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colección
EKKLESIA
senderos de comunión
Codirectores de la colección:
Carlos García Andrade
Aurelio Romero
Hubertus Blaumeiser
Marina Motta
Vincenzo Zani
y otros
,._
EL SUENO DE UNA
IGLESIA SINODAL
C#J
Ciudad Nueva
Artículos originales publicados en las revistas Ekklesia n. 1
y Nuova Umanitd nn. 229, 232.
1a impresión: mayo 2019
© Citta Nuova Eclitrice
Vía Pieve Torina, 55 - 00156 Roma
www.cittanuova.it
Traducción: Ciudad Nueva
Edición: Aurelio Romero
Diseño de cubierta y maquetación: Antonio Santos
© 2019, Editorial Ciudad Nueva
José Picón, 28 - 28028 Madrid
www.ciudadnueva.com
ISBN: 978-84-9715-434-5
Depósito legal: M-19.074-2019
Imprime: Estugraf Impresores - Ciempozuelos (Madrid)
Prólogo
Con este volumen da comienzo una nueva colección
de la editorial Ciudad Nueva que tiene como título Ek-
klesia: Senderos de comunión y diálogo.
Esta colección toma como modelo y se inspira en su
forma y contenidos en el periódico trimestral Ekklesía:
Sentieri di comunione e dialogo y ambas forman parte
de un proyecto internacional que pretende ser una in-
vit;:tción a caminar y comprometerse juntos en la bús-
queda de lenguajes para comunicar el Evangelio al mun-
do de hoy.
Etimológicamente la expresión griega ekklesía signi-
fica «asamblea», personas que se saben llamadas a ser
protagonistas juntas del camino de un pueblo. Caminos,
come dice el subtítulo, nos explica el carácter experi-
mental y de taller del proyecto; comunión y diálogo in-
dica la dirección en la que se mueve, pero también el es-
tilo: quisiéramos que esta colección pueda expresar y
servir a una comunidad.
Con estas intenciones cada volumen de la colección
tratará un tema de actualidad en el que confluirán todos
los artículos, cada uno afrontando dicho tema desde su
propia perspectiva y campo del saber.
5
Bebiendo del agua de los carismas antiguos y nue-
vos, se dirige fundamentalmente a animadores de la vi-
da eclesial esperando que les pueda ayudar como fuen -
te de inspiración, instrumento de formación y ayuda para
la acción.
6
Introducción
La Iglesia en este cambio de época
Hubertus Blaumeiser1
Carlos García Andrade2
La crisis de los abusos, aunque sean dolorosos e in-
tolerables, no es lo único que remueve a la Iglesia. Ade-
más está el hecho de que vivimos cada vez más en es-
cenarios inéditos. Y esto no se produce únicamente en
la Iglesia católica. «Actualmente el anuncio del Reino
de Dios continúa en el mundo en situaciones de cambio
vertiginoso», nos dice el documento La Iglesia: hacia
una visión común publicado en 2013 por la Comisión
ecuménica Fe y Constitución. Y reconoce que algunos
desarrollos «desafían de modo especial la misión de la
Iglesia y la comprensión que tiene de sí misma»: del
pluralismo religioso a la experiencia de las Iglesias jó-
1
Sacerdote católico, teólogo y estudioso de Martín Lutero, miembro
del centro interdisciplinar de estudio «Escuela Abba», director de la re-
vista Ekklesía: Sentieri di comunione e dialogo.
2
Misionero claretiano. Doctor en Teología Dogmática por la Pont.
Univ. Lateranense. Licenciado en Teología Dogmática por la Univ. Pont.
de Comillas.
7
sar en los encuentros con los patriarcas de la ortodoxia
de Constantinopla y de Moscú, en el encuentro con el
arzobispo de Canterbury, en el reciente encuentro con
las Iglesias protestantes. Estos gestos trazan con gran
decisión los senderos por los que encaminarse para en-
tregar a las generaciones futuras una Iglesia reconciliada
y unida, que sepa mirar a los enormes retos del mundo
de hoy con una mirada común.
No menos significativos han sido los gestos de diálo-
go con el judaísmo y con los jefes de las demás religiones
no cristianas. El diálogo y la verdadera apertura, escribe
Francisco, implican
Mantenerse firme en las propias convicciones más
hondas, con una identidad clara ygozosa, pero «abier-
to a comprender las del otro» y «sabiendo que el diá-
logo realmente puede enriquecer a cada uno». No nos
sirve una apertura diplomática [...]. La evangelización
y el diálogo interreligioso, lejos de oponerse, se sostie-
nen y se alimentan recíprocamente (n. 251).
164
Índice
Prólogo .......................................................................... 5
Intoducción
La Iglesia en este cambio de época (H. Blaum ·is ·r ·
C. García Andrade) ................................................ 7
Frecuentar el futuro (A. Romero)................................ 11
Tengo un sueño (C. Lubich) ........................................ 17
Algunas claves de lectura del pontificad d ·1p:tp:t
Francisco (H. Blaumeiser) ...................................... 21
Lo que el Espíritu dice a la Iglesia (P. od ;~) .............. 43
Quitarse las sandalias frente a la «tierra sagt'llt In
del otro (C. Slipper) ................................................ 57
Sensibilidad al ser con los otros (S. Nuin) .................. 61
El Espíritu Santo en el camino de nu •str·ns lnlt·sins
(A. Gimenez Recepcion) ........................................ 67
Perfil de la Iglesia de mañana (Mons. K. llt'llllllt't'iv) .... 73
Carisma y vida consagrada hoy (F.
Estar en la llaga (Mons. B. Leahy)
iardi, 111111) ............ .. 87
97
165
Pablo VI: profeta, apóstol, mediador (M. Voce) ............ 107
Carismas, generadores de cultura (M. Motta, hnj)........ 115
Desde siempre es «la hora de los laicos» (C. García
Andrade, cm/) .......................................................... 125
El Espíritu dice hoy: sinodalidad (E. Cambón) ........ 131
Del Vaticano II a la Evangelii gaudium (V. Zani) ........ 137
166
SoMOS SIGNO DE UNA IGLESIA
A LA ESCUCHA Y EN CAMIN01
Algunas claves de lectura
del pontificado del papa Francisco
Hubertus Blaumeíser
El de Francisco es un pontificado que no deja a nadie
indiferente. Son muchos los que siguen día tras día sus
palabras y sus gestos. Y todos, quien de un modo y
quien, de otro, nos hacemos nuestra idea de él. ¿Cómo
resumir y cómo leer la acción tan polivalente y el magis-
terio tan amplio y estimulante de este papa venido de
los confines del mundo? Parece una empresa imposible.
Y, sin embargo, es bueno tratar de conocer las líneas de
fondo y los principios operativos que guían a Francisco
en su ministerio, para no dejarnos impresionar por crí-
ticas y resistencias que se alzan de modo creciente y a
veces masivo contra él. ¿Cuál es, pues, la inspiración
profunda, el porqué de las palabras y de los pasos, las
1 H. BLAUMEISER, «Alcune chiavi di lettura del pontificato di papa
Francesco»: Nuova Umanitd, 232 (2018/10-12), pp. 15-28.
21
1 lt 1 111 l(•t lt~ra que nos pueden ayudar a interpretar
,• ¡,• pu111 if'icado? Tratemos de trazar un perfil.
EL ESTILO: REFORMA DE LA IGLESIA A PARTIR
DEL EVANGELIO
Es cosa bien sabida: Francisco quiere una reforma
de la Iglesia. No es una idea solitaria, sino lo que pidie-
ron los cardenales en las reuniones tenidas en los nueve
días anteriores al cónclave, casi corno un mandato para
el futuro papa. Por eso Francisco, al día siguiente del
cónclave, creó un consejo de cardenales de varias partes
del mundo -llamado por todos C9-, que lo ayudara en
el gobierno de la Iglesia y estudiara, en particular, una
reforma de la Curia Romana. Así pues, nos esperábamos
cambios estructurales a breve plazo. Algunos ya han te-
nido lugar. Sin embargo, la fuerza de la reforma del pa-
pa Francisco no está tanto en esto, sino en un estilo que
tiene muchos matices, pero quiere medirse con una sola
norma: Jesús y su Evangelio, leído, o mejor, practicado
sine glossa, sin oropeles2
•
«¡Ah, ¡cómo quisiera una Iglesia pobre y para los po-
bres!», exclamó en su primer encuentro con los repre-
sentantes de los medios de comunicación social3. Y bajó
2
La importancia de la categoría del "estilo" ha sido estudiada teo-
lógicamente en particular por C. THEOBALD, Il cristianesimo come stile.
Un modo di/are teologia nella postmodernitd, 2 vol., EDB, Bologna 2009.
3 Discurso a los representantes de los medios de comunicación social,
Aula Pablo VI, 16 de marzo de 2013.
22
de las alturas solitarias del palacio apostólico, eligiendo
por vivienda dos habitaciones en la Dornus Santa Mart~,
donde hace "vida de comunidad", junto con los dernas
residentes -obispos y sacerdotes- y huéspedes. Corno to-
dos, torna el desayuno y la cena en el buffet de autose~­
vicio, va él mismo a la tienda a comprar zapatos, hace VI-
sitas sorpresa, corno, por ejemplo, al comedor del
Vaticano donde almorzó con los trabajadores, y va a reu-
nirse co~sus colaboradores de la curia en sus dicasterios.
y lo mismo durante sus viajes: comidas con los pobres'!
en las cárceles, encuentros con las víctimas de abusos, VI-
sitas a casas de rehabilitación para drogadictos... Un es-
tilo sobrio, sin pompa ni ostentación de poder, formas
de actuar que crean cercanía. «Revolución de la ternura»,
la lla¡na él; opción por la misericordia para ~ocar 1~ «car-
ne de Cristo»; conceptos que hasta hace cmco an~s no
conocíamos y que nos invitan a cambiar de r_nentalld~d.
