Introducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
Hernandez carmen. propuesta catalogo razonado
1. ANEXO 17
Hernández, Carmen (1997): Temas de Museología. "Una propuesta metodológica
para el catálogo razonado de las colecciones de pintura, escultura, ensamblaje e
instalación". Págs. 104 - 117.
10 Una propuesta metodológica para el catálogo razonado de las colecciones de
pintura, escultura, ensamblaje e instalación
A modo de introducción
La catalogación en el museo es parte del sistema de documentación de los objetos
coleccionados. Ella permite un servicio rápido y eficiente de ese sistema al facilitar
las informaciones que son de uso más frecuente. Por eso, un museo puede tener
todos los catálogos que quiera, de acuerdo a lo que le interese saber de sus
colecciones y al personal que exista para ejecutar el trabajo, así como -cada vez en
mayor medida- a su capacidad para explotar al máximo las posibilidades de las
técnicas y programas computarizados.1
Pero, entre todos los tipos de catálogos
posibles en el museo, hay algunos que exigen una investigación más profunda, entre
ellos el monográfico y, sobre todo, el crítico o razonado, por su alto nivel de
especialización. Aquí sólo nos vamos a referir muy brevemente al primero y, con
amplitud, al segundo.
El catálogo monográfico es una suerte de "expediente científico" de cada objeto del
museo. Reúne la información pormenorizada de la historia del objeto. Es un paso
previo imprescindible para la redacción del catálogo razonado o crítico; por eso, el
repertorio de datos en él acumulado “coincide" - al menos en su mayor parte - con
aquellos incluidos en el último. Sus peculiaridades han sido resumidas así:
En el catálogo monográfico se reunirán y agruparán todos los antecedentes, noticias, trabajos,
estudios y observaciones a que hayan dado lugar cada uno de los objetos del Museo (...) Es un
repertorio abierto constantemente a la entrada de nuevos datos. No supone la redacción de las
monografías por los conservadores, sino el acopio de los materiales para la redacción de
aquéllas, las cuales, sin embargo, deberán ser hechas por los conservadores. En el catálogo
monográfico se incluirán, sin distinción, todos los objetos del Museo, sin otra condición que la
de ser originales. Cada uno de los objetos será inscrito en una carpeta. (...)2
En cambio, el catálogo razonado o crítico no sólo es un instrumento de clasificación
y descripción del objeto, sino que revela su historia y lo sitúa en
1.
Sistema de documentación para museos. ICOM/. Departamento de cultura de la Generalitat de Catalunya, Barcelona, 1982, pp. 66-
73.
2.
Cita de las Instrumentaciones de la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Educación Español (1942) para la organización
técnica de los museos, en: Alfonso Fernández, Luis, Museológica. Introducción a la teoría y práctica del museo. Eds. Istmo, S.A.,
Madrid, 1993, p.212.
un cauce valorativo e interpretativo. La mayor objetividad es su divisa, de ahí la
naturaleza clara y concisa de sus mejores exponentes dentro de la ya centenaria
tradición con que cuenta: su información es apretada y directa. El publico a quien va
dirigido el catálogo razonado es, fundamentalmente, la comunidad científica o
especializada de la rama de que se trate.
En el catálogo razonado o crítico -pueden usarse ambos términos indistintamente- el
2. objeto es analizado desde la perspectiva de la más reciente erudición del campo -o
los campos- en que él se inserta. Sólo así puede cumplir el catálogo razonado su
cometido científico: ser la summa del conocimiento acumulado y actualizado sobre
el objeto.
Un catálogo razonado puede contener la colección íntegra de un museo o secciones
de ella. El ordenamiento de los objetos se hará con un criterio determinado, entre los
múltiples posibles (cronológico, temático, etc.). En los museos de arte es habitual
confeccionarlo por autores.
Estructuralmente, el catálogo razonado contiene tres cuerpos principales:
- el primero de ellos, introductorio, informa sobre las características generales del
catálogo (antecedentes, criterio de ordenamiento y cualquier otro aspecto de interés).
Con frecuencia, aquí se incluye información general sobre la historia de la colección;
- el segundo, propiamente el catálogo, es el del estudio profundo de los objetos de
que se trate, desde las perspectivas analíticas de las diferentes disciplinas que
convergen en ellos, según su naturaleza. La parte más importante de nuestra
presentación será, precisamente, una propuesta metodológica guía para el catálogo
razonado de obras de pintura, escultura, ensamblaje e instalación.
- el tercero, es el apéndice documental.
Los catálogos razonados se acompañan comúnmente de siglas y su significación,
para orientar al lector y facilitar su posible traducción. Ellas pueden ser tanto
abreviaturas para términos de uso frecuente como aquélla más directamente
relacionadas con las clasificaciones genéricas de los objetos de los museos. En el
caso de los museos de arte, por ejemplo, la sigla P=pintura, E=escultura, entre otras.
