2. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que
desarrollan la serie de cambios más profundos que provocan la
peste, antes de su desaparición en el capítulo 5.
El inicio del capítulo 4 plantea el cansancio de los personajes ante el
trabajo en contra de la peste. Esto resalta la humanidad de los
personajes. Rieux extraña a su mujer y empieza a demostrar signos
de cansancio […] “Rieux había asentido, diciendo simplemente que la
separación empezaba a ser demasiado larga, y que él hubiera podido
ayudar a su mujer a triunfar de la enfermedad, mientras que ahora tenía
que sentirse enteramente sola […] Si Rieux hubiera estado más entero,
este olor de muerte difundido por todas partes hubiera podido volverlo
sentimental. Pero cuando no se ha dormido más que cuatro horas, no se es
sentimental. Se ven las cosas como son, es decir, que se las ve según la
justicia, según la odiosa e irrisoria justicia”. (pp. 120 y 121)
3. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que
desarrollan la serie de cambios más profundos que
provocan la peste, antes de su desaparición en el capítulo 5.
El inicio del capítulo 4 plantea además una serie de
reflexiones de Tarrou, a manera de metatexto, sobre Cottard,
lo que configura a este último como un personaje redondo y
complejo, pese a su condición de apestado de alma. […] “un
hombre que es presa de una gran enfermedad o de una profunda
angustia queda por ello mismo a salvo de todas las otras angustias o
enfermedades” (p. 122)
A Cottard la peste, por su rol de contrabandista, la gente lo
busca. Cottard está ansioso de calor humano, por eso la peste
le gusta tanto.
4. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que
desarrollan la serie de cambios más profundos que
provocan la peste, antes de su desaparición en el capítulo 5.
A Cottard la peste, por su rol de contrabandista, la gente lo
busca. Cottard está ansioso de calor humano, por eso la peste
le gusta tanto. […] “Lo único que no quiere es ser separado de los
demás. Prefiere estar sitiado con todos los otros a estar preso solo.
Con la peste se acabaron las investigaciones secretas. Los
expedientes, las fichas, las informaciones misteriosas y los arrestos
inminentes. Propiamente hablando, se acabaron los crímenes
pasados o actuales, se acabaron los culpables.” (p. 123)
Cottard pasa por alto el sufrimiento de loa demás bajo la
premisa de que él también ya pasó por eso. […] “¡Qué va
usted a decirme!, eso ya yo lo he pasado”. (p. 123)
5. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que
desarrollan la serie de cambios más profundos que
provocan la peste, antes de su desaparición en el capítulo 5.
Pese a que Cottard ansía calor humano, no se abandona a la
compañía de las personas por desconfianza, por temor a ser
delatado. Esto configura a Cottard como un personaje
contradictorio y, por ende, redondo. […] “Él valora en su justo
precio las contradicciones de los habitantes de Orán, que aunque
sienten profundamente la necesidad de un calor que los una, no se
abandonan a ella por la desconfianza que aleja a los unos de los
otros […] Cuando uno se ha pasado los días como Cottard, viendo
posibles delatores en todos aquellos cuya compañía sin embargo
buscaba, se puede comprender ese sentimiento”. (pp 124 y 125).
Cottard es, en síntesis, el verdadero apestado de alma.
6. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que
desarrollan la serie de cambios más profundos que
provocan la peste, antes de su desaparición en el capítulo 5.
Subcapítulo a: Rambert se queda totalmente: “Puede uno
tener vergüenza de ser el único en ser feliz” (p. 131)
Rambert, pese a que se ha quedado en Orán, aún buscaba irse,
sin embargo, una vez más, ha decidido que el bien común es
primero que la felicidad propia. […] “Rambert dijo que había
reflexionado y seguía creyendo lo que siempre había creído, pero que
sabía que si se iba tendría vergüenza. Esto le molestaría para gozar del
amor a su mujer. Pero Rieux se enderezó y dijo con voz firme que eso
era estúpido y que no era en modo alguno vergonzoso elegir la
felicidad.” (p. 131)
Rambert es un reflejo de la ética de Camus.
7. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que
desarrollan la serie de cambios más profundos que
provocan la peste, antes de su desaparición en el capítulo 5.
Subcapítulo b: la muerte del hijo del juez Othon, el cordero
laico de Dios
Deciden probar en el niño pequeño el suero de Castel, eso hace
que todos observen su muerte. Las imágenes con las que se lo
describen son desgarradoras e ilustran todo el sufrimiento
injusto y absurdo que causa la peste, entendida ya sea como la
guerra o el mal y la indiferencia que puede albergar el corazón
humano.
8. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que
desarrollan la serie de cambios más profundos que provocan
la peste, antes de su desaparición en el capítulo 5.
Subcapítulo b: la muerte del hijo del juez Othon, el cordero
laico de Dios
La muerte del niño los afecta profundamente, los saca por un
instante de esa abstracción en la que se encontraban en cuanto a la
muerte: […] “Ya habían visto morir a otros niños, puesto que los horrores
de aquellos meses no se habían detenido ante nada, pero no habían seguido
nunca sus sufrimientos minuto a minuto, como estaban haciendo desde el
amanecer. Y, sin duda, el dolor infligido a aquel inocente nunca había
dejado de parecerles lo que en realidad era: un escándalo. Pero hasta
entonces se habían escandalizado, en cierto modo, en abstracto, porque no
habían mirado nunca cara a cara, durante tanto tiempo, la agonía de un
inocente”. (p. 134)
9. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que
desarrollan la serie de cambios más profundos que
provocan la peste, antes de su desaparición en el capítulo 5.
Subcapítulo b: la muerte del hijo del juez Othon, el cordero
laico de Dios
Las imágenes con las que se lo describe al niño sugieren a un
Cristo doliente, que sufre, no por la humanidad, sino como la
humanidad. […] “Gruesas lágrimas brotaron bajo sus párpados
inflamados, que le corrieron por la cara y, al final de la crisis, agotado,
crispando las piernas huesudas y los brazos, cuya carne había
desaparecido en cuarenta y ocho horas, el niño tomó en la cama la
actitud de un crucificado grotesco”. (pp. 134 y 135)
10. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que
desarrollan la serie de cambios más profundos que provocan la
peste, antes de su desaparición en el capítulo 5.
Subcapítulo b: la muerte del hijo del juez Othon, el cordero laico
de Dios
El sufrimiento del niño representa al de toda la humanidad, es el
grito de toda la humanidad doliente que apaga incluso las
oraciones hacia un Dios en las alturas que mira silencioso e
indolente la situación: […] “Abrió los ojos por primera vez y miró a
Rieux que estaba delante de él. En su cara hundida, convertida ya en una
arcilla gris, la boca se abrió de pronto, dejando escapar un solo grito
sostenido que la respiración apenas alteraba […] Paneloux miró esa boca
infantil ultrajada por la enfermedad y llena de aquel grito de todas las
edades. Se dejó caer de rodillas y a todo el mundo le pareció natural oírle
decir con voz ahogada, pero clara a través del lamento anónimo que no
cesaba: “Dios mío, salva a esta criatura”” (pp. 135 y 136)
11. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que
desarrollan la serie de cambios más profundos que
provocan la peste, antes de su desaparición en el capítulo 5.
Subcapítulo b: la muerte del hijo del juez Othon, el cordero
laico de Dios
La muerte del niño causa ira en Rieux y lo hace claramente
rebelarse ante la idea de un Dios, de amar un Dios y a sus
designios que no se comprenden. Representa el ateísmo en su
máxima expresión: […] “No, padre –dijo-. Yo tengo otra idea del
amor y estoy dispuesto a negarme hasta la muerte a amar esta creación
donde los niños son torturados.” (p. 137)
12. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que
desarrollan la serie de cambios más profundos que
provocan la peste, antes de su desaparición en el capítulo 5.
