H

1. ¿QUÉ PUEDO HACER POR TI? (Mc. 10, 46 – 52).
Queridos amigos: Todos hemos dicho o escuchado la expresión que Jesucristo
hace el ciego de Jericó, Bartimeo: ¿”Qué puedo hacer por ti?
Todos somos mendigos: personas carentes, necesitadas y limitadas. Carentes
de medios, de ilusión, de salud, de amistad o de trabajo.
En más de una ocasión, todos “nos sentimos como ciegos”, sentados al borde
del camino, que nos falta ver quién pasa a nuestro lado, o quiénes van con
nosotros , a quienes , a veces, eludimos , y a quienes no estamos dispuestos a
compartir nuestros recursos, posibilidades y necesidades. De ahí, que en
ocasiones vivamos insatisfechos, a ciegas y sin esperanza o incapacitados para
escuchar lo que nos piden o atender sus necesidades.
La pregunta del Señor a Bartimeo nos viene muy bien hacérnosla: ¿Qué puedo
hacer por ti?
Veamos cómo reacciona Jesús. Lo primero que hace el Señor, es detenerse.
Detenerse, es la forma de poder ver, observar y contemplar la realidad. Y una
vez vista la realidad de las personas o de las cosas, preguntar: ¿qué puedo
hacer por ti, que pasas hambre, no tienes trabajo, ni ilusión, ni salud ni nada?
Quien es incapaz de detenerse, va a ser difícil que pueda compadecerse y hacer
misericordia. Quien es incapaz de detenerse, va a ser difícil que pueda
compartir dolor, alegría, desilusión o amor.
Jesucristo se detuvo ante el ciego Bartimeo y le dijo: ¿qué puedo hacer por ti?
- Maestro, que pueda ver – dice el ciego.
También, hoy, el Señor, se detiene ante nosotros diciéndonos: ¿qué puedo
hacer por ti?
 Que me ayudes a saber detenerme para poder descubrir cegueras y
necesidades
 Que me ayudes a descubrir mi insensibilidad hacia las necesidades de los
demás.
 Que me infundas “sentido maternal” para saber acoger, valorar, socorrer y
acompañar.
 Ojala podamos decir como el Señor a los demás: ¿qué puedo hacer por ti?
Gabriel.
30º. Domingo Ordinario. Ciclo. B. Madrid. 25 de Octubre de 2015.