1. Rubén Meléndez Magallanes
Producción Científica Contemporánea
Reflexiones Sobre la Producción Científica
Toda especie en el planeta ha desarrollado, a lo largo de su historia, una serie de
ventajas evolutivas que le permiten desenvolverse en el medio que le rodea. Las
que pierden dichas ventajas terminan por sucumbir ante depredadores,
competidores, o el medio mismo, extinguiéndose y formando parte de una historia
que sigue escribiéndose, de manera activa, con las especies restantes. Todo lo que
vemos en el mundo vivo, incluida la muerte, ya sea que hablemos de bacterias o de
grandes mamíferos, funciona bajo esa lógica, o por lo menos es lo que indican las
evidencias de aquellos que estudian la evolución.
Pues bien, pareciera que la ventaja evolutiva que ha desarrollado la especie
humana es precisamente registrar lo histórico de su acontecer para de una u otra
forma dar pie a avances posteriores. Algo así como conocer las posibilidades del
presente, desde la experiencia del pasado, para avanzar hacia el futuro. Se habla
de historia y pre-historia. Lo anterior al registro y lo que se llego a registrar, que
aunque no lo es todo, ayuda a dar fe de su tiempo. Es ahí, tras el descubrimiento de
la agricultura, que el ser humano se vio forzado a una lógica más allá de lo
instintivo, y que finalmente terminaría por volverse parte de su instinto, pues
pareciera que la curiosidad y la necesidad de saber, por lo menos en edades muy
tempranas, es innata y característica de nuestra especie.
Si esta curiosidad encuentra suelo fértil, por la conjunción de circunstancias
tan diversas como contextos podríamos imaginar, llegará a concretizarse en algo
que probablemente se propagará y causará distintos niveles de impacto en donde
resulte útil, como lo han hecho todos los conceptos, técnicas y teorías que
fundamentan nuestros modos y estilos de vida actuales, pero que en su momento
resultaron revolucionarias y vanguardistas, como se aprecio en Las Revoluciones de
la Ciencia y de la Sociedad. La ciencia, desde hace tiempo, tiene una historia muy
difícil de ignorar, cargada de aspectos socioculturales que le dan forma y sustento.
La ciencia no apareció como por arte de magia, pues esta suposición incluso sería
ofensiva para la misma, pues son antagónicas. En vez de eso, la ciencia surge
como un aspecto cultural que tiene que ver con conocer lo que nos rodea y
acontece a través de la curiosidad registrable, de una manera que pueda trascender
las fronteras de las culturas mismas, alcanzando un mínimo común denominador
que permita entender algo y volverlo útil para quien siga los procedimientos
adecuados. Es así como la ciencia ha llegado a ocupar el lugar que ocupa hoy en
día en la realidad humana, con sus pros y contras.
En este sentido, se comete un error cuando se intenta desligar la cultura de la
ciencia, pues resulta difícil comprender la evolución de esta última, nuestra
evolución finalmente, sin su inserción en la cultura y maneras de vivir, esfuerzo
2. necesario para comprender nuestra cotidianeidad. Por otro lado -y como se pudo
apreciar en la lectura de las Dos Culturas- a lo largo de la historia se ha ido
gestando una separación entre lo técnico y lo estético, la forma y el contenido. Y
más en particular, entre humanidades y ciencias. Esto responde en gran medida a
que en la ciencia se privilegian los resultados logrados a partir de un método
controlado que es fiel a las condiciones de la realidad. En otras palabras, se trata de
comprobar o descartar hipótesis que permitan comprender y/o reproducir tal o cual
fenómeno de interés y obtener evidencias lo mas solidas posibles. Mientras más
rigor y control exista en el procedimiento, más aceptables serán los resultados y
mayores posibilidades tendrán de formar parte de ese compilado que forma el
mundo científico. Sin embargo, ese rigor no puede ser aplicado en las humanidades,
pues estamos hablando de niveles de la realidad humana que no responden a leyes
rígidas, como sucede por ejemplo en la física y la química. En tal caso podríamos
hablar de tendencias que pueden servir como líneas de acción para la investigación.
