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Volumen 4: Afrodescendientes
Una Cultura de la resistencia
Copyright: 2009
Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto
de la República Argentina
Secretaría de Relaciones Exteriores
Subsecretaría de Relaciones Institucionales
Esmeralda 1212, 100
piso, Buenos Aires, Argentina
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Presidente de la República Argentina
Dra. Cristina Fernández de Kirchner
Vicepresidente de la República Argentina
Ing. Julio César Cobos
Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto
Dr. Jorge Taiana
Ministro de Educación
Prof. Alberto Estanislao Sileoni
Secretario de Cultura
Jorge Coscia
Programa UNESCO "La Voz de los sin Voz"
Co-Presidencia
Embajador Miguel Ángel Estrella
(Embajador ante la UNESCO, Cancillería Argentina)
Embajador Victorio Taccetti
(Secretaría de Relaciones Exteriores, Cancillería Argentina)
Dirección
Consejero Gonzalo Sabaté
Coordinación General
Sebastián Arias
Coordinación Técnica
Prof. Iván R. Cosentino
La Voz de los sin Voz es un programa que busca promover y preservar
las expresiones de música, "rituales" y danza que integran el patrimonio
cultural de América Latina, dándole voz a su identidad artístico-musical.
La Voz de los sin Voz se propone documentar aquellos fenómenos que,
siendo representativos de tradiciones culturales determinadas, hayan que-
dado no solamente indocumentados, sino también desconocidos o no
valorizados tanto en sus mismas áreas de vigencia como en los centros de
consumo económico y cultural de América Latina.
La Voz de los sin Voz, en conformidad con las orientaciones de la
UNESCO, concibe la fuerza vitalizadora de la cultura como elemento indis-
pensable de los procesos de integración social y diversidad cultural.
des que se alojan en los imaginarios colectivos de las distintas culturas. La huma-
nidad a lo largo de la historia ha cometido suficientes injusticias que explican las
discriminaciones culturales y raciales, las cuales se hacen presentes en el trato entre
unos y otros al momento de trabajar en forma conjunta.
Este es justamente uno de los desafíos de La Voz de los sin Voz: desandar en los
trabajos de campo aquellas injusticias que aún sobreviven en los imaginarios colec-
tivos del pueblo latinoamericano y construir conjuntamente, entre unos y otros,
una América Latina más humana y armoniosa donde las diversas culturas puedan
convivir, integrarse y relacionarse pacíficamente.
Sebastián Arias Prof. Iván R. Cosentino
Coordinador General Coordinador General
La Voz de los sin Voz La Voz de los sin Voz
La Voz de los sin Voz fomenta la participación de sus destinatarios antes, duran-
te y después de los trabajos de campo, dado que sin sus colaboraciones estos traba-
jos no cumplirían los objetivos planteados. Esta metodología de trabajo asegura un
proceso de valoración cultural que refuerza la identidad cultural de las comunida-
des participantes, colaborando directamente en la comprensión de sus músicas,
danzas y rituales como expresiones culturales imprescindibles para sus vidas y su
existencia como grupo social. A su vez, este proceso de interiorización y reflexión
de la comunidad con su propia cultura sirve de apoyo para un mayor entendimien-
to y respeto de la diversidad cultural que respira nuestra América Latina.
Como se ha dicho, La Voz de los sin Voz promueve el respeto a la diversidad
cultural, y esto es lo que se vivencia en cada uno de los trabajos de campo que se
realizan. Casi siempre, y esta no fue la excepción, los investigadores y realizadores
de los trabajos no son portadores de la cultura de los destinatarios de los proyec-
tos, lo que implica un esfuerzo diario y mutuo por comprender y entender al otro.
Este respeto cultural, que ha de ser universal, implica sortear obstáculos muy gran-
Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia
76
Volumen 4:
Afrodescendientes
Una Cultura de la resistencia
AméricaL a t i n a
habitada
por sus nativos, se volvió un cri-
sol de razas, un mar de entrecru-
zamientos culturales, con la lle-
gada de los conquistadores
españoles y portugueses y su
mano de obra esclava prove-
niente del continente negro.
Aborígenes, españoles, portu-
gueses y africanos fueron los
artífices históricos y culturales de
nuestra América Latina, por
ende, a través de sus luchas,
resistencias, diálogos e interrela-
ciones podemos rastrear el pro-
ceso que fue gestando el pre-
sente de estas tierras.
Se estima que en Bolivia hay
una población de 30.000 afrodes-
cendientes. Pero lo cierto es que
aún no existen cifras oficiales
dado que hasta el día de la fecha
esta población no ha sido recono-
cida en ningún censo nacional. Si
bien las mayores concentracio-
nes de afrodescendientes se
encuentran en la región de Los
Yungas, en el departamento de
La Paz, muchos han emigrado a
las grandes ciudades como ser
Cochabamba, La Paz, Oruro y
Santa Cruz.
En este trabajo el enfoque está
puesto en la recuperación y reco-
nocimiento de los aportes realiza-
dos por los ciudadanos bolivianos
afrodescendientes a la configura-
ción de América Latina, encon-
trando en la música y la danza,
los cantos, ritmos e instrumentos
la señal más concreta y evidente.
Hacer foco en los descendientes
Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia
11
Presentación
10
Ärea de asentamiento
tradicional negra
Ser Afrodescendiente
Llegaron, porque los trajeron
de prepo nomás,
arrancados de sus pagos.
Se afincaron como pudieron
se quedaron y siguieron...
se callaron hasta mimetizarse.
Pero... dicen que África sigue al
negro a donde vaya.
Mama África se rehace, en cada
célula y se reproduce para
no morir.
Así generaciones tras
generaciones,
denotan su paso, a pesar del blan-
queamiento.
El silencio fue... y se transformó
en un grito ahogado
hasta que al liberarse pueda decir:
!Aquí nos trajeron!
!Aquí nos quedaremos!
!Y ahora... AQUÍ ESTAMOS
luchando por nuestros derechos! *
de los africanos traídos como
esclavos en la época colonial nos
permite revisar y repensar la cul-
tura latinoamericana desde el
punto de vista de este grupo
social sin voz marginado, silencia-
do y violentado históricamente.
Este cuarto volumen titulado
Afrobolivianos descubrirá
como las músicas, rituales y dan-
zas de este pueblo se vuelven un
factor indispensable para su inte-
gración social favoreciendo el
respeto a la diversidad cultural.
Más allá de las discriminaciones
raciales, las divisiones políticas y
sus identidades nacionales y las
injusticias y violencias vivencia-
das en este continente, la Cultura
sigue dando señales claras de la
hermandad que une a los habi-
tantes de nuestra América Latina.
Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia
13
Una cultura de la resistencia
Sebastián Arias
12
* Lucía Dominga Molina, Presidenta de la Casa de la Cultura Indo-Afro-Americana, Provincia de Santa Fe, Argentina.
Losancestros de los afro-
bolivianos llegaron a
la región andina como resultado
de la masiva migración forzada
realizada por los colonizadores
españoles a partir del siglo XVI.
La prosperidad de la economía
colonial requería mucha mano de
obra y para suplir ese déficit fue-
ron arrancados de sus tierras
centenares de africanos. Puertos
como Cartagena de Indias en
Colombia, Callao en Perú o Río
de la Plata en Argentina daban
cobijo a los barcos de esclavos
que llegaban desde las aguas del
continente negro. Una vez produ-
cido el desembarque, las familias
eran separadas y cada persona
era marcada como bestia, con
fierros candentes, para saber a
que dueño pertenecía.
Los africanos que arribaron a
América Latina eran de diversas
etnias - distintos grupos lingüísti-
cos- pero la mayoría estaba
influenciada por la cultura Bantú,
lo cual no parece haber sido una
casualidad, dado que esta cultura
se destacaba por su trabajo disci-
plinario y por sus aptitudes para
la fundición de metales, la agri-
cultura, la ganadería y la pesca.
La actividad minera y los culti-
vos de azúcar fueron los trabajos
donde más se empleó la mano de
obra esclava. En cuanto a la
ascendencia afroboliviana, el des-
tino fue el Cerro Rico de Potosí.
Este hecho histórico es recordado
por esta saya compuesta por
Vicente Gemio de la Comunidad
Afroboliviana de Tocaña:
Volumen 4: Afrodescendientes
Las cadenas de la historia
El Cerro Rico y la llegada de los africanos
14
En Potosí los esclavos africa-
nos trabajaron en condiciones
infrahumanas, soportando el frío
y la altura de 4200 metros,
haciendo extensas jornadas den-
tro de los socavones de las
minas. La Casa de la Moneda de
Potosí, donde se fundía el metal
y se laminaban las monedas,
también fue otro de los destinos
hostiles. Allí los trabajos también
eran extremadamente insalubres
a causa de la emanación de mer-
curio y azogue, llevándose rápi-
damente la vida de los africanos.
Copla solista de varón:
Honor y gloria
a los primeros negros
que llegaron a Bolivia (bis)
Que murieron trabajando
muy explotados
al Cerro Rico de Potosi (bis)
Copla a coros de varones:
Madre, para que tuviste
un hijo tan desgraciado
En vez de darme tu pecho
veneno debías darme
América Latina era para los
españoles el acceso a grandes
riquezas, concentradas, sobre
todo, en Potosí. De allí la expre-
sión vale un Perú. Según palabras
de Eduardo Galeano en su libro
La venas abiertas de América
Latina: "algunos escritores bolivia-
nos, inflamados de excesivo entu-
siasmo, afirman que en tres siglos
España recibió suficiente metal de
Potosí como para tender un puente
de plata desde la cumbre del cerro
hasta la puerta del palacio real al
otro lado del océano. La imagen es,
sin duda, obra de fantasía, pero de
cualquier manera alude a una reali-
dad que, en efecto, parece inventa-
da: el flujo de la plata alcanzó
dimensiones gigantescas… Entre
1503 y 1660, llegaron al puerto de
Sevilla 185 mil kilos de oro y 16
millones de kilos de plata. La plata
transportada a España en poco más
de un siglo y medio, excedía tres
veces el total de las reservas europe-
as. Y estas cifras, cortas, no inclu-
yen el contrabando"1
.
Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia
1716
Los esclavos negros que, a
cambio de su libertad, habían
luchado en la rebelión indígena
de Túpac Katari en 1780, tam-
bién combatieron en la Guerra de
la Independencia pese a que el
Estatuto Constitucional presenta-
do al cabildo por los revoluciona-
rios se declaraba a favor de la
libertad de las personas pero no
de la libertad de los esclavos.
Con el nacimiento de la
Republica de Bolivia, el 6 de
agosto de 1825, Simón Bolívar
dispuso que todos los que habían
sido esclavos quedarían libres de
hecho. El Libertador consideraba
la esclavitud como la más insigne
violación de la dignidad humana:
"¡Un hombre poseído por otro!
