1. IES Nº 2, Aspe Departamento de Lengua Castellana y Literatura
Curso 2009/2010
Miguel Hernández: La senda del poeta.
Siempre es importante conocer al poeta para entender su poesía. En el caso de
Miguel, la evolución poética no se entiende sin integrarla en la historia de su vida. Puedes
hacer un recorrido por la biografía de Miguel Hernández en:
http://www.miguelhernandezvirtual.com/vida/vida.htm
Sin duda el legado más importante de Miguel son sus palabras, siempre reflejo de
su alma y de su entorno, ya fuera la sierra de Orihuela o el frente republicano.
POEMAS SUELTOS I. 1923- 1931.
Que como el sol sea mi verso
más grande y dulce cuanto más viejo.
A LOS LIBROS BELLOS…
A los libros bellos, pétalos de rosas
ponedle en las páginas…
A los libros feos,
nada…
(Nada, o pajas)
DÍA ARMÓNICO
Hoy el día es un colegio
Musical.
Más de un trillón
De aves cantan la lección
De armonía que el egregio
Profesor Sol les señala
Desde su sillón cobalto;
Y dan vueltas en lo alto
Con un libro abierto: el ala.
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Curso 2009/2010
PERITO EN LUNAS. 1931.
PALMERO Y DOMINGO DE RAMOS
Luz comba, y no, creada por el mozo, RETRETE
talludo espulgador de los racimos:
no a fuerza, y sí, de bronces en rebozo, Aquella de la cuenca luna monda,
sí a fuerza, y no, de esparto y tiempo sólo habéis de eclipsarla por completo,
opimos. donde vuestra existencia más se ahonda,
Por el domingo más brillante fuimos desde el lugar preciso y recoleto.
con la luz, enarcada de alborozo, ¡Pero bajad los ojos con respeto
en ristre, bajo un claustro de mañanas, cuando la descubráis quieta y redonda!
hasta el eterno abril de la persianas. Pareja, para instar serpientes, luna,
al fin, tal vez la Virgen tiene una.
GITANAS ESPANTAPÁJAROS
¡Lunas! Como gobiernas, como bronces, Es demasiado poco maniquí,
siempre en mudanza, siempre dando vivo al viento del más visible trigo,
vueltas. la caña de la escoba para ti,
Cuando me voy a la vereda, entonces a la fuerza del pájaro enemigo.
las veo desfilar, libres, esbeltas. Donde los picos restan pan, allí
Domesticando van mimbres, con ronces, te eriges con tu aire de mendigo,
mas con las bridas de los ojos sueltas, meseguero incorpóreo, que has dejado
estas lunas que esgrimen, siempre a riéndose tu cabeza en el granado.
oscuras,
las armas blancas de las dentaduras.
IMAGEN DE TU HUELLA. 1934-1935
Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos..
No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando nardos y agostando hinojos.
No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.
Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, y en mí termina.
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EL RAYO QUE NO CESA. 1934-1935.
ELEGÍA
(En Orihuela, su pueblo y el
mío, se Quiero escarbar la tierra con los dientes,
me ha muerto como del rayo quiero apartar la tierra parte a parte
Ramón Sijé, a dentelladas secas y calientes.
con quien tanto quería).
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
Yo quiero ser llorando el hortelano
y desamordazarte y regresarte.
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
Alimentando lluvias, caracolas
pajareará tu alma colmenera
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
daré tu corazón por alimento.
de los enamorados labradores.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
Un manotazo duro, un golpe helado,
disputando tu novia y las abejas.
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
No hay extensión más grande que mi
mi avariciosa voz de enamorado.
herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
A las aladas almas de las rosas
y siento más tu muerte que mi vida.
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
Ando sobre rastrojos de difuntos,
compañero del alma, compañero.
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
10 de enero de 1936
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada, Miguel Hernández
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
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TE ME MUERES DE CASTA Y DE
SENCILLA
Te me mueres de casta y de sencilla:
estoy convicto, amor, estoy confeso
de que, raptor intrépido de un beso,
yo te libé la flor de la mejilla.
Yo te libé la flor de la mejilla,
y desde aquella gloria, aquel suceso,
tu mejilla, de escrúpulo y de peso,
se te cae deshojada y amarilla.
El fantasma del beso delincuente
el pómulo te tiene perseguido,
cada vez más patente, negro y grande.
