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APRENDIENDO A CONTROLAR NUESTRA
"MENTE DE MONO"
Phillis Krystal
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Traducido por Herta Pfeifer
Santiago, diciembre de 1992
Dedicatoria
Agradecimientos
PREFACIO
Capítulo
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo lO
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
I N D I C E
S E C C I O N I
Preparación
La Mente de t1ono
El Mono del Organillero
Hanuman
Los Sentidos
El Programa de Techo a los Deseos de Baba
Los Pájaros Negros y Blancos
El Servicio Desinteresado, un Antídoto pa-
ra la Mente de Mono
El Despilfarro de Dinero
El Desperdicio de Alimento
El Desperdicio del Tiempo
El Desperdicio de Energía
La Mente de Mono y el Pensar, el Sentir,
el Hablar y el Actuar
La Mente de Mono culpa al Jarro
La Mente de Mono y el Virus del Ashram
S E C C I O N II
Espiritualidad Práctica
Llevando la Espiritualidad a la Práctica
Diaria
Pag.
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Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
La Espiritualidad Práctica en el Hogar
"No siempre podrán ser atentos, pero siem-
pre deberían hab1ar y actuar cortesmente"
El lograr la Serenidad practicando la Pre-
sencia, el estar aquí ahora
Como lograr el Control de la Mente de Mono
Hecho o Ficción el Saber o Pensar inspi-
rados
El Desnudamiento Espiritual
Practiquen lo que Predican unan Cabeza,
Corazón y Manos
Como recibir una Guía Directa
El Remedio de Baba para la Inseguridad
"Amen la incertidumbre respecto a Mí"
"¿Por qué temer si Yo estoy aquí?"
"Déjense de hacer y déjenselo a Dios"
"Siéntanse felices"
¿~1ono o Humano?
"Consérvenlo simple"
"Mi Vida es Mi Mensaje"
"Lo mismo por fuera que por dentro" nada
de planes ocultos
"Todos ustedes son templos ambulantes"
"Encuéntrenme en su corazón"
Reacción en Cadena de Generación en Genera
ción
Cuando el pupilo esté preparado, aparecerá
el Maestro
"Una rosa, bajo cualquier otro nombre, ten
drá el mismo aroma"
La Clarinada de Baba para despertarnos y
para llamarnos al "¡Id y actuad!"
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DE D 1 C A T O R 1 A
Le dedico este libro a Sri Sathya Sai Baba
quien anunció que lo estaba escribiendo in
cluso antes de pensar yo en escribir otro
libro y materializó una hermosa lapicera
para que yo la usara, asegurándome que "El
libro está en la lapicera".
De modo que aquí lo tienen,
¡gracias a Baba!
"Es su deber el abandonar. Abandonar todos sus planes, incluso
los mejores. Abandonar todas las teorías que atesoran, las doc
trinas que les son caras, los sistemas de conocimiento que han
llegado a obstruir sus cerebros, las preferencias que han acumu-
lado, la persecusión de la fama, la fortuna, la erudición, la su
perioridad. Todo esto es material, objetivo. Hagan su entra-
da al mundo objetivo después de haber tomado conciencia del Atma.
Entonces realizarán que todo no es más que la obra puesta en es-
cena por el Atma."
Sri Sathya Sai Baba
A G R A D E C I MI E N T O S
En primer término, deseo dar las gracias a Sri Sathya Sai
Baba por la enorme ayuda y estímulo que está siempre tan
dispuesto a darle a cualquiera que lo pida y que quiera
permitirle que guíe su vida.
Le doy las gracias a mi hija Sheila, por haber editado
tan cuidadosamente el manuscrito, tal como lo hiciera con
los anteriores.
También le doy las gracias a Peggy Lenney por haber copi~
do paciente e incansablemente el manuscrito en su comput~
dor, como parte de su seva o servicio que, como nos lo a-
segura Baba, es tan importante para nuestro progreso espi
ritual.
Y por último, aunque no por ello menos importante, le doy
las gracias a mi marido, Sidney, por el continuo apoyo a
mi trabajo, lo que me ha dado la posibilidad de escribir
libros y de dictar seminarios en muchos y hasta remotos
lugares.
5.-
P R E F A C 1 O
Este libro, al igual que los tres anteriores, fue inspirado por Sri Sathya Sai
Baba, con su usual estilo enigmático. Sólo en raras oportunidades entrega orientacio
nes claras o precisas, prefiriendo usualmente el sugerir simplemente un rumbo y dejar-
luego al individuo libre para decidir si desea seguirlo o si elige uno más acorde a
sus preferencias. Baba explica que siempre respetará nuestro libre albedrío y que ja
más lo anulará, como tampoco nuestro karma. -
No obstante, he observado que ante una situación en la cual, pese al esfuerzo
de su parte, el individuo no llega a ser capaz de decidir en cuanto a un rumbo en par-
ticular para una acción, Baba le proporcionará siempre la información suficiente como
para indicarle la solución correcta. Sin embargo, lo hará tan sólo si la persona le
ha entregado realmente su voluntad y no tiene preferencia alguna respecto del resulta-
do, como para decir, sinceramente, "que sea Tu voluntad y no la mía".
Durante una visita en enero de 1989, me dijo que no viajara tanto para verle,
sino que esperara hasta que estuviera publicado el libro que acababa de terminar y que
entonces le llevara una copia para su bendición. Sidney, mi marido, con su rapidez
mental y previsión habituales, se dió cuenta de que como funcionario de la organiza
ción en los Estados Unidos, asistiría a la próxima Conferencia Mundial y al 65° Cumple
años de Baba, a fines de noviembre de 1990. De modo que, antes de que yo tuviera el-
tiempo para responder, preguntó : "¿Para tu próximo cumpleaños, Swami?" Baba, lanzán
dome una furtiva sonrisa, a sabiendas de cual es mi reacción ante las multitudes como-
las que se congregan para su cumpleaños, replicó : "Sí, Swami se sentiría muy feliz".
A diferencia de Sidney, no pensé con la suficiente rapidez como para preguntarle si
quería que viniéramos dos veces en el año y, además, en ese momento tampoco sabía cuan
do se publicaría el libro en cuestión. Como siempre, Baba esperaba que fuera pacien~
te y estuviera atenta y esperara descubrir por mí misma el momento adecuado para ir,
tan pronto ese momento llegara.
El libro estuvo debidamente publicado en junio de 1990. Entretanto y por va -
rías razones, habíamos decidido no asistir al 65° cumpleaños. Cada cinco años, selle
va a cabo una Conferencia Mundial coincidiendo con el cumpleaños de Baba. Por ende,
estas ocasiones son multitudinariamente concurridas y muy agitadas. Por consiguiente,
Baba no puede sino otorgar pocas entrevistas personales. Tampoco se le puede ver fá -
cilmente durante los darsan, como sucede en otras épocas del año.
Habíamos asistido a las grandes celebraciones de los cumpleaños 50, 55 y 60, ca
da una de las cuales había sido progresivamente más multitudinaria que la anterior.
A nuestras edades avanzadas, encontramos muy cansadoras estas muchedumbres que se reu -
nen. De modo que cuando supe que dos amigas partirían a fines de junio y dado que Sid
ney prefirió no viajar en ese momento, decidí ir con ellas y cumplir con lo que Baba ha
bía pedido en cuanto a llevarle una copia del libro "tan pronto estuviera publicado".-
Durante una entrevista, hacia el final de esa corta visita, me dijo en tres oca
siones, con un tono de voz muy serio y con una expresión facial igualmente seria, que-
debía volver para su 65° cumpleaños. Fue así que, en vista de su insistencia, Sidney
y yo decidimos asistir. A lo largo de los años he aprendido que Baba nunca dice algo
que no encierre algún indicio muy importante para la persona a quien le está hablando.
También he aprendido que el sentido de esto se encuentra usualmente en muchos niveles
y no únicamente en el más obvio y superficial. De modo que, aunque no teníamos idea
de por qué había sido tan insistente (lo que en sí mismo era inusual), mi propia expe-
riencia me había enseñado que podía seguir con toda confianza sus órdenes.
Fue así que, a mediados de noviembre, Sidney y yo, junto a miles de devotos más
6.-
llegamos al asram, a tiempo para acomodarnos antes de los próximos eventos.
En realidad había tanta gente como lo habíamos anticipado. No obstante, resul
taba igualmente increíble el ver como esas enormes masas de seres humanos, provenientes
de tantos países, sumadas a las multitudes provenientes de cada rincón de la India,
eran alojadas y alimentadas. Tenía la seguridad que muchos de los presentes habían
ahorrado y juntado y hecho sacrificios para poder hacer el viaje, ya sea que vinieran
en avión de allende los mares o de ciudades, pueblos y pequeñas aldeas de la India, via
jando incluso por varios días hasta llegar al asram. Habían llegado en automóviles, en
trenes, el buses, carros tirados por bueyes y hasta a pie. Esta intensa devoción tan
impresionantemente demostrada, resultaba asombrosa de observar y altamente inspiradora.
Baba, como siempre, era el anfitrión perfecto, derramando su amor sobre los mu-
chos miles de devotos anhelantes, reunidos para honrarle en su cumpleaños. La energía
era algo caso tangible y permitía que todos y cada uno funcionaran adecuadamente, inclu-
so bajo condiciones de todo tipo, menos confortables.
El Presidente de la India había sido invitado para participar en la inaugura
c1on del nuevo museo que exhibe muestras que representan a los muchos países en donde
hay devotos de Sai, como también de las diferentes religiones del mundo.
Se llevaban a cabo muchas reuniones, en forma regular, en donde los delegados
podían exponer acerca de las actividades de sus organizaciones.
Se había erigido una inmensa estatua de Hanuman, el dios-mono, sobre una colina
que domina los campos deportivos, y fuimos afortunados al estar presentes cuando Baba
ofició durante su consagración. Fueron bendecidos los planos de un nuevo hospital que
será construido en los alrededores, en una solemne ceremonia presidida por Baba, a la
que también pudimos asistir.
Baba dió muchos discursos que fueron traducidos al inglés para quienes no en
tienden el telegú, idioma en el que habla habitualmente.
Durante los días de festividades había muchedumbres por todas partes y el aire
estaba cargado eléctricamente con su entusiasmo.
La víspera del día en que había planeado dejar el asram para retornar a casa,
fuimos llamados a entrevista conjuntamente con varios otros occidentales. Cuando esta
ba sentada a sus pies, junto a otras visitantes, Baba fijó repentinamente su atención-
en mí y anunció: "Sra. Krystal, usted está escribiendo otro libro". Como es habitual,
sus comentarios o preguntas llegan siempre en forma sorpresiva, lo que le complace, ya
que le encanta coger a las personas desprevenidas. Sin embargo, era difícil determi -
nar, por el tono de su voz, si estaba haciendo una pregunta o una declaración, de modo
que respondí : "¿Sí, Baba?", parcialmente como pregunta. Como es su costumbre, pregun
tó entonces : "¿Cuál es el título?", a lo que respondí como lo había hecho en anterio-:::
res ocasiones en que me había hecho esa pregunta: "Nunca sé del título, Swami". Son-
rió dulcemente y me tranquilizó, diciendo: "Swami lo dará." Entonces, con el fami
liar giro de su mano derecha, produjo una hermosa y delgada lapicera de plata brillante
guarnecida en oro y un esmalte azul verdoso, diciendo : "El libro está en la lapicera".
Antes de pasármela, tomó una hoja de papel y garrapateó sobre ella, para asegurarse de
que estaba cargada con tinta. Luego, satisfecho, me la entregó. "¡Oh, gracias Baba!"
le dije a lo cual respondió con una ancha sonrisa : "Por favor, no hay de qué", lo que
hizo reir a todos los presentes, incluyéndome, ya que estaba parodiando mi acento y to-
no de voz. Realmente no podía sentirme más sorprendida y encantada, al igual que di -
vertida. Resulta significativo que siempre he usado una lapicera para escribir prime-
ro a mano, para pasar a máquina más tarde lo que haya escrito. Me es imposible usar
una computadora, porque encandila mis ojos y me causa dolores de cabeza. Yo sabía que
Baba conocía mi costumbre, porque una vez que le pasé unas páginas manuscritas de un li
7.-
bro que estaba escribiendo en esos momentos, se refirió a mi escritura como que era
una serie de "rasguños de las patas de un cuervo", lo que es correcto, porque le resul-
ta ilegible a cualquiera que no sea yo misma y, ¡por supuesto a Baba!
Más adelante, durante la misma entrevista, me indicó que le trajera el nuevo li
bro para bendecirlo cuando se inaugurara el nuevo hospital que estaba planeando enton -
ces. Le pregunté cuando sería y me contestó con una mirada llena de intención : "El
día anterior al próximo cumpleaños de Swami, el 22 de noviembre de 1991." Sin pensar
siquiera, me encontré respondiendo : "Oh Swami, vas a tener que apurarte entonces para
escribir todo un libro a través de mí en sólo un año" ... ante lo cual se rió y replicó
"Swami lo hará".
No fue sino hasta tiempo después que tuve la oportunidad de examinar la lapice-
ra. Al remover la tapa, me sentí encantada de ver que tenía una pluma antigua, como
las que solía utilizar durante mi juventud en Inglaterra. Examinándola con cuidado,
descubrí que en la pluma estaba grabada la palabra "Parker" y, sobre banda de oro de la
base, 1as pa1abras "Made in UK". Mi reacción inmediata fue : "Qué apropiado, porque
yo también fui hecha en Inglaterra", puesto que había nacido allí. Recordé entonces
una simpática historia que había escuchado recientemente y que pudiera explicar esta la
picera Parker.
A lo largo de los años, Baba ha producido, como sacados del aire, una serie de
artículos como relojes y lapiceras que han llevado el nombre del fabricante o del país
en que fueran manufacturados. Mucha gente ha citado este hecho como prueba de que Ba-
ba es un mago y que en realidad no materializa estos objetos como aparenta hacerlo. En
otras palabras, lo tildan de fraude o de impostor y a menudo pierden la fe en él y en
sus enseñanzas.
Esta pequeña historia posiblemente explique la forma en que Baba procura estos
regalos. Un señor de un país europeo se encontraba entre los miembros de un grupo que
fue llamado a entrevista. Baba eligió producir un reloj de oro con un giro de suma-
no. Se lo regaló a este señor, el que, junto con estar feliz, se sintió al mismo tiem
po preocupado pensando que a lo mejor no podría pasar con él por la aduana cuando aban~
donara la India para regresar a su país. Tuvo el suficiente valor como para mencionar
le a Baba su inquietud, el que de inmediato concedió que podía surgir un problema y le-
indicó que esperara un momento. Entonces, para sorpresa de todos, volvió a girar la
mano con el habitual movimiento circular y produjo una boleta de venta que llevaba im-
preso el nombre de una tienda de la ciudad de residencia del señor de marras. Se la
pasó al estupefacto señor con una gran sonrisa, tranquilizándolo con un : "Ahora ya no
tendrás problemas".
Poco después de haber regresado a casa, este señor decidió investigar este inci
dente un poco más y se dirigió a la tienda indicada en la boleta. Preguntó allí si aT
guíen recordaba a quien hubiera comprado el reloj, mostrándoselo al vendedor, el cual -
le respondió de inmediato : "Esta es una venta que nadie de nosotros podría olvidar, de
bido a lo inusual del cliente. Estaba vestido con una larga bata naranja y lucía un-
amplio peinado estilo afro. Lo más extraño fue que, después de haber c6mprado el re ~
loj, volvió pocos minutos después para pedir la boleta de venta, y desapareció rápida~
mente con ella."
A diferencia de este señor, no me fue posible verificar la compra de la lapice-
ra, pero sospeché que podía haber alguien en una tienda de alguna parte de Inglaterra
que pudira relatar una historia similar. Este es el tipo de historias mistificadoras
que circulan acerca de Baba. El no hace nada por explicar estos enigmáticos inciden -
tes, prefiriendo, evidentemente, permitirle a cada cual sacar sus propias conclusiones.
Algunos dudarán de su veracidad, en tanto que otros tendrán mayor fe en sus extraordina
ríos poderes. De este modo, las cosas serán como él mismo lo expresa, "como si un po-=-
tente viento separa la paja del grano", los incrédulos de los creyentes.
8.-
Así es que supe que volvería para otro cumpleaños más al año siguiente y con un
nuevo libro terminado para presentárselo a Baba para su bendición. Era seguro que él
habría de escribirlo a través mío, como se lo había pedido, porque hasta ese momento no
estaba en mi mente ni su título ni su contenido. Mas he aprendido a confiar en Baba
y estaba segura que él me proveería tanto del título, como lo había prometido, como del
libro mismo, puesto que "lo contenía la lapicera", como lo había expresado tan singular
mente. -
Con antelación a este episodio, había pensado pasajeramente en que, probablemen
te, en algún momento futuro, debería escribir un libro acerca del trabajo reciente que-
he estado realizando con las formas de pensamiento negativas. Incluso anoté algunas
ideas un día, pero rápidamente decidí que era prematuro aún. También había estado dán
dole vueltas a la idea de que, en algún momento futuro, debería cumplir con mi promesa
de ampliar el folleto que había redactado acerca del programa de "Techo a los Deseos"
de Baba, pero también lo había pospuesto.
Fue interesante el que una mañana, antes de dejar la India para volver a casa,
estaba meditando y el título del libro llegó como un destello a mi mente : "Sathya Sai
Baba y Nuestra Mente de r~ono". De modo que Baba me había proporcionado tanto el títu-
lo como el tema, tal como lo había prometido, y tan rápidamente. Tan pronto como emer
giera el título, comenzaron a tomar forma en mi mente las líneas generales y todas las-
piezas empezaron a calzar configurando un intrincado mosaico. Pude ver como todas las
experiencias aisladas que se habían producido estado con Baba esta vez, habían apunta-
do, sin que me diera cuenta, hacia el tema del libro. Y en él se combinarían las dos
ideas que había pospuesto tan impensadamente antes : la mente de mono y las formas de
pensamiento que genera, junto al programa del "Techo a los Deseos" y a otros métodos di
señados para adiestrar la mente como para seguir el ejemplo sentado por Hanuman, el
dios-mono que alcanzó la liberación al servir únicamente a Rama, quien representa al
Verdadero Sí Mismo.
Entonces recordé que habíamos estado presentes cuando Baba inaugurara la nueva
estatua de Hanuman y también que se me había pedido dictar una corta charla para los de
votos de ultramar acerca del programa del "Techo a los Deseos", durante la Conferencia:-
De modo que, sin haberme dado cuenta, había sido montado el escenario para este nuevo
libro durante esta visita nuestra. Nunca dejo de maravillarme frente a la forma en
que eventos aparentemente diferentes llegan a confluir para configurar un patrón claro,
cuando el momento es adecuado, con sólo tener paciencia para esperar hasta ese momento
y refrenarnos de tratar impacientemente de forzar nuestro propio y prematuro sentido de
la oportunidad.
Ahora tendría que mantenerme alerta frente al momento preciso para permitir que
el libro fluyera a través de mí, con la ayuda de Baba. De esta manera podría estar se
gura que estaría terminado y listo para llevárselo para su bendición en noviembre de
1991, como lo había pedido.
* * * * *
S E e e I ON I
CAPITULO 1 P R E P A RA e I ON
Tan pronto como comencé a escribir, todo tipo de experiencias y recuerdos a me-
dio olvidar comenzaron a aflorar del pasado. Mientras los observaba emerger, se me hi
zo evidente que muchos incidentes aparentemente aislados en mi vida habían preparado eT
camino para este libro. Ahora no tendría sino que ponerlos todos bajo la luz y com -
partirlos con otros.
Así, por ejemplo, mientras estaba aún en el colegio, en Inglaterra, descubrí la
serie de novelas de John Galsworthy, de "The Forsyte Saga" y la "Modern Comedy" que li-
teralmente devoré tan pronto como pude hacerme de los numerosos volúmenes. Por mucho
que disfrutara de la serie completa, la que me había continuado obsesionando durante to
dos estos años era "The White Monkey" (El Mono Blanco). Su título fue tomado de una-
pintura china cuyo tema figuraba en forma destacada en la historia. En ella se repre-
sentaba a un gran mono blanco con ojos marrón y una mirada triste, en el acto de comer
una fruta parecida a una naranja que tiene en la mano, en tanto que las cáscaras de o-
tras frutas similares, ya devoradas, están desparramadas en torno a él. Uno de los
personajes del libro comenta, al ver esta pintura por primera vez, que representa "una
cáustica sátira de la vida : una perfecta alegoría. Come los frutos de la vida y des-
carta y desparrama las cáscaras." La expresión del mono parece dar a entender que de-
be de haber algo más en la vida y que está triste o enojado por no poder alcanzarlo, y
que no será feliz hasta lograrlo. El problema residía en que no sabía qué era lo que
buscaba. De modo que sus ojos expresaban en su mirada la personificación misma de la
tragedia de la vida.
Esta pintura retrata el dilema humano que Baba compara a la mente de mono que
nos lleva a ceder ante nuestros deseos con la esperanza de obtener satisfacción de los
objetos externos, sólo para ser atrapados por ellos e impedidos de buscar dentro de no-
sotros mismos los frutos reales e indestructibles, los únicos que pueden darnos una sa-
tisfacción duradera. En verdad era un brillante símbolo de la codicia. Por alguna
razón que desconozco, su imagen despertaba en mi mente algún oculto recuerdo del pasa -
do.
Muchos años después de leer el libro, mientras estaba siendo regresada a vidas
anteriores, en una de las sesiones en particular vino repentinamente a mi memoria el re
cuerdo del mono blanco. Estaba observando una escena interna, la cual me era absoluta
mente ajena en aquel momento de mi vida actual. Parecía estar ubicada en el Tibet.
Mientras la observaba desarrollarse, comencé a identificarme con un hombre joven que
comprendí gradualmente era un monje. Aparentemente, había permitido ser amurallado en
una caverna a gran altura en las montañas, por encima del monasterio al que pertenecía.
Este confinamiento voluntario era parte de su disciplina espiritual, siendo su propósi-
to el ayudarle a descubrir su verdadera identidad. Mientras estaba en la caverna, se
mantenía en contacto telepático con su maestro, el Lama Superior quien supervisaba su
práctica desde el monasterio.
El ejercicio que el maestro le había indicado a su pupilo, era el de observar
los símbolos de todos sus deseos, uno tras otro, e ir desechándolos extrayendo toda la
energía que había depositado en ellos, descartando luego los cascarones vacíos. Con es
te reconocimiento fue que volvió a mi memoria el recuerdo del mono blanco y de inmedia~
to establecí la conexión entre esa representación del deseo básico y la tarea que había
emprendido el monje de librarse de sus deseos. Sin embargo, había una gran diferencia.
10.-
En tanto que el mono satisfacía su deseo por la suculenta y dulce fruta y descartaba
las cáscaras vacías, el joven lama había elegido extraer toda la energía contenida en
los símbolos de sus diferentes deseos hasta que no quedara sino una pila de cascarones
vacíos, para liberarse así del control que ejercían sobre sus pensamientos y, por ende,
sobre su vida.
También encontró su ubicación otro recuerdo muy temprano de mi vida actual.
Siempre me había preguntado el por qué este recuerdo sobresalía tan nítidamente entre
todos los demás y estaba tan vívidamente grabado en mi memoria, como si se hubiera tra-
tado de una experiencia reciente. Debo haber tenido unos tres o cuatro años en la épo
ca de este episodio. Mi madre había traído un canasto lleno de frutillas maduras, -
grandes y que se veían deliciosas que colocó en una fuente. Ambas nos sentamos a la
mesa, con platos frente a nosotras, y ella procedió a darme una lección en desinterés,
una cualidad que apreciaba grandemente en los demás. Como yo no era más que una peque
ñuela, ella temía que me convirtiera en "una chiquilla malcriada", como lo expresaba -
frecuentemente. Fue así que me pidió que sacara una frutilla de la fuente. Infantil
mente, tomé la más grande, lo que hizo que me sermoneara severamente, señalando que de~
bía aprender a ser desinteresada y dejar siempre que otros tomaran lo mejor o lo más
grande de cualquier cosa. De inmediato cogió la frutilla grande y la puso en su pro -
pío plato y me dijo que sacara una pequeña.
