1. agosto 2017
el dipló, una voz clara en medio del ruido Capital Intelectual S.A.
Paraguay 1535 (1061)
Buenos Aires, Argentina
Publicación mensual
Año XIX, Nº 218
Precio del ejemplar: $80
En Uruguay: 100 pesos
www.eldiplo.org
José Natanson Martín Rodríguez Ezequiel Adamovsky ignacio
ramonet Régis Debray Martine Bulard Kevin Limonier Serge Halimi
9771514522005
00211
Elcapitalismocontralanaturaleza
Dossier
00218
Colectivo Veinticuatro/Tres
La búsqueda de una sociedad más justa ha sido reemplazada por la lucha
contra la pobreza. El macrismo como expresión de un nuevo clima de época.
Desigualdad:
el debate ausente
La crisis económica que estalló hace diez años se superpone con la crisis política. Sin
embargo, el problema más profundo es ecológico. Desregulado y voraz, el capitalismo
produce un deterioro en el medio ambiente que está transformando nuestro modo de vida.
Escriben
Razmig Keucheyan
y Benoît Bréville
2. 2 | Edición 218 | agosto 2017
por José Natanson
L
a publicación de El capital en el si-
glo XXI produjo una pequeña revo-
lución en la discusión política mun-
dial (1). En momentos en que los
economistas se dedicaban al análi-
sis algorítmico de las finanzas, la economía del
comportamiento y la aplicación de sus leyes a
la vida cotidiana para ver por ejemplo cómo se
patean los penales, el profesor francés Thomas
Piketty escribió un libro-mundo de 800 pági-
nas que incluía una “gran tesis”, contundente y
diáfana, de esas que aparecen pocas veces en la
historia y que pueden ser objetadas, discutidas
y matizadas pero no ignoradas: en el largo plazo
–sostuvo en base al trabajo de una red interna-
cional de expertos que procesó datos de dos si-
glos y cuatro continentes– la tasa de retorno del
capital supera a la tasa de crecimiento del ingre-
so, por lo que la participación del capital en el
producto se incrementa. En otras palabras, el
capitalismo tiende a concentrar la riqueza.
La conclusión de Piketty demoró tanto en
llegar por el recuerdo todavía vívido de los años
que van del New Deal (en Estados Unidos) o
la finalización de la Segunda Guerra Mundial
(en Europa Occidental y parte del mundo en
desarrollo) hasta mediados de los 70, cuando
esta tendencia se interrumpió y los tres objeti-
vos principales de las sociedades occidentales
(crecimiento económico, democracia política e
inclusión social) parecieron, por fin, compati-
bles. Pero Piketty demostró que los “años dora-
dos”, según la famosa definición de Eric Hobs-
bawm, no fueron la regla sino una feliz –y, con-
siderados históricamente, una muy breve– ex-
cepción. Y que una vez pasado este período ex-
traordinario, el capitalismo recuperó su vérti-
go concentrador, por lo que, si las cosas siguen
como están, rápidamente el siglo XXI será tan
desigual como el XIX.
Una vez planteada, la tesis de Piketty operó
como una revelación en la discusión económica
global, como un velo que súbitamente se desco-
rría para dejar ver algo que había permanecido
increíblemente oculto. Con cientos de miles de
ejemplares vendidos y traducciones a 30 len-
guas, el libro convirtió a su autor en una espe-
cie de rockstar, festejado por los premios Nobel
Joseph Stiglitz y Paul Krugman y elevado a la
categoría de “primer gran intelectual del siglo
XXI” por la prensa mundial. “Llevar El capital
en el siglo XXI debajo del brazo se ha converti-
do en la nueva herramienta de conexión social
en ciertas latitudes de Manhattan”, llegó a de-
cir The Guardian (2).
La investigación produjo todo tipo de reac-
ciones. En Argentina, el sociólogo Gabriel
Kessler publicó un libro en el que, al cumplir-
se una década de la llegada del kirchnerismo al
poder, analizaba la evolución de la desigualdad
en torno a una serie de variables, de ingreso y
riqueza pero también vinculadas a la distribu-
dente que le impidió seguir compitiendo y que
luego se convirtió en campeón paraolímpico.
El mismo Macron es un ejemplo de cómo una
persona nacida en el seno de una familia de cla-
se media de provincia puede llegar, mediante
el aprovechamiento de las oportunidades que
abre la educación y un talento singular, a la
cúspide de la política de su país.
Pero no fueron sólo slogans. En su breve ges-
tión como ministro de Economía de François
Hollande,Macronimplementóunfestejadoplan
orientado a que las grandes empresas contraten
a estudiantes de los barrios periféricos que, por
carecer de las redes de contactos y el capital so-
cial adecuado, no consiguen trabajo pese a sus
buenas calificaciones. Ya en el gobierno, decidió
invertir más recursos en las zonas de educación
prioritarias (ZEP), desplegar una serie de medi-
das para enfrentar la discriminación étnica y de
género, y fortalecer los programas sociales para
garantizar un piso mínimo de subsistencia.
Con título de politólogo y un paso por la filo-
sofía bajo la protección de Paul Ricoeur, que le
agradece su ayuda en la introducción de La me-
moria,lahistoria,elolvido,laperspectivadeMa-
cron descansa en las teorías del enorme filósofo
liberal John Rawls y su intento de congeniar li-
bertad e igualdad, y conecta también con las te-
sis del economista indio Amartya Sen, que con-
cibealapobrezacomounproblemanoderecur-
sos sino de autonomía: en un célebre ejemplo,
Sen compara la situación de dos personas, una
que no come porque ayuna y otra porque carece
de dinero. Ambas pasan hambre, pero la prime-
ra porque lo elige y la segunda no: la pobreza, en
suma,esundéficitdelibertad,ysusolucióncon-
siste en garantizarles a todos la posibilidad de
elegir (incluso si la elección es dejar de comer).
Para asegurar esta libertad, la perspectiva de
laigualdaddeoportunidadesbuscaevitarladis-
criminación mediante políticas de acción afir-
mativa como las zonas de educación prioritaria
que está reforzando Macron, los cupos étnicos
al estilo estadounidense y las becas educativas.