Y sin dormir estás, celosamente,
vigilando mi boca ¡con qué cuido!
para que no se vicie y se desmande.
VIENTO DEL PUEBLO. 1936-1937.
ACEITUNEROS
Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, ¡Cuántos siglos de
aceituneros altivos, decidme en el alma: aceituna,
decidme en el alma: ¿quién los pies y las manos
¿quién, amamantó los olivos? presos,
quién levantó los olivos? sol a sol y luna a luna,
Vuestra sangre, vuestra pesan sobre vuestros
No los levantó la nada, vida, huesos!
ni el dinero, ni el señor, no la del explotador
sino la tierra callada, que se enriqueció en la Andaluces de Jaén,
el trabajo y el sudor. herida aceituneros altivos,
generosa del sudor. pregunta mi alma: ¿de
Unidos al agua pura quién,
y a los planetas unidos, No la del terrateniente de quién son estos
los tres dieron la que os sepultó en la olivos?
hermosura pobreza,
de los troncos que os pisoteó la frente, Jaén, levántate brava
retorcidos. que os redujo la cabeza. sobre tus piedras
lunares,
Levántate, olivo cano, Árboles que vuestro afán no vayas a ser esclava
dijeron al pie del viento. consagró al centro del con todos tus olivares.
Y el olivo alzó una mano día
poderosa de cimiento. eran principio de un pan
que sólo el otro comía. Dentro de la claridad
Andaluces de Jaén, del aceite y sus aromas,
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indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
COBARDES Halláis los sótanos poco
defendidos por las casas.
Hombres veo que de hombres Vuestro miedo exige al mundo
sólo tienen, sólo gastan batallones de murallas,
el parecer y el cigarro barreras de plomo a orillas
el pantalón y la barba. de precipicios y zanjas
para vuestra pobre vida,
En el corazón son liebres, mezquina de sangre y ansias.
gallinas en las entrañas,
galgos de rápido vientre, No os basta estar defendidos
que en épocas de paz ladran por lluvias de sangre hidalga,
y en épocas de cañones desaparecen del que no cesa de caer,
mapa. generosamente cálida,
un día tras otro día
Estos hombres, estas liebres, a la gleba castellana.
comisarios de la alarma, No sentís el llamamiento
cuando escuchan a cien leguas de las vidas derramadas.
el estruendo de las balas, Para salvar vuestra piel
con singular heroísmo las madrigueras no os bastan,
a la carrera se lanzan, no os bastan los agujeros,
se les alborota el ano, ni los retretes ni nada.
el pelo se les espanta. Huís y huís, dando al pueblo,
Valientemente se esconden, mientras bebéis la distancia,
gallardamente se escapan
del campo de los peligros
estas fugitivas cacas,
que me duelen hace tiempo motivos para mataros
en los cojones del alma. por las corridas espaldas.
¿Dónde iréis que no vayáis Solo se quedan los hombres
a la muerte, liebres pálidas, al calor de las batallas,
podencos de poca fe y vosotros, lejos de ellas,
y de demasiadas patas? queréis ocultar la infamia,
¿No os avergüenza mirar pero el color de cobardes
en tanto lugar de España no se os irá de la cara.
a tanta mujer serena
bajo tantas amenazas? Ocupad los tristes puestos
Un tiro por cada diente de la triste telaraña.
vuestra existencia reclama, Sustituid a la escoba,
cobardes de piel cobarde y barred con vuestras nalgas
y de corazón de caña. la mierda que vais dejando
Tembláis como poseídos donde colocáis la planta.
de todo un siglo de escarcha
y vais del sol a la sombra
llenos de desconfianza.
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SENTADO SOBRE LOS MUERTOS corazón, entrañas, tripas,
cosas de varón y dientes.
Sentado sobre los muertos Bravo como el viento bravo,
que se han callado en dos meses, leve como el aire leve,
beso zapatos vacíos asesina al que asesina,
y empuño rabiosamente aborrece al que aborrece
la mano del corazón la paz de tu corazón
y el alma que lo sostiene. y el vientre de tus mujeres.
No te hieran por la espalda,
Que mi voz suba a los montes vive cara a cara y muere
y baje a la tierra y truene, con el pecho ante las balas,
eso pide mi garganta ancho como las paredes.
desde ahora y desde siempre.
