La tercera raíz: los esclavos africanos en Puebla-Tlaxcala
1. EI africano, al igual que el indio, fue tratado como bestia de trabajo, arrancado de
su hogar y transportado, cautivo, a un lugar desconocido. Su destino era oscuro y
trágico: además de la desventura del cautiverio, tuvo que llegar a otra cultura, a
otro mundo totalmente ajeno al de su origen.
El africano se rebeló desde el momento mismo de su llegada; mucho antes que el
indio abrumado por su derrota, se rebeló en las ciudades, en los trapiches, en las
plantaciones, en las haciendas.
El aumento de la población africana en la Nueva España estuvo ligado al
decrecimiento de la población indígena, agobiada por epidemias y enfermedades.
Los africanos eran enviados para sustituir la mano de obra indígena.
El africano y su descendencia no pudieron integrar a su existencia su religión,
pues fue reducida, como la del indio, por el amo blanco. En cambio, las prácticas
mágicas subyugaron a los españoles, a quienes convirtieron no pocas veces en
tributarios de las" artes" y "facultades" del esclavo. Así, éstos lograron, de tanto en
tanto, la consideración del amo que se confiaba a sus artes de curanderos y
brujos.
Aún con poca esperanza de vida y sometido a los rigores del trabajo, el africano
ve en éste la posibilidad de mejorar su destino; puede, aun en condiciones de
miseria extrema, comprar su libertad, cambiar de dueño, unirse a los indios para
liberar a sus hijos de la esclavitud.
Para comprender la herencia africana en nuestro acervo cultural, es necesario
buscar al africano en la cultura popular, en la medicina tradicional, en las formas
de cocinar, en la manera de bailar y de hacer música, en los refranes, en las
leyendas, en los hábitos alimenticios, en la forma de construir sus viviendas (los
“redondos”), etcétera.
Los elementos africanos no llegan a conformar un sistema cultural, como en otros
países de América. La presencia del africano tuvo que haber incluido sus actitudes
vitales frente a la realidad, su concepción del mundo. Sobre todo en contraste con
las del indio, las formas de estar y de aceptar la vida, la muerte, el nacimiento, de
interpretar la música, el gusto por la palabra, la pronunciación del castellano, la
pasión por el ritmo, su extroversión y una empecinada lucha por sobrevivir y por
alcanzar el derecho a existir y ser aceptado.
Los remanentes de nuestra población africana- colonial se encuentran hoy día en
las costas de ambos océanos; pero mientras que los que aún persisten en la costa
del Golfo son fácilmente accesibles y, con ello, se presume, han sufrido contactos
frecuentes y continuados con individuos de la cultura nacional de tipo occidental,
los situados en las costas del Pacífico, por el contrario, han permanecido en un
aislamiento del que apenas comienzan a salir al establecerse en la zona vías
2. modernas de comunicación que datan de unos cuantos años".
LOS ESCLAVOS AFRICANOS SE CONSTITUYERON COMO LA TERCERA
RAÍZ EN LA REGIÓN PUEBLA-TLAXCALA
Silvia Rosas
De Angola, Biafra, Bran y Zape, provinieron los esclavos africanos que fueron
llevados a lo que actualmente se conoce como los estados de Puebla y Tlaxcala.
La esclavitud en la Nueva España se manifestó de diversas formas y no sólo con
los africanos sino también con los indígenas, la única diferencia eran los rangos;
en este caso el más bajo fue dado a los negros, ya que los nativos estaban
protegidos por la corona, situación que les dio superioridad.
Durante el estudio se detectó que la población negra se estableció en mayor
número en las comunidades de Puebla de los Ángeles y Tepeaca, también
llamada Segura de la Frontera. En estas ciudades los hombres de color fueron
ocupados, en su condición de esclavos, como choferes de carretas, mientras que
las mujeres fueron relegadas a las labores domésticas. El poco registro oficial que
se tiene sobre el comportamiento social de estos individuos está encaminado a su
participación en riñas y pleitos.
En cuanto a los rasgos físicos, hay testimonios de que algunos no tenían una
pierna, una mano o habían perdido algunos dientes. Pero la voz de los esclavos
es casi nula en los expedientes que existen como testimonio de esa época, salvo
cuando son utilizados como testigos en los litigios que protagonizaban sus
dueños.
Por su misma condición de sometidos, a los inmigrantes africanos les fue
imposible mantener su religión y costumbres, al menos de manera manifiesta.
Sobre los dialectos, que cada grupo trajo consigo, poco se sabe. "Lo que sí se
puede afirmar, a partir de la investigación, es que se vieron obligados en corto
tiempo a aprender las lenguas indígenas y sobre todo el castellano", resalta la
historiadora.
Los esclavos africanos que vivieron en la región Puebla-Tlaxcala se incorporaron
poco a poco a la naciente sociedad novohispana y a partir de las mezclas entre los
individuos de diversos estratos sociales este grupo permeó sus rasgos culturales y
físicos en la actual sociedad mexicana.
"Los estudios existentes sobre los inmigrantes africanos señalan que los
mexicanos somos descendientes de ellos en mayor o menor grado. Aunque
ciertamente ésta es una afirmación que muy pocos ciudadanos aceptan".