Recuerdo muy bien que, incluso a tan temprana edad, me sentí muy confusa con e~
ta pequeña escena. ¿Por qué, me preguntaba, tengo siempre que aceptar algo inferior
mientras otros reciben algo superior? ¿Sería, porque yo era mala, o no era importan -
te, o no merecía nada mejor? ¿No era esto permitirle a otros el ser egoístas mientras
yo aprendía a ser desinteresada? Estas y otras preguntas me cruzaban la mente, y nin-
guna tuvo alguna vez una respuesta, porque el hacer preguntas o no estar de acuerdo con
mi madre era catalogado como impertinencia, otro pecado, según ella. De modo que se
me dejó con un sentimiento de ser indigna y con el mensaje de que el egoísmo era un pe-
cado fundamental y que el desinterés era una virtud suprema.
Ahora, sin embargo, en que he adquirido mi propia perspectiva respecto a toda
esta cuestión, me doy cuenta que mi madre estaba en lo correcto, pero carecía de la sa-
biduría necesaria como para presentarme la idea de manera clara y a una edad en que hu-
biera tenido la capacidad de entenderla y de aplicarla sin sentirme despreciada e indig
na. Por supuesto que en este momento, sumada al resto del entendimiento acerca de la-
naturaleza de las cosas, también calza con el tema de este libro.
Mirando hacia atrás desde mi punto de observación actual, soy capaz de ver que
esta vida me ha brindado la oportunidad de aprender una muy dura lección : la de no ap~
garme a lo que más deseaba y la de mostrarme dispuesta a aceptar lo que no quería. Es
cierto que esto no es más que un asunto puramente personal, porque lo que yo quería no
habría de ser necesariamente de preferencia de otras personas, como tampoco los demás
rechazarían aquellas cosas que yo no deseaba. En este contexto, por ejemplo, no pude
seguir la carrera que ansiaba desesperadamente, que era la de llegar a ser cirujano.
La Qnica alternativa posible en la época era la de formarme como docente, cosa que me
disgustaba, pero que finalmente acepté.
Actualmente, no obstante, estoy convencida de que todo resultó siendo para me -
jor y me preparó para lo que hago ahora, aunque obviamente no podía haberlo previsto en
aquellos momentos. También me entregó la preparación, con un limitado alcance, para
entender la enseñanza de Baba sobre el desapego, cuando llegué a saber de él y de su
mensaje. Cuando estuve con Baba por primera vez, materializó un anillo con una piedra
de la luna, indicándome que la frotara contra mi frente cada vez que tuviera una cefa -
lea en esta zona. Esta referencia recordaba a la vida en el Tibet, cuando el joven
monje se golpeaba la cabeza contra los muros de piedra de la caverna en que vivía, con
el objeto de detener el flujo de imágenes. Había sido llevado a este acto desesperado
cuando se cortara la conexión telepática entre él y su maestro, dejándole sin ayuda an-
11.-
te la tarea que se había fijado, la de desapegarse de sus deseos.
En una fecha posterior, Baba me otorgó toda una entrevista dedicada a su progra
ma de Techo a los Deseos, con la intención obvia de que yo estaría dispuesta a compar ~
tirlo con otros, escribiendo y hablando acerca del discernimiento y experiencias que
tanto yo como otras personas han logrado al practicarlo.
Fue realmente una sensación maravillosa el comprobar como estas experiencias de
aprendizaje separadas tomaban su lugar de esta manera y ver como este libro había sido
iniciado mucho antes de que Baba me diera la lapicera para transferirlo a la escritura.
Es así que todo lo que podamos haber experimentado puede ser empleado en una
forma positiva para enseñarnos, si estamos dispuestos a buscar las lecciones ofrecidas
por esta vía y a aprender de ellas. Esto sin embargo, no es en modo alguno una tarea
fácil y podremos alcanzar éxito únicamente si estamos dispuestos a pedirle a Baba su
ayuda con e11 a.
* * * * *
CAPITULO 2 L A M E N T E O E MO N O
Y bien, ¿qué es exactamente la mente de mono? A menudo Sathya Sai Baba hace
referencia a la mente de mono de un individuo o, en algunos casos, incluso a la mente
de mono loco. Cuando le oí por primera vez decirle esto a alguien, me pregunté qué
querría decir con eso. Imaginé que, ciertamente, no intentaba ser un cumplido sino,
de hecho, todo lo contrario. De modo que mi inquieta mente comenzó de inmediato a tra
tar de descifrar el mensaje contenido en esta observación.
En especial en el sur de la India, en donde Baba tiene su asram, es habitual
ver a grupos de monos saltando de rama en rama en los árboles en donde habitan o bien,
corriendo por el suelo. Las hembras llevan invariablemente a sus crías colgando de
ellas y aferradas a la cintura de sus madres, mientras éstas corren y saltan. Es un
encanto el observar a estos monos, ya que son muy juguetones y sus crían tan atractivas
con sus grandes ojos bien abiertos, observándolo todo. Se sienten atraídos o, mejor
aún, distraídos por todo aquello en que se posan sus miradas, en especial la fruta o
nueces de las que gustan o los objetos brillantes y coloridos que despiertan su curiosi
dad. Su lema pareciera ser el de "agarra y corre", ya que son notables ladrones.
"Cierto,-pensé- en verdad la gente es como los monos, siendo fácilmente distra
ida por todo tipo de cosas que mantienen su mente incesantemente inquieta y nunca en -
paz."
Para citar a Baba :"¡La mente puede ser caracterizada muy bien como un mono!
Claro, es incluso más caprichosa que un mono, porque salta de un asidero a otro que pue
de estar a millas de distancia en el espacio y a siglos de distancia en el tiempo, en-
menos de lo que toma un pestañeo. La mente va saltando de un deseo al otro y nos va
enredando en su maraña de vueltas."
Baba, sin embargo, piensa en otro aspecto cuando se refiere a la mente de mono.
A menudo anuncia que relatará una pequeña historia para ilustrar un asunto. Siempre
hace uso de relatos simples acerca de objetos familiares, panoramas y actividades de la
12.-
vida diaria, para aclarar sus enseñanzas y frecuentemente extrae citas de las antiguas
epopeyas indias, como el Ramayana, Mahabharata y Bhagavad Gita.
A continuación, la forma en que ilustra su frase de "la mente de mono". "Exa-
minemos esta cuestión, por ejemplo : ¿Es esclavizado el hombre por los objetos externos
y la atracción que ejercen sobre él? ¿O será algún impulso interno el que le impulsa
a encadenarse al sufrimiento? Daré un ejemplo.
"Hay cazadores profesionales de monos en las aldeas que emplean un tosco artifi
cio con este fin. Colocan en los huertos o jardines infestados por estos intrusos va~
rios jarros de greda de cuello estrecho, con un puñado de maní en cada uno. El mono
se acerca al jarro sabiendo que hay algo delicioso dentro, mete su largo brazo y coge
el maní empuñando la mano. Luego, descubre que no puede sacar el brazo : el cuello
del jarro es demasiado estrecho para que quepa por él el puño. ¡Ahí se queda sentado,
impotente y perdido y es cogido y transportado fácilmente! ¡El mono piensa que hay al-
go dentro del jarro que le sujeta la mano cuando trata de sacarla! ¡Si sólo hubiera
abierto la mano y desechado su apego al maní, podría haber escapado! Así también, us-
tedes son víctimas de los deseos y apegos que el deseo trae consigo. ¡Se encuentran a
tados por los grilletes que ustedes mismos se han colocado! También la liberación es~
tá en sus manos. Pónganse a contemplar la inalterable gloria de Dios, de este modo se
desvanecerá el deseo por las transitorias fruslerías de la tierra, y quedarán libres."
Otra versión ligeramente diferente del mismo tema, también de Baba, es la si -
guiente : "Aquellos que cazan monos preparan un jarro con una pequeña abertura y lepo-
nen dentro algún confite. El mono que desea el alimento pondrá su mano dentro y toma-
rá un gran puñado de confites. Debido a ello el mono se ve imposibilitado para sacar
la mano del jarro. Sólo soltando lo que tiene en la mano podrá sacar la mano por la
abertura del jarro. Es el deseo por el alimento el que tiene sujeta su mano, ya que
al tomar con ella el alimento para satisfacer su deseo, quedó atascada allí.
"Este vasto mundo es como el jarro, las situaciones tanto en la vida como en
las familias vienen a ser como la abertura estrecha. Nuestros deseos son los dulces
dentro de él. Siendo el mundo el jarro y conteniendo los deseos como dulces, el hom-
bre mete su mano en él. Si desecha sus deseos, podrá vivir libremente en el mundo.
Para alcanzar la libertad, lo primero que hay que hacer son sacrificios. En términos
filosóficos esto se denomina renunciación. Pensamos que el mundo nos atenaza, pero el
mundo es inanimado. Lo que nos atenaza es el deseo."
Estos pequeños ejemplos le dan un sentido amplio a la frase "mente de mono" y
la colocan a la altura de la causa esencial que es el deseo. Baba dice a menudo que
si podemos renunciar a todos los deseos alcanzaríamos el esclarecimiento o identifica -
ción con el Sí Mismo real, en cuanto algo diferente de la envoltura física en la que re
side. Es por completo un asunto de apegos. ¿A qué es lo que nos aferramos como para
que nos mantenga atrapados y, por ende, haciéndonos blancos fáciles para el control por
parte de personas, ideas, cosas, circunstancias y toda una secuela de otros apegos?
Se muestra que el propósito de este libro es el de entregar sugerencias que le
permitan a la gente descubrir lo que realmente es, demostrando la forma para eliminar
todas las nociones falsas acerca de su identidad que ocultan su Realidad.
Baba nos dice que somos tres personas. "Deben darse cuenta de quien piensan
los demás que son. Ellos tratan con ustedes en cuanto un cuerpo con un nombre especí-
fico y una forma identificable. A continuación deben darse cuenta de quien piensan us
tedes que son. Tienen conciencia de su mente y de sus trucos de mono, sus prejuicios-
y preferencias, sus pasiones y sus búsquedas. Perciben una conciencia individual, de
sus versiones de1 'yo' y e1 'mí o' . Tienen que aprender acerca de 1a mente en cuanto
un instrumento que les puede perjudicar si se usa imprudentemente o les puede ayudar si
se usa sabiamente. ¡Luego tienen que aprender acerca de aún un otro 'yo' de ustedes!
13.-
El 'yo' que realmente son. Porque no son ni el cuerpo ni la mente, el intelecto, el
cerebro, el corazón o el ego. Ustedes son el Absoluto Universal Infinito." El resul
tado que se obtiene al emprender una tarea como la que sugiere es la felicidad verdade~
ra, aunque no originada por posesiones o circunstancias externas, sino basada en la se-
guridad que una tal conciencia hace posible.
Y entonces, ¿qué es realmente la mente y sus usos? Baba dice que es un instr~
mento, como también lo son los cinco sentidos corporales de la vista, el oído, el gus -
to, el olfato y el tacto, y que habrían de emplearse todos en conjunto para recoger in -
formación acerca del mundo externo. De entre ellos, la mente es el instrumento maes -
tro que debería controlar y dirigir a los sentidos. En cambio, usualmente le sirve a
estos, siendo que son ellos los que en justicia deberían ser sus servidores. Es este
revertimiento de los roles lo que lleva al hombre a la esclavización. Para citar nue-
vamente a Baba : "La característica de la mente es la de revolotear y trasladarse de un
lado a otro, a través de los escapes de los sentidos, hacia el mundo externo del color,
el sonido, el gusto, el olor y el tacto. Tiende a permitirle a los sentidos de condu-
cirla hacia los apegos por los objetos exteriores y es así que nace el deseo por esos
objetos. No obstante, todos los deseos se originan en la forma corporal o física en
la que el Sí Mismo real meramente reside. La mente, empero, puede ser domada y orien-
tada hacia el Sí Mismo Superior como su maestro y su guía."
Otra forma en que Baba describe a la mente es : "La mente no es como un papel
en blanco que no tenga ninguna impresión escrita sobre él. Las tendencias y experien-
cias derivadas a lo largo de un sinnúmero de nacimientos se encuentran grabadas en ella.
Los frutos de múltiples acciones llevadas a cabo por el cuerpo también se encuentran
grabados en la mente. Por ello, la mente puede ser descrita como una entidad que está
llena de pensamientos y de deseos."
De modo que la mente no es el Sí Mismo real como tampoco lo es el cuerpo. Am-
bos son instrumentos destinados al uso por parte del Sí Mismo Superior.
Los sentidos pueden ser comparados a un tronco de caballos que tiran de un ve -
hículo, con la mente como cochero. Cuando se les da rienda suelta a los caballos, es
posible que se desboquen en diferentes direcciones siguiendo un aroma tentador, un soni
do que les distraiga o que galopen de vuelta a la cuadra para ser alimentados. Si nos
encontráramos realmente en un vehículo así, no nos sentiríamos en absoluto seguros ni a
salvo. Y, sin embargo, esta es exactamente la forma en que muchas personas pasan sus
vidas, al permitirle a sus sentidos que las hagan extraviar el camino. Los caballos
necesitan de un auriga que les de órdenes para asegurar que actúen de consuno como un
tronco, con todos avanzando en la misma dirección, como para que el vehículo pueda lle-
gar a salvo a su destino señalado. De lejos, la forma más confiable para lograr este
objetivo, es que el auriga mantenga livianamente las riendas en sus manos y le traspase
la conducción real al Sí Mismo Superior que es tanto más capaz de manejar todo el pro -
ceso.
Baba resume de manera concisa el rol de la mente cuando dice : "Se dice que la
mente es el instrumento tanto para la esclavización como la liberación. Permitan que
los sentidos la arrastren hacia afuera y esclavizará. Permitan que predomine la inte-
ligencia sobre ella para que se vuelva hacia dentro en busca de la dicha, y liberará."
Otro de los gráficos esbozos orales de Baba toma la forma de una advertencia.
Dice : "Cuando el aire llena una pelota, tomará la forma de la pelota. Cuando llena
un globo, tomará la forma del globo, ya sea ovalada, alargada, esférica o esferoidal.
La mente asume la forma de los objetos a los que se apega. Si se fija en cosas peque-
ñas, se vuelve pequeña, si lo hace en cosas grandiosas, se vuelve grandiosa. Al igual
que una cámara, tomará la fotografía de cualquier cosa hacia la cual se la enfoque, de
modo que han de poner cuidado antes de presionar el disparador."
* * * * *
14.-
CAPITULO 3 EL MONO DEL ORGANILLERO
No mucho después de haber comenzado a escribir este libro, mi marido y yo fui -
mos a California del Norte por el fin de semana. Pensábamos almorzar en un muelle cer
cano, de modo que bajé del auto mientras Sidney buscaba un sitio donde estacionarlo.
Para gran sorpresa mía, frente al lugar en que lo esperaba, había un organillero con su
pequeño mono amaestrado. Casi no podía creer a mis ojos, porque no recordaba haber
visto uno desde que salí de Inglaterra o talvez desde que era niña. Observé fascinada
mientras el hombre le daba vueltas a la manivela de su organillo en tanto que su peque-
ño compañero, vestido con un minúsculo traje con sombrero y un arnés, cuya traílla sos-
tenía su amo en la mano, actuaba para la audiencia. Varias parejas con sus hijos se
había detenido para ver como el mono ejecutaba su acto que terminaba cuando le dió la
mano a cada uno de los niños, siguiendo las indicaciones del amo. Supuse que muchos
de esos niños veían algo así por primera vez y se mostraban encantados.
En cuanto a mí, parecía representar una corroboración para el tema de este li -
bro. Nuestras mentes de mono deberían ser sujetas con arneses y controladas, en lugar
de que se les permita andar sueltas para cometer todo tipo de tropelías, como suele ser
el caso tanto para los monos como las mentes.
A los pocos días después de este incidente, mientras trabajaba con un varón,
solicité, como lo hago usualmente, que se me mostrara cualquier cosa que fuera de ayuda
para él en ese momento en particular. Una enorme figura de Hanuman apareció en mi es-
cena interna, aparentemente para presidir la sesión.
En una reunión anterior con la misma persona, se me había mostrado una pileta
de aguas claras, verdes y profundas para que la utilizara para tranquilizar su mente,
concentrándose en la lisa superficie del agua y observando las ocasionales ondas que se
formaban y disipaban.
Tan pronto como apareció Hanuman, se me condujo de vuelta a la pileta y ví a la
misma persona, sentada al borde, inclinándose para mirar hacia lo profundo. Pero, pa-
ra sorpresa mía, cuando percibí su reflejo en el agua, ví que tenía a un pequeño mono
sentado sobre su hombro izquierdo que le susurraba al oído.
Cuando le narré esta imagen, el varón de marras de inmediato concedió que en
verdad llevaba "un mono sobre su espalda", como lo expresó. Continuó para decirme que
incluso había logrado atisbarlo con el rabillo del ojo esa misma mañana y que se lo ha-
bía mencionado a su mujer. Mientras procedía a vincularlo con un patrón conductual de
adicción que había persistido pese a todos los esfuerzos de su parte por romperlo, vol-
vió a mi memoria la imagen del organillero con su mono amaestrado. Parecía ofrecer la
solución perfecta para su dilema. De modo que sugerí que con ayuda de una "imaginería
activa", podía vestir al mono que había atisbado, ponerle un arnés y tomar la trailla
en la mano para poder controlar sus movimientos y comenzar a enseñarle a dejarse guiar
por Hanuman, dedicando su tiempo y energía a servir a cualquier símbolo que hubiese ele
gido para representar al Sí Mismo Superior.
Esta escena, sin embargo, no sólo es valedera para este varón, sino que vale pa
ra la mayoría de la gente que es arrastrada fuera de rumbo por su mente de mono. Las
personas requieren asumir la responsabilidad de ponerle riendas a la tendencia del mono
de vagar compulsivamente, tentándolas a desarrollar apegos e incluso adicciones porto-
do lo que vean y que excite su deseo de poseerlo, aferrándolo y no dejándolo ir.
Un poco más adelante, durante la misma sesión, recordé a tres pequeños monos
tallados en madera que habían estado sobre la repisa de la chimenea en la sala de estar
de la casa en que crecí en Inglaterra. Uno cubría con sus manos los ojos, otro las o-
rejas y el tercero, la boca. El tema correspondía a "no veas, no escuches y no hables
el mal". Los había visto a diario por muchos años y, sin embargo, nunca había llegado
15.-
a comprender realmente su mensaje ni, ciertamente, a aplicarlo. Mas ahora que regresa
ba su recuerdo a mi mente, me dí cuenta que también ellos representan la necesidad de-
controlar a estos tres sentidos de la vista, el oído y el gusto con el aspecto adicio -
nal del habla, para que no lleven a la mente a apegarse a los objetos que ellos le reve
1an.
* * * * *
CAPITULO 4 H A N U M A N
En el Ramayana, una de las antiguas epopeyas hindúes, Hanuman es presentado co-
mo el Dios-Mono, hijo del Dios del Viento. Es famoso por su completa y constante devo
ción por Rama, quien representa al Dios inmanente en todos los seres vivientes. Baba-
describe a Hanuman como la personificación del valor, el coraje. Su importancia para
los seres humanos reside en ser un ejemplo inspirador para la manera en que nuestras
mentes de mono pueden ser puestas bajo control mediante el constante servicio a nuestro
Sí Mismo Superior.
En su calidad de mono, representa nuestra naturaleza instintiva o animal, con
todas sus ansias y sus apegos. No obstante, por medio de su ejemplo, muestra el cami-
no de salida de ese dilema. Al dedicarle toda su vida al servicio de Rama, logró po-
ner arneses a su naturaleza animal y someterla al Atma o al Dios dentro de uno y, al ha
cerlo así pudo elevar su conciencia desde el nivel instintivo, inconsciente, al del ser
humano consciente y evolucionado. El muestra el camino como para que también nosotros,
si así lo deseamos, podamos seguir su ejemplo y escapar de la trampa en que nos hemos
dejado coger, llevados por nuestra propia codicia y nuestro apego al mundo material.
La siguiente corta e ingeniosa historia acerca de Hanuman, tomada de la versión
de Baba del Ramayana, ilustra claramente este punto.
"Un buen día, después de la coronación, Sita y los tres hermanos de Rama se reu
nieron y planearon excluir a Hanuman del servicio a Rama. Querían dividir sólo entre-
ellos todo los servicios que se le pudieran prestar a Rama, ya que sentían que Hanuman
tenía oportunidades más que suficientes. De modo que confeccionaron una lista, tan
exhaustiva como podían recordar, de los servicios requeridos desde el amanecer hasta el
anochecer, incluyendo hasta las más ínfimas minucias, y se los asignaron entre sí. Le
presentaron luego la lista al Señor, en presencia de Hanuman. Rama escuchó lo que le
dijeron acerca del nuevo procedimiento, leyó la lista y dió su aprobación con una sonri
sa. Le indicó a Hanuman que todas las tareas le habían sido asignadas a otros, de mo~
do que él podía tomarse un descanso ahora. Hanuman pidió que se le leyera la lista y
cuando se hubo leído, hizo notar que había una omisión : la tarea 'de chasquear los de-
dos cuando alguien bostece". Por supuesto que, siendo el emperador, no se podía permi
tir que Rama lo hiciera por sí mismo. Hanuman suplicó que había de hacerlo un servi ~
dor. Rama accedió a asignarle esta tarea a Hanuman.
"Resultó ser una inmensa suerte para Hanuman, porque esta tarea exigía atender
constantemente a su señor, puesto que ¿cómo podía alguien predecir cuándo se produciría
un bostezo? Y tenía que estar mirando en todo momento aquel rostro tan amado, para es
tar listo con el chasquido de los dedos tan pronto avizorara un bostezo. No podía ale
jarse ni por un minuto, ni podía relajarse por un instante. ¡Deben sentirse felices-
de que el servicio para el Señor les mantenga siempre en Su presencia y vigilantes para
cumplir con Sus mandatos!"
16.-
Otra de las cortas historias de Baba titulada "A todo el que se rinde, Rama lo
acepta", ilustra este mismo punto. "Di os es tan mi seri cordi oso que dará diez pasos ha
cia ustedes si llegan a dar uno sólo hacia El. Vibhishana, el hermano de Ravana, le-
preguntó a Hanuman si Rama aceptaría su homenaje y lo tomaría bajo Su sombra protecto -
ra. Le dijo : 'Yo soy el hermano de Su peor enemigo, a quien ha jurado destruir. Soy
un miembro de la raza de demonios. No estoy familiarizado con los Vedas o los Sastras
como tampoco con los rituales de los Aryas.' Hanuman replicó : '¡Oh grandísimo tonto!
¿Crees que El se preocupa de la corrección ritual, de la posición familiar o de la erudi
ción? Si fuera así, ¿cómo podría aceptarme a mí, a un mono?'"
Hay muchas otras historias acerca de Hanuman, todas las cuales ilustran la mis-
ma faceta de las antiguas enseñanzas respecto a que debiéramos someternos a Rama o nues
tro Sí Mismo verdadero.
En el trabajo con las formas de pensamiento negativas al que me he dedicado úl-
timamente, se me ha hecho tomar contacto, mientras me encuentro en el estado de ensoña-
ción, con muchos seres iluminados en sus formas personificadas. Algunos de ellos re-
sultan fáciles de reconocer en base a los antiguos escritos de diferentes culturas, en
tanto que otros no me son familiares. Cuando me dí cuenta por primera vez de su pre -
sencia, reunidos en una vasta asamblea, me asombró el hecho de que su estatura mostrara
variaciones tan notables. Algunos aparecían como imponentes figuras de treinta o más
pies de altura. Otros, aunque también imponentemente altos, parecían llegar a los 10
o 12 pies de altura, en tanto que otros eran considerablemente más bajos, aunque no por
eso menos impresionantes. En el momento, me extrañaron las diferencias de estatura,
pero no plantée interrogantes al respecto, ya que cuando trabajo de esta manera, he a -
prendido a mantener quieta mi mente consciente, pese a todas sus preguntas y sus dudas.