¡Una imagen de Dios puesta al yugo
como un bruto!". Sin embargo, los
gobiernos posteriores eludieron
sucesivamente esta disposición
hasta que bajo la presidencia del
General Manuel Isidoro Belzu en
1851 se decretó finalmente la
abolición de la esclavitud. En
homenaje a él, los afrodescen-
dientes cantan desde aquel
entonces los siguientes versos
antes de entonar sus coplas:
Isidoro Belzu, bandera ganó,
Ganó la bandera del altar mayor (bis) *
* Copla popular
Pero una vez más las palabras
se las llevaría el viento y los afro-
descendientes volverían a ser
oprimidos por un nuevo sistema
que ellos mismos recuerdan bajo
el nombre de patronazgo.
Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia
1918
La independencia boliviana y los afrodescendientes
Desde el siglo XIX la población
afrodescendiente se concentró
en esta región donde se sentirí-
an más hermanados con la natu-
raleza, pese a que seguirían
padeciendo violencias y abusos
ahora propiciadas por parte de
los hacendados bolivianos, sus
nuevos amos. Los primeros
asentamientos fueron Chicaloma
y Chulumani en Sud Yungas,
mientras que en Nor Yungas el
punto central fue Mururata.
Desde allí fueron poblando sitios
cercanos como Suapi, San
Joaquín y Tocaña que se conver-
tiría en un núcleo importante de
conservación de sus valores y
expresiones culturales.
En esta región trabajarían en
el campo sin retribución alguna y
obligados a trabajar 3 días para
beneficio de sus patrones y 3
días para la manutención de sus
familias. No había descanso, se
trabajaba de sol a sol, y el látigo
de los capataces castigaba sin
pudor toda desobediencia. Esta
saya da cuenta de aquellos
tiempos:
Al cielo me he de quejar
Ay, mi sentimiento
El que vive en Mururata
es su desgracia
La fuerza del labrador
Ya se acabó causa ¡ay!
Tanta tiranía de los patrones *
* Copla popular
Los Yungas es una región geo-
gráfica que se desentiende del
altiplano paceño, y donde la selva
y valles subtropicales que oscilan
entre los 1.500 y 2.500 metros de
altura ofrecen extensas laderas,
altos precipicios, y caudalosos
ríos y cascadas. Esta zona tiene
una tupida vegetación y un clima
cálido y húmedo, ideal para el cul-
tivo de café, cítricos, caña de azú-
car y, especialmente, la coca, cul-
tivo que permitió y permite en la
actualidad a las comunidades
afrobolivianas ganarse la vida.
Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia
2120
Los Yungas y el patronazgo
Si bien la comunidad afroboli-
viana era reconocida y respetada
por los aborígenes aymaras de la
región de Los Yungas, no ocurrió
lo mismo en las grandes ciuda-
des. Allí los afrodescendientes se
enfrentaron a una sociedad boli-
viana que no los reconocía, o bien
los desconocía, como compatrio-
tas bolivianos. Esto despertó la
discriminación racial y la exclusión
social sustentada en un Estado
que hasta el momento tampoco
los reconocía. Las escenas coti-
dianas fueron y son un mudo testi-
go de las vejaciones que aún
acompañan al devenir de este
grupo. Suerte negrito es lo que
blancos, indígenas o mestizos
dicen cuando ven una persona
negra. Estos se pellizcan y se
desean buena suerte el uno al
otro como si el afroboliviano fuera
un amuleto antes que un ser
humano. Se dice que esta tradi-
ción fue comenzada por los indí-
genas para simbolizar el alivio que
les produjo la llegada de los africa-
nos, dado que estos nuevos
migrantes padecerían los trabajos
más inhumanos de la empresa
conquistadora.
En este contexto, y luego de
una historia marcada por la vio-
lencia y la opresión, la autoesti-
ma del afroboliviano volvió a
derrumbarse hasta llegar al punto
de la autonegación, simulando
ser un otro que no eran. Muchos
han admitido haberse hecho
pasar por colombianos, brasile-
ros o ecuatorianos con el fin de
ser reconocidos y aceptados.
La libertad de hecho finalmente
llegaría con la reforma agraria que
instaló la Revolución Nacionalista
de 1952. Esta reforma tuvo lugar
en 1953 y fue comandada por
Víctor Paz Estensoro bajo el prin-
cipio de que la tierra es de quien la
trabaja personalmente. Este come-
tido dejo sin efecto el status quo
de los patrones que imponían tra-
bajar sin remuneración. Luego de
siglos de resistencias y padeci-
mientos los afrobolivianos acce-
dieron a tierras en calidad de cam-
pesinos propietarios y libres, y así
la posibilidad de una vida digna.
Las grandes ciudades
y la exclusión social
Pasadas las primeras genera-
ciones de la reforma agraria sur-
gieron profundos desajustes
económicos y sociales. La tierra
distribuida en forma de minifun-
dio, que en una primera instancia
pudo sostener una familia, al
momento de distribuirla a los
hijos se volvió un recurso insufi-
ciente.
Esta situación obligó especial-
mente a los jóvenes a emigrar en
busca de otras zonas agrícolas
donde asentarse. Estos movi-
mientos comenzaron tibiamente
en la década del ´70 y se volvie-
ron masivos en los ´80 con nue-
vos destinos: las grandes ciuda-
des. Muchos emigraron a La
Paz, Cochabamba, Oruro, Santa
Cruz esperanzados en conseguir
trabajo, y otros tantos, esperan-
zados en continuar sus estudios
terciarios e universitarios.
Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia
2322
Los Yungas: tierra y libertad
Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia
2524
Segúnel historia-
dor afroboli-
viano Juan Angola Maconde "hoy
no practicamos una cultura propia,
sino una adquirida como resultado
de un proceso cultural entre indíge-
nas y españoles"3
. La cultura del
pueblo afrodescendiente fue
condicionada por los pasos
encadenados de su historia.
Desde su llegada a América
Latina los afrobolivianos confor-
maron el sector más oprimido y
débil de la sociedad colonial, con
lo cual les fue sumamente difícil
conservar sus prácticas, costum-
bres y creencias.
La primer gran pérdida cultural
fue el lenguaje, y siendo este el
principal constructor y transmisor
de identidad, el destino de
muchas prácticas y costumbres
correrían la misma suerte.
"Nuestra lengua fue raída en su
totalidad, no queda ningún vestigio
de Kikongo, el Mani Kongo, Luba,
ndongo y Kibundu, bantúes, gur,
Lingala y otros. Etnocidio que
causó un daño irreparable a nuestra
cultura al ser sometido con una len-
gua unificadora"4
. Tan crueles
como astutos, los conquistado-
res se encargaron de desarraigar
social y culturalmente a los afri-
canos a fin de reducir los posi-
bles peligros de sublevación. La
visión estratégica de mezclar a
esclavos de distintos grupos lin-
güísticos y étnicos tuvo la fun-
ción política esperada: silenciar-
los e incomunicarlos.
Cultura afroboliviana
Un nuevo desafío estaba gol-
peando las puertas de este pue-
blo, y una vez más darían batalla.
En la década del ´90 los afroboli-
vianos que habitaban las ciuda-
des empezaron a organizarse y
movilizarse, fundando en La Paz
el Movimiento Cultural Saya
Afroboliviano y el Centro
Afroboliviano para el Desarrollo
Integral y Comunitario. Dos orga-
nizaciones que comenzarían su
trabajo en el ámbito cultural, for-
taleciendo la autoestima del afro-
boliviano a través de la recupera-
ción y difusión de sus prácticas
culturales. La cultura, una vez
más, se coronaría como factor
imprescindible para la integración
social de las minorías oprimidas.
En cuanto a la definición de
esta expresión se ha abierto un
abanico de interpretaciones.
Utilizando el latín como referen-
cia la palabra saga significa falda,
y se dice que los europeos han
llamado saga a la danza africana
que realizaban las mujeres
haciendo girar en redondo sus
largas polleras. Según algunas
investigaciones realizadas por el
Dr. Florindo Maques se llegó a la
conclusión de que el término saga
que viene del Kikongo Nsaya sig-
nifica trabajo común al mando de
un cantante. La Nsaya es una
danza que aún bailan en el norte
de Angola los campesinos de la
región. A su vez, en el dvd que
acompaña a este volumen se
puede ver como Vicente Gemio,
músico y compositor afrobolivia-
no de la comunidad Tocaña,
explica que saya significa acepta-
ción en aymara.
La saya como expresión cultu-
ral se constituye de los siguien-
tes elementos:
Instrumentos
Tambor mayor o asentador:
tambor más grande y con sonori-
dad más grave que simboliza la
autoridad y predomina entre los
demás tambores. Es el que
marca el ritmo y convoca a los
bailarines y músicos.
Tambor menor o cambiador:
tambor más pequeño que res-
ponde a las llamadas y toques
del tambor mayor, generando un
proceso comunicativo de alimen-
tación y retroalimentación.
Pero no todo pudo ser callado.
La música y sus instrumentos, el
canto y la danza fueron los moto-
res culturales de la resistencia y
los recreadores de la identidad
social y cultural del afrodescen-
diente en América Latina. La samba
en Brasil, el mapalé en Colombia, el
candombe en Uruguay, las marim-
bas en Ecuador, son sólo algunos
ejemplos.
En cuanto a la comunidad afro-
boliviana se destacan la semba, el
huayño negro, el mauchi, el baile de
la tierra y la saya. Siendo esta últi-
ma la expresión más viva y que
más define a los afrodescendien-
tes nacidos en Bolivia, dado que
a través de ella se puede rastre-
ar la raíz africana de esta comu-
nidad, así como descubrir las
acomodaciones y asimilaciones
culturales producidas en la con-
vivencia con el aborigen de la
región andina y los conquistado-
res españoles.
Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia
27
Saya afroboliviana
26
Cuancha: prevalece como ins-
trumento marcador del paso y
antiguamente actuaba conjunta-
mente con la matraca.
Cascabeles: antiguamente
eran hechos de cobre pero en la
actualidad han sido reemplaza-
dos por otros metales que no
ofrecen la misma sonoridad.
Amarrados a la altura de las rodi-
llas los guías o capitanes de bai-
les los hacen sonar al ritmo de
sus bailes.
Los instrumentos de percusión
utilizados permiten rastrear la raíz
africana de esta expresión cultu-
ral, así como el hecho de que sólo
sean ejecutados por varones.
Canto
El canto gira en torno a coplas
y coros, a modo de contrapun-
tos. Una persona comienza
haciendo una copla y la dirige
hacia los demás participantes,
los que responden a modo de
coro con la misma copla. Los
hombres cantan con una voz
grave entonada con los tambo-
res y las mujeres contrastan con
el matiz agudo de sus voces.
El canto es uno de los acom-
pañantes tradicionales de los
instrumentos de percusión en el
continente negro, la advertimos
entre los pueblos bantú, los yoru-
ba, los ewe, los ibos y los achanti.
Pero en este caso, el canto de
las coplas, con sus melodías y
métricas, responde a una carac-
terística específica de los indíge-
nas de la región andina.