Pero hay más: Francisco no busca segundades_
, smo
que tiene la valentía de exponerse, sin temor a arnesgar
el tipo. «Yo soy un pecador. Esta es la definición más
exacta», respondió en la entrevista del veran~- de 2013
al P. Spadaro, que le había preguntado: «¿Qmen ~s Jor-
ge Mario Bergoglio?»4 . Y no ha dudado en ~epetlr esta
afirmación en otras ocasiones. Está convene1do de que
la auténtica fe carnina de la mano con la duda, corno
también explicó en aquella entrevista:
4 Razón y Fe, 2013, t. 268, no 1380, p.251.
23
Si una p rsona dice que ha encontrado a Dios con
rt zn total y ni 1 roza un margen de incertidumbre,
nlpo 110 val icn. [...]Si uno tiene respuestas a todas las
pr · 1untas, seamos ante una prueba de que Dios no está
con ~1. Quiere decir que es un falso profeta que usa la
r ·ligión en bien propio. Los grandes guías del pueblo
d Dios, como Moisés, siempre han dado espacio a la
duda. Tenemos que hacer espacio al Señor, no a nues-
tras certezas, hemos de ser humildes. [...] Y con fre-
cuencia se busca a tientas, como leemos en la Biblia. Es-
ta es la experiencia de los grandes Padres de la fe,
modelo nuestro. [.. .] No se nos ha entregado la vida
como un guían en el que ya todo está escrito, sino que
consiste en andar, caminar, hacer, buscar, ver.. . Hay que
embarcarse en la aventura de la búsqueda del encuentro
y del dejarse buscar y dejarse encontrar por Dios5.
El papa Francisco no busca, pues, una Iglesia, y me-
nos aún una sociedad, en la que todo está bien y todo
es uni(orme. «El modelo a seguir en la verdadera glo-
balización», dijo a los universitarios de Roma en no-
viembre de 2013, «no es la esfera, en la que todo saliente
está nivelado y desaparece toda diferencia; el modelo es
el poliedro, que incluye una multiplicidad de elementos
y respeta la unidad en la variedad. Defendiendo la uni-
dad, defendemos también la diversidad»6.
5 !bid. , pp. 268-269.
6 En las primeras Vísperas de Adviento con los universilrmós de Roma,
Basílica Vaticana, 30 de noviembre de 2013; cf. Evcmgelii wmdium, n. 236.
24
Junto al poliedro como modelo de la unidad, en
Evangelii gaudium indica también otro elemento discri-
minador: el tiempo es superior al espacio.
Este principio -explica- permite trabajar a largo
plazo, sin la obsesión de los resultados inmediatos.
Ayuda a soportar con paciencia situaciones difíciles
y adversas, o los cambios de planes que el dinamis-
mo de la realidad impone. [. ..] Dar prioridad al es-
pacio lleva a enloquecerse para tener todo resuelto
en el presente[. ..]. Dar prioridad al tiempo significa
ocuparse de iniciar procesos [...] que generan nue-
vos dinamismos en la sociedad e implican a otras
personas y grupos que los llevarán adelante, hasta
qpe fructifiquen en importantes sucesos históricos.
Sin ansiedad, pero con convicciones claras y tenaces
(EG 223).
Aquí está la fuerza del papa Francisco. El atractivo
que él ejerce sobre muchos que no son gente «de Igle-
sia», sobre personas de otras religiones y de conviccio-
nes no religiosas, y el fuerte impacto que él tiene sobre
los medios de comunicación social no derivan ni de me-
didas estructurales ni de la mera doctrina, sino de la no-
vedad de su visión y de su estilo. Sus gestos y sus pala-
bras, sus decisiones y sus enseñanzas están guiadas por
paradigmas inéditos que ahondan sus raíces en el humus
genuino del Evangelio y, como ha dicho varias veces el
P. Spadaro, en el carisma de san Ignacio de Loyola, el
25
fundador de la orden de los jesuitas, en el que se ha for-
mado Francisco.
EL MÉTODO: CULTURA DEL ENCUENTRO Y ARTE
DEL ACOMPAÑAMIENTO
Pasemos del estilo de Francisco a su método, al ca-
mino que él recorre. En su exhortación apostólica pro-
gramática Evangelii gaudium, de finales de 2013, él ha
llamado a la Iglesia a una conversión pastoral: «Sueño
con una opción misionera -afirma- capaz de transfor-
marlo todo, para que las costumbres, los estilos, los ho-
rarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta
en un cauce adecuado para la evangelización del mundo
actual, más que para la autopreservación» (n. 27).
Así pues, estamos llamados a vivir «en salida». Frente
a las muchas llagas de la humanidad de hoy, el pueblo
de Dios no puede permanecer indiferente y distante, si-
no que debe actuar -ha dicho Francisco- como «hospi-
tal de campaña»7• «Prefiero una Iglesia accidentada, he-
rida y ~anchada por salir a la calle, antes que una Iglesia
enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a
sus propias seguridades», dice el famoso n. 49 de Evan-
gelii gaudium. Y Francisco explica: «Más que 1temor
a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a ence-
rrarnos en las estructuras que nos dan una falsa conten-
ción, en las normas que nos vuelven juec s implacables,
7 Cf. Razón y Fe, op. cit., p. 261.
26
en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mien-
tras afuera hay una multitud hambrienta yJesus nos re-
pite sin cansarse: " ¡Dadles vosotros de comer!" (Me 6,
37)».
Por eso Francisco propaga una cultura del encuentro
y la practica incansablemente él mismo. Pero ¿qué en-
, 1" ",)
tiende él por «cultura del encuentro» y como se rea 1za.
Me ha hablado de ella el entonces nuncio de México,
que, en febrero de 2016, asistió de cerca a la visita del
papa a aquella tierra. Francisco -me contó- entra en las
situaciones tal como son y luego ve qué sucede. En un
determinado momento se enciende una luz y entonces
comprende qué decir y qué hacer.
No planes prefabricados sino un dinamismo rela-
cional: la cultura del encuentro. Con esta expresión,
Francisco traduce en términos fuertemente existencia-
les y personalistas lo que en general se llama diálogo.
«Cultura del encuentro» significa para él mirar a la ca-
ra la realidad, acoger a las personas y las situaciones
tal como son, examinar la realidad del mundo de hoy
con las prerrogativas de la libertad humana que, en es-
te tiempo nuestro, no acepta ser arrinconada por reglas
disciplinares que vienen del exterior. Ese ha sido el en-
foque con el que, por deseo de Francisco, se preparó
y desarrolló el Sínodo de Obispos sobre la familia Y
con el que se llegó también al de los jóvenes: relacio-
narse con las personas sin preconceptos y sin reservas,
allí donde están, y ponerse junto con ellas a descubrir
el Evangelio.
27
Francisco ha resumido esta actitud en cinco verbos:
tomar la iniciativa («primerear»), involucrarse, acom-
pañar, fructificar y festejar. Remitiendo para una expli-
cación de estos verbos al n. 24 de la Evangelii gaudium,
quisiera detenerme aquí de modo especial en la palabra
«acompañar», particularmente importante para com-
prender la acción del papa en el campo de la pastoral
familiar, tal como la ha descrito en la Amorz5 laetitia y
en muchos otros ámbitos.
Digámoslo ya: Francisco no pretende poner entre
paréntesis la fidelidad a la verdad del dogma ni la cla-
ridad de la doctrina sino, más bien, conjugada con la
realidad vivida por la gente con una actitud pastoral
que exprese el amor evangélico. Yno para ceder a com-
ponendas sino por fidelidad a ese Dios cuya verdad ple-
na es, en definitiva, el amor.
De aquí nace ese arte del acompañamiento que él
aprecia tanto y que ilustra con gran equilibrio en la
Evangelii gaudium. «Sin disminuir el valor del ideal
evangélico, hay que acompañar con misericordia y pa-
ciencia las posibles etapas de crecimiento de las perso-
nas que se van construyendo día a día» leemos en el n.
44 que remite al n. 34 de la Familiaris consortio deJuan
Pablo II. En los nn. 169-173 de la Evangelii gaudium
se halla una explicación articulada. Cito uno pocos pa-
sajes: «En una civilización paradójicam nt herida por
el anonimato y, a la vez, obsesionada p r 1 s detalles de
la vida de los demás, impudorosam nt nf rma de cu-
riosidad malsana», nosotros podem s «ha r presente
28
la fragancia de la presencia cercana de Jesús y su mirada
personal». Es preciso que «todos aprendan siempre a
quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro (cf.
Ex 3, 5)», «con una mirada respetuosa y llena de com-
pasión pero que al mismo tiempo sane, libere y aliente
a madurar en la vida cristiana» (n. 169).
Necesitamos ejercitarnos en el arte de escuchar
[...].La escucha nos ayuda a encontrar el gesto y la
palabra oportuna que nos desinstala de la tranquila
condición de espectadores. Solo a partir de esta es-
cucha respetuosa y compasiva se pueden encontrar
los caminos de un genuino crecimiento, despertar
el deseo del ideal cristiano, las ansias de responder
penamente al amor de Dios y el anhelo de desarro-
llar lo mejor que Dios ha sembrado en la propia vi-
da (n. 171).
