1. “Reforma Oriente”
Este documento nace a partir de “Reforma Oriente”, jornada de reflexión organizada
por Bloque Oriente (Centros de Estudiantes de Artes Visuales, Actuación, Música,
Estética y Consejero Territorial Oriente) y el Consejero Superior. Ésta contó con la
participación del Decano de la Facultad de Arte, directores de carrera, profesores,
representantes de movimientos políticos dentro de la UC y estudiantes. La jornada giró
alrededor de tres preguntas/ejes:
1. ¿Sentimos que nos estamos formando como artistas, o nos estamos
adoctrinando como técnicos del arte?
2. Como estudiantes de arte, formados dentro de un marco universitario;
¿cuál/cómo es nuestro diálogo con la institución a la que pertenecemos?
3. ¿Qué factores son determinantes a la hora de reestructurar Campus
Oriente en manos de una comisión?
A continuación se presenta una compilación de las distintas ideas surgidas de las mesas
de trabajo.
Respecto a nuestra educación, hay un desfase con la realidad; la formación artística
dentro de Campus Oriente está desligada de las problemáticas actuales. Esto se genera
básicamente por el encierro y aislamiento consecuencia de una proyección ineludible del
paradigma artístico imperante: el arte como un fin netamente ornamental. Para
solucionar dichos problemas es necesario primero y ante todo un cambio de mentalidad
en el mismo gestor y productor artístico, para que la interrelación con sus símiles sea
real y contundente. Esto sin duda es coherente con el Plan de Desarrollo del Rector
Ignacio Sánchez, que postula generar vínculos con la sociedad, potenciando las artes y
humanidades en su conjunto. Una primera acción concreta es la apertura de las
plataformas expresivas, que ciertamente alberguen los deberes y derechos de los
estudiantes, entendiendo con esto un crecimiento responsable del mismo. Dicha
plataforma permitirá indagar en otras esferas conceptuales y tipológicas de los lenguajes
artísticos, autonomizando la decisión del creador de todo dictamen administrativo
condicionante de un resultado. Entiéndase por esto que toda forma de censura y filtro
temático va en directo desmedro del desarrollo humano en sí. Es entonces necesario
validar los procesos como resultados en progreso, en un inevitable devenir de aciertos y
errores, característica de un país que se sitúa a sólo 200 años de su emergencia
republicana. Es precisamente este proceso el que debe ser expuesto en sociedad (desde
la inmediatez del estudiante hacia toda la extensión del país), convirtiéndose en una
proyección no arquetípica de la misma.
El esclarecimiento sobre el destino de Campus Oriente abre una nueva oportunidad para
poder constituirnos como Facultad de Arte, la cual debe inclinarse a los procesos
artísticos, validando los resultados en tránsito, no los resultados exclusivamente como
finalidad. Es esto lo que nos podría diferenciar del resto de las universidades y centros
culturales, convirtiéndonos en un polo innovador en torno a las artes. Por ejemplo,
decidir tomar talleres de Educación Continua se volverá mucho más atractivo debido a
una eventual instancia de visualización de proceso, en donde el profesional en formación
también experimentará una retroalimentación con el estudiante de pregrado. Cabe

2. mencionar que esta es una de las únicas facultades de arte en Latinoamérica que agrupa
en el mismo lugar Artes Visuales, Actuación y Música.
En este contexto, hay que retomar la pregunta original; ¿Por qué está el arte insertado
en la universidad? Comprendemos que las artes no necesitan de ésta obligadamente: de
ahí se desprende el éxito que han experimentado diversas instituciones educacionales
que proponen un enfoque diferente al del marco universitario. Sin embargo, la
universidad sí incorpora el arte, para poder así acercarse más a un carácter universal.
Entendiendo esto, nuestra existencia como Facultad sólo tiene sentido si logramos
relacionarnos con el resto de la universidad, generando una influencia en nuestros
compañeros que sea rica en contenido humano y creativo. De este modo el resto de las
disciplinas de la UC podrán enriquecer nuestros conceptos con respecto a la realidad,
ampliando nuestro criterio y derrocando finalmente toda brecha comunicacional que
sólo crea fragmentación y prejuicio.
