AFICHE EL MANIERISMO HISTORIA DE LA ARQUITECTURA II
Conferencias episcopales
1.
2. El Episcopado Latinoamericano no puede quedar
indiferente ante las tremendas injusticias sociales
existentes en América Latina, que mantienen a la
mayoría de nuestros pueblos en una dolorosa pobreza
cercana en muchísimos casos a la inhumana miseria.
2 Un sordo clamor brota de millones de hombres,
pidiendo a sus pastores una liberación que no les llega
de ninguna parte. "Nos estáis ahora escuchando en
silencio, pero oímos el grito que sube de vuestro
sufrimiento", ha dicho el Papa a los campesinos en
Colombia [Pablo VI, 23/08/68].
Medellín, Pobreza de la Iglesía, 1 y 2 (1968)
3. 643. Las Comunidades
Eclesiales de Base son
expresión del amor
preferente de la Iglesia por el
pueblo sencillo; en ellas se
expresa, valora y purifica su
religiosidad y se le da
posibilidad concreta de
participación en la tarea
eclesial y en el compromiso
de transformar el mundo.
(puebla)
4. 629. Se comprueba que las pequeñas
comunidades, sobre todo las Comunidades
Eclesiales de Base crean mayor interrelación
personal, aceptación de la Palabra de Dios,
revisión de vida y reflexión sobre la realidad, a
la luz del Evangelio; se acentúa el compromiso
con la familia, con el trabajo, el barrio y la
comunidad local. Señalamos con alegría, como
importante hecho eclesial particularmente
nuestro y como «esperanza de la Iglesia» (EN
58), la multiplicación de pequeñas
comunidades. Esta expresión eclesial se
advierte más en la periferia de las grandes
ciudades y en el campo. Son ambiente propicio
para el surgimiento de los nuevos servicios
laicales. En ellas se ha difundido mucho la
catequesis familiar y la educación de la fe de
los adultos, en formas más adecuadas al
pueblo sencillo.
(Puebla, 1979)
5. 26. Iluminados por Cristo, el sufrimiento, la injusticia y la cruz nos interpelan a vivir como
Iglesia samaritana (cf. Lc 10, 25-37), recordando que “la evangelización ha ido unida siempre a
la promoción humana y a la auténtica liberación cristiana”20. Damos gracias a Dios y nos
alegramos por la fe, la solidaridad y la alegría, características de nuestros pueblos trasmitidas
a lo largo del tiempo por las abuelas y los abuelos, las madres y los padres, los catequistas, los
rezadores y tantas personas anónimas cuya caridad ha mantenido viva la esperanza en medio
de las injusticias y adversidades.
6. La historia de la humanidad, a la que Dios
nunca abandona, transcurre bajo su mirada
compasiva. Dios ha amado tanto nuestro 51
mundo que nos ha dado a su Hijo. Él anuncia la
buena noticia del Reino a los pobres y a los
pecadores. Por esto, nosotros, como discípulos
de Jesús y misioneros, queremos y debemos
proclamar el Evangelio, que es Cristo mismo.
Anunciamos a nuestros pueblos que Dios nos
ama, que su existencia no es una amenaza
para el hombre, que está cerca con el poder
salvador y liberador de su Reino, que nos
acompaña en la tribulación, que alienta
incesantemente nuestra esperanza en medio de
todas las pruebas. Los cristianos somos
portadores de buenas noticias para la
humanidad y no profetas de desventuras.