Canto con la voz de luto,
Acércate a mi clamor, pueblo de mí, por tus héroes:
pueblo de mi misma leche, tus ansias como las mías,
árbol que con tus raíces tus desventuras que tienen
encarcelado me tienes, del mismo metal el llanto,
que aquí estoy yo para amarte las penas del mismo temple,
y estoy para defenderte y de la misma madera
con la sangre y con la boca tu pensamiento y mi frente,
como dos fusiles fieles. tu corazón y mi sangre.
Si yo salí de la tierra, tu dolor y mis laureles.
si yo he nacido de un vientre Antemuro de la nada
desdichado y con pobreza, esta vida me parece.
no fue sino para hacerme
ruiseñor de las desdichas, Aquí estoy para vivir
eco de la mala suerte, mientras el alma me suene,
y cantar y repetir y aquí estoy para morir,
a quien escucharme debe
cuanto a penas, cuanto a pobres,
cuanto a tierra se refiere.
Ayer amaneció el pueblo cuando la hora me llegue,
desnudo y sin qué comer, en los veneros del pueblo
y el día de hoy amanece desde ahora y desde siempre.
justamente aborrascado Varios tragos es la vida
y sangriento justamente. y un solo trago es la muerte.
En su mano los fusiles
leones quieren volverse:
para acabar con las fieras
que lo han sido tantas veces.
Aunque le faltan las armas,
pueblo de cien mil poderes,
no desfallezcan tus huesos,
castiga a quien te malhiere
mientras que te queden puños,
uñas, saliva, y te queden
7. IES Nº 2, Aspe Departamento de Lengua Castellana y Literatura
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EL HOMBRE ACECHA. 1937-39.
CANCIÓN ÚLTIMA
Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.
Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa,
con su ruinosa cama.
Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.
El odio se amorigua
detás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.
8. IES Nº 2, Aspe Departamento de Lengua Castellana y Literatura
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CANCIONERO Y ROMANCERO DE AUSENCIAS. 1938-1941.
VALS DE LOS ENAMORADOS Y UNIDOS HASTA SIEMPRE
No salieron jamás
del vergel del abrazo.
Y ante el rojo rosal
de los besos rodaron.
Huracanes quisieron
con rencor separarlos.
Y las hachas tajantes
y los rigidos rayos.
Aumentaron la tierra
de las pálidas manos.
Precipicios midieron,
por el viento impulsados
entre bocas deshechas.
Recorrieron naufragios,
cada vez más profundos
en sus cuerpos, sus brazos.
Perseguidos, hundidos Josefina y Miguel recién casados
por un gran desamparo
de recuerdos y lunas,
de noviembres y marzos,
aventados se vieron,
pero siempre abrazados.
Ausencia en todo veo:
tus ojos la reflejan.
Ausencia en todo escucho:
tu voz a tiempo suena.
Ausencia en todo aspiro:
tu aliento huele a hierba.
Ausencia en todo toco:
tu cuerpo se despuebla.
Ausencia en todo pruebo:
tu boca me destierra.
Ausencia en todo siento:
ausencia, ausencia, ausencia.
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NANAS DE LA CEBOLLA
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre. La carne aleteante,
Escarcha de tus días súbito el párpado,
y de mis noches. el niño como nunca
Hambre y cebolla, coloreado.
hielo negro y escarcha ¡Cuánto jilguero
grande y redonda. se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
En la cuna del hambre
mi niño estaba. Desperté de ser niño:
Con su sangre de cebolla Nunca despiertes.
se amamantaba. Triste llevo la boca:
Pero tu sangre, ríete siempre.
escarchada de azúcar, Siempre en la cuna,
cebolla y hambre. Defendiendo la risa
pluma por pluma.
Una mujer morena
resuelta en luna Ser de vuelo tan alto,
se derrama hilo a hilo tan extendido,
sobre la cuna. que tu carne es el cielo
Ríete, niño, recién nacido.
que te tragas la luna ¡Si yo pudiera
cuando es preciso. remontarme al origen
de tu carrera!
Alondra de mi casa,
ríete mucho. Al octavo mes ríes
Es tu risa en tus ojos con cinco azahares.
la luz del mundo. Con cinco diminutas
Ríete tanto ferocidades.
que en el alma al oírte Con cinco dientes
bata el espacio. como cinco jazmines
adolescentes.
