Los años pasan nos vamos poniendo viejos, reza una canción. Eso lo sabemos, pero cómo lo percibimos. De muchas maneras nos responderían: eres más gordo, más calvo, más regañón, más arrugas
EL QUIJOTE.pdf Libro adaptado de la edicion vicens vives de clasicos hispanicoss
EL TIEMPO PASA: BIENVENIDO LOS AÑOS
1. EL TIEMPO PASA: BIENVENIDO LOS AÑOS
Los años pasan nos vamos poniendo
viejos, reza una canción. Eso lo
sabemos, pero cómo lo percibimos. De
muchas maneras nos responderían: eres
más gordo, más calvo, más regañón,
más arrugas,.... Es una descripción muy
externa, y además hasta cierto punto
tendenciosamente negativa. Es como si
el tiempo estuviera ligado a la
deformación o al deterioro de lo
estético, únicamente, advertirían. Pero,
esa es la primera descripción del paso
del tiempo, que hacemos cuando nos
referimos a las personas. No nos acostumbramos ligarlo con algo positivo, hay que aceptarlo.
Nuestra cultura de la APARIENCIA sobresale.
Sin embargo hay otras maneras de mirar, ese paso del tiempo. Y, tiene que ver con otras cosas,
por ejemplo: ya no nos reunimos los sábados para hacer una pichanga; o, no salimos al bar de
Queirolo para matar el viernes; o, ya no haces fiestas por tu aniversario. Efectivamente, estos
ejemplos ahora no son los externos, son de la categoría, cultural: tus costumbres se van
postergando, perdiendo u olvidando. Y, parece que su falta, no te incomoda, no sientes
ninguna o poca perdida. No tienes la motivación de la juventud y o adultez hasta los 50. Los
ajetreos de adornar la casa, poner en su punto el equipo de música, preparar la comida, helar
las bebidas, ese protocolo, va pasando al rincón del olvido. Ahora solo es un grato recuerdo.
Eso me ocurrió este año 2013, alguien preguntó: ¿Qué tal la fiesta de Acucho?. Ahora que me
miro no solo al espejo, sino también a las dimensiones culturales, se deja notar. Nos vamos
poniendo viejos. Eso no lo sientes sino hasta cuando visitas más veces al médico, los anteojos
se van poniendo más gruesos, o ingresas al baño con más frecuencia. En mi pequeña
refrigeradora cercana a mi escritorio, está desde hace dos semanas, 4 cervecitas chicas,
intactas, antes estas no hubieran pasado el fin de semana de verano.
Esta vez no busqué al arpista Clish, casi seguro que no volverá más, también pasará al olvido
las entradas de los tamales redondos, trabajados por las manos de doña Luchi, mi madre, o los
secos de cordero con frijolitos, trabajados por mi hermana, Chole; tampoco volverán los
huaynos con la guitarra de Huayco, ni las visitas de los amigos del trabajo, ni chiquianos
residentes en Lima.
En el baúl del recuerdo quedaron, las músicas brasileras, que “nuevitas” llegaban al Perú,
cuando los traía de Campinas, durante mis vacaciones. Ahora, los aniversarios son más
callados, si hay una reunión, son con menos personas, ni siquiera toda la familia. Esa
transformación no solo se debió a la edad, parte de ella se fue con la muerte de mi padre que
2. también participaba, luego mi madre está más viejita, y también las molestias de salud de mi
hermana.
Ahora los saludos mayoritarios, no vienen desde la casa, ni son los amigos de esas jornadas,
sino, son los alumnos, que viajaron por el mundo o colegas de diversos encuentros, que
mediante internet, Facebook, celular, desde España, Brasil, o Estados Unidos, o algún barrio de
Lima, al instante envían mensajes, canciones, imágenes, poemas, sentidos y hermosos que
alegran muchísimo en el solitario encuentro vía la pantalla.
A ese paso del tiempo que deforma la apariencia, le
corresponde cambios buenos que van en el interior
del ex – joven, ex – adulto-joven, en el saber, en el
cumulo de experiencias que bullen por darse a
conocer, que se desbordan por compartir; ahora las
docenas de cristal o Pilsen, se han convertido en
decenas de libros, recortes de periódicos, cuadernos,
USBs, revistas, CDs, laptops, tablets, grabadoras,
cargadoras, impresoras.
El mundo ha cambiado, los espacios por caminar están dentro. Los protocolos, los invitados,
las canciones, las guitaras, el arpa, se han remplazado por objetos que viajan en la mente
buscando lugar: hay espacio suficiente. La mente solo reclama tranquilidad, silencio,
ventilador, cancha, queso y frutas. A cambio de casa grande ahora se requiere de tiempo para
poner cada cosa en su lugar: exposiciones, artículos, entrevistas pasadas o futuras. Retocas las
mejores definiciones, imágenes, frases, sientes que las neuronas no exigen futbol de fin de
semana, sino más lectura y escritura.
Finalmente: ¿Ese paso del tiempo ha sido mejor o peor?. Eso es relativo. Para aquellos que la
apariencia es su “negocio”, el paso del tiempo ha sido terrorífico, pero para el que busca la
esencia, el paso del tiempo lo ha aproximado a su objetivo. Por eso bienvenido los años.
La Pluma del Viento
Lima, 11 de febrero de 2013