Un válido acompañante «no consiente los fatalismos
o la pusilanimidad. Siempre invita a querer curarse, a
cargar la camilla, a abrazar la cruz, a dejarlo todo, a salir
siempre de nuevo a anunciar el Evangelio» (n. 172).
En el corazón del método del papa Francisco, están,
pues, la conversión misionera y la cultura del encuen-
tro, la mirada de la misericordia y el arte del acompa-
ñamiento. Pero ¿cuáles son los fundamentos de esta ac-
titud?
29
EL FUNDAMENTO TEOLÓGICO: LA KÉNOSIS DE JESÚS
Y LOS BROTES DE LA RESURRECCIÓN
Me he preguntado muchas veces de dónde nacen ese
estilo y -si querernos- esa revolución que trae el papa
Francisco, en realidad en profunda continuidad con el
Evangelio y también con los papas anteriores, desde Pa-
blo VI a Juan Pablo II y Benedicto XVI. Cada vez me
convenzo más: ¡en el corazón de todo está la imagen de
Dios, una comprensión de Dios más fiel a la imagen de
Dios que Jesús nos abre en el Nuevo Testamento! Aquí
está la raíz de la acción de Francisco y el secreto de su
fuerza innovadora. Me explico.
Desde la Antigüedad, la teología de los filósofos nos ha
acostumbrado a ver a Dios corno el Absoluto: el motor in-
móvil, el sumo bien, el que lo sabe todo y lo puede todo,
el soberano del mundo entero. Pero con eso no hemos en-
trado en las vísceras de Dios, que nos ha revelado Jesús
en la cruz: «Dios es Amor» (]n 4, 16), corno ha recalcado
Benedicto XVI en su primera encíclica Deus caritas est.
Cristo mismo, durante siglos, ha sido representado
corno el Pantocrátor, el Señor del universo, y lo es real-
mente. Pero durante demasiado tiempo la imagen de
Cristo, y por tanto la comprensión de la Iglesia y de su
gobierno, han sido asimiladas a un imaginario que se re-
montaba al estilo de los emperadores, de los reyes y de
los poderosos de este mundo; imaginario que corres-
pondía a la maduración a que había llegado la humani-
dad en siglos pasados, pero que en realidad no es evan-
30
gélico del todo, y hoy no es nada apropiado para expre-
sar la fe cristiana.
Viniendo -corno él ha dicho- «desde el final del
mundo» y siéndole familiares las «periferias existencia-
les», Francisco tiene una percepción nítida de la urgen-
cia de rectificar nuestra imagen de Dios, y por tanto
nuestro modo de ser Iglesia. Y lo hace en base a los dos
aspectos fundamentales del evento de Cristo, que había
indicado ya Juan Pablo II en la Novo millennio ineunte
corno puntos desde los que partir: el rostro doliente de
Cristo y el rostro resucitado.
No tenernos que domesticar el poder del rostro de
Jesús -dijo Francisco a la Asamblea Nacional de la Igle-
sia Italiana en Florencia-. Mirando su rostro, ¿qué ve-
~os? Ante todo, el rostro de un Dios <<Vaciado», de un
Dios que ha asumido la condición de siervo, humillado
y obediente hasta la muerte (cf. Flp 2, 7). El rostro de
Jesús es semejante al de muchos hermanos nuestros hu-
millados, esclavizados, vaciados. Dios ha asumido su
rostro. Y ese rostro nos mira. Dios -que es «el ser ma-
yor del cual no se puede pensar», corno decía sanAn-
selmo, el Deus semper maior de san Ignacio de Loyo-
la- se hace cada vez más grande rebajándose. Si no nos
rebajarnos, no podremos ver su rostro. No veremos na-
da de su plenitud si no aceptarnos que Dios se vació8
.
s Discurso en el encuentro con los representantes del V Congreso Na·
cional de la Iglesia Italiana, Florencia, 10 de noviembre de 2015.
31
Aquí está la norma con la que medir todo lo que es y
hace la Iglesia. No hay otro camino. En el fondo, el papa
ya había expresado esto asumiendo -como primer pon-
tífice de la historia- el nombre de Francisco de Asís, de
aquel que había contemplado y revivido de un modo
muy especial aJesús crucificado. Pero también está aquí
la clave del verdadero humanismo. Aquí es donde se re-
vela qué significa ser «persona» y «realizarse» verdade-
ramente como seres humanos.
Pero está también el otro foco de la elipse, por así
decir, el otro aspecto fundamental del evento de Cristo
que guía a Francisco en su ir al encuentro de todos y en
su proyectar a la Iglesia tan decididamente más allá de
sí misma, en salida: la clara conciencia de lo que significa
la resurrección. Habla de ello al final de la Evangeliigau-
dium:
32
Su resurrección no es algo del pasado; entraña una
fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde
parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven
a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuer-
za imparable. Es verdad que muchas veces parece
que Dios no existe: vemos injusticias, maldades, in-
diferencias y crueldades que no ceden. Pero también
es cierto que en medio de la oscuridad siempre co-
mienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano
produce un fruto. [. ..] Creámosle al Evangelio, que
dice que el Reino de Dios ya está presente en el mun-
do, y está desarrollándose aquí y allá, de diversas ma-
neras: como la semilla pequeña que puede llegar a
convertirse en un gran árbol (cf. Mt 13, 31-32), como
un puñado de levadura, que fermenta una gran masa
(cf. Mt 13, 33) y como la buena semilla que crece en
medio de la cizaña (cf. Mt 13, 24-30), y siempre pue-
de sorprendernos gratamente. [. ..] La resurrección
de Cristo provoca por todas partes gérmenes de ese
mundo nuevo; y aunque se corten, vuelven a surgir,
porque la resurrección del Señor ya ha penetrado la
trama oculta de esta historia, porque Jesús no ha re-
sucitado en vano (nn. 276, 278).
De aquí nace una mirada característica sobre la rea-
lidad, que Francisco describe así en el n. 71 de Evangelii
gaudr
ium:
Necesitamos reconocer la ciudad desde una mira-
da contemplativa, esto es, una mirada de fe que des-
cubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles,
en sus plazas. La presencia de Dios acompaña las
búsquedas sinceras que personas y grupos realizan
para encontrar apoyo y sentido a sus vidas. Él vive
entre los ciudadanos promoviendo la solidaridad, la
fraternidad, el deseo de bien, de verdad y de justicia.
Esa presencia no debe ser fabricada sino descubierta,
desvelada.
Con semejante mirada, el pueblo de Dios no puede
atrincherarse en contra del mundo circunstante, ni con-
33
ducir batallas o campañas «de conquista», sino que es
llamado a inclinarse al servicio de todos para descubrir
y hacer emerger lo que el Resucitado ya ha sembrado
por todas partes.
Aquí tiene su raíz última la llamada que Francisco di-
rige a la Iglesia y a todo seguidor de Jesús, de ponernos
decididamente en salida. Detenernos en nosotros mis-
mos significaría no haber captado el radio de acción del
Crucificado resucitado. La salida no es perderse en el
mundo sino experiencia de Dios, no es simple acción
humanitaria sino expresión de una mística social. Lee-
mos en el n. 87 de Evangelii gaudium:
Hoy, que las redes y los instrumentos de la comu-
nicación humana han alcanzado desarrollos inaudi-
tos, sentimos el desafío de descubrir y transmitir la
mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrar-
nos, de tomarnos de los brazos, de apoyarnos, de par-
ticipar en esa marea algo caótica que puede conver-
tirse en una verdadera experiencia de fraternidad, en
una caravana solidaria, en una santa peregrinación.
Así pues, de Francisco nos llega la invitación a buscar
a Dios no en lo alto sino en lo bajo, allí donde Él, en su
amor, bajó, vaciándose de todo alarde de poder, y a no
buscarlo en espacios estrechos intraeclesiales, sino en el
mundo entero y en cada pliegue de la historia humana
que él ya ha alcanzado yllenado con la fuerza escondida
de la resurrección.
34
Es sorprendente, a este respecto, la profunda sinto-
nía entre Chiara Lubich y Francisco, una convergencia
en el Espíritu de la que vale la pena tomar conciencia y
que hay que aprovechar. En la época del papa Francis-
co, un escrito de Chiara como la Resurrección de Roma9
resuena de un modo muy actual...
EL SUJETO: EL PUEBLO DE DIOS, LLAMADO
A CAMINAR JUNTO
Hemos hablado del estilo y del método de Francisco
y del fundamento sobre el que se sostienen, pero no po-
demos dejar de hablar del sujeto que está comprometi-
do con él en este camino: el «santo pueblo de Dios», co-
mo ~e gusta llamarlo con afecto, sabiendo que él mismo
forma parte profundamente de este pueblo, hasta el
punto que no dudó en inclinar la cabeza, el día de su
elección, e invitar a la multitud reunida en la plaza de
San Pedro a que pidiera a Dios bendecido. Y así nos
ruega una y otra vez: «¡Rezad por mí!».