Sólo así puedo concentrarme con la menor interferencia posible, en cualquier cosa que
se me enseñe. De esta manera, cualquier cosa que necesite saber se me mostrará cuando
el momento sea oportuno para que sea revelada. Puedo confiar genuinamente en este as-
pecto del trabajo.
Poco después de mi primera presentación a estos asistentes, sabios o especialis
tas celestiales, sostuve una conversación telefónica con un devoto de Sai. Antes de-
mencionar yo nada, compartió conmigo una interesante observación que le había oído a
Baba hacerle a los muchachos de uno de sus colegios. Estaba relatando algunas de las
viejas historias de las epopeyas indias. En un punto dado, interrumpió el relato que
hacía, para indicar que en la época de Rama las gentes tenían una estatura de más de 30
pies, en tanto que en la de Krishna medían alrededor de 12 pies y que, desde entonces,
las gentes se han reducido gradualmente de tamaño.
Cuando escuché ésto, me quedé literalmente muda de asombro, ya que coincidía
exactamente con la visión de ellos que se me había dado en los ensueños. Sucede que
la figura de Hanuman se había vuelto un visitante frecuente para entregar su energía y
ayuda particulares cada vez que se necesitaba. El era uno de los que medían 30 o más
pies y constituía una visión muy impresionante. Fue verdaderamente un alivio el ver
corroborada la estatura por Baba, de esta manera inesperada, a través de mi amigo.
Fue así que al estar presente durante la dedicación de la inmensa estatua de Ha
numan, algunos días antes del sexagésimo quinto cumpleaños de Baba, me sentía fascinada
al verle tan imponentemente recortado contra el cielo. Eché atrás la cabeza para mi -
rarle a gran altura sobre mí y me sentí nuevamente agradecida por esta dramática verifi
caci ón de mi visión en ensueños.
Sin embargo, pasó en forma fugaz por mi mente la idea de que esta estatua no co
rrespondía exactamente a lo que yo había visto. Su cabeza no parecía ser lo suficien~
temente grande como para ir con el resto de su magnífica forma. Pero, pensé rápidamen
te, ¿y quién soy yo para criticar? Obviamente Baba la había mandado levantar y, de se
guro, había dado instrucciones precisas en cuanto a las proporciones correctas. Me
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sentí incluso culpable de estar cuestionándola y suprimí rápidamente mis dudas. Imagl
nense mi sorpresa cuando un amigo, que también estaba presente en la ceremonia inaugu -
ral, mencionó casualmente al día siguiente que cuando Baba había pasado frente a él una
vez terminada la ceremonia, había comentado que la cabeza era demasiado chica. Casi
no le podía dar crédito a mis oídos. Una vez más se me estaba mostrando que no lo ha-
bía imaginado. ¡Qué regalo!
Luego, poco después de haber regresado a casa, estaba hablando con otro amigo,
un artista que también va a la India de tiempo en tiempo a ver a Baba. El me contó
que la última vez que había estado allá, había pintado un cuadro de Hanuman abrazando a
Rama y se lo había obsequiado a Baba. Este lo había examinado cuidadosamente y lo ha-
bía tildado de muy bueno y, después de una pausa, había agregado casi excusándose "Pe
ro, Hanuman tenía manos de mono y no humanas", como las había pintado el artista.
Y bien, entonces tenemos a Hanuman como guía para llevarnos a que nos sometamos
al Sí Mismo Superior o Rama y nos apartemos de la seducción de cualquier cosa que nues-
tra mente de mono agarre y se rehuse a soltar.
Hanuman es un modelo excelente de alguien cuya vida estaba dedicada a servir a
Rama. Era absolutamente devoto y estaba siempre dispuesto y hasta ansioso por servir-
le en cualquier forma y ponía los deseos de Rama por encima de los de cualquier otro,
incluyendo los propios. Tan grande era su devoción que se mantenía permanentemente a-
lerta para no perder una oportunidad de servirle a su bienamado señor. De este modo
sienta un inspirador ejemplo para todos nosotros y nos muestra la verdadera meta de
nuestras vidas : la devoción hacia el Sí Mismo Superior que Rama representa.
Por otra parte, como Baba nos lo recuerda repetidamente, en realidad todos so -
mos Dios o Rama. De manera que nos incita a pasar nuestras vidas en el servicio a los
demás, aunque esto no se refiere a sus personalidades sino al Dios dentro de la envoltu
ra externa que se ve como el ser humano. Este tipo de servicio, afirma Baba, constitu
ye la real adoración o culto a Dios.
Nos ha entregado dos programas destinados a ayudarnos a identificarnos cada vez
por más tiempo con nuestro Sí Mismo Superior, hasta que ello se convierta en un hábito
continuo y hasta que nos fundamos por último con El. Los dos programas sugeridos son
los del Techo a los Deseos y del Servicio Desinteresado, cada uno de los cuales será
considerado en detalle en capítulos posteriores.
* * * * *
CAPITULO 5 L OS S E N T I D O S
Baba dice : "Para la mente, los sentidos constituyen las fuerzas motivadoras
primarias y la ilusión de la que sufre."
Los sentidos nos conectan con objetos externos como también con la gente, los
lugares, el alimento, el entretenimiento, los planes y una miríada de otras distraccio-
nes. La lista es interminable y diferente para cada individuo. Una vez conectados,
ansiamos ser dueños de cualquier cosa a la que nos hayamos apegado. Mas, invariable -
mente, cuando llegamos a poseer el objeto de nuestro deseo, el apego se vuelve a menudo
tan fuerte que termina por poseernos a nosotros, en lugar de ser al revés. Llevada a
un extremo, esta situación desemboca en las adicciones.
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Baba también nos dice que hemos "tejido una red en torno a nuestra verdadera
esencia con nuestros pensamientos atados a nuestros deseos. Muchos han llegado a momi
ficarse, luego que se han cristalizado los diferentes estratos, unos sobre los otros, -
lo que hace que sea más difícil el lograr desprenderlos".
Compartimos los sentidos con todas las criaturas vivientes. Son valiosos ins-
trumentos que nos permiten tomar contacto con nuestro entorno y evaluarlo. Actúan co-
mo importantes indicadores para alertarnos respecto de los peligros para nuestro cuerpo
físico. Por lo tanto, están diseñados para asegurar nuestra supervivencia en aquel me
dio en particular en que nos encontremos, ayudándonos para adecuarnos a él y para evi ~
tar los peligros que pueda esconder. Se muestran como servidores atentos, siempre que
mantengamos el rol de amos y que controlemos sus actividades.
La mayoría de los animales posee una visión muy desarrollada que les permite
percibir el acercamiento de cualquier depredador, ya sea por el movimiento de los pas -
tos o arbustos o distinguiendo su forma o color destacados entre el terreno circundan -
te.
Lo mismo resulta aplicable para los sentidos del oído y el olfato que alertan
al animal respecto de los peligros que le acechan. Su oído puede percibir el sonido
de ramitas que se quiebren o de hojas secas que crujan bajo el peso de un animal que se
acerque buscando alimento. Cuando el viento sopla en la dirección adecuada, el olor
de un posible enemigo será notado por el sentido del olfato y el animal será advertido
para que escape. El sentido del olfato también muestra su utilidad para determinar
que alimentos son apropiados para el animal y cuales deberá evitar. Los animales siem
pre olfatean los alimentos antes de ingerirlos y si su olor hubiera disminuido, no los-
tocarán. El sentido del gusto también representa un preciso indicador para los alimen
tos que sean apropiados.
El sentido del tacto le advierte a las criaturas respecto de los cambios en la
temperatura, las espinas aguzadas y otros riesgos que puedan correr.
Cuando son aceptados como servidores útiles, los sentidos son posesiones valio-
sas. Sólo surgen problemas cuando los seguimos ciegamente y somos llevados a apegar-
nos a cualquier cosa por la que se sientan atraídos. Es así que cuando pensamos sobre
la forma de recobrar el control sobre ellos, necesitaremos averiguar hacia dónde nos
han conducido y, sobre esta base, qué es lo que consideramos indispensable para nuestro
bienestar. ¿Qué consideraríamos como lo más difícil de prescindir? La respuesta a
esta pregunta será diferente para cada individuo, según sus gustos y desagrados persona
les. El dicho "la carne para un hombre es veneno para otro", expresa muy claramente-
esta verdad. Por consiguiente, cada cual deberá examinar por sí mismo la forma en que
reacciona frente a lo que sus cinco sentidos llevan a su atención, si reacciona ya sea
sintiéndose atraído o con repulsa.
Esto, sin embargo, no implica que debamos privarnos de aquellos objetos esencia
les que cumplen con un propósito útil o que nos producen placer. Es más una cuestión-
de observar con cuidado para asegurarnos de que no nos apegamos a ciertas cosas que lle
guen a controlarnos a nosotros y a nuestra conducta, como el caso del mono con su puño-
cogido dentro del jarro. Debemos mantener el control y no cedérselo a nadie ni a nada,
porque el hacerlo significará que hemos sido esclavizados por aquello a lo que nos haya
mos apegado. También resulta esencial el hacer uso de la discriminación para determi~
nar cuales cosas son útiles o apropiadas en nuestra vida y cuales son supérfluas o per
niciosas para nuestro bienestar. -
Es obvio que la mayor parte de los problemas que enfrentamos son originados por
deseos no satisfechos o contrariados, lo que crea un perfecto caldo de cultivo para emo
ciones tan negativas como la codicia, la envidia, los celos, la ira y todo el resto. -
De modo que necesitamos, indudablemente, encontrar una forma para ponerle coto a esta
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reacc1on en cadena que nos engrilla tan efectivamente como si estuviéramos atados de
pies y manos y encerrados en una celda : en una prisión de nuestra propia hechura.
* * * * *
CAPITULO 6 EL PROGRAMA DE TECHO A LOS DESEOS DE BABA
A primera vista parece que nos encontramos enfrentados a una tarea enorme e in-
timidante que cumplir, al llevar a la práctica este programa. Y ciertamente que lo
es si se lo considera desde un comienzo en su totalidad, porque estaríamos derrotados
incluso antes de empezar. De modo que debemos dividirlo en segmentos manejables y tra
tar de tomar sólo una pequeña parte por vez.
Baba nos ha entregado un esquema muy claro y simple para ayudarnos a empezar a
desprendernos de nuestra mente de mono. El no espera que desechemos de inmediato to -
dos nuestros deseos y apegos, porque, obviamente, sabe que esto constituiría un paso de
masiado drástico. Es así que ha sugerido que hagamos uso de un programa denominado -
"Techo a los Deseos" para ayudarnos a comenzar, de a poco, a recortar nuestros deseos y
al hacerlo, comenzar también a ir abandonando lo que él llama "nuestro exceso de equipa
je". Dice Baba : "Los deseos son como el equipaje. 'Menos equipaje implica mayor co
modidad y hace del viajar un placer', como les recuerda ferrocarriles. Si es mejor -
que reduzcan su equipaje para un corto viaje en tren, cuánto más urgente no es el redu-
cir el equipaje cuando se encuentran en el trayecto tanto más largo de la vida."
Baba se refiere repetidamente a las cuatro áreas principales de nuestras vidas
que se ven constantemente controladas por nuestros deseos, vale decir la forma en que
manejamos el dinero, el alimento, el tiempo y la energía. Señala que en la vida de mu
chas personas, exceptuando a las muy pobres, se produce un chocante nivel de despilfa ~
rro que habría de ser reducido a un mínimo en estas cuatro áreas. Reconoce que cada
cual requiere de una cierta cantidad de dinero y de alimentos para sobrevivir, pero que
son pocos los individuos lo suficientemente disciplinados como para aceptar límites o
presupuestos. Para muchas personas, la palabra presupuesto es mal recibida e implica
una autonegación rigurosa. Esta actitud responde frecuentementeal hecho de que se les
han impuesto presupuestos en forma muy estricta durante la niñez, sin que hayan recibi-
do razones claras y comprensibles.
El programa del Techo a los Deseos ha sido diseñado para ayudarle a cada indivi
duo y, por ende, a cada familia, a llevar vidas más felices y más satisfactorias. En-
lugar de desperdiciar la vida y sus dones, le puede ayudar a quienes estén dispuestos a
seguirlo a tener más dinero, más alimento, más tiempo y más energía a su disposición,
restando de este modo tensiones a sus vidas y haciéndolas, por consiguiente, más saluda
bles y felices.
De modo que deberemos tomar conciencia respecto a si alguno o todos de entre es
tos cuatro dones están siendo desperdiciados de manera que no sea esencial o saludable~
y comenzar a hacer un uso más cuerdo de ellos, en beneficio de nosotros mismos y de los
miembros de nuestras familias.
Una bonificación adicional la constituirá el gradual desapego de nuestros dese-
os inspirados por el ego y el cuerpo y que mantienen tan activas nuestras mentes de mono.
Baba ha dicho a menudo : "Les daré lo que desean, esperando que deseen aquello
que he venido a darles." Podríamos decir que deseamos la iluminación, pero para poder
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lograr este estado, habremos de desechar el apego a nuestro ego y a sus deseos.
Baba dice también : "La razón principal por la
de mí, no se debe a que hayan perdido su amor por mí.
sido satisfechos. Y no solamente ésto, sienten temor
conmigo, puedan no ser satisfechos sus deseos y ansias
cual algunas personas se alejan
Se debe a que sus deseos no han
de que, por el hecho de estar
mundanas. De modo que se van."
Este miedo, sin embargo, como la mayoría de los demás temores, no se basa en la
verdad. Somos nosotros mismos los que a menudo le ponemos límites a lo que Baba quie-
re darnos, ya sea insistiendo en que hemos de tener ciertas cosas o rehusándonos a acep
tar otras. Mas, lo que no entendemos es que, en muchas instancias, lo que creemos que
queremos no siempre resulta ser beneficioso o ni siquiera placentero. De manera simi-
lar, aquello que pensamos que no queremos puede sorprendernos resultando ser útil e in-
cluso gratificante. Nuestra visión personal de lo que necesitamos o no es muy miope.
Cuando insistimos en perseguir a cualquier objeto de nuestro deseo o nos empeñamos en
evitar lo que consideramos inaceptable, es muy posible que estemos impidiendo que lle -
guen hasta nosotros aquellas experiencias que más necesitamos para aprender.
Siendo que Baba representa, en forma humana, al Dios Interior que constituye
nuestra verdadera identidad, resulta mucho más fácil y ciertamente más seguro el rendir
nos a su mejor juicio respecto a lo que necesitamos, dejando de seguir insistiendo en-
lo que sea que deseen nuestros egos. De acuerdo a anteriores experiencias, nuestras
elecciones demuestran que, a la larga, usualmente llevan a una desilusión, sin que im-
porte cuan tentadoras prometieran ser cuando las imaginamos en un comienzo.
* * * * *
CAPITULO 7 LOS PAJAROS NEGROS Y BLANCOS
Una vez se me dió una maravillosa inspiración para ilustrar en que forma perde-
mos tan frecuentemente nuestra ecuanimidad cuando nos lanzamos, con nuestras mentes de
mono, a conseguir aquellas cosas sin las cuales pensamos que no podemos vivir y aleja -
mos de nosotros todo lo que más tememos. Yo la llamo "Los Pájaros Negros y Blancos".
En mi escena interna, me pareció que caminaba sobre una cuerda floja, con los
brazos extendidos hacia ambos lados para ayudarme a mantener el equilibrio. Ponía cui
dadosamente los pies sobre la cuerda, asegurándome de mantener la mirada fija adelante~
sin mirar hacia abajo. De pronto, con el rabillo del ojo, divisé a un enorme pájaro
negro que parecía como si fuera a atacarme por la izquierda. Sin vacilaciones, me vol
vi hacia él para apartarlo y caí de la cuerda. Volví a subirme a ella y continué camT
nando. Entonces, percibí a un bello pájaro de color blanco brillante, a mi derecha.-
Resultaba tan atractivo que me volví impulsivamente hacia el ave, porque quería tocar -
1a, só1o para vo1ver a caerme de 1a cuerda.
Nuevamente me subí y pedí que se me revelara el significado de esta experiencia
interna. Se me insinuó que el pájaro negro representaba todo aquello que no quería o
que más temía que sucediera, en tanto que el pájaro blanco simbolizaba todo aquello que
pudiera alguna vez desear. Tanto al rechazar al pájaro negro como al querer coger al
blanco, había perdido el equilibrio. Cuando pedí por una solución para este dilema
tan común, se me dirigió para volver a la cuerda floja y caminar por ella con los bra-
zos extendidos hacia ambos lados, con las manos abiertas y las palmas hacia arriba, y
estando dispuesta a aceptar a cualquiera de ambos pájaros que quisiera posarse en ellos.
21.-
Esta experiencia ilustra dramáticamente el reiterado consejo de Baba en cuanto
a aceptar a todos los pares de opuestos, como el calor y el frío, el placer y el do
lor, la salud y la enfermedad y todos los demás, con igual ecuanimidad. Unos de sus
cortos dichos resume muy bien el punto : "Alabanza y crítica, ambas son lo mismo".
No obstante, es muy facil escuchar o leer este consejo, pero es algo muy diferente el
llevarlo a la práctica en nuestras vidas. Esto viene a ser posible sólo con la ayuda
de Baba, porque el ego luchará hasta el final para no renunciar a su control. Ayuda
también un pequeño mantra que me ha llegado a través del trabajo en el que estoy compro
metida y es: "Entrégate, Confía y Acepta". Significa entregarse al Sí r~ismo Superior
confiar en que haga que suceda cualquier cosa que El sabe que se requiere y aceptar
cualquier cosa que esto sea.
* * * * *
CAPITULO 8 EL SERVICIO DESINTERESADO~
UN ANTIDOTO PARA LA MENTE DE MONO
Además de la reducción en el desperdicio a través del programa de Techo a los
Deseos, Baba sugiere que empleemos los ahorros así logrados en las cuatro categorías
señaladas, para ayudar a quienes son menos afortunados que nosotros mismos. Ciertamen
te no resulta difícil encontrar gentes que necesiten ayuda, especialmente en estos días
y esta era.
De esta manera se puede combinar dos de los proyectos favoritos de Baba : el
"Techo a los Deseos" y el "Seva Desinteresado". Baba especifica que habrá de tratarse
literalmente de un servicio desinteresado, en lugar de dar por interés propio, lo cual
no hará sino volverse en contra del que sirve en lugar de promover su avance hacia la
iluminación.
Mucha gente declara que le gustaría poder ser más útil en el mundo, ayudando a
los que mueren de hambre, a los sin casa, a los desgraciados, los enfermos o los oprimí
dos. Pero es frecuentemente aquí en donde terminan sus buenas intenciones. No les-
faltan excusas para absolverles de culpa o de las críticas de otros. Por ejemplo, que
no pueden ayudar, porque están formando una familia y cada centavo de su escaso presu -
puesto ya tiene un destino. O que están demasiado ocupados o demasiado cansados con
trabajar duro para responder a las necesidades tanto propias como de sus familias, que
les falta tiempo y energía para hacer cualquier otra cosa que no sea lo que les exige
su rutina diaria. En verdad, esta es una situación muy común en la actualidad y en to
do el mundo. No obstante, cuando se sigue el programa del Techo a los Deseos, la mayo
ría descubre con sorpresa que no sólo tiene dinero extra, sino que está mejor alimenta~
da, tiene más tiempo para sí y, lo mejor de todo, que al ahorrar energía, ya no se sien
te demasiado cansada como para compartir sus ahorros con los menesterosos. Se suma a-
ésto el que, cuando la gente comienza a comprometerse en algún tipo de servicio, inva -
riablemente comenta que ella misma resulta ser la más beneficiada con un tal compromi -
so, y también en mucho mayor grado que los receptores de su servicio. El compartir
con otros cualquier cosa que tengamos, ya sea dinero, alimento, tiempo, energía o cono-
cimiento e intuición, produce dividendos inimaginados.
Este servicio desinteresado produce aún otra bonificación inesperada. Cuando
estamos activamente dedicados a darle a otros, estamos revirtiendo por completo la di -
recc1on de la mente de mono. Al concentrarnos en aliviar las angustias de otros en lu
gar de ansiar y agarrar todo lo que deseemos, la mente de mono, al igual que Hanuman,-
22.-
se vuelca hacia el Sí Mismo Divino dentro de uno. Porque, al servirle a otros, en ver
dad le estaremos sirviendo al Dios dentro de todos los seres, puesto que a ese nivel,-
todos son uno.
Cuando se le preguntaba acerca de su identidad, la inmediata respuesta de Hanu-
man siempre era : "Soy el servidor de Rama". Así también nosotros al dedicarnos al
servicio desinteresado, podemos comenzar a volvernos hacia el ocupante dentro de nues -
tros cuerpos llenos de deseos, y servirle a Rama, Cristo, Baba, Buda o cualquier otro
nombre por el que identifiquemos al Sí Mismo Divino residente tanto en nosotros mismos
como en todos los demás a los que tratemos de ayudar, ya sean humanos o animales.
Así, resulta que el antiguo dicho de "La caridad empieza por casa" es un buen
lema para ser adoptado. Ocurre muy frecuentemente que alguien sea un verdadero ángel
servidor para los así llamados extraños, ganándose su eterna gratitud y aprobación, en
tanto que son descuidados los miembros de la familia, no hay preocupación por sus nece-
sidades y este 'popular ángel' ignore también sus pedidos de ayuda o reaccione a ellos
con impaciencia, enojo o irritación. A este respecto, Baba nos dice que los indivi
duos con los que pasamos la mayor parte de nuestras vidas, son justamente aquellos que
nos pueden enseñar exactamente lo que necesitamos aprender, siempre que reconozcamos es
te hecho y permitamos que se produzca el aprendizaje. Es así que aquellos que estén-
estrechamente asociados con nosotros pueden muy bien ser nuestros mayores maestros. Si
con ayuda de ellos podemos aprender paciencia, tolerancia, constancia y resignación en
nuestras relaciones familiares, nuestras vidas serán tan útiles para entregarnos la edu
cación espiritual que más necesitamos, como lo sería la vida de un sadhu o renunciante~
El servicio, ya sea para los miembros de la familia o para otros, habrá de ser
prestado por las razones justas y no con alguna motivación ulterior en la mente, porque
ello reduciría su efectividad. Para que esté libre de ego, debería fluir desde una
profunda compasión por el dolor, el hambre, los sentimientos de rechazo, de pérdida o
de cualquier otro problema que sufran ya sea un individuo o algún grupo. Sólo enton -
ces será beneficioso tanto para el que sirve como para los que reciben los servicios.
Por este motivo habrá que poner cuidado en no decidirse por algún servicio en particu -
lar con el objeto de sentirse importante o digno, ganar reconocimiento, gratitud o cual
quier otra recompensa por parte de los beneficiarios, o por logros espirituales o perso
nales de cualquier especie. Deberá estar libre de cualquier motivación egoísta, como-
la de representar un escape para el aburrimiento o de la rutina diaria y sus responsabi
lidades. -
Otro punto de gran importancia que requiere ser recordado es la necesidad de
mantenerse desapegado de los resultados de nuestro serv1c1o, ya sea que sea o no exito-
so. Baba nos dice : "No se sientan enfatuados con el éxito y desinflados con el fraca-
so".
El mejor antídoto para nuestra mente de mono es el seguir el ejemplo sentado
por Hanuman, que es el de ser el servidor del Sí Mismo real, sea cual fuere el nombre
por el que elijan referirse a El. Baba nos incita de la manera siguiente : "Tomen a
Hanuman como ejemplo de servicio, porque él se destaca como ejemplo supremo del serví -
cío dedicado a lo Divino. Era fuerte, docto y virtuoso, pero no tenía traza alguna de
orgullo." Baba nos dice también que el servicio constituye el único método para comba
tir los efectos del Kali Yuga y que todos los demás métodos para promover nuestro pro~
greso espiritual son inferiores al servicio desinteresado. Explica, además, que "Los
ejercicios espirituales como el repetir el nombre de Dios, la meditación, el yagna, el
leer las Escrituras, el emprender peregrinaciones, no se parangonan con el servicio des
interesado", o también, "La actividad bajo forma de servicio cargado de amor, responde-
al objetivo de todos los caminos hacia la Divinidad. Constituye un medio mucho más
excelso de progreso espiritual que otras formas como la meditación, los bhajans o el Yo
ga."