Se trata, por supuesto, de medidas positivas que
generanprobadosefectosdeinclusión,peroque
no afectan la esencia de la estructura social. Y
queoperanunsutildesplazamientodelfocopo-
lítico: de la redistribución a la discriminación y
de la desigualdad a la pobreza, objetivos estos
últimos más consensuales y menos conflictivos,
que a su vez justifican políticas públicas orien-
tadas a corregir antes que a reformar, y que no
suponen esquemas de suma cero, en el que para
que uno gane el otro tenga que perder.
Lejos de las propuestas de Piketty de esta-
blecer un impuesto global a los movimientos
financieros y aumentar el peso de los tributos
a la herencia y las actividades rentistas, el plan
económico de Macron apunta a devolverle el
dinamismo a un país al que considera paraliza-
do, mediante iniciativas de flexibilización la-
Macronmacri
ción de la tierra, la vivienda, la salud y la edu-
cación (3). En Ecuador, Rafael Correa quiso
llevar a la práctica algunas de las conclusiones
de Piketty y dispuso el aumento de dos impues-
tos, a la herencia y a la plusvalía inmobiliaria,
de modo tal de limitar la rentabilidad del ca-
pital, pero la campaña mediática y la resisten-
cia social que produjo su decisión, a pesar de
que afectaba a menos del 2% de la población, lo
obligaron a retroceder.
En todo caso, el libro de Piketty tuvo el mé-
rito de reubicar en el centro de la discusión a
la desigualdad, que hasta el momento perma-
necía como una obsesión demodé de unos po-
cos keynesianos y marxistas remanentes. ¿Qué
quedó de aquel debate?
La política francesa es ilustrativa al respecto.
Cuatro años después de la aparición de El capi-
tal…, Emannuel Macron fue elegido presiden-
te. Consagrado con un amplio respaldo popu-
lar ratificado luego en las legislativas, Macron
se las arregló para, en el breve lapso de un año,
pulverizar al Partido Socialista, acorralar al vie-
jo gaullismo y derrotar a Marine Le Pen. Dota-
do de un genio táctico innegable y de un espe-
sor intelectual infrecuente en la aplanada élite
política francesa, Macron logró reunir en torno
suyo a la izquierda de la derecha y a la derecha
de la izquierda hasta construir un nuevo centro.
Social-liberal, tal la definición aproximada del
nuevo gobierno, caracterización que resulta ab-
solutamente bizarra en Argentina pero que en
Europa tiene su explicación: Macron es progre-
sista, cosmopolita y laico en materia de inmi-
gración, derechos de las minorías, educación y
cultura, y claramente liberal –o neoliberal- des-
de el punto de vista económico.
Pero lo que interesa aquí no es describir al
flamante gobierno sino indagar en su posición
respecto de la desigualdad, que en Francia, co-
mo en el resto de Europa, viene aumentando
de manera sostenida. Y en este punto Macron
suscribe el consenso centrista que indica que la
desigualdad es una consecuencia inevitable de
la globalización, la deslocalización industrial
y la nueva realidad del mercado laboral; y que,
aunque seguramente sería deseable una socie-
dad más igualitaria, el único camino posible no
es redistribuir el ingreso, y menos aún la rique-
za, sino las oportunidades.
Como venimos señalando en este espacio
(4), la perspectiva de la igualdad de oportuni-
dades no apunta a construir una sociedad de
iguales sino una línea única de largada para
que los individuos, que son todos distintos y
quieren cosas diferentes, se esfuercen y compi-
tan, que es lo que en definitiva asegura el pro-
greso. Macron lo planteó explícitamente en su
primer slogan –“Francia debe ser una oportu-
nidad para todos”– y lo graficó con la elección
para sus spots de campaña del caso de Charles
Rozoy, un nadador francés que sufrió un acci-
4. 4 | Edición 218 | agosto 2017
Deligualitarismo
alameritocracia
A
esta altura del saber académico,
la relación entre capitalismo, des-
igualdadydemocraciaresultabas-
tante transparente. Hace poco,
ThomasPikettyterminódedemos-
traralgoqueyaeraevidente.Atra-
vésdeuntrabajoestadístico monumentalentornoa
250añosdehistoriaeconómicadelosprincipalespaí-
ses, demostró que el capitalismo, librado a su propia
dinámica,nohaceotracosaqueconcentrarlariqueza
enpocasmanos.Puedediscutirsesi,alavez,produce
tambiénunincrementodelapobreza(tododepende
decómoselamida),peronocabendudasdequegene-
ramayordesigualdad.Elcrecimientoenlabrechaen-
trericosypobres,asuvez,estáasociadoalacorrosión
de la democracia. Estados Unidos es el ejemplo más
claro.Dosprestigiosasuniversidadesestadouniden-
por Ezequiel Adamovsky*
El proyecto cultural del macrismo
sescondujeronunaextensainvestigaciónquedemos-
tróqueelsistemapolíticoimperanteallínoeshoyuna
democracia,sinounrégimenoligárquico.Elejercicio
quehicieronfuesencillo:analizaron1.779políticaspú-
blicasimplementadasentre1981y2002ycompararon
su orientación con lo que en cada momento prefería
laopiniónpúblicaporunlado;ylosricosylosgrupos
deinteréscorporativo,porelotro.Enunaabrumadora
proporcióndeloscasos,lasdecisionesdelEstadoha-
bíanignoradolaspreferenciasdelasmayoríasparafa-
vorecer,encambio,lasdelospoderosos.Odichoalre-
vés:lapoblacióncomúnteníaunacapacidaddeincidir
sobrelaspolíticaspúblicascercanaacero(1).
Democracia y concentración
Enesteescenario,Argentinanoeslaexcepción.Las
estadísticas para el siglo XIX muestran que el desa-
rrollo de una economía ganadera de exportación a
partir de 1815 estuvo asociado al crecimiento cons-
tantedeladesigualdad,máspronunciadoaúnapartir
de1855.Unaestimacióncalculaquehaciamediados
de siglo, los más ricos en la región pampeana tenían
ingresoshasta68vecesmásaltosquelosingresosde
los más pobres. Para 1910 esta brecha se había am-
pliado fabulosamente hasta alcanzar un diferencial
de933(2).Nocasualmente,elsaltoseprodujoduran-
teunodelosperíodosdemayorclausurapolítica,en
elqueelEstadofuecolonizadoporlasélites.