«Nos hace bien recordar que la Iglesia no es una élite
de sacerdotes, de consagrados y de obispos, sino que to-
dos formamos el Santo Pueblo fiel de Dios», escribió en
marzo de 2016 al presidente de la Comisión Pontifica
para América Latina, el Card. Marc Ouellet. Y prosigue:
«Somos, como subraya bien el Concilio Vaticano II, el
9
Cl-1. LUBJCI-1, La doctrina espiritual, Ciudad Nueva, Madrid 2002,
pp. 234-237.
35
Pueblo de Dios, cuya identidad es "la dignidad y la li-
bertad de los hijos de Dios, en cuyo corazón habita el
Espíritu Santo como en un templo" (Lumen gentium, n.
9)»10• Pueblo de Dios hecho de hombres y de mujeres,
cuya función en la Iglesia se ha de valorar decididamen-
te más.
Pocos meses antes, con ocasión del50° aniversario
de la institución del Sínodo de los Obispos, Francisco
se había detenido, como otras veces, en el sentido so-
brenatural de la fe -el sensus fidei del que habla el Vati-
cano II (cf. LG 12)-, que poseen todos los bautizados.
Esta unción del Espíritu, de la que gozamos todos jun-
tos, «impide - dice él- separar rígidamente la Ecclesia
docens [Iglesia docente] de la Ecclesia discens [Iglesia
discente], ya que también la grey posee su propio "ol-
fato" para discernir los nuevos caminos que el Señor
abre a la Iglesia»11
.
De aquí nace la exigencia de ese «caminar juntos»,
todos protagonistas, que Francisco querría ver realizado
cada-vez más en toda la Iglesia: «Lo que el Señor nos
pide -afirma-, en cierto sentido, está implícito ya en la
palabra "Sínodo"». Sin embargo: «Caminar juntos -lai-
cos, pastores y Obispo de Roma- es un concepto fácil
de expresar con palabras, pero no tan fácil de poner en
to Carta al Card. Marc Ouellet, Presidente de la Pontz/icia Comisión
para América Latina, 19 de marzo de 2016.
11 Discurso en la Conmemoración del 50° aniversario de la institución
del Sínodo de Obispos, Aula Pablo VI, 17 de octubre de 2015.
36
práctica». No se trata de multiplicar reuniones sinodales
sino de un estilo para practicar a todos los niveles en la
vida eclesial.
Una Iglesia sinodal -explica- es una Iglesia de la
escucha, sabiendo que escuchar «es más que oír». Es
una escucha recíproca, en la que cada uno tiene algo
que aprender. Pueblo fiel, colegio episcopal, obispo
de Roma: el uno a la escucha de los otros; y todos a
la escucha del Espíritu Santo, el «Espíritu de la Ver-
dad» (]n 14, 17), para conocer lo que Él «dice a las
Iglesias» (Ap 2, 7)12
Sobre este fondo, se comprende la verdadera identi-
dad del ministerio jerárquico. <<}esús constituyó a la Igle-
sia poniendo en su vértice al Colegio apostólico, en el
cual el apóstol Pedro es la «roca» (cf. Mt 16, 18), el que
debe «confirmar» a los hermanos en la fe (cf. Le 22,
32)», explica Francisco en el discurso para el 50° ani-
versario del Sínodo.
Pero en esta Iglesia, como en una pirámide al re-
vés, el vértice se halla debajo de la base. Por eso los
que ejercen la autoridad se llaman «ministros»: por-
que, según el significado original de la palabra, son
los más pequeños de todos. [...] ¡No lo olvidemos
12
!bid.
37
nunca! Para los discípulos de Jesús, ayer, hoy y siem-
pre, la única autoridad es la autoridad del servicio,
el único poder es el poder de la cruz13
No es un secreto que, en esta Iglesia, Francisco ha
puesto los ojos de modo especial en algunas categorías
de personas. Sin duda, los pobres y todos los más desfa-
vorecidos. y luego, de modo particular, en los jóvenes y
los ancianos. Leemos en el libro-entrevista Dios esjoven:
Un camino fuerte para salvarnos pienso que es el
diálogo, el diálogo de los jóvenes con los ancianos:
una interacción entre viejos y jóvenes, dejando apar-
te, provisionalmente, a los adultos. [.. .] La salvación
de los viejos es dar a los jóvenes la memoria; esto hace
a los viejos auténticos soñadores de futuro; mientras
la salvación de los jóvenes es tomar estas enseñanzas,
estos sueños, y realizarlos en la profecía14
•
¿Yqué piensa Francisco de los movimientos y de los
carismas, en este marco? Lo dijo enseguida en la Evan-
gelii gaudium:
Son dones para renovar y edificar la Iglesia (cf. LG
12). No son un patrimonio cerrado, entregado a un
13 Ibid.
14 Dios es joven: Francisco. Una conversación con Thomai Leoncinz;
Planeta, Barcelona 2018.
38
grupo para que lo custodie; más bien son regalos del
Espíritu integrados en el cuerpo eclesial, atraídos ha-
cia el centro, que es Cristo, desde donde se encauzan
en un impulso evangelizador. [...] En la comunión
'
aunque duela, es donde un carisma se vuelve autén-
tico y misteriosamente fecundo. Si vive este desafío
'
la Iglesia puede ser un modelo para la paz en el mun-
do (n. 13O; cf. también n. 131).
En este contexto, Francisco se declara convencido
de que es muy sano para los movimientos «que no pier-
dan el contacto con esa realidad tan rica de la parroquia
del lugar y que se integren gustosamente en la pastoral
orgánica de la Iglesia particular» (n. 29).
hlay que recordar que, para el papa, semejante cami-
no sinodal no solo tiene un sólido fundamento teológico
en la realidad del pueblo de Dios, sino que tiene tam-
bién aspectos espirituales e incluso psicológicos, o me-
jor, antropológicos. Escribe en la Evangelii gaudium:
Se trata de aprender a descubrir aJesús en el ros-
tro de los demás, en su voz, en sus reclamos. [...] Ahí
está la verdadera sanación, ya que el modo de rela-
cionarnos con los demás que realmente nos sana en
lugar de enfermarnos es una fraternidad mística con-
'
templativa, que sabe mirar la grandeza sagrada del
prójimo, que sabe descubrir a Dios en cada ser hu-
mano, que sabe tolerar las molestias de la convivencia
aferrándose al amor de Dios, que sabe abrir el cora-
39
zón al amor divino para buscar la felicidad de los de-
más como la busca su Padre bueno (nn. 91-92).
Y prosigue:
Benedicto XVI dijo que «cerrar los ojos ante el
prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios»
(DCE 16) y que el amor es en el fondo la única luz
que «ilumina constantemente a un mundo oscuro y
nos da la fuerza para vivir y actuar» (DCE 39). Por
tanto, cuando vivimos la mística de acercarnos a los
demás y de buscar su bien, ampliamos nuestro inte-
rior para recibir los más hermosos regalos del Señor.
Cada vez que nos encontramos con un ser humano
en el amor, quedamos capacitados para descubrir al-
go nuevo de Dios (EG 272).
Para el papa Francisco, la Iglesia es, pues, algo muy
diferente a una «institución» o una organización: es re-
lación: evento, «una historia de amor», como dijo un
díal5; historia de un pueblo que camina unido y, en este
caminar juntos, hace experiencia de Dios, o mejor, es
llamado a la santidad, en la normalidad de lo cotidiano,
como él recordó a todos en la exhortación apostólica
Gaudete et exsultate.
15 Meditación matutina en la capilla de la Domus S. Marthae, 24 de
abril de 2013.
40
EL HORIZONTE: UNA ECOLOGÍA GLOBAL Y HUMANA
QUE CUSTODIA LA CASA COMÚN
No puedo desarrollar aquí todo lo que sería necesa-
rio una última perspectiva que de todas maneras ha sido
surgiendo a lo largo del texto: Francisco mira a la hu-
manidad, no a la Iglesia. Y, por tanto, se toma a pecho
los grandes problemas del mundo de hoy. Denuncia la
«cultura del descarte» y la «globalización de la indife-
rencia». Lucha no solo con palabras sino con iniciativas
diversas contra el comercio de armas y la trata de seres
humanos. Se compromete por la paz, tiene palabras du-
ras contra una economía «que mata» y le enfadan unas
finanzas que idolatran el dinero en vez de servir. Y la
mirada va más allá, hasta esa ecología humana y global
que •
abarca la creación y llama a todos a cuidar unos de
otros y de esa Casa común que es la Tierra, y cuyos re-
cursos se han de compartir con las futuras generaciones.
«Todos nosotros, seres del universo -escribe Fran-
cisco en la encíclica Laudato si'-, estamos unidos por
vínculos invisibles y formamos una especie de familia
universal, una comunión sublime que nos empuja a un
respeto sagrado, amoroso y humilde» (n. 89). E invita a
tener una mirada amplia: «No existen dos crisis separa-
das, una medioambiental y otra social, sino una sola y
compleja crisis socio-ambiental» (n. 139). El reto, según
el papa, es el de intentar leer la realidad en clave trini-
taria (n. 239). «Todo está conectado, y esto nos invita a
madurar una espiritualidad de la solidaridad global que
41
brota del misterio de la Trinidad» (n. 240). Este es el
amplio horizonte de la misión del pueblo de Dios que
nos reenvía al ser mismo de la Iglesia, la cual -según
Evangelii gaudium- «hunde sus raíces en la Trinidad»
(n. 111) y está llamada a «ser el fermento de Dios en me-
dio de la humanidad», «el lugar de la misericordia gra-
tuita, donde todos puedan sentirse acogidos, amados,
perdonados y animados a vivir según la vida buena del
Evangelio» (n. 114).