23.-
Es así que, en dondequiera que nos demos cuenta de que hay una necesidad de ay~
da o de la oportunidad de brindarla, no habríamos de perder tiempo en aceptarla, sin
perder de vista que, al igual que Hanuman, estamos sirviéndole al Dios dentro de quien-
quiera a quien sirvamos y que, al mismo tiempo, le estamos sirviendo al Dios dentro de
nosotros.
* * * * *
CAPITULO 9 EL DESPILFARRO DE DINERO
Baba pone al dinero en primer lugar en su programa de Techo a los
Deseos, presumiblemente, porque, en gran medida, la cantidad de que dispongamos determi
nará la forma en que administremos a las otras tres categorías de alimento, tiempo y -
energía. Baba observa que en este único aspecto, los pobres son más afortunados que
los ricos. Debido a que poseen menos dinero, también tienen menos tentaciones u opor-
tunidades para ser derrochadores. En los países del tercer mundo, por ejemplo, no
existe la presión ni hay tantos atractivos como es el caso con las sociedades ricas.
Para muchas personas que se encuentran en la senda espiritual parece existir un
malentendido respecto del lugar que debe ocupar el dinero en sus vidas. El dinero en
sí, no es ni positivo ni negativo. Es neutral, de modo que su efecto dependerá de la
forma en que sea usado. Si nos permite cumplir con nuestro destino particular y apren
der a liberarnos del apego a él en cuanto símbolo de seguridad, puede tener un efecto-
positivo. Si, por otra parte, le permitimos que nos controle a nosotros y a nuestra
conducta hasta el punto en que nos lleve hasta el egoísmo y la injusticia, puede tener
una influencia negativa sobre nosotros. Mas la decisión no será sino nuestra y no po-
dremos echarle la culpa o alabar al dinero. Cierto, puede ser la causa para todos los
males y frecuentemente lo es. Mas, también es cierto lo contrario, porque si se le em
plea sabia y apropiadamente, puede contribuir grandemente a elevar la vida, al liberar~
nos como para concentrarnos en vivir como Hanuman, dedicados a la voluntad del Sí Mismo
Superior o Rama.
En esta vida, nos es imposible vivir sin algunas cosas básicas como el alimento,
el techo, el transporte y la vestimenta, para no nombrar sino una pocas, y en las así
llamadas sociedades tecnológicas, no podemos proveernos de ellas sin dinero. Sin em-
bargo, debido a que estamos rodeados por un exceso de objetos materiales, nos vemos
constantemente bombardeados por todos los medios informativos que nos impulsan a adqui-
rir cosas que esperamos satisfagan de inmediato nuestros deseos terrenales y nos hagan
felices para siempre. Pero, nuestros deseos provienen de nuestra equivocada identifi-
cación con nuestros cuerpos y los cinco sentidos que nos están tentando todo el día.
Baba dice : "Para la vida diaria, todos requieren dinero. Pero esto es algo
como el llevar zapatos. El zapato habrá de ser de la medida correcta. Si fuera dema
siado grande, no podrían caminar con comodidad. Si les quedara estrecho, también se-
sentirán incómodos. Se les convertirá en un problema el que tengan dinero en exceso y
también será una situación difícil si tienen muy poco. A menudo el hombre se convier-
te en esclavo del dinero mientras trata de ganar más de lo que necesita." Y declara
también : "Cuando van depositando cada vez más dinero en sus cuentas bancarias, le esta
rán creando dificultades a sus hijos para llevar vidas limpias, confortables y honora~
bles." También dice : "Al dinero hay que asignarle su propio sitio en importancia.
Habrá de ser empleado de la mejor manera posible. Debido a que si no hacen el mejor
uso posible de cualquier cosa , no podrán entender para qué está ahí. Por ejerrplo, de-
berían hacer uso del poder de la inteligencia para evitar un mal uso del dinero."
24.-
Al igual que sucede con todos los demás ilusorios símbolos de la seguridad, si
nos permitimos aferrarnos al dinero, descubriremos que resulta ser incierto. Si lleg~
mos a apegarnos en demasía a lo que pueda comprarse con el dinero, podemos ser tentados
para hacer equivaler nuestra valía a la cantidad de dinero o de posesiones que tengamos.
Con ello nos olvidaríamos de lo que realmente somos : el Sí Mismo indestructible.
Cuando pensemos en la forma de reducir el despilfarro, necesitaremos descubrir
ante todo la forma en que lo gastamos, porque uno de los principales obstáculos para es
tablecer un presupuesto es la falta de una idea definida respecto a los gastos. De mo
do que el primer paso consistirá en establecer una lista de los gastos corrientes para-
mostrar un cuadro más claro de los principales. Esta lista habría de comenzar con los
gastos regulares constantes como el pago de arriendo o dividendos, seguros, impuestos,
servicios públicos, teléfono, alimentación, vestimenta, educación, servicios médicos
etc. Cada lista variará según la persona que la compile. Factores como la edad, la
ocupación, las responsabilidades, el estado civil, el número de hijos, la posición en
la sociedad, los antecedentes familiares y muchos otros, mostrarán una influencia co
rrespondiente.
Una vez que se hayan determinado los montos semanales, mensuales o anuales, que
dará en claro el saldo de los ingresos. Esto representará el área en la que es más -
probable que se produzca el despilfarro y respecto de la cual nos pueden llevar a erro-
res nuestros deseos, si fueran gratificados de inmediato, sin una debida consideración
de las consecuencias.
Una vez que se 1n1c1a un listado de los gastos, aparecerá un patrón que dejará
en claro aquellas áreas en las que se cae en el derroche.
Puesto que nuestros cinco sentidos son los responsables por inducir a la mente
a apegarse a cualquier cosa por la que ellos se sientan atraídos, es importante recono
cer el papel que desempeñan en el momento de embarcarse en el programa del Techo a los-
Deseos.
Porque, como lo expresa Baba : "Cuando los sentidos que habrían de ser los ser-
vidores del hombre han llegado a ser los amos, él se habrá convertido en un esclavo de
la belleza exterior, la melodía evanescente, la blandura externa, el gusto estimulante
y la fragancia frágil."
De modo que, al pensar en el derroche de dinero, necesitaremos descubrir en qué
forma tienta cada uno de los cinco sentidos a la mente de mono para que llegue a afe
rrarse a la multitud de vistas, sonidos, olores, gustos y sensaciones táctiles que le
presentan.
El sentido de la vista y el despilfarro de dinero.
En la mayoría de las personas, la vista es el sentido más fuertemente desarro-
llado y es, por ende, el que lleva hacia más apegos, lo cual, a su vez, lleva al derro-
che.
La publicidad, una campaña de persuas1on, es una de las formas principales por
la que los ojos llevan a la mente a apegarse a cualquier cosa que le resulte atractiva a
cada individuo, de entre la miríada de posibilidades que se nos presentan.
En los diarios y revistas, catálogos y folletos enviados por correo, en los car
teles colocados a lo largo de las carreteras y, en forma más convincente aún, en los co
merciales de la televisión, los fabricantes publicitan sus productos haciéndolos exhi ~
bir de manera tan atractiva que los videntes se ven persuadidos para correr a una tien-
da para comprarlos, ya sea que los necesiten o no.
25.-
Debido a que estos comerciales constituyen la mayor parte del apoyo financiero
a los programas dedicados al entretenimiento y otros tópicos, ejercen un gran poder y
tienen un control absoluto sobre sus técnicas de publicidad. Esto implica que funcio
ne una coerción adicional, además de los artículos en.exhibición. Ella es el control-
por parte de los fabricantes sobre las personas invisibles de su audiencia, a quienes
están urgiendo a gastar dinero en la compra de sus productos, a menudo sólo como derro
che.
Puede ser que se exhiban vestimentas atractivas o bellas joyas, los últimos mo
delos de automóviles nuevos y lustrosos, alimentos de apariencia deleitosa, cosméticos
que garantizan demorar el proceso de envejecimiento, equipos electrónicos (los jugue -
tes que apasionan a los hombres) y una multitud de otros artículos seductores. La
lista es interminable y variada, diseñada como está para tentar a todo tipo de perso -
nas con sus cosas favoritas.
Ni los niños se salvan de esta inclemente andanada. Ellos se han convertido
en el blanco más reciente de los publicistas que planean la mejor forma de tentarlos
para ansiar lo que se les muestra, con el resultado de que ruegan, engatusan y, en al-
gunos casos, hasta llegan a intimidar a sus padres para que se les compren los artícu-
los exhibidos en la pantalla, aunque se trate de cosas que no nece~ten oni siquiera
deseen. Son presionados para desear poseerlos, porque creen que sus amigos que tam -
bién son bombardeados con las mismas imágenes, también tratarán de persuadir a sus res
pectivos padres para que se los compren. Los niños, en general, no quieren ser dife~
rentes a sus pares, porque, al serlo, se sienten rechazados o en desventaja, hecho del
cual son agudamente conscientes los publicistas.
De esta manera, los niños están siendo programados desde una muy temprana edad
para creer que deben tener todo lo que ven. Este hábito de la gratificación instantá
nea persiste a menudo hasta la edad adulta, cuando resulta mucho más difícil de borrar.
La publicidad, sin embargo, aún siendo poderosamente persuasiva, no representa
la única manera por medio de la cual los ojos llevan a la mente a ansiar cualquier co-
sa que ellos vean. Las grandes tiendas por departamentos y los supermercados y, en
menor medida, las tiendas más pequeñas, representan otra fuente de tentaciones para de
rrochar el dinero a través del sentido de la vista. Los ojos se encandilan frente a-
la enorme exhibición de mercaderías dispuestas hábilmente para atraer la atención. La
disposición es apabullante, puesto que presenta una tan grande selección que confunde
aún más al comprador, sobre el que actúa como una suerte de hipnótico. La multiplici
dad de artículos se exhibe con el solo propósito de seducir a las personas para com ~
prarlos, los necesiten o no e incluso aunque no les gusten. Se requiere que la perso
na sea muy fuerte como para resistir a una coerción tan poderosa. -
Las liquidaciones representan más que un peligro para quienes son adictos a
las compras, ya que ofrecen la atracción adicional de obtener gangas. Lamentablemen-
te, son muchos los que sucumben ante este seductor señuelo, creyendo que ahorrarán la
cantidad de dinero en que el artículo ha sido rebajado, pasando por alto el hecho de
que, a menos que lo puedan usar, habrán derrochado el dinero en lugar de ahorrarlo.
Además, estamos literalmente rodeados de cosas que se ven, tanto agradables co
mo desagradables, cada día de nuestras vidas, cuando caminamos por las calles, cuando-
conducimos nuestros autos por las carreteras, cuando vamos al mercado o a las tiendas,
cuando estamos en el trabajo, cuando visitamos a amistades y, en general, en todas las
actividades que comprenden nuestra rutina diaria. En todas estas situaciones puede
que veamos cosas que resulten agradables de ver y, por eso mismo, que nos tienten en
cuanto a poseerlas.
26.-
El sentido del oído y el despilfarro de dinero.
¿En qué forma nos tienta el sentido del oído para derrochar? Al igual que su-
cede con el sentido de la vista, la televisión representa una de las fórmulas principa-
les utilizadas por los publicistas para incitar a la audiencia hacia la compra de sus
productos, los que son ensalzados en los comerciales. El anunciador puede describir
en su campaña de ventas, un nuevo tipo de artefacto que sirva para ahorrar tiempo, el
último modelo de computador, un viaje hacia algún lejano paraíso exótico que promete es
caparle a las tensiones de la vida diaria o cualquier otra de entre una multitud de a~
tracciones que son pregonadas por el aire.
Además, la radio que se enciende en el automóvil mientras se conduce rumbo al
trabajo, a alguna gestión, al llevar a los niños al colegio o a actividades extraescola
res y durante cualquiera de los demás recorridos diarios, le otorga a los publicistas-
otro método suplementario de seducción, para impulsar tanto al conductor como a los pa-
sajeros del vehículo a comprar todo aquello que el locutor va describiendo con su más
persuasivo tono de voz.
Los publicistas hacen uso hoy en día incluso de las líneas telefónicas priva
das. Sus vendedores se empeñan al máximo para imponerle a los dueños de casa una fir-
ma de renovación de pinturas, el comprar ciertas acciones, pedir algún nuevo y apasio -
nante producto o invertir en cualquier otra empresa o artículo. En este método publi-
citario existe la ventaja adicional de la voz humana que ha sido utilizada por siglos
para hipnotizar a sujetos aptos para seguir órdenes orales, en este caso, las del locu-
tor, el cual ha sido bien entrenado en el arte de la persuasión. Resulta interesante
destacar que este tipo de llamadas siempre se llevan a cabo cerca de la hora de la comí
da nocturna, cuando se asume que es más probable que haya algún miembro adulto de la fa
milia en casa.
Luego se puede citar las palabras directas con que otras personas acosan a cual
quiera que las quiera escuchar, con listas de descripciones de sus últimas adquisicio ~
nes. Contagiados por su entusiasmo, quienes escuchan puede que se tornen envidiosos,
celosos o competitivos y deseen para sí mismos aquello que oyen describir. O, puede
que alguien hable de alguna nueva inversión que prometa una importante ganancia y, los
que escuchan se sienten atraídos por la perspectiva de tener más dinero que gastar y de
ciden invertir también en ella.
Estos no son sino algunos ejemplO$ de la forma en que el sentido del oído puede
seducir a las personas a derrochar dinero, a menos que echen mano de la discriminación
para decidir por sí mismas si realmente necesitan los productos propuestos.
El sentido del olfato y el despilfarro de dinero.
La nariz tiene dos usos. Con el sentido del olfato presenta ante el cerebro
la información acerca de variadas substancias. También es el órgano a través del cual
se le lleva oxígeno al cuerpo y se expele el dióxido de carbono. El sentido del olfa-
to es el que puede llevar al despilfarro de dinero.
De acuerdo al diccionario, "el sentido del olfato permite que sea percibida una
substancia gracias a la estimulación química de los nervios olfatorios ubicados en la
cavidad nasal, por parte de partículas despedidas por la substancia en cuestión."
No obstante, en vez de que una persona confíe en este sentido únicamente para
protegerse del daño que le pudieran causar substancias nocivas, frecuentemente se deja
tentar por él para dejarse llevar por substancias que le huelen dulces, como los perfu-
mes caros, por ciertos alimentos, por el tabaco, el café y muchas otras cosas de aromas
atrayentes.
27.-
Los publicistas son rápidos para aprovecharse del sentido del olfato de sus po-
tenciales compradores. Los alimentos, como los panes u otros productos de panadería o
pastelería, entre otros, pueden contener productos químicos que realcen su atractivo a-
romático y estimulen a las personas para elegir una marca en particular por sobre otras
menos olfatoriamente atrayentes.
Todos conocemos las muestras de perfume que se incluyen en catálogos y, a veces
incluso en las boletas de las tiendas por departamentos, para seducir a los clientes y
llevarlos a comprar un aroma en particular. Ultimamente, esta práctica ha sido fuerte
mente criticada por causarle reacciones molestas a personas alérgicas a los ingredien ~
tes contenidos en algunos perfumes.
Esto lleva al derroche únicamente si los clientes se dejan seducir por estas
campañas y permiten que su sentido del olfato les lleve a ser extravagantes, a comprar
en demasía o en cantidad, a comprar artículos que no pueden usar, los que estén de moda
o que causarán impresión entre sus conocidos. También aquí es esencial la discrimina-
ción para mantener las compras dentro de límites aceptables y para retener el control
sobre nuestro sentido del olfato.
El sentido del gusto y el despilfarro de dinero.
Según el diccionario, "el sentido del gusto es estimulado por el contacto de
las papilas gustativas en la superficie de la lengua con diferentes substancias, deter-
minando así su calidad de dulce, ácido, salado o amargo."
Los sentidos del gusto y del olfato están en estrecha conex1on. Las personas
que han perdido el sentido del olfato indican que ya no tienen la capacidad de saborear
los alimentos y a menudo pierden el interés en comer. Esto se debe a que el olor del
alimento estimula la secreación de las glándulas salivales que ayudan al proceso diges-
tivo, el cual se inicia en la boca. Muchas personas sienten que se les despierta el
apetito cuando se les hace agua la boca al percibir con el olfato los aromas del pan re
cién horneado, de cebollas que se fríen o del café que se está colando.
Además de asociarse con alimentos y bebidas, se ha hecho una práctica común el
emplear la palabra gusto en otros contextos. Una persona puede tener gusto por algo,
en el sentido de encontrarlo placentero, como ciertos tipos de diversiones, un deporte
o alguna otra actividad que le resulte grata. O se la puede describir como teniendo
buen gusto en su elección de vestimentas, muebles, joyas o literatura que sean acepta -
das por consenso como estéticamente validas o apropiadas. O, también, alguien puede
expresar que desea tanto algo que casi puede saborearlo.
De modo que se hace necesario determinar en qué forma puede conducir a la mente
hacia el derroche este multifacético sentido del gusto.
Esto, sin embargo, no significa que hayamos de privarnos del goce del gusto por
los alimentos, puesto que constituye una valiosa ayuda para la digestión al estimular
las secreciones que se requieren; ni tampoco, el que sintamos que debamos prescindir de
otras dedicaciones placenteras. Sólo cuando permitimos que este sentido nos controle
y sea causa de que ansiemos algunas cosas en exceso, es que seremos culpables de despil
farrar dinero comprando más de lo que necesitamos, cosas que no podemos usar o que no-
están a nuestro alcance.
El sentido del tacto y el despilfarro de dinero.
El sentido del tacto es estimulado por cualquier cosa que produzca una sensa
ción de placer o de dolor en cualquier parte del cuerpo, a través de la piel que cubre
28.-
todo el cuerpo, por fuera y por dentro.
Las reacciones ante el calor y el frío, la sequedad y la humedad y todas las va
riaciones de las condiciones climáticas, estimulan el sentido del tacto.
Las personas sienten el agrado o desagrado diferentemente. Este hecho es apli
cable también a las variadas texturas de los materiales de la vestimenta u otros que to
man contacto con la piel en diferentes partes del cuerpo. Texturas tales como las sua
ves, lisas, ásperas, las que producen picazón o cualquier otra, pueden causar una am
plia variedad de reacciones en diferentes personas.
Este sentido es estimulado desde el nacimiento por los padres, cuando toman en
sus brazos al bebé, lo acarician, lo palmotean, le dan masaje y lo tocan. Tanto los
contactos agradables como los desagradables establecerán patrones que continuarán hasta
la edad adulta. Si un bebé se ha sentido placenteramente satisfecho durante la infan-
cia y ha recibido la seguridad de ser amado, no será probable que, como adulto, ya sea
ansíe ser tocado o, por el contrario, evite tales contactos.
Al igual que con los otros sentidos, el del tacto impulsa a la persona a derro-
char dinero comprando cosas que sean gratas al tacto, sólo cuando ha llevado a la mente
a apegarse indebidamente a una sensación.
Y también, si algo controla la mente de una persona como para que sus pensamien
tos deriven siempre hacia ello y, por ende, llega a ser responsable de una reacción de
adicción al tacto, la habrá esclavizado y puede conducir a que derroche dinero para sa-
tisfacer las ansias que haya desarrollado.
* * * * *
CAPITULO 1O EL DESPERDICIO DE ALIMENTO
Resulta fácil observar que la cantidad de dinero de que se disponga en un momen
to dado, influye sobre muchas otras áreas de la vida, entre las que la cantidad y la e~
lidad de los alimentos y bebidas no dejan de ser importantes. Sin embargo, salvo en
casos extremos, esto no plantea necesariamente un problema insoluble, si se inicia una
sabia planificación y se toma la firme determinación de evitar el derroche.
No obstante, en el más amplio de los sentidos, alimento implica cualquier cosa
que una persona ingiera desde afuera. Como lo expresa Baba: "Las calorías que uno i!2_
giere por la boca no constituyen sino una pequeña parte de lo que consume el hombre.
Lo que se absorbe por los sentidos forma parte del alimento que conforma al individuo.
Los sonidos escuchados, las cosas vistas, las impresiones táctiles que se buscan o se
reciben, el aire respirado, el medio ambiente que exige atención, apreciación y adop
c1on ... todo esto es alimento. Todo esto produce un impacto considerable sobre el ca
rácter y el curso de la vida del individuo. Coman para vivir y no crean que viven con
el objeto de comer."
En otras palabras, todo lo que ingerimos a través de nuestros cinco sentidos :
la música y las palabras que escuchamos con los oídos; las películas y los libros que
vemos con los ojos; los olores que olemos; las comidas y bebidas que saboreamos, y los
materiales y cosas que tocamos, deben ser todos considerados cuando intentamos eliminar
el derroche en nuestras vidas y buscamos determinar si son necesarios o, incluso, desea
bles.
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El alimento que comemos y los líquidos que bebemos proveen al cuerpo del combus
tible que lo mantiene sano y funcionando eficazmente, siempre que no los ingiramos en-
exceso.
Según Baba : "Toda la variedad de gustos, colores y aromas de los alimentos no
son, si los consideran con justicia y equidad, sino drogas para curar la enfermedad del
hambre. Todas las bebidas que ha inventado el hombre no son más que drogas para ali -
viar la enfermedad de la sed. El hombre sufre de la fiebre de los sentidos y prueba
los remedios rápidos de las recreaciones, los placeres, las amenidades, los banquetes,
los bailes etc., sólo para descubrir que la fiebre no cede."
En su estilo claro y simple, Baba también ha resumido el efecto de los excesos
en la comida o la bebida. En el caso de la bebida, he aquí lo que ha dicho : "Cuando
el hombre vierte en el hombre el contenido de la botella, ¡él mismo se mete en la bote-
lla y no puede escapar! Primero, el hombre bebe vino, luego el vino bebe vino y, fi -
nalmente, el vino se bebe al hombre mismo. Queda hundido y ahogado en la bebida."
Se va haciendo cada vez más evidente que un creciente número de personas en to-
do el mundo sufre de desnutrición. Esto vale incluso para los países más ricos, debi-
do al hecho que gran parte de los alimentos que consumen son muy procesados y carecen
de nutrientes asimilables. El fenómeno del llamado 'junk-food' se ha impuesto en to -
das partes y no siempre debido a falta de dinero. Es más bien el resultado del acele-
rado ritmo de vida que deja a muchas personas escasas de tiempo para planear, comprar,
preparar y cocinar comidas nutritivas. Resulta tanto más fácil y rápido el comprar
mezclas envasadas o artículos precocidos o congelados, que recolectar ingredientes fres
cos que contengan nutrientes en cantidad y equilibrio suficientes para mantener una sa~
lud óptima.
Este hábito de la comida rápida lleva a un círculo v1c1oso. La falta de calo-
rías produce un hambre crónica que mucha gente trata de saciar por medio de frecuentes
bocadillos entre las comidas, los que también carecen usualmente de los nutrientes ade-
cuados. Por consiguiente, a menudo les falta energía, se muestran apáticos y desinte-
resados en lo que estén haciendo, están demasiado cansados para hacer cualquier ejerci-
cio y se contentan con desperdiciar tiempo y energía en actividades inútiles y sedenta-
rias.
Baba recomienda ingerir la mayor cantidad posible de alimentos crudos para recu
perar la energía que se gasta en toda la variedad de actividades y responsabilidades -
que se enfrentan en la vida diaria.
