2. La oscuridad es la ausencia percibida de la luz. Científicamente,
es posible alcanzar una cantidad reducida de luz. La respuesta
emocional a la ausencia de luz ha inspirado diversas metáforas
en literatura, en simbolismo y en las artes.
El contrario a la oscuridad popular de la creencia, pura o total no
existe, porque una cierta cantidad pequeña de partículas ligeras,
bajo la forma de radiación, que impregna cada esquina del
universo, aunque imperceptible al ojo humano ocasionalmente.
Así pues, la oscuridad se describe lo mejor posible como “menos
cantidades de luz,” más bien que “la ausencia de la luz.” La
oscuridad verdadera es solamente teóricamente posible en
condiciones de cero absoluto.
Anteriormente en la historia, fue vista a veces como sustancia por
derecho propio, y aparece en esta forma en un poco de literatura
de la fantasía. Otro nombre para la oscuridad en este contexto
es sombra
4. La oscuridad no existe, lo que
llamamos oscuridad es la luz que
no vemos.
5.
6. El reflejo en la oscuridad no es mas
que un producto de la imaginacion
7. Para quienes no ansían sino ver,
hay luz bastante; más para quienes
tienen opuesta disposición, siempre
hay bastante oscuridad.
8. No debe prometer andar en la
oscuridad quien no ha visto el
anochecer.
9. En la oscuridad de la calle
nadie ve la hermosura
siempre sufres el miedo de la oscuridad.
10. Las religiones, como las
luciérnagas, necesitan de
oscuridad para brillar.
11. y cuando la noche vaya atravesando en su curso sobre la tierra las tinieblas
se irán apoderando de mi ser, el sollozo de un alma en pena invadirá mi
mente, me pedirá clemencia y no se la podré dar, mi espíritu ha muerto y ya
no tengo rastros de humanidad.
Ya no podré sentir nada, ni lástima, ni pena, maldita está mi alma para la
eternidad…
Me convertiré en un cazador, un depredador de amor. Y cuando lo mejor de
cazar, sea ver como el amor, el cariño y la ilusión se van apagando en los ojos
de mis presas…. iré acumulando pecados, para hacer que mi estancia en el
infierno valga la pena,
Así que no hay nada a que temer