Nos corresponde a cada uno contribuir, junto a todos
los demás, a la realización de esta gran visión.
42
¿POR QUÉ VÍAS CAMINAR?
Lo que el Espíritu dice a la Iglesia
Piero Coda
J
El Espíritu Santo sigue hablando a la Iglesia en su ca-
minar a lo largo de los senderos de la historia. Y sigue
haciéndolo más allá del recordar y hacer resonar como
nuevas las palabras de Jesús, más allá de hacer más vivo
el significado de las mismas y más urgente la llamada.
Lo hace también por medio de las invocaciones -expre-
sas o tácitas- de quien sufre y está llagado, de quien in-
voca y de quien busca; lo hace a través de los silencios y
las esperas, muchas veces más elocuentes que cualquier
discurso; lo hace por medio de los gemidos inexpresa-
bles que tantos -en definitiva, todos- custodiamos en
lo profundo y deseamos descifrar.
43

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  • 1. colección EKKLESIA senderos de comunión Codirectores de la colección: Carlos García Andrade Aurelio Romero Hubertus Blaumeiser Marina Motta Vincenzo Zani y otros ,._ EL SUENO DE UNA IGLESIA SINODAL C#J Ciudad Nueva
  • 2. Artículos originales publicados en las revistas Ekklesia n. 1 y Nuova Umanitd nn. 229, 232. 1a impresión: mayo 2019 © Citta Nuova Eclitrice Vía Pieve Torina, 55 - 00156 Roma www.cittanuova.it Traducción: Ciudad Nueva Edición: Aurelio Romero Diseño de cubierta y maquetación: Antonio Santos © 2019, Editorial Ciudad Nueva José Picón, 28 - 28028 Madrid www.ciudadnueva.com ISBN: 978-84-9715-434-5 Depósito legal: M-19.074-2019 Imprime: Estugraf Impresores - Ciempozuelos (Madrid) Prólogo Con este volumen da comienzo una nueva colección de la editorial Ciudad Nueva que tiene como título Ek- klesia: Senderos de comunión y diálogo. Esta colección toma como modelo y se inspira en su forma y contenidos en el periódico trimestral Ekklesía: Sentieri di comunione e dialogo y ambas forman parte de un proyecto internacional que pretende ser una in- vit;:tción a caminar y comprometerse juntos en la bús- queda de lenguajes para comunicar el Evangelio al mun- do de hoy. Etimológicamente la expresión griega ekklesía signi- fica «asamblea», personas que se saben llamadas a ser protagonistas juntas del camino de un pueblo. Caminos, come dice el subtítulo, nos explica el carácter experi- mental y de taller del proyecto; comunión y diálogo in- dica la dirección en la que se mueve, pero también el es- tilo: quisiéramos que esta colección pueda expresar y servir a una comunidad. Con estas intenciones cada volumen de la colección tratará un tema de actualidad en el que confluirán todos los artículos, cada uno afrontando dicho tema desde su propia perspectiva y campo del saber. 5
  • 3. Bebiendo del agua de los carismas antiguos y nue- vos, se dirige fundamentalmente a animadores de la vi- da eclesial esperando que les pueda ayudar como fuen - te de inspiración, instrumento de formación y ayuda para la acción. 6 Introducción La Iglesia en este cambio de época Hubertus Blaumeiser1 Carlos García Andrade2 La crisis de los abusos, aunque sean dolorosos e in- tolerables, no es lo único que remueve a la Iglesia. Ade- más está el hecho de que vivimos cada vez más en es- cenarios inéditos. Y esto no se produce únicamente en la Iglesia católica. «Actualmente el anuncio del Reino de Dios continúa en el mundo en situaciones de cambio vertiginoso», nos dice el documento La Iglesia: hacia una visión común publicado en 2013 por la Comisión ecuménica Fe y Constitución. Y reconoce que algunos desarrollos «desafían de modo especial la misión de la Iglesia y la comprensión que tiene de sí misma»: del pluralismo religioso a la experiencia de las Iglesias jó- 1 Sacerdote católico, teólogo y estudioso de Martín Lutero, miembro del centro interdisciplinar de estudio «Escuela Abba», director de la re- vista Ekklesía: Sentieri di comunione e dialogo. 2 Misionero claretiano. Doctor en Teología Dogmática por la Pont. Univ. Lateranense. Licenciado en Teología Dogmática por la Univ. Pont. de Comillas. 7
  • 4. sar en los encuentros con los patriarcas de la ortodoxia de Constantinopla y de Moscú, en el encuentro con el arzobispo de Canterbury, en el reciente encuentro con las Iglesias protestantes. Estos gestos trazan con gran decisión los senderos por los que encaminarse para en- tregar a las generaciones futuras una Iglesia reconciliada y unida, que sepa mirar a los enormes retos del mundo de hoy con una mirada común. No menos significativos han sido los gestos de diálo- go con el judaísmo y con los jefes de las demás religiones no cristianas. El diálogo y la verdadera apertura, escribe Francisco, implican Mantenerse firme en las propias convicciones más hondas, con una identidad clara ygozosa, pero «abier- to a comprender las del otro» y «sabiendo que el diá- logo realmente puede enriquecer a cada uno». No nos sirve una apertura diplomática [...]. La evangelización y el diálogo interreligioso, lejos de oponerse, se sostie- nen y se alimentan recíprocamente (n. 251). 164 Índice Prólogo .......................................................................... 5 Intoducción La Iglesia en este cambio de época (H. Blaum ·is ·r · C. García Andrade) ................................................ 7 Frecuentar el futuro (A. Romero)................................ 11 Tengo un sueño (C. Lubich) ........................................ 17 Algunas claves de lectura del pontificad d ·1p:tp:t Francisco (H. Blaumeiser) ...................................... 21 Lo que el Espíritu dice a la Iglesia (P. od ;~) .............. 43 Quitarse las sandalias frente a la «tierra sagt'llt In del otro (C. Slipper) ................................................ 57 Sensibilidad al ser con los otros (S. Nuin) .................. 61 El Espíritu Santo en el camino de nu •str·ns lnlt·sins (A. Gimenez Recepcion) ........................................ 67 Perfil de la Iglesia de mañana (Mons. K. llt'llllllt't'iv) .... 73 Carisma y vida consagrada hoy (F. Estar en la llaga (Mons. B. Leahy) iardi, 111111) ............ .. 87 97 165
  • 5. Pablo VI: profeta, apóstol, mediador (M. Voce) ............ 107 Carismas, generadores de cultura (M. Motta, hnj)........ 115 Desde siempre es «la hora de los laicos» (C. García Andrade, cm/) .......................................................... 125 El Espíritu dice hoy: sinodalidad (E. Cambón) ........ 131 Del Vaticano II a la Evangelii gaudium (V. Zani) ........ 137 166
  • 6. SoMOS SIGNO DE UNA IGLESIA A LA ESCUCHA Y EN CAMIN01 Algunas claves de lectura del pontificado del papa Francisco Hubertus Blaumeíser El de Francisco es un pontificado que no deja a nadie indiferente. Son muchos los que siguen día tras día sus palabras y sus gestos. Y todos, quien de un modo y quien, de otro, nos hacemos nuestra idea de él. ¿Cómo resumir y cómo leer la acción tan polivalente y el magis- terio tan amplio y estimulante de este papa venido de los confines del mundo? Parece una empresa imposible. Y, sin embargo, es bueno tratar de conocer las líneas de fondo y los principios operativos que guían a Francisco en su ministerio, para no dejarnos impresionar por crí- ticas y resistencias que se alzan de modo creciente y a veces masivo contra él. ¿Cuál es, pues, la inspiración profunda, el porqué de las palabras y de los pasos, las 1 H. BLAUMEISER, «Alcune chiavi di lettura del pontificato di papa Francesco»: Nuova Umanitd, 232 (2018/10-12), pp. 15-28. 21
  • 7. 1 lt 1 111 l(•t lt~ra que nos pueden ayudar a interpretar ,• ¡,• pu111 if'icado? Tratemos de trazar un perfil. EL ESTILO: REFORMA DE LA IGLESIA A PARTIR DEL EVANGELIO Es cosa bien sabida: Francisco quiere una reforma de la Iglesia. No es una idea solitaria, sino lo que pidie- ron los cardenales en las reuniones tenidas en los nueve días anteriores al cónclave, casi corno un mandato para el futuro papa. Por eso Francisco, al día siguiente del cónclave, creó un consejo de cardenales de varias partes del mundo -llamado por todos C9-, que lo ayudara en el gobierno de la Iglesia y estudiara, en particular, una reforma de la Curia Romana. Así pues, nos esperábamos cambios estructurales a breve plazo. Algunos ya han te- nido lugar. Sin embargo, la fuerza de la reforma del pa- pa Francisco no está tanto en esto, sino en un estilo que tiene muchos matices, pero quiere medirse con una sola norma: Jesús y su Evangelio, leído, o mejor, practicado sine glossa, sin oropeles2 • «¡Ah, ¡cómo quisiera una Iglesia pobre y para los po- bres!», exclamó en su primer encuentro con los repre- sentantes de los medios de comunicación social3. Y bajó 2 La importancia de la categoría del "estilo" ha sido estudiada teo- lógicamente en particular por C. THEOBALD, Il cristianesimo come stile. Un modo di/are teologia nella postmodernitd, 2 vol., EDB, Bologna 2009. 3 Discurso a los representantes de los medios de comunicación social, Aula Pablo VI, 16 de marzo de 2013. 22 de las alturas solitarias del palacio apostólico, eligiendo por vivienda dos habitaciones en la Dornus Santa Mart~, donde hace "vida de comunidad", junto con los dernas residentes -obispos y sacerdotes- y huéspedes. Corno to- dos, torna el desayuno y la cena en el buffet de autose~­ vicio, va él mismo a la tienda a comprar zapatos, hace VI- sitas sorpresa, corno, por ejemplo, al comedor del Vaticano donde almorzó con los trabajadores, y va a reu- nirse co~sus colaboradores de la curia en sus dicasterios. y lo mismo durante sus viajes: comidas con los pobres'! en las cárceles, encuentros con las víctimas de abusos, VI- sitas a casas de rehabilitación para drogadictos... Un es- tilo sobrio, sin pompa ni ostentación de poder, formas de actuar que crean cercanía. «Revolución de la ternura», la lla¡na él; opción por la misericordia para ~ocar 1~ «car- ne de Cristo»; conceptos que hasta hace cmco an~s no conocíamos y que nos invitan a cambiar de r_nentalld~d. Pero hay más: Francisco no busca segundades_ , smo que tiene la valentía de exponerse, sin temor a arnesgar el tipo. «Yo soy un pecador. Esta es la definición más exacta», respondió en la entrevista del veran~- de 2013 al P. Spadaro, que le había preguntado: «¿Qmen ~s Jor- ge Mario Bergoglio?»4 . Y no ha dudado en ~epetlr esta afirmación en otras ocasiones. Está convene1do de que la auténtica fe carnina de la mano con la duda, corno también explicó en aquella entrevista: 4 Razón y Fe, 2013, t. 268, no 1380, p.251. 23