Nos advierte una y otra vez que hemos de recordar que no somos el cuerpo. Mas,
por otra parte, nos aconseja el cuidarlo, puesto que nos proporciona el medio para sal-
dar nuestro karma pasado y para aprender que nuestra verdadera identidad no es el cuer-
po, la mente o la personalidad que son todos pasajeros, sino la chispa interior de la
Verdad o la Realidad Universal que es indestructible.
El sentido de la vista y el desperdicio de alimento.
Es bien sabido el hecho que, si la comida resulta atractiva a la vista, el sólo
verla abrirá el apetito y la hará más fácilmente asimilable, porque habrán sido estimu-
lados los jugos gástricos necesarios para su digestión.
En el caso de personas que están enfermas y que han perdido el apetito, es muy
probable que los alimentos que les son presentados en forma atractiva despierten su in-
terés por comer. Es todo un arte el arreglar un plato de comida que luzca apetitoso,
con colores y disposición que sean tan atrayentes para la vista como para el olfato y
el gusto. Son renombrados los cocineros del Japón por la forma en que ordenan los di-
ferentes componentes de un plato y en muchos restaurants de ese país, se colocan bande-
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la obra literaria EL AVARO DE moliere 2024
 

Aprendiendo a-controlar-nuestra-mente-de-mono

  • 1. i J f * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * APRENDIENDO A CONTROLAR NUESTRA "MENTE DE MONO" Phillis Krystal * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * Traducido por Herta Pfeifer Santiago, diciembre de 1992
  • 2. Dedicatoria Agradecimientos PREFACIO Capítulo Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo lO Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 I N D I C E S E C C I O N I Preparación La Mente de t1ono El Mono del Organillero Hanuman Los Sentidos El Programa de Techo a los Deseos de Baba Los Pájaros Negros y Blancos El Servicio Desinteresado, un Antídoto pa- ra la Mente de Mono El Despilfarro de Dinero El Desperdicio de Alimento El Desperdicio del Tiempo El Desperdicio de Energía La Mente de Mono y el Pensar, el Sentir, el Hablar y el Actuar La Mente de Mono culpa al Jarro La Mente de Mono y el Virus del Ashram S E C C I O N II Espiritualidad Práctica Llevando la Espiritualidad a la Práctica Diaria Pag. 5 9 11 14 15 17 19 20 21 23 28 32 38 43 46 48 51 55
  • 3. Capítulo 18 Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27 Capítulo 28 Capítulo 29 Capítulo 30 Capítulo 31 Capítulo 32 Capítulo 33 Capítulo 34 Capítulo 35 Capítulo 36 Capítulo 37 Capítulo 38 Capítulo 39 La Espiritualidad Práctica en el Hogar "No siempre podrán ser atentos, pero siem- pre deberían hab1ar y actuar cortesmente" El lograr la Serenidad practicando la Pre- sencia, el estar aquí ahora Como lograr el Control de la Mente de Mono Hecho o Ficción el Saber o Pensar inspi- rados El Desnudamiento Espiritual Practiquen lo que Predican unan Cabeza, Corazón y Manos Como recibir una Guía Directa El Remedio de Baba para la Inseguridad "Amen la incertidumbre respecto a Mí" "¿Por qué temer si Yo estoy aquí?" "Déjense de hacer y déjenselo a Dios" "Siéntanse felices" ¿~1ono o Humano? "Consérvenlo simple" "Mi Vida es Mi Mensaje" "Lo mismo por fuera que por dentro" nada de planes ocultos "Todos ustedes son templos ambulantes" "Encuéntrenme en su corazón" Reacción en Cadena de Generación en Genera ción Cuando el pupilo esté preparado, aparecerá el Maestro "Una rosa, bajo cualquier otro nombre, ten drá el mismo aroma" La Clarinada de Baba para despertarnos y para llamarnos al "¡Id y actuad!" * * * * * Pag. 54 55 57 59 61 64 68 69 72 74 75 76 77 78 79 80 80 81 82 83 84 86
  • 4. DE D 1 C A T O R 1 A Le dedico este libro a Sri Sathya Sai Baba quien anunció que lo estaba escribiendo in cluso antes de pensar yo en escribir otro libro y materializó una hermosa lapicera para que yo la usara, asegurándome que "El libro está en la lapicera". De modo que aquí lo tienen, ¡gracias a Baba!
  • 5. "Es su deber el abandonar. Abandonar todos sus planes, incluso los mejores. Abandonar todas las teorías que atesoran, las doc trinas que les son caras, los sistemas de conocimiento que han llegado a obstruir sus cerebros, las preferencias que han acumu- lado, la persecusión de la fama, la fortuna, la erudición, la su perioridad. Todo esto es material, objetivo. Hagan su entra- da al mundo objetivo después de haber tomado conciencia del Atma. Entonces realizarán que todo no es más que la obra puesta en es- cena por el Atma." Sri Sathya Sai Baba
  • 6. A G R A D E C I MI E N T O S En primer término, deseo dar las gracias a Sri Sathya Sai Baba por la enorme ayuda y estímulo que está siempre tan dispuesto a darle a cualquiera que lo pida y que quiera permitirle que guíe su vida. Le doy las gracias a mi hija Sheila, por haber editado tan cuidadosamente el manuscrito, tal como lo hiciera con los anteriores. También le doy las gracias a Peggy Lenney por haber copi~ do paciente e incansablemente el manuscrito en su comput~ dor, como parte de su seva o servicio que, como nos lo a- segura Baba, es tan importante para nuestro progreso espi ritual. Y por último, aunque no por ello menos importante, le doy las gracias a mi marido, Sidney, por el continuo apoyo a mi trabajo, lo que me ha dado la posibilidad de escribir libros y de dictar seminarios en muchos y hasta remotos lugares.
  • 7. 5.- P R E F A C 1 O Este libro, al igual que los tres anteriores, fue inspirado por Sri Sathya Sai Baba, con su usual estilo enigmático. Sólo en raras oportunidades entrega orientacio nes claras o precisas, prefiriendo usualmente el sugerir simplemente un rumbo y dejar- luego al individuo libre para decidir si desea seguirlo o si elige uno más acorde a sus preferencias. Baba explica que siempre respetará nuestro libre albedrío y que ja más lo anulará, como tampoco nuestro karma. - No obstante, he observado que ante una situación en la cual, pese al esfuerzo de su parte, el individuo no llega a ser capaz de decidir en cuanto a un rumbo en par- ticular para una acción, Baba le proporcionará siempre la información suficiente como para indicarle la solución correcta. Sin embargo, lo hará tan sólo si la persona le ha entregado realmente su voluntad y no tiene preferencia alguna respecto del resulta- do, como para decir, sinceramente, "que sea Tu voluntad y no la mía". Durante una visita en enero de 1989, me dijo que no viajara tanto para verle, sino que esperara hasta que estuviera publicado el libro que acababa de terminar y que entonces le llevara una copia para su bendición. Sidney, mi marido, con su rapidez mental y previsión habituales, se dió cuenta de que como funcionario de la organiza ción en los Estados Unidos, asistiría a la próxima Conferencia Mundial y al 65° Cumple años de Baba, a fines de noviembre de 1990. De modo que, antes de que yo tuviera el- tiempo para responder, preguntó : "¿Para tu próximo cumpleaños, Swami?" Baba, lanzán dome una furtiva sonrisa, a sabiendas de cual es mi reacción ante las multitudes como- las que se congregan para su cumpleaños, replicó : "Sí, Swami se sentiría muy feliz". A diferencia de Sidney, no pensé con la suficiente rapidez como para preguntarle si quería que viniéramos dos veces en el año y, además, en ese momento tampoco sabía cuan do se publicaría el libro en cuestión. Como siempre, Baba esperaba que fuera pacien~ te y estuviera atenta y esperara descubrir por mí misma el momento adecuado para ir, tan pronto ese momento llegara. El libro estuvo debidamente publicado en junio de 1990. Entretanto y por va - rías razones, habíamos decidido no asistir al 65° cumpleaños. Cada cinco años, selle va a cabo una Conferencia Mundial coincidiendo con el cumpleaños de Baba. Por ende, estas ocasiones son multitudinariamente concurridas y muy agitadas. Por consiguiente, Baba no puede sino otorgar pocas entrevistas personales. Tampoco se le puede ver fá - cilmente durante los darsan, como sucede en otras épocas del año. Habíamos asistido a las grandes celebraciones de los cumpleaños 50, 55 y 60, ca da una de las cuales había sido progresivamente más multitudinaria que la anterior. A nuestras edades avanzadas, encontramos muy cansadoras estas muchedumbres que se reu - nen. De modo que cuando supe que dos amigas partirían a fines de junio y dado que Sid ney prefirió no viajar en ese momento, decidí ir con ellas y cumplir con lo que Baba ha bía pedido en cuanto a llevarle una copia del libro "tan pronto estuviera publicado".- Durante una entrevista, hacia el final de esa corta visita, me dijo en tres oca siones, con un tono de voz muy serio y con una expresión facial igualmente seria, que- debía volver para su 65° cumpleaños. Fue así que, en vista de su insistencia, Sidney y yo decidimos asistir. A lo largo de los años he aprendido que Baba nunca dice algo que no encierre algún indicio muy importante para la persona a quien le está hablando. También he aprendido que el sentido de esto se encuentra usualmente en muchos niveles y no únicamente en el más obvio y superficial. De modo que, aunque no teníamos idea de por qué había sido tan insistente (lo que en sí mismo era inusual), mi propia expe- riencia me había enseñado que podía seguir con toda confianza sus órdenes. Fue así que, a mediados de noviembre, Sidney y yo, junto a miles de devotos más
  • 8. 6.- llegamos al asram, a tiempo para acomodarnos antes de los próximos eventos. En realidad había tanta gente como lo habíamos anticipado. No obstante, resul taba igualmente increíble el ver como esas enormes masas de seres humanos, provenientes de tantos países, sumadas a las multitudes provenientes de cada rincón de la India, eran alojadas y alimentadas. Tenía la seguridad que muchos de los presentes habían ahorrado y juntado y hecho sacrificios para poder hacer el viaje, ya sea que vinieran en avión de allende los mares o de ciudades, pueblos y pequeñas aldeas de la India, via jando incluso por varios días hasta llegar al asram. Habían llegado en automóviles, en trenes, el buses, carros tirados por bueyes y hasta a pie. Esta intensa devoción tan impresionantemente demostrada, resultaba asombrosa de observar y altamente inspiradora. Baba, como siempre, era el anfitrión perfecto, derramando su amor sobre los mu- chos miles de devotos anhelantes, reunidos para honrarle en su cumpleaños. La energía era algo caso tangible y permitía que todos y cada uno funcionaran adecuadamente, inclu- so bajo condiciones de todo tipo, menos confortables. El Presidente de la India había sido invitado para participar en la inaugura c1on del nuevo museo que exhibe muestras que representan a los muchos países en donde hay devotos de Sai, como también de las diferentes religiones del mundo. Se llevaban a cabo muchas reuniones, en forma regular, en donde los delegados podían exponer acerca de las actividades de sus organizaciones. Se había erigido una inmensa estatua de Hanuman, el dios-mono, sobre una colina que domina los campos deportivos, y fuimos afortunados al estar presentes cuando Baba ofició durante su consagración. Fueron bendecidos los planos de un nuevo hospital que será construido en los alrededores, en una solemne ceremonia presidida por Baba, a la que también pudimos asistir. Baba dió muchos discursos que fueron traducidos al inglés para quienes no en tienden el telegú, idioma en el que habla habitualmente. Durante los días de festividades había muchedumbres por todas partes y el aire estaba cargado eléctricamente con su entusiasmo. La víspera del día en que había planeado dejar el asram para retornar a casa, fuimos llamados a entrevista conjuntamente con varios otros occidentales. Cuando esta ba sentada a sus pies, junto a otras visitantes, Baba fijó repentinamente su atención- en mí y anunció: "Sra. Krystal, usted está escribiendo otro libro". Como es habitual, sus comentarios o preguntas llegan siempre en forma sorpresiva, lo que le complace, ya que le encanta coger a las personas desprevenidas. Sin embargo, era difícil determi - nar, por el tono de su voz, si estaba haciendo una pregunta o una declaración, de modo que respondí : "¿Sí, Baba?", parcialmente como pregunta. Como es su costumbre, pregun tó entonces : "¿Cuál es el título?", a lo que respondí como lo había hecho en anterio-::: res ocasiones en que me había hecho esa pregunta: "Nunca sé del título, Swami". Son- rió dulcemente y me tranquilizó, diciendo: "Swami lo dará." Entonces, con el fami liar giro de su mano derecha, produjo una hermosa y delgada lapicera de plata brillante guarnecida en oro y un esmalte azul verdoso, diciendo : "El libro está en la lapicera". Antes de pasármela, tomó una hoja de papel y garrapateó sobre ella, para asegurarse de que estaba cargada con tinta. Luego, satisfecho, me la entregó. "¡Oh, gracias Baba!" le dije a lo cual respondió con una ancha sonrisa : "Por favor, no hay de qué", lo que hizo reir a todos los presentes, incluyéndome, ya que estaba parodiando mi acento y to- no de voz. Realmente no podía sentirme más sorprendida y encantada, al igual que di - vertida. Resulta significativo que siempre he usado una lapicera para escribir prime- ro a mano, para pasar a máquina más tarde lo que haya escrito. Me es imposible usar una computadora, porque encandila mis ojos y me causa dolores de cabeza. Yo sabía que Baba conocía mi costumbre, porque una vez que le pasé unas páginas manuscritas de un li
  • 9. 7.- bro que estaba escribiendo en esos momentos, se refirió a mi escritura como que era una serie de "rasguños de las patas de un cuervo", lo que es correcto, porque le resul- ta ilegible a cualquiera que no sea yo misma y, ¡por supuesto a Baba! Más adelante, durante la misma entrevista, me indicó que le trajera el nuevo li bro para bendecirlo cuando se inaugurara el nuevo hospital que estaba planeando enton - ces. Le pregunté cuando sería y me contestó con una mirada llena de intención : "El día anterior al próximo cumpleaños de Swami, el 22 de noviembre de 1991." Sin pensar siquiera, me encontré respondiendo : "Oh Swami, vas a tener que apurarte entonces para escribir todo un libro a través de mí en sólo un año" ... ante lo cual se rió y replicó "Swami lo hará". No fue sino hasta tiempo después que tuve la oportunidad de examinar la lapice- ra. Al remover la tapa, me sentí encantada de ver que tenía una pluma antigua, como las que solía utilizar durante mi juventud en Inglaterra. Examinándola con cuidado, descubrí que en la pluma estaba grabada la palabra "Parker" y, sobre banda de oro de la base, 1as pa1abras "Made in UK". Mi reacción inmediata fue : "Qué apropiado, porque yo también fui hecha en Inglaterra", puesto que había nacido allí. Recordé entonces una simpática historia que había escuchado recientemente y que pudiera explicar esta la picera Parker. A lo largo de los años, Baba ha producido, como sacados del aire, una serie de artículos como relojes y lapiceras que han llevado el nombre del fabricante o del país en que fueran manufacturados. Mucha gente ha citado este hecho como prueba de que Ba- ba es un mago y que en realidad no materializa estos objetos como aparenta hacerlo. En otras palabras, lo tildan de fraude o de impostor y a menudo pierden la fe en él y en sus enseñanzas. Esta pequeña historia posiblemente explique la forma en que Baba procura estos regalos. Un señor de un país europeo se encontraba entre los miembros de un grupo que fue llamado a entrevista. Baba eligió producir un reloj de oro con un giro de suma- no. Se lo regaló a este señor, el que, junto con estar feliz, se sintió al mismo tiem po preocupado pensando que a lo mejor no podría pasar con él por la aduana cuando aban~ donara la India para regresar a su país. Tuvo el suficiente valor como para mencionar le a Baba su inquietud, el que de inmediato concedió que podía surgir un problema y le- indicó que esperara un momento. Entonces, para sorpresa de todos, volvió a girar la mano con el habitual movimiento circular y produjo una boleta de venta que llevaba im- preso el nombre de una tienda de la ciudad de residencia del señor de marras. Se la pasó al estupefacto señor con una gran sonrisa, tranquilizándolo con un : "Ahora ya no tendrás problemas". Poco después de haber regresado a casa, este señor decidió investigar este inci dente un poco más y se dirigió a la tienda indicada en la boleta. Preguntó allí si aT guíen recordaba a quien hubiera comprado el reloj, mostrándoselo al vendedor, el cual - le respondió de inmediato : "Esta es una venta que nadie de nosotros podría olvidar, de bido a lo inusual del cliente. Estaba vestido con una larga bata naranja y lucía un- amplio peinado estilo afro. Lo más extraño fue que, después de haber c6mprado el re ~ loj, volvió pocos minutos después para pedir la boleta de venta, y desapareció rápida~ mente con ella." A diferencia de este señor, no me fue posible verificar la compra de la lapice- ra, pero sospeché que podía haber alguien en una tienda de alguna parte de Inglaterra que pudira relatar una historia similar. Este es el tipo de historias mistificadoras que circulan acerca de Baba. El no hace nada por explicar estos enigmáticos inciden - tes, prefiriendo, evidentemente, permitirle a cada cual sacar sus propias conclusiones. Algunos dudarán de su veracidad, en tanto que otros tendrán mayor fe en sus extraordina ríos poderes. De este modo, las cosas serán como él mismo lo expresa, "como si un po-=- tente viento separa la paja del grano", los incrédulos de los creyentes.
  • 10. 8.- Así es que supe que volvería para otro cumpleaños más al año siguiente y con un nuevo libro terminado para presentárselo a Baba para su bendición. Era seguro que él habría de escribirlo a través mío, como se lo había pedido, porque hasta ese momento no estaba en mi mente ni su título ni su contenido. Mas he aprendido a confiar en Baba y estaba segura que él me proveería tanto del título, como lo había prometido, como del libro mismo, puesto que "lo contenía la lapicera", como lo había expresado tan singular mente. - Con antelación a este episodio, había pensado pasajeramente en que, probablemen te, en algún momento futuro, debería escribir un libro acerca del trabajo reciente que- he estado realizando con las formas de pensamiento negativas. Incluso anoté algunas ideas un día, pero rápidamente decidí que era prematuro aún. También había estado dán dole vueltas a la idea de que, en algún momento futuro, debería cumplir con mi promesa de ampliar el folleto que había redactado acerca del programa de "Techo a los Deseos" de Baba, pero también lo había pospuesto. Fue interesante el que una mañana, antes de dejar la India para volver a casa, estaba meditando y el título del libro llegó como un destello a mi mente : "Sathya Sai Baba y Nuestra Mente de r~ono". De modo que Baba me había proporcionado tanto el títu- lo como el tema, tal como lo había prometido, y tan rápidamente. Tan pronto como emer giera el título, comenzaron a tomar forma en mi mente las líneas generales y todas las- piezas empezaron a calzar configurando un intrincado mosaico. Pude ver como todas las experiencias aisladas que se habían producido estado con Baba esta vez, habían apunta- do, sin que me diera cuenta, hacia el tema del libro. Y en él se combinarían las dos ideas que había pospuesto tan impensadamente antes : la mente de mono y las formas de pensamiento que genera, junto al programa del "Techo a los Deseos" y a otros métodos di señados para adiestrar la mente como para seguir el ejemplo sentado por Hanuman, el dios-mono que alcanzó la liberación al servir únicamente a Rama, quien representa al Verdadero Sí Mismo. Entonces recordé que habíamos estado presentes cuando Baba inaugurara la nueva estatua de Hanuman y también que se me había pedido dictar una corta charla para los de votos de ultramar acerca del programa del "Techo a los Deseos", durante la Conferencia:- De modo que, sin haberme dado cuenta, había sido montado el escenario para este nuevo libro durante esta visita nuestra. Nunca dejo de maravillarme frente a la forma en que eventos aparentemente diferentes llegan a confluir para configurar un patrón claro, cuando el momento es adecuado, con sólo tener paciencia para esperar hasta ese momento y refrenarnos de tratar impacientemente de forzar nuestro propio y prematuro sentido de la oportunidad. Ahora tendría que mantenerme alerta frente al momento preciso para permitir que el libro fluyera a través de mí, con la ayuda de Baba. De esta manera podría estar se gura que estaría terminado y listo para llevárselo para su bendición en noviembre de 1991, como lo había pedido. * * * * *
  • 11. S E e e I ON I CAPITULO 1 P R E P A RA e I ON Tan pronto como comencé a escribir, todo tipo de experiencias y recuerdos a me- dio olvidar comenzaron a aflorar del pasado. Mientras los observaba emerger, se me hi zo evidente que muchos incidentes aparentemente aislados en mi vida habían preparado eT camino para este libro. Ahora no tendría sino que ponerlos todos bajo la luz y com - partirlos con otros. Así, por ejemplo, mientras estaba aún en el colegio, en Inglaterra, descubrí la serie de novelas de John Galsworthy, de "The Forsyte Saga" y la "Modern Comedy" que li- teralmente devoré tan pronto como pude hacerme de los numerosos volúmenes. Por mucho que disfrutara de la serie completa, la que me había continuado obsesionando durante to dos estos años era "The White Monkey" (El Mono Blanco). Su título fue tomado de una- pintura china cuyo tema figuraba en forma destacada en la historia. En ella se repre- sentaba a un gran mono blanco con ojos marrón y una mirada triste, en el acto de comer una fruta parecida a una naranja que tiene en la mano, en tanto que las cáscaras de o- tras frutas similares, ya devoradas, están desparramadas en torno a él. Uno de los personajes del libro comenta, al ver esta pintura por primera vez, que representa "una cáustica sátira de la vida : una perfecta alegoría. Come los frutos de la vida y des- carta y desparrama las cáscaras." La expresión del mono parece dar a entender que de- be de haber algo más en la vida y que está triste o enojado por no poder alcanzarlo, y que no será feliz hasta lograrlo. El problema residía en que no sabía qué era lo que buscaba. De modo que sus ojos expresaban en su mirada la personificación misma de la tragedia de la vida. Esta pintura retrata el dilema humano que Baba compara a la mente de mono que nos lleva a ceder ante nuestros deseos con la esperanza de obtener satisfacción de los objetos externos, sólo para ser atrapados por ellos e impedidos de buscar dentro de no- sotros mismos los frutos reales e indestructibles, los únicos que pueden darnos una sa- tisfacción duradera. En verdad era un brillante símbolo de la codicia. Por alguna razón que desconozco, su imagen despertaba en mi mente algún oculto recuerdo del pasa - do. Muchos años después de leer el libro, mientras estaba siendo regresada a vidas anteriores, en una de las sesiones en particular vino repentinamente a mi memoria el re cuerdo del mono blanco. Estaba observando una escena interna, la cual me era absoluta mente ajena en aquel momento de mi vida actual. Parecía estar ubicada en el Tibet. Mientras la observaba desarrollarse, comencé a identificarme con un hombre joven que comprendí gradualmente era un monje. Aparentemente, había permitido ser amurallado en una caverna a gran altura en las montañas, por encima del monasterio al que pertenecía. Este confinamiento voluntario era parte de su disciplina espiritual, siendo su propósi- to el ayudarle a descubrir su verdadera identidad. Mientras estaba en la caverna, se mantenía en contacto telepático con su maestro, el Lama Superior quien supervisaba su práctica desde el monasterio. El ejercicio que el maestro le había indicado a su pupilo, era el de observar los símbolos de todos sus deseos, uno tras otro, e ir desechándolos extrayendo toda la energía que había depositado en ellos, descartando luego los cascarones vacíos. Con es te reconocimiento fue que volvió a mi memoria el recuerdo del mono blanco y de inmedia~ to establecí la conexión entre esa representación del deseo básico y la tarea que había emprendido el monje de librarse de sus deseos. Sin embargo, había una gran diferencia.