Tu risa me hace libre,
me pone alas. Frontera de los besos
Soledades me quita, serán mañana,
cárcel me arranca. cuando en la dentadura
Boca que vuela, sientas un arma.
corazón que en tus labios Sientas un fuego
relampaguea. correr dientes abajo
buscando el centro.
Es tu risa la espada
más victoriosa, Vuela niño en la doble
vencedor de las flores luna del pecho:
y las alondras. él, triste de cebolla,
Rival del sol. tú, satisfecho.
Porvenir de mis huesos No te derrumbes.
y de mi amor. No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
10. IES Nº 2, Aspe Departamento de Lengua Castellana y Literatura
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A MI HIJO
Te has negado a cerrar los ojos, muerto mío,
abiertos ante el cielo como dos golondrinas:
su color coronado de junios, ya es rocío
alejándose a ciertas regiones matutinas.
Hoy, que es un día como bajo la tierra, oscuro,
como bajo la tierra, lluvioso, despoblado,
con la humedad sin sol de mi cuerpo futuro,
como bajo la tierra quiero haberte enterrado.
Desde que tú eres muerto no alientan las mañanas,
al fuego arrebatadas de tus ojos solares:
precipitado octubre contra nuestras ventanas,
diste paso al otoño y anocheció los mares.
Te ha devorado el sol, rival único y hondo
y la remota sombra que te lanzó encendido;
te empuja luz abajo llevándote hasta el fondo,
tragándote; y es como si no hubieras nacido.
Diez meses en la luz, redondeando el cielo,
sol muerto, anochecido, sepultado, eclipsado.
Sin pasar por el día se marchitó tu pelo;
atardeció tu carne con el alba en un lado.
El pájaro pregunta por ti, cuerpo al oriente,
carne naciente al alba y al júbilo precisa;
niño que sólo supo reir, tan largamente,
que sólo ciertas flores mueren con tu sonrisa.
Ausente, ausente, ausente como la golondrina,
ave estival que esquiva vivir al pie del hielo:
golondrina que a poco de abrir la pluma fina,
naufraga en las tijeras enemigas del vuelo.
Flor que no fue capaz de endurecer los dientes,
de llegar al más leve signo de la fiereza.
Vida como una hoja de labios incipientes,
hoja que se desliza cuando a sonar empieza.
Los consejos del mar de nada te han valido...
Vengo de dar a un tierno sol una puñalada,
de enterrar un pedazo de pan en el olvido,
de echar sobre unos ojos un puñado de nada.
Verde, rojo, moreno: verde, azul y dorado;
los latentes colores de la vida, los huertos,
el centro de las flores a tus pies destinado,
de oscuros negros tristes, de graves blancos yertos.
Mujer arrinconada: mira que ya es de día.
(¡Ay, ojos sin poniente por siempre en la alborada!)
Pero en tu vientre, pero en tus ojos, mujer mía,
la noche continúa cayendo desolada.
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MENOS TU VIENTRE
Menos tu vientre
todo es confuso. COMO LA HIGUERA JOVEN
Menos tu vientre Como la higuera joven
todo es futuro de los barrancos eras.
fugaz, pasado Y cuando yo pasaba
baldío, turbio. sonabas en la sierra.
Menos tu vientre Como la higuera joven,
todo es oculto, resplandeciente y ciega.
menos tu vientre
todo inseguro, Como la higuera eres.
todo postrero, Como la higuera vieja.
polvo sin mundo. Y paso y me saludan
silencio y hojas secas.
Menos tu vientre
todo es oscuro, Como la higuera eres
menos tu vientre que el rayo envejeciera.
claro y profundo.
SER ONDA, OFICIO, NIÑA, ES DE TU PELO (Poemas varios, 1933-34)
Ser onda, oficio, niña, es de tu pelo,
nacida ya para el marero oficio;
ser graciosa y morena tu ejercicio
y tu virtud más ejemplar ser cielo.
¡Niña!, cuando tu pelo va de vuelo,
dando del viento claro un negro indicio,
enmienda de marfil y de artificio
ser de tu capilar borrasca anhelo.
No tienes más quehacer que ser hermosa,
ni tengo más festejo que mirarte,
alrededor girando de tu esfera.