También, de índices: alfabéticos, de números de los objetos, iconográficos, de
láminas, u otros.
Orígenes de esta propuesta
La siguiente propuesta metodológica de catálogo razonado se nutre de vías
diferentes. En su base - y parte importante del contenido de sus indicadores -está la
guía descriptiva del Expediente Científico de Obras que fuera elaborada por un grupo
de curadores del Museo de Bellas Artes de La Habana -y puesta en práctica-, en
momentos en que yo ocupaba el cargo de Jefe de Investigaciones y Servicios
Informacionales de dicho museo (1988-1991 ).3
El trabajo en cuestión fue hecho,
durante largos meses, mediante el acopio, discusión y valoración de lo más preciado
de la experiencia internacional al respecto, sin olvidar las peculiaridades de las
colecciones del museo ni la todavía joven tradición de estudios históricos-artísticos
existente sobre ellas. No obstante, e inevitablemente, lecturas de catálogos
razonados de diferentes instituciones han ido, si se quiere, alimentando mi visión del
asunto y enriqueciéndola; a veces, también, simplificándola. Un excelente manual de
museología publicado en años recientes (Luis Alonso Fernández. Museológica.
Introducción a la teoría y práctica del museo Ediciones Istmo, Madrid. 1993 ),
contiene una serie de puntos para la elaboración del catálogo razonado de obras que
me ha ayudado, sobre todo, en el ordenamiento final de la propuesta que sigue y la
3. formulación de algunos enunciados.4
Por todo lo anterior, el presente documento
debe leerse como un compendio de experiencias museológicas diversas antes que
como propuesta estrictamente personal.
Como ha sido sugerido antes, el catálogo razonado demuestra la altura científica
alcanzada por los curadores y la institución que lo producen. No todos los catálogos
que estudian con rigor los fondos de las instituciones son, necesariamente, críticos o
razonados. Ni deben serlo. Entre las publicaciones del museo, las guías tienden a
facilitar la comunicación entre el público y las obras; mientras que los catálogos
consienten los más disímiles acercamientos investigativos y críticos a las últimas.
Los catálogos de exposiciones pueden ser prolijos, con explicaciones abundantes
sobre esto o aquello. El catálogo razonado es un resumen sucinto de cada una de
las obras.
3. Cardet, Ernesto. Olga Lupez y Miguel Nuñoz. Expediente Científico de Obras.
Museo Nacional/Palacio de Bellas Artes. La Habana. 1989 (documento de
trabajo del departamento de Investigaciones y Servicios internacionales)
4. Alonso Fernández, Luis Ob. eít., pp. 213-215.
La propuesta descansa en la necesidad de adoptar criterios de asenso colectivo
sobre cuestiones muy puntuales. Cada colección del museo tiene sus
particularidades, a las que hay que atender; cada curador dejará -y es bueno que así
sea- su impronta personal en el trabajo que acometa; pero hay pasos que seguir
para garantizar el estudio científico de las obras, de acuerdo a los requerimientos del
catálogo razonado; hay criterios que, en un museo, deben ser compartidos por sus
especialistas al organizar la información sobre aquéllas, no ya como una exigencia
de la informática -que nos obliga a establecer códigos consensuales de
comunicación-, sino, más importante, del refinamiento del instrumental crítico que
utilizamos y de la coherencia del trabajo institucional,
La propuesta de catálogo
Hemos circunscrito la propuesta a pintura, escultura, ensamblaje e instalación -en los
dos últimos casos, en obras que no sean sobre o de papel-, por razones obvias. Las
últimas tienen requerimientos de catalogación particulares que no serán tratados
aquí. Aspiramos a ser lo suficientemente exhaustivos como para que esta “guía"
metodológica alcance a todas las colecciones existentes en el museo integradas por
obras de estas ramas artísticas. A continuación, expongo la lista de aspectos que,
me parece, deben ser tenidos en cuenta al elaborar el catálogo razonado, en
correspondencia con el tipo de colección de que se trate y la especificidad de cada
obra. Estos aspectos se distribuyen en tres grupos, según sus características:
I. DATOS GENERALES O DE PRESENTACIÓN DEL OBJETO
1 Autor:
Como ya señalamos, en el caso de los museos de arte las obras se organizan en el
catálogo razonado, generalmente por autores, en orden alfabético. En ocasiones,
estos son incluidos en secciones cronológicas.
a) Convenciones a utilizar cuando se conoce el nombre del autor;
4. El autor se introduce por el apellido, real o reconocido, y luego se escribe el nombre,
todo en el idioma de origen del autor. Si el artista es más conocido por un seudónimo
o sobrenombre artístico, se introduce por éste y, a continuación, se escribe su
nombre completo en distinto tipo de letra.
Si el seudónimo no es universalmente conocido, se introduce al artista por el
apellido, luego se escribe el nombre y. por último, el seudónimo en