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La adulancia
1. La adulancia
La adulancia, también conocida como lisonja, no es más que la
alabanza de manera exagerada que se le hace a una persona con el
fin de conseguir un favor o simplemente para ganarse su voluntad.
El adulador es un ser hipócrita y falso, sus alabanzas no son sinceras,
simplemente persiguen un interés para su propio bien, y en ningún
momento resaltar las virtudes de la otra persona; aunque muchas
veces nos podemos encontrar con personas que les gustan y
disfrutan de las adulancias hacia su persona.
Plutarco, historiador, biógrafo y filósofo moralista griego; sostenía
que: “Muchos hombres cazan a los ignorantes con la adulancia.” Palabras muy
sabias, porque la adulancia se presta para que entre en juego la
manipulación del ser humano.
Por su parte el padre Alfonso Milagro, sacerdote salesiano, reseña en
su obra Consignas que: “La adulancia es una moneda falsa, que tiene curso
gracias a nuestra vanidad. El adulador es falso; pero nosotros le damos pie para su
falsedad. ¿Quién será más culpable?”. He podido observar como algunas
personas se han endiosado producto de las adulancias desmedida
recibidas y que no han sido capaces de rechazarlas, porque su
vanidad los supera.
La lisonja como también se le conoce a la adulancia, sirve para
engañar a ingenuos que se las creen: “Porque tales personas no sirven a
nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas
engañan los corazonesde losingenuos.” (Romanos 16:18).
Pero llega un momento que al adulador no le funcionan sus lisonjas,
porque simplemente son construidas bajo falsas caricias: “El hombre
quelisonjea a suprójimo,red tiende delantede suspasos.”(Proverbio 29:5).
En fin el adulador es una persona falsa, y si nos valoramos y
respetamos no deberíamos aceptar sus adulancias. “Pero le lisonjeaban
consu boca,yconsu lengua le mentía”. (Salmo 78:36).
2. Es preferible reprender a un amigo, que mentirle con adulancia: “El
quereprende al hombre,hallará después mayor gracia queel quelisonjea con la
lengua.” (Proverbio 28:23).
El buen cristiano nunca se presenta con adulación ni persiguiendo la
gloria humana: “Nunca nos presentamos, bien lo sabéis, con palabras aduladoras,
ni con pretextos de codicia. Dios es testigo, ni buscando gloria humana.” (1
Tesalonicenses 2:5-6).