Subcapítulo c: el nuevo sermón del padre Paneloux, que se
caracteriza por una humildad extrema, comparado con el
primero, que si bien es cierto incita a la duda, a creer o no
creer, insta a creer y a no perder la fe.
El sermón se da en un día de mucho viento, ya estamos a
mediados de octubre. Símbolo de vientos de cambio.
El padre ya no usaba el “vosotros”, sino el “nosotros”, que
simboliza el cambio de actitud y el descender de los pedestales
de la religión, donde están, para que esta viva junto con las
personas.
13. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que desarrollan
la serie de cambios más profundos que provocan la peste, antes de
su desaparición en el capítulo 5.
Subcapítulo c: el nuevo sermón del padre Paneloux
Sermón que invita a la duda […] “Paneloux no recurrió a las fáciles
ventajas que le permitían escalar el muro. Hubiera podido decir que la
eternidad de delicias que esperaba al niño le compensaría de su sufrimiento,
pero, en verdad, no sabía nada. ¿Quién podría afirmar que una eternidad de
dicha puede compensar un instante de dolor humano? No será ciertamente un
cristiano, cuyo Maestro ha conocido el dolor en sus miembros y en su alma”
(p. 140)
Sin embargo, invita también a creer y amar los designios de Dios. La fe
que se cuestiona y duda y al final triunfa, sale más fuerte. […] “el
cristiano se abandonará a la voluntad divina aunque le sea incomprensible. No
se puede decir: “Esto lo comprendo, pero esto otro es inaceptable”. Hay que
saltar el corazón de lo inaceptable que se nos ofrece, justamente para que
podamos hacer nuestra elección” (p. 141)
14. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que desarrollan
la serie de cambios más profundos que provocan la peste, antes de
su desaparición en el capítulo 5.
Subcapítulo c: el nuevo sermón del padre Paneloux
En síntesis: el sermón del padre Paneloux ahora plante que […] “No se
trataba de rechazar las precauciones, el orden inteligente que la sociedad
impone al desorden de una plaga. No había que escuchar a esos moralistas que
decían que había que ponerse de rodillas y abandonarlo todo. Había
únicamente que empezar a avanzar en las tinieblas, un poco a ciegas, y
procurar hacer el bien. Pero, por lo demás, había que perseverar y optar por
encomendarse a Dios, incluso ante la muerte de los niños, y sin buscar
subterfugios personales” (p. 142)
Es una postura religiosa más realista, menos orgullosa, pero a fin de
cuentas, igual religiosa.
Paneloux, pese a todo lo que vio, eligió no perder la fe y en su fe
murió, siempre aferrado a ella como a su crucifijo.
15. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que
desarrollan la serie de cambios más profundos que provocan
la peste, antes de su desaparición en el capítulo 5.
Subcapítulo d: la soledad de los campos de aislamiento desde
la visión de Tarrou.
El subcapítulo empieza con la mención de la Fiesta de todos los
santos. Fines de octubre, inicios de noviembre.
Continúa el sentimiento de egoísmo entre los apestados. […]
“Aunque la peste, por la imparcialidad eficiente que usaba en su
ministerio, hubiera debido afirmar el sentido de igualdad en nuestros
conciudadanos, el juego natural de los egoísmos hacía que, por el
contrario, se agravase más en el corazón de los hombres el sentimiento de
la injusticia”. (p. 148)
16. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que desarrollan
la serie de cambios más profundos que provocan la peste, antes de
su desaparición en el capítulo 5.
Subcapítulo d: la soledad de los campos de aislamiento desde la
visión de Tarrou.
Conocemos el interior de los campos de aislamiento por las notas de
Tarrou, en lo que se llama narración indirecta, ya que no leemos su
metatexto, sino que lo conocemos porque el narrador lo cuenta.