Pero al tratarse de contextos abstractos (que se hacen tangibles a partir de
elementos observables) se requiere de un método relativamente flexible a lo largo
del proceso. Esto hace que se les consideren menos serias que las llamadas
ciencias duras, provocando la separación. Pues aunque comparten elementos entre
ellas, difieren en las posibilidades de comprobación: en las humanidades solo se
pueden presentar e hilar las evidencias, pero no se pueden comprobar de forma
rígida los resultados. Asimismo, en las humanidades se corre el riesgo de privilegiar
la forma en la que se presentan los datos, pues un autor que tiene un estilo
interesante y que dice las cosas de una manera que “suena lógica”, suele tener
mejor aceptación que aquel que no es tan elocuente o entretenido. Cosa que no
pasa con las ciencias duras. Ciertamente es necesario procurarse de foros para
poder difundir los resultados, sin embargo lo más importante es la evidencia que se
genera a través del método utilizado. Tal vez un científico que es entretenido podrá
gozar de aceptación entre sus compañeros como persona, pero si sus resultados no
se basan en la experimentación controlada, será muy raro que lo tomen en serio
profesionalmente. Si estos aspectos los llevamos a lo cotidiano, lo pragmático de
nuestra vida diaria, la ciencia puede presentarse como algo frio y ajeno a nuestra
subjetividad, por lo que muchas veces se toma como algo agresivo contra nuestra
realidad personal. Aquí podemos recordar la frase que dice que la ciencia es difícil
de tragar por que nos encantan las opiniones.
Por estas y otras razones la ciencia ha tenido encuentros y desencuentros
con diversos aspectos de la realidad humana. A Galileo lo amenazaron con una
muerte humillante si no dejaba de propagar sus ideas. Siglos después lo
homenajeamos como precursor de la física experimental. La Guerra Fría provoco un
despliegue armamentista durante décadas, basado en la tecnología y la ciencia,
quizá parecido a lo que paso en la época cámbrica, millones de años atrás, cuando
los organismos multicelulares comenzaron a desarrollar medios de defensa y ataque
3. avanzados. Así, pareciera que la evolución, con sus deleites y sin sabores, nos
persigue sin tregua.
Y es precisamente la tecnología uno de los indicadores de dicha evolución, y
un aspecto que si bien hoy en día se relaciona enormemente con la ciencia, durante
mucho tiempo se mantuvo al margen de la misma, como algo aparte. Como dice
James Lovelock, “la ciencia y la tecnología no son sinónimos, pero la ciencia inspira
las hazañas creativas de la tecnología, que nos conmueven como las obras de arte”.
Asi, los antiguos filósofos griegos que aun en la actualidad son referentes de los
inicios de la ciencia, se mostraban renuentes hacia el cálculo por ejemplo, porque
este requería del uso de las manos para manipular cuentas de mármol (tecnología
muy rudimentaria), y la utilización de dichas partes del cuerpo quedaba restringida a
los trabajadores y esclavos. No se podía ver a un gran filosofo-científico haciendo
cuentas por que, ahora sí que, ¡imagínense el escándalo! Sin embargo, hoy nos
sería escandaloso imaginar una gran cantidad de procesos sin el uso de maquinas
en las que se tienen que usar las manos por lo menos para introducir los datos
requeridos por dichas operaciones. La práctica daba lugar a la técnica, y en ello no
necesariamente intervenía la ciencia, como lo pudimos ver en Inventar: Sobre la
gestación y el cultivo de las ideas. Con ello se evidencia la importancia de los
procesos sociohistoricos en la constitución de un conocimiento o artefacto como útil
para nuestros intereses. Fue gracias a la invención de una técnica para fabricar
papel de forma barata que se fomentaron idiomas lógicos como el algebra, que
depende al cien por ciento de representaciones graficas que deben escribirse en
algún lado. Asimismo, sin este tipo de procesos, no hubiera existido la posibilidad de
utilizar grandes cantidades de papel para imprimir ideas de forma masiva, y la
imprenta no hubiera existido. Por otro lado, la imprenta no solo permitía reproducir
textos, sino también imágenes que en otro momento solo estaban a la disposición
de los mejores dibujantes. El texto se complementaba con imágenes, y hacia que el
conocimiento se volviera más significativo y comprensible.
Y son muchos los ejemplos que, en este sentido, ayudan a ilustrar el punto.
Es algo así como una bola de nieve que va adquiriendo capas que serian imposibles
sin las anteriores, en las cuales muchas veces ha participado la ciencia. Una vez leí
que las computadoras, el gran invento del siglo XX, era el resultado del “matrimonio
tardío entre ciencia y tecnología”, pues ciertamente se requirió de la unión de una
gran cantidad de conocimientos, tanto técnicos como científicos, sin dejar de lado
los culturales, para que estos aparatos invadieran nuestras vidas y las hicieran más
agradables de muchas maneras.
