SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 19
Descargar para leer sin conexión
Emily Dickinson
PREFERIRÍA
SER AMADA
Emily Dickinson
PREFERIRÍA
SER AMADA
Ilustraciones de
Elia Mervi
Selección y prólogo
Juan Marqués
Traducción de
Abraham Gragera
Nørdicalibros
2018
© De las ilustraciones: Elia Mervi
© De las imágenes de los sobres: The Emily
Dickinson Collection, Amherst College Archives
& Special Collections
© Del prólogo: Juan Marqués
© De la traducción: Abraham Gragera
© De esta edición: Nórdica Libros, S. L.
Avenida de la Aviación, 24, bajo P
28054 Madrid
Tlf: (+34) 917 055 057
info@nordicalibros.com
Primera edición: septiembre de 2018
ISBN: 978-84-17281-72-4
Depósito Legal: M-28945-2018
IBIC: DCF
Impreso en España / Printed in Spain
Gracel Asociados
Alcobendas (Madrid)
Diseño de colección y
maquetación: Diego Moreno
Corrección ortotipográfica: Victoria Parra y
Ana Patrón
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación públi-
ca o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la au-
torización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase
a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.
org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
11
PRÓLOGO
Siempre se escribe mejor cuando se escribe para alguien, pen-
sando específicamente en alguien a quien hay que comunicar
algo importante o urgente, o algo que quedó sin ser dicho cuan-
do convenía, y esto, en contra de lo que pudiera parecer, no lo
decimos tanto por las cartas que el lector podrá leer en este ál-
bum como por varios de los poemas que aquí se reproducen.
Cualquier lector de Emily Dickinson sabe que muchos de sus
poemas son apóstrofes, versos escritos en explícita segunda
persona a Dios, o a la noche, o a su cuñada, o a un ratón…, sin
que se puedan establecer demasiadas jerarquías entre esos per-
sonajes: los ángeles no merecen más consideración que los go-
rriones, si es que no son lo mismo, y a la Muerte se la tutea casi
con descaro, pues Dickinson, sin perderle jamás el respeto, tuvo
mucha más confianza con ella que con sus propios pretendien-
tes, igual que se entendía mejor con las flores que con algunos
de sus familiares.
Sucede,además,queenestaantologíahemosqueridoreco-
ger algunos de esos textos que han venido conociéndose como
los envelope poems de Dickinson, breves poemas (algunos de dos
12
versos, pero otros de ocho o diez…) que, de un modo a veces
difícilmente perceptible, con el mismo sigilo espectacular con el
que ella vivía, la poeta de Amherst escribió en los sobres de las
mismas cartas, se discute si como complemento a los mismos, o
como adorno, o, para los más noveleros, como misteriosa con-
traseña. Lo cierto es que algunos de esos poemas rescatados de
su correspondencia han pasado al canon dickinsoniano (el esta-
blecido por su perplejo preceptor, T. W. Higginson, destinatario
de muchas de esas cartas), pero otros han quedado en un limbo
impreciso, entre otras cosas porque en algunos casos es hasta di-
fícil decidir o fijar el orden de los versos, estando como estaban
escritos en varias direcciones, o admitiendo distintas lecturas se-
gún los pliegues y despliegues del papel. Como apéndice a este
libro hemos incluido algunos casos de esos textos, para que el
lector sepa nítidamente de qué se trata, pero además la ilustra-
dora de este álbum, la luso-madrileña Elia Mervi, ha jugado con
resultados maravillosos con esos originales, incluyéndolos en
sus dibujos de formas estimulantes y, sin duda atrapada por el
espíritu de la poeta, llenas de significados o sugerencias.
Aunque nos cueste un poco aceptarlo, entendemos que la
poesía no puede ser siempre sencilla, pero a cambio suplicaría-
mos que no fuese nunca solemne. Que los poetas comprendie-
ran que se puede ser trascendente sin salirse de las cosas más
próximas, de los sucesos ordinarios, de las palabras de todos
los días… y que ese punto de vista tiene en Emily Dickinson su
ejemplo insuperable, como ocurre también con su capacidad
sobrenatural (e indeliberada) para evitar los dos principales
13
enemigos de la poesía, que son lo obvio y lo arbitrario. Casi
todo lo que escribimos los poetas son cosas evidentes (o, si no,
irrelevantes) o caprichosas (si es que no gratuitas), pero los
maestros nos enseñan que es posible una poesía que sea a la
vez exacta y sorprendente; que nos deslumbren revelándonos
cosas con las que automáticamente, instintivamente, estamos
de acuerdo; que nos descubran cosas que alguien al fondo de
nosotros mismos ya sabía.
Todo el mundo sabe hasta qué punto es difícil que coinci-
damos en nuestros juicios las gentes del gremio lírico, pero hay
cierta unanimidad a la hora de considerar a Abraham Gragera el
mejor poeta español de su generación. Que sea él quien traduce
los textos dickinsonianos de este libro, uniéndose a la extensa y
prestigiosa nómina de traductores de Dickinson al castellano,
es un verdadero acontecimiento que justificaría por sí solo su
publicación, pero su aportación textual se une a la plástica de
Mervi en un acercamiento al «universo Dickinson» que es no
solo doblemente inédito, sino claramente enriquecedor. El diá-
logo entre la versión de Gragera y la mirada de Mervi constitu-
ye no solo una lectura nueva, sino realmente novedosa. Habrá
quien piense que Emily lo pone fácil, pero es al contrario: sus
palabras eran luminosas, pero extremadamente complicadas,
un entramado tan fecundo y frondoso que no admite tanteos
superficiales o propuestas poco comprometidas.
Todos hemos conocido en algún momento de nuestra vida
a personas perfectamente reales que serían completamente in-
verosímiles en una novela. Dickinson, según todos los indicios
14
(y todos los testimonios) era de esas, y sus poemas y cartas que-
dan como resultado un tanto increíble de esa mirada, de esa
conciencia, de esos temores y certezas. Aquí hemos recogido
un pequeño puñado de unos y otras, que pueden servir como
introducción a la autora (qué extraño e inadecuado pensar en
Dickinson como «escritora»…), pero que también complace-
rán a quienes ya están dentro del secreto: «Que personas como
estas hayan muerto / nos permite morir con mayor paz»…
Juan Marqués
Playa de la Zurriola, 4 de agosto de 2018
PREFERIRÍA SER AMADA
16
17
1147
Después de un siglo
Nadie conoce ya el Lugar
Ni la Agonía que en él se interpretaba
Como una Paz, inmóvil
La maleza triunfante lo cubrió
Los extraños vagaban deletreando
La Ortografía despoblada
De los vivos de antaño
Los vientos de los Campos Estivales
Recuerdan el camino —
El instinto recoge la Llave
Que la memoria dejó caer
18
77
A Susan Gilbert (Dickinson)
Febrero de 1852
Domingo por la mañana
Gracias doy a los queridos copitos de nieve, porque caen hoy y
no un día cualquiera de la semana, cuando el mundo y sus cuida-
dos se afanan en mantenerme lejos de mi amiga, la ausente — y
gracias te doy también a ti, querida Susie, que nunca te hartas de
mí, o nunca me lo dices, y cuando el mundo es frío y la tormenta
suspira con tanta aflicción, cuento con un cálido refugio, ¡a cu-
bierto de la tormenta! Suenan las campanas, Susie, en el norte, y
en el este, y en el sur, y la campana de tu pueblo, y los que aman
a Dios están impacientes por ir a su encuentro; tú no vayas, Su-
sie, no con ellos, vente conmigo esta mañana a la iglesia de nues-