Elpanoramaparaelsiglosiguiente,conmásyme-
joresestadísticas,esinclusomásclaro.Comomuestra
elgráfico,losmomentosdemayorconcentracióndela
riquezaenmanosdel1%másricodelapoblacióncoin-
cidenconperíodosdeclausurapolíticay/odepolíticas
económicasproempresarialesquesematerializaron,
Dossier
Desigualdad:
el debate
ausente
La igualdad es un valor profundamente arraigado en Argentina. Desde los tiempos de
la Independencia acompañó el surgimiento del movimiento obrero, la irrupción del
peronismo, los movimientos políticos de los años 60 y 70. Después de una larga ausencia,
recuperó protagonismo tras la crisis de 2001. ¿Cómo lo piensa el actual gobierno?
Colectivo Veinticuatro/Tres
6. 6 | Edición 218 | agosto 2017
Recuperarlasviejasbanderas
L
os analistas suelen mostrar la
desigualdad en tortas de colores y
gráficosdeExcel.Repitenqueeltan-
to por ciento de la población mun-
dialviveconmenosdeundólaraldía
mientrasqueunosdiezoquinceciu-
dadanossinpatrianibanderadisfrutandelosyatesy
lacarnedekobequeotrosjamásconocerán.Afirman
quesetratadeunfenómenoimparable.Conlagloba-
lización económica y la mundialización del capital,
ladesigualdad–dicen–llegóparaquedarse.
EnArgentina,paísdepromesaslargasypolíticas
cortas,estáalaordendeldía.Elkirchnerismo,emer-
genteprogresistadeunacrisisdescomunal,lapiloteó
ylaadministró,peronolaredujo.Atacólapobrezay
laindigenciaperofueincapazdecombatirconarmas
propiasesacondicióndeshonrosaquetrazaunalínea
entre el que tiene y el que no, separando mundos y
espacios sociales. La actual adminstración de Cam-
biemostieneevidentementeunamenorsensibilidad
haciaelproblema.Ensuestructuradepensamiento
yensumarcodeacciónnoexistenprincipiosdejusti-
ciadistributivaqueexcedanlosdelmercado.
por Mariano Schuster*
Hacia una socialdemocracia radical
Sin embargo, aunque silenciada del debate públi-
co,ladesigualdadrecobrafuerza.Laideaalaquetodos
temenessucontracara:laigualdad.Laderechaliberal
larechazahomologándolaal“igualitarismo”,entan-
toqueunsectordelaizquierdalahareemplazadopor
laperspectivadeigualdaddeoportunidades.Presade
laadministracióndeloreal,laizquierdaasumecomo
propiounconceptoajenoasutradición.
El fracaso
En el discurso público se ha extendido la creen-
cia más o menos generalizada de que cuestionar a
los ricos carece de sentido. La izquierda, se afirma,
sólo debe trabajar para los pobres sin apuntar a las
estructuras de poder que sostienen la desigualdad.
Con su hegemonía mediática, cultural y simbólica,
el imaginario de la derecha domina el escenario. El
Estado,serepite,yanoesunaherramientadetrans-
formación. La globalización es natural e inevitable.
Si alguien pretende cambiar algo, solo podrá operar
sobreelmarcode“loposible”.Pareceque,comode-
cía el historiador británico Tony Judt, las lecciones
delsigloXXsehanolvidado(1).
Entre1945ymediadosdeladécadadel70,elmo-
delo de bienestar social condujo al desarrollo de so-
ciedades cohesionadas y justas en Europa Occiden-
tal.Suaplicaciónredujolasdesigualdadesheredadas
delaotraglobalización,laqueseprodujoaprincipios
del siglo XX, poco antes del estallido de la Primera
GuerraMundial.Algunoshombresperspicaces,co-
moJohnMaynardKeynesyWilliamBeveridge–au-
tor del famoso Informe que introdujo la legislación
socialenInglaterra–,vieronconclaridadelporvenir
al que conducían los mercados desregulados y pro-
pusieronuncambioderumbo.Noeransocialistassi-
noliberalessensatos.Perofueronlossocialdemócra-
tas,consussindicatos,susobrerosysufeenunnuevo
ordensocial,losqueabrieronpasoalfuturo.
El modelo socialdemócrata de la postguerra no
rompióconelcapitalismoperogarantizóalgoinédi-
to:unaigualdadsocialfundadaenlosderechosdelos
ciudadanos. Su aplicación no fue posible, como sos-
tienelaextendidacreeencia,sóloporlascondiciones
favorablesdelcapitalismooporladisposicióndeto-
dosaacordarpolíticasqueevitarannuevascatástro-
fes.Suexistenciasedebióalapresiónyalahegemo-
Dossier
Desigualdad:
el debate
ausente
En las últimas décadas, la socialdemocracia europea dejó de lado el discurso igualitario y
se limitó a defender una serie de políticas orientadas a contener los efectos negativos de la
globalización. Pero el ascenso de líderes como Jeremy Corbyn demuestra que la lucha por
la igualdad sigue siendo fundamental para un programa verdaderamente reformista.
Colectivo Veinticuatro/Tres
8. 8 | Edición 218 | agosto 2017
¿De qué vamos a
trabajar mañana?
La incorporación de la robótica y la informática a los procesos
productivos destruye algunos empleos y crea otros. Aunque es
difícil decir cuáles sobrevivirán, sí se pueden anticipar ciertos
problemas y desafíos de un futuro en el que no está claro si
habrá trabajo para todos.
Transformaciones del mercado laboral
por Verónica Ocvirk*
L
a pregunta por el trabajo del
futuro –qué vamos a estar ha-
ciendo, si esa actividad se-
rá más o menos digna, cómo
nos distribuiremos las tareas
y si en definitiva los 2.000 millones
de almas más que se supone habitare-
mos la tierra en 2050 tendremos o no
un empleo– es tan vieja como la luz. Ya
en 1811 un grupo de artesanos ingleses,
los luditas, protestaron contra las má-
quinas que amenazaban con reempla-
zar su trabajo y las destruyeron a ma-
zazos. Sin embargo, noticias como el
acelerado reemplazo de humanos por
robots en Foxconn (1) (la mayor en-
sambladora de smartphones del mun-
do, con sede en China) reinstalan un
debate también signado por tendencias
en principio imparables, como la des-
localización productiva y una concen-
tración de mercado tal que, a fuerza de
megafusiones y adquisiciones, cristali-
za en una “hegemonía laboral desregu-
ladora” (2), fenómeno que entre otras
cosas promueve una uberización de las
relaciones laborales, esto es: trabaja-
remos desde nuestras casas y sin jefes,
pero sin garantías ni derechos.