Volumen 4: Afrodescendientes
28
Poesía
La saya es el gran poeta del
pueblo. Un poeta colectivo de la
tradición oral que vive y sobrevi-
ve de generación en generación
a través de sus coplas. Los con-
tenidos de estas siempre son
mensajes activadores y sensi-
bles que cuentan las emociones,
dificultades, quejas, añoranzas y
quehaceres cotidianos de los
afrobolivianos. Desde la sátira, la
ironía, la broma o la protesta las
letras de las coplas permiten
recorrer la historia de este pue-
blo y sus impresiones sobre las
experiencias vividas. Todo es
cantado, y esta saya de Vicente
Gemio da cuenta de esto:
Copla solista de varón:
Todo es de fruta
Café y coca
El lugar donde vivimos
se llama Coroico (bis)
Copla Varones:
Esta caja que yo toco
tiene boca y sabe hablar
sólo los ojos le faltan
para ayudarme a llorar
De nuestra cultura
hemos traído la saya
pueblo boliviano (bis)
Coplas mujeres:
Saucisito palma verde
Color de mi cautiverio
Hallarás quien te merezca
Y no quien te quiera tanto
Ritmo
El ritmo de la saya es otro ele-
mento que descubre claramente
la presencia de África en Bolivia,
y cómo esta raíz cultural hereda-
da aún resiste. El sonar intenso
de los tambores ha permanecido
con fuerza en la población afro-
descendiente logrando que en
sus toques ellos puedan revivir
dentro suyo esa África que guar-
dan dentro. De acuerdo a las
palabras de los propios afrodes-
cendientes: tocar saya es estar bai-
lando ante nuestros antepasados.
Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia
3130
Danza
La danza africana siempre ha
sido juzgada como una danza
inmoral y obscena debido a los
movimientos cadenciosos y sen-
suales de las mujeres. La etnomu-
sicología, en cambio, la clasifica
como derivada de antiguos bailes
mágicos de fecundidad, ritos de
transición y de reproducción que
nada tienen de pecaminosos.
Las mujeres con el porte muy
erguido llevan el compás con las
caderas danzando al ritmo de los
tambores y cuanchas que los
hombres ejecutan. El grupo de
saya es precedido por un capitán
de baile que con su látigo guía a
los demás bailarines y represen-
ta la época del patronazgo en las
haciendas yungueñas.
Vestimenta
La saya presenta, especialmen-
te en la vestimenta de las muje-
res, la influencia aymara.
Antiguamente la saya era practi-
cada con la ropa de todos los
días pero en la actualidad es de
color blanco. La mujer lleva
pollera larga y bordada en la
parte superior, blusa de mangas
cortas con escote cuadrado y
adornada con cintas de colores,
sombrero en la mano y una
manta de color, doblada y col-
gando en el brazo derecho. El
hombre viste pantalón blanco,
camisa bordada, dos pañuelos
de colores atados al cuello, faja
ancha y multicolor. Ambos calzan
abarcas, sandalias típicas de los
indígenas producidas con neu-
máticos de automóviles.
Volumen 4: Afrodescendientes
34
El Movimiento Cultural Saya
Afroboliviano fue fundado en el
año 1988 en La Paz a iniciativa
de un grupo de jóvenes mujeres
y hombres migrantes de la
región de Nor Yungas. Estos
jóvenes que emigraron a La Paz
se reunieron con el propósito de
demostrar la presencia afroboli-
viana en Bolivia, difundir su cul-
tura e historia y, principalmente,
denunciar la situación de exclu-
sión e invisibilidad que padecían.
En este contexto de resurgi-
miento de la saya algunos perso-
najes desaparecieron, tal es el
caso del Alcalde y el Mayor de
Plaza, debido a que ya no hay un
Rey Conquistador a quien opo-
nerse. Sin embargo el capitán de
baile con su látigo sigue vigente,
no sólo para representar la flage-
lación en la época de las hacien-
das yungueñas sino porque aún
sigue siendo un pueblo sometido
por la discriminación y la exclu-
sión social.
La saya históricamente fue una
de las principales formas de la
tradición oral utilizada para que
los mayores concienticen y ense-
ñen su historia y cultura a los
más pequeños, convirtiéndose
en una verdadera escuela. A su
vez, a partir de los ´90 se ha ido
convirtiendo en una herramienta
de resistencia cultural acompa-
ñando todas las demandas y
protestas de los afrobolivianos.
Al ritmo de los tambores y la
danza comenzaron a ganar
espacios visibilizándose antes
Frutodel cruce cultural
entre africanos,
indígenas y españoles, la saya ha
sido la gran compañera del afro-
boliviano en América Latina. La
saya fue un aliciente para mejorar
la productividad del hombre
negro en su trabajo esclavo, un
elemento de exteriorización que
permitía desahogarse emocio-
nalmente de las violencias pade-
cidas y un modo de recordar las
dificultades históricas que atra-
vesaron los afrodescendientes.
Con los gobiernos militares
que azotaron a Bolivia desde
1964 hasta 1982 la población
vivió en tensión constante por el
temor de que se regrese al siste-
ma de patronazgo y así perder
aquello que habían obtenido
después de tanto sufrimiento:
libertad y tierras para vivir una
vida digna. Ante esta circunstan-
cia, la práctica de la saya se fue
debilitando por temor a las repre-
salias, ya que toda expresión
cultural y reivindicativa no tenía
espacio en ese contexto socio-
político. La saya dejó de escu-
charse por varias décadas.
A principio de los años 80 la
saya resurge de manera tímida en
el escenario público impulsada
por profesores del Colegio
Guerrilleros Lanza de Coroico,
con el fin de atraer el turismo en
la fiesta patronal del pueblo. Esta
fue la semilla para que varios
años después naciera el
Movimiento Cultural Saya
Afroboliviano.
Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia
3736
Tambor y danza de la resistencia
Galindo quién reconoció pública-
mente el error cometido en el
censo nacional.
En el 2007 la Prefectura de la
capital boliviana declaró a la saya
Patrimonio Cultural Intangible del
departamento de La Paz en reco-
nocimiento al valor histórico y el
aporte cultural de los afrodescen-
dientes. Esta declaratoria fue ade-
más un reconocimiento a la pobla-
ción afroboliviana de la región de
Los Yungas que han luchado y
resistido para preservar su cultu-
ra. En esta ocasión los afrobolivia-
nos al ritmo de la saya cantaban:
Después de 500 años
no me vas a cambiar
el bello ritmo de la saya
con el ritmo de caporal
las sociedades urbanas con el
objetivo de conseguir aquello
que la libertad les hizo añorar: el
reconocimiento social para parti-
cipar e integrarse a Bolivia como
cualquier otro ciudadano.
Una prueba concreta del no-
reconocimiento fue el censo
nacional realizado en el 2001 en
el cual sólo estaban representa-
das las etnias aborígenes. Allí
los afrobolivianos fueron exclui-
dos como etnia por el propio
estado boliviano. "El Instituto
Nacional de Estadística no nos dife-
rencia, no nos reconoce, nos meten
en una misma bolsa. Estamos den-
tro de los indígenas, nublados, per-
didos. Eso hace que nuestras
demandas como grupo diferenciado
no aparezcan"5
, afirma Juan
Angola Maconde, economista y
autor del libro Raíces de un
pueblo.
En el 2005 fue la primera vez
que un grupo de afrobolivianos
entró al Palacio Quemado. Lo
hicieron con pancartas que decían
De aquí somos y aquí nos quedamos,
bailando saya y cantando coplas
como esta:
Aura ya no es el tiempo de
la esclavitud
¿por qué tratas a mi gente
con tanto rencor? *
* copla popular
En aquella oportunidad fueron
recibidos por el ministro José
Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia
3938
Los Kharkas están confundiendo
la saya y el caporal
Lo que ahora están escuchando
es saya original *
* copla popular
Esta copla marca la diferencia
entre la saya y el caporal evitando
confundir a una por otra. El capo-
ral es una danza folklórica de
proyección inspirada en el perso-
naje del caporal de la saya afro-
boliviana y ejecutada, entre
otros, por el grupo Los Kharkas.
Pero el reconocimiento explíci-
to hacia todo el pueblo afroboli-
viano que habita en el Estado
Plurinacional de Bolivia llegó
finalmente con la reforma consti-
tucional que comandó el presi-
dente Evo Morales en el 2009. El
nuevo texto de la Constitución
consolidó como política de
Estado la revolución democrática
y cultural que plantea entre sus
principales objetivos la construc-
ción de una nueva identidad
nacional basada en el respeto
mutuo y la valoración de la diver-
sidad para romper con la cultura
colonialista. Siguiendo esta políti-
ca el capitulo 1, artículo 3 esta-
blece que "el pueblo boliviano está
conformado por la totalidad de las
bolivianas y los bolivianos pertene-
cientes a las áreas urbanas de dife-
rentes clases sociales, a las naciones
y pueblos indígena, originario, cam-
pesinos y a las comunidades inter-
culturales y afrobolivianas"6
. El
Centro Afroboliviano para el
Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia
4140
Desarrollo Integral y Comunitario
(CADIC) y el Movimiento Cultural
Saya Afroboliviana (MOCUSA-
BOL) destacaron esta inclusión
como la llave de ingreso para que
la comunidad afroboliviana y sus
representantes participen de las
políticas de interés nacional.
Han pasado cinco siglos
desde la llegada de los primeros
africanos a América. Mucho
sufrimiento, mucha agua corrió
bajo el puente. Pero para el que
sabe esperar, siempre hay un
sol. Y Manuel Barra supo espe-
rar, con sus 88 años aún canta
sonriente en la comunidad afro-
boliviana de Tocaña esta copla
llena de vida y de esperanza:
Hermano no te preocupes
el mal tiempo no es eterno
La fruta por muy madura
siempre del árbol se cae
Volumen 4: Afrodescendientes
42
45
1 GALEANO, Eduardo;
Las Venas abiertas de América Latina, Siglo veintiuno de España
Editores, 1971, España, pág. 33-34.
2 LLANOS MOSCOSO, Ramiro; SORUCO ARROYO, Carlos;
Reconocimiento Étnico y Jurídico de la Comunidad Afrodescendiente,
publicación de la Comunidad de Derechos Humanos y del Capítulo
Boliviano de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo, 2004,
Bolivia, pág. 60.
3 MACONDE, Juan Angola;
Raíces de un pueblo, cultura afrobolivian, Producciones Cima, 2da. edi-
ción, La Paz, Bolivia, pág. 37.
4 MACONDE, Juan Angola;
Raíces de un pueblo, cultura afroboliviana, Producciones Cima, 2da.
edición, La Paz, Bolivia, pág. 39.
5 http://www.cadic.org.bo/articulos.php?cod=1
6 Constitución Política del Estado de Bolivia, 2009,
capítulo 1, artículo 2.