Los que estaban aislados en esos campos no eran recordados ya que el
pensamiento de todos estaba en cosas como la peste o la forma de
sacarlos de ahí: […] “Estaban vacantes. “Pero lo peor- escribía Tarrou, es
que están olvidados y lo saben. Los que los conocen los han olvidado porque
están pensando en otra cosa y esto es comprensible. Los que los quieren los han
olvidado también porque tienen que ocuparse de gestiones y proyectos para
hacerlos salir. Esto también es normal. Y, en fin de cuentas, uno ve que nadie
es capaz de pensar realmente en nadie, ni siquiera durante la mayor de las
desgracias. Pues pensar realmente en alguien es pensar minuto a minuto, sin
distraerse con nada, ni con los cuidados de la casa, ni con la mosca que vuela,
ni con las comidas, ni con las picazones”” (p. 150)
17. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que
desarrollan la serie de cambios más profundos que provocan
la peste, antes de su desaparición en el capítulo 5.
Subcapítulo e: ¿Quién es Tarrou? Subcapítulo dedicado
enteramente a conocer a Tarrou y su visión de la santidad laica,
desde su propia voz narrativa.
Tarrou se define como un hombre que padecía desde antes la peste
en el corazón, la peste entendida como la indiferencia, el egoísmo y
demás en su corazón; vivir cómodamente en su realidad […] “yo
padecía ya de la peste mucho antes de conocer esta actitud y esta epidemia.
Basta con decir que yo soy como todo el mundo. Pero hay gentes que
no lo saben o que se encuentran bien en ese estado y hay gentes que lo
saben y quieren salir de él. Siempre he querido salir […] Si tenía alguna
inquietud, se iba como había venido. Un día empecé a reflexionar”
(p. 153)
18. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que desarrollan
la serie de cambios más profundos que provocan la peste, antes de
su desaparición en el capítulo 5.
Subcapítulo e: ¿Quién es Tarrou? Subcapítulo dedicado enteramente a
conocer a Tarrou y su visión de la santidad laica, desde su propia voz
narrativa
La experiencia de ver el juicio y ejecución de un condenado a muerte
cambia su vida sin reflexión y compromiso por los demás. […] “no
conservo de ese día más que una sola imagen: la del culpable. Yo creo que era
culpable, realmente, poco importa de qué. Pero aquel hombrecillo de pelo rojo y
ralo, de unos treinta años, parecía tan decidido a reconocerlo todo, tan
sinceramente alterado por lo que había hecho y por lo que iban a hacerle, que al
cabo de unos minutos yo ya no tuve ojos más que para él. Tenía un aspecto de
un búho deslumbrado por una luz demasiado viva” (p. 154)
Una experiencia similar, cuentan los biógrafos, vivió el padre de Camus.
19. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que desarrollan
la serie de cambios más profundos que provocan la peste, antes de
su desaparición en el capítulo 5.
Subcapítulo e: ¿Quién es Tarrou? Subcapítulo dedicado enteramente a
conocer a Tarrou y su visión de la santidad laica, desde su propia voz
narrativa.
Tarrou se transforma en un crítico de la pena de muerte y decide
combatirla. […] “Quería saldar las cuentas del búho rojo y, en consecuencia,
hice política, como se dice. No quería ser un apestado, eso es todo. Llegué a
tener la convicción de que la sociedad en que vivía reposaba sobre la pena de
muerte y que combatiéndola combatía el crimen” (p. 156)
Sin embargo, toda ideología lleva consigo la condena de muerte, sin
importar cómo se manifieste. Tarrou se da cuenta de esto y decide negar
toda ideología que se plantee como “la correcta”.
Manifestación de la actitud de Camus de negar toda ideología
totalizadora, ya sea el comunismo como el capitalismo. Ya que si la
sigues y la compartes, eres un cómplice de la muerte de las personas
por inacción.
20. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que
desarrollan la serie de cambios más profundos que provocan
la peste, antes de su desaparición en el capítulo 5.
Subcapítulo e: ¿Quién es Tarrou? Subcapítulo dedicado
enteramente a conocer a Tarrou y su visión de la santidad laica,
desde su propia voz narrativa.
¿Cómo Tarrou evita ser un apestado? Siendo consciente de todas
sus acciones en todo momento; observando las consecuencias de
todo, sin distracción: […] “cada uno lleva en sí mismo la peste, porque
nadie, nadie en el mundo, está indemne de ella. Y sé que hay que vigilarse
a sí mismo sin césar para no ser arrastrado en un minuto de distracción a
respirar junto a la cara de otro y pegarle la infección. Lo que es natural es
el microbio. Lo demás, la salud, la integridad y la pureza, si usted quiere,
son un resultado de la voluntad, de una voluntad de no querer detenerse
nunca” (p. 158)
21. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que
desarrollan la serie de cambios más profundos que provocan
la peste, antes de su desaparición en el capítulo 5.
Subcapítulo f: la santidad laica.
¿Cuál es el camino para no dañar a nadie y llegar a la paz? La
simpatía: abrazar al otro, sintonizar con él y con su dolor. La
santidad laica. […] “Cuando terminó, Tarrou se quedó balanceando una
pierna y dando golpecitos con el pie en el suelo de la terraza. Después de un
silencio, el doctor se enderezó un poco y preguntó a Tarrou si tenía una
idea del camino que había que escoger para llegar a la paz. –Sí, la simpatía.
[…] En resumen –dijo Tarrou con sencillez-, lo que me interesa es cómo se
puede llegar a ser un santo. –Pero usted cree en Dios- -Justamente- Puede
llegarse a ser un santo sin Dios; ése es el único problema concreto que
admito hoy en día.
Tarrou y Rieux nadan juntos en el mar a manera de bautismo. Se
descubren hermanos de ideología, de forma de pensar; forman un
vínculo.
22. La peste, análisis
Capítulo 4: dividido a su vez en siete subcapítulos, que
desarrollan la serie de cambios más profundos que provocan
la peste, antes de su desaparición en el capítulo 5.
Subcapítulo g: empieza el fin de la peste
Llega el mes de diciembre
Grand cae enfermo de la peste, pero se salva. La peste respeta a las
personas de consistencia débiles y se lleva a las fuertes.
Las ratas empiezan a salir nuevamente, pero no a morir,
simplemente empiezan a salir de nuevo. Anuncio de que la peste
puede estar llegando a su fin.
El doctor Othon, cuyo hijo murió, vuelve al campo de aislamiento,
pero esta vez como voluntario.
23. La peste, análisis
Capítulo 5: dividido a su vez en cuatro subcapítulos, que
desarrollan ya el fin de la peste, las reacciones de las personas y
las conclusiones generales.
25 de enero, día que declararon contenida a la peste.
Juez Othon murió a causa de su contacto con la peste como
voluntario.
La esperanza tiene dos caras en los oraneses: o no hay esperanza o
esta es cauta. […] “La peste había hecho arraigar un escepticismo
profundo del que ya no podían deshacerse. La esperanza no podía prender
en ellos. Y aunque el tiempo de la peste había pasado, ellos continuaban
viviendo según sus normas. Estaban atrasados con respecto a los
acontecimientos. En otros, y estos se contaban principalmente entre los
que habían vivido separados de los seres que querían, después de tanto
tiempo de reclusión y abatimiento, el viento de la esperanza que se
levantaba había encendido una fiebre y una impaciencia que los privaban
del dominio de sí mismos” (p. 169)
24. La peste, análisis
Capítulo 5: dividido a su vez en cuatro subcapítulos, que
desarrollan ya el fin de la peste, las reacciones de las
personas y las conclusiones generales.
