1. Cuento I
tra vez, hablando el Conde Lucanor con Patronio, su
ayo y consejero, le dijo que estaba muy preocupado
por algo que quería hacer, pero, que si hacía, podía ser muy
criticado, y si optara por lo contrario, también podría ser
censurado con razón. Le contó a Patronio de que se trataba
y le pidió consejo.
— Señor Conde Lucanor, — comenzó Patronio — me
gustaría que meditaseis la historia que le voy a contar, se
trata de la historia de un padre y su hijo.
El Conde le pidió que le contase la historia y Patronio
comenzó a narrar:
— Señor, húbose un hombre que, aunque de buen corazón,
siempre intentaba no ser criticado. Ese hombre tenía un hijo
que pensaba que no había que ser manipulado por las
críticas e intentaba transmitirle esta sabiduría a su padre.
Un día, los dos salieron para llevar unas vasijas muy
pesadas a otro pueblo, y el hijo aprovechó para concienciar
a su padre. Se ofreció voluntario a llevar la carretilla en la
que estaban las vasijas, y al cruzarse con dos hombres,
estos dijeron que el padre debía llevar la carretilla, porque el
hijo aún era demasiado joven para llevar tanto peso. El
padre, después de escuchar aquellas palabras, le dijo a su
hijo que desde ese momento sería él el que llevase la
carretilla.
Al poco tiempo se cruzaron con otros dos hombres que
2. comentaron mientras caminaban que el hijo debería ayudar
a su padre a llevar la carga, pues este ya tenía sus años. El
padre mandó al hijo a ayudarle con la carretilla, y ambos
comenzaron a cargar con ella.
Más tarde, cuando ya les faltaba poco para llegar al pueblo,
coincidieron con un matrimonio que disfrutaba de un paseo.
La pareja, al ver la escena de padre e hijo cargando con las
vasijas, murmuró que debía ser el hijo el que llevase la
carretilla. Entonces el padre paró y le pregunto al hijo el qué
debía hacer, y el hijo le explicó que debía hacer lo que
considerase mejor, y que no se tenía que dejar llevar por las
críticas.
— Y vos, Conde Lucanor, si dudáis entre hacer algo o no
hacerlo, debéis hablar con vuestro corazón y hacer lo que
mejor os parezca.
El consejo de Patronio le pareció bueno al Conde, que obró
según él y le fue de gran provecho.
Don Juan escuchó esta historia, y como le pareció de que
aportaba mucha sabiduría, la mandó poner en este libro y
anotó una moraleja al final del texto:
Por miedo a las críticas no dejéis de hacer,
lo lo que más conveniente pareciere ser.
David 3ºC
3. Cuento II
Volvió una vez más el conde Lucanor a pedir consejo a su
ayo Patronio, planteándole el siguiente problema.
- Patronio, me gustaría ampliar mis riquezas y mis
dominios, pero no por medio de la fuerza, hacia el
territorio rival y si la ocasión se presenta tratar con ellos
para proclamar la paz, mediante negocios. Pero algunos
nobles se han opuesto a mi propósito, ahora me critican
a las espaldas y hasta mis propios vasallos se sublevan.
El conde refirió a Patronio todas las habladurías y
críticas de las que se había conseguido informar.
Patronio respondió:
- Vera señor conde, casualmente lo que se digna a
contarme me recuerda lo que sucedió a un viejo noble
de los alrededores hace algún tiempo.
El conde pidió a su ayo que le relatara la historia.
- Señor conde-se dispuso Patronio a contar la historia-
dicho noble era de muy buen parecer, importante en la
corte y con muchas riquezas y victorias almacenadas y
bien merecidas. Este noble un dia se propuso un gran
proyecto a llevar a cabo para asi poder asegurarse su
puesto, ya que corrían tiempos muy duros e incluso las
gentes mas importantes pasaban penurias, la corte
entera se enteró de su propósito, les pareció de mal ver
y egoísta entonces empezaron las habladurías. A este
distinguido noble la apariencia que daba y lo que la
4. gente pensaba de él era más que importante por ello
cuando se enteró de los rumores se encolerizó, al
principio no hizo caso y siguió adelante, pero el orgullo
lo ganó y paró todos sus negocios quedándose como
estaba al principio.
Pasaron los años pero la situación no mejoró al
contrario empeoró aún más, a nuestro noble pareció no
afectar todos los cambios económicos que había, pero
llegó un día en el que sus riquezas no eran tantas ni
mucho menos, no vivía en su enorme castillo sino en un
palacete pequeño, entonces ocurrió lo que mas temía,
por unos sucesos que desconozco perdió todas sus
tierras y sus bienes. Dicho noble quedó pobre y
mendigo, pues al final no había llevado a cabo los
negocios que lo habrían salvado por las habladurías y
críticas de los demás.
- Vos, señor conde Lucanor si estáis seguro de que esos
negocios le harán bien en un futuro o cree que así en
vez de perder puede salir ganando, preocupaos más en
lo que vos pensáis en vez de hacer caso de las críticas
de otros que, simplemente, lo hacen por puro
aburrimiento.
Al conde le agradó la sinceridad y la verdad de Patronio y
puso en práctica lo que su criado le dijo y le fue muy bien,
no tuvo más enfrentamientos con sus rivales y pudo
ampliar sus tierras y sus riquezas para vivir más
cómodamente todavía. Al final la corte se cansó de los
5. rumores y cesaron, muchos siguieron los pasos del conde.
Y como don Juan Manuel gustó de este ejemplo lo mandó
poner en este libro y escribió estos versos:
Por miedo de las críticas, no dejéis de hacer
lo que más conveniente pareciere ser.
Sara Yáñez