Los ambientes áridos se caracterizan por tener escasas pero torrenciales precipitaciones, vegetación escasa, suelo suelto y desprotegido, y grandes variaciones térmicas y vientos fuertes, lo que da lugar a formas erosivas como cárcavas, barrancos y uadis, así como formas sedimentarias diferenciadas por transporte selectivo y depósición de sedimentos, incluyendo el avance de dunas debido al viento.