Subcapítulo a, empieza a el fin de la peste
Cottard consternado porque la peste llegaba a su fin.
Tarrou empieza a desvariar en sus escritos, se anuncia lo que
será su enfermedad y su muerte. […] “Aquí, por lo demás, la
escritura de Tarrou daba muestras curiosas de flaqueo. Las líneas que
seguían eran casi ilegibles y, como para dar una prueba más de aquel
flaqueo, las últimas frases eran las primeras que empezaron a ser
personales” (p. 172)
La peste deja huellas en el corazón humano.
25. La peste, análisis
Capítulo 5: dividido a su vez en cuatro subcapítulos, que
desarrollan ya el fin de la peste, las reacciones de las
personas y las conclusiones generales.
Subcapítulo b, Tarrou agoniza, la peste siempre se lleva a los
mejores
Tarrou cae víctima de la peste, una combinación de los dos
tipos: bubónica y pulmonar. Él lucha por su vida y, en el lecho
de la enfermedad, disminuidas sus fuerzas y su físico vemos
realmente lo que vale en un ser humano: […] “Los anchos
hombros y el gran pecho de Tarrou no eran sus mejores armas, sino
más bien aquella sangre que Rieux había hecho brotar con la aguja y,
en esa sangre, algo que era más interior que el alma y que ninguna
ciencia sería capaz de traer a la luz.” (p. 177)
26. La peste, análisis
Capítulo 5: dividido a su vez en cuatro subcapítulos, que
desarrollan ya el fin de la peste, las reacciones de las
personas y las conclusiones generales.
Subcapítulo b, Tarrou agoniza, la peste siempre se lleva a los
mejores
Observación estilística: […] “Algunos transeúntes, aprovechando la
calma, pasaban rápidamente por la acera. Sus pasos decrecían y se
alejaban. El doctor reconoció que, por primera vez, aquella noche llena
de paseantes trasnochadores y limpia de timbres de ambulancia, era
semejante a la de otros tiempos. Era ya una noche liberada de la peste y
parecía que la enfermedad espantada por el frío, las luces y la multitud,
se hubiera escapado de las profundidades de la ciudad y se hubiera
refugiado en esta habitación, caldeada, para dar su último asalto al
cuerpo inerte de Tarrou” (p. 178)
27. La peste, análisis
Capítulo 5: dividido a su vez en cuatro subcapítulos, que
desarrollan ya el fin de la peste, las reacciones de las personas
y las conclusiones generales.
Subcapítulo b, Tarrou agoniza, la peste siempre se lleva a los
mejores
Tarrou muere, y su fallecimiento supone una derrota, ya que la
peste siempre se lleva a los mejores hombres. […] “era el silencio de
la derrota. Pero aquel silencio que envolvía a su amigo era tan compacto,
estaba tan estrechamente acorde con el silencio de las calles de la ciudad
liberada de la peste, que Rieux sentía que esta vez se trataba de una derrota
definitiva, la que pone fin a las guerras y hace de la paz un sufrimiento
incurable. El doctor no sabía si al fin Tarrou había encontrado la paz, pero
en ese momento, por lo menos, creía saber que para él no ya no habría
paz pasible, como no hay armisticio para la madre amputada de su
hijo, ni para el hombre que entierra a su amigo” (p. 180)
28. La peste, análisis
Capítulo 5: dividido a su vez en cuatro subcapítulos, que
desarrollan ya el fin de la peste, las reacciones de las personas
y las conclusiones generales.
Subcapítulo b, Tarrou agoniza, la peste siempre se lleva a los
mejores
La muerte de Tarrou deja una clara lección: lo único que se le gana a
la peste y a la vida es el conocimiento y los recuerdos, ya que todo lo
demás se lo lleva. […] “pero él, Rieux, ¿qué había ganado? Él había
ganado únicamente el haber conocido la peste y acordarse de ella, haber
conocido la amistad y acordarse de ella, conocer la ternura y tener que
acordarse de ella algún día. Todo lo que el hombre puede ganar al juego de
la peste y de la vida es el conocimiento y el recuerdo. ¡Es posible que fuera a
eso lo que Tarrou le llamaba ganar la partida!”. (p. 181)
A Rieux le anuncian la muerte de su esposa. Toma la noticia con
serenidad.