Así, actualmente podemos considerar a la ciencia como parte fundamental y
característica de nuestra evolución. Esa ventaja ha llevado al ser humano a dominar
el mundo, o por lo menos gran parte de lo que conoce de él. Desgraciadamente,
esto se ha logrado en gran medida a costa del planeta mismo. No soy muy afín a las
filosofías de Al Gore, pero algo que recuerdo de su película es cuando presenta una
4. imagen tomada desde el espacio, en la cual se ven las luces de las ciudades
durante la noche. Ciertamente nos hemos convertido en una fuerza de la naturaleza,
pues de la naturaleza venimos y de su aprovechamiento dependemos. No obstante,
esto llega a tener más tintes de abuso y explotación que de sustentabilidad. Aunque
me parece difícil pensar que nuestro planeta es un ser vivo -por las razones
expuestas en Homenaje a Gaia: no se reproduce, y son más bien los organismos
los que se adaptan a ella independientemente- sobran evidencias de que si se trata
de un sistema dinámico cuyos elementos están enormemente relacionados entre sí.
La adaptabilidad que logra del medio el ser humano es su principal arma. Sobra
mencionar que es un arma de doble filo, pues una vez escuche por ahí que el
hombre es el único animal capaz de hacer ríos en los desiertos, y desiertos en los
ríos. Y fue hasta hace relativamente poco que pudimos darnos cuenta de la
magnitud del daño que le estábamos haciendo al medio ambiente con la alteración
de su equilibrio físico/químico, provocado sobre todo por algunos de nuestros
hábitos cotidianos. Se habla que en el planeta ha habido cuatro extinciones
masivas, entre ellas la de los dinosaurios. Yo un día pensaba en que, sin aviso
alguno, un astro mucho más grande que la tierra viajando a miles de millones de
kilómetros, probablemente mucho más rápido que la luz y que estuviera en rumbo
de colisión con la tierra, chocara y destruyera el planeta haciéndolo explotar desde
sus mismísimas entrañas en una fracción de tiempo tan pequeña que
probablemente jamás llegaremos a medir. Pero en realidad, siendo sinceros, las
posibilidades de que ello ocurra son mínimas. Evidencia de ello son los millones y
millones de años de evolución que se registran en los fósiles del planeta y que son
mínimos en comparación con lo que representan: realidades enteras que sucedieron
aquí y allá, en otro tiempo pero en el mismo espacio.
En este sentido, una extinción masiva podría definirse como una catástrofe
ecológica que elimina el taxón (tipo de ser vivo) predominante, dejando los nichos
principales libres para la competencia por parte de los taxones en la periferia. El
humano pone por mucho a los mamíferos como el taxón terrestre dominante. Sin
embargo, es el principal promotor de una nueva catástrofe ecológica que podría
terminar con la extinción de la nuestra y de quien sabe cuántas otras especies.
Daria la impresión, siendo estrictos, que somos una especie de parasito -o parasito/
especie- con tanta inercia que no pareciera detenerse ni siquiera ante las
consecuencias inmediatas que, sobra decir, son muchas y de consideración.
De ahí la necesidad de tomar conciencia del efecto que tiene nuestra
existencia en el planeta, pues de no hacerlo corremos el riesgo de destruir los
medios a través de los cuales nos procuramos la existencia. Pero no se trata
solamente contrarrestar de manera culposa nuestra manera de vivir, cayendo en
perspectivas tendenciosas como la ecomanía mencionada en The Flight from
Science and Reason, que pretenden estigmatizar nuestras sociedades modernas y
el uso que estas hacen de la tecnología, disfrazando agendas que tienen que ver
más con la política que con el razonamiento critico. Una verdadera concientización
5. que derive en esfuerzos por contrarrestar dicho impacto de la raza humana en el
planeta habrá de venir de la influencia científica en la cultura necesariamente.
Lo anterior, junto con otros temas, pone en evidencia nuestras capacidades
destructivas y constructivas, pues la energía del átomo puede igual ayudar a tratar
el cáncer que darle impulso a un submarino nuclear en lo más recóndito de los
océanos, listo para lanzar misiles crucero -nucleares si así se necesitará- a la orden
de cualquier gobierno bajo cuyo mando se encuentre. La medicina brinda esperanza
a la humanidad y, al mismo tiempo, fomenta mercados agresivos que pretenden
sacar el mayor provecho económico, importando poco las vidas que podrían
salvarse de perseguirse objetivos más nobles. La ciencia, de la mano con la
tecnología, se vuelve un indicador de progreso, evolución. Una evolución que no
siempre es amable y que da cuenta de un sinfín de carencias que son provocadas
por su avance. La ciencia, muchísimas veces, demuestra no tener todas las
respuestas y no solo ello. En ocasiones es percibida con una imagen perversa que
demerita cualquier propuesta derivada de la misma.