  • 8. Si una p rsona dice que ha encontrado a Dios con rt zn total y ni 1 roza un margen de incertidumbre, nlpo 110 val icn. [...]Si uno tiene respuestas a todas las pr · 1untas, seamos ante una prueba de que Dios no está con ~1. Quiere decir que es un falso profeta que usa la r ·ligión en bien propio. Los grandes guías del pueblo d Dios, como Moisés, siempre han dado espacio a la duda. Tenemos que hacer espacio al Señor, no a nues- tras certezas, hemos de ser humildes. [...] Y con fre- cuencia se busca a tientas, como leemos en la Biblia. Es- ta es la experiencia de los grandes Padres de la fe, modelo nuestro. [.. .] No se nos ha entregado la vida como un guían en el que ya todo está escrito, sino que consiste en andar, caminar, hacer, buscar, ver.. . Hay que embarcarse en la aventura de la búsqueda del encuentro y del dejarse buscar y dejarse encontrar por Dios5. El papa Francisco no busca, pues, una Iglesia, y me- nos aún una sociedad, en la que todo está bien y todo es uni(orme. «El modelo a seguir en la verdadera glo- balización», dijo a los universitarios de Roma en no- viembre de 2013, «no es la esfera, en la que todo saliente está nivelado y desaparece toda diferencia; el modelo es el poliedro, que incluye una multiplicidad de elementos y respeta la unidad en la variedad. Defendiendo la uni- dad, defendemos también la diversidad»6. 5 !bid. , pp. 268-269. 6 En las primeras Vísperas de Adviento con los universilrmós de Roma, Basílica Vaticana, 30 de noviembre de 2013; cf. Evcmgelii wmdium, n. 236. 24 Junto al poliedro como modelo de la unidad, en Evangelii gaudium indica también otro elemento discri- minador: el tiempo es superior al espacio. Este principio -explica- permite trabajar a largo plazo, sin la obsesión de los resultados inmediatos. Ayuda a soportar con paciencia situaciones difíciles y adversas, o los cambios de planes que el dinamis- mo de la realidad impone. [. ..] Dar prioridad al es- pacio lleva a enloquecerse para tener todo resuelto en el presente[. ..]. Dar prioridad al tiempo significa ocuparse de iniciar procesos [...] que generan nue- vos dinamismos en la sociedad e implican a otras personas y grupos que los llevarán adelante, hasta qpe fructifiquen en importantes sucesos históricos. Sin ansiedad, pero con convicciones claras y tenaces (EG 223). Aquí está la fuerza del papa Francisco. El atractivo que él ejerce sobre muchos que no son gente «de Igle- sia», sobre personas de otras religiones y de conviccio- nes no religiosas, y el fuerte impacto que él tiene sobre los medios de comunicación social no derivan ni de me- didas estructurales ni de la mera doctrina, sino de la no- vedad de su visión y de su estilo. Sus gestos y sus pala- bras, sus decisiones y sus enseñanzas están guiadas por paradigmas inéditos que ahondan sus raíces en el humus genuino del Evangelio y, como ha dicho varias veces el P. Spadaro, en el carisma de san Ignacio de Loyola, el 25
  • 9. fundador de la orden de los jesuitas, en el que se ha for- mado Francisco. EL MÉTODO: CULTURA DEL ENCUENTRO Y ARTE DEL ACOMPAÑAMIENTO Pasemos del estilo de Francisco a su método, al ca- mino que él recorre. En su exhortación apostólica pro- gramática Evangelii gaudium, de finales de 2013, él ha llamado a la Iglesia a una conversión pastoral: «Sueño con una opción misionera -afirma- capaz de transfor- marlo todo, para que las costumbres, los estilos, los ho- rarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual, más que para la autopreservación» (n. 27). Así pues, estamos llamados a vivir «en salida». Frente a las muchas llagas de la humanidad de hoy, el pueblo de Dios no puede permanecer indiferente y distante, si- no que debe actuar -ha dicho Francisco- como «hospi- tal de campaña»7• «Prefiero una Iglesia accidentada, he- rida y ~anchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a sus propias seguridades», dice el famoso n. 49 de Evan- gelii gaudium. Y Francisco explica: «Más que 1temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a ence- rrarnos en las estructuras que nos dan una falsa conten- ción, en las normas que nos vuelven juec s implacables, 7 Cf. Razón y Fe, op. cit., p. 261. 26 en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mien- tras afuera hay una multitud hambrienta yJesus nos re- pite sin cansarse: " ¡Dadles vosotros de comer!" (Me 6, 37)». Por eso Francisco propaga una cultura del encuentro y la practica incansablemente él mismo. Pero ¿qué en- , 1" ",) tiende él por «cultura del encuentro» y como se rea 1za. Me ha hablado de ella el entonces nuncio de México, que, en febrero de 2016, asistió de cerca a la visita del papa a aquella tierra. Francisco -me contó- entra en las situaciones tal como son y luego ve qué sucede. En un determinado momento se enciende una luz y entonces comprende qué decir y qué hacer. No planes prefabricados sino un dinamismo rela- cional: la cultura del encuentro. Con esta expresión, Francisco traduce en términos fuertemente existencia- les y personalistas lo que en general se llama diálogo. «Cultura del encuentro» significa para él mirar a la ca- ra la realidad, acoger a las personas y las situaciones tal como son, examinar la realidad del mundo de hoy con las prerrogativas de la libertad humana que, en es- te tiempo nuestro, no acepta ser arrinconada por reglas disciplinares que vienen del exterior. Ese ha sido el en- foque con el que, por deseo de Francisco, se preparó y desarrolló el Sínodo de Obispos sobre la familia Y con el que se llegó también al de los jóvenes: relacio- narse con las personas sin preconceptos y sin reservas, allí donde están, y ponerse junto con ellas a descubrir el Evangelio. 27
  • 10. Francisco ha resumido esta actitud en cinco verbos: tomar la iniciativa («primerear»), involucrarse, acom- pañar, fructificar y festejar. Remitiendo para una expli- cación de estos verbos al n. 24 de la Evangelii gaudium, quisiera detenerme aquí de modo especial en la palabra «acompañar», particularmente importante para com- prender la acción del papa en el campo de la pastoral familiar, tal como la ha descrito en la Amorz5 laetitia y en muchos otros ámbitos. Digámoslo ya: Francisco no pretende poner entre paréntesis la fidelidad a la verdad del dogma ni la cla- ridad de la doctrina sino, más bien, conjugada con la realidad vivida por la gente con una actitud pastoral que exprese el amor evangélico. Yno para ceder a com- ponendas sino por fidelidad a ese Dios cuya verdad ple- na es, en definitiva, el amor. De aquí nace ese arte del acompañamiento que él aprecia tanto y que ilustra con gran equilibrio en la Evangelii gaudium. «Sin disminuir el valor del ideal evangélico, hay que acompañar con misericordia y pa- ciencia las posibles etapas de crecimiento de las perso- nas que se van construyendo día a día» leemos en el n. 44 que remite al n. 34 de la Familiaris consortio deJuan Pablo II. En los nn. 169-173 de la Evangelii gaudium se halla una explicación articulada. Cito uno pocos pa- sajes: «En una civilización paradójicam nt herida por el anonimato y, a la vez, obsesionada p r 1 s detalles de la vida de los demás, impudorosam nt nf rma de cu- riosidad malsana», nosotros podem s «ha r presente 28 la fragancia de la presencia cercana de Jesús y su mirada personal». Es preciso que «todos aprendan siempre a quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro (cf. Ex 3, 5)», «con una mirada respetuosa y llena de com- pasión pero que al mismo tiempo sane, libere y aliente a madurar en la vida cristiana» (n. 169). Necesitamos ejercitarnos en el arte de escuchar [...].La escucha nos ayuda a encontrar el gesto y la palabra oportuna que nos desinstala de la tranquila condición de espectadores. Solo a partir de esta es- cucha respetuosa y compasiva se pueden encontrar los caminos de un genuino crecimiento, despertar el deseo del ideal cristiano, las ansias de responder penamente al amor de Dios y el anhelo de desarro- llar lo mejor que Dios ha sembrado en la propia vi- da (n. 171). Un válido acompañante «no consiente los fatalismos o la pusilanimidad. Siempre invita a querer curarse, a cargar la camilla, a abrazar la cruz, a dejarlo todo, a salir siempre de nuevo a anunciar el Evangelio» (n. 172). En el corazón del método del papa Francisco, están, pues, la conversión misionera y la cultura del encuen- tro, la mirada de la misericordia y el arte del acompa- ñamiento. Pero ¿cuáles son los fundamentos de esta ac- titud? 29