Notas:
Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia
4746
donde el tetracordio mayor1
ejer-
ce supremacía y se inmiscuye en
casi todas la canciones, adornado
con notas de paso2
que en algu-
nos casos vigorizan la copla; y la
base rítmica, a cargo de una fami-
lia de tambores tubulares, que
deslizan sus acentuaciones en rit-
mos ternarios y binarios3
, en una
sucesión rítmica a la que se insis-
te constantemente. De los mem-
branófonos4
que componen el
grupo básico de acompañamien-
to, es el "tambor mayor", el mas
grande de los parches y es el que
lleva el eje rítmico, le llaman
"asentador" también denominado
"alentador"; el segundo en dimen-
siones es apodado "sobre tam-
bor" o "cambiador"; y el resto de
los que integran el ensamble son
Losafrodescendientes, en
Bolivia, han tomado la
saya como un medio para expresar-
se, volver a la columna vertebral
originaria, afirmar una identidad
lacerada, muchas veces mancilla-
da, por sociedades imperantes que
hicieron del negro una pieza de tra-
bajo sin fin. Despiadados hasta
niveles incomprensibles, en oca-
siones de la mano de la religión
imperante, la gente de color sobre-
vivió al exterminio y plantó un amor
a su nueva tierra que hoy vemos
en cada uno de los textos que
componen las distintas canciones
populares y en el inasible espíritu
de estos genuinos bolivianos.
Tocaña, es el pueblo que por
excelencia mantiene vivo el amor
por sus ancestros, por todos
aquellos que dieron su vida por
un futuro distinto y es por ello
que guardan -como invalorable
tesoro- melodías, ritmos, formas
de canto fusionados en cancio-
nes y danzas que hoy distinguen
una cultura crisol de vertientes.
Los Yungas bolivianos alber-
gan pequeños villorrios con des-
cendientes de los primeros pobla-
dores de color, de la zona, que
junto a los indígenas andinos
(aymarás) habitaron y enriquecie-
ron el acervo tradicional y esto no
es algo menor. En las expresio-
nes musicales -vocales- podemos
detectar dos vertientes super-
puestas; la melódica, desarrolla-
da sobre una estructura simple
Saya: el camino hacia el recupero de la identidad
Prof. Iván Cosentino
tos de creadores, es decir, que
no son obras anónimas traslada-
das oralmente, aunque sí hay
creaciones pertenecientes a la
comunidad.
La saya permanecía oculta en
los espíritus de los pobladores y
como durante mucho tiempo el
ser negro era un estigma, el
canto más importante estaba
silenciado de manera de no
crear conflictos con las socieda-
des imperantes. Por fortuna esa
ignominia fue paulatinamente
resuelta a través de la búsqueda
de la identidad y, por ende, el
canto clave por excelencia, la
saya, volvió a surgir con fuerza y
vitalidad. Fueron los ancianos de
las comunidades, que eran los
fieles depositarios de esos
auténticos himnos, los que
comenzaron a trasladar el cono-
cimiento y así recomenzó un
nuevo tiempo sonoro.
No solo apareció la saya sino
también otras manifestaciones
como "bailes de tierra"6
, "huayño
negro"7
, "zemba" (o "semba")8
y
"mauchi"9
.
Hoy principalmente la saya es
un canto que esculpe la identidad
afrodescendiente y certifica una
sociedad en plena expansión.
los mas pequeños llamados en
orden de tamaño "requinto" y
"ganchingo", el mas diminuto de
la familia. La saya actual revela la
influencia de la radio y la televi-
sión, especialmente en el des-
arrollo de sus comienzos y fina-
les, sobre todo cuando recurren al
diminuendo expresivo para con-
cluir la canción o danza.
Colaboran con el entramado rít-
mico otros instrumentos como los
cascabeles que en la actualidad
se fabrican de lata o aleaciones
livianas y en muy pocos casos de
bronce o cobre y el raspador de
caña hueca, denominado "cuan-
cha" que aparece en los estribillos
reforzando los mismos con una
subdivisión de valores que ener-
giza la marcha de la saya. Los
instrumentistas son en su mayo-
ría hombres y de los cuales pen-
den los tambores y los cascabe-
les que se anidan en sus rodillas
y tobillos.
En cuanto a la parte vocal, la
sucesión solo-corro5
es una
constante en esta especie musi-
cal; aquí la parte femenina se
suma al grupo tiñendo la sonori-
dad de manera particular y vitali-
zándola con un timbre mas
argento. En varias oportunidades
el grupo vocal esta integrado úni-
camente por mujeres.
Como se trata de una danza-
canción, el texto juega un rol
destacado y todos participan con
entusiasmo y vehemencia.
Es importante anoticiarse que
las sayas existentes son produc-
Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia
4948
Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia
5150
6. A las orillas del mar. Realización colectiva del Grupo Saya
Afroboliviano, grabada en la Comunidad de Tocaña, en 2004. Saya 5' 21"
7. Padre Jesucristo. Realización colectiva del Grupo Saya Afroboliviano,
grabada en la Comunidad de Tocaña, en 2004. Saya 5' 13"
8. Si tu te vas de la casa. Realización de la Comunidad de Tocaña.
Grabada en Tocaña en 1998. Saya 3' 58"
9. Hoy estoy aquí / Honor y gloria a los primeros negros.
Ambos realizados por Vicente Gemio. Comunidades de Cala y Coscoma.
Registrada en Cala en agosto de 1998. Saya 4' 43"
10. Si yo fuera presidente. Perteneciente a Manuel Barra. Obra gra-
bada por el Movimiento Cultural Saya Afroboliviano en julio de 1998, en la
ciudad de La Paz. Saya 2' 47"
11. Apuesto que ya me voy. Baile de tierra o cueca negra.
La Raimundita se está casando. Huayño negro. Ambas obras son una
realización de la comunidad de Tocaña. Grabado en julio de 1998 en
Tocaña. Cueca negra / Huayño negro 3' 31"
12. De Santa Ana voy bajando. Baile de tierra
Ahora que dices. Huayño negro. Ambas obras son una realización del
Movimiento Cultural Saya Afroboliviano. Grabado en julio 1998 en la ciu-
dad de La Paz. Baile de tierra / Huayño negro 5' 15"
13. Semba. Realización del Movimiento Cultural Saya Afroboliviano.
Grabado en julio de 1998, en la ciudad de La Paz. Semba 3' 56"
El material musical grabado proviene de tres ediciones en CD. La
primera denominada Música y cantos de las comunidades negras de
Bolivia. "El tambor mayor", edición del Centro Pedagógico y Cultural
"Simón I. Patiño¨" (Fundación Simón I. Patiño); la segunda a cargo de
Saya Afroboliviana, (Tocaña), sin datos editoriales de origen y la terce-
ra "Innovación y creatividad cultural", edición del Movimiento Cultural
Saya Afroboliviano (Tocaña).
La selección presenta ejemplos lo suficientemente claros como para
completar una idea cabal del hacer sonoro de esta comunidad.
Ficha técnica de las bandas del CD:
1. Tus quince años. Perteneciente a Marcelo Vásquez. Obra graba-
da en la Comunidad de Tocaña, en agosto de 2006. Saya 3' 46"
2. Hay como no he de llorar. Realización colectiva del grupo Mocusabol
10
grabada en la Comunidad de Tocaña, en agosto de 2006. Saya 3' 42"
3. Pobreza. Perteneciente a Marcelo Vásquez. Obra grabada en la
Comunidad de Tocaña, en agosto de 2006. Saya 3' 48"
4. Que será ya de mi vida. Sin datos. Obra grabada en la Comunidad
de Tocaña, en agosto de 2006. Saya 3' 17"
5. Polleras al aire. Realización colectiva de Grupo Saya Afroboliviano,
grabada en la Comunidad de Tocaña,en 2004. Saya 4' 34"
Obras seleccionadas
Volumen 4: Afrodescendientes
53
8
Danza practicada por adultos en parejas, es la llamada "danza de la
ombligada". Baile que evoca la fertilidad de la naturaleza. Hoy es una
especie casi extinguida.
9
Rito funerario, es una de las prácticas culturales que más elementos afri-
canos revela. Es una invocación a los espíritus para que reciban al difun-
to, que de la tierra vienen y a ella vuelven.
10
Mocusabol: Movimiento Cultural Saya Afroboliviano.
Bibliografía:
DELGADO GALVEZ, José Luis; Si no hay coca no hay vida. La
Raymundita se está casando. Sin datos de edición.
GALEANO, Eduardo; Las Venas abiertas de América Latina. Siglo
veintiuno de España Editores, 1971, España.
LLANOS MOSCOSO, Ramiro; SORUCO ARROYO, Carlos;
Reconocimiento Étnico y Jurídico de la Comunidad Afrodescendiente.
Publicación de la Comunidad de Derechos Humanos y del Capítulo
Boliviano de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo. 2004.
Bolivia.
52
1
Escala de cuatro sonidos desarrollada sobre el acorde mayor, y difundi-
da ampliamente dentro de las comunidades indígenas.
2
Sonidos que encadenan los puntos principales del acorde mayor y que
juegan un rol de enriquecimiento de la melodía.
3
La marcha rítmica puede encauzarse en células de dos o tres tiempos
cada una. En algunos casos se produce una polirritmia cuando se mez-
clan o se alternan las citadas células.
4
Se trata de instrumentos que poseen membranas o parches (confeccio-
nados con panza de burro, cordero o cabra) que al ser golpeados o frota-
dos producen una vibración ampliada por el cubículo que lo sostiene.
5
La reunión de un grupo de personas de la misma comunidad y general-
mente del mismo sexo que cantan al unísono y/u octavas, estribillos o
coplas según el tipo de canción o danza. También hay manifestaciones
mixtas con similares características.
6
Baile de tierra o cueca negra, según la licenciada Mónica Rey (investiga-
dora boliviana) nos anoticia que es un baile practicado por matrimonios
negros con ritmo de cueca (danza criolla muy difundida en todo el noroes-
te). Se realiza con cantos de contrapunto y corro; con ejecución de tam-
bores, con las manos y en parejas.
7
Es una danza de despedida con que se saludan a los novios, y en los
textos se les desea felicidad y recomiendan sobre lo bueno y lo malo de
la unión.
Notas:
Volumen 4: Afrodescendientes
La Voz de los sin Voz agradece muy especialmente a todos los afrobolivianos
que habitan en la comunidad de Tocaña y en la ciudad de La Paz por las entre-
vistas otorgadas y los materiales gráficos y sonoros ofrecidos. Sin sus partici-
paciones y colaboraciones no hubiese sido posible este nuevo volumen.
54
MACONDE, Juan Angola; Raíces de un pueblo, cultura afrobolivia-
na. Producciones Cima, 2da. edición, 2003. La Paz, Bolivia.
ORTIZ ODERIGO, Néstor R.; Panorama de la Música Afroamericana.
Editorial Claridad, septiembre 1944, Buenos Aires.
ROSSI, Vicente; Cosas de Negros. Colección El pasado Argentino.
Librería Hachette. Septiembre 1958. Buenos Aires.
CENTRO AFROBOLIVIANO PARA EL DESARROLLO INTE-
GRAL Y COMUNITARIO: www.cadic.org.bo
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO DE BOLIVIA.