tros corazones, donde las campanas no dejan nunca de sonar y
el pastor, que Amor se llama — rogará por nosotros.
Todos menos yo acudirán al templo de siempre a oír el ser-
món de siempre; así de amable es la tormenta inclemente con-
migo, pues me deja aquí sentada, Susie, a solas contigo y con los
19
vientos, y me viene otra vez el viejo sentimiento rey, más que an-
tes incluso, pues sé que ni siquiera el buhonero invadirá esta sole-
dad, este dulce Sabbath nuestro. Y gracias también por mi carta
querida, que me llegó el sábado por la noche, cuando el mundo
entero estaba en calma; gracias por llenarla de amor para mí, y
de pensamientos de oro y sentimientos como gemas, ¡pues me
parecía recogerlos en cestos repletos de perlas! Esta mañana es-
toy llena de pesadumbre, Susie, porque no tengo un dulce atar-
decer con que dorar una página para ti, ni una bahía lo bastante
azul — ni siquiera una pequeña habitación allá en las alturas,
como la que tienes tú, que me haga evocar el cielo, para dártelo.
Así, ya ves, tengo que escribirte, desde abajo, a ras de tierra, sin
atardeceres, ni estrellas; sin una pizca de crepúsculo que conver-
tir en poema — ¡para enviártelo! Pero sí habrá misterio y aven-
tura en el viaje de esta carta hasta tus manos — piensa en los
valles y colinas, en los ríos que habrá de atravesar, y en los con-
ductores y revisores que se esforzarán por entregártela lo antes
posible; ¿y no compone acaso todo eso tal poema que nunca po-
drá escribirse? Pienso en ti, querida Susie, ahora, no sé cómo ni
por qué con más cariño conforme pasan los días, y el dulce mes
de la promesa se acerca más y más; y veo julio de un modo muy
distinto al de antes — me parecía tan árido y marchito que a du-
ras penas lo amaba por culpa del calor y el polvo; pero ahora, Su-
sie, del año entero el mejor mes; doy de lado a las violetas — y
al rocío, y a la Rosa temprana, y a los Petirrojos; todos los cam-
biaré por ese ardiente y furioso mediodía en que pueda contar
las horas y los minutos previos a tu llegada — Oh, Susie, pienso
22
a menudo en cómo intentaré decirte lo mucho que te quiero y
cuánto velo por ti, pero las palabras no acudirán, sí las lágrimas,
y me dejo caer en la silla, desalentada — si tú ya lo sabes — ¿por
qué busco decírtelo entonces? No lo sé; cuando pienso en aque-
llos a quienes amo, la razón me abandona y a veces temo que
tenga que llegarme a uno de esos hospitales para locos remata-
dos y hacerme encadenar para no lastimarte.
Siempre que el sol brilla y siempre que hay tormenta, y
siempre siempre, Susie, te recordamos ¿y qué más hay aparte de
recordar? ¡No te lo digo, porque lo sabes! De no ser por la queri-
da Mattie no sé qué haríamos, porque te quiere tanto que nun-
ca se cansa de hablar de ti, y nos juntamos y hablamos sin parar,
y nos consolamos más que si te lloráramos a solas. Ayer mis-
mo fui a ver a la querida Mattie con el íntimo propósito de no
quedarme mucho tiempo, solo un ratito, pues tenía un buen pu-
ñado de recados que hacer y ¿puedes creerlo, Susie? Pasó una
hora — y otra hora y media más, y no me di ni cuenta de que pa-
sarantantosminutos —¿Ydequéteimaginasquehablamosdu-
rante todas esas horas? ¿Qué darías a cambio de saberlo? Dame
solo un leve atisbo de tu dulce rostro, querida Susie, y todo te lo
diré. No hablamos de los padres de la patria, ni hablamos tam-
poco de reyes, pero el tiempo se llenó de tal manera que cuan-
do se echó el pestillo y la puerta de roble se cerró me di cuenta
comonuncaantesdecuántascosasqueridascabíanenuna única
casa de campo. Es tan agradable —como un hogar— la casa de
Mattie… Pero es triste también, y no paran de emerger los pe-
queños recuerdos, y pintan, y pintan, y pintan, y lo más raro de
23
todo: su lienzo no se llena nunca y siempre que vengo lo en-
cuentro tal como lo dejé. ¿Y a quién pintan? Ah, Susie —«decir-
lo no querría»— pero no se trata del señor Cutler, ni de Daniel
Boon, y ya me callo. Qué dirás, Susie, si te cuento que va a ve-
nir a verme Henry Root alguna tarde, esta semana, y que le he
prometido leerle algunos fragmentos de tus cartas. No debe im-
portarte, querida Susie, porque tiene tanto deseo de escuchar-
los, y yo no le leeré nada que tú no estuvieras dispuesta a leerle
— unos breves fragmentos que le deleitarán. Últimamente le he
visto en varias ocasiones y le admiro, Susie, porque habla tanto
de ti, y tan bien… Y sé lo fiel que te es cuando estás lejos. Ha-
blamos más de ti, querida Susie, que de cualquier otra cosa —
él de lo maravillosa que eres, yo de lo verdadera que eres, y sus
grandes ojos resplandecen, y parece tan contento… Sé que no te
importará saber, Susie, lo dichosos que somos. Cuando le hablé
la otra tarde de todas las cartas que me habías escrito levantó la
vista lleno de añoranza y supe qué me habría preguntado de ha-
ber tenido más confianza conmigo, de modo que respondí a la
pregunta que su corazón quería formular, y cuando alguna tarde
placentera, antes de que termine la semana, te acuerdes de casa,
y de Amherst, sabe entonces, Amada mía, que ellos te recuer-
dan, y que «dos o tres» están reunidos en tu nombre, querién-
dote y hablando de ti — ¿y no estarás tú allí, en medio de ellos?
También he hecho un nuevo, un bello amigo y le he hablado de
la querida Susie y le he prometido que os presentaré en cuan-
to vuelvas. En todas tus cartas, querida Susie, hay muchas co-
sas adorables, cosas de las que hablaría, pero cuando el tiempo
24
lo permita. No pienses, sin embargo, que las olvido — claro que
no — están a buen recaudo en el cofrecito que guarda los se-
cretos — ni la polilla ni el óxido pueden alcanzarlas. Pero cuan-
do llegue ese momento con el que soñamos, entonces, Susie, las
traeré, y pasaremos horas y horas hablando de ellas — esas pre-
ciosas evocaciones de los amigos — cómo las amaba y cómo las
amo todavía. Nada, salvo la propia Susie, me es la mitad de grato.
Susie, no te he preguntado si estabas bien, si estás contenta — y
no se me ocurre por qué, salvo porque hay algo perenne en aque-
llos a quienes amamos de verdad, una vida eterna, vigor; como
si de ellos se alejara cualquier enfermedad, cualquier quebranto,
como si ningún mal se atreviera a hacerles daño, y mientras me
faltes, Susie, te clasifico entre los ángeles — y ya sabes que, según
la Biblia, «no hay allí enfermedad». Aun así, querida Susie, ¿es-
tás bien, estás en paz? Porque no voy a hacerte llorar preguntán-
dote si eres feliz. No hagas caso a la mancha, Susie.1
¡Es porque
no he cumplido con el Sabbath!
Qué haré, Susie — no hay espacio suficiente, ni la mitad
siquiera para contener lo que iba a decir. ¿No le dirás al hom-
bre que fabrica las hojas de papel que no le tengo el más míni-
mo respeto?
¿Y cuándo tendré una carta tuya? — cuando te venga bien,
Susie, no cuando estés cansada, cuando te falten las fuerzas —
¡Eso nunca!
1
Probablemente se refiere a la mancha de tinta corrida sobre el papel a causa de
una lágrima. (Todas las notas de la presente edición pertenecen al traductor).
25
Emeline va mejorando. Pobre Henry; supongo que piensa
que el verdadero amor no fluye precisamente con dulzura.
Mucho amor te mandan Madre y Vinnie; y algunos otros
que no se atreven a mandarlo.
¿Quién te ama más, quién te ama siempre, quién piensa en
ti cuando los otros duermen?
Es Emilie —
Emily Dickinson prefiere ser amada