De ahí la gran cantidad de supersticiones que siguen rodeando algunos
aspectos de la realidad humana (como pudo verse en las lecturas de The Flight from
Science and Reason), muy probablemente por conveniencia. La ciencia no solo pide
evidencias, pide el análisis de las mismas. Este proceso no siempre resulta cómodo
para las personas, quienes en ocasiones prefieren integrarse a cosmovisiones
fantásticas que hacen más “light” el andar cotidiano, otorgando procedimientos y
escalas de valores que probablemente tengan las mejores intenciones. Pero por ahí
escuche, en alguna otra ocasión, que el camino al infierno está hecho de buenas
intenciones. No necesitamos gente buena, necesitamos gente consciente, por más
incomodo que les pudiera resultar. Pues finalmente de las decisiones y acciones
que tomemos depende nuestro destino, y solo así se podrán lograr sociedades que
apelen a la razón y al conocimiento por encima de cualquier cosa.
Aun con su imagen autoritaria y escéptica, la ciencia pretende encontrar la
mejor manera posible para hacer las cosas a partir de la observación y el registro de
evidencias. Esto podría traducirse en vivir mejor, y a mi parecer resulta mucho más
esperanzador que cualquier pronóstico proveniente de un predicador místico, pues
mientras que él depende de la fe en el misterio, lo científico toma su fuerza de lo
que se logra a través de la experimentación deliberada y concisa con lo real. Es de
esta forma como nos podemos integrar a la dinámica del planeta, y probablemente
hacer real aquella predicción bíblica acerca del dominio armónico del ser humano
sobre el mismo.
De esta manera, lo científico ha cobrado, desde tiempo atrás, gran
importancia en la realidad humana, pues es por medio de la ciencia que podemos
llegar a comprender los fenómenos que acontecen en nuestro planeta e incluso en
el universo. Como se ha mencionado en distintas ocasiones, se trata de una
sucesión de paradigmas (La Revolución de la Ciencia y las Sociedades), pues la
6. ciencia es una duda informada que no pretende establecer una verdad. Más bien
pretende difundir una actitud crítica y hasta cierto punto escéptica para observar y
participar en el mundo que nos rodea.
En este sentido, esa sucesión de paradigmas se da como una especie de
carrera de relevos, pues sin los descubrimientos de antaño no podríamos acceder a
los beneficios de la ciencia y la tecnología actuales. Asimismo, los esfuerzos de hoy
serán la base de las invenciones y teorías que algún día impulsaran a las
sociedades futuras. Los protagonistas de todo esto, además de los conocimientos
generados, son hombres y mujeres que se convirtieron en grandes exponentes de
sus disciplinas gracias a sus colaboraciones. Estas personas supieron ver a través
de las barreras que se le presentaban al saber para llegar más lejos, muchas veces
en contra de la corriente, y su legado deja más que entendido que son personas en
extremo ingeniosas y valerosas, pues sin sus contribuciones estaríamos muy lejos
del lugar que ocupamos hoy en día.
Así que, con todo y todo, el mensaje de la ciencia es claro: hay que ser
conscientes. Y existen muchas maneras de adquirir esa conciencia, pues
información derivada de nuestra participación en el mundo y sus consecuencias
sobra. Lo que hace falta es promover la comunicación y el entendimiento público de
la ciencia como modo para lograr sociedades más democráticas y que funcionen
mejor, tanto con el medio que las rodea como al interior de sí mismas. “Necesitamos
crear una sociedad de la comprensión que forje el poder de la inteligencia
distribuida, para utilizarla en mejorar nuestras vidas.” Los beneficios de la
comprensión y la aplicación de la ciencia repercuten en distintos niveles, que van de
lo personal hasta lo global. La ciencia puede ser considerada como el principal logro
cultural de la humanidad, pues su evolución ha dependido enormemente de ella.
Para finalizar, me parece importante señalar el papel crucial que juegan los
divulgadores de la ciencia en la actualidad, pues si bien no se trata de formar
especialistas y expertos en temas científicos, lo que se intenta es generar un flujo de
información constante entre los avances científicos y la sociedad para con ello
mejorar nuestra relación con el entorno e incluso con nuestros semejantes. Ejemplo
de ello podría ser Carl Sagan, personaje notable en el mundo científico por
aportaciones que trascendieron hasta alcanzar la cultura popular de un gran
segmento de la población mundial. Como pudimos ver en El Universo de Carl
Sagan, este último logro difundir una perspectiva que volvía a la ciencia más amable
para el publico general, rodeándose de las personas adecuadas para crear
expectativa y fomentar un acercamiento por parte de la gente hacia aquello
misterioso, casi místico, pero real finalmente y tangible por medio de ese proceso
llamado el método científico. Esto resulta inspirador para aquellos que pretendemos
lograr una diferencia en el mundo a través de la comunicación pública de la ciencia.