Capítulo 1, artículo 2. 2009.
FUNDACIÓN SIMÓN I. PATIÑO. Centro Pedagógico y Cultural
Simón I. Patiño, Música y Cantos de las comunidades negras de Bolivia; El
Tambor Mayor. Documentación Etnomusicológica N° 6. 1998. La Paz,
Bolivia.
MOVIMIENTO CULTURAL SAYA AFROBOLIVIANO:
www.afrobolivia.org.bo
Volumen 4: Afrodescendientes
56
Dirección:
Prof. Iván Cosentino
Sebastián Arias
Investigación:
Sebastián Arias
Registros musicales:
Prof. Iván Cosentino
Elección musical:
Prof. Iván Cosentino
Textos:
Sebastián Arias
Prof. Iván Cosentino
Edición y Masterización
IRCO Video S.R.L.
Diseño gráfico:
Arq. Lala Naveira
Fotografías:
Andrés Marks
Agradecimientos:
Edgar Gemio
MOCUSABOL
Omar Barra
Comunidad Tocaña
Juan Vásquez
Embajada Argentina en
La Paz
Mtro. Martín Recondo
Sandra Nallar Balcazar

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La voz de los sin voz

  • 1.
  • 2. Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia
  • 3. Copyright: 2009 Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la República Argentina Secretaría de Relaciones Exteriores Subsecretaría de Relaciones Institucionales Esmeralda 1212, 100 piso, Buenos Aires, Argentina www.mrecic.gov.ar www.lavozdelossinvoz.gov.ar asf@mrecic.gov.ar Presidente de la República Argentina Dra. Cristina Fernández de Kirchner Vicepresidente de la República Argentina Ing. Julio César Cobos Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto Dr. Jorge Taiana Ministro de Educación Prof. Alberto Estanislao Sileoni Secretario de Cultura Jorge Coscia Programa UNESCO "La Voz de los sin Voz" Co-Presidencia Embajador Miguel Ángel Estrella (Embajador ante la UNESCO, Cancillería Argentina) Embajador Victorio Taccetti (Secretaría de Relaciones Exteriores, Cancillería Argentina) Dirección Consejero Gonzalo Sabaté Coordinación General Sebastián Arias Coordinación Técnica Prof. Iván R. Cosentino
  • 4. La Voz de los sin Voz es un programa que busca promover y preservar las expresiones de música, "rituales" y danza que integran el patrimonio cultural de América Latina, dándole voz a su identidad artístico-musical. La Voz de los sin Voz se propone documentar aquellos fenómenos que, siendo representativos de tradiciones culturales determinadas, hayan que- dado no solamente indocumentados, sino también desconocidos o no valorizados tanto en sus mismas áreas de vigencia como en los centros de consumo económico y cultural de América Latina. La Voz de los sin Voz, en conformidad con las orientaciones de la UNESCO, concibe la fuerza vitalizadora de la cultura como elemento indis- pensable de los procesos de integración social y diversidad cultural.
  • 5. des que se alojan en los imaginarios colectivos de las distintas culturas. La huma- nidad a lo largo de la historia ha cometido suficientes injusticias que explican las discriminaciones culturales y raciales, las cuales se hacen presentes en el trato entre unos y otros al momento de trabajar en forma conjunta. Este es justamente uno de los desafíos de La Voz de los sin Voz: desandar en los trabajos de campo aquellas injusticias que aún sobreviven en los imaginarios colec- tivos del pueblo latinoamericano y construir conjuntamente, entre unos y otros, una América Latina más humana y armoniosa donde las diversas culturas puedan convivir, integrarse y relacionarse pacíficamente. Sebastián Arias Prof. Iván R. Cosentino Coordinador General Coordinador General La Voz de los sin Voz La Voz de los sin Voz La Voz de los sin Voz fomenta la participación de sus destinatarios antes, duran- te y después de los trabajos de campo, dado que sin sus colaboraciones estos traba- jos no cumplirían los objetivos planteados. Esta metodología de trabajo asegura un proceso de valoración cultural que refuerza la identidad cultural de las comunida- des participantes, colaborando directamente en la comprensión de sus músicas, danzas y rituales como expresiones culturales imprescindibles para sus vidas y su existencia como grupo social. A su vez, este proceso de interiorización y reflexión de la comunidad con su propia cultura sirve de apoyo para un mayor entendimien- to y respeto de la diversidad cultural que respira nuestra América Latina. Como se ha dicho, La Voz de los sin Voz promueve el respeto a la diversidad cultural, y esto es lo que se vivencia en cada uno de los trabajos de campo que se realizan. Casi siempre, y esta no fue la excepción, los investigadores y realizadores de los trabajos no son portadores de la cultura de los destinatarios de los proyec- tos, lo que implica un esfuerzo diario y mutuo por comprender y entender al otro. Este respeto cultural, que ha de ser universal, implica sortear obstáculos muy gran- Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia 76
  • 7. AméricaL a t i n a habitada por sus nativos, se volvió un cri- sol de razas, un mar de entrecru- zamientos culturales, con la lle- gada de los conquistadores españoles y portugueses y su mano de obra esclava prove- niente del continente negro. Aborígenes, españoles, portu- gueses y africanos fueron los artífices históricos y culturales de nuestra América Latina, por ende, a través de sus luchas, resistencias, diálogos e interrela- ciones podemos rastrear el pro- ceso que fue gestando el pre- sente de estas tierras. Se estima que en Bolivia hay una población de 30.000 afrodes- cendientes. Pero lo cierto es que aún no existen cifras oficiales dado que hasta el día de la fecha esta población no ha sido recono- cida en ningún censo nacional. Si bien las mayores concentracio- nes de afrodescendientes se encuentran en la región de Los Yungas, en el departamento de La Paz, muchos han emigrado a las grandes ciudades como ser Cochabamba, La Paz, Oruro y Santa Cruz. En este trabajo el enfoque está puesto en la recuperación y reco- nocimiento de los aportes realiza- dos por los ciudadanos bolivianos afrodescendientes a la configura- ción de América Latina, encon- trando en la música y la danza, los cantos, ritmos e instrumentos la señal más concreta y evidente. Hacer foco en los descendientes Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia 11 Presentación 10 Ärea de asentamiento tradicional negra
  • 8. Ser Afrodescendiente Llegaron, porque los trajeron de prepo nomás, arrancados de sus pagos. Se afincaron como pudieron se quedaron y siguieron... se callaron hasta mimetizarse. Pero... dicen que África sigue al negro a donde vaya. Mama África se rehace, en cada célula y se reproduce para no morir. Así generaciones tras generaciones, denotan su paso, a pesar del blan- queamiento. El silencio fue... y se transformó en un grito ahogado hasta que al liberarse pueda decir: !Aquí nos trajeron! !Aquí nos quedaremos! !Y ahora... AQUÍ ESTAMOS luchando por nuestros derechos! * de los africanos traídos como esclavos en la época colonial nos permite revisar y repensar la cul- tura latinoamericana desde el punto de vista de este grupo social sin voz marginado, silencia- do y violentado históricamente. Este cuarto volumen titulado Afrobolivianos descubrirá como las músicas, rituales y dan- zas de este pueblo se vuelven un factor indispensable para su inte- gración social favoreciendo el respeto a la diversidad cultural. Más allá de las discriminaciones raciales, las divisiones políticas y sus identidades nacionales y las injusticias y violencias vivencia- das en este continente, la Cultura sigue dando señales claras de la hermandad que une a los habi- tantes de nuestra América Latina. Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia 13 Una cultura de la resistencia Sebastián Arias 12 * Lucía Dominga Molina, Presidenta de la Casa de la Cultura Indo-Afro-Americana, Provincia de Santa Fe, Argentina.