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

ENTRE BASTIDORES (1982-1991) Inmaculada Ortiz Lledó (Poemario)
ENTRE BASTIDORES (1982-1991) Inmaculada Ortiz Lledó (Poemario)ENTRE BASTIDORES (1982-1991) Inmaculada Ortiz Lledó (Poemario)
ENTRE BASTIDORES (1982-1991) Inmaculada Ortiz Lledó (Poemario)JulioPollinoTamayo
 
Número 23 de la Hoja Azul en Blanco (2018)
Número 23 de la Hoja Azul en Blanco (2018)Número 23 de la Hoja Azul en Blanco (2018)
Número 23 de la Hoja Azul en Blanco (2018)VerboAzul
 
EL ÁNGEL DE PIEDRA (1964) Margaret Laurence
EL ÁNGEL DE PIEDRA (1964) Margaret LaurenceEL ÁNGEL DE PIEDRA (1964) Margaret Laurence
EL ÁNGEL DE PIEDRA (1964) Margaret LaurenceJulioPollinoTamayo
 
Presentación del nº19 de la Hoja Azul en Blanco - Ana Garrido
Presentación del nº19 de la Hoja Azul en Blanco - Ana GarridoPresentación del nº19 de la Hoja Azul en Blanco - Ana Garrido
Presentación del nº19 de la Hoja Azul en Blanco - Ana GarridoVerboAzul
 
Poesía anterior al 36. Breve e incompleta antología
Poesía anterior al 36. Breve e incompleta antologíaPoesía anterior al 36. Breve e incompleta antología
Poesía anterior al 36. Breve e incompleta antologíaMaría Belén García Llamas
 
Antologia de poemas (autoguardado)
Antologia de poemas (autoguardado)Antologia de poemas (autoguardado)
Antologia de poemas (autoguardado)karla rodriguez
 
Cartas desde mi celda, bécquer
Cartas desde mi celda, bécquerCartas desde mi celda, bécquer
Cartas desde mi celda, bécquerCintiaPonceDeLeon
 
Palabras Lindas Para Enamorar ~ Mensajes De Amor
Palabras Lindas Para Enamorar ~ Mensajes De Amor
Palabras Lindas Para Enamorar ~ Mensajes De Amor
Palabras Lindas Para Enamorar ~ Mensajes De Amor mcphersonfpxhyipaja
 
"Desembarco" de Raquel Lanseros
"Desembarco" de Raquel Lanseros"Desembarco" de Raquel Lanseros
"Desembarco" de Raquel Lanserospresodemilibertad
 
Canción de otoño en primavera
Canción de otoño en primaveraCanción de otoño en primavera
Canción de otoño en primaveraiperalta
 

La actualidad más candente (18)

ENTRE BASTIDORES (1982-1991) Inmaculada Ortiz Lledó (Poemario)
ENTRE BASTIDORES (1982-1991) Inmaculada Ortiz Lledó (Poemario)ENTRE BASTIDORES (1982-1991) Inmaculada Ortiz Lledó (Poemario)
ENTRE BASTIDORES (1982-1991) Inmaculada Ortiz Lledó (Poemario)
 
