1. Pokemoniar, simplemente una experiencia religiosa…
Son jóvenes inquietos que fiestean entre las tres y las ocho de la noche.
Carretean sin alcohol, poncean y son los reyes del reggetón. Este es un recorrido por
un mundo que comienza cuando el perreo se acaba, cuando el maquillaje se corre y
cuando las luces se apagan. He aquí el comienzo de una nueva era, la era pokemón
Desde aquellos tiempos en los que quienes formaban parte mi generación
realizaban movimientos pélvicos al ritmo del “onda, onda” o de “danza do manivela” ha
habido grandes cambios. Hoy, esos pasos que requerían un expresivo y osado
movimiento de caderas, unas rodillas flexibles para llegar hasta el suelo y un sensual
“dediño en la boquiña” no son más que las características de un baile que, si bien
antiguamente lograba acaparar miradas, no llegaba a lo que actualmente es fundamental
a la hora de ir a bailar: el poncear.
El “Rapa nui”, un pub discoteque matutino que se encuentra en Avenida España
siempre fue un hervidero y hoy lo es más que nunca. Ese techo de vidrio tapado con un
plástico negro grueso, el apiñamiento de mesas pegajosas, las papas fritas rancias, la
chela y la bebida de litro a luca, han sido los elementos perfectos para crear un ambiente
que durante varios años ha albergado a jóvenes, y que hoy ha sido hegemónicamente
ocupado por una de las tribus urbanas más populares y masivas del momento: los
pokemones.
Dentro del “Rapa” el reggaton retumba y cientos de chicos bailan de un lado a
otro en grupos, con vasos de bebidas de fantasía en la mano como si fueran las 12 de la
noche pero ¡ojo!... que casi sin copete alguno.
– ¿Queri poncear? le pregunta un pokemón a la desconocida que tiene al frente. Y
antes de obtener una respuesta de la chica, ésta se lanza a sus brazos
comenzando un besuqueo que tras un rato acaba, ya que no es bien visto según
el protocolo pokemón estar con una sola persona “agarrando” en la noche.
Pero ¿Qué pasa cuando la fiesta acaba? ¿Qué ocurre cuando son las 8 de la
noche y tal como si fueran las 5 de la mañana empieza a sonar “puro Chile es tu cielo
azulado” para que todos se vayan para la casa?
2. A la salida del carrete una aglomeración de padres sale al encuentro de sus hijos
sobrios pero pasados a cigarro tal cual como si fuera una fiesta de colegio. Es algo
extraño ver como esos hombres, con apariencia de monitos animados, son tomados por
su padres como cuando uno era niño y lo esperaban a la salida del jardín. No obstante,
no todos tienen la suerte de ser llevados así.
En la vereda del frente cuando creí que todos se habían ido, cuando ya lo único
que me hacía compañía era el inmenso frio, el olor a tabaco barato quemado y el pesar
que me causaba el que mi reportaje fuera a ser uno más de los típicos que cuentan que
los pokemones son promiscuos, que se visten raro etc., etc. Conocí a la “Betz” una
chiquilla de unos diecinueve años que por algún motivo extraño no dejaba de llorar.
Entre el morbo, los deseos de tener una buena historia y la práctica de la caridad
cristiana, que las monjas me inculcaron cuando iba al colegio, no me pude aguantar
preguntarle que era lo que pasaba. De esta forma obtuve la confesión de una pokemona
que tras una vida bastante tradicional, rodeada de su familia y amigos de la comunidad
evangélica, optó por un cambio que le trajo muchas alteraciones, pero una claridad de
vida que pocos a los diecinueve años tienen.
Cuando la vida es una moda
Betzabé Andrea Peña Trigo es una muchacha que hacía tan sólo unos meses
había adoptado la moda del pelo escalonado liso, el sobremaquillaje, las poleras de
estrellas, las carteritas de peluche y las infaltables zapatillas Converse de caña alta
forrada en géneros de distintos colores. Me cuenta que tiene diecinueve años recién
cumplidos, que vive en la Florida y que estudia diseño de vestuario en el Incacea.
Perteneciente a una familia tradicionalmente evangélica, tanto por el lado
materno como el paterno, dice que hoy ellos no hacen más que llamarla “la oveja
descarriada” y que le tienen prohibido el paso a Roberto, el pololo que según ellos la ha
llevado por los malos pasos y por el cual hoy mintió a sus padres para poder salir con él.
Pasado un rato y cuando ya se ha roto el hielo entre nosotras, Betzabé me ruega
que la entreviste, ya que sueña poder poner en su fotolog que, “Betz” su alter ego
pokemón, es famosa. Se seca las lágrimas provocadas por una pelea con su pololo a
causa de sus padres y me muñequea tal como una esposa lo haría con su marido al
decirme que sólo ser parte de la entrevista podría hoy hacerla feliz.