Satélite de ti, no hago otra cosa,
si no es una labor de recordarte.
-¡Date presa de amor, mi carcelera!
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EL GORRIÓN Y EL PRISIONERO
Los gorriones son los niños del aire, la chiquillería de los arrabales, plazas y plazuelas del
espacio. Son el pueblo pobre, la masa trabajadora que ha de resolver a diario de un modo
heroico el problema de la existencia. Su lucha por existir en la luz, por llenar de píos y
revuelos el silencio torvo del mundo, es una lucha alegre, decidida, irrenunciable. Ellos
llegan, por conquistar la migaja de pan necesaria, a lugares donde ningún otro pájaro llega.
Se les ve en los rincones más apartados. Se les oye en todas partes. Corren todos los
riesgos y peligros con la gracia y la seguridad que su infancia perpetua les ha dado.
Ave de decisión, gorrión bueno, mejor entre los mejores, era Pío-Pa. Así llamaremos a este
leve ser de mi cuento. Llevaba su pantaloncillo corto con remiendos y su blusa de pluma gris,
más remendada que su pantaloncillo, con más dignidad que para llevar su corona y su cetro
deseara el emperador de Carcunda. Volaba a grandes vuelos, y cuando tocaba tierra su pata
andaba a saltos, rasgo alegre de entusiasmo juvenil. La alegría jamás faltó en su nido y en
su pecho, donde permaneció arraigada por debajo y por encima de las tristezas que van y
vienen. Tejió su nido como el soldado su tienda, donde le cogía la noche o la batalla por las
migajas. No ambicionó, como los pájaros señoritiles, parasitarios, ni la rama elevada para
piar ni el lugar regalado para yacer con la gorriona. Las innumerables vueltas que hacía al
campo y los también innumerables tropiezos y asaltos que allí había experimentado
acumularon sobre su cabeza de ajo bello y su corazón aleteante cierta sabiduría: llegó a
saber más que una rata de cárcel: toda la que cabe entre una frente y un corazón loco.
Y, precisamente, una cárcel, no una jaula cualquiera, fue la causa de su gloriosa muerte. Pío-
Pa, hemos dicho que así le llamaremos, experimentado sorteador de las ballestas, pedradas,
trampas y artimañas humanas conjuradas contra su leve ser, volaba un día en busca del
sustento de sus alas, que no es el aire precisamente, y fue a detenerse en un agujero de un
muro denso de piedra. El agujero tenía rejas, rejas espesas, casi tupidas, que impedían el
paso a la luz y a la libertad. Porque detrás del muro y el agujero se veía, y sólo un pájaro
podía permitirse ver aquello, una celda con un hombre atalajado de cadenas. Era una de
tantas celdas y sólo uno de tantos hombres sepultados en la tiniebla de uno de esos
edificios que los albañiles han construido, a veces para ser sepultura de ellos mismos. A
duras penas, sólo el ojo luminoso del pájaro es capaz de penetrar y esclarecer la tiniebla,
consiguió Pío-Pa ver al hombre. Triste le miró, deslumbrado como ante un relámpago. Su
opaco rostro de preso se iluminó, y Pío-Pa halló en sus ojos una mirada pura que en pocos
seres se halla, aunque se busque con [ilegible], y se sintió recorrido por la confianza.
Pío, pío, pío, dijo Pío-Pa, como si dijera: Tío, tío, tío.
- ¿Cómo se atreves a llegar hasta aquí, gorrión loco?
- Pío, pío, pío.
- ¿No te da miedo la prisión, no temes la mano del hombre, gorrión feliz?
- Pío, pío, pío.
- ¿No te has visto en la jaula jamás, gorrión sin pensamiento? Viéndote así, tan jovial, tan
ligero, tan pequeño, me acuerdo de mi hijo.
- Pío, pío, pío.
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- Oye, si sabes oír - continuó el preso -. Al cabo de un día y una noche me voy a morir. Me
matarán. Dicen que soy una mala persona y que es preciso que muera. No sé qué habré
hecho. Ni en sueños ni despierto me acuerdo de haber sembrado ni cosechado el mal. Sólo
una mujer pudiera salvarme, pero su casa está lejos de aquí, en la región más soleada de
estas tierras. Y habría de recorrerse mucha distancia y mucho pío para llegar hasta ella. Si
tú pudieras llegar... Pero sólo hay un día y una noche de tiempo... Mañana no viviré... Lo
siento por mi hijo ¡Quién tuviera tus alas, gorrión loco!