El trabajo es importante para la eco-
nomía, pero también –y de una forma
muy esencial– para los individuos,
porque es tanto un medio de subsis-
tencia como una vía para la realización
personal y, al fin y al cabo, el cimiento
sobre el cual descansa gran parte de la
organización social. Los avances im-
presionantes en la robótica explican
algunas de las sacudidas que se presu-
me sufrirá el mundo laboral, pero en
realidad son muchas las fuerzas capa-
ces de transformarlo. Es más: resulta
difícil prever si habrá empleo o no y de
qué calidad, sin imaginar en paralelo
cuestiones como dónde vamos a vivir,
qué vamos a comer, cómo nos vamos a
vestir o a mover y de qué nos vamos a
enfermar. Y en ese camino de cruzar
variables y trazar escenarios, no todo
aparece tan lineal. Entonces se vuel-
ve necesario, por ejemplo, pensar qué
sucedería si el petróleo empieza a dar
muestras más certeras de agotamien-
to (si es que todavía no lo es, la nece-
sidad de extraerlo de piedras enterra-
das a más de 300 metros de profundi-
dad). Claro que las energías solar y eó-
lica podrán hacer funcionar una casa,
un auto y hasta una fábrica entera pero
¿alcanzarán los paneles y los molinos
para soportar unas necesidades
energéticas como las actuales? ¿De qué
forma se moverían los buques porta-
contenedores post Panamax que, con
sus 400 metros de eslora, constituyen
hoy una pieza clave de los procesos de
deslocalización? ¿Podría esto afectar
la lógica bajo la cual funcionan las eco-
nomías de escala? ¿Deberíamos volver
a producir localmente productos que
hoy se importan? ¿O la posibilidad de
fabricar lo que quisiéramos median-
te impresoras 3D ayudaría a enfrentar
este dilema?
El documental británico Will work
for free (3) explica cómo la mayoría de
los trabajos que hoy llevan a cabo los
seres humanos serán cada vez menos
necesarios, conforme avanza el desa-
rrollo tecnológico. Muestra algunos
ejemplos bastante verosímiles –los ve-
hículos autónomos que posiblemen-
te terminarán suplantando a choferes
y repartidores– y otros más improba-
bles, como el sistema automático de
rieles que llevaría los platos de la co-
cina a la mesa en un restaurant, y eli-
minaría así la función de los camareros.
Sam Vallely, su director, asegura que no
hay un solo político que hoy compren-
da las implicancias del desempleo tec-
nológico. Pero menciona también el
tránsito hacia una nueva economía sos-
tenible, diseñada sobre la base de una
inteligencia más evolucionada y capaz
de orientar científicamente la distri-
bución de recursos. “En el medio pue-
den sobrevenir períodos de pobreza
extrema y hambrunas, y nada impide
que continuemos aferrándonos a esta
economía obsoleta. Como sea, el creci-
miento perpetuo es insostenible”, con-
cluye en el cierre de su film.
Desde esta perspectiva, ya no impor-
ta tanto si la cantidad de puestos de tra-
bajo desciende de una manera drástica
porque viviendo más simple, consu-
miendo menos, compartiendo más y sin
la dependencia de la acumulación de
bienes para construir nuestra identi-
dad no será necesario que nos deslome-
mos durante ocho horas al día. Que las
máquinas se encarguen de ese trabajo
que nadie más quiere hacer. Y distri-
buyámonos los humanos las tareas que
quedan, promoviendo al mismo tiempo
un modelo de consumo en el cual no es-
temos obsesionados con la propiedad.
Suena provechoso, alentador y has-
ta matemáticamente viable, pero poco
asequible en un planeta donde 700 mi-
llones de personas todavía no alcanzan
a consumir lo esencial.
Otra oportunidad
ASergioKaufman,presidentedelacon-
sultora especializada en servicios em-
presariales Accenture Argentina y Sud-
américa Hispana, la automatización no
lo asusta en absoluto. “Uno tiende a de-
cir: ‘no con mi trabajo’, pero cuando ve-
mos que el arado pasó de empujarse por
personas a ser movido con tractores, lo
tomamos como una evolución. A veces
pareciera que perdemos humanidad en
manos de las máquinas, pero también
definimos como poco humano el traba-
jo mecánico que debíamos hacer antes”,
explica. No por nada ingresar a las ofici-
nas centrales que la consultora tiene en
el microcentro porteño es un poco como
estar adentro de un capítulo de la serie
Black Mirror: el proceso de registro se
hace frente a enormes pantallas donde
se conversa con una recepcionista vir-
tual mientras el documento es escanea-
do mediante una solución tecnológica,
todo con la idea de centralizar la recep-
ción de personas en todos los edificios
que la corporación tiene en el país, su-
mando incluso la capacidad de trabajar
remotamente para el extranjero.
En aras de dilucidar cuáles son las
tareas que corren el riesgo de ser total
o parcialmente automatizadas, Kauf-
man cita un estudio de la Reserva Fe-
deral de Estados Unidos que analizó la
evolución entre 1985 y 2015 de cuatro
categorías de empleo: el manual rutina-
rio (que cae abruptamente); el cogniti-
vo rutinario (tareas de administración
o incluso de diagnóstico de enferme-
E
n épocas de postverdad, inau-
gurar una sección llamada “De-
bates del futuro” tiene un doble
desafío. El primero es ofrecer
datosrelevantesyprecisossobreelpre-
sente (y el pasado, eso que llamamos
“contexto”). Es decir, hacer periodismo,
unarteprecarizadoperotodavíaimpor-
tante en la era de los robots. El segun-
do, ofrecer explicaciones y análisis que
no acudan a la reacción emocional rápi-
da, esa que triunfa en cada like de las re-
des(contengaonoverdad).Latareaqui-
zá sea imposible, por la pregunta que la
provoca: ¿cómo será ese sitio donde pa-
saremos el resto de nuestra vida?