  • 12. 10.- En tanto que el mono satisfacía su deseo por la suculenta y dulce fruta y descartaba las cáscaras vacías, el joven lama había elegido extraer toda la energía contenida en los símbolos de sus diferentes deseos hasta que no quedara sino una pila de cascarones vacíos, para liberarse así del control que ejercían sobre sus pensamientos y, por ende, sobre su vida. También encontró su ubicación otro recuerdo muy temprano de mi vida actual. Siempre me había preguntado el por qué este recuerdo sobresalía tan nítidamente entre todos los demás y estaba tan vívidamente grabado en mi memoria, como si se hubiera tra- tado de una experiencia reciente. Debo haber tenido unos tres o cuatro años en la épo ca de este episodio. Mi madre había traído un canasto lleno de frutillas maduras, - grandes y que se veían deliciosas que colocó en una fuente. Ambas nos sentamos a la mesa, con platos frente a nosotras, y ella procedió a darme una lección en desinterés, una cualidad que apreciaba grandemente en los demás. Como yo no era más que una peque ñuela, ella temía que me convirtiera en "una chiquilla malcriada", como lo expresaba - frecuentemente. Fue así que me pidió que sacara una frutilla de la fuente. Infantil mente, tomé la más grande, lo que hizo que me sermoneara severamente, señalando que de~ bía aprender a ser desinteresada y dejar siempre que otros tomaran lo mejor o lo más grande de cualquier cosa. De inmediato cogió la frutilla grande y la puso en su pro - pío plato y me dijo que sacara una pequeña. Recuerdo muy bien que, incluso a tan temprana edad, me sentí muy confusa con e~ ta pequeña escena. ¿Por qué, me preguntaba, tengo siempre que aceptar algo inferior mientras otros reciben algo superior? ¿Sería, porque yo era mala, o no era importan - te, o no merecía nada mejor? ¿No era esto permitirle a otros el ser egoístas mientras yo aprendía a ser desinteresada? Estas y otras preguntas me cruzaban la mente, y nin- guna tuvo alguna vez una respuesta, porque el hacer preguntas o no estar de acuerdo con mi madre era catalogado como impertinencia, otro pecado, según ella. De modo que se me dejó con un sentimiento de ser indigna y con el mensaje de que el egoísmo era un pe- cado fundamental y que el desinterés era una virtud suprema. Ahora, sin embargo, en que he adquirido mi propia perspectiva respecto a toda esta cuestión, me doy cuenta que mi madre estaba en lo correcto, pero carecía de la sa- biduría necesaria como para presentarme la idea de manera clara y a una edad en que hu- biera tenido la capacidad de entenderla y de aplicarla sin sentirme despreciada e indig na. Por supuesto que en este momento, sumada al resto del entendimiento acerca de la- naturaleza de las cosas, también calza con el tema de este libro. Mirando hacia atrás desde mi punto de observación actual, soy capaz de ver que esta vida me ha brindado la oportunidad de aprender una muy dura lección : la de no ap~ garme a lo que más deseaba y la de mostrarme dispuesta a aceptar lo que no quería. Es cierto que esto no es más que un asunto puramente personal, porque lo que yo quería no habría de ser necesariamente de preferencia de otras personas, como tampoco los demás rechazarían aquellas cosas que yo no deseaba. En este contexto, por ejemplo, no pude seguir la carrera que ansiaba desesperadamente, que era la de llegar a ser cirujano. La Qnica alternativa posible en la época era la de formarme como docente, cosa que me disgustaba, pero que finalmente acepté. Actualmente, no obstante, estoy convencida de que todo resultó siendo para me - jor y me preparó para lo que hago ahora, aunque obviamente no podía haberlo previsto en aquellos momentos. También me entregó la preparación, con un limitado alcance, para entender la enseñanza de Baba sobre el desapego, cuando llegué a saber de él y de su mensaje. Cuando estuve con Baba por primera vez, materializó un anillo con una piedra de la luna, indicándome que la frotara contra mi frente cada vez que tuviera una cefa - lea en esta zona. Esta referencia recordaba a la vida en el Tibet, cuando el joven monje se golpeaba la cabeza contra los muros de piedra de la caverna en que vivía, con el objeto de detener el flujo de imágenes. Había sido llevado a este acto desesperado cuando se cortara la conexión telepática entre él y su maestro, dejándole sin ayuda an-
  • 13. 11.- te la tarea que se había fijado, la de desapegarse de sus deseos. En una fecha posterior, Baba me otorgó toda una entrevista dedicada a su progra ma de Techo a los Deseos, con la intención obvia de que yo estaría dispuesta a compar ~ tirlo con otros, escribiendo y hablando acerca del discernimiento y experiencias que tanto yo como otras personas han logrado al practicarlo. Fue realmente una sensación maravillosa el comprobar como estas experiencias de aprendizaje separadas tomaban su lugar de esta manera y ver como este libro había sido iniciado mucho antes de que Baba me diera la lapicera para transferirlo a la escritura. Es así que todo lo que podamos haber experimentado puede ser empleado en una forma positiva para enseñarnos, si estamos dispuestos a buscar las lecciones ofrecidas por esta vía y a aprender de ellas. Esto sin embargo, no es en modo alguno una tarea fácil y podremos alcanzar éxito únicamente si estamos dispuestos a pedirle a Baba su ayuda con e11 a. * * * * * CAPITULO 2 L A M E N T E O E MO N O Y bien, ¿qué es exactamente la mente de mono? A menudo Sathya Sai Baba hace referencia a la mente de mono de un individuo o, en algunos casos, incluso a la mente de mono loco. Cuando le oí por primera vez decirle esto a alguien, me pregunté qué querría decir con eso. Imaginé que, ciertamente, no intentaba ser un cumplido sino, de hecho, todo lo contrario. De modo que mi inquieta mente comenzó de inmediato a tra tar de descifrar el mensaje contenido en esta observación. En especial en el sur de la India, en donde Baba tiene su asram, es habitual ver a grupos de monos saltando de rama en rama en los árboles en donde habitan o bien, corriendo por el suelo. Las hembras llevan invariablemente a sus crías colgando de ellas y aferradas a la cintura de sus madres, mientras éstas corren y saltan. Es un encanto el observar a estos monos, ya que son muy juguetones y sus crían tan atractivas con sus grandes ojos bien abiertos, observándolo todo. Se sienten atraídos o, mejor aún, distraídos por todo aquello en que se posan sus miradas, en especial la fruta o nueces de las que gustan o los objetos brillantes y coloridos que despiertan su curiosi dad. Su lema pareciera ser el de "agarra y corre", ya que son notables ladrones. "Cierto,-pensé- en verdad la gente es como los monos, siendo fácilmente distra ida por todo tipo de cosas que mantienen su mente incesantemente inquieta y nunca en - paz." Para citar a Baba :"¡La mente puede ser caracterizada muy bien como un mono! Claro, es incluso más caprichosa que un mono, porque salta de un asidero a otro que pue de estar a millas de distancia en el espacio y a siglos de distancia en el tiempo, en- menos de lo que toma un pestañeo. La mente va saltando de un deseo al otro y nos va enredando en su maraña de vueltas." Baba, sin embargo, piensa en otro aspecto cuando se refiere a la mente de mono. A menudo anuncia que relatará una pequeña historia para ilustrar un asunto. Siempre hace uso de relatos simples acerca de objetos familiares, panoramas y actividades de la
  • 14. 12.- vida diaria, para aclarar sus enseñanzas y frecuentemente extrae citas de las antiguas epopeyas indias, como el Ramayana, Mahabharata y Bhagavad Gita. A continuación, la forma en que ilustra su frase de "la mente de mono". "Exa- minemos esta cuestión, por ejemplo : ¿Es esclavizado el hombre por los objetos externos y la atracción que ejercen sobre él? ¿O será algún impulso interno el que le impulsa a encadenarse al sufrimiento? Daré un ejemplo. "Hay cazadores profesionales de monos en las aldeas que emplean un tosco artifi cio con este fin. Colocan en los huertos o jardines infestados por estos intrusos va~ rios jarros de greda de cuello estrecho, con un puñado de maní en cada uno. El mono se acerca al jarro sabiendo que hay algo delicioso dentro, mete su largo brazo y coge el maní empuñando la mano. Luego, descubre que no puede sacar el brazo : el cuello del jarro es demasiado estrecho para que quepa por él el puño. ¡Ahí se queda sentado, impotente y perdido y es cogido y transportado fácilmente! ¡El mono piensa que hay al- go dentro del jarro que le sujeta la mano cuando trata de sacarla! ¡Si sólo hubiera abierto la mano y desechado su apego al maní, podría haber escapado! Así también, us- tedes son víctimas de los deseos y apegos que el deseo trae consigo. ¡Se encuentran a tados por los grilletes que ustedes mismos se han colocado! También la liberación es~ tá en sus manos. Pónganse a contemplar la inalterable gloria de Dios, de este modo se desvanecerá el deseo por las transitorias fruslerías de la tierra, y quedarán libres." Otra versión ligeramente diferente del mismo tema, también de Baba, es la si - guiente : "Aquellos que cazan monos preparan un jarro con una pequeña abertura y lepo- nen dentro algún confite. El mono que desea el alimento pondrá su mano dentro y toma- rá un gran puñado de confites. Debido a ello el mono se ve imposibilitado para sacar la mano del jarro. Sólo soltando lo que tiene en la mano podrá sacar la mano por la abertura del jarro. Es el deseo por el alimento el que tiene sujeta su mano, ya que al tomar con ella el alimento para satisfacer su deseo, quedó atascada allí. "Este vasto mundo es como el jarro, las situaciones tanto en la vida como en las familias vienen a ser como la abertura estrecha. Nuestros deseos son los dulces dentro de él. Siendo el mundo el jarro y conteniendo los deseos como dulces, el hom- bre mete su mano en él. Si desecha sus deseos, podrá vivir libremente en el mundo. Para alcanzar la libertad, lo primero que hay que hacer son sacrificios. En términos filosóficos esto se denomina renunciación. Pensamos que el mundo nos atenaza, pero el mundo es inanimado. Lo que nos atenaza es el deseo." Estos pequeños ejemplos le dan un sentido amplio a la frase "mente de mono" y la colocan a la altura de la causa esencial que es el deseo. Baba dice a menudo que si podemos renunciar a todos los deseos alcanzaríamos el esclarecimiento o identifica - ción con el Sí Mismo real, en cuanto algo diferente de la envoltura física en la que re side. Es por completo un asunto de apegos. ¿A qué es lo que nos aferramos como para que nos mantenga atrapados y, por ende, haciéndonos blancos fáciles para el control por parte de personas, ideas, cosas, circunstancias y toda una secuela de otros apegos? Se muestra que el propósito de este libro es el de entregar sugerencias que le permitan a la gente descubrir lo que realmente es, demostrando la forma para eliminar todas las nociones falsas acerca de su identidad que ocultan su Realidad. Baba nos dice que somos tres personas. "Deben darse cuenta de quien piensan los demás que son. Ellos tratan con ustedes en cuanto un cuerpo con un nombre especí- fico y una forma identificable. A continuación deben darse cuenta de quien piensan us tedes que son. Tienen conciencia de su mente y de sus trucos de mono, sus prejuicios- y preferencias, sus pasiones y sus búsquedas. Perciben una conciencia individual, de sus versiones de1 'yo' y e1 'mí o' . Tienen que aprender acerca de 1a mente en cuanto un instrumento que les puede perjudicar si se usa imprudentemente o les puede ayudar si se usa sabiamente. ¡Luego tienen que aprender acerca de aún un otro 'yo' de ustedes!
  • 15. 13.- El 'yo' que realmente son. Porque no son ni el cuerpo ni la mente, el intelecto, el cerebro, el corazón o el ego. Ustedes son el Absoluto Universal Infinito." El resul tado que se obtiene al emprender una tarea como la que sugiere es la felicidad verdade~ ra, aunque no originada por posesiones o circunstancias externas, sino basada en la se- guridad que una tal conciencia hace posible. Y entonces, ¿qué es realmente la mente y sus usos? Baba dice que es un instr~ mento, como también lo son los cinco sentidos corporales de la vista, el oído, el gus - to, el olfato y el tacto, y que habrían de emplearse todos en conjunto para recoger in - formación acerca del mundo externo. De entre ellos, la mente es el instrumento maes - tro que debería controlar y dirigir a los sentidos. En cambio, usualmente le sirve a estos, siendo que son ellos los que en justicia deberían ser sus servidores. Es este revertimiento de los roles lo que lleva al hombre a la esclavización. Para citar nue- vamente a Baba : "La característica de la mente es la de revolotear y trasladarse de un lado a otro, a través de los escapes de los sentidos, hacia el mundo externo del color, el sonido, el gusto, el olor y el tacto. Tiende a permitirle a los sentidos de condu- cirla hacia los apegos por los objetos exteriores y es así que nace el deseo por esos objetos. No obstante, todos los deseos se originan en la forma corporal o física en la que el Sí Mismo real meramente reside. La mente, empero, puede ser domada y orien- tada hacia el Sí Mismo Superior como su maestro y su guía." Otra forma en que Baba describe a la mente es : "La mente no es como un papel en blanco que no tenga ninguna impresión escrita sobre él. Las tendencias y experien- cias derivadas a lo largo de un sinnúmero de nacimientos se encuentran grabadas en ella. Los frutos de múltiples acciones llevadas a cabo por el cuerpo también se encuentran grabados en la mente. Por ello, la mente puede ser descrita como una entidad que está llena de pensamientos y de deseos." De modo que la mente no es el Sí Mismo real como tampoco lo es el cuerpo. Am- bos son instrumentos destinados al uso por parte del Sí Mismo Superior. Los sentidos pueden ser comparados a un tronco de caballos que tiran de un ve - hículo, con la mente como cochero. Cuando se les da rienda suelta a los caballos, es posible que se desboquen en diferentes direcciones siguiendo un aroma tentador, un soni do que les distraiga o que galopen de vuelta a la cuadra para ser alimentados. Si nos encontráramos realmente en un vehículo así, no nos sentiríamos en absoluto seguros ni a salvo. Y, sin embargo, esta es exactamente la forma en que muchas personas pasan sus vidas, al permitirle a sus sentidos que las hagan extraviar el camino. Los caballos necesitan de un auriga que les de órdenes para asegurar que actúen de consuno como un tronco, con todos avanzando en la misma dirección, como para que el vehículo pueda lle- gar a salvo a su destino señalado. De lejos, la forma más confiable para lograr este objetivo, es que el auriga mantenga livianamente las riendas en sus manos y le traspase la conducción real al Sí Mismo Superior que es tanto más capaz de manejar todo el pro - ceso. Baba resume de manera concisa el rol de la mente cuando dice : "Se dice que la mente es el instrumento tanto para la esclavización como la liberación. Permitan que los sentidos la arrastren hacia afuera y esclavizará. Permitan que predomine la inte- ligencia sobre ella para que se vuelva hacia dentro en busca de la dicha, y liberará." Otro de los gráficos esbozos orales de Baba toma la forma de una advertencia. Dice : "Cuando el aire llena una pelota, tomará la forma de la pelota. Cuando llena un globo, tomará la forma del globo, ya sea ovalada, alargada, esférica o esferoidal. La mente asume la forma de los objetos a los que se apega. Si se fija en cosas peque- ñas, se vuelve pequeña, si lo hace en cosas grandiosas, se vuelve grandiosa. Al igual que una cámara, tomará la fotografía de cualquier cosa hacia la cual se la enfoque, de modo que han de poner cuidado antes de presionar el disparador." * * * * *
  • 16. 14.- CAPITULO 3 EL MONO DEL ORGANILLERO No mucho después de haber comenzado a escribir este libro, mi marido y yo fui - mos a California del Norte por el fin de semana. Pensábamos almorzar en un muelle cer cano, de modo que bajé del auto mientras Sidney buscaba un sitio donde estacionarlo. Para gran sorpresa mía, frente al lugar en que lo esperaba, había un organillero con su pequeño mono amaestrado. Casi no podía creer a mis ojos, porque no recordaba haber visto uno desde que salí de Inglaterra o talvez desde que era niña. Observé fascinada mientras el hombre le daba vueltas a la manivela de su organillo en tanto que su peque- ño compañero, vestido con un minúsculo traje con sombrero y un arnés, cuya traílla sos- tenía su amo en la mano, actuaba para la audiencia. Varias parejas con sus hijos se había detenido para ver como el mono ejecutaba su acto que terminaba cuando le dió la mano a cada uno de los niños, siguiendo las indicaciones del amo. Supuse que muchos de esos niños veían algo así por primera vez y se mostraban encantados. En cuanto a mí, parecía representar una corroboración para el tema de este li - bro. Nuestras mentes de mono deberían ser sujetas con arneses y controladas, en lugar de que se les permita andar sueltas para cometer todo tipo de tropelías, como suele ser el caso tanto para los monos como las mentes. A los pocos días después de este incidente, mientras trabajaba con un varón, solicité, como lo hago usualmente, que se me mostrara cualquier cosa que fuera de ayuda para él en ese momento en particular. Una enorme figura de Hanuman apareció en mi es- cena interna, aparentemente para presidir la sesión. En una reunión anterior con la misma persona, se me había mostrado una pileta de aguas claras, verdes y profundas para que la utilizara para tranquilizar su mente, concentrándose en la lisa superficie del agua y observando las ocasionales ondas que se formaban y disipaban. Tan pronto como apareció Hanuman, se me condujo de vuelta a la pileta y ví a la misma persona, sentada al borde, inclinándose para mirar hacia lo profundo. Pero, pa- ra sorpresa mía, cuando percibí su reflejo en el agua, ví que tenía a un pequeño mono sentado sobre su hombro izquierdo que le susurraba al oído. Cuando le narré esta imagen, el varón de marras de inmediato concedió que en verdad llevaba "un mono sobre su espalda", como lo expresó. Continuó para decirme que incluso había logrado atisbarlo con el rabillo del ojo esa misma mañana y que se lo ha- bía mencionado a su mujer. Mientras procedía a vincularlo con un patrón conductual de adicción que había persistido pese a todos los esfuerzos de su parte por romperlo, vol- vió a mi memoria la imagen del organillero con su mono amaestrado. Parecía ofrecer la solución perfecta para su dilema. De modo que sugerí que con ayuda de una "imaginería activa", podía vestir al mono que había atisbado, ponerle un arnés y tomar la trailla en la mano para poder controlar sus movimientos y comenzar a enseñarle a dejarse guiar por Hanuman, dedicando su tiempo y energía a servir a cualquier símbolo que hubiese ele gido para representar al Sí Mismo Superior. Esta escena, sin embargo, no sólo es valedera para este varón, sino que vale pa ra la mayoría de la gente que es arrastrada fuera de rumbo por su mente de mono. Las personas requieren asumir la responsabilidad de ponerle riendas a la tendencia del mono de vagar compulsivamente, tentándolas a desarrollar apegos e incluso adicciones porto- do lo que vean y que excite su deseo de poseerlo, aferrándolo y no dejándolo ir. Un poco más adelante, durante la misma sesión, recordé a tres pequeños monos tallados en madera que habían estado sobre la repisa de la chimenea en la sala de estar de la casa en que crecí en Inglaterra. Uno cubría con sus manos los ojos, otro las o- rejas y el tercero, la boca. El tema correspondía a "no veas, no escuches y no hables el mal". Los había visto a diario por muchos años y, sin embargo, nunca había llegado
  • 17. 15.- a comprender realmente su mensaje ni, ciertamente, a aplicarlo. Mas ahora que regresa ba su recuerdo a mi mente, me dí cuenta que también ellos representan la necesidad de- controlar a estos tres sentidos de la vista, el oído y el gusto con el aspecto adicio - nal del habla, para que no lleven a la mente a apegarse a los objetos que ellos le reve 1an. * * * * * CAPITULO 4 H A N U M A N En el Ramayana, una de las antiguas epopeyas hindúes, Hanuman es presentado co- mo el Dios-Mono, hijo del Dios del Viento. Es famoso por su completa y constante devo ción por Rama, quien representa al Dios inmanente en todos los seres vivientes. Baba- describe a Hanuman como la personificación del valor, el coraje. Su importancia para los seres humanos reside en ser un ejemplo inspirador para la manera en que nuestras mentes de mono pueden ser puestas bajo control mediante el constante servicio a nuestro Sí Mismo Superior. En su calidad de mono, representa nuestra naturaleza instintiva o animal, con todas sus ansias y sus apegos. No obstante, por medio de su ejemplo, muestra el cami- no de salida de ese dilema. Al dedicarle toda su vida al servicio de Rama, logró po- ner arneses a su naturaleza animal y someterla al Atma o al Dios dentro de uno y, al ha cerlo así pudo elevar su conciencia desde el nivel instintivo, inconsciente, al del ser humano consciente y evolucionado. El muestra el camino como para que también nosotros, si así lo deseamos, podamos seguir su ejemplo y escapar de la trampa en que nos hemos dejado coger, llevados por nuestra propia codicia y nuestro apego al mundo material. La siguiente corta e ingeniosa historia acerca de Hanuman, tomada de la versión de Baba del Ramayana, ilustra claramente este punto. "Un buen día, después de la coronación, Sita y los tres hermanos de Rama se reu nieron y planearon excluir a Hanuman del servicio a Rama. Querían dividir sólo entre- ellos todo los servicios que se le pudieran prestar a Rama, ya que sentían que Hanuman tenía oportunidades más que suficientes. De modo que confeccionaron una lista, tan exhaustiva como podían recordar, de los servicios requeridos desde el amanecer hasta el anochecer, incluyendo hasta las más ínfimas minucias, y se los asignaron entre sí. Le presentaron luego la lista al Señor, en presencia de Hanuman. Rama escuchó lo que le dijeron acerca del nuevo procedimiento, leyó la lista y dió su aprobación con una sonri sa. Le indicó a Hanuman que todas las tareas le habían sido asignadas a otros, de mo~ do que él podía tomarse un descanso ahora. Hanuman pidió que se le leyera la lista y cuando se hubo leído, hizo notar que había una omisión : la tarea 'de chasquear los de- dos cuando alguien bostece". Por supuesto que, siendo el emperador, no se podía permi tir que Rama lo hiciera por sí mismo. Hanuman suplicó que había de hacerlo un servi ~ dor. Rama accedió a asignarle esta tarea a Hanuman. "Resultó ser una inmensa suerte para Hanuman, porque esta tarea exigía atender constantemente a su señor, puesto que ¿cómo podía alguien predecir cuándo se produciría un bostezo? Y tenía que estar mirando en todo momento aquel rostro tan amado, para es tar listo con el chasquido de los dedos tan pronto avizorara un bostezo. No podía ale jarse ni por un minuto, ni podía relajarse por un instante. ¡Deben sentirse felices- de que el servicio para el Señor les mantenga siempre en Su presencia y vigilantes para cumplir con Sus mandatos!"