- Pío, pío, pío - repetía Pío-Pa -. Y entró de un salto en la celda y se posó sobre el hombre
del preso. Adivinó el hombre con asombro que el ave le comprendía, y no se hubiera
asombrado si supiera que un gorrión rodado sabe más que una rata de cárcel. Se proveyó al
instante de lápiz y papel, que tenía consigo, y escribió de prisa unas cortas letras. En
seguida buscó algo con que atar el papel, y hubo de desgarrar la tela de su camisa, y con un
girón de la misma anudó el papel al cuello de Pío-Pa, que no cesaba de insistir en su pío, pío,
pío.
- Adiós, gorrión loco. ¿Sabrás llegar hasta la mujer que [ilegible]? En la región más soleada
de esta tierra, en una casa pintada de azul y blanco con una palmera y el mar a la puerta
vive. ¿Llegarás hoy? ¿Volverás antes de mañana con mi salvación? Ya sabes que estoy
destinado a morir cuando nazca el alba del nuevo día si no estás aquí a esa hora. Ya sabes.
Se besaron Pío-Pa y el hombre: el hombre como pudo y el pájaro como supo. El hombre
quedó solitaria en su celda, y el pájaro desapareció flechado por el agujero en su cielo y en
su aire. No sé qué corazón latería con más fuerza, si el del hombre o el del gorrión. El
hombre quedó más opaco en su ser y en su celda, más preso, desaparecidas las breves alas
audaces, capaces de franquear hasta los muros de una prisión.
Mis ojos siguieron el vuelo del gorrión andar entre los [ilegible], a través de aquella mañana
invernal con escarcha y sin una nube. El frío atemorizaba los campos. Sólo su valentía de
gorrión se atreve con el invierno. Las otras aves rehúyen los malos tratos del diciembre y el
enero, emigran a los países de primavera y verano constantes. Sólo el gorrión permanece
ante los duros tiempos.
El mundo es breve para las alas atrevidas. Las de Pío-Pa baten y avanzan velozmente. Es un
relámpago de pluma que renueva los horizontes por momentos. La tierra, abajo, gran punto
de escarcha, desencadena su redondez girante. Бvido, impaciente por cumplir su misió
salvadora, el pájaro deja atrá páramos, valles, montes, ciudades, rió, bosques. Las horas
avanzan con él, y el sol asciende como temoroso de que se produzca un choque entre la luz y
las plumas. Los gorriones que se cruzan en el camino de Pío-Pa sufren el golpe de viento de
su velocidad y piensan que aquel compañero ha enloquecido.
Avanza y avanza. Hasta que se siente rendido y en la necesidad de tomarse una tregua.
Entonces, desciende y se detiene sobre un árbol para cobrar nuevos bríos. Pero la tierra,
que no es transparente como el aire, está llena de asechanzas. En el aire no es posible el
acecho invisible; en la tierra, sí. Pío-Pa ignora que, al detenerse, peligra su vida. Un hombre,
concentrado todo él en apuntarle sobre un arma de pólvora, guiña el ojo, tuerce la boca,
hunde un dedo en el gatillo del arma con sus manos peludas aferradas a ella. La mirada
avizora del gorrión no ha reparado en el terrible bulto negro que procura disimularse tras
un tronco. Suena el disparo. La rama en que descansa Pío-Pa cae cortada al suelo. ¿Y el
gorrión? ¿Ha sido destrozado? Algo del plumón de su pecho flota y se aleja en la brisa. Pero
nuestro héroe vuela ya muy lejos y muy alto, camino de la casa azul y blanca. No le ha
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sorprendido el incidente. Hecho su corazoncito a todos los golpes, no queda en él campo
para la sorpresa. Vuela más raudo, más arrebatado, más alegre.
Se cumple el mediodía. Ya la luz llega su madurez. Ya el aire es caliente alrededor del
pájaro, que penetra en la zona más caliente de la mañana. El cansancio se apodera otra vez
de sus alas. Otra vez ha de renovarse su aliento en un breve descanso.
