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CAPÍTULO I
LA HIGUERA Y EL POZO
Fue una tarde de invierno cuando con mis
amigos quisimos salir de nuestra sala de clases, ¿Para
qué? Pues para ir a investigar una vieja y extraña casa.
En ese tiempo, cuando aún existía, estaba ubicada en
la esquina de la cuadra de nuestro liceo, no muy lejos,
quizás a unas cuantas casas más al norte. Se
rumoreaba que en aquel lugar rondaban espíritus y
cosas así por el estilo, siempre nos asustaban con aquel
lugar, desde muy pequeño ya habíamos escuchado
horrorosas y escalofriantes historias, cosas así como
que un tiempo estuvo viviendo una familia extranjera,
siendo franco, siempre imaginé en que eran alemanes
o algo así porque según lo que comentaban se
comunicaban de una forma muy extraña.
En aquellos relatos se decían muchas cosas
relacionadas con que el hijo de la familia que vivía ahí,
algo que de un momento a otro se volvió loco sin
ninguna explicación, que hablaba incoherencias,
también que después de un tiempo desapareció y
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nunca se encontró rastro de él, a raíz de eso, y después
de varios años de búsqueda, sus padres decidieron
mudarse por no haber encontrado a aquel muchacho.
Yo no creía nada de eso, así que por eso decidimos ir a
investigar.
Recuerdo muy bien que esperamos ansiosos a
que tocaran el timbre para salir a recreo; cuando al fin
sonó, corrimos hacía el gran patio de atrás, donde
nadie podía vernos; saltamos haciendo mucho esfuerzo
la enorme reja que rodeaba nuestro liceo, esas que
parecían unas enormes palmeras de acero y nos
fuimos…
¡Ah! Pero aún no les eh comentado sobre mis
amigos, eran hermanos mellizos, Sofía y Diego. A
decir verdad Sofía era una chica muy hermosa, me
gustaba su cabello largo y negro que parecía seda, me
encantaban sus ojos color café y su simpatía, en ese
momento nunca se lo dije ya que no quería arruinar mi
amistad con Diego, que él en cambio era un joven muy
reservado no muy bueno para hablar ni expresarse.
Ellos eran mis mejores amigos desde hace un poco
más de 12 años.
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En ese entonces cuando ocurrió esta historia
ambos tenían 18 y yo 19 años e igual éramos
compañeros de clase, yo era el mayor del grupo ya que
había quedado un año de clases repitiendo a propósito
solo para poder estar más tiempo compartiendo con
ellos.
Retomando la historia… Después de haber
saltado la gran reja, corrimos hacia la casona y que
sorpresa nos llevamos cuando notamos que tenía una
reja tan alta como la de nuestro liceo. Ya estando en
frente de aquel lugar, creo que Diego tuvo cargo de
conciencia por tratar de irrumpir en la casa porque
recuerdo muy bien lo que nos dijo;
– ¿Y si viene el cuidador? Ese que siempre viene.
– No creo si por lo que sé, viene cada un mes y hace
poco lo vi aquí. Dijo Sofía.
– ¿Estás segura?
– Si. Respondió, no muy segura.
Pero Sofía para cerciorarse de que su
hermano entrara le tomo su mochila y la aventó hacia
adentro de aquel lugar, nuevamente con mucha energía
tuvimos que saltar, tirando primero las mochilas que
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aún teníamos para alivianar la carga y pasar con mayor
facilidad.
Cuando estuvimos adentro caminamos por
alrededor de la casa hacia la parte de atrás, donde
estaba la gran higuera y el tenebroso pozo, esos que
lideraban los relatos del lugar. Frente a ellos, una
puerta enorme y preciosa con una ventana en un muro
descascarado típico de casas de adobe antiguas.
Diego forzó el cerrojo de aquella puerta para
poder entrar pero a mi parecer se dio por vencido
demasiado rápido.
– Vamos, la puerta no se abre ya no hay nada más que
hacer aquí…
Aun no terminaba de decir la frase cuando de
repente se escucha un estremecedor ¡Splash! Miré
asombrado y asustado por aquel sonido tan tenebroso
pero me alivie cuando vi a Sofía arrojando la mochila
de Diego por la ventana.
– ahora podremos entrar. Dijo con una gran sonrisa en
su cara.
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Diego muy enojado entró para ir a buscar sus
cosas y cuando quiso retroceder para salir no le dejé ya
que con Sofía ya estábamos adentro de la casa.