Siguiendo las líneas de desarrollo de la universidad y la Facultad de Arte, debemos dejar
de encerrarnos en nuestros conocimientos. Se hace necesario comprender que somos un
agente activo inscrito en la sociedad. El arte debe retomar el importante rol que la
historia le ha delegado, el de hacerse cargo de la contingencia, convirtiéndose
nuevamente en el motor de los grandes cambios. Se debe interpelar al estudiante con la
premisa “ENCARGATE”, asumiendo así su autogestión de manera más comprometida y
estimulando el vínculo con el contexto que lo circunscribe. El trabajo mismo ya no será
un mero encargo artístico.
Proponemos generar estos espacios a través, por ejemplo, de una calendarización de
exámenes de la Facultad de Arte, expuesta y abierta a recibir al resto de la comunidad
universitaria, además del uso del Centro de Extensión y diversos espacios en otras
escuelas como plataforma concreta para los trabajos de nuestros compañeros. La idea es
plantear una “necesidad de las artes”, generando un aprecio estético que impregne al
resto de los campus, y que catapulte al arte como algo indispensable en la vida
universitaria. Esta idea y su correcto desarrollo a largo plazo derivará en nuevos
públicos, ofreciendo una amplitud de miras en la gestión del artista.
Este proceso debe extenderse a toda la sociedad, pues actualmente hay una sensación
generalizada de que el arte no es necesario, cuando, por el contrario, es pieza clave del
constructo cultural de un país. Teóricamente, la cultura debiese ser una garantía
constitucional por parte del gobierno, siendo éste el responsable de su promoción. Al
mismo tiempo, la importancia del arte debiese ser tal que empresarios vieran plausible
invertir en ella.
Campus Oriente tiene mucho potencial y una gran responsabilidad frente a la realidad
país. Precisamente por esto, nuestro aporte cultural al país debe ser desde el
reconocimiento del arte como una instancia pedagógica y de investigación, fomentando
innovadores programas de Educación Continua, acercando ésta a la comunidad en
programas de educación básica y media, que tengan relación no sólo con la técnica
artística, sino que también con la disciplina estética. El método didáctico debe ser base
para el desarrollo de las pedagogías, y en ese sentido seria interesante plantear una
plataforma investigativa, que no solamente concierna al arte.

3. El desarrollo real de un país surge desde la consistencia en su cultura y no de otra
manera. El proceso formativo y la integridad de cada ser humano crece en directa
relación con el fortalecimiento de las artes y la cultura. Es en este punto donde somos
indispensables en la sociedad. Por ende, nuestra tarea es convertir a Campus Oriente en
un gran polo cultural, a través de la visualización y el trabajo directo con la sociedad, la
Educación Continua y la investigación, insistiendo siempre en la importancia de los
procesos artísticos y no necesariamente en el resultado.
Para el desarrollo de un polo cultural como el que queremos gestar, es indispensable el
diálogo “docente-estudiante” como una forma concreta de retroalimentación
experiencial que nutra el proceso. Este diálogo potencia a ambos actores dentro del
marco universitario, además promueve una maduración personal y artística elevando el
nivel de aprendizaje de la disciplina, reconfigurando de manera tangencial las mallas
curriculares en aras de una formación integradora e inclusiva; las nuevas motivaciones
del estudiante de arte traerán como consecuencia espontánea una mayor veracidad en
las obras en tanto éstas se conecten con la contingencia o el padecer social; en este
sentido, el docente tiene una gran responsabilidad como guía, ya que canaliza el
quehacer del estudiante y de alguna manera condiciona sus tiempos; en definitiva, como
facultad y como comunidad artística podremos crecer únicamente abandonando la
burbuja preciosista en la que se ha entronizado al artista y creando un discurso
identitario realmente sólido.