☺ Continúa tú el cuento…
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CURIOSIDADES
■ Carta de Miguel Hernández a Ramón Sijé (Madrid, 22 de marzo de 1932)
Querido Sijé:
He quedado tristemente impresionado desde cuando recibí y leí tu carta: Dices que ahí no
tienes más recursos. Pero tú debes intentarlo y porque tenga remedio. Madrid es cruel.
Aunque con tu audacia y tu sapiencia dudo que para ti lo fuese, sabiendo que tenía a madre
(tal vez más) cuando te escribí esto. Acabo de llegar a casa perdido, con los pies
destrozados. Desde las dos de la tarde andando con estos zapatos, los únicos, y rotos y
llenos de agujeros ... a la estación de Atocha a recoger dos cajas de naranjas que me han
mandado mi madre y mi hermana para la señora Albornoz; con ellas al hombro me he
encaminado hasta este sitio (si hubiese tenido al menos quince céntimos hubiese evitado la
distancia desde la estación a la casa; la hubiese salvado en un tranvía ..., pero no tenía ni esa
miseria). (Alda me dice que le diga el nombre del presidente de la Diputación para escribir a
su padre.) Luego me he encaminado a la de Pescador para pedirle dinero. Ya me ha dejado
bastante. Como no estaba, he tenido que volver andando a casa, que dista de la suya más de
diez kilómetros. Estoy casi desesperado porque no has podido recoger nada. El pelo me
llega casi a la nuca. Le pedí a mi padre y me ha escrito que no me puede mandar nada. Mi
madre estoy cierto que tampoco. Me dio para venirme dos duros, lo que tenía ... Tengo sólo
una corbata y, ¿sabes cómo le quito las arrugas?, metiéndola de noche cuando voy a dormir
entre las hojas del diccionario que es el libro de más peso que tengo. Habla con Escudero
Bernícola ahí: dile que escriba también a Alicante; a todo el que pueda hacer algo. Escribe y
dime cómo se llama -si no lo sabes haz por averiguarlo- el Presidente de la Diputación y si
has mandado el pliego, que no lo dices en tu carta cierto. Mira que dice Albornoz que él
tiene poca influencia, en Alicante. Moléstate, amigo, y escribe en seguida. Y si no sacas de
donde sea algún dinero voy a tener que oír la voz destemplada de Morante.
Mañana jueves nos trasladamos.
Cuando escribas, hazlo a: Cardenal Belluga, 2 (Hotel).
Lleva en seguida a mi casa eso, pues el sello que me mandaron para que contestara es el que
he puesto a la carta y no he podido comprar otro.
Abrazos hondos.
MIGUEL
16. IES Nº 2, Aspe Departamento de Lengua Castellana y Literatura
Curso 2009/2010
■ Carta de Miguel Hernández a Josefina Manresa (Madrid, 12 septiembre 39)
Mi querida Josefina:
Esta semana, como las anteriores, llega martes y no ha llegado tu carta. También empiezo a
escribir ésta para que me dé tiempo a echarla después, cuando el correo me traiga la tuya,
que no creo que falte hoy. Estos días me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada
día más difícil. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí, y mi niño se sentirá
indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles, te
mando esas coplillas que le he hecho, ya que aquí no hay para mí otro quehacer que
escribiros a vosotros y desesperarme. Prefiero lo primero y así no hago más que eso,
además de lavar y coser con muchísima seriedad y soltura, como si en toda mi vida no
hubiera hecho otra cosa. También paso mis buenos ratos espulgándome, que familia menuda
no me falta nunca, y a veces la crío robusta y grande como el garbanzo. Todo se acabará a
fuerza de uña y paciencia, o ellos, los piojos, acabarán conmigo. Pero son demasiada poca
cosa para mí, tan valiente como siempre, y aunque fueran como elefantes esos bichos que
quieren llevarse mi sangre, los haría desaparecer del mapa de mi cuerpo. ¡Pobre cuerpo!