A partir de este número, todos los
meses Le Monde diplomatique buscará
las respuestas a esa pregunta a través
de periodistas, académicos y especia-
listas que irán construyendo los pelda-
ñosdondepisarenelcaminohaciaade-
lante. El primer escalón lo damos con
el tema del trabajo, una cuestión que
inquieta a todos por igual y al mismo
tiempo abre hipótesis y presagios con-
tradictorios: ¿Los robots nos reempla-
zarán?¿Cuálesseránlostrabajosdelfu-
turo? ¿Cómo podemos formarnos para
enfrentarlos? La periodista Veronica
Ocvirk construye –valiente, con un ma-
cheteenunaselvaplagadademitos–un
acercamientoinicialcondatos,reflexio-
nes que descartan visiones apocalípti-
cas y argumentos que ofrecen distintos
niveles de análisis. Al hacerlo, nos ayu-
da a no perdernos en la generalidad de
un tema en principio inabarcable.
En la próxima entrega continuare-
mos con el tema del trabajo a partir de
una pregunta que se realiza tanto la iz-
quierda como la derecha: ¿Necesita-
mos un ingreso universal en la econo-
mía de los robots? La sección también
tendrá espacio para las ciencias, en sus
distintas áreas, que están trabajan-
do nuevas formas de mejorar nuestra
vida y la del planeta. Algunas de esas
soluciones, que todavía no conocemos
pero nos anuncian esperanza, también
son parte del futuro. g
Natalia Zuazo
Debates
del
futuro
“Si tuviera una
fábrica de faxes,
no funcionaría”,
dice el empresario
Gustavo
Grobocopatel.
10. 10 | Edición 218 | agosto 2017
Operación Milagro
Un 9 de julio de 2004 Fidel Castro ingresó al hospital oftalmológico Pando
Ferrer de La Habana y les pidió a sus médicos que operaran de cataratas a
un grupo de pacientes venezolanos. Así nacía el programa que permite que
hoy miles de personas de todo el mundo, incluyendo a Ignacio Ramonet,
viajen a Cuba para experimentar el milagro de recuperar la vista.
La revolución para erradicar la ceguera
por Ignacio Ramonet*
L
e llaman “la Ceguera”. Es un
conjunto de cuatro modernos
edificios situado al Suroeste
de La Habana (Cuba), concre-
tamente en el verde y boscoso
municipio de Marianao. No lejos de la
mundialmente conocida sala de espec-
táculos Tropicana y del que fuera el co-
legio jesuita de Belén (1), donde cursó
sus estudios secundarios Fidel Castro.
Oficialmente se llama Instituto Cubano
de Oftalmología Ramón Pando Ferrer
(2) y ahí (3) es donde se inventó, el 9 de
julio de 2004, a iniciativa de Fidel Cas-
troy deHugoChávez,lafamosa“Opera-
ción Milagro” que le ha devuelto la vista
a millones de personas ciegas y sin re-
cursos no sólo en Cuba y Venezuela, si-
no en decenas de países de América La-
tina y del mundo.
El hospital existía, en forma embrio-
naria(4),antesdelaRevoluciónCubana.
Se llamaba “La Liga contra la Ceguera”
(de ahí el nombre con el que aún se lo co-
noce popularmente) y había sido funda-
do en 1956 por un grupo de oftalmólogos
humanitarios y financiado por un patro-
nato de beneficencia a partir de dona-
ciones voluntarias de la población. Pero
la mayoría de sus médicos, después de la
victoriadelaRevolución,abandonóasus
pacientes y se marchó a Estados Unidos.
cibir el día siguiente por la mañana –un
sábado–aungrupodecincuentapacien-
tesvenezolanosqueestaríanllegandode
Caracas para ser operados de cataratas”.
“¿Ya dominaban ustedes la cirugía de
lascataratas?”,lepreguntoalaDra.Enei-
da Pérez. Venerada por sus pacientes,
amable y bondadosa, considerada como
una de las mejores cirujanas oftalmólo-
gasdelmundo,laDra.Eneidameexplica:
“Bueno, quizás no tanto como ahora con
trece años más de experiencia. Pero ya
realizábamos, en 2004, unas setecientas
cirugíasporsemana.Yyaentoncesvarios
de nosotros, exactamente siete, dominá-
bamos la más novedosa técnica quirúrgi-
ca, la Blumenthal (5), para el tratamiento
de las cataratas. Esta enfermedad es res-
ponsable, hay que recordarlo, de la mitad
deloscasosdecegueraenelmundo”.
“Aldíasiguiente–prosigueelDr.Mar-
celino Ríos– a las siete de la mañana, lle-
gaban a nuestro hospital los cincuenta
venezolanos anunciados por Fidel. Una
hora después ya habían sido operados
los primeros de ellos. Y el lunes siguien-
te nuestros siete cirujanos, trabajando
sin descanso, habían operado a todo el
grupo. Me llamó Fidel para felicitarnos
y preguntarme si podíamos operar a más
gente.¿Acuántosmás?lepregunté.Yahí
escuandomediceque,sinduda,sehabía
expresadomalporqueloqueélnoshabía
pedido era operar a cincuenta venezo-
lanos ¡al día! Además, eso no debía per-
turbarelservicioalospacientescubanos
que ya operábamos normalmente.”
“Tuvimos que traer a otros siete of-
talmólogos del interior del país porque
no dábamos abasto –me explica la Dra.
Eneida Pérez–. Tuvimos que consti-
tuir dos grupos: el primero empezaba
a las siete de la mañana y terminaba al
final del día... Calcule usted, cada inter-
vención en aquella época duraba unos
quince minutos. Y cada cirujano opera-
ba a unos sesenta o setenta pacientes al
día. En total, los catorce cirujanos ope-
rábamos un promedio de quinientos pa-
cientes por día. Fue un reto formidable.
Tuvimos que sobrepasarnos. Dos meses
después habíamos operado a unos ca-
torce mil pacientes. Casi todas eran per-
sonas sin recursos. Con anécdotas muy
conmovedoras: madres o padres que
veían a sus hijos por primera vez. Ciegos
de nacimiento –porque hay cataratas
de nacimiento– que por fin recobraban
la vista y descubrían el mundo. Muchos
llorabandeemoción.Humanamentefue
una experiencia fabulosa.”