  • 11. EL FUNDAMENTO TEOLÓGICO: LA KÉNOSIS DE JESÚS Y LOS BROTES DE LA RESURRECCIÓN Me he preguntado muchas veces de dónde nacen ese estilo y -si querernos- esa revolución que trae el papa Francisco, en realidad en profunda continuidad con el Evangelio y también con los papas anteriores, desde Pa- blo VI a Juan Pablo II y Benedicto XVI. Cada vez me convenzo más: ¡en el corazón de todo está la imagen de Dios, una comprensión de Dios más fiel a la imagen de Dios que Jesús nos abre en el Nuevo Testamento! Aquí está la raíz de la acción de Francisco y el secreto de su fuerza innovadora. Me explico. Desde la Antigüedad, la teología de los filósofos nos ha acostumbrado a ver a Dios corno el Absoluto: el motor in- móvil, el sumo bien, el que lo sabe todo y lo puede todo, el soberano del mundo entero. Pero con eso no hemos en- trado en las vísceras de Dios, que nos ha revelado Jesús en la cruz: «Dios es Amor» (]n 4, 16), corno ha recalcado Benedicto XVI en su primera encíclica Deus caritas est. Cristo mismo, durante siglos, ha sido representado corno el Pantocrátor, el Señor del universo, y lo es real- mente. Pero durante demasiado tiempo la imagen de Cristo, y por tanto la comprensión de la Iglesia y de su gobierno, han sido asimiladas a un imaginario que se re- montaba al estilo de los emperadores, de los reyes y de los poderosos de este mundo; imaginario que corres- pondía a la maduración a que había llegado la humani- dad en siglos pasados, pero que en realidad no es evan- 30 gélico del todo, y hoy no es nada apropiado para expre- sar la fe cristiana. Viniendo -corno él ha dicho- «desde el final del mundo» y siéndole familiares las «periferias existencia- les», Francisco tiene una percepción nítida de la urgen- cia de rectificar nuestra imagen de Dios, y por tanto nuestro modo de ser Iglesia. Y lo hace en base a los dos aspectos fundamentales del evento de Cristo, que había indicado ya Juan Pablo II en la Novo millennio ineunte corno puntos desde los que partir: el rostro doliente de Cristo y el rostro resucitado. No tenernos que domesticar el poder del rostro de Jesús -dijo Francisco a la Asamblea Nacional de la Igle- sia Italiana en Florencia-. Mirando su rostro, ¿qué ve- ~os? Ante todo, el rostro de un Dios <<Vaciado», de un Dios que ha asumido la condición de siervo, humillado y obediente hasta la muerte (cf. Flp 2, 7). El rostro de Jesús es semejante al de muchos hermanos nuestros hu- millados, esclavizados, vaciados. Dios ha asumido su rostro. Y ese rostro nos mira. Dios -que es «el ser ma- yor del cual no se puede pensar», corno decía sanAn- selmo, el Deus semper maior de san Ignacio de Loyo- la- se hace cada vez más grande rebajándose. Si no nos rebajarnos, no podremos ver su rostro. No veremos na- da de su plenitud si no aceptarnos que Dios se vació8 . s Discurso en el encuentro con los representantes del V Congreso Na· cional de la Iglesia Italiana, Florencia, 10 de noviembre de 2015. 31
  • 12. Aquí está la norma con la que medir todo lo que es y hace la Iglesia. No hay otro camino. En el fondo, el papa ya había expresado esto asumiendo -como primer pon- tífice de la historia- el nombre de Francisco de Asís, de aquel que había contemplado y revivido de un modo muy especial aJesús crucificado. Pero también está aquí la clave del verdadero humanismo. Aquí es donde se re- vela qué significa ser «persona» y «realizarse» verdade- ramente como seres humanos. Pero está también el otro foco de la elipse, por así decir, el otro aspecto fundamental del evento de Cristo que guía a Francisco en su ir al encuentro de todos y en su proyectar a la Iglesia tan decididamente más allá de sí misma, en salida: la clara conciencia de lo que significa la resurrección. Habla de ello al final de la Evangeliigau- dium: 32 Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuer- za imparable. Es verdad que muchas veces parece que Dios no existe: vemos injusticias, maldades, in- diferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad siempre co- mienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto. [. ..] Creámosle al Evangelio, que dice que el Reino de Dios ya está presente en el mun- do, y está desarrollándose aquí y allá, de diversas ma- neras: como la semilla pequeña que puede llegar a convertirse en un gran árbol (cf. Mt 13, 31-32), como un puñado de levadura, que fermenta una gran masa (cf. Mt 13, 33) y como la buena semilla que crece en medio de la cizaña (cf. Mt 13, 24-30), y siempre pue- de sorprendernos gratamente. [. ..] La resurrección de Cristo provoca por todas partes gérmenes de ese mundo nuevo; y aunque se corten, vuelven a surgir, porque la resurrección del Señor ya ha penetrado la trama oculta de esta historia, porque Jesús no ha re- sucitado en vano (nn. 276, 278). De aquí nace una mirada característica sobre la rea- lidad, que Francisco describe así en el n. 71 de Evangelii gaudr ium: Necesitamos reconocer la ciudad desde una mira- da contemplativa, esto es, una mirada de fe que des- cubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles, en sus plazas. La presencia de Dios acompaña las búsquedas sinceras que personas y grupos realizan para encontrar apoyo y sentido a sus vidas. Él vive entre los ciudadanos promoviendo la solidaridad, la fraternidad, el deseo de bien, de verdad y de justicia. Esa presencia no debe ser fabricada sino descubierta, desvelada. Con semejante mirada, el pueblo de Dios no puede atrincherarse en contra del mundo circunstante, ni con- 33
  • 13. ducir batallas o campañas «de conquista», sino que es llamado a inclinarse al servicio de todos para descubrir y hacer emerger lo que el Resucitado ya ha sembrado por todas partes. Aquí tiene su raíz última la llamada que Francisco di- rige a la Iglesia y a todo seguidor de Jesús, de ponernos decididamente en salida. Detenernos en nosotros mis- mos significaría no haber captado el radio de acción del Crucificado resucitado. La salida no es perderse en el mundo sino experiencia de Dios, no es simple acción humanitaria sino expresión de una mística social. Lee- mos en el n. 87 de Evangelii gaudium: Hoy, que las redes y los instrumentos de la comu- nicación humana han alcanzado desarrollos inaudi- tos, sentimos el desafío de descubrir y transmitir la mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrar- nos, de tomarnos de los brazos, de apoyarnos, de par- ticipar en esa marea algo caótica que puede conver- tirse en una verdadera experiencia de fraternidad, en una caravana solidaria, en una santa peregrinación. Así pues, de Francisco nos llega la invitación a buscar a Dios no en lo alto sino en lo bajo, allí donde Él, en su amor, bajó, vaciándose de todo alarde de poder, y a no buscarlo en espacios estrechos intraeclesiales, sino en el mundo entero y en cada pliegue de la historia humana que él ya ha alcanzado yllenado con la fuerza escondida de la resurrección. 34 Es sorprendente, a este respecto, la profunda sinto- nía entre Chiara Lubich y Francisco, una convergencia en el Espíritu de la que vale la pena tomar conciencia y que hay que aprovechar. En la época del papa Francis- co, un escrito de Chiara como la Resurrección de Roma9 resuena de un modo muy actual... EL SUJETO: EL PUEBLO DE DIOS, LLAMADO A CAMINAR JUNTO Hemos hablado del estilo y del método de Francisco y del fundamento sobre el que se sostienen, pero no po- demos dejar de hablar del sujeto que está comprometi- do con él en este camino: el «santo pueblo de Dios», co- mo ~e gusta llamarlo con afecto, sabiendo que él mismo forma parte profundamente de este pueblo, hasta el punto que no dudó en inclinar la cabeza, el día de su elección, e invitar a la multitud reunida en la plaza de San Pedro a que pidiera a Dios bendecido. Y así nos ruega una y otra vez: «¡Rezad por mí!». «Nos hace bien recordar que la Iglesia no es una élite de sacerdotes, de consagrados y de obispos, sino que to- dos formamos el Santo Pueblo fiel de Dios», escribió en marzo de 2016 al presidente de la Comisión Pontifica para América Latina, el Card. Marc Ouellet. Y prosigue: «Somos, como subraya bien el Concilio Vaticano II, el 9 Cl-1. LUBJCI-1, La doctrina espiritual, Ciudad Nueva, Madrid 2002, pp. 234-237. 35
