Juan Ramón Jiménez fue un poeta y novelista español nacido en 1881 que murió en 1958. Se dedicó principalmente a la poesía y algunos de sus libros más importantes de poemas fueron Arias tristes, Pastorales y Eternidades. En 1956 recibió el Premio Nobel de Literatura. Los poemas incluidos en el documento tratan temas de amor y primavera. La prosa describe la alegría de la primavera a través de los sonidos y colores de la naturaleza.

1. Juan Ramón Jiménez

2. ¿Quién fue?
Nació en 1881 en España y murió
en 1958. Se dedicó
especialmente a la poesía,
aunque es muy conocida su
novela Platero y yo. Algunos de
sus libros de poemas más
importantes son Arias tristes,
Pastorales, , Eternidades y Piedra
y cielo. En 1956 recibió el Premio
Nobel de Literatura.

3. Poesías de amor

4. Septiembre
Apriétate aquí mi alma.
Va a cambiar la estación,
y a un espectáculo nuevo
corresponde un nuevo amor.
No mires más que a mi vida,
al único y grande sol;
¡aprende a ser primavera
eterna en mi corazón!

5. Todo el día tengo...
Todo el día tengo, amor,
tu corazón en mis brazos
-¡blanca flor infinita!-
meciéndolo, acariciándolo.
De noche lo acuesto junto
a mi corazón romántico,
para que duerma en la gloria,
mientras velo desvelado
-¡oh niño recién nacido,
amor!- por no latimártelo.

6. Prosa

7. La primavera
En mi duermevela matinal, me malhumora una endiablada chillería de chiquillos. Por fin,
sin poder dormir más, me echo, desesperado, de la cama. Entonces, al mirar al
campo por la ventana abierta, me doy cuenta de que los que alborotan son los
pájaros
Salgo al huerto y canto gracias al Dios del día azul. ¡Libre concierto de picos, fresco y sin
fin. La golondrina riza, caprichosa, su gorjeo en el pozo; suba el mirlo sobre la naranja
caída; de fuego, la oropéndola charla, de chaparro en chaparro; el chamariz ríe larga
y menudamente en la cima del eucalipto, y, en el pino grande, los gorriones discuten
desaforadamente
¡Cómo está la mañana! El sol pone en la tierra su alegría de plata y de oro; mariposas de
cien colores juegan por todas partes; entre las flores, por la casa -ya dentro, ya
Efuera-, en el manantial. Por doquiera, el campo se abre en estallidos, en crujidos, en
un hervidero de vida sana y nueva.
Parece que estuviéramos dentro de un gran panal de luz, que fuese el interior de una
inmensa y cálida rosa encendida.
(XXV) De: Platero y yo