Entre sarna, piojos, chinches y toda clase de animales, sin libertad, sin ti, Josefina, y sin ti,
Manolillo de mi alma, no sabe a ratos qué postura tomar, y al fin toma la de la esperanza que
no se pierde nunca. Así veo pasar un día y otro día, esperanzado y deseoso de correr a
vuestro lado y meterme en nuestra casa y no saber en mucho tiempo nada del mundo,
porque el mundo mejor está entre tus brazos y los de nuestro hijo. Aún es posible que vaya
para el día de mi santo, guapa y paciente Josefina. Aunque yo, la verdad, creo que estos
amigos míos llevan las cosas muy despacio. Han estado de vacaciones fuera de Madrid y han
regresado esta semana pasada. No han podido venir a verme porque ahora es imposible para
todo el mundo. Es casi seguro que los veré la semana que viene. Me decías en tu anterior
que guardara la ropa cuanto pudiera. No te preocupes, que si no tengo ropa cuando salga,
con ponerme una mano en el occipucio y otra en el precipicio, arreglado. Así y todo procuro
conservarla y uso la más vieja y todo son cosidos y descosidos y ventanas por todas partes.
El pijama se me ha roto y le he puesto un remiendo que es media camisa, porque se me veía
toda la parte de atrás y era una verdadera vergüenza. Por lo que a mí me pasa, me figuro lo
que os pasará a vosotros y como esto siga así, me veo contigo como Adán y Eva en el
Paraíso. ¡Ay, Josefina mía! No nos queda otro remedio que aguantar todo lo malo que nos
viene y nos puede venir, para el día que nos toque aguantar lo bueno. ¿Verdad que llegará
ese día? Yo nunca he dudado de que llegará y de que seremos más felices que hasta aquí
hemos sido. Esta separación nos obliga a respetar a nuestro Manolillo más que respetamos
al otro. Manolillo del que no dejo de acordarme nunca. Dentro de un mes hará un año que se
nos murió. Eso de que el tiempo pasa de prisa, para nadie es más verdad hoy como para
nosotros y a mí me cuesta trabajo creer que ha pasado un año desde que cerró nuestro
primer hijo los ojos más hermosos de la tierra. Dios, a quien tú tanto rezas, hará que el día
diecinueve de octubre lo pasemos juntos, si no hace que lo pasemos el día veintinueve de
este mes. No quisiera pasar, ese día lejos de ti. Iremos a dar una vuelta al campo y si tú
eres decidida, visitaremos la tierra donde nos espera. Tengo ganas de hablar contigo. La
otra noche soñé a Manolillo ya con cinco o seis años de edad. Cuídalo mucho, Josefina que
crezca fuerte y defendido contra toda enfermedad. Cuando te sea posible come mucha
fruta y mucho vegetal, principalmente patatas. Es lo que más conviene a tu salud y a la de
nuestro sinvergüencilla. No me dices muchas cosas suyas. Supongo que ya hablará más que
un loro. Si supieras que ganas tengo de oír su voz: se me ríen los huesos sólo de imaginarla,
con que mira lo que me voy a reír el día que la oiga de verdad. Dime el peso que tiene, que no
lo has pesado hace mucho tiempo. Estoy enfadado con Manolo y con las Marianas, a ninguno
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Curso 2009/2010
de los cuatro se les ocurre escribirme unas letras. No se acuerdan de mí, que no los olvido.
Dime también algo de la abuela y la tía, que tampoco me han mandado una sola letra (...).
Bueno. Voy a dejar el lápiz y a esperar tu carta, a ver qué me trae de bueno. Nada. Hoy no
recibo carta tuya. No me gusta que te retrases en escribirme. Vaya plantón que me he
llevado al pie del que vocea el correo. No hay derecho. Espero que me digas algo de nuestra
familia de Orihuela, de mi madre especialmente y de la de Pepito. Anteayer he recibido una
carta de un amigo de la huerta, Trinitario Ferrer, muy amigo de mi hermano y me dice que
se ve con él todos los días. Di a Vicente que le diga que por ahora no puedo contestarle,
pero que me alegra mucho saber de él. Voy a terminar mi carta diciéndote que seas menos
perezosa conmigo o de lo contrario no te voy a escribir en un mes. Y nada más porque no
parezca larga ésta a la censura y porque hagan todo lo posible para que llegue a tus manos.
Manolillo: adiós, un beso ¡pum! Otro beso ¡pum! Otro, otro, otro, ¡pum, pum, pum!
Manolo: escribe, dejando a un lado por un rato las barbas y las perezas.
Marianas: a ser buenas y a pelearos una vez a la semana solamente.
Josefina: recibe para ti y para nuestro hijo y para nuestros hijos mayores el cariño
encerrado y empiojado y... perdido de tu preso
Miguel.
¡Adiós!'