  • 18. 16.- Otra de las cortas historias de Baba titulada "A todo el que se rinde, Rama lo acepta", ilustra este mismo punto. "Di os es tan mi seri cordi oso que dará diez pasos ha cia ustedes si llegan a dar uno sólo hacia El. Vibhishana, el hermano de Ravana, le- preguntó a Hanuman si Rama aceptaría su homenaje y lo tomaría bajo Su sombra protecto - ra. Le dijo : 'Yo soy el hermano de Su peor enemigo, a quien ha jurado destruir. Soy un miembro de la raza de demonios. No estoy familiarizado con los Vedas o los Sastras como tampoco con los rituales de los Aryas.' Hanuman replicó : '¡Oh grandísimo tonto! ¿Crees que El se preocupa de la corrección ritual, de la posición familiar o de la erudi ción? Si fuera así, ¿cómo podría aceptarme a mí, a un mono?'" Hay muchas otras historias acerca de Hanuman, todas las cuales ilustran la mis- ma faceta de las antiguas enseñanzas respecto a que debiéramos someternos a Rama o nues tro Sí Mismo verdadero. En el trabajo con las formas de pensamiento negativas al que me he dedicado úl- timamente, se me ha hecho tomar contacto, mientras me encuentro en el estado de ensoña- ción, con muchos seres iluminados en sus formas personificadas. Algunos de ellos re- sultan fáciles de reconocer en base a los antiguos escritos de diferentes culturas, en tanto que otros no me son familiares. Cuando me dí cuenta por primera vez de su pre - sencia, reunidos en una vasta asamblea, me asombró el hecho de que su estatura mostrara variaciones tan notables. Algunos aparecían como imponentes figuras de treinta o más pies de altura. Otros, aunque también imponentemente altos, parecían llegar a los 10 o 12 pies de altura, en tanto que otros eran considerablemente más bajos, aunque no por eso menos impresionantes. En el momento, me extrañaron las diferencias de estatura, pero no plantée interrogantes al respecto, ya que cuando trabajo de esta manera, he a - prendido a mantener quieta mi mente consciente, pese a todas sus preguntas y sus dudas. Sólo así puedo concentrarme con la menor interferencia posible, en cualquier cosa que se me enseñe. De esta manera, cualquier cosa que necesite saber se me mostrará cuando el momento sea oportuno para que sea revelada. Puedo confiar genuinamente en este as- pecto del trabajo. Poco después de mi primera presentación a estos asistentes, sabios o especialis tas celestiales, sostuve una conversación telefónica con un devoto de Sai. Antes de- mencionar yo nada, compartió conmigo una interesante observación que le había oído a Baba hacerle a los muchachos de uno de sus colegios. Estaba relatando algunas de las viejas historias de las epopeyas indias. En un punto dado, interrumpió el relato que hacía, para indicar que en la época de Rama las gentes tenían una estatura de más de 30 pies, en tanto que en la de Krishna medían alrededor de 12 pies y que, desde entonces, las gentes se han reducido gradualmente de tamaño. Cuando escuché ésto, me quedé literalmente muda de asombro, ya que coincidía exactamente con la visión de ellos que se me había dado en los ensueños. Sucede que la figura de Hanuman se había vuelto un visitante frecuente para entregar su energía y ayuda particulares cada vez que se necesitaba. El era uno de los que medían 30 o más pies y constituía una visión muy impresionante. Fue verdaderamente un alivio el ver corroborada la estatura por Baba, de esta manera inesperada, a través de mi amigo. Fue así que al estar presente durante la dedicación de la inmensa estatua de Ha numan, algunos días antes del sexagésimo quinto cumpleaños de Baba, me sentía fascinada al verle tan imponentemente recortado contra el cielo. Eché atrás la cabeza para mi - rarle a gran altura sobre mí y me sentí nuevamente agradecida por esta dramática verifi caci ón de mi visión en ensueños. Sin embargo, pasó en forma fugaz por mi mente la idea de que esta estatua no co rrespondía exactamente a lo que yo había visto. Su cabeza no parecía ser lo suficien~ temente grande como para ir con el resto de su magnífica forma. Pero, pensé rápidamen te, ¿y quién soy yo para criticar? Obviamente Baba la había mandado levantar y, de se guro, había dado instrucciones precisas en cuanto a las proporciones correctas. Me
  • 19. 17.- sentí incluso culpable de estar cuestionándola y suprimí rápidamente mis dudas. Imagl nense mi sorpresa cuando un amigo, que también estaba presente en la ceremonia inaugu - ral, mencionó casualmente al día siguiente que cuando Baba había pasado frente a él una vez terminada la ceremonia, había comentado que la cabeza era demasiado chica. Casi no le podía dar crédito a mis oídos. Una vez más se me estaba mostrando que no lo ha- bía imaginado. ¡Qué regalo! Luego, poco después de haber regresado a casa, estaba hablando con otro amigo, un artista que también va a la India de tiempo en tiempo a ver a Baba. El me contó que la última vez que había estado allá, había pintado un cuadro de Hanuman abrazando a Rama y se lo había obsequiado a Baba. Este lo había examinado cuidadosamente y lo ha- bía tildado de muy bueno y, después de una pausa, había agregado casi excusándose "Pe ro, Hanuman tenía manos de mono y no humanas", como las había pintado el artista. Y bien, entonces tenemos a Hanuman como guía para llevarnos a que nos sometamos al Sí Mismo Superior o Rama y nos apartemos de la seducción de cualquier cosa que nues- tra mente de mono agarre y se rehuse a soltar. Hanuman es un modelo excelente de alguien cuya vida estaba dedicada a servir a Rama. Era absolutamente devoto y estaba siempre dispuesto y hasta ansioso por servir- le en cualquier forma y ponía los deseos de Rama por encima de los de cualquier otro, incluyendo los propios. Tan grande era su devoción que se mantenía permanentemente a- lerta para no perder una oportunidad de servirle a su bienamado señor. De este modo sienta un inspirador ejemplo para todos nosotros y nos muestra la verdadera meta de nuestras vidas : la devoción hacia el Sí Mismo Superior que Rama representa. Por otra parte, como Baba nos lo recuerda repetidamente, en realidad todos so - mos Dios o Rama. De manera que nos incita a pasar nuestras vidas en el servicio a los demás, aunque esto no se refiere a sus personalidades sino al Dios dentro de la envoltu ra externa que se ve como el ser humano. Este tipo de servicio, afirma Baba, constitu ye la real adoración o culto a Dios. Nos ha entregado dos programas destinados a ayudarnos a identificarnos cada vez por más tiempo con nuestro Sí Mismo Superior, hasta que ello se convierta en un hábito continuo y hasta que nos fundamos por último con El. Los dos programas sugeridos son los del Techo a los Deseos y del Servicio Desinteresado, cada uno de los cuales será considerado en detalle en capítulos posteriores. * * * * * CAPITULO 5 L OS S E N T I D O S Baba dice : "Para la mente, los sentidos constituyen las fuerzas motivadoras primarias y la ilusión de la que sufre." Los sentidos nos conectan con objetos externos como también con la gente, los lugares, el alimento, el entretenimiento, los planes y una miríada de otras distraccio- nes. La lista es interminable y diferente para cada individuo. Una vez conectados, ansiamos ser dueños de cualquier cosa a la que nos hayamos apegado. Mas, invariable - mente, cuando llegamos a poseer el objeto de nuestro deseo, el apego se vuelve a menudo tan fuerte que termina por poseernos a nosotros, en lugar de ser al revés. Llevada a un extremo, esta situación desemboca en las adicciones.
  • 20. 18.- Baba también nos dice que hemos "tejido una red en torno a nuestra verdadera esencia con nuestros pensamientos atados a nuestros deseos. Muchos han llegado a momi ficarse, luego que se han cristalizado los diferentes estratos, unos sobre los otros, - lo que hace que sea más difícil el lograr desprenderlos". Compartimos los sentidos con todas las criaturas vivientes. Son valiosos ins- trumentos que nos permiten tomar contacto con nuestro entorno y evaluarlo. Actúan co- mo importantes indicadores para alertarnos respecto de los peligros para nuestro cuerpo físico. Por lo tanto, están diseñados para asegurar nuestra supervivencia en aquel me dio en particular en que nos encontremos, ayudándonos para adecuarnos a él y para evi ~ tar los peligros que pueda esconder. Se muestran como servidores atentos, siempre que mantengamos el rol de amos y que controlemos sus actividades. La mayoría de los animales posee una visión muy desarrollada que les permite percibir el acercamiento de cualquier depredador, ya sea por el movimiento de los pas - tos o arbustos o distinguiendo su forma o color destacados entre el terreno circundan - te. Lo mismo resulta aplicable para los sentidos del oído y el olfato que alertan al animal respecto de los peligros que le acechan. Su oído puede percibir el sonido de ramitas que se quiebren o de hojas secas que crujan bajo el peso de un animal que se acerque buscando alimento. Cuando el viento sopla en la dirección adecuada, el olor de un posible enemigo será notado por el sentido del olfato y el animal será advertido para que escape. El sentido del olfato también muestra su utilidad para determinar que alimentos son apropiados para el animal y cuales deberá evitar. Los animales siem pre olfatean los alimentos antes de ingerirlos y si su olor hubiera disminuido, no los- tocarán. El sentido del gusto también representa un preciso indicador para los alimen tos que sean apropiados. El sentido del tacto le advierte a las criaturas respecto de los cambios en la temperatura, las espinas aguzadas y otros riesgos que puedan correr. Cuando son aceptados como servidores útiles, los sentidos son posesiones valio- sas. Sólo surgen problemas cuando los seguimos ciegamente y somos llevados a apegar- nos a cualquier cosa por la que se sientan atraídos. Es así que cuando pensamos sobre la forma de recobrar el control sobre ellos, necesitaremos averiguar hacia dónde nos han conducido y, sobre esta base, qué es lo que consideramos indispensable para nuestro bienestar. ¿Qué consideraríamos como lo más difícil de prescindir? La respuesta a esta pregunta será diferente para cada individuo, según sus gustos y desagrados persona les. El dicho "la carne para un hombre es veneno para otro", expresa muy claramente- esta verdad. Por consiguiente, cada cual deberá examinar por sí mismo la forma en que reacciona frente a lo que sus cinco sentidos llevan a su atención, si reacciona ya sea sintiéndose atraído o con repulsa. Esto, sin embargo, no implica que debamos privarnos de aquellos objetos esencia les que cumplen con un propósito útil o que nos producen placer. Es más una cuestión- de observar con cuidado para asegurarnos de que no nos apegamos a ciertas cosas que lle guen a controlarnos a nosotros y a nuestra conducta, como el caso del mono con su puño- cogido dentro del jarro. Debemos mantener el control y no cedérselo a nadie ni a nada, porque el hacerlo significará que hemos sido esclavizados por aquello a lo que nos haya mos apegado. También resulta esencial el hacer uso de la discriminación para determi~ nar cuales cosas son útiles o apropiadas en nuestra vida y cuales son supérfluas o per niciosas para nuestro bienestar. - Es obvio que la mayor parte de los problemas que enfrentamos son originados por deseos no satisfechos o contrariados, lo que crea un perfecto caldo de cultivo para emo ciones tan negativas como la codicia, la envidia, los celos, la ira y todo el resto. - De modo que necesitamos, indudablemente, encontrar una forma para ponerle coto a esta
  • 21. 19.- reacc1on en cadena que nos engrilla tan efectivamente como si estuviéramos atados de pies y manos y encerrados en una celda : en una prisión de nuestra propia hechura. * * * * * CAPITULO 6 EL PROGRAMA DE TECHO A LOS DESEOS DE BABA A primera vista parece que nos encontramos enfrentados a una tarea enorme e in- timidante que cumplir, al llevar a la práctica este programa. Y ciertamente que lo es si se lo considera desde un comienzo en su totalidad, porque estaríamos derrotados incluso antes de empezar. De modo que debemos dividirlo en segmentos manejables y tra tar de tomar sólo una pequeña parte por vez. Baba nos ha entregado un esquema muy claro y simple para ayudarnos a empezar a desprendernos de nuestra mente de mono. El no espera que desechemos de inmediato to - dos nuestros deseos y apegos, porque, obviamente, sabe que esto constituiría un paso de masiado drástico. Es así que ha sugerido que hagamos uso de un programa denominado - "Techo a los Deseos" para ayudarnos a comenzar, de a poco, a recortar nuestros deseos y al hacerlo, comenzar también a ir abandonando lo que él llama "nuestro exceso de equipa je". Dice Baba : "Los deseos son como el equipaje. 'Menos equipaje implica mayor co modidad y hace del viajar un placer', como les recuerda ferrocarriles. Si es mejor - que reduzcan su equipaje para un corto viaje en tren, cuánto más urgente no es el redu- cir el equipaje cuando se encuentran en el trayecto tanto más largo de la vida." Baba se refiere repetidamente a las cuatro áreas principales de nuestras vidas que se ven constantemente controladas por nuestros deseos, vale decir la forma en que manejamos el dinero, el alimento, el tiempo y la energía. Señala que en la vida de mu chas personas, exceptuando a las muy pobres, se produce un chocante nivel de despilfa ~ rro que habría de ser reducido a un mínimo en estas cuatro áreas. Reconoce que cada cual requiere de una cierta cantidad de dinero y de alimentos para sobrevivir, pero que son pocos los individuos lo suficientemente disciplinados como para aceptar límites o presupuestos. Para muchas personas, la palabra presupuesto es mal recibida e implica una autonegación rigurosa. Esta actitud responde frecuentementeal hecho de que se les han impuesto presupuestos en forma muy estricta durante la niñez, sin que hayan recibi- do razones claras y comprensibles. El programa del Techo a los Deseos ha sido diseñado para ayudarle a cada indivi duo y, por ende, a cada familia, a llevar vidas más felices y más satisfactorias. En- lugar de desperdiciar la vida y sus dones, le puede ayudar a quienes estén dispuestos a seguirlo a tener más dinero, más alimento, más tiempo y más energía a su disposición, restando de este modo tensiones a sus vidas y haciéndolas, por consiguiente, más saluda bles y felices. De modo que deberemos tomar conciencia respecto a si alguno o todos de entre es tos cuatro dones están siendo desperdiciados de manera que no sea esencial o saludable~ y comenzar a hacer un uso más cuerdo de ellos, en beneficio de nosotros mismos y de los miembros de nuestras familias. Una bonificación adicional la constituirá el gradual desapego de nuestros dese- os inspirados por el ego y el cuerpo y que mantienen tan activas nuestras mentes de mono. Baba ha dicho a menudo : "Les daré lo que desean, esperando que deseen aquello que he venido a darles." Podríamos decir que deseamos la iluminación, pero para poder
  • 22. 20.- lograr este estado, habremos de desechar el apego a nuestro ego y a sus deseos. Baba dice también : "La razón principal por la de mí, no se debe a que hayan perdido su amor por mí. sido satisfechos. Y no solamente ésto, sienten temor conmigo, puedan no ser satisfechos sus deseos y ansias cual algunas personas se alejan Se debe a que sus deseos no han de que, por el hecho de estar mundanas. De modo que se van." Este miedo, sin embargo, como la mayoría de los demás temores, no se basa en la verdad. Somos nosotros mismos los que a menudo le ponemos límites a lo que Baba quie- re darnos, ya sea insistiendo en que hemos de tener ciertas cosas o rehusándonos a acep tar otras. Mas, lo que no entendemos es que, en muchas instancias, lo que creemos que queremos no siempre resulta ser beneficioso o ni siquiera placentero. De manera simi- lar, aquello que pensamos que no queremos puede sorprendernos resultando ser útil e in- cluso gratificante. Nuestra visión personal de lo que necesitamos o no es muy miope. Cuando insistimos en perseguir a cualquier objeto de nuestro deseo o nos empeñamos en evitar lo que consideramos inaceptable, es muy posible que estemos impidiendo que lle - guen hasta nosotros aquellas experiencias que más necesitamos para aprender. Siendo que Baba representa, en forma humana, al Dios Interior que constituye nuestra verdadera identidad, resulta mucho más fácil y ciertamente más seguro el rendir nos a su mejor juicio respecto a lo que necesitamos, dejando de seguir insistiendo en- lo que sea que deseen nuestros egos. De acuerdo a anteriores experiencias, nuestras elecciones demuestran que, a la larga, usualmente llevan a una desilusión, sin que im- porte cuan tentadoras prometieran ser cuando las imaginamos en un comienzo. * * * * * CAPITULO 7 LOS PAJAROS NEGROS Y BLANCOS Una vez se me dió una maravillosa inspiración para ilustrar en que forma perde- mos tan frecuentemente nuestra ecuanimidad cuando nos lanzamos, con nuestras mentes de mono, a conseguir aquellas cosas sin las cuales pensamos que no podemos vivir y aleja - mos de nosotros todo lo que más tememos. Yo la llamo "Los Pájaros Negros y Blancos". En mi escena interna, me pareció que caminaba sobre una cuerda floja, con los brazos extendidos hacia ambos lados para ayudarme a mantener el equilibrio. Ponía cui dadosamente los pies sobre la cuerda, asegurándome de mantener la mirada fija adelante~ sin mirar hacia abajo. De pronto, con el rabillo del ojo, divisé a un enorme pájaro negro que parecía como si fuera a atacarme por la izquierda. Sin vacilaciones, me vol vi hacia él para apartarlo y caí de la cuerda. Volví a subirme a ella y continué camT nando. Entonces, percibí a un bello pájaro de color blanco brillante, a mi derecha.- Resultaba tan atractivo que me volví impulsivamente hacia el ave, porque quería tocar - 1a, só1o para vo1ver a caerme de 1a cuerda. Nuevamente me subí y pedí que se me revelara el significado de esta experiencia interna. Se me insinuó que el pájaro negro representaba todo aquello que no quería o que más temía que sucediera, en tanto que el pájaro blanco simbolizaba todo aquello que pudiera alguna vez desear. Tanto al rechazar al pájaro negro como al querer coger al blanco, había perdido el equilibrio. Cuando pedí por una solución para este dilema tan común, se me dirigió para volver a la cuerda floja y caminar por ella con los bra- zos extendidos hacia ambos lados, con las manos abiertas y las palmas hacia arriba, y estando dispuesta a aceptar a cualquiera de ambos pájaros que quisiera posarse en ellos.
  • 23. 21.- Esta experiencia ilustra dramáticamente el reiterado consejo de Baba en cuanto a aceptar a todos los pares de opuestos, como el calor y el frío, el placer y el do lor, la salud y la enfermedad y todos los demás, con igual ecuanimidad. Unos de sus cortos dichos resume muy bien el punto : "Alabanza y crítica, ambas son lo mismo". No obstante, es muy facil escuchar o leer este consejo, pero es algo muy diferente el llevarlo a la práctica en nuestras vidas. Esto viene a ser posible sólo con la ayuda de Baba, porque el ego luchará hasta el final para no renunciar a su control. Ayuda también un pequeño mantra que me ha llegado a través del trabajo en el que estoy compro metida y es: "Entrégate, Confía y Acepta". Significa entregarse al Sí r~ismo Superior confiar en que haga que suceda cualquier cosa que El sabe que se requiere y aceptar cualquier cosa que esto sea. * * * * * CAPITULO 8 EL SERVICIO DESINTERESADO~ UN ANTIDOTO PARA LA MENTE DE MONO Además de la reducción en el desperdicio a través del programa de Techo a los Deseos, Baba sugiere que empleemos los ahorros así logrados en las cuatro categorías señaladas, para ayudar a quienes son menos afortunados que nosotros mismos. Ciertamen te no resulta difícil encontrar gentes que necesiten ayuda, especialmente en estos días y esta era. De esta manera se puede combinar dos de los proyectos favoritos de Baba : el "Techo a los Deseos" y el "Seva Desinteresado". Baba especifica que habrá de tratarse literalmente de un servicio desinteresado, en lugar de dar por interés propio, lo cual no hará sino volverse en contra del que sirve en lugar de promover su avance hacia la iluminación. Mucha gente declara que le gustaría poder ser más útil en el mundo, ayudando a los que mueren de hambre, a los sin casa, a los desgraciados, los enfermos o los oprimí dos. Pero es frecuentemente aquí en donde terminan sus buenas intenciones. No les- faltan excusas para absolverles de culpa o de las críticas de otros. Por ejemplo, que no pueden ayudar, porque están formando una familia y cada centavo de su escaso presu - puesto ya tiene un destino. O que están demasiado ocupados o demasiado cansados con trabajar duro para responder a las necesidades tanto propias como de sus familias, que les falta tiempo y energía para hacer cualquier otra cosa que no sea lo que les exige su rutina diaria. En verdad, esta es una situación muy común en la actualidad y en to do el mundo. No obstante, cuando se sigue el programa del Techo a los Deseos, la mayo ría descubre con sorpresa que no sólo tiene dinero extra, sino que está mejor alimenta~ da, tiene más tiempo para sí y, lo mejor de todo, que al ahorrar energía, ya no se sien te demasiado cansada como para compartir sus ahorros con los menesterosos. Se suma a- ésto el que, cuando la gente comienza a comprometerse en algún tipo de servicio, inva - riablemente comenta que ella misma resulta ser la más beneficiada con un tal compromi - so, y también en mucho mayor grado que los receptores de su servicio. El compartir con otros cualquier cosa que tengamos, ya sea dinero, alimento, tiempo, energía o cono- cimiento e intuición, produce dividendos inimaginados. Este servicio desinteresado produce aún otra bonificación inesperada. Cuando estamos activamente dedicados a darle a otros, estamos revirtiendo por completo la di - recc1on de la mente de mono. Al concentrarnos en aliviar las angustias de otros en lu gar de ansiar y agarrar todo lo que deseemos, la mente de mono, al igual que Hanuman,-
  • 24. 22.- se vuelca hacia el Sí Mismo Divino dentro de uno. Porque, al servirle a otros, en ver dad le estaremos sirviendo al Dios dentro de todos los seres, puesto que a ese nivel,- todos son uno. Cuando se le preguntaba acerca de su identidad, la inmediata respuesta de Hanu- man siempre era : "Soy el servidor de Rama". Así también nosotros al dedicarnos al servicio desinteresado, podemos comenzar a volvernos hacia el ocupante dentro de nues - tros cuerpos llenos de deseos, y servirle a Rama, Cristo, Baba, Buda o cualquier otro nombre por el que identifiquemos al Sí Mismo Divino residente tanto en nosotros mismos como en todos los demás a los que tratemos de ayudar, ya sean humanos o animales. Así, resulta que el antiguo dicho de "La caridad empieza por casa" es un buen lema para ser adoptado. Ocurre muy frecuentemente que alguien sea un verdadero ángel servidor para los así llamados extraños, ganándose su eterna gratitud y aprobación, en tanto que son descuidados los miembros de la familia, no hay preocupación por sus nece- sidades y este 'popular ángel' ignore también sus pedidos de ayuda o reaccione a ellos con impaciencia, enojo o irritación. A este respecto, Baba nos dice que los indivi duos con los que pasamos la mayor parte de nuestras vidas, son justamente aquellos que nos pueden enseñar exactamente lo que necesitamos aprender, siempre que reconozcamos es te hecho y permitamos que se produzca el aprendizaje. Es así que aquellos que estén- estrechamente asociados con nosotros pueden muy bien ser nuestros mayores maestros. Si con ayuda de ellos podemos aprender paciencia, tolerancia, constancia y resignación en nuestras relaciones familiares, nuestras vidas serán tan útiles para entregarnos la edu cación espiritual que más necesitamos, como lo sería la vida de un sadhu o renunciante~ El servicio, ya sea para los miembros de la familia o para otros, habrá de ser prestado por las razones justas y no con alguna motivación ulterior en la mente, porque ello reduciría su efectividad. Para que esté libre de ego, debería fluir desde una profunda compasión por el dolor, el hambre, los sentimientos de rechazo, de pérdida o de cualquier otro problema que sufran ya sea un individuo o algún grupo. Sólo enton - ces será beneficioso tanto para el que sirve como para los que reciben los servicios. Por este motivo habrá que poner cuidado en no decidirse por algún servicio en particu - lar con el objeto de sentirse importante o digno, ganar reconocimiento, gratitud o cual quier otra recompensa por parte de los beneficiarios, o por logros espirituales o perso nales de cualquier especie. Deberá estar libre de cualquier motivación egoísta, como- la de representar un escape para el aburrimiento o de la rutina diaria y sus responsabi lidades. - Otro punto de gran importancia que requiere ser recordado es la necesidad de mantenerse desapegado de los resultados de nuestro serv1c1o, ya sea que sea o no exito- so. Baba nos dice : "No se sientan enfatuados con el éxito y desinflados con el fraca- so". El mejor antídoto para nuestra mente de mono es el seguir el ejemplo sentado por Hanuman, que es el de ser el servidor del Sí Mismo real, sea cual fuere el nombre por el que elijan referirse a El. Baba nos incita de la manera siguiente : "Tomen a Hanuman como ejemplo de servicio, porque él se destaca como ejemplo supremo del serví - cío dedicado a lo Divino. Era fuerte, docto y virtuoso, pero no tenía traza alguna de orgullo." Baba nos dice también que el servicio constituye el único método para comba tir los efectos del Kali Yuga y que todos los demás métodos para promover nuestro pro~ greso espiritual son inferiores al servicio desinteresado. Explica, además, que "Los ejercicios espirituales como el repetir el nombre de Dios, la meditación, el yagna, el leer las Escrituras, el emprender peregrinaciones, no se parangonan con el servicio des interesado", o también, "La actividad bajo forma de servicio cargado de amor, responde- al objetivo de todos los caminos hacia la Divinidad. Constituye un medio mucho más excelso de progreso espiritual que otras formas como la meditación, los bhajans o el Yo ga."