Empezamos a investigar dentro de esta, nos
encontramos con un gran pasillo con murallas
amarillas y marcas de un color más blanco en donde
claramente alguna vez pudo haber cuadros, tenía piso
de madera y puertas de lado a lado. En medio del
pasillo encontramos botado un muñeco de madera y
trapo rasgado, no más grande que la planta de los pies
de Diego. Algo tenia aquel muñeco, nunca supe que
era solo que me gustó mucho y no dude en tomarlo, lo
eché en mi bolso y seguí con la incursión dentro de
aquella casa, era tan grande que encontrábamos que el
pasillo no tenía fin hasta que llegamos a un salón
enorme amueblado completamente, todo cubierto con
unas sábanas blancas y una espesa capa de polvo.
Empecé a descubrir cada cosa y mientras más
avanzaba más me impresionaba con los enormes y
preciosos muebles, al parecer las personas que alguna
vez vivieron hay tenían mucho dinero, imagínense si
hasta había un gran piano de cola negro, era una marca
alemana; otra cosa que me hizo pensar en la
nacionalidad de los dueños del lugar.
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Durante la excursión, aquel piano más de una
vez me dio la impresión de haberlo escuchado
tocándose solo; siempre lo negué, no quería asustarme
así que trate de ser lo más escéptico posible. Al rato
después fue más evidente pues Sofía y Diego también
lo escucharon, en ese momento empecé a sentir miedo
y quise irme, pero como siempre Sofía insistió para
quedarnos, ella quería investigas más y más. Lo único
que quería era irme pero no encontré excusas como
para darle a Sofía así que tuve que quedarme junto a
ella.
Recorrimos todo el lugar hasta que no quedó
ningún cuarto si haberlo visto, luego Sofía quiso subir
al segundo piso, íbamos caminando hacia la escalera
cuando se escucharon unos pasos, enseguida ella quiso
ir a indagar, estaba subiendo la gran escalera de roble
obscuro cuando la tomé del brazo y le dije que
escuchara; Se sentía un tenue sonido de pasos por la
madera vieja que se encontraba de suelo en el segundo
piso, unos pasos que de poco a poco se iban
acercando, de repente se escucha un estornudo, y los
pasos más fuertes y rápidos. Ese momento fue cuando
salimos corriendo, pasamos por el pasillo escuchado
aquellos pasos que bajaban la escalera, no alcanzaron a
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pasar cinco segundos cuando ya estábamos afuera de
la casa escondidos detrás de la gran higuera.
Miramos hacia la ventana, se asomó una
sombra humana por suerte, pero muy tenebrosa, se
alcanzaba a distinguir que estaba mirando como si
buscara algo, estuvo por un buen tiempo allí pero al
momento después no se sintió nada, como si se
hubiese esfumado.
Ya pasado ese tremendo susto, tratamos de
salir que aquella casa pero tanto eran las ganas de
fisgonear de Sofía que al intentar entrar nuevamente,
no notó una raíz de la higuera que sobresalía de la
tierra y tropezó con ella cayendo adentro del pozo que
se encontraba justo al lado, me asomé para ver cómo
se encontraba y di un respiro de alivio cuanto la pude
distinguir flotando en el agua, por suerte aún tenía.
– Aquí está raro. Dijo Sofía. – Creo que esta agua no
moja, tengo toda la ropa seca.
Me reí de ella por un rato hasta que noté la
seriedad en sus ojos. Primero lo tomé como uno de sus
juegos para convencernos de entrar pero fue tanta la
sorpresa en sus palabras que la curiosidad nos ganó así
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que igual bajamos por una delgada escalera de fierro
anclada por el interior a las rocas del pozo. Al llegar
abajo quedamos igual de impresionados que ella al
notar que decía la verdad. No entendíamos cómo es
que el agua no podía mojarnos, todo era muy extraño,
pero nos gustó y nos quedamos por varios minutos
observando, por ello, pudimos notar al fondo una
extraña luz. Sofía, como siempre demostrando su
valentía se sumergió para averiguar que era, al
momento de volver dijo;
– No alcancé a llegar al final, parece interminable,
pero creo que si seguimos nadando podríamos saber
que hay. ¡Síganme!
Fuimos tras ella esperando encontrar algo
valioso, nadamos hasta lo más profundo, hasta cuando
la luz se hizo más fuerte y aquí es cuando sucedió lo
menos esperado… Nadando hacia abajo extrañamente
aparecimos flotando sobre un pequeño lago dentro de
un misterioso túnel. Todo eso fue muy confuso, como
si el mundo estuviera de cabeza. Así que decidimos
regresar, el problema estuvo cuando al intentar volver
notamos que ese lago en sus profundidades solo era
arena y piedras, no había nada que nos diera un indicio
de la existencia el pozo.