Número 23 de la Hoja Azul en Blanco (2018)
Número 23 de la Hoja Azul en Blanco (2018)Número 23 de la Hoja Azul en Blanco (2018)
Número 23 de la Hoja Azul en Blanco (2018)
 
Poemas siglo 20
Poemas siglo 20Poemas siglo 20
Poemas siglo 20
 
EL ÁNGEL DE PIEDRA (1964) Margaret Laurence
EL ÁNGEL DE PIEDRA (1964) Margaret LaurenceEL ÁNGEL DE PIEDRA (1964) Margaret Laurence
EL ÁNGEL DE PIEDRA (1964) Margaret Laurence
 
Presentación del nº19 de la Hoja Azul en Blanco - Ana Garrido
Presentación del nº19 de la Hoja Azul en Blanco - Ana GarridoPresentación del nº19 de la Hoja Azul en Blanco - Ana Garrido
Presentación del nº19 de la Hoja Azul en Blanco - Ana Garrido
 
Amores difíciles, la vida y sus artistas
Amores difíciles, la vida y sus artistasAmores difíciles, la vida y sus artistas
Amores difíciles, la vida y sus artistas
 
Poesía anterior al 36. Breve e incompleta antología
Poesía anterior al 36. Breve e incompleta antologíaPoesía anterior al 36. Breve e incompleta antología
Poesía anterior al 36. Breve e incompleta antología
 
Antologia de poemas (autoguardado)
Antologia de poemas (autoguardado)Antologia de poemas (autoguardado)
Antologia de poemas (autoguardado)
 
Cartas desde mi celda, bécquer
Cartas desde mi celda, bécquerCartas desde mi celda, bécquer
Cartas desde mi celda, bécquer
 
Biografia 3 e
Biografia 3 eBiografia 3 e
Biografia 3 e
 
Palabras Lindas Para Enamorar ~ Mensajes De Amor
Palabras Lindas Para Enamorar ~ Mensajes De Amor
Palabras Lindas Para Enamorar ~ Mensajes De Amor
Palabras Lindas Para Enamorar ~ Mensajes De Amor
 
3 c
3 c3 c
3 c
 
Carta Para Enamorar
Carta Para Enamorar
Carta Para Enamorar
Carta Para Enamorar
 
Antologia español
Antologia españolAntologia español
Antologia español
 
María
MaríaMaría
María
 
Antologia 3 e
Antologia 3 eAntologia 3 e
Antologia 3 e
 
"Desembarco" de Raquel Lanseros
"Desembarco" de Raquel Lanseros"Desembarco" de Raquel Lanseros
"Desembarco" de Raquel Lanseros
 
Canción de otoño en primavera
Canción de otoño en primaveraCanción de otoño en primavera
Canción de otoño en primavera
 

Similar a Emily Dickinson prefiere ser amada

Tópica: Almacenes literarios
Tópica: Almacenes literarios Tópica: Almacenes literarios
Tópica: Almacenes literarios coartadas
 
Mistral desolacion
Mistral desolacionMistral desolacion
Mistral desolacionangie_angie
 
Isabel_Allende_Cuentos_de_Eva_Luna_pdf.pdf
Isabel_Allende_Cuentos_de_Eva_Luna_pdf.pdfIsabel_Allende_Cuentos_de_Eva_Luna_pdf.pdf
Isabel_Allende_Cuentos_de_Eva_Luna_pdf.pdfLINAVERONICARIOSSOTO
 
Isabel%20 allende%20 %20cuentos%20de%20eva%20luna
Isabel%20 allende%20 %20cuentos%20de%20eva%20lunaIsabel%20 allende%20 %20cuentos%20de%20eva%20luna
Isabel%20 allende%20 %20cuentos%20de%20eva%20lunawatarua
 
Culdbura nº 5
Culdbura nº 5 Culdbura nº 5
Culdbura nº 5 Culdbura
 
Garver, will l_-__hermano_de_tercer_grado
Garver, will l_-__hermano_de_tercer_gradoGarver, will l_-__hermano_de_tercer_grado
Garver, will l_-__hermano_de_tercer_gradoLuciano Gil
 
Isabel allende los cuentos de eva luna
Isabel allende   los cuentos de eva lunaIsabel allende   los cuentos de eva luna
Isabel allende los cuentos de eva lunaJENESISLEECONTRERASC
 
Antología corregida s. oro. comentarios pau 2010. doc
Antología corregida s. oro. comentarios pau 2010. docAntología corregida s. oro. comentarios pau 2010. doc
Antología corregida s. oro. comentarios pau 2010. docmbalaste
 
La lírica en el siglo XV
La lírica en el siglo XVLa lírica en el siglo XV
La lírica en el siglo XVpichicho2003
 
Parejas de la literatura en español para internet
Parejas de la literatura en español para internetParejas de la literatura en español para internet
Parejas de la literatura en español para internetMaría Belén García Llamas
 
Amistad funesta - José Martí
Amistad funesta - José MartíAmistad funesta - José Martí
Amistad funesta - José MartíJulio Cesar Pison
 
En el principio era el verbo
En el principio era el verboEn el principio era el verbo
En el principio era el verboElking Araujo
 
Parejas de la literatura en español para internet
Parejas de la literatura en español para internetParejas de la literatura en español para internet
Parejas de la literatura en español para internetMaría Belén García Llamas
 
Parejas de la literatura en español para internet
Parejas de la literatura en español para internetParejas de la literatura en español para internet
Parejas de la literatura en español para internetMaría Belén García Llamas
 

Similar a Emily Dickinson prefiere ser amada (20)

Poemario
PoemarioPoemario
Poemario
 
Tópica: Almacenes literarios
Tópica: Almacenes literarios Tópica: Almacenes literarios
Tópica: Almacenes literarios
 
Nido De Poesia
Nido De Poesia
Nido De Poesia
Nido De Poesia
 
Mistral desolacion
Mistral desolacionMistral desolacion
Mistral desolacion
 
Isabel_Allende_Cuentos_de_Eva_Luna_pdf.pdf
Isabel_Allende_Cuentos_de_Eva_Luna_pdf.pdfIsabel_Allende_Cuentos_de_Eva_Luna_pdf.pdf
Isabel_Allende_Cuentos_de_Eva_Luna_pdf.pdf
 