29. La peste, análisis
Capítulo 5: dividido a su vez en cuatro subcapítulos, que
desarrollan ya el fin de la peste, las reacciones de las personas y las
conclusiones generales.
Subcapítulo c, cambios finales en Orán que provoca el fin de la peste
Las puertas de la ciudad se abrieron en el mes de febrero.
Las personas que se reencontraban ahora deseaban que el tiempo
pasara lo más lentamente. Para los familiares de los muertos de peste,
la cosa no cambiaba para nada. […] “Para ésos, madres, esposos, amantes
que habían perdido toda dicha con el ser ahora confundido en una fosa
anónima o deshecho en un montón de ceniza, para ésos continuaba por
siempre la peste” (p. 184)
La vida volvería a la normalidad, nada cambiaría, solo la felicidad
brevemente unía a las personas. […] “Al día siguiente empezaría la vida
tal como es, con sus preocupaciones. Por el momento, las gentes de orígenes
más diversos se codeaban y fraternizaban. La igualdad que la presencia de la
muerte no había realizado de hecho, la alegría de la liberación la establecía al
menos por unas horas” (p. 184)
30. La peste, análisis
Capítulo 5: dividido a su vez en cuatro subcapítulos, que
desarrollan ya el fin de la peste, las reacciones de las personas
y las conclusiones generales.
Subcapítulo c, cambios finales en Orán que provoca el fin de la
peste
Las personas poco a poco olvidarán lo sucedido, contando a los
demás sus experiencias sin haber aprendido nada de ellas. Esto
encarna un peligro […] “afirmaban, en medio del tumulto, con el
triunfo y la injusticia de la felicidad, que la peste había terminado y que el
terror había cumplido su plazo. Negaban tranquilamente, contra toda
evidencia, que hubiéramos conocido jamás aquel mundo insensato en el
que el asesinato de un hombre era tan cotidiano como el de las moscas,
aquel salvajismo de bien definido, aquel delirio calculado, aquella
esclavitud que llevaba consigo una horrible libertad respecto de todo lo que
no era el presente, aquel olor de muerte que embrutecía a los que no
mataba.” (p. 185)
31. La peste, análisis
Capítulo 5: dividido a su vez en cuatro subcapítulos, que
desarrollan ya el fin de la peste, las reacciones de las personas
y las conclusiones generales.
Subcapítulo c, cambios finales en Orán que provoca el fin de la
peste
El reencuentro con los seres queridos, por un lado, y por el otro, la
soledad de los que no tienen a nadie, hace valorar la ternura
humana, algo que siempre se busca. […] “Dichosos aquellos que no
habían sido doblemente separados como algunos que antes de la epidemia
no habían podido construir, con el primer intento, su amor y que habían
perseguido ciegamente durante años el difícil acorde que logra incrustar
uno en otro de los amantes enemigos. Ésos, como el mismo Rieux, habían
cometido la ligereza de creer que les sobraría tiempo; ésos estaban
separados por siempre. Pero otros, como Rambert […] al menos por un
tiempo serían felices. Sabían, ahora, que hay una cosa que se desea siempre
y se obtiene a veces: la ternura humana”. (p. 187)
32. La peste, análisis
Capítulo 5: dividido a su vez en cuatro subcapítulos, que
desarrollan ya el fin de la peste, las reacciones de las personas
y las conclusiones generales.
Subcapítulo d, Rieux es el narrador de la novela
Rieux confiesa ser el autor de la crónica. Se ha distanciado de la
narración, ha adoptado un tono de testigo objetivo, por las
siguientes razones:
Para relatar solo lo que ha visto.
