemossa y, después de un año, es conducido al
castillo de Bellver donde su salud empieza a resentirse.
El castillo será “su hogar”. Allí tenía dos habitaciones y
un comedor; además disponía de mayordomo, cocinero,
secretario, e incluso recibía visitas.

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Durante este tiempo Jovellanos
no deja de trabajar y redacta su
“MEMORIA SOBRE EDUCACIÓN
PÚBLICA”. Escribe también su
primera “EPÍSTOLA A
POSIDONIO” en la que repasa
su biografía y llora por la
injusticia que se comete contra
su persona. Entre 1804 y 1807
se ocupa de unas “MEMORIAS
HISTÓRICO ARTÍSTICAS DE
ARQUITECTURA” en las que
estudia minuciosamente el

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El motín de Aranjuez lleva al trono a Fernando VII (1808) y
después de 7 años de prisión Jovellanos es liberado.
Tras la invasión francesa, José Bonaparte le ofrece un nuevo
cargo de ministro, pero Jovellanos, que luchará por la
independencia de España, lo rechaza. Así, acepta
representar a Asturias en la Junta Central, creada para
luchar contra Napoleón en septiembre de 1808.

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Una vez instaurada la Regencia, en los primeros
días de 1810, Jovellanos expresa su deseo de
instalarse en Asturias y deja Cádiz, aunque antes
contribuye a reformar el reglamento de
convocatoria de las Cortes.
El 26 de febrero de 1810 Jovellanos emprende
viaje a Asturias, pero su estado de ánimo se
derrumba cuando se entera de que está invadida
por las tropas francesas y tiene que esperar en
Galicia a que los franceses sean expulsados de
Gijón.

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Enterado de que los franceses han
abandonado Gijón, Jovellanos
emprende viaje a Asturias. Pero la
alegría de estar de nuevo en casa
no puede ocultar el dolor que siente
por la situación en la que se
encuentra la ciudad por efectos de
la guerra y la ruina de su Instituto,
usado como cuartel por los
franceses.
Además los franceses invaden de
nuevo Asturias y Jovellanos se ve
obligado a huir. El 6 de noviembre
de 1811 embarca en el bergantín

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Antonio Trelles Osorio aloja a
Jovellanos en su casa. Allí
enferma gravemente de
pulmonía y el día 28 de
noviembre de 1811 fallece.
Su cadáver fue trasladado
desde Puerto de Vega a Gijón,
siendo enterrado en el
cementerio que él mismo había
promovido. Pero desde el 3 de
febrero de 1978 los restos de
Jovellanos reposan en la
Capilla de Los Remedios, al
Monumento funerario de Jovellanos
en la
Capilla de Los Remedios.