Isabel%20 allende%20 %20cuentos%20de%20eva%20luna
Isabel%20 allende%20 %20cuentos%20de%20eva%20lunaIsabel%20 allende%20 %20cuentos%20de%20eva%20luna
Isabel%20 allende%20 %20cuentos%20de%20eva%20luna
 
Culdbura nº 5
Culdbura nº 5 Culdbura nº 5
Culdbura nº 5
 
Renacimiento literario
Renacimiento literarioRenacimiento literario
Renacimiento literario
 
Garver, will l_-__hermano_de_tercer_grado
Garver, will l_-__hermano_de_tercer_gradoGarver, will l_-__hermano_de_tercer_grado
Garver, will l_-__hermano_de_tercer_grado
 
Isabel allende los cuentos de eva luna
Isabel allende   los cuentos de eva lunaIsabel allende   los cuentos de eva luna
Isabel allende los cuentos de eva luna
 
Antología corregida s. oro. comentarios pau 2010. doc
Antología corregida s. oro. comentarios pau 2010. docAntología corregida s. oro. comentarios pau 2010. doc
Antología corregida s. oro. comentarios pau 2010. doc
 
La lírica en el siglo XV
La lírica en el siglo XVLa lírica en el siglo XV
La lírica en el siglo XV
 
Parejas de la literatura en español
Parejas de la literatura en españolParejas de la literatura en español
Parejas de la literatura en español
 
Parejas de la literatura en español
Parejas de la literatura en españolParejas de la literatura en español
Parejas de la literatura en español
 
Literatura renacentista
Literatura renacentistaLiteratura renacentista
Literatura renacentista
 
Parejas de la literatura en español para internet
Parejas de la literatura en español para internetParejas de la literatura en español para internet
Parejas de la literatura en español para internet
 
Amistad funesta - José Martí
Amistad funesta - José MartíAmistad funesta - José Martí
Amistad funesta - José Martí
 
En el principio era el verbo
En el principio era el verboEn el principio era el verbo
En el principio era el verbo
 
Parejas de la literatura en español para internet
Parejas de la literatura en español para internetParejas de la literatura en español para internet
Parejas de la literatura en español para internet
 
Parejas de la literatura en español para internet
Parejas de la literatura en español para internetParejas de la literatura en español para internet
Parejas de la literatura en español para internet
 

Último

Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza Pineda
Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza PinedaUnitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza Pineda
Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza PinedaEmmanuel Toloza
 
Mapa-conceptual-de-la-Primera-Guerra-Mundial.pptx
Mapa-conceptual-de-la-Primera-Guerra-Mundial.pptxMapa-conceptual-de-la-Primera-Guerra-Mundial.pptx
Mapa-conceptual-de-la-Primera-Guerra-Mundial.pptxMaraMilagrosBarrosMa
 
Trabajo historia sobre el Renacimiento en la arquitectura
Trabajo historia sobre el Renacimiento en la arquitecturaTrabajo historia sobre el Renacimiento en la arquitectura
Trabajo historia sobre el Renacimiento en la arquitecturaccastilloojeda12
 
ACUERDOS PARA PINTAR EDUCACION INICIAL.docx
ACUERDOS PARA PINTAR EDUCACION INICIAL.docxACUERDOS PARA PINTAR EDUCACION INICIAL.docx
ACUERDOS PARA PINTAR EDUCACION INICIAL.docxlizeth753950
 
Europa y la Exploración del continente americano.pptx
Europa y la Exploración del continente americano.pptxEuropa y la Exploración del continente americano.pptx
Europa y la Exploración del continente americano.pptxismaelchandi2010
 
271706433-Horacio-Baliero-Casa-en-Punta-Piedras.pptx
271706433-Horacio-Baliero-Casa-en-Punta-Piedras.pptx271706433-Horacio-Baliero-Casa-en-Punta-Piedras.pptx
271706433-Horacio-Baliero-Casa-en-Punta-Piedras.pptxjezuz1231
 
presentacion-auditoria-administrativa-i-encuentro (1).ppt
presentacion-auditoria-administrativa-i-encuentro (1).pptpresentacion-auditoria-administrativa-i-encuentro (1).ppt
presentacion-auditoria-administrativa-i-encuentro (1).pptDerekLiberatoMartine
 
La Importancia de la Universidad como Institución Social.pdf
La Importancia de la Universidad como Institución Social.pdfLa Importancia de la Universidad como Institución Social.pdf
La Importancia de la Universidad como Institución Social.pdfloquendo1901
 
la configuyracion del territorio peruano
la configuyracion del territorio peruanola configuyracion del territorio peruano
la configuyracion del territorio peruanoEFRAINSALAZARLOYOLA1
 
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcfdiagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcfDreydyAvila
 
PA2_BITACORA _Taipe_Turpo_Teves_Sumire_Suma.pptx
PA2_BITACORA _Taipe_Turpo_Teves_Sumire_Suma.pptxPA2_BITACORA _Taipe_Turpo_Teves_Sumire_Suma.pptx
PA2_BITACORA _Taipe_Turpo_Teves_Sumire_Suma.pptxJOELORELLANA15
 
Concepto de Estética, aproximación,Elena Olvieras
Concepto de Estética, aproximación,Elena OlvierasConcepto de Estética, aproximación,Elena Olvieras
Concepto de Estética, aproximación,Elena OlvierasAnkara2
 
BIOGRAFIA MARIANO MELGAR presentacion en power point
BIOGRAFIA MARIANO MELGAR  presentacion en power pointBIOGRAFIA MARIANO MELGAR  presentacion en power point
BIOGRAFIA MARIANO MELGAR presentacion en power pointyupanquihuisahilario
 
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to Sec
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to SecOrigen del Hombre- cuadro comparativo 5to Sec
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to Secssuser50da781
 
CERTIFICADO para NIÑOS, presentacion de niños en la iglesia .pptx
CERTIFICADO para NIÑOS, presentacion de niños en la iglesia .pptxCERTIFICADO para NIÑOS, presentacion de niños en la iglesia .pptx
CERTIFICADO para NIÑOS, presentacion de niños en la iglesia .pptxMaikelPereira1
 

Último (15)

Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza Pineda
Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza PinedaUnitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza Pineda
Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza Pineda
 
Mapa-conceptual-de-la-Primera-Guerra-Mundial.pptx
Mapa-conceptual-de-la-Primera-Guerra-Mundial.pptxMapa-conceptual-de-la-Primera-Guerra-Mundial.pptx
Mapa-conceptual-de-la-Primera-Guerra-Mundial.pptx
 
Trabajo historia sobre el Renacimiento en la arquitectura
Trabajo historia sobre el Renacimiento en la arquitecturaTrabajo historia sobre el Renacimiento en la arquitectura
Trabajo historia sobre el Renacimiento en la arquitectura
 
ACUERDOS PARA PINTAR EDUCACION INICIAL.docx
ACUERDOS PARA PINTAR EDUCACION INICIAL.docxACUERDOS PARA PINTAR EDUCACION INICIAL.docx
ACUERDOS PARA PINTAR EDUCACION INICIAL.docx
 
Europa y la Exploración del continente americano.pptx
Europa y la Exploración del continente americano.pptxEuropa y la Exploración del continente americano.pptx
Europa y la Exploración del continente americano.pptx
 
271706433-Horacio-Baliero-Casa-en-Punta-Piedras.pptx
271706433-Horacio-Baliero-Casa-en-Punta-Piedras.pptx271706433-Horacio-Baliero-Casa-en-Punta-Piedras.pptx
271706433-Horacio-Baliero-Casa-en-Punta-Piedras.pptx
 
presentacion-auditoria-administrativa-i-encuentro (1).ppt
presentacion-auditoria-administrativa-i-encuentro (1).pptpresentacion-auditoria-administrativa-i-encuentro (1).ppt
presentacion-auditoria-administrativa-i-encuentro (1).ppt
 
La Importancia de la Universidad como Institución Social.pdf
La Importancia de la Universidad como Institución Social.pdfLa Importancia de la Universidad como Institución Social.pdf
La Importancia de la Universidad como Institución Social.pdf
 
la configuyracion del territorio peruano
la configuyracion del territorio peruanola configuyracion del territorio peruano
la configuyracion del territorio peruano
 
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcfdiagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
 
PA2_BITACORA _Taipe_Turpo_Teves_Sumire_Suma.pptx
PA2_BITACORA _Taipe_Turpo_Teves_Sumire_Suma.pptxPA2_BITACORA _Taipe_Turpo_Teves_Sumire_Suma.pptx
PA2_BITACORA _Taipe_Turpo_Teves_Sumire_Suma.pptx
 
Concepto de Estética, aproximación,Elena Olvieras
Concepto de Estética, aproximación,Elena OlvierasConcepto de Estética, aproximación,Elena Olvieras
Concepto de Estética, aproximación,Elena Olvieras
 
BIOGRAFIA MARIANO MELGAR presentacion en power point
BIOGRAFIA MARIANO MELGAR  presentacion en power pointBIOGRAFIA MARIANO MELGAR  presentacion en power point
BIOGRAFIA MARIANO MELGAR presentacion en power point
 
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to Sec
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to SecOrigen del Hombre- cuadro comparativo 5to Sec
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to Sec
 
CERTIFICADO para NIÑOS, presentacion de niños en la iglesia .pptx
CERTIFICADO para NIÑOS, presentacion de niños en la iglesia .pptxCERTIFICADO para NIÑOS, presentacion de niños en la iglesia .pptx
CERTIFICADO para NIÑOS, presentacion de niños en la iglesia .pptx
 