Identificarse con las víctimas y narrar sus experiencias desde tres temas
seguros: amor, sufrimiento y exilio. […] “tomó deliberadamente el partido
de la víctima y procuró reunir a los hombres, sus conciudadanos, en torno a las
únicas certidumbres que pueden tener en común y que son el amor, el
sufrimiento y el exilio” (p. 187)
33. La peste, análisis
Capítulo 5: dividido a su vez en cuatro subcapítulos, que
desarrollan ya el fin de la peste, las reacciones de las personas
y las conclusiones generales.
Subcapítulo d, Rieux es el narrador de la novela
Rieux confiesa ser el autor de la crónica. Se ha distanciado de la
narración, ha adoptado un tono de testigo objetivo, por las
siguientes razones:
Para tratar de unificar a todos en un solo sentir, tratar de igualar a
todos, convencido de que su sufrimiento también era el de los demás.
[…] “Cuando se sentía tentado de mezclar directamente sus confidencias a las
mil voces de los apestados, se detenía ante la idea de que no había uno solo de
sus sufrimientos que no fuera al mismo tiempo el de los otros, y que en un
mundo en el que el dolor es tan frecuentemente solitario esto es una ventaja.
Decididamente tenía que hablar por todos.” (p. 188)
34. La peste, análisis
Capítulo 5: dividido a su vez en cuatro subcapítulos, que
desarrollan ya el fin de la peste, las reacciones de las personas
y las conclusiones generales.
Subcapítulo d, Rieux es el narrador de la novela
[…] “Cottard, Tarrou, aquellos y aquella que Rieux había amado y perdido,
todos, muertos o culpables, estaban olvidados. El viejo tenía razón, los
hombres eran siempre los mismos. Pero ésa era su fuerza y su inocencia y
era en eso en lo que, por encima de todo su dolor, Rieux sentía que se unía a
ellos. […] el doctor Rieux decidió redactar la narración que aquí termina,
por no ser de los que se callan, para testimoniar en favor de los apestados,
para dejar por lo menos un recuerdo de la injusticia y de la violencia que les
había sido hecha y para decir simplemente algo que se aprende en medio de
las plagas: que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de
desprecio” (pp. 191 y 192)
35. La peste, análisis
Capítulo 5: dividido a su vez en cuatro subcapítulos, que
desarrollan ya el fin de la peste, las reacciones de las personas
y las conclusiones generales.
Subcapítulo d, Rieux es el narrador de la novela
[…] “Pero sabía que, sin embargo, esta crónica no puede ser el relato de la
victoria definitiva. No puede ser más que el testimonio de lo que fue
necesario hacer y que sin duda deberían seguir haciendo contra el terror y
su arma infatigable, a pesar de sus desgarramientos personales, todos los
hombres que, no pudiendo ser santos, se niegan a admitir las plagas y se
esfuerzan, no obstante, en ser médicos.” (p. 192)
36. La peste, análisis
Capítulo 5: dividido a su vez en cuatro subcapítulos, que
desarrollan ya el fin de la peste, las reacciones de las personas
y las conclusiones generales.
Subcapítulo d, Rieux es el narrador de la novela
Cottard enloquece al fin de la peste. Se mantiene su figura como el
hombre apestado de alma.
Rieux cierra la novela con dos afirmaciones: la primera que al final
todos olvidarán lo sucedido; todos los hombres olvidan y todos son
iguales, pretenden que la peste no deja huellas en el corazón. La
segunda, que escribió precisamente para no callar y no olvidar,
pero, sobre todo, para ser conscientes de que en el hombre hay cosas
buenas todavía y que, hay que saber, esto no es una victoria
definitiva. La peste, entiéndase como se entienda, siempre será una
amenaza, pero la lucha constante contra ella estará siempre ahí.