“Fidel –recuerda el Dr. Ríos–, un
tiempo antes, en una reunión preceden-
te, me había preguntado: ‘¿Cuál es la me-
jor tecnología para la cirugía oftalmoló-
gica, sin contemplar precios pero obvia-
mente que no sea estadounidense?’. Le
dije, sin vacilar, que era la alemana o la
japonesa. Y el Comandante, a pesar de
lasreservasexpresadasporalgúnminis-
tro, decidió importar lo mejor para dar
el mejor tratamiento a nuestro pueblo.
Ello permitió a nuestros médicos y a to-
dos nuestros especialistas formarse en
las técnicas más actuales, más avanza-
das. Sin esos equipos de alta tecnología
ysinesosprogresosnohubiésemosesta-
do a la altura del desafío que nos planteó
aquel 9 de julio de 2004. Fidel lo tenía
pensado, no me cabe duda, desde mu-
cho antes. Recordemos que, con Hugo
Chávez, ya habían lanzado con enorme
éxito, en Venezuela, la ‘Misión Barrio
Adentro’, que consistía en el envío de
miles de médicos cubanos a los barrios
más pobres para atender a pacientes
que, a veces, no habían visto a un doctor
o a un dentista en toda su vida. Por eso,
los dos Comandantes conciben la idea
Con el personal que no desertó y se
mantuvo fiel al proyecto transforma-
dor, poco a poco, y también gracias a un
grupo de jóvenes oftalmólogos, se reto-
mó el proyecto. Así fue consolidándo-
se la idea de impulsar la creación de un
Hospital Docente Oftalmológico ente-
ramente financiado por las nuevas au-
toridades revolucionarias.
En 1988, a iniciativa del presidente
Fidel Castro se creó, en el seno de este
hospital, con los más modernos equipos
tecnológicos, el Centro de Microcirugía
Ocular que pronto iba a situar a Cuba en
losprimerospuestos,anivelmundial,en
materia de cirugía de cataratas, miopía
y glaucoma. De todo el planeta empeza-
ron a acudir pacientes para someterse a
delicadas intervenciones. Y la excelente
reputación del “Pando Ferrer” se fue ex-
tendiendo por el mundo entero.
Los inicios
“¿Cómo surgió la idea de la ‘operación
milagro’?”, le pregunto al doctor Mar-
celino Ríos, director del Hospital Pando
Ferrer. Acompañados por la Dra. Eneida
Pérez,quedirigeelDepartamentodeCa-
taratas,estamosensumodestodespacho
enelquesedestacaunagranfotoenmar-
cada en blanco y negro, obra de Alberto
Korda,quemuestraenprimerplanoaFi-
del Castro encendiendo un cigarro junto
al Che Guevara. El Dr. Ríos lleva su ba-
ta blanca bien abrochada por encima de
una camisa azul, está sentado ante una
mesa repleta de libros y documentos y
me cuenta: “Todo empezó un 9 de julio
del2004.Secumplenahoraexactamente
trece años. Yo estaba ya de director. Re-
cuerdo que era un viernes, de noche, pa-
sadas las 7 de la tarde. Una gran parte del
personal, como es lógico, ya se había ido
a su casa. Empezaba el fin de semana... Y
de pronto me anuncian que llega, de im-
previsto, Fidel. ¡Imagínese!”.
ElDr.Ríossellevalasmanosalacabe-
za y hunde los dedos en su espesa cabe-
llera gris mientras, abriendo bien gran-
des los ojos, trata de reproducir la trau-
mática sorpresa de entonces: “Ignoraba
a qué venía el Comandante. Y me puse a
reunir a todos los doctores que a esa ho-
ra podía encontrar disponibles. No eran
muchos, cuatro o cinco a lo sumo. Entre
ellos estaba la jovencísima Dra. Enei-
da Pérez, que no debía tener ni 30 años
entonces. Llegó Fidel, con su uniforme
verde oliva, sus botas altas, afable como
siempre. Venía solo, sin ningún minis-
tro. Nos reunimos en un salita pequeña.
Expectantes... Y ahí, sin muchos preám-
bulos, bebiéndose un vaso de agua, Fidel
nospidió,comounfavor,sipodíamosre-
James Rosenquist, Flash life, 1989 (gentileza Christie’s)
12. 12 | Edición 218 | agosto 2017
Arizona: morir
en el desierto
Aun cuando la promesa de Trump de construir un muro con México no
termine de concretarse, la situación de los migrantes que intentan llegar
a Estados Unidos es cada vez más crítica. A la creciente militarización y
violencia, alentadas por el nuevo presidente estadounidense, se suma la
hostilidad del desierto de Arizona que acaba con miles de vidas cada año.
Los innumerables obstáculos de los migrantes mexicanos
por Maxime Robin*, enviado especial
consusistemadesondasydrones,“sepo-
dría saber por último, quién cruza y tener
cifrasprecisas.Ymiproyectoesmejorpara
el medio ambiente. Los animales pueden
pasarlibremente”.
Una piedra más
El 6 de marzo de 2017, el Ministerio de
Seguridad Interior (Department of Ho-
melandSecurity,DHS)hizounllamadoa
licitación para construir el muro tan pro-
metido.Aligualquemásdecuatrocientas
compañías, start-up y gigantes de la in-
dustria militar, el ranchero envió su pro-
puesta a la administración Trump. Ese
documento de doce páginas es el proyec-
todetodaunavida.
Trump, dependiendo el día, dijo que
quería un muro de diez, quince o incluso
veinticuatro metros de altura; a comien-
zosdejunio,cambiabaotravezdeopinión
y proponía la construcción de una barre-
raecológicadepanelessolares.Cualquie-
ra sea su forma –visible o invisible, láser
o cemento–, el muro sería pagado por el
contribuyente, construido con ladrillos
hechosdetaxdollars,auncuandoelpresi-
dente estadounidense afirme que “Méxi-
co lo pagará”. Idealmente, la administra-
ción preveía tomar sus decisiones antes
del verano y distribuir los subsidios. Pe-
ro nada sucede según lo previsto. El Con-
greso se muestra reticente, los estados
demócratas amenazan con boicotear las
empresasparticipantes,yelvecinomexi-
canodesenterróenabrilunantídotojurí-
dico:untratadode1970quetornapasible
deaccioneslaconstruccióndeunedificio
que frene la libre circulación de las aguas
subterráneas entre ambos países. En ma-
yo, Trump solicitó al Congreso que des-
bloquee 1.500 millones de dólares para
agregarapenas120kilómetrosdebarrera
al dispositivo actual. No hay duda de que
sus ambiciones se han reducido: algunos
republicanosenelCongresoyahablandel
murodeTrump,argumentocentraldesu
campaña,comounasimplemetáfora(2).
