Un nuevo medicamento debe pasar por varias etapas antes de ser autorizado. Primero se realizan pruebas preclínicas in vitro e in vivo con animales para evaluar su interés farmacológico. Luego comienzan tres fases clínicas de pruebas en humanos, empezando con grupos pequeños y sanos y terminando con miles de pacientes. Finalmente, si es seguro y efectivo, la empresa puede patentarlo y comercializarlo.