Recordemos que el arte es un conocimiento que se entrega bajo el paradigma maestro-
aprendiz y no necesariamente en clave de docente-alumno.Transparentar los procesos
transforma el aprendizaje en un acontecer mágico. Es precisamente ese encanto el que
debería explotarse como materia energética dispuesta, por ejemplo, en un lugar común
de trabajo, tal como un taller de permanencia, algún teatro, o taller abierto, donde se
pueda entrar e investigar directamente el trabajo en proceso. La interdisciplina que
queremos lograr se podría conseguir con el simple gesto de unión espacial
estrictamente atingente a la producción. Como contraparte hoy tenemos cursos
mínimos, que si bien son masivos e intentan ser inclusivos, no logran crear la
interdisciplinariedad ni el diálogo mínimo reflexivo en torno a la situación vocacional del
grupo en formación, lo que agrava y complejiza notoriamente el panorama.
La crisis está en el vínculo roto entre el proceso creador y la evaluación de dichos
procesos, lo cual tiene que ver con la estructura de la institución misma. Optar por ser
artista es una decisión. A nadie se le obliga a estudiar arte y dedicar cuatro o cinco años
de su vida a una formación académica que ofrece un área de desempeño absolutamente
estigmatizada en la sociedad. La legitimización real de un artista comienza con la
horizontalidad entre maestro/artista ya consolidado y aprendiz/artista en formación. El
nuevo paradigma debe plantear un descubrimiento entre estas dos esferas, la de la
experiencia, por un lado, que acoge la vitalidad de entidades jóvenes que se incorporan,
y viceversa. Este diálogo necesita ciertas condiciones para que se plantee como una
vitamina que efectivamente nos haga crecer como comunidad universitaria; insistimos
entonces en lugares físicos muy concretos aptos para el trabajo en proceso y sumamos a
esto el replanteamiento de las cátedras. De estas últimas, su masividad numérica no
genera una atmósfera propicia para el buen desplante del estudiante, quien no logra
interpelar al profesor, muy a pesar de estar en desacuerdo con sus planteamientos.
Realmente creemos que este diálogo es el que enriquecerá la vida universitaria, sobre

4. todo en cuanto a materia de humanidades se trata, en donde el debate debe ser
medular como cimiento de toda reflexión.
Asimismo, las mallas debiesen considerar el tiempo reducido de los estudiantes, ya que
dicho factor se convierte en el atenuante de la interdisciplinariedad con las otras artes.
Esto podría solucionarse estimulando concretamente la complicidad entre el trabajo de
los estudiantes y las exigencias de los programas docentes. El sistema norma-encargo
tiene que estar en función de la visualización de las artes (Ej: examen de Color, 2009;
los exámenes se expusieron en el patio central y deslumbraron al resto de la comunidad,
generando comentarios de estudiantes que no necesariamente son de Artes Visuales).
Existe un miedo generalizado a mostrarse. Muchas veces los docentes son reticentes a
abrir su trabajo a la comunidad y los alumnos por consecuencia también temen sacar su
trabajo a la luz. Si las inseguridades parten de los mismos docentes, ¿cómo pretendemos
exigir una apertura de miras a nuestros compañeros? Todo lo que el docente haga o
proyecte sin duda es una determinate en los estudiantes, ya que el profesor porta una
carga de modelo para el artista en formación, noción que es errónea al fomentar el
conformismo y la nula interpelación y cuestionamiento. Para impulsar concretamente a
nuestros futuros artistas es necesario e imperante que se abran espacios para la
autogestión, para el aprendizaje en torno a la realización de proyectos desde el diseño,
cotizaciones, formas de postulación a los FONDART y fondos municipales, etc. Las
nuestras son disciplinas que se sustentarán a través de la gestión y no por un campo
laboral que ofrezca estabilidad y solvencia. El desarrollo de ideas sustentables y la
concreción de proyectos abiertos a la comunidad harán del egresado UC un sujeto que
marque la diferencia en un medio cada vez es más exigente y diverso. El aislamiento de
cada disciplina artística y su autonomización cegada sólo es un síntoma cancerígeno que
el arte está padeciendo y que estamos a tiempo de revertir. Es absolutamente relevante
la complicidad abierta e inclusiva en la gestión cultural, y una rigurosa capacitación que
brinde técnicas administrativas, y no sólo plásticas, a cada uno de nuestros futuros
artistas.