  • 9. Losancestros de los afro- bolivianos llegaron a la región andina como resultado de la masiva migración forzada realizada por los colonizadores españoles a partir del siglo XVI. La prosperidad de la economía colonial requería mucha mano de obra y para suplir ese déficit fue- ron arrancados de sus tierras centenares de africanos. Puertos como Cartagena de Indias en Colombia, Callao en Perú o Río de la Plata en Argentina daban cobijo a los barcos de esclavos que llegaban desde las aguas del continente negro. Una vez produ- cido el desembarque, las familias eran separadas y cada persona era marcada como bestia, con fierros candentes, para saber a que dueño pertenecía. Los africanos que arribaron a América Latina eran de diversas etnias - distintos grupos lingüísti- cos- pero la mayoría estaba influenciada por la cultura Bantú, lo cual no parece haber sido una casualidad, dado que esta cultura se destacaba por su trabajo disci- plinario y por sus aptitudes para la fundición de metales, la agri- cultura, la ganadería y la pesca. La actividad minera y los culti- vos de azúcar fueron los trabajos donde más se empleó la mano de obra esclava. En cuanto a la ascendencia afroboliviana, el des- tino fue el Cerro Rico de Potosí. Este hecho histórico es recordado por esta saya compuesta por Vicente Gemio de la Comunidad Afroboliviana de Tocaña: Volumen 4: Afrodescendientes Las cadenas de la historia El Cerro Rico y la llegada de los africanos 14
  • 10. En Potosí los esclavos africa- nos trabajaron en condiciones infrahumanas, soportando el frío y la altura de 4200 metros, haciendo extensas jornadas den- tro de los socavones de las minas. La Casa de la Moneda de Potosí, donde se fundía el metal y se laminaban las monedas, también fue otro de los destinos hostiles. Allí los trabajos también eran extremadamente insalubres a causa de la emanación de mer- curio y azogue, llevándose rápi- damente la vida de los africanos. Copla solista de varón: Honor y gloria a los primeros negros que llegaron a Bolivia (bis) Que murieron trabajando muy explotados al Cerro Rico de Potosi (bis) Copla a coros de varones: Madre, para que tuviste un hijo tan desgraciado En vez de darme tu pecho veneno debías darme América Latina era para los españoles el acceso a grandes riquezas, concentradas, sobre todo, en Potosí. De allí la expre- sión vale un Perú. Según palabras de Eduardo Galeano en su libro La venas abiertas de América Latina: "algunos escritores bolivia- nos, inflamados de excesivo entu- siasmo, afirman que en tres siglos España recibió suficiente metal de Potosí como para tender un puente de plata desde la cumbre del cerro hasta la puerta del palacio real al otro lado del océano. La imagen es, sin duda, obra de fantasía, pero de cualquier manera alude a una reali- dad que, en efecto, parece inventa- da: el flujo de la plata alcanzó dimensiones gigantescas… Entre 1503 y 1660, llegaron al puerto de Sevilla 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata. La plata transportada a España en poco más de un siglo y medio, excedía tres veces el total de las reservas europe- as. Y estas cifras, cortas, no inclu- yen el contrabando"1 . Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia 1716
  • 11. Los esclavos negros que, a cambio de su libertad, habían luchado en la rebelión indígena de Túpac Katari en 1780, tam- bién combatieron en la Guerra de la Independencia pese a que el Estatuto Constitucional presenta- do al cabildo por los revoluciona- rios se declaraba a favor de la libertad de las personas pero no de la libertad de los esclavos. Con el nacimiento de la Republica de Bolivia, el 6 de agosto de 1825, Simón Bolívar dispuso que todos los que habían sido esclavos quedarían libres de hecho. El Libertador consideraba la esclavitud como la más insigne violación de la dignidad humana: "¡Un hombre poseído por otro! ¡Una imagen de Dios puesta al yugo como un bruto!". Sin embargo, los gobiernos posteriores eludieron sucesivamente esta disposición hasta que bajo la presidencia del General Manuel Isidoro Belzu en 1851 se decretó finalmente la abolición de la esclavitud. En homenaje a él, los afrodescen- dientes cantan desde aquel entonces los siguientes versos antes de entonar sus coplas: Isidoro Belzu, bandera ganó, Ganó la bandera del altar mayor (bis) * * Copla popular Pero una vez más las palabras se las llevaría el viento y los afro- descendientes volverían a ser oprimidos por un nuevo sistema que ellos mismos recuerdan bajo el nombre de patronazgo. Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia 1918 La independencia boliviana y los afrodescendientes
  • 12. Desde el siglo XIX la población afrodescendiente se concentró en esta región donde se sentirí- an más hermanados con la natu- raleza, pese a que seguirían padeciendo violencias y abusos ahora propiciadas por parte de los hacendados bolivianos, sus nuevos amos. Los primeros asentamientos fueron Chicaloma y Chulumani en Sud Yungas, mientras que en Nor Yungas el punto central fue Mururata. Desde allí fueron poblando sitios cercanos como Suapi, San Joaquín y Tocaña que se conver- tiría en un núcleo importante de conservación de sus valores y expresiones culturales. En esta región trabajarían en el campo sin retribución alguna y obligados a trabajar 3 días para beneficio de sus patrones y 3 días para la manutención de sus familias. No había descanso, se trabajaba de sol a sol, y el látigo de los capataces castigaba sin pudor toda desobediencia. Esta saya da cuenta de aquellos tiempos: Al cielo me he de quejar Ay, mi sentimiento El que vive en Mururata es su desgracia La fuerza del labrador Ya se acabó causa ¡ay! Tanta tiranía de los patrones * * Copla popular Los Yungas es una región geo- gráfica que se desentiende del altiplano paceño, y donde la selva y valles subtropicales que oscilan entre los 1.500 y 2.500 metros de altura ofrecen extensas laderas, altos precipicios, y caudalosos ríos y cascadas. Esta zona tiene una tupida vegetación y un clima cálido y húmedo, ideal para el cul- tivo de café, cítricos, caña de azú- car y, especialmente, la coca, cul- tivo que permitió y permite en la actualidad a las comunidades afrobolivianas ganarse la vida. Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia 2120 Los Yungas y el patronazgo
  • 13. Si bien la comunidad afroboli- viana era reconocida y respetada por los aborígenes aymaras de la región de Los Yungas, no ocurrió lo mismo en las grandes ciuda- des. Allí los afrodescendientes se enfrentaron a una sociedad boli- viana que no los reconocía, o bien los desconocía, como compatrio- tas bolivianos. Esto despertó la discriminación racial y la exclusión social sustentada en un Estado que hasta el momento tampoco los reconocía. Las escenas coti- dianas fueron y son un mudo testi- go de las vejaciones que aún acompañan al devenir de este grupo. Suerte negrito es lo que blancos, indígenas o mestizos dicen cuando ven una persona negra. Estos se pellizcan y se desean buena suerte el uno al otro como si el afroboliviano fuera un amuleto antes que un ser humano. Se dice que esta tradi- ción fue comenzada por los indí- genas para simbolizar el alivio que les produjo la llegada de los africa- nos, dado que estos nuevos migrantes padecerían los trabajos más inhumanos de la empresa conquistadora. En este contexto, y luego de una historia marcada por la vio- lencia y la opresión, la autoesti- ma del afroboliviano volvió a derrumbarse hasta llegar al punto de la autonegación, simulando ser un otro que no eran. Muchos han admitido haberse hecho pasar por colombianos, brasile- ros o ecuatorianos con el fin de ser reconocidos y aceptados. La libertad de hecho finalmente llegaría con la reforma agraria que instaló la Revolución Nacionalista de 1952. Esta reforma tuvo lugar en 1953 y fue comandada por Víctor Paz Estensoro bajo el prin- cipio de que la tierra es de quien la trabaja personalmente. Este come- tido dejo sin efecto el status quo de los patrones que imponían tra- bajar sin remuneración. Luego de siglos de resistencias y padeci- mientos los afrobolivianos acce- dieron a tierras en calidad de cam- pesinos propietarios y libres, y así la posibilidad de una vida digna. Las grandes ciudades y la exclusión social Pasadas las primeras genera- ciones de la reforma agraria sur- gieron profundos desajustes económicos y sociales. La tierra distribuida en forma de minifun- dio, que en una primera instancia pudo sostener una familia, al momento de distribuirla a los hijos se volvió un recurso insufi- ciente. Esta situación obligó especial- mente a los jóvenes a emigrar en busca de otras zonas agrícolas donde asentarse. Estos movi- mientos comenzaron tibiamente en la década del ´70 y se volvie- ron masivos en los ´80 con nue- vos destinos: las grandes ciuda- des. Muchos emigraron a La Paz, Cochabamba, Oruro, Santa Cruz esperanzados en conseguir trabajo, y otros tantos, esperan- zados en continuar sus estudios terciarios e universitarios. Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia 2322 Los Yungas: tierra y libertad
  • 14. Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia 2524 Segúnel historia- dor afroboli- viano Juan Angola Maconde "hoy no practicamos una cultura propia, sino una adquirida como resultado de un proceso cultural entre indíge- nas y españoles"3 . La cultura del pueblo afrodescendiente fue condicionada por los pasos encadenados de su historia. Desde su llegada a América Latina los afrobolivianos confor- maron el sector más oprimido y débil de la sociedad colonial, con lo cual les fue sumamente difícil conservar sus prácticas, costum- bres y creencias. La primer gran pérdida cultural fue el lenguaje, y siendo este el principal constructor y transmisor de identidad, el destino de muchas prácticas y costumbres correrían la misma suerte. "Nuestra lengua fue raída en su totalidad, no queda ningún vestigio de Kikongo, el Mani Kongo, Luba, ndongo y Kibundu, bantúes, gur, Lingala y otros. Etnocidio que causó un daño irreparable a nuestra cultura al ser sometido con una len- gua unificadora"4 . Tan crueles como astutos, los conquistado- res se encargaron de desarraigar social y culturalmente a los afri- canos a fin de reducir los posi- bles peligros de sublevación. La visión estratégica de mezclar a esclavos de distintos grupos lin- güísticos y étnicos tuvo la fun- ción política esperada: silenciar- los e incomunicarlos. Cultura afroboliviana Un nuevo desafío estaba gol- peando las puertas de este pue- blo, y una vez más darían batalla. En la década del ´90 los afroboli- vianos que habitaban las ciuda- des empezaron a organizarse y movilizarse, fundando en La Paz el Movimiento Cultural Saya Afroboliviano y el Centro Afroboliviano para el Desarrollo Integral y Comunitario. Dos orga- nizaciones que comenzarían su trabajo en el ámbito cultural, for- taleciendo la autoestima del afro- boliviano a través de la recupera- ción y difusión de sus prácticas culturales. La cultura, una vez más, se coronaría como factor imprescindible para la integración social de las minorías oprimidas.
  • 15. En cuanto a la definición de esta expresión se ha abierto un abanico de interpretaciones. Utilizando el latín como referen- cia la palabra saga significa falda, y se dice que los europeos han llamado saga a la danza africana que realizaban las mujeres haciendo girar en redondo sus largas polleras. Según algunas investigaciones realizadas por el Dr. Florindo Maques se llegó a la conclusión de que el término saga que viene del Kikongo Nsaya sig- nifica trabajo común al mando de un cantante. La Nsaya es una danza que aún bailan en el norte de Angola los campesinos de la región. A su vez, en el dvd que acompaña a este volumen se puede ver como Vicente Gemio, músico y compositor afrobolivia- no de la comunidad Tocaña, explica que saya significa acepta- ción en aymara. La saya como expresión cultu- ral se constituye de los siguien- tes elementos: Instrumentos Tambor mayor o asentador: tambor más grande y con sonori- dad más grave que simboliza la autoridad y predomina entre los demás tambores. Es el que marca el ritmo y convoca a los bailarines y músicos. Tambor menor o cambiador: tambor más pequeño que res- ponde a las llamadas y toques del tambor mayor, generando un proceso comunicativo de alimen- tación y retroalimentación. Pero no todo pudo ser callado. La música y sus instrumentos, el canto y la danza fueron los moto- res culturales de la resistencia y los recreadores de la identidad social y cultural del afrodescen- diente en América Latina. La samba en Brasil, el mapalé en Colombia, el candombe en Uruguay, las marim- bas en Ecuador, son sólo algunos ejemplos. En cuanto a la comunidad afro- boliviana se destacan la semba, el huayño negro, el mauchi, el baile de la tierra y la saya. Siendo esta últi- ma la expresión más viva y que más define a los afrodescendien- tes nacidos en Bolivia, dado que a través de ella se puede rastre- ar la raíz africana de esta comu- nidad, así como descubrir las acomodaciones y asimilaciones culturales producidas en la con- vivencia con el aborigen de la región andina y los conquistado- res españoles. Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia 27 Saya afroboliviana 26
  • 16. Cuancha: prevalece como ins- trumento marcador del paso y antiguamente actuaba conjunta- mente con la matraca. Cascabeles: antiguamente eran hechos de cobre pero en la actualidad han sido reemplaza- dos por otros metales que no ofrecen la misma sonoridad. Amarrados a la altura de las rodi- llas los guías o capitanes de bai- les los hacen sonar al ritmo de sus bailes. Los instrumentos de percusión utilizados permiten rastrear la raíz africana de esta expresión cultu- ral, así como el hecho de que sólo sean ejecutados por varones. Canto El canto gira en torno a coplas y coros, a modo de contrapun- tos. Una persona comienza haciendo una copla y la dirige hacia los demás participantes, los que responden a modo de coro con la misma copla. Los hombres cantan con una voz grave entonada con los tambo- res y las mujeres contrastan con el matiz agudo de sus voces. El canto es uno de los acom- pañantes tradicionales de los instrumentos de percusión en el continente negro, la advertimos entre los pueblos bantú, los yoru- ba, los ewe, los ibos y los achanti. Pero en este caso, el canto de las coplas, con sus melodías y métricas, responde a una carac- terística específica de los indíge- nas de la región andina. Volumen 4: Afrodescendientes 28
  • 17. Poesía La saya es el gran poeta del pueblo. Un poeta colectivo de la tradición oral que vive y sobrevi- ve de generación en generación a través de sus coplas. Los con- tenidos de estas siempre son mensajes activadores y sensi- bles que cuentan las emociones, dificultades, quejas, añoranzas y quehaceres cotidianos de los afrobolivianos. Desde la sátira, la ironía, la broma o la protesta las letras de las coplas permiten recorrer la historia de este pue- blo y sus impresiones sobre las experiencias vividas. Todo es cantado, y esta saya de Vicente Gemio da cuenta de esto: Copla solista de varón: Todo es de fruta Café y coca El lugar donde vivimos se llama Coroico (bis) Copla Varones: Esta caja que yo toco tiene boca y sabe hablar sólo los ojos le faltan para ayudarme a llorar De nuestra cultura hemos traído la saya pueblo boliviano (bis) Coplas mujeres: Saucisito palma verde Color de mi cautiverio Hallarás quien te merezca Y no quien te quiera tanto Ritmo El ritmo de la saya es otro ele- mento que descubre claramente la presencia de África en Bolivia, y cómo esta raíz cultural hereda- da aún resiste. El sonar intenso de los tambores ha permanecido con fuerza en la población afro- descendiente logrando que en sus toques ellos puedan revivir dentro suyo esa África que guar- dan dentro. De acuerdo a las palabras de los propios afrodes- cendientes: tocar saya es estar bai- lando ante nuestros antepasados. Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia 3130
  • 18.