  • 25. 23.- Es así que, en dondequiera que nos demos cuenta de que hay una necesidad de ay~ da o de la oportunidad de brindarla, no habríamos de perder tiempo en aceptarla, sin perder de vista que, al igual que Hanuman, estamos sirviéndole al Dios dentro de quien- quiera a quien sirvamos y que, al mismo tiempo, le estamos sirviendo al Dios dentro de nosotros. * * * * * CAPITULO 9 EL DESPILFARRO DE DINERO Baba pone al dinero en primer lugar en su programa de Techo a los Deseos, presumiblemente, porque, en gran medida, la cantidad de que dispongamos determi nará la forma en que administremos a las otras tres categorías de alimento, tiempo y - energía. Baba observa que en este único aspecto, los pobres son más afortunados que los ricos. Debido a que poseen menos dinero, también tienen menos tentaciones u opor- tunidades para ser derrochadores. En los países del tercer mundo, por ejemplo, no existe la presión ni hay tantos atractivos como es el caso con las sociedades ricas. Para muchas personas que se encuentran en la senda espiritual parece existir un malentendido respecto del lugar que debe ocupar el dinero en sus vidas. El dinero en sí, no es ni positivo ni negativo. Es neutral, de modo que su efecto dependerá de la forma en que sea usado. Si nos permite cumplir con nuestro destino particular y apren der a liberarnos del apego a él en cuanto símbolo de seguridad, puede tener un efecto- positivo. Si, por otra parte, le permitimos que nos controle a nosotros y a nuestra conducta hasta el punto en que nos lleve hasta el egoísmo y la injusticia, puede tener una influencia negativa sobre nosotros. Mas la decisión no será sino nuestra y no po- dremos echarle la culpa o alabar al dinero. Cierto, puede ser la causa para todos los males y frecuentemente lo es. Mas, también es cierto lo contrario, porque si se le em plea sabia y apropiadamente, puede contribuir grandemente a elevar la vida, al liberar~ nos como para concentrarnos en vivir como Hanuman, dedicados a la voluntad del Sí Mismo Superior o Rama. En esta vida, nos es imposible vivir sin algunas cosas básicas como el alimento, el techo, el transporte y la vestimenta, para no nombrar sino una pocas, y en las así llamadas sociedades tecnológicas, no podemos proveernos de ellas sin dinero. Sin em- bargo, debido a que estamos rodeados por un exceso de objetos materiales, nos vemos constantemente bombardeados por todos los medios informativos que nos impulsan a adqui- rir cosas que esperamos satisfagan de inmediato nuestros deseos terrenales y nos hagan felices para siempre. Pero, nuestros deseos provienen de nuestra equivocada identifi- cación con nuestros cuerpos y los cinco sentidos que nos están tentando todo el día. Baba dice : "Para la vida diaria, todos requieren dinero. Pero esto es algo como el llevar zapatos. El zapato habrá de ser de la medida correcta. Si fuera dema siado grande, no podrían caminar con comodidad. Si les quedara estrecho, también se- sentirán incómodos. Se les convertirá en un problema el que tengan dinero en exceso y también será una situación difícil si tienen muy poco. A menudo el hombre se convier- te en esclavo del dinero mientras trata de ganar más de lo que necesita." Y declara también : "Cuando van depositando cada vez más dinero en sus cuentas bancarias, le esta rán creando dificultades a sus hijos para llevar vidas limpias, confortables y honora~ bles." También dice : "Al dinero hay que asignarle su propio sitio en importancia. Habrá de ser empleado de la mejor manera posible. Debido a que si no hacen el mejor uso posible de cualquier cosa , no podrán entender para qué está ahí. Por ejerrplo, de- berían hacer uso del poder de la inteligencia para evitar un mal uso del dinero."
  • 26. 24.- Al igual que sucede con todos los demás ilusorios símbolos de la seguridad, si nos permitimos aferrarnos al dinero, descubriremos que resulta ser incierto. Si lleg~ mos a apegarnos en demasía a lo que pueda comprarse con el dinero, podemos ser tentados para hacer equivaler nuestra valía a la cantidad de dinero o de posesiones que tengamos. Con ello nos olvidaríamos de lo que realmente somos : el Sí Mismo indestructible. Cuando pensemos en la forma de reducir el despilfarro, necesitaremos descubrir ante todo la forma en que lo gastamos, porque uno de los principales obstáculos para es tablecer un presupuesto es la falta de una idea definida respecto a los gastos. De mo do que el primer paso consistirá en establecer una lista de los gastos corrientes para- mostrar un cuadro más claro de los principales. Esta lista habría de comenzar con los gastos regulares constantes como el pago de arriendo o dividendos, seguros, impuestos, servicios públicos, teléfono, alimentación, vestimenta, educación, servicios médicos etc. Cada lista variará según la persona que la compile. Factores como la edad, la ocupación, las responsabilidades, el estado civil, el número de hijos, la posición en la sociedad, los antecedentes familiares y muchos otros, mostrarán una influencia co rrespondiente. Una vez que se hayan determinado los montos semanales, mensuales o anuales, que dará en claro el saldo de los ingresos. Esto representará el área en la que es más - probable que se produzca el despilfarro y respecto de la cual nos pueden llevar a erro- res nuestros deseos, si fueran gratificados de inmediato, sin una debida consideración de las consecuencias. Una vez que se 1n1c1a un listado de los gastos, aparecerá un patrón que dejará en claro aquellas áreas en las que se cae en el derroche. Puesto que nuestros cinco sentidos son los responsables por inducir a la mente a apegarse a cualquier cosa por la que ellos se sientan atraídos, es importante recono cer el papel que desempeñan en el momento de embarcarse en el programa del Techo a los- Deseos. Porque, como lo expresa Baba : "Cuando los sentidos que habrían de ser los ser- vidores del hombre han llegado a ser los amos, él se habrá convertido en un esclavo de la belleza exterior, la melodía evanescente, la blandura externa, el gusto estimulante y la fragancia frágil." De modo que, al pensar en el derroche de dinero, necesitaremos descubrir en qué forma tienta cada uno de los cinco sentidos a la mente de mono para que llegue a afe rrarse a la multitud de vistas, sonidos, olores, gustos y sensaciones táctiles que le presentan. El sentido de la vista y el despilfarro de dinero. En la mayoría de las personas, la vista es el sentido más fuertemente desarro- llado y es, por ende, el que lleva hacia más apegos, lo cual, a su vez, lleva al derro- che. La publicidad, una campaña de persuas1on, es una de las formas principales por la que los ojos llevan a la mente a apegarse a cualquier cosa que le resulte atractiva a cada individuo, de entre la miríada de posibilidades que se nos presentan. En los diarios y revistas, catálogos y folletos enviados por correo, en los car teles colocados a lo largo de las carreteras y, en forma más convincente aún, en los co merciales de la televisión, los fabricantes publicitan sus productos haciéndolos exhi ~ bir de manera tan atractiva que los videntes se ven persuadidos para correr a una tien- da para comprarlos, ya sea que los necesiten o no.
  • 27. 25.- Debido a que estos comerciales constituyen la mayor parte del apoyo financiero a los programas dedicados al entretenimiento y otros tópicos, ejercen un gran poder y tienen un control absoluto sobre sus técnicas de publicidad. Esto implica que funcio ne una coerción adicional, además de los artículos en.exhibición. Ella es el control- por parte de los fabricantes sobre las personas invisibles de su audiencia, a quienes están urgiendo a gastar dinero en la compra de sus productos, a menudo sólo como derro che. Puede ser que se exhiban vestimentas atractivas o bellas joyas, los últimos mo delos de automóviles nuevos y lustrosos, alimentos de apariencia deleitosa, cosméticos que garantizan demorar el proceso de envejecimiento, equipos electrónicos (los jugue - tes que apasionan a los hombres) y una multitud de otros artículos seductores. La lista es interminable y variada, diseñada como está para tentar a todo tipo de perso - nas con sus cosas favoritas. Ni los niños se salvan de esta inclemente andanada. Ellos se han convertido en el blanco más reciente de los publicistas que planean la mejor forma de tentarlos para ansiar lo que se les muestra, con el resultado de que ruegan, engatusan y, en al- gunos casos, hasta llegan a intimidar a sus padres para que se les compren los artícu- los exhibidos en la pantalla, aunque se trate de cosas que no nece~ten oni siquiera deseen. Son presionados para desear poseerlos, porque creen que sus amigos que tam - bién son bombardeados con las mismas imágenes, también tratarán de persuadir a sus res pectivos padres para que se los compren. Los niños, en general, no quieren ser dife~ rentes a sus pares, porque, al serlo, se sienten rechazados o en desventaja, hecho del cual son agudamente conscientes los publicistas. De esta manera, los niños están siendo programados desde una muy temprana edad para creer que deben tener todo lo que ven. Este hábito de la gratificación instantá nea persiste a menudo hasta la edad adulta, cuando resulta mucho más difícil de borrar. La publicidad, sin embargo, aún siendo poderosamente persuasiva, no representa la única manera por medio de la cual los ojos llevan a la mente a ansiar cualquier co- sa que ellos vean. Las grandes tiendas por departamentos y los supermercados y, en menor medida, las tiendas más pequeñas, representan otra fuente de tentaciones para de rrochar el dinero a través del sentido de la vista. Los ojos se encandilan frente a- la enorme exhibición de mercaderías dispuestas hábilmente para atraer la atención. La disposición es apabullante, puesto que presenta una tan grande selección que confunde aún más al comprador, sobre el que actúa como una suerte de hipnótico. La multiplici dad de artículos se exhibe con el solo propósito de seducir a las personas para com ~ prarlos, los necesiten o no e incluso aunque no les gusten. Se requiere que la perso na sea muy fuerte como para resistir a una coerción tan poderosa. - Las liquidaciones representan más que un peligro para quienes son adictos a las compras, ya que ofrecen la atracción adicional de obtener gangas. Lamentablemen- te, son muchos los que sucumben ante este seductor señuelo, creyendo que ahorrarán la cantidad de dinero en que el artículo ha sido rebajado, pasando por alto el hecho de que, a menos que lo puedan usar, habrán derrochado el dinero en lugar de ahorrarlo. Además, estamos literalmente rodeados de cosas que se ven, tanto agradables co mo desagradables, cada día de nuestras vidas, cuando caminamos por las calles, cuando- conducimos nuestros autos por las carreteras, cuando vamos al mercado o a las tiendas, cuando estamos en el trabajo, cuando visitamos a amistades y, en general, en todas las actividades que comprenden nuestra rutina diaria. En todas estas situaciones puede que veamos cosas que resulten agradables de ver y, por eso mismo, que nos tienten en cuanto a poseerlas.
  • 28. 26.- El sentido del oído y el despilfarro de dinero. ¿En qué forma nos tienta el sentido del oído para derrochar? Al igual que su- cede con el sentido de la vista, la televisión representa una de las fórmulas principa- les utilizadas por los publicistas para incitar a la audiencia hacia la compra de sus productos, los que son ensalzados en los comerciales. El anunciador puede describir en su campaña de ventas, un nuevo tipo de artefacto que sirva para ahorrar tiempo, el último modelo de computador, un viaje hacia algún lejano paraíso exótico que promete es caparle a las tensiones de la vida diaria o cualquier otra de entre una multitud de a~ tracciones que son pregonadas por el aire. Además, la radio que se enciende en el automóvil mientras se conduce rumbo al trabajo, a alguna gestión, al llevar a los niños al colegio o a actividades extraescola res y durante cualquiera de los demás recorridos diarios, le otorga a los publicistas- otro método suplementario de seducción, para impulsar tanto al conductor como a los pa- sajeros del vehículo a comprar todo aquello que el locutor va describiendo con su más persuasivo tono de voz. Los publicistas hacen uso hoy en día incluso de las líneas telefónicas priva das. Sus vendedores se empeñan al máximo para imponerle a los dueños de casa una fir- ma de renovación de pinturas, el comprar ciertas acciones, pedir algún nuevo y apasio - nante producto o invertir en cualquier otra empresa o artículo. En este método publi- citario existe la ventaja adicional de la voz humana que ha sido utilizada por siglos para hipnotizar a sujetos aptos para seguir órdenes orales, en este caso, las del locu- tor, el cual ha sido bien entrenado en el arte de la persuasión. Resulta interesante destacar que este tipo de llamadas siempre se llevan a cabo cerca de la hora de la comí da nocturna, cuando se asume que es más probable que haya algún miembro adulto de la fa milia en casa. Luego se puede citar las palabras directas con que otras personas acosan a cual quiera que las quiera escuchar, con listas de descripciones de sus últimas adquisicio ~ nes. Contagiados por su entusiasmo, quienes escuchan puede que se tornen envidiosos, celosos o competitivos y deseen para sí mismos aquello que oyen describir. O, puede que alguien hable de alguna nueva inversión que prometa una importante ganancia y, los que escuchan se sienten atraídos por la perspectiva de tener más dinero que gastar y de ciden invertir también en ella. Estos no son sino algunos ejemplO$ de la forma en que el sentido del oído puede seducir a las personas a derrochar dinero, a menos que echen mano de la discriminación para decidir por sí mismas si realmente necesitan los productos propuestos. El sentido del olfato y el despilfarro de dinero. La nariz tiene dos usos. Con el sentido del olfato presenta ante el cerebro la información acerca de variadas substancias. También es el órgano a través del cual se le lleva oxígeno al cuerpo y se expele el dióxido de carbono. El sentido del olfa- to es el que puede llevar al despilfarro de dinero. De acuerdo al diccionario, "el sentido del olfato permite que sea percibida una substancia gracias a la estimulación química de los nervios olfatorios ubicados en la cavidad nasal, por parte de partículas despedidas por la substancia en cuestión." No obstante, en vez de que una persona confíe en este sentido únicamente para protegerse del daño que le pudieran causar substancias nocivas, frecuentemente se deja tentar por él para dejarse llevar por substancias que le huelen dulces, como los perfu- mes caros, por ciertos alimentos, por el tabaco, el café y muchas otras cosas de aromas atrayentes.
  • 29. 27.- Los publicistas son rápidos para aprovecharse del sentido del olfato de sus po- tenciales compradores. Los alimentos, como los panes u otros productos de panadería o pastelería, entre otros, pueden contener productos químicos que realcen su atractivo a- romático y estimulen a las personas para elegir una marca en particular por sobre otras menos olfatoriamente atrayentes. Todos conocemos las muestras de perfume que se incluyen en catálogos y, a veces incluso en las boletas de las tiendas por departamentos, para seducir a los clientes y llevarlos a comprar un aroma en particular. Ultimamente, esta práctica ha sido fuerte mente criticada por causarle reacciones molestas a personas alérgicas a los ingredien ~ tes contenidos en algunos perfumes. Esto lleva al derroche únicamente si los clientes se dejan seducir por estas campañas y permiten que su sentido del olfato les lleve a ser extravagantes, a comprar en demasía o en cantidad, a comprar artículos que no pueden usar, los que estén de moda o que causarán impresión entre sus conocidos. También aquí es esencial la discrimina- ción para mantener las compras dentro de límites aceptables y para retener el control sobre nuestro sentido del olfato. El sentido del gusto y el despilfarro de dinero. Según el diccionario, "el sentido del gusto es estimulado por el contacto de las papilas gustativas en la superficie de la lengua con diferentes substancias, deter- minando así su calidad de dulce, ácido, salado o amargo." Los sentidos del gusto y del olfato están en estrecha conex1on. Las personas que han perdido el sentido del olfato indican que ya no tienen la capacidad de saborear los alimentos y a menudo pierden el interés en comer. Esto se debe a que el olor del alimento estimula la secreación de las glándulas salivales que ayudan al proceso diges- tivo, el cual se inicia en la boca. Muchas personas sienten que se les despierta el apetito cuando se les hace agua la boca al percibir con el olfato los aromas del pan re cién horneado, de cebollas que se fríen o del café que se está colando. Además de asociarse con alimentos y bebidas, se ha hecho una práctica común el emplear la palabra gusto en otros contextos. Una persona puede tener gusto por algo, en el sentido de encontrarlo placentero, como ciertos tipos de diversiones, un deporte o alguna otra actividad que le resulte grata. O se la puede describir como teniendo buen gusto en su elección de vestimentas, muebles, joyas o literatura que sean acepta - das por consenso como estéticamente validas o apropiadas. O, también, alguien puede expresar que desea tanto algo que casi puede saborearlo. De modo que se hace necesario determinar en qué forma puede conducir a la mente hacia el derroche este multifacético sentido del gusto. Esto, sin embargo, no significa que hayamos de privarnos del goce del gusto por los alimentos, puesto que constituye una valiosa ayuda para la digestión al estimular las secreciones que se requieren; ni tampoco, el que sintamos que debamos prescindir de otras dedicaciones placenteras. Sólo cuando permitimos que este sentido nos controle y sea causa de que ansiemos algunas cosas en exceso, es que seremos culpables de despil farrar dinero comprando más de lo que necesitamos, cosas que no podemos usar o que no- están a nuestro alcance. El sentido del tacto y el despilfarro de dinero. El sentido del tacto es estimulado por cualquier cosa que produzca una sensa ción de placer o de dolor en cualquier parte del cuerpo, a través de la piel que cubre
  • 30. 28.- todo el cuerpo, por fuera y por dentro. Las reacciones ante el calor y el frío, la sequedad y la humedad y todas las va riaciones de las condiciones climáticas, estimulan el sentido del tacto. Las personas sienten el agrado o desagrado diferentemente. Este hecho es apli cable también a las variadas texturas de los materiales de la vestimenta u otros que to man contacto con la piel en diferentes partes del cuerpo. Texturas tales como las sua ves, lisas, ásperas, las que producen picazón o cualquier otra, pueden causar una am plia variedad de reacciones en diferentes personas. Este sentido es estimulado desde el nacimiento por los padres, cuando toman en sus brazos al bebé, lo acarician, lo palmotean, le dan masaje y lo tocan. Tanto los contactos agradables como los desagradables establecerán patrones que continuarán hasta la edad adulta. Si un bebé se ha sentido placenteramente satisfecho durante la infan- cia y ha recibido la seguridad de ser amado, no será probable que, como adulto, ya sea ansíe ser tocado o, por el contrario, evite tales contactos. Al igual que con los otros sentidos, el del tacto impulsa a la persona a derro- char dinero comprando cosas que sean gratas al tacto, sólo cuando ha llevado a la mente a apegarse indebidamente a una sensación. Y también, si algo controla la mente de una persona como para que sus pensamien tos deriven siempre hacia ello y, por ende, llega a ser responsable de una reacción de adicción al tacto, la habrá esclavizado y puede conducir a que derroche dinero para sa- tisfacer las ansias que haya desarrollado. * * * * * CAPITULO 1O EL DESPERDICIO DE ALIMENTO Resulta fácil observar que la cantidad de dinero de que se disponga en un momen to dado, influye sobre muchas otras áreas de la vida, entre las que la cantidad y la e~ lidad de los alimentos y bebidas no dejan de ser importantes. Sin embargo, salvo en casos extremos, esto no plantea necesariamente un problema insoluble, si se inicia una sabia planificación y se toma la firme determinación de evitar el derroche. No obstante, en el más amplio de los sentidos, alimento implica cualquier cosa que una persona ingiera desde afuera. Como lo expresa Baba: "Las calorías que uno i!2_ giere por la boca no constituyen sino una pequeña parte de lo que consume el hombre. Lo que se absorbe por los sentidos forma parte del alimento que conforma al individuo. Los sonidos escuchados, las cosas vistas, las impresiones táctiles que se buscan o se reciben, el aire respirado, el medio ambiente que exige atención, apreciación y adop c1on ... todo esto es alimento. Todo esto produce un impacto considerable sobre el ca rácter y el curso de la vida del individuo. Coman para vivir y no crean que viven con el objeto de comer." En otras palabras, todo lo que ingerimos a través de nuestros cinco sentidos : la música y las palabras que escuchamos con los oídos; las películas y los libros que vemos con los ojos; los olores que olemos; las comidas y bebidas que saboreamos, y los materiales y cosas que tocamos, deben ser todos considerados cuando intentamos eliminar el derroche en nuestras vidas y buscamos determinar si son necesarios o, incluso, desea bles.
  • 31. 29.- El alimento que comemos y los líquidos que bebemos proveen al cuerpo del combus tible que lo mantiene sano y funcionando eficazmente, siempre que no los ingiramos en- exceso. Según Baba : "Toda la variedad de gustos, colores y aromas de los alimentos no son, si los consideran con justicia y equidad, sino drogas para curar la enfermedad del hambre. Todas las bebidas que ha inventado el hombre no son más que drogas para ali - viar la enfermedad de la sed. El hombre sufre de la fiebre de los sentidos y prueba los remedios rápidos de las recreaciones, los placeres, las amenidades, los banquetes, los bailes etc., sólo para descubrir que la fiebre no cede." En su estilo claro y simple, Baba también ha resumido el efecto de los excesos en la comida o la bebida. En el caso de la bebida, he aquí lo que ha dicho : "Cuando el hombre vierte en el hombre el contenido de la botella, ¡él mismo se mete en la bote- lla y no puede escapar! Primero, el hombre bebe vino, luego el vino bebe vino y, fi - nalmente, el vino se bebe al hombre mismo. Queda hundido y ahogado en la bebida." Se va haciendo cada vez más evidente que un creciente número de personas en to- do el mundo sufre de desnutrición. Esto vale incluso para los países más ricos, debi- do al hecho que gran parte de los alimentos que consumen son muy procesados y carecen de nutrientes asimilables. El fenómeno del llamado 'junk-food' se ha impuesto en to - das partes y no siempre debido a falta de dinero. Es más bien el resultado del acele- rado ritmo de vida que deja a muchas personas escasas de tiempo para planear, comprar, preparar y cocinar comidas nutritivas. Resulta tanto más fácil y rápido el comprar mezclas envasadas o artículos precocidos o congelados, que recolectar ingredientes fres cos que contengan nutrientes en cantidad y equilibrio suficientes para mantener una sa~ lud óptima. Este hábito de la comida rápida lleva a un círculo v1c1oso. La falta de calo- rías produce un hambre crónica que mucha gente trata de saciar por medio de frecuentes bocadillos entre las comidas, los que también carecen usualmente de los nutrientes ade- cuados. Por consiguiente, a menudo les falta energía, se muestran apáticos y desinte- resados en lo que estén haciendo, están demasiado cansados para hacer cualquier ejerci- cio y se contentan con desperdiciar tiempo y energía en actividades inútiles y sedenta- rias. Baba recomienda ingerir la mayor cantidad posible de alimentos crudos para recu perar la energía que se gasta en toda la variedad de actividades y responsabilidades - que se enfrentan en la vida diaria. Nos advierte una y otra vez que hemos de recordar que no somos el cuerpo. Mas, por otra parte, nos aconseja el cuidarlo, puesto que nos proporciona el medio para sal- dar nuestro karma pasado y para aprender que nuestra verdadera identidad no es el cuer- po, la mente o la personalidad que son todos pasajeros, sino la chispa interior de la Verdad o la Realidad Universal que es indestructible. El sentido de la vista y el desperdicio de alimento. Es bien sabido el hecho que, si la comida resulta atractiva a la vista, el sólo verla abrirá el apetito y la hará más fácilmente asimilable, porque habrán sido estimu- lados los jugos gástricos necesarios para su digestión. En el caso de personas que están enfermas y que han perdido el apetito, es muy probable que los alimentos que les son presentados en forma atractiva despierten su in- terés por comer. Es todo un arte el arreglar un plato de comida que luzca apetitoso, con colores y disposición que sean tan atrayentes para la vista como para el olfato y el gusto. Son renombrados los cocineros del Japón por la forma en que ordenan los di- ferentes componentes de un plato y en muchos restaurants de ese país, se colocan bande-