La infraestructura del campus genera una problemática dado que tiene carácter de
claustro, está construido “celularmente”, segregando los lugares de encuentro y
segmentando a la comunidad. Todo es un lugar de paso. Si no existe un espacio en donde
se congreguen estudiantes y docentes es difícil hablar de que exista una identidad de
comunidad universitaria, en particular en oficios cuyo desarrollo efectivo está
intrínsecamente relacionado con el “encuentro del otro”. Los patios centrales son una
plataforma inicial que debe ser re-significada, para lo cual proponemos la existencia de
una “pérgola” a modo de centro de reunión de los estudiantes, dispuesto para la
espontánea exposición de trabajos de cada disciplina, donde el espacio pueda ser
apropiado libremente, abriendo una puerta a “las ganas de hacer ver”. Esto,
ciertamente, no debe ser condicionado por ninguna instancia externa de lucro que
requiera una imagen arquetípica del espacio universitario. Es decir, tanto matrimonios
como todo tipo de evento externo a la disciplina (si bien son bienvenidos) no deben
condicionar la estancia de las plataformas de encuentro de los estudiantes ni relegar los
trabajos expuestos en los patios a un plano secundario.
Para poder lograr una mayor integración a la comunidad UC, es necesario hacerse cargo
de la realidad de ésta; en este punto la autoevaluación y el desarrollo de proyectos que
resguarden los intereses de estudiantes y docentes en torno al replanteamiento de la

5. facultad es un síntoma vital, ya que son las particularidades de Oriente las que deben
validarse irrestrictamente. Cualquier plan maestro que proyecte económicamente el
campus de las artes hacia la comunidad UC debe integrar a los estudiantes y profesores
que trabajan íntegramente en este establecimiento, para así perfilar sustancialmente
una identidad, procurando siempre no desvirtuar el proceso interno. La Comisión Oriente
debe considerar y respetar la participación de estudiantes y docentes en cualquier tipo
de reestructuración funcional, ya que son ellos y sólo ellos los que se encuentran
habitando el lugar regularmente. Por lo tanto reconocen las necesidades y
fragmentaciones de éste. Es la gente la quien conforma el campus y no viceversa.
La participación debe ser transversal y en aumento para la real integración y legitimidad
del proceso. La asistencia a jornadas periódicas de reflexión y proposición es clave para
seguir conociéndonos. Además, se transparentarían los avances y discusiones que
pudiesen gestarse en el camino. Cualquiera que sea el plan maestro de desarrollo, éste
debe ser tremendamente cuidadoso con los indicadores que utilice para su mecánica de
funcionamiento. El uso exclusivo de indicadores de rentabildad iría en desmedro de
cualquier facultad de arte, pues las disciplinas allí ejercidas no necesariamente se
adaptan a patrones productivos, más bien obedecen a inquietudes, cuestionamientos,
ideas que trascienden una determinada concepción de "lo rentable”. Es perentorio el
uso de indicadores cualitativos y cuantitativos sólo si estos tienen relación con la
pluralidad del campus, número de asistentes a actividades y número de personas que se
interesen en los talleres.
Por último, y siguiendo los valores y lineamientos de la Universidad, creemos
firmemente que es esencial atender a la ética en la asociación con empresas que
quieran invertir y generar convenios con el Campus y la Facultad. Asimismo, no
descuidar la responsabilidad social de este proyecto y el perfil consecuente que
queremos gestar.
En conclusión, es evidente que hay muchas problemáticas internas dentro de la Facultad
de Arte, que dicen relación con el padecer del estudiante. Es desde esta esfera
primordial donde deben surgir los cimientos del camino que tenemos que construir. Este
trabajo se logrará sólo si funcionamos como un gran colectivo de motivaciones, pues
todos los actores involucrados (profesores, estudiantes, funcionarios y autoridades)
tienen algo valioso que aportar. El trabajo por separado solo tendría consecuencias
nefastas, como nos ha develado la historia.
Nuestra invitación como estudiantes es a no olvidar la esencia de lo que estamos
haciendo, pues es ésta la que conformará nuestra gran obra maestra, el progreso de
Campus Oriente.
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