El autor recuerda cuando jugó al Monopolio con su abuela a los 10 años y ganó mucho dinero y propiedades en el juego. Sin embargo, al finalizar el juego tuvo que devolver todo a la caja, aunque no quería porque deseaba guardar sus ganancias para siempre. Esto le hizo comprender que aunque durante el juego pensó que las propiedades eran suyas, en realidad no le pertenecían. Del mismo modo, aunque las personas buscan riquezas y poderes en la vida, al final cuando mueren deben devolverlo todo a Dios,
2. Una vez, cuando tenía 10 años, jugué 'monopolio' con mi abuela. Yo tenía de todo en el juego: dinero, casas, hoteles, peajes y hasta parques. Sin embargo, aprendí que tarde o temprano llega el tiempo de 'devolver todas las cosas a la caja'.
3. incluyendo las casas y el hotel. Todos los bienes, como calles que imponen multas, parques, vías de tren. hasta gastos de electricidad y agua, todo debía ser devuelto a la caja. También todo el dinero ganado.
4. Cuando se acaba e! juego, todo se devuelve. Pero yo no quería devolverlos. Quería más bien guardarlos para recordar mi capacidad en el juego para siempre. Deseaba gozar el placer de haber obtenido la victoria, como Rey por la eternidad.
5. Mi deseo era que la emoción de la victoria no se apartara más de mí. Yo estaba confundido por la victoria que gozaba luego de mucho tiempo. En realidad, todo lo que había ganado en el juego, no formaba parte de mis bienes. No era real. Nada me pertenecía.
6. Tuve la oportunidad de jugar, nada más. Mientras dura el juego, puedo pensar que realmente son mis bienes. Pero no lo son. cuando el juego se acaba.
7. Muchos buscan alcanzar las cosas del mundo en lugar de Dios. Esto puede ser riquezas, dinero, aspecto físico o poder.
8. Pensamos que estas cosas pueden llenar nuestra vida. Pero en realidad, pueden sostenernos solamente por un breve momento, como las circunstancias que van y vienen.
9. Cuando termina nuestra vida. debemos devolver todas estas cosas a su dueño, a Aquél que mora en el cielo, porque todas son cosas que ¡Él nos prestó Como desde el principio nunca fue nuestro, debemos devolverlo a la caja. John Ortberg