  • 19. Danza La danza africana siempre ha sido juzgada como una danza inmoral y obscena debido a los movimientos cadenciosos y sen- suales de las mujeres. La etnomu- sicología, en cambio, la clasifica como derivada de antiguos bailes mágicos de fecundidad, ritos de transición y de reproducción que nada tienen de pecaminosos. Las mujeres con el porte muy erguido llevan el compás con las caderas danzando al ritmo de los tambores y cuanchas que los hombres ejecutan. El grupo de saya es precedido por un capitán de baile que con su látigo guía a los demás bailarines y represen- ta la época del patronazgo en las haciendas yungueñas. Vestimenta La saya presenta, especialmen- te en la vestimenta de las muje- res, la influencia aymara. Antiguamente la saya era practi- cada con la ropa de todos los días pero en la actualidad es de color blanco. La mujer lleva pollera larga y bordada en la parte superior, blusa de mangas cortas con escote cuadrado y adornada con cintas de colores, sombrero en la mano y una manta de color, doblada y col- gando en el brazo derecho. El hombre viste pantalón blanco, camisa bordada, dos pañuelos de colores atados al cuello, faja ancha y multicolor. Ambos calzan abarcas, sandalias típicas de los indígenas producidas con neu- máticos de automóviles. Volumen 4: Afrodescendientes 34
  • 20. El Movimiento Cultural Saya Afroboliviano fue fundado en el año 1988 en La Paz a iniciativa de un grupo de jóvenes mujeres y hombres migrantes de la región de Nor Yungas. Estos jóvenes que emigraron a La Paz se reunieron con el propósito de demostrar la presencia afroboli- viana en Bolivia, difundir su cul- tura e historia y, principalmente, denunciar la situación de exclu- sión e invisibilidad que padecían. En este contexto de resurgi- miento de la saya algunos perso- najes desaparecieron, tal es el caso del Alcalde y el Mayor de Plaza, debido a que ya no hay un Rey Conquistador a quien opo- nerse. Sin embargo el capitán de baile con su látigo sigue vigente, no sólo para representar la flage- lación en la época de las hacien- das yungueñas sino porque aún sigue siendo un pueblo sometido por la discriminación y la exclu- sión social. La saya históricamente fue una de las principales formas de la tradición oral utilizada para que los mayores concienticen y ense- ñen su historia y cultura a los más pequeños, convirtiéndose en una verdadera escuela. A su vez, a partir de los ´90 se ha ido convirtiendo en una herramienta de resistencia cultural acompa- ñando todas las demandas y protestas de los afrobolivianos. Al ritmo de los tambores y la danza comenzaron a ganar espacios visibilizándose antes Frutodel cruce cultural entre africanos, indígenas y españoles, la saya ha sido la gran compañera del afro- boliviano en América Latina. La saya fue un aliciente para mejorar la productividad del hombre negro en su trabajo esclavo, un elemento de exteriorización que permitía desahogarse emocio- nalmente de las violencias pade- cidas y un modo de recordar las dificultades históricas que atra- vesaron los afrodescendientes. Con los gobiernos militares que azotaron a Bolivia desde 1964 hasta 1982 la población vivió en tensión constante por el temor de que se regrese al siste- ma de patronazgo y así perder aquello que habían obtenido después de tanto sufrimiento: libertad y tierras para vivir una vida digna. Ante esta circunstan- cia, la práctica de la saya se fue debilitando por temor a las repre- salias, ya que toda expresión cultural y reivindicativa no tenía espacio en ese contexto socio- político. La saya dejó de escu- charse por varias décadas. A principio de los años 80 la saya resurge de manera tímida en el escenario público impulsada por profesores del Colegio Guerrilleros Lanza de Coroico, con el fin de atraer el turismo en la fiesta patronal del pueblo. Esta fue la semilla para que varios años después naciera el Movimiento Cultural Saya Afroboliviano. Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia 3736 Tambor y danza de la resistencia
  • 21. Galindo quién reconoció pública- mente el error cometido en el censo nacional. En el 2007 la Prefectura de la capital boliviana declaró a la saya Patrimonio Cultural Intangible del departamento de La Paz en reco- nocimiento al valor histórico y el aporte cultural de los afrodescen- dientes. Esta declaratoria fue ade- más un reconocimiento a la pobla- ción afroboliviana de la región de Los Yungas que han luchado y resistido para preservar su cultu- ra. En esta ocasión los afrobolivia- nos al ritmo de la saya cantaban: Después de 500 años no me vas a cambiar el bello ritmo de la saya con el ritmo de caporal las sociedades urbanas con el objetivo de conseguir aquello que la libertad les hizo añorar: el reconocimiento social para parti- cipar e integrarse a Bolivia como cualquier otro ciudadano. Una prueba concreta del no- reconocimiento fue el censo nacional realizado en el 2001 en el cual sólo estaban representa- das las etnias aborígenes. Allí los afrobolivianos fueron exclui- dos como etnia por el propio estado boliviano. "El Instituto Nacional de Estadística no nos dife- rencia, no nos reconoce, nos meten en una misma bolsa. Estamos den- tro de los indígenas, nublados, per- didos. Eso hace que nuestras demandas como grupo diferenciado no aparezcan"5 , afirma Juan Angola Maconde, economista y autor del libro Raíces de un pueblo. En el 2005 fue la primera vez que un grupo de afrobolivianos entró al Palacio Quemado. Lo hicieron con pancartas que decían De aquí somos y aquí nos quedamos, bailando saya y cantando coplas como esta: Aura ya no es el tiempo de la esclavitud ¿por qué tratas a mi gente con tanto rencor? * * copla popular En aquella oportunidad fueron recibidos por el ministro José Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia 3938
  • 22. Los Kharkas están confundiendo la saya y el caporal Lo que ahora están escuchando es saya original * * copla popular Esta copla marca la diferencia entre la saya y el caporal evitando confundir a una por otra. El capo- ral es una danza folklórica de proyección inspirada en el perso- naje del caporal de la saya afro- boliviana y ejecutada, entre otros, por el grupo Los Kharkas. Pero el reconocimiento explíci- to hacia todo el pueblo afroboli- viano que habita en el Estado Plurinacional de Bolivia llegó finalmente con la reforma consti- tucional que comandó el presi- dente Evo Morales en el 2009. El nuevo texto de la Constitución consolidó como política de Estado la revolución democrática y cultural que plantea entre sus principales objetivos la construc- ción de una nueva identidad nacional basada en el respeto mutuo y la valoración de la diver- sidad para romper con la cultura colonialista. Siguiendo esta políti- ca el capitulo 1, artículo 3 esta- blece que "el pueblo boliviano está conformado por la totalidad de las bolivianas y los bolivianos pertene- cientes a las áreas urbanas de dife- rentes clases sociales, a las naciones y pueblos indígena, originario, cam- pesinos y a las comunidades inter- culturales y afrobolivianas"6 . El Centro Afroboliviano para el Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia 4140
  • 23. Desarrollo Integral y Comunitario (CADIC) y el Movimiento Cultural Saya Afroboliviana (MOCUSA- BOL) destacaron esta inclusión como la llave de ingreso para que la comunidad afroboliviana y sus representantes participen de las políticas de interés nacional. Han pasado cinco siglos desde la llegada de los primeros africanos a América. Mucho sufrimiento, mucha agua corrió bajo el puente. Pero para el que sabe esperar, siempre hay un sol. Y Manuel Barra supo espe- rar, con sus 88 años aún canta sonriente en la comunidad afro- boliviana de Tocaña esta copla llena de vida y de esperanza: Hermano no te preocupes el mal tiempo no es eterno La fruta por muy madura siempre del árbol se cae Volumen 4: Afrodescendientes 42
  • 24. 45 1 GALEANO, Eduardo; Las Venas abiertas de América Latina, Siglo veintiuno de España Editores, 1971, España, pág. 33-34. 2 LLANOS MOSCOSO, Ramiro; SORUCO ARROYO, Carlos; Reconocimiento Étnico y Jurídico de la Comunidad Afrodescendiente, publicación de la Comunidad de Derechos Humanos y del Capítulo Boliviano de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo, 2004, Bolivia, pág. 60. 3 MACONDE, Juan Angola; Raíces de un pueblo, cultura afrobolivian, Producciones Cima, 2da. edi- ción, La Paz, Bolivia, pág. 37. 4 MACONDE, Juan Angola; Raíces de un pueblo, cultura afroboliviana, Producciones Cima, 2da. edición, La Paz, Bolivia, pág. 39. 5 http://www.cadic.org.bo/articulos.php?cod=1 6 Constitución Política del Estado de Bolivia, 2009, capítulo 1, artículo 2. Notas:
  • 25. Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia 4746 donde el tetracordio mayor1 ejer- ce supremacía y se inmiscuye en casi todas la canciones, adornado con notas de paso2 que en algu- nos casos vigorizan la copla; y la base rítmica, a cargo de una fami- lia de tambores tubulares, que deslizan sus acentuaciones en rit- mos ternarios y binarios3 , en una sucesión rítmica a la que se insis- te constantemente. De los mem- branófonos4 que componen el grupo básico de acompañamien- to, es el "tambor mayor", el mas grande de los parches y es el que lleva el eje rítmico, le llaman "asentador" también denominado "alentador"; el segundo en dimen- siones es apodado "sobre tam- bor" o "cambiador"; y el resto de los que integran el ensamble son Losafrodescendientes, en Bolivia, han tomado la saya como un medio para expresar- se, volver a la columna vertebral originaria, afirmar una identidad lacerada, muchas veces mancilla- da, por sociedades imperantes que hicieron del negro una pieza de tra- bajo sin fin. Despiadados hasta niveles incomprensibles, en oca- siones de la mano de la religión imperante, la gente de color sobre- vivió al exterminio y plantó un amor a su nueva tierra que hoy vemos en cada uno de los textos que componen las distintas canciones populares y en el inasible espíritu de estos genuinos bolivianos. Tocaña, es el pueblo que por excelencia mantiene vivo el amor por sus ancestros, por todos aquellos que dieron su vida por un futuro distinto y es por ello que guardan -como invalorable tesoro- melodías, ritmos, formas de canto fusionados en cancio- nes y danzas que hoy distinguen una cultura crisol de vertientes. Los Yungas bolivianos alber- gan pequeños villorrios con des- cendientes de los primeros pobla- dores de color, de la zona, que junto a los indígenas andinos (aymarás) habitaron y enriquecie- ron el acervo tradicional y esto no es algo menor. En las expresio- nes musicales -vocales- podemos detectar dos vertientes super- puestas; la melódica, desarrolla- da sobre una estructura simple Saya: el camino hacia el recupero de la identidad Prof. Iván Cosentino