La proeza del presidente estadouni-
dense es haberles hecho creer a los elec-
toresqueantesdeél,lafronteraeraunco-
lador.Dehecho,sóloagregará,enelmejor
de los casos, una fina capa a una demar-
cación ya militarizada y sobreprotegida.
Porque el muro ya está allí, cerrando las
zonas urbanas y los lugares de paso fre-
cuentados. Todos los presidentes desde
William Clinton (1993-2001) agregaron
unapiedraaledificio.
Cien kilómetros al sur de Tucson, en
pleno desierto, la ciudad fronteriza de
Nogales está dividida en dos por una hi-
lera de postes oxidados de seis metros de
altura.Seveatravésdeellos.Dosenamo-
radospuedentomarsedelasmanos,pero
no besarse. Desde el ventanal del último
McDonald’s estadounidense, se disfruta
de una vista panorámica a las villas mise-
riamexicanasenlapendientedelacolina.
Másabajoseescondeel“puertodeentra-
da” de Nogales, vasta estación de clasifi-
cacióndemercaderíasysereshumanos.
Del lado de México, Nogales está más
animada,mássucia.Pasandolasaduanas
se suceden puestos de productos farma-
céuticos (Viagra, Cialis…) y consultorios
odontológicos. La atención es cuatro ve-
ces más barata en México, y los jubilados
gringos vienen incluso de Alaska para
colocarse una prótesis dental. La ciudad
se las arregla como puede. Desde el 11 de
Septiembre,lafronteraestácadavezmás
cerrada, los turistas decepcionados. “Se
luchó para que cayera el Muro de Ber-
lín, y esto es lo que se construyó”, filoso-
fa Jesús (3), veterano de Vietnam, jubi-
lado con doble nacionalidad que vive en
Arizona y regresa a Nogales los fines de
semana a tomar unas cervezas. Jesús re-
T
ras pasar el pueblo de Sierra
Vista, en Arizona, y luego de
varios kilómetros de senderos
polvorientos, se divisa la fron-
tera. Sobre una colina en los
puestos de avanzada, aparece el rancho
deGlennSpencer.Reciénafeitado,elan-
ciano se levantó como cada día a las 3 de
la mañana para interceptar los mensajes
de radio de los agentes de la policía mi-
gratoria, la US Border Patrol.
Enelcírculodelosmilitantesantiinmi-
gración,estejubiladoesunaleyenda.Fun-
dador del grupo American Border Patrol,
autordeunblogqueseactualizaconstan-
temente(1)ymuyactivoenlasredessocia-
les, se jacta de ser uno de los primeros en
haberreflexionadosobrelareconquista,es
decir, la invasión programada de Estados
Unidos por México. Según esta doctrina
popularenelsenodela“derechaalternati-
va”(alt-right),lainmigraciónhispanares-
ponderíaaunasedderevanchahistórica,
Migrantes mexicanos detenidos en Nogales, Arizona, 8-4-05 (Nicholas Roberts/AFP)
traslasderrotasmilitaresdelsigloXIXque
condujeron a la anexión de una inmensa
porcióndelterritoriomexicanoporparte
delosestadounidenses.
La elección de Donald Trump lo col-
módealegría,aligualqueal48%delosvo-
tantesdeArizona(dondeobtuvo4puntos
másqueHillaryClinton).Consus80años,
Spencersobrevivióatodaslaslocurasan-
tiinmigrantes, especialmente los grupos
deautodefensaarmados,losfamososvigi-
lantes,quesepropagaronporArizonades-
puésdel11deseptiembrede2001ypatru-
llaroneldesiertoconuniformesdecomba-
teparainterceptarinmigrantesytrafican-
tes de drogas. Sus líderes están muertos,
enlacárcelofueradelosradares.“Fueun
fracaso.Imagíneseaesostipos,enlacima
de una montaña, con sus reposeras, sus
cervezasysusAK-47.Totalmenteinefica-
ces. Fue el aburrimiento lo que los mató”,
estimaSpencer.Susmétodossonmásmo-
dernos.Instalóensupropiedaddetectores
sísmicosescondidosaintervalosregulares
y sueña con ver el dispositivo desplegado
enlos3.145kilómetrosdefronteraquese-
paran ambos países. Tras catorce años de
trabajoygraciasalaayudadeunpequeño
equipocomprometido,losdetectores“son
capacesdediferenciarentreuncoyote,un
vehículoounavaca”,detallaestesismólo-
godeprofesión,exempleadodeChevrony
Texaco.Antes,buscabapetróleo;“hoyper-
sigosereshumanos”.
Al amanecer, Spencer ofrece una de-
mostración. Un asistente se aleja del ran-
choparadesempeñarelroldeclandestino.
Las sondas dispuestas cada 73 metros de-
tectan sus pasos y retransmiten la activi-
dadaunpaneldecontrol.UndronParrot,
defabricaciónfrancesa,“elmásconfiable”,
levantavueloentoncesparafilmaralintru-
soconunprogramadereconocimientofa-
cial.“Eldronpuedeemitirconsignas¡Cui-
dado!¡Váyase!Esetipodecosas…”.Spencer
seburladelaideadeunmurodecemento:
13. | 13
cuerdalosviejostiempos,cuandocruzar
sereducíaasaltarunacercaparaganado.
Pasaba sin problemas para ir a cavar a las
minas de cobre de Wyoming. Un traba-
jo difícil. Jesús salía de los túneles “con
la barba congelada”. Este muro “es para
hacerse los duros. Pero por arriba o por
abajo,lagenteencontrarásiemprelafor-
ma de pasar”, dice señalando la barrera
con el mentón. Los habitantes colocaron
cruces de madera en memoria de los in-
migrantes muertos y pintaron un grafiti
lleno de rabia que dice “Pinche Migra”.