Emily Dickinson prefiere ser amada

  • 2. Emily Dickinson PREFERIRÍA SER AMADA Ilustraciones de Elia Mervi Selección y prólogo Juan Marqués Traducción de Abraham Gragera Nørdicalibros 2018
  • 3. © De las ilustraciones: Elia Mervi © De las imágenes de los sobres: The Emily Dickinson Collection, Amherst College Archives & Special Collections © Del prólogo: Juan Marqués © De la traducción: Abraham Gragera © De esta edición: Nórdica Libros, S. L. Avenida de la Aviación, 24, bajo P 28054 Madrid Tlf: (+34) 917 055 057 info@nordicalibros.com Primera edición: septiembre de 2018 ISBN: 978-84-17281-72-4 Depósito Legal: M-28945-2018 IBIC: DCF Impreso en España / Printed in Spain Gracel Asociados Alcobendas (Madrid) Diseño de colección y maquetación: Diego Moreno Corrección ortotipográfica: Victoria Parra y Ana Patrón Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación públi- ca o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la au- torización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro. org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
  • 4. 11 PRÓLOGO Siempre se escribe mejor cuando se escribe para alguien, pen- sando específicamente en alguien a quien hay que comunicar algo importante o urgente, o algo que quedó sin ser dicho cuan- do convenía, y esto, en contra de lo que pudiera parecer, no lo decimos tanto por las cartas que el lector podrá leer en este ál- bum como por varios de los poemas que aquí se reproducen. Cualquier lector de Emily Dickinson sabe que muchos de sus poemas son apóstrofes, versos escritos en explícita segunda persona a Dios, o a la noche, o a su cuñada, o a un ratón…, sin que se puedan establecer demasiadas jerarquías entre esos per- sonajes: los ángeles no merecen más consideración que los go- rriones, si es que no son lo mismo, y a la Muerte se la tutea casi con descaro, pues Dickinson, sin perderle jamás el respeto, tuvo mucha más confianza con ella que con sus propios pretendien- tes, igual que se entendía mejor con las flores que con algunos de sus familiares. Sucede,además,queenestaantologíahemosqueridoreco- ger algunos de esos textos que han venido conociéndose como los envelope poems de Dickinson, breves poemas (algunos de dos
  • 5. 12 versos, pero otros de ocho o diez…) que, de un modo a veces difícilmente perceptible, con el mismo sigilo espectacular con el que ella vivía, la poeta de Amherst escribió en los sobres de las mismas cartas, se discute si como complemento a los mismos, o como adorno, o, para los más noveleros, como misteriosa con- traseña. Lo cierto es que algunos de esos poemas rescatados de su correspondencia han pasado al canon dickinsoniano (el esta- blecido por su perplejo preceptor, T. W. Higginson, destinatario de muchas de esas cartas), pero otros han quedado en un limbo impreciso, entre otras cosas porque en algunos casos es hasta di- fícil decidir o fijar el orden de los versos, estando como estaban escritos en varias direcciones, o admitiendo distintas lecturas se- gún los pliegues y despliegues del papel. Como apéndice a este libro hemos incluido algunos casos de esos textos, para que el lector sepa nítidamente de qué se trata, pero además la ilustra- dora de este álbum, la luso-madrileña Elia Mervi, ha jugado con resultados maravillosos con esos originales, incluyéndolos en sus dibujos de formas estimulantes y, sin duda atrapada por el espíritu de la poeta, llenas de significados o sugerencias. Aunque nos cueste un poco aceptarlo, entendemos que la poesía no puede ser siempre sencilla, pero a cambio suplicaría- mos que no fuese nunca solemne. Que los poetas comprendie- ran que se puede ser trascendente sin salirse de las cosas más próximas, de los sucesos ordinarios, de las palabras de todos los días… y que ese punto de vista tiene en Emily Dickinson su ejemplo insuperable, como ocurre también con su capacidad sobrenatural (e indeliberada) para evitar los dos principales
  • 6. 13 enemigos de la poesía, que son lo obvio y lo arbitrario. Casi todo lo que escribimos los poetas son cosas evidentes (o, si no, irrelevantes) o caprichosas (si es que no gratuitas), pero los maestros nos enseñan que es posible una poesía que sea a la vez exacta y sorprendente; que nos deslumbren revelándonos cosas con las que automáticamente, instintivamente, estamos de acuerdo; que nos descubran cosas que alguien al fondo de nosotros mismos ya sabía. Todo el mundo sabe hasta qué punto es difícil que coinci- damos en nuestros juicios las gentes del gremio lírico, pero hay cierta unanimidad a la hora de considerar a Abraham Gragera el mejor poeta español de su generación. Que sea él quien traduce los textos dickinsonianos de este libro, uniéndose a la extensa y prestigiosa nómina de traductores de Dickinson al castellano, es un verdadero acontecimiento que justificaría por sí solo su publicación, pero su aportación textual se une a la plástica de Mervi en un acercamiento al «universo Dickinson» que es no solo doblemente inédito, sino claramente enriquecedor. El diá- logo entre la versión de Gragera y la mirada de Mervi constitu- ye no solo una lectura nueva, sino realmente novedosa. Habrá quien piense que Emily lo pone fácil, pero es al contrario: sus palabras eran luminosas, pero extremadamente complicadas, un entramado tan fecundo y frondoso que no admite tanteos superficiales o propuestas poco comprometidas. Todos hemos conocido en algún momento de nuestra vida a personas perfectamente reales que serían completamente in- verosímiles en una novela. Dickinson, según todos los indicios
  • 7. 14 (y todos los testimonios) era de esas, y sus poemas y cartas que- dan como resultado un tanto increíble de esa mirada, de esa conciencia, de esos temores y certezas. Aquí hemos recogido un pequeño puñado de unos y otras, que pueden servir como introducción a la autora (qué extraño e inadecuado pensar en Dickinson como «escritora»…), pero que también complace- rán a quienes ya están dentro del secreto: «Que personas como estas hayan muerto / nos permite morir con mayor paz»… Juan Marqués Playa de la Zurriola, 4 de agosto de 2018
  • 9. 16
  • 10. 17 1147 Después de un siglo Nadie conoce ya el Lugar Ni la Agonía que en él se interpretaba Como una Paz, inmóvil La maleza triunfante lo cubrió Los extraños vagaban deletreando La Ortografía despoblada De los vivos de antaño Los vientos de los Campos Estivales Recuerdan el camino — El instinto recoge la Llave Que la memoria dejó caer
  • 11. 18 77 A Susan Gilbert (Dickinson) Febrero de 1852 Domingo por la mañana Gracias doy a los queridos copitos de nieve, porque caen hoy y no un día cualquiera de la semana, cuando el mundo y sus cuida- dos se afanan en mantenerme lejos de mi amiga, la ausente — y gracias te doy también a ti, querida Susie, que nunca te hartas de mí, o nunca me lo dices, y cuando el mundo es frío y la tormenta suspira con tanta aflicción, cuento con un cálido refugio, ¡a cu- bierto de la tormenta! Suenan las campanas, Susie, en el norte, y en el este, y en el sur, y la campana de tu pueblo, y los que aman a Dios están impacientes por ir a su encuentro; tú no vayas, Su- sie, no con ellos, vente conmigo esta mañana a la iglesia de nues- tros corazones, donde las campanas no dejan nunca de sonar y el pastor, que Amor se llama — rogará por nosotros. Todos menos yo acudirán al templo de siempre a oír el ser- món de siempre; así de amable es la tormenta inclemente con- migo, pues me deja aquí sentada, Susie, a solas contigo y con los