3. Nos sentamos en un banco y como si hubiesen dicho “el show debe continuar”;
Betz puso su mejor cara para contestarme las preguntas sobre su nueva vida:
-Betz ¿Cuéntame como ha cambiado tu vida desde que eres una pokemona?
-Mira, la verdad es que creo que nunca hubiese hecho esto si no fuera porque
amo al Roby. Cuando lo conocí lo encontré encachado, entretenido y con un look bien
interesante pero no sé… si me preguntai, el cambio ha sido bien brígido. Desde que
empecé con esta cuestión mis viejos juran que ya no los quiero porque me visto así. Es
más, me tienen prohibido que los acompañe al templo porque para ellos el que me haya
cortado el pelo y me lo haya teñido negro es sólo una muestra de mi negación a la
creación de Yavé nuestro señor. Por otro lado mis antiguas amigas con las que me
juntaba en la iglesia también me hacen el quite y ya los únicos amigos que tengo son la
Panchi y la Mery que son del “Insti” pero que tampoco cachan mucho sobre mi nuevo
estilo, ¡Ahh! Bueno… y los cabros amigos del Roby pero esos si que son jotes y rancios
y no podría considerarlos mis amigos del todo.
- Dado que tu perteneces a una Iglesia ¿que opinión tienes de esto que
ustedes llaman el ponceo?
Obvio que el ponceo es incompatible con mis creencias. Acá los chiquillos se
cambian de pareja como yo me cambio los pinches del pelo. Pero igual siento que va en
cada uno. Ponte tu con el Roby hemos tenido pese a todas las complicaciones un
pololeo bien normal, porque yo sé que el me quiere ¿cachai? Pero el atao son sus
amigos que no entienden que él, no necesita a nadie más para ser feliz… además, por
otro lado a mi también me encanta ser su “pololi” y ciertamente tendría que dejar de
serlo si es que le hiciera caso a sus amigos y decidiera participar en los concursos
rancios de los cabros.
-¿Concursos?
Si po concursos, cacha que los cabros cuentan a cuantas minas se agarran en la
noche cuando salen a pokemoniar. De hecho, uno de los chiquillos una vez llego a
comerse a 30… igual es caleta po y na que ver que el Roby ande haciendo eso.
-Pero los amigos de tu pololo que hacen eso ¿están solteros? Porque de ser
así y dado el “protocolo pokemón” no deberían tener problemas
4. Es que ese es problema mi wuacha, no todos los cabros que están en el grupo
están solteros.
- ¿Y las pololas que dicen?
- Nah po, si son unas chimbis (o fáciles), igual que sus respectivos.
- Betz y el que ustedes con Roby no participen de esto ¿no hace que se les
“fune” el carrete? ¿Sus amigos no los molestan?
- Cacha que entre los “Poketeams” (nombre del grupo de amigos del pololo) igual
es como raro, es decir, obvio que todos nos molestan por mamones y por no
seguir las reglas del pokemoneo, pero ¿sabí también qué pasa? Que eso de andar
ponceando está bien cuando eri más pendex pero no cuando ya “no te falta calle”
¿me explico?
- Porfavor…
- Cuando ya eri más grande esperai otras cosas po, no sé… estudiar, ser alguien
algún día. Igual rico también encontrar a alguien que te quiera y no se po… hay
caleta de cabros que quieren eso pero les da julepe dejar la vida social
pokemona; porque igual es entrete y más ahora que están “todas las luces sobre
nosotros”…Es más sino fuera así tu misma no estaríai aquí cagándote de frio
entrevistando a una pendeja con maquillaje corrido a las puertas del “Rapa nui”
- O sea que ¿muchos ocuparían esta moda para tener sólo una vida social
activa, pese a que en el fondo lo que buscan es un equilibrio?
- ¡Tal cual! si oye igual no hay que ser muy inteligente pa´cachar que esto es sólo
una moda, y que como todas las modas mi wuacha, se acaba. Probablemente
cuando tenga 60 no voy a andar con el pelo así ni con mi falda de tul, ni con mis
pinches hello kitty o sea ¿te imaginai planchándome el pelo tan vieja? Jajaja no
hay quien aguante po
De pronto un vibrar interrumpe nuestra conversación. Es el padre de Betzabe que la
llama para preguntarle el porqué no ha llegado a la casa a la hora de la cena. Betz corta
rápidamente asegurando que debe irse antes que algún castigo divino caiga sobre ella
por mentirosa.
5. Tomamos el metro juntas hasta que el andén que a cada una nos llevaba a casa nos
separó. Después de todo debíamos volver a nuestra realidad y que mejor alegoría que la
oposición de nuestros caminos para hacerlo.
6. Reportaje Nº 1
“Pokemoniar, una experiencia religiosa”
La historia de Betzabé
Alumna: Javiera Berti
Curso: Narración de no ficción
Profesor: Marcelo Simonetti
Fecha: 29 de mayo 2008