  • 26. tos de creadores, es decir, que no son obras anónimas traslada- das oralmente, aunque sí hay creaciones pertenecientes a la comunidad. La saya permanecía oculta en los espíritus de los pobladores y como durante mucho tiempo el ser negro era un estigma, el canto más importante estaba silenciado de manera de no crear conflictos con las socieda- des imperantes. Por fortuna esa ignominia fue paulatinamente resuelta a través de la búsqueda de la identidad y, por ende, el canto clave por excelencia, la saya, volvió a surgir con fuerza y vitalidad. Fueron los ancianos de las comunidades, que eran los fieles depositarios de esos auténticos himnos, los que comenzaron a trasladar el cono- cimiento y así recomenzó un nuevo tiempo sonoro. No solo apareció la saya sino también otras manifestaciones como "bailes de tierra"6 , "huayño negro"7 , "zemba" (o "semba")8 y "mauchi"9 . Hoy principalmente la saya es un canto que esculpe la identidad afrodescendiente y certifica una sociedad en plena expansión. los mas pequeños llamados en orden de tamaño "requinto" y "ganchingo", el mas diminuto de la familia. La saya actual revela la influencia de la radio y la televi- sión, especialmente en el des- arrollo de sus comienzos y fina- les, sobre todo cuando recurren al diminuendo expresivo para con- cluir la canción o danza. Colaboran con el entramado rít- mico otros instrumentos como los cascabeles que en la actualidad se fabrican de lata o aleaciones livianas y en muy pocos casos de bronce o cobre y el raspador de caña hueca, denominado "cuan- cha" que aparece en los estribillos reforzando los mismos con una subdivisión de valores que ener- giza la marcha de la saya. Los instrumentistas son en su mayo- ría hombres y de los cuales pen- den los tambores y los cascabe- les que se anidan en sus rodillas y tobillos. En cuanto a la parte vocal, la sucesión solo-corro5 es una constante en esta especie musi- cal; aquí la parte femenina se suma al grupo tiñendo la sonori- dad de manera particular y vitali- zándola con un timbre mas argento. En varias oportunidades el grupo vocal esta integrado úni- camente por mujeres. Como se trata de una danza- canción, el texto juega un rol destacado y todos participan con entusiasmo y vehemencia. Es importante anoticiarse que las sayas existentes son produc- Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia 4948
  • 27. Volumen 4: Afrodescendientes Una Cultura de la resistencia 5150 6. A las orillas del mar. Realización colectiva del Grupo Saya Afroboliviano, grabada en la Comunidad de Tocaña, en 2004. Saya 5' 21" 7. Padre Jesucristo. Realización colectiva del Grupo Saya Afroboliviano, grabada en la Comunidad de Tocaña, en 2004. Saya 5' 13" 8. Si tu te vas de la casa. Realización de la Comunidad de Tocaña. Grabada en Tocaña en 1998. Saya 3' 58" 9. Hoy estoy aquí / Honor y gloria a los primeros negros. Ambos realizados por Vicente Gemio. Comunidades de Cala y Coscoma. Registrada en Cala en agosto de 1998. Saya 4' 43" 10. Si yo fuera presidente. Perteneciente a Manuel Barra. Obra gra- bada por el Movimiento Cultural Saya Afroboliviano en julio de 1998, en la ciudad de La Paz. Saya 2' 47" 11. Apuesto que ya me voy. Baile de tierra o cueca negra. La Raimundita se está casando. Huayño negro. Ambas obras son una realización de la comunidad de Tocaña. Grabado en julio de 1998 en Tocaña. Cueca negra / Huayño negro 3' 31" 12. De Santa Ana voy bajando. Baile de tierra Ahora que dices. Huayño negro. Ambas obras son una realización del Movimiento Cultural Saya Afroboliviano. Grabado en julio 1998 en la ciu- dad de La Paz. Baile de tierra / Huayño negro 5' 15" 13. Semba. Realización del Movimiento Cultural Saya Afroboliviano. Grabado en julio de 1998, en la ciudad de La Paz. Semba 3' 56" El material musical grabado proviene de tres ediciones en CD. La primera denominada Música y cantos de las comunidades negras de Bolivia. "El tambor mayor", edición del Centro Pedagógico y Cultural "Simón I. Patiño¨" (Fundación Simón I. Patiño); la segunda a cargo de Saya Afroboliviana, (Tocaña), sin datos editoriales de origen y la terce- ra "Innovación y creatividad cultural", edición del Movimiento Cultural Saya Afroboliviano (Tocaña). La selección presenta ejemplos lo suficientemente claros como para completar una idea cabal del hacer sonoro de esta comunidad. Ficha técnica de las bandas del CD: 1. Tus quince años. Perteneciente a Marcelo Vásquez. Obra graba- da en la Comunidad de Tocaña, en agosto de 2006. Saya 3' 46" 2. Hay como no he de llorar. Realización colectiva del grupo Mocusabol 10 grabada en la Comunidad de Tocaña, en agosto de 2006. Saya 3' 42" 3. Pobreza. Perteneciente a Marcelo Vásquez. Obra grabada en la Comunidad de Tocaña, en agosto de 2006. Saya 3' 48" 4. Que será ya de mi vida. Sin datos. Obra grabada en la Comunidad de Tocaña, en agosto de 2006. Saya 3' 17" 5. Polleras al aire. Realización colectiva de Grupo Saya Afroboliviano, grabada en la Comunidad de Tocaña,en 2004. Saya 4' 34" Obras seleccionadas
  • 28. Volumen 4: Afrodescendientes 53 8 Danza practicada por adultos en parejas, es la llamada "danza de la ombligada". Baile que evoca la fertilidad de la naturaleza. Hoy es una especie casi extinguida. 9 Rito funerario, es una de las prácticas culturales que más elementos afri- canos revela. Es una invocación a los espíritus para que reciban al difun- to, que de la tierra vienen y a ella vuelven. 10 Mocusabol: Movimiento Cultural Saya Afroboliviano. Bibliografía: DELGADO GALVEZ, José Luis; Si no hay coca no hay vida. La Raymundita se está casando. Sin datos de edición. GALEANO, Eduardo; Las Venas abiertas de América Latina. Siglo veintiuno de España Editores, 1971, España. LLANOS MOSCOSO, Ramiro; SORUCO ARROYO, Carlos; Reconocimiento Étnico y Jurídico de la Comunidad Afrodescendiente. Publicación de la Comunidad de Derechos Humanos y del Capítulo Boliviano de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo. 2004. Bolivia. 52 1 Escala de cuatro sonidos desarrollada sobre el acorde mayor, y difundi- da ampliamente dentro de las comunidades indígenas. 2 Sonidos que encadenan los puntos principales del acorde mayor y que juegan un rol de enriquecimiento de la melodía. 3 La marcha rítmica puede encauzarse en células de dos o tres tiempos cada una. En algunos casos se produce una polirritmia cuando se mez- clan o se alternan las citadas células. 4 Se trata de instrumentos que poseen membranas o parches (confeccio- nados con panza de burro, cordero o cabra) que al ser golpeados o frota- dos producen una vibración ampliada por el cubículo que lo sostiene. 5 La reunión de un grupo de personas de la misma comunidad y general- mente del mismo sexo que cantan al unísono y/u octavas, estribillos o coplas según el tipo de canción o danza. También hay manifestaciones mixtas con similares características. 6 Baile de tierra o cueca negra, según la licenciada Mónica Rey (investiga- dora boliviana) nos anoticia que es un baile practicado por matrimonios negros con ritmo de cueca (danza criolla muy difundida en todo el noroes- te). Se realiza con cantos de contrapunto y corro; con ejecución de tam- bores, con las manos y en parejas. 7 Es una danza de despedida con que se saludan a los novios, y en los textos se les desea felicidad y recomiendan sobre lo bueno y lo malo de la unión. Notas:
  • 29. Volumen 4: Afrodescendientes La Voz de los sin Voz agradece muy especialmente a todos los afrobolivianos que habitan en la comunidad de Tocaña y en la ciudad de La Paz por las entre- vistas otorgadas y los materiales gráficos y sonoros ofrecidos. Sin sus partici- paciones y colaboraciones no hubiese sido posible este nuevo volumen. 54 MACONDE, Juan Angola; Raíces de un pueblo, cultura afrobolivia- na. Producciones Cima, 2da. edición, 2003. La Paz, Bolivia. ORTIZ ODERIGO, Néstor R.; Panorama de la Música Afroamericana. Editorial Claridad, septiembre 1944, Buenos Aires. ROSSI, Vicente; Cosas de Negros. Colección El pasado Argentino. Librería Hachette. Septiembre 1958. Buenos Aires. CENTRO AFROBOLIVIANO PARA EL DESARROLLO INTE- GRAL Y COMUNITARIO: www.cadic.org.bo CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO DE BOLIVIA. Capítulo 1, artículo 2. 2009. FUNDACIÓN SIMÓN I. PATIÑO. Centro Pedagógico y Cultural Simón I. Patiño, Música y Cantos de las comunidades negras de Bolivia; El Tambor Mayor. Documentación Etnomusicológica N° 6. 1998. La Paz, Bolivia. MOVIMIENTO CULTURAL SAYA AFROBOLIVIANO: www.afrobolivia.org.bo
  • 30. Volumen 4: Afrodescendientes 56 Dirección: Prof. Iván Cosentino Sebastián Arias Investigación: Sebastián Arias Registros musicales: Prof. Iván Cosentino Elección musical: Prof. Iván Cosentino Textos: Sebastián Arias Prof. Iván Cosentino Edición y Masterización IRCO Video S.R.L. Diseño gráfico: Arq. Lala Naveira Fotografías: Andrés Marks Agradecimientos: Edgar Gemio MOCUSABOL Omar Barra Comunidad Tocaña Juan Vásquez Embajada Argentina en La Paz Mtro. Martín Recondo Sandra Nallar Balcazar