  • 12. 19 vientos, y me viene otra vez el viejo sentimiento rey, más que an- tes incluso, pues sé que ni siquiera el buhonero invadirá esta sole- dad, este dulce Sabbath nuestro. Y gracias también por mi carta querida, que me llegó el sábado por la noche, cuando el mundo entero estaba en calma; gracias por llenarla de amor para mí, y de pensamientos de oro y sentimientos como gemas, ¡pues me parecía recogerlos en cestos repletos de perlas! Esta mañana es- toy llena de pesadumbre, Susie, porque no tengo un dulce atar- decer con que dorar una página para ti, ni una bahía lo bastante azul — ni siquiera una pequeña habitación allá en las alturas, como la que tienes tú, que me haga evocar el cielo, para dártelo. Así, ya ves, tengo que escribirte, desde abajo, a ras de tierra, sin atardeceres, ni estrellas; sin una pizca de crepúsculo que conver- tir en poema — ¡para enviártelo! Pero sí habrá misterio y aven- tura en el viaje de esta carta hasta tus manos — piensa en los valles y colinas, en los ríos que habrá de atravesar, y en los con- ductores y revisores que se esforzarán por entregártela lo antes posible; ¿y no compone acaso todo eso tal poema que nunca po- drá escribirse? Pienso en ti, querida Susie, ahora, no sé cómo ni por qué con más cariño conforme pasan los días, y el dulce mes de la promesa se acerca más y más; y veo julio de un modo muy distinto al de antes — me parecía tan árido y marchito que a du- ras penas lo amaba por culpa del calor y el polvo; pero ahora, Su- sie, del año entero el mejor mes; doy de lado a las violetas — y al rocío, y a la Rosa temprana, y a los Petirrojos; todos los cam- biaré por ese ardiente y furioso mediodía en que pueda contar las horas y los minutos previos a tu llegada — Oh, Susie, pienso
  • 13.
  • 14.
  • 15. 22 a menudo en cómo intentaré decirte lo mucho que te quiero y cuánto velo por ti, pero las palabras no acudirán, sí las lágrimas, y me dejo caer en la silla, desalentada — si tú ya lo sabes — ¿por qué busco decírtelo entonces? No lo sé; cuando pienso en aque- llos a quienes amo, la razón me abandona y a veces temo que tenga que llegarme a uno de esos hospitales para locos remata- dos y hacerme encadenar para no lastimarte. Siempre que el sol brilla y siempre que hay tormenta, y siempre siempre, Susie, te recordamos ¿y qué más hay aparte de recordar? ¡No te lo digo, porque lo sabes! De no ser por la queri- da Mattie no sé qué haríamos, porque te quiere tanto que nun- ca se cansa de hablar de ti, y nos juntamos y hablamos sin parar, y nos consolamos más que si te lloráramos a solas. Ayer mis- mo fui a ver a la querida Mattie con el íntimo propósito de no quedarme mucho tiempo, solo un ratito, pues tenía un buen pu- ñado de recados que hacer y ¿puedes creerlo, Susie? Pasó una hora — y otra hora y media más, y no me di ni cuenta de que pa- sarantantosminutos —¿Ydequéteimaginasquehablamosdu- rante todas esas horas? ¿Qué darías a cambio de saberlo? Dame solo un leve atisbo de tu dulce rostro, querida Susie, y todo te lo diré. No hablamos de los padres de la patria, ni hablamos tam- poco de reyes, pero el tiempo se llenó de tal manera que cuan- do se echó el pestillo y la puerta de roble se cerró me di cuenta comonuncaantesdecuántascosasqueridascabíanenuna única casa de campo. Es tan agradable —como un hogar— la casa de Mattie… Pero es triste también, y no paran de emerger los pe- queños recuerdos, y pintan, y pintan, y pintan, y lo más raro de
  • 16. 23 todo: su lienzo no se llena nunca y siempre que vengo lo en- cuentro tal como lo dejé. ¿Y a quién pintan? Ah, Susie —«decir- lo no querría»— pero no se trata del señor Cutler, ni de Daniel Boon, y ya me callo. Qué dirás, Susie, si te cuento que va a ve- nir a verme Henry Root alguna tarde, esta semana, y que le he prometido leerle algunos fragmentos de tus cartas. No debe im- portarte, querida Susie, porque tiene tanto deseo de escuchar- los, y yo no le leeré nada que tú no estuvieras dispuesta a leerle — unos breves fragmentos que le deleitarán. Últimamente le he visto en varias ocasiones y le admiro, Susie, porque habla tanto de ti, y tan bien… Y sé lo fiel que te es cuando estás lejos. Ha- blamos más de ti, querida Susie, que de cualquier otra cosa — él de lo maravillosa que eres, yo de lo verdadera que eres, y sus grandes ojos resplandecen, y parece tan contento… Sé que no te importará saber, Susie, lo dichosos que somos. Cuando le hablé la otra tarde de todas las cartas que me habías escrito levantó la vista lleno de añoranza y supe qué me habría preguntado de ha- ber tenido más confianza conmigo, de modo que respondí a la pregunta que su corazón quería formular, y cuando alguna tarde placentera, antes de que termine la semana, te acuerdes de casa, y de Amherst, sabe entonces, Amada mía, que ellos te recuer- dan, y que «dos o tres» están reunidos en tu nombre, querién- dote y hablando de ti — ¿y no estarás tú allí, en medio de ellos? También he hecho un nuevo, un bello amigo y le he hablado de la querida Susie y le he prometido que os presentaré en cuan- to vuelvas. En todas tus cartas, querida Susie, hay muchas co- sas adorables, cosas de las que hablaría, pero cuando el tiempo
  • 17. 24 lo permita. No pienses, sin embargo, que las olvido — claro que no — están a buen recaudo en el cofrecito que guarda los se- cretos — ni la polilla ni el óxido pueden alcanzarlas. Pero cuan- do llegue ese momento con el que soñamos, entonces, Susie, las traeré, y pasaremos horas y horas hablando de ellas — esas pre- ciosas evocaciones de los amigos — cómo las amaba y cómo las amo todavía. Nada, salvo la propia Susie, me es la mitad de grato. Susie, no te he preguntado si estabas bien, si estás contenta — y no se me ocurre por qué, salvo porque hay algo perenne en aque- llos a quienes amamos de verdad, una vida eterna, vigor; como si de ellos se alejara cualquier enfermedad, cualquier quebranto, como si ningún mal se atreviera a hacerles daño, y mientras me faltes, Susie, te clasifico entre los ángeles — y ya sabes que, según la Biblia, «no hay allí enfermedad». Aun así, querida Susie, ¿es- tás bien, estás en paz? Porque no voy a hacerte llorar preguntán- dote si eres feliz. No hagas caso a la mancha, Susie.1 ¡Es porque no he cumplido con el Sabbath! Qué haré, Susie — no hay espacio suficiente, ni la mitad siquiera para contener lo que iba a decir. ¿No le dirás al hom- bre que fabrica las hojas de papel que no le tengo el más míni- mo respeto? ¿Y cuándo tendré una carta tuya? — cuando te venga bien, Susie, no cuando estés cansada, cuando te falten las fuerzas — ¡Eso nunca! 1 Probablemente se refiere a la mancha de tinta corrida sobre el papel a causa de una lágrima. (Todas las notas de la presente edición pertenecen al traductor).
  • 18. 25 Emeline va mejorando. Pobre Henry; supongo que piensa que el verdadero amor no fluye precisamente con dulzura. Mucho amor te mandan Madre y Vinnie; y algunos otros que no se atreven a mandarlo. ¿Quién te ama más, quién te ama siempre, quién piensa en ti cuando los otros duermen? Es Emilie —