Este documento presenta a Lilo de la Vega, una actriz colombiana que obtuvo su primer papel protagónico en la serie de televisión La Prepago sin mucha experiencia previa en actuación. A pesar de haber estudiado actuación por dos años, Lilo confió en su talento natural y conquistó a los productores durante la audición. Su rostro nuevo, figura delgada y talento silencioso la hicieron una candidata ideal para el papel y le permitieron triunfar en la competitiva industria colombiana. Lilo cree tener el don
1. saúl hernández
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Lilo no
toca puertas
Si al éxito se llega sudando, el esfuerzo sobrepasa el termómetro.
La mayoría de los actores —por no decir todos— ahonda su
voluntad y capacidad para destacarse en los castings. A Lilo
de la Vega, este “trámite” no le resulta tan simpático. Dejó su
carrera de modelo y los menesteres del mundo de la publicidad.
En enero de 2011, una especie de suerte bondadosa la acompañó
para ser escogida —por primera vez— como protagonista de una
serie televisiva: La Prepago, producida por Teleset (Colombia)
y emitida por Teleamazonas en Ecuador. Antes del contrato, la
pregunta de rigor no la asustó: “Estudié dos años de Actuación.
De pronto me acuerdo de algo y puedo hacerlo”, dijo y conquistó
a los productores.
El rostro nuevo (y hermoso), la figura esbelta y un talento
silencioso encajaron en el perfil de una actriz que encantaría al
público. En un mercado tan competitivo como el colombiano,
Sandra Lilibeth de la Vega, una joven mujer sin la experiencia
requerida, logra el papel principal de una teleserie: “Modestia
aparte, pero tiene que haber mucho talento, disciplina, pasión
y ganas de hacer las cosas”. Detrás de la pantalla, ella se debate
entre ser una persona que lo sacrifica todo y otra que lo tiene
casi todo. Ante el reto, su profesión le exige vivir.
Cree tener el don necesario para encarnar personajes tan
reales como los de su natal Bucaramanga. Para representarlos, el
guión no le es suficiente porque la realidad no le asegura nada.
Lilo de la Vega es una estrella que busca el espacio para triunfar.
Si no lo encuentra, su modestia estará obligada a intentarlo.
— por josé maría canoro
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