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PINTORES ESPAÑOLES
CRISTIAN ANDRÉS CIFUENTES LONDOÑO
DOCENTE:
INSTITUTO TÉCNICO SUPERIOR
ÁREA DE EDUCACION ARTISTICA
GRADO DECIMO UNO 10-01
PEREIRA
2014
El GRECO
Doménicos Theotocópoulos; Candía, hoy Heraklion, actual Grecia, 1541 - Toledo,
España, 1614
Doménikos Theotokópoulos Pintor español. Aunque nacido en Creta, isla que en
aquella época pertenecía a la República de Venecia, El Greco desarrolló su peculiar
estilo y la mayor parte de su trayectoria artística en España. Se formó en su isla
natal como pintor de iconos, antes de trasladarse a Venecia, donde conoció la obra
de Tiziano y Tintoretto, artistas que, junto con Miguel Ángel, fueron los que más
influyeron en su pintura. A partir de 1570, tras una estancia de siete años en Roma,
El Greco se trasladó a Toledo por invitación del canónigo Diego de Castilla, quien
le encargó un retablo para la iglesia de Santo Domingo el Antiguo. Llevaba diez
años en Toledo cuando Felipe II le encomendó una obra para el monasterio de El
Escorial; pero El martirio de san Mauricio no gustó al soberano español, quien ya
nunca volvió a contar con el artista. Ello supuso una decepción enorme para El
Greco, ya que aspiraba a convertirse en pintor de corte, pero no entorpeció su
carrera, puesto que era ya un pintor solicitadísimo tanto por los aristócratas como
por los eclesiásticos toledanos. No es de extrañar, por tanto, que su obra sea
extraordinariamente fecunda. Se conocen algunas de sus creaciones anteriores a
su llegada a España, lo cual permite afirmar que El Greco creó su peculiar estilo
después de su establecimiento en Toledo, seguramente influido por el fervoroso
ambiente religioso de la ciudad. Sus figuras alargadas, pintadas con pincelada
fluida, parecen criaturas inmateriales, carentes de solidez física e imbuida de una
intensa espiritualidad. A ello hay que añadir su paleta originalísima, de colores fríos,
que consigue efectos sorprendentes con los rojos, los azules y en particular los
blancos, de una rara intensidad y nitidez.
Aunque pintó sobre todo obras religiosas, se le deben también importantes retratos
(Félix Paravicino, El caballero de la mano en el pecho) y algunos cuadros de
temática diversa. La obra más admirada de El Greco es El entierro del conde de
Orgaz, por el hecho de que el artista se valió de este acontecimiento para dejar
constancia del momento en que le tocó vivir; para ello, dividió el cuadro en dos
planos, uno celestial en la parte superior y otro terrenal en la inferior, de tal modo
que la obra es al mismo tiempo un cuadro religioso y un retrato de grupo. El plano
superior, el celestial, no se aparta de sus restantes obras religiosas y presenta
idéntico hondo misticismo y parecida intensidad dramática; la novedad se encuentra
en el plano terrenal, donde los principales personajes del Toledo de la época,
incluidos el propio pintor y su hijo, aparecen reproducidos con absoluta fidelidad. De
la conspicua producción religiosa de El Greco cabe destacar El Expolio de Cristo,
El Bautismo de Cristo, La Adoración de los pastores y diversos Apóstoles, en los
que resulta admirable la expresividad de los rostros y los ademanes.
DIEGO VELASQUEZ
Sevilla, hacia el 5 de junio de 15991 - Madrid, 6 de agosto de 1660
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, pintor barroco español, nació en Sevilla en
1599. A los once años inicia su aprendizaje en el taller de Francisco Pacheco donde
permanecerá hasta 1617, cuando ya es pintor independiente. Al año siguiente, con
19 años, se casa con Juana Pacheco, hija de su maestro, hecho habitual en aquella
época, con quien tendrá dos hijas. Entre 1617 y 1623 se desarrolla la etapa
sevillana, caracterizada por el estilo tenebrista, influenciado por Caravaggio,
destacando como obras El Aguador de Sevilla o La Adoración de los Magos.
Durante estos primeros años obtiene bastante éxito con su pintura, lo que le permite
adquirir dos casas destinadas a alquiler. En 1623 se traslada a Madrid donde
obtiene el título de Pintor del Rey Felipe IV, gran amante de la pintura. A partir de
ese momento, empieza su ascenso en la Corte española, realizando interesantes
retratos del rey y su famoso cuadro Los Borrachos. Tras ponerse en contacto con
Peter Paul Rubens, durante la estancia de éste en Madrid, en 1629 viaja a Italia,
donde realizará su segundo aprendizaje al estudiar las obras de Tiziano, Tintoretto,
Miguel Ángel, Rafael y Leonardo. En Italia pinta La Fragua de Vulcano y La Túnica
de José, regresando a Madrid dos años después. La década de 1630 es de gran
importancia para el pintor, que recibe interesantes encargos para el Palacio del
Buen Retiro como Las Lanzas o los retratos ecuestres, y para la Torre de la Parada,
como los retratos de caza. Su pintura se hace más colorista destacando sus
excelentes retratos, el de Martínez Montañés o La Dama del Abanico, obras
mitológicas como La Venus del Espejo o escenas religiosas como el Cristo
Crucificado. Paralelamente a la carrera de pintor, Velázquez desarrollará una
importante labor como cortesano, obteniendo varios cargos: Ayudante de Cámara
y Aposentador Mayor de Palacio. Esta carrera cortesana le restará tiempo a su
faceta de pintor, lo que motiva que su producción artística sea, desgraciadamente,
más limitada. En 1649 hace su segundo viaje a Italia, donde demuestra sus
excelentes cualidades pictóricas, triunfando ante el papa Inocencio X, al que hace
un excelente retrato, y toda la Corte romana. Regresa en 1651 a Madrid con obras
de arte compradas para Felipe IV. Estos últimos años de la vida del pintor estarán
marcados por su obsesión de conseguir el hábito de la Orden de Santiago, que
suponía el ennoblecimiento de su familia, por lo que pinta muy poco, destacando
Las Hilanderas y Las Meninas. La famosa cruz que exhibe en este cuadro la
obtendrá en 1659. Tras participar en la organización de la entrega de la infanta
María Teresa de Austria al rey Luis XIV de Francia para que se unieran en
matrimonio, Velázquez muere en Madrid el 6 de agosto de 1660, a la edad de 61
años.
GOYA
Francisco José de Goya y Lucientes; Fuendetodos, España, 1746 - Burdeos,
Francia, 1828
Pintor y grabador español. Goya fue el artista europeo más importante de su tiempo
y el que ejerció mayor influencia en la evolución posterior de la pintura, ya que sus
últimas obras se consideran precursoras del impresionismo. Goya aprendió de su
padre el oficio de dorador, pero, decidido a dedicarse a la pintura, se trasladó a
Madrid para formarse junto a Francisco Bayeu, con cuya hermana se casó en 1775,
año de su establecimiento definitivo en Madrid. Bayeu le proporcionó trabajo en la
Real Fábrica de Tapices, para la que realizó sesenta y tres cartones, en su mayor
parte con escenas idílicas y de la vida diaria, plasmadas con colores claros y vivos
e impregnadas de alegría y romanticismo. Simultáneamente, Goya empezó a pintar
retratos y obras religiosas que le dieron un gran prestigio, hasta el punto de que en
1785 ingresó en la Academia de San Fernando y en 1789 fue nombrado pintor de
corte por Carlos IV. Diez años más tarde, en 1799, pintó para el soberano el famoso
retrato La familia de Carlos IV, que se considera una de sus obras maestras. Es un
retrato oficial, formal en apariencia, pero en el que el autor se permite cierta ironía
al plasmar a los personajes con un realismo crítico. Goya trabajó como retratista no
sólo para la familia real, sino también para la aristocracia madrileña, y de hecho
entre estos retratos se encuentran algunas de sus obras más valoradas, como La
condesa de Chinchón o las famosas La maja vestida y La maja desnuda; sobre
estas últimas dice la leyenda popular que representan a la duquesa de Alba, quien
habría mantenido con el artista una relación de tintes escandalosos. En los retratos
de Goya destaca, en líneas generales, su atento estudio de las posturas y las
expresiones, así como los contrastes de luces y sombras que realzan la figura del
protagonista. Hacia 1799, el pintor concluyó una de sus grandes series de grabados,
Los caprichos, ochenta y dos aguafuertes que constituyen una crítica feroz de la
sociedad civil y religiosa de la época. En esta serie aparecen ya algunos personajes
extraños y macabros que acabarán protagonizando obras posteriores del maestro.
Por esos mismos años, Goya se ocupó de la decoración al fresco de la ermita de
San Antonio de la Florida, donde realizó una obra de gran impacto escenográfico.
PICASSO
Pablo Ruiz Picasso, Málaga, 1881 - Moulins, Francia, 1973
Hijo del también artista José Ruiz Blasco, en 1895 se trasladó con su familia a
Barcelona, donde el joven pintor se rodeó de un grupo de artistas y literatos, entre
los que cabe citar a los pintores Ramón Casas y Santiago Rusiñol, con quienes
acostumbraba reunirse en el bar Els Quatre Gats. Entre 1901 y 1904 Pablo Picasso
alternó su residencia entre Madrid, Barcelona y París, mientras su pintura entró en
la etapa denominada período azul, fuertemente influida por el simbolismo. En la
primavera de 1904, Picasso decidió trasladarse definitivamente a París y
establecerse en un estudio en las riberas del Sena. En la capital francesa trabó
amistad, entre otros, con los poetas Guillaume Apollinaire y Max Jacob y el
dramaturgo André Salmon; entre tanto, su pintura experimentó una nueva
evolución, caracterizada por una paleta cromática tendente a los colores tierra y
rosa. Al poco de llegar a París entró en contacto con personalidades periféricas del
mundillo artístico y bohemio, como los estadounidenses Leo y Gertrude Stein, o el
que sería su marchante por siempre, Daniel-Henry Kahnweiler. Hacia finales de
1906 Pablo Picasso empezó a trabajar en una composición de gran formato que iba
a cambiar el curso del arte del siglo XX: Les demoiselles d'Avignon. En esta obra
cumbre confluyeron numerosas influencias, entre las que cabe citar como
principales el arte africano e ibérico y elementos tomados del Greco y Cézanne.
Bajo la constante influencia de este último, y en compañía de otro joven pintor,
Georges Braque, Pablo Picasso se adentró en una revisión de buena parte de la
herencia plástica vigente desde el Renacimiento, especialmente en el ámbito de la
representación pictórica del volumen: fue el inicio del cubismo. A partir de 1909,
Picasso y Braque desarrollaron dicho estilo en una primera fase denominada
analítica. En 1912 introdujeron un elemento de flexibilidad en forma de recortes de
papel y otros materiales directamente aplicados sobre el lienzo, técnica que
denominaron collage. La admisión en el exclusivo círculo del cubismo del pintor
español Juan Gris desembocó en la etapa sintética de dicho estilo, marcado por una
gama cromática más rica y la multiplicidad materia y referencial. Entre 1915 y
mediados de la década de 1920 Picasso fue abandonando los rigores del cubismo
para adentrarse en una nueva etapa figurativista, en el marco de un reencuentro
entre clasicismo y el creciente influjo de lo que el artista denominó sus «orígenes
mediterráneos». Casado desde 1919 con la bailarina rusa Olga Koklova y padre ya
de un hijo, Paulo, Pablo Picasso empezó a interesarse por la escultura a raíz de su
encuentro en 1928 con el artista catalán Julio González; entre ambos introdujeron
importantes innovaciones, como el empleo de hierro forjado
JUAN GRIS
José Victoriano González; Madrid, 1887-Boulogne-sur-Seine, Francia, 1927
Entre 1904 y 1906 estudia en la Escuela de Artes y Manufacturas de Madrid y en el
estudio de José Moreno Carbonero. En su adolescencia es ilustrador de
publicaciones como Blanco y Negro y Madrid cómico, además de ilustrar el
contenido y cubiertas de obras literarias como Alma América de José Santos
Chocano, Canciones del camino de Francisco Villaespesa y Alma. Museo. Cantares
de Manuel Machado. Su estilo en estos años recuerda a Toulouse-Lautrec y los
pintores modernistas catalanes. En 1906, para evitar la milicia y conocer vida
artística, se muda a París, donde conoce a Pablo Picasso, Fernand Léger y Georges
Braque. Vivía en un hostal, en el Bateau-Lavoir de Montmartre durante unos diez
años. En sus primeros años parisinos subsiste dibujando para publicaciones como
L'Assiette au Beurre, Le Cri de Paris, Le Témoin y Charivari. Sus primeros intentos
como pintor cubista son de 1910, cuando fue dejando gradualmente las labores de
ilustración, aunque en los museos españoles existen pocos ejemplos de esta fase.
El Museo Thyssen-Bornemisza posee un dibujo de 1911 que sorprende por su
radicalidad. En 1912 Juan Gris da claramente el salto al cubismo con varias pinturas
presentadas en el Salón des Indépendents de París. El verano de 1913 lo pasó en
Céret, donde empezó a trabajar la técnica del papier collé: recortes de cartón y
papel, en ocasiones obtenidos de periódicos, que se pegan sobre el lienzo para
combinarse con el óleo. Fue su principal aportación al cubismo. Tras unos pocos
años de estrecha conexión, Juan Gris y Picasso se distanciaron tanto en lo artístico
como en lo personal. Picasso fue evolucionando hacia un arte figurativo de gusto
clasicista, en sintonía con la vuelta al orden que emprendieron muchos otros artistas
como André Derain. Mientras, Juan Gris se mantuvo fiel al cubismo en una clave
más colorista. Esta última etapa ha sido habitualmente subestimada por
comparación con el cubismo analítico, pero ha recobrado estimación en fechas
recientes y fue motivo de una antológica en el Museo Reina Sofía en 2005.En sus
últimos años Juan Gris diseñó escenografías para dos montajes de ballet de
Diaghilev.Al igual que otros cubistas y que el arte moderno en general, Juan Gris
tuvo escaso predicamento en los circuitos culturales españoles mientras vivió.
Todavía décadas después de su muerte, su producción tenía escasísima presencia
en los museos públicos. A partir de la década de 1980 diversos museos y
colecciones emprendieron la adquisición de pinturas suyas, gracias a lo cual
actualmente existen varios conjuntos importantes. Hay que destacar el generoso
muestrario del Museo Reina Sofía y el grupo de obras reunido por la fundación de
la compañía Telefónica, que se expone en un edificio de la Gran Vía madrileña.
Existen además obras de Gris en: Museo Thyssen-Bornemisza, Academia de San
Fernando
JOAN MIRO
Barcelona, 1893-Palma de Mallorca, España, 1983
Estudió comercio y trabajó durante dos años como dependiente en una droguería,
hasta que una enfermedad le obligó a retirarse durante un largo periodo en una casa
familiar en el pequeño pueblo de Mont-roig del Camp.De regreso a Barcelona,
ingresó en la Academia de Arte dirigida por Francisco Galí, en la que conoció las
últimas tendencias artísticas europeas. Hasta 1919, su pintura estuvo dominada por
un expresionismo formal con influencias fauvistas y cubistas, centrada en los
paisajes, retratos y desnudos. Ese mismo año viajó a París y conoció a Picasso,
Jacob y algunos miembros de la corriente dadaísta, como Tristán Tzara. Alternó
nuevas estancias en la capital francesa con veranos en Mont-roig y su pintura
empezó a evolucionar hacia una mayor definición de la forma, ahora cincelada por
una fuerte luz que elimina los contrastes. En lo temático destacan los primeros
atisbos de un lenguaje entre onírico y fantasmagórico, muy personal aunque de
raíces populares, que marcaría toda su trayectoria posterior. Afín a los principios del
surrealismo, firmó el Manifiesto (1924) e incorporó a su obra inquietudes propias de
dicho movimiento, como el jeroglífico y el signo caligráfico (El carnaval del arlequín).
La otra gran influencia de la época vendría de la mano de P. Klee, del que recogería
el gusto por la configuración lineal y la recreación de atmósferas etéreas y
matizados campos cromáticos. En 1928, el Museo de Arte Moderno de Nueva York
adquirió dos de sus telas, lo que supuso un primer reconocimiento internacional de
su obra; un año después, contrajo matrimonio con Pilar Juncosa. Durante estos
años el artista se cuestionó el sentido de la pintura, conflicto que se refleja
claramente en su obra. Por un lado, inició la serie de Interiores holandeses,
abigarradas recreaciones de pinturas del siglo XVII caracterizadas por un retorno
parcial a la figuración y una marcada tendencia hacia el preciosismo, que se
mantendría en sus coloristas, juguetones y poéticos maniquíes para el Romeo y
Julieta de los Ballets Rusos de Diaghilev (1929). Su pintura posterior, en cambio,
huye hacia una mayor aridez, esquematismo y abstracción conceptual. Por otro
lado, en sus obras escultóricas optó por el uso de material reciclado y de desecho.
La guerra civil española no hizo sino acentuar esta dicotomía entre desgarro violento
(Cabeza de mujer) y evasión ensoñadora (Constelaciones), que poco a poco se fue
resolviendo en favor de una renovada serenidad, animada por un retorno a la
ingenuidad de la simbología mironiana tradicional (el pájaro, las estrellas, la figura
femenina) que parece reflejar a su vez el retorno a una visión ingenua, feliz e
impetuosa del mundo. No resultaron ajenos a esta especie de renovación espiritual
sus ocasionales retiros a la isla de Mallorca, donde en 1956 construyó un estudio,
en la localidad de Son Abrines.
DALI
Figueras, 11 de mayo de 1904 – ibídem, 23 de enero de 1989
En 1939 se traslada a los EEUU, alternando sus estancias en Portlligat, cuyo paisaje
se convirtió en el motivo principal de su obra. Fue expulsado del surrealismo
acusado de fascista, por André Breton. A su regreso a España en 1948 siguió,
según él, la tradición espiritual de Zurbarán, Murillo, Valdés Leal y los grandes
místicos de la literatura castellana. Su pintura, que parte del noucentismo y pasa
por una etapa cubista, responde a lo que él denomina actividad paranoico-crítica y
se caracteriza por la representación, influida por la pintura metafísica, de escenas
oníricas realizadas con una extraordinaria minuciosidad técnica: “La persistencia de
la memoria (1931)” con sus relojes blandos, “Presagio de la Guerra Civil” (1936),
diversas variaciones sobre “El ángelus” de Millet, etc. Después de una estancia en
Italia, tras la guerra civil española (1936-1939), aborda temas religiosos, históricos
y alegóricos: “Las tentaciones de San Antonio” (1947), “La Madona de Portlligat”
(1950), “Descubrimiento de América por Cristóbal Colón” (1959), “La Batalla de
Tetuán” (1962), etc. Su interés por los efectos visuales lo lleva al uso de la holografía
y a la realización de pinturas estereoscópicas como “La silla” (1975). Colabora en
algunas películas: “Un chien andalou” (1929) y “La edad de oro” (1931) de Luis
Buñuel, “Spellbound (Recuerda)” (1945) de Alfred Hitchcock. Creó la escenografía
y los figurines de muchos ballets, y en teatro colabora con Visconti y con Luis
Escobar. Ilustra libros y diseña joyas, esculturas y objetos diversos. Entre sus libros
destacan “The secret Life of Salvador Dalí “(1942), “Fifty Secrets of Magic
Craftsmanship” (1948), “Journal d’un genie” (1954), “Le mythe tragique de l’Angelus
de Millet” (1963). En 1974 se inaugura en Figueres su museo monográfico Teatre
Museu Dalí. Tras la muerte de su esposa Gala en 1982, constituye la fundación
Gala-Salvador Dalí que administra su legado.
MIGUEL BARCELO
Felanitx, Mallorca, 1957
Artista español que figura entre los más cotizados y unánimemente reconocidos del
panorama actual. Dotado de una formidable fuerza creativa, su obra abarca desde
inmensas telas y murales hasta esculturas de terracota y cerámica. Su pintura,
incorpora numerosos referentes culturales, entre los que cabe destacar en una
primera etapa el trasfondo mediterráneo, y a raíz de su estancia en Mali, iniciada en
1988, el paisaje y la forma de vida africanos; más recientemente ha introducido en
su obra complejas e intelectualizadas reflexiones sobre el entorno privado del
artista, como su taller o su biblioteca. Otro ámbito destacado de su actividad artística
es la ilustración de libros, capítulo en el cual ha ilustrado obras de Dante, Paul Boles
y Enrique Juncosa, entre otros. El temprano interés de Miquel Barceló por el arte
procede de su madre, pintora en la tradición del paisaje mallorquín; su primer
deslumbramiento lo experimentó cuando viajó a París en 1974 y descubrió la pintura
de Paul Klee, Jean Dubuffet, y las obras del art brut en general, que tendrían sobre
él un impacto duradero. Ese mismo año comenzó a asistir a clases de dibujo y
modelado en la Escuela de Artes Decorativas de Palma de Mallorca, y poco
después ingresó en la Escuela de Bellas Artes Sant Jordi, de Barcelona, aunque
apenas concurrió a clases durante los primeros meses; en cambio, fue decisiva su
formación autodidacta: leía con voracidad todo tipo de obras y paulatinamente fue
explorando los cuadros de Lucio Fontana, Mark Rothko, Jackson Pollock y Willem
De Kooning, entre otros destacados artistas. En 1976 participó en los happenings y
las acciones de protesta del grupo Taller Llunàtic, y con ellos realizó su primera
exposición en Barcelona, en la galería Mec-Mec, en 1977; al año siguiente expuso
en Mallorca telas cubiertas de pintura a las que incorporaba elementos orgánicos.
Más adelante experimentó con gruesas capas de pintura sobre lienzos que sometía
a la intemperie, para provocar en ellos reacciones físicas y químicas espontáneas,
como la oxidación o los cuarteamientos, que dejaban al descubierto las entrañas
del cuadro. Nunca abandonaría la experimentación con materiales orgánicos y con
formas extraídas de la naturaleza
JOSE DE RIBERA
Játiva, 1591-Nápoles, 1652
Hacia 1608-1610 marchó a Italia, donde visitó la corte de los Farnesio en Parma
(San Martín partiendo su capa con el pobre) y se interesó por la obra de Correggio.
Hasta 1616 estuvo en Roma, donde admiró a Rafael, Miguel Ángel y,
especialmente, a Caravaggio. Allí consiguió celebridad y realizó obras de una gran
calidad, como evidencian El gusto y El tacto, de la serie de Los cinco sentidos. Se
estableció definitivamente en Nápoles, donde se impuso como la personalidad más
importante del foco napolitano. Gozó de la protección de los virreyes, que le fueron
adoptando como pintor de cámara, como el duque de Osuna, para quien realizó el
grupo de obras de la colegiata de Osuna, el conde Monterrey (Inmaculada y otras
obras en la iglesia de las Agustinas de Salamanca) y don Juan de Austria. Trabajó
para la iglesia napolitana de Jesús Nuevo, la capilla de San Jenaro de la catedral y,
sobre todo, para la cartuja de San Martín, que conserva un magnífico conjunto (serie
de Profetas, Piedad). De 1620 a 1626 no se tienen noticias de obras pictóricas, pero
a este período corresponden la mayoría de sus grabados, técnica que cultivó con
maestría (Martirio de san Bartolomé).De su origen español conservó siempre el
gusto por la temática religiosa (La bendición de Jacob), con figuras aisladas de
santos (abundando los penitentes y mártires) de rostros atezados y frentes
arrugadas, plasmados con crudo realismo (San Andrés, San Jerónimo), así como
milagros, martirios (Martirio de San Felipe, Martirio de San Andrés), episodios del
Nuevo Testamento y vírgenes con Niño. Sin embargo, también cultivó el género
mitológico y el retrato, y realizó las series de los Filósofos, así como
representaciones de mendigos y tipos populares. Hasta 1634 su estilo se
caracterizó por un acusado tenebrismo, con violentos contrastes de luz, un
plasticismo duro, un crudo realismo en los detalles y cierta tendencia a la
monumentalidad. A partir de ese momento optó por una pictoricidad más libre y un
colorismo más rico, así como por temas y formas más amables, asimilando
influencias venecianas y boloñesas. En su producción final parece advertirse un
repliegue hacia formas de su período juvenil, retornando al tenebrismo y los
contrastes lumínicos.
ALONSO CANO
Granada, 1601 – 1667
Escultor, pintor, arquitecto y dibujante español. Su padre, maestro ensamblador, se
estableció en 1615 en Sevilla, ciudad en la que se formó Alonso como pintor y
escultor en los dos talleres más importantes de la época: el de Pacheco, donde tuvo
como compañero a Velázquez, y el de Martínez Montañés. Permaneció en Sevilla
hasta 1638, trabajando fundamentalmente como escultor, faceta en la que logró un
gran reconocimiento. Sus esculturas suaves, tranquilas y de expresión un tanto
melancólica no reflejan en absoluto el temperamento del artista, hombre impetuoso
y violento, encarcelado en varias ocasiones y a quien se llegó a acusar de haber
asesinado a su esposa. Realizó retablos y figuras exentas, y sobre todo en estas
últimas creó una tipología propia, caracterizada por siluetas esbeltas, ensanchadas
en el centro y estrechadas hacia los pies. También consiguió dar un sello propio al
tratamiento de los ropajes, en los que predomina la línea curva. Además de las
cuatro estatuas de santos para el convento del Santo Ángel de Granada, su obra
más valorada y quizá la más representativa de su estilo es la Inmaculada
Concepción de la catedral granadina.
En 1638, el conde-duque de Olivares lo nombró pintor de cámara, por lo que se
trasladó a Madrid, donde más adelante Felipe IV le encomendó la restauración de
las colecciones reales. En la capital, Cano trabajó sobre todo como pintor, faceta en
la que evolucionó desde un estilo marcado por los fuertes contrastes de claroscuro
hacia obras de tonalidades más claras, influidas por el colorido veneciano.
La última etapa de su actividad tuvo como escenario Granada, ciudad en la que
residió a partir de 1652 y en la que obró la fachada de la catedral (que sustituyó a
la de Diego de Siloé), una de las realizaciones más originales y atrevidas del barroco
español. Fue también un gran dibujante, y precisamente por haber cultivado todas
las artes mayores ha sido calificado a veces de «Miguel Ángel español».
Alonso cano:
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Los Pintores españoles

  • 1. PINTORES ESPAÑOLES CRISTIAN ANDRÉS CIFUENTES LONDOÑO DOCENTE: INSTITUTO TÉCNICO SUPERIOR ÁREA DE EDUCACION ARTISTICA GRADO DECIMO UNO 10-01