  • 14. Pueblo de Dios, cuya identidad es "la dignidad y la li- bertad de los hijos de Dios, en cuyo corazón habita el Espíritu Santo como en un templo" (Lumen gentium, n. 9)»10• Pueblo de Dios hecho de hombres y de mujeres, cuya función en la Iglesia se ha de valorar decididamen- te más. Pocos meses antes, con ocasión del50° aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, Francisco se había detenido, como otras veces, en el sentido so- brenatural de la fe -el sensus fidei del que habla el Vati- cano II (cf. LG 12)-, que poseen todos los bautizados. Esta unción del Espíritu, de la que gozamos todos jun- tos, «impide - dice él- separar rígidamente la Ecclesia docens [Iglesia docente] de la Ecclesia discens [Iglesia discente], ya que también la grey posee su propio "ol- fato" para discernir los nuevos caminos que el Señor abre a la Iglesia»11 . De aquí nace la exigencia de ese «caminar juntos», todos protagonistas, que Francisco querría ver realizado cada-vez más en toda la Iglesia: «Lo que el Señor nos pide -afirma-, en cierto sentido, está implícito ya en la palabra "Sínodo"». Sin embargo: «Caminar juntos -lai- cos, pastores y Obispo de Roma- es un concepto fácil de expresar con palabras, pero no tan fácil de poner en to Carta al Card. Marc Ouellet, Presidente de la Pontz/icia Comisión para América Latina, 19 de marzo de 2016. 11 Discurso en la Conmemoración del 50° aniversario de la institución del Sínodo de Obispos, Aula Pablo VI, 17 de octubre de 2015. 36 práctica». No se trata de multiplicar reuniones sinodales sino de un estilo para practicar a todos los niveles en la vida eclesial. Una Iglesia sinodal -explica- es una Iglesia de la escucha, sabiendo que escuchar «es más que oír». Es una escucha recíproca, en la que cada uno tiene algo que aprender. Pueblo fiel, colegio episcopal, obispo de Roma: el uno a la escucha de los otros; y todos a la escucha del Espíritu Santo, el «Espíritu de la Ver- dad» (]n 14, 17), para conocer lo que Él «dice a las Iglesias» (Ap 2, 7)12 Sobre este fondo, se comprende la verdadera identi- dad del ministerio jerárquico. <<}esús constituyó a la Igle- sia poniendo en su vértice al Colegio apostólico, en el cual el apóstol Pedro es la «roca» (cf. Mt 16, 18), el que debe «confirmar» a los hermanos en la fe (cf. Le 22, 32)», explica Francisco en el discurso para el 50° ani- versario del Sínodo. Pero en esta Iglesia, como en una pirámide al re- vés, el vértice se halla debajo de la base. Por eso los que ejercen la autoridad se llaman «ministros»: por- que, según el significado original de la palabra, son los más pequeños de todos. [...] ¡No lo olvidemos 12 !bid. 37
  • 15. nunca! Para los discípulos de Jesús, ayer, hoy y siem- pre, la única autoridad es la autoridad del servicio, el único poder es el poder de la cruz13 No es un secreto que, en esta Iglesia, Francisco ha puesto los ojos de modo especial en algunas categorías de personas. Sin duda, los pobres y todos los más desfa- vorecidos. y luego, de modo particular, en los jóvenes y los ancianos. Leemos en el libro-entrevista Dios esjoven: Un camino fuerte para salvarnos pienso que es el diálogo, el diálogo de los jóvenes con los ancianos: una interacción entre viejos y jóvenes, dejando apar- te, provisionalmente, a los adultos. [.. .] La salvación de los viejos es dar a los jóvenes la memoria; esto hace a los viejos auténticos soñadores de futuro; mientras la salvación de los jóvenes es tomar estas enseñanzas, estos sueños, y realizarlos en la profecía14 • ¿Yqué piensa Francisco de los movimientos y de los carismas, en este marco? Lo dijo enseguida en la Evan- gelii gaudium: Son dones para renovar y edificar la Iglesia (cf. LG 12). No son un patrimonio cerrado, entregado a un 13 Ibid. 14 Dios es joven: Francisco. Una conversación con Thomai Leoncinz; Planeta, Barcelona 2018. 38 grupo para que lo custodie; más bien son regalos del Espíritu integrados en el cuerpo eclesial, atraídos ha- cia el centro, que es Cristo, desde donde se encauzan en un impulso evangelizador. [...] En la comunión ' aunque duela, es donde un carisma se vuelve autén- tico y misteriosamente fecundo. Si vive este desafío ' la Iglesia puede ser un modelo para la paz en el mun- do (n. 13O; cf. también n. 131). En este contexto, Francisco se declara convencido de que es muy sano para los movimientos «que no pier- dan el contacto con esa realidad tan rica de la parroquia del lugar y que se integren gustosamente en la pastoral orgánica de la Iglesia particular» (n. 29). hlay que recordar que, para el papa, semejante cami- no sinodal no solo tiene un sólido fundamento teológico en la realidad del pueblo de Dios, sino que tiene tam- bién aspectos espirituales e incluso psicológicos, o me- jor, antropológicos. Escribe en la Evangelii gaudium: Se trata de aprender a descubrir aJesús en el ros- tro de los demás, en su voz, en sus reclamos. [...] Ahí está la verdadera sanación, ya que el modo de rela- cionarnos con los demás que realmente nos sana en lugar de enfermarnos es una fraternidad mística con- ' templativa, que sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, que sabe descubrir a Dios en cada ser hu- mano, que sabe tolerar las molestias de la convivencia aferrándose al amor de Dios, que sabe abrir el cora- 39
  • 16. zón al amor divino para buscar la felicidad de los de- más como la busca su Padre bueno (nn. 91-92). Y prosigue: Benedicto XVI dijo que «cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios» (DCE 16) y que el amor es en el fondo la única luz que «ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar» (DCE 39). Por tanto, cuando vivimos la mística de acercarnos a los demás y de buscar su bien, ampliamos nuestro inte- rior para recibir los más hermosos regalos del Señor. Cada vez que nos encontramos con un ser humano en el amor, quedamos capacitados para descubrir al- go nuevo de Dios (EG 272). Para el papa Francisco, la Iglesia es, pues, algo muy diferente a una «institución» o una organización: es re- lación: evento, «una historia de amor», como dijo un díal5; historia de un pueblo que camina unido y, en este caminar juntos, hace experiencia de Dios, o mejor, es llamado a la santidad, en la normalidad de lo cotidiano, como él recordó a todos en la exhortación apostólica Gaudete et exsultate. 15 Meditación matutina en la capilla de la Domus S. Marthae, 24 de abril de 2013. 40 EL HORIZONTE: UNA ECOLOGÍA GLOBAL Y HUMANA QUE CUSTODIA LA CASA COMÚN No puedo desarrollar aquí todo lo que sería necesa- rio una última perspectiva que de todas maneras ha sido surgiendo a lo largo del texto: Francisco mira a la hu- manidad, no a la Iglesia. Y, por tanto, se toma a pecho los grandes problemas del mundo de hoy. Denuncia la «cultura del descarte» y la «globalización de la indife- rencia». Lucha no solo con palabras sino con iniciativas diversas contra el comercio de armas y la trata de seres humanos. Se compromete por la paz, tiene palabras du- ras contra una economía «que mata» y le enfadan unas finanzas que idolatran el dinero en vez de servir. Y la mirada va más allá, hasta esa ecología humana y global que • abarca la creación y llama a todos a cuidar unos de otros y de esa Casa común que es la Tierra, y cuyos re- cursos se han de compartir con las futuras generaciones. «Todos nosotros, seres del universo -escribe Fran- cisco en la encíclica Laudato si'-, estamos unidos por vínculos invisibles y formamos una especie de familia universal, una comunión sublime que nos empuja a un respeto sagrado, amoroso y humilde» (n. 89). E invita a tener una mirada amplia: «No existen dos crisis separa- das, una medioambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental» (n. 139). El reto, según el papa, es el de intentar leer la realidad en clave trini- taria (n. 239). «Todo está conectado, y esto nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad global que 41
  • 17. brota del misterio de la Trinidad» (n. 240). Este es el amplio horizonte de la misión del pueblo de Dios que nos reenvía al ser mismo de la Iglesia, la cual -según Evangelii gaudium- «hunde sus raíces en la Trinidad» (n. 111) y está llamada a «ser el fermento de Dios en me- dio de la humanidad», «el lugar de la misericordia gra- tuita, donde todos puedan sentirse acogidos, amados, perdonados y animados a vivir según la vida buena del Evangelio» (n. 114). Nos corresponde a cada uno contribuir, junto a todos los demás, a la realización de esta gran visión. 42 ¿POR QUÉ VÍAS CAMINAR? Lo que el Espíritu dice a la Iglesia Piero Coda J El Espíritu Santo sigue hablando a la Iglesia en su ca- minar a lo largo de los senderos de la historia. Y sigue haciéndolo más allá del recordar y hacer resonar como nuevas las palabras de Jesús, más allá de hacer más vivo el significado de las mismas y más urgente la llamada. Lo hace también por medio de las invocaciones -expre- sas o tácitas- de quien sufre y está llagado, de quien in- voca y de quien busca; lo hace a través de los silencios y las esperas, muchas veces más elocuentes que cualquier discurso; lo hace por medio de los gemidos inexpresa- bles que tantos -en definitiva, todos- custodiamos en lo profundo y deseamos descifrar. 43