Flujo inverso
LafronteradeNogalespareceladeunpaís
en guerra. Desde 2001, Estados Unidos
gastó más de 100.000 millones de dólares
para protegerse de México, es decir, más
que el presupuesto del Federal Bureau of
Investigation(FBI),laDrugEnforcement
Administration(DEA,lapolicíaantidroga)
y los servicios secretos juntos. La temida
Border Patrol cuenta con los dispositivos
másmodernos.Alolargodelafrontera,las
ciudadesdeTijuana,Nogales,AguaPrieta,
Juárezsonrastrilladasporcámarasinfra-
rrojas, drones que vuelan demasiado alto
comoparaserdetectadosasimplevista;y
agentes con uniforme verde abeto, patru-
llandoalvolantedeenormesvehículosto-
doterreno.Torresdevigilanciadelacom-
pañía israelí Elbit Systems, ya probadas
en la frontera palestino-israelí, observan
el desierto, visibles desde la autopista 19.
Una compra que autorizó en 2014 Barack
Obamapor148millonesdedólares:“Sise
lespagaraalosinmigrantesparaquenovi-
nieran,talvezresultaríamásbarato”,había
ironizadoentoncesunanalista(4).Lasex-
pulsionesexplotarondurantelapresiden-
secuestro.” Ningún expulsado es oriundo
deNogales:losemigrantesvienendelSur
rural–Chiapas,Guerrero,Oaxaca–,donde
eltrabajoapenaspagaelmaízparaalimen-
taralospollos.Algunosnohablanespañol
sinoundialectoindígena.“Lamiseriayla
violenciadeloscartelessonlosdosfacto-
resquemotivanlapartida”,explicaJoan-
naWilliams,deKinoBorderInitiative,una
organización no gubernamental binacio-
nalquefinanciaaElComedor.
Antesdetomareldesayuno,juntansus
manos y rezan una oración a la Virgen,
con los ojos cerrados. La hermana Ma-
ribel completa un formulario para cada
emigrante: “¿Fue usted robado, violado,
secuestrado, golpeado? ¿Por su guía? ¿La
policíamexicana?¿Lamigra?¿Lamafiaor-
ganizada?Marqueelcasillerocorrespon-
diente”.Salvadorcuentasuestúpidofraca-
so.Nisiquieratuvolaoportunidaddedesa-
fiaraldesierto.Suguíaloabandonóenme-
diodelanada,delladodeMéxico,hacién-
dole creer que había llegado al otro lado.
“Inspiraba confianza”, sin embargo. Sal-
vadorleentrególos3.000dólaresquesus
sobrinos, que recogen uvas en California,
le habían prestado para financiar su paso.
Evaporadosenunanubedepolvode4x4.
“Ratero”: Salvador quisiera desaparecer
bajo la mesa. Desde hace veinticinco días
duermesobreelpavimentodelaestación
deautobusesdeNogales,comeyselavala
caraenElComedor.Paraélseterminó.Re-
gresaráadedoaMichoacán,“allídondelas
mariposas monarca van a reproducirse”.
Untrabajadorindocumentadomenospa-
ralasvendimiasenCalifornia.
Otro emigrante se muestra alterado,
conundejodelocuraensumirada.Uriel
habla el argot de la frontera, donde los
cia de Obama (tres millones de personas
entre2009y2016,esdecir,másqueduran-
telosgobiernosanteriores).Estacifra,que
levalióalPremioNobeldelaPazelapodo
de “deportador en Jefe”, debe manejarse
sinembargo,conprecaución.Desde2005,
cadaexpulsiónesnotificada;antes,lasde-
tenciones cerca de la frontera eran a me-
nudoinformalesynofigurabannecesaria-
menteenlasestadísticas(5).
Hay algo que es cierto: el saldo migra-
torio se invirtió. Desde la crisis de 2008,
son más los mexicanos que atraviesan la
frontera en dirección a México, que en el
otrosentido.Losjubiladosvuelvenaesta-
blecerse en el país luego de años de dura
labor,mientrasquelassalidasdisminuyen
fuertemente: entre 2009 y 2014, 870.000
mexicanos fueron a instalarse a Estados
Unidos, contra 2,9 millones entre 1995 y
2000. En 2015, según un estudio del Pew
Research Center, un tercio de los mexi-
canos consideraba que la calidad de vida
era “similar en ambos países” (contra el
23% en 2007) (6). La elección de Trump
parecehaberreducidoaunmáslosflujos.
En enero y febrero de 2017, el número de
detencionesdeinmigrantesporlaBorder
Patroldisminuyóun40%(7);losañosan-
teriores, tenían más bien tendencia a au-
mentarconlallegadadelaprimavera.
Losindocumentadosinterceptadospor
lapatrulladeTucsonsontransportadosen
autobuses y liberados en Nogales, tras un
período de detención más o menos largo.
Agotados,encuentranrefugioenElCome-
dor, una modesta cantina dirigida por re-
ligiosas. Para llegar al establecimiento, se
bordeaelcementeriomunicipal,dondelas
tumbassirvendecamasimprovisadas.Los
expulsadossedistinguenporsuschombas
azulclaroylasbolsasdeplásticotranspa-
rente que recibieron al ser liberados, que
contienentodassuspertenencias,aveces
dinero.Encontrarropanuevaeslapriori-
dad: así vestidos, son presas fáciles de los
ladronesdeNogales.
Contrabando de humanos
Detrás del portón del dispensario cerra-
do con candado, seis anchas mesas reci-
ben a una treintena de miradas perdidas.
La Hermana Alicia trata cariñosamente,
aconseja,brindaunaespecialacogidaalos
reciénllegados,unasonrisa,unchocolate
caliente. Algunos fracasaron en su trave-
síaporeldesierto,otrosestabaninstalados
enEstadosUnidosdesdehacíaañosyfue-
rondetenidos“porunproblemadeluces”
mientras manejaban, la típica tragedia de
los indocumentados. Un teléfono celular
circulaparahacerllamadasalasfamilias.
La encargada del teléfono borra pruden-
temente cada número marcado: “Manos
malintencionadas podrían quitarles di-
nero a las familias, bajo el pretexto de un
“Si se les
pagara a los
inmigrantes para
que no vinieran,
probablemente
resultaría más
barato.”
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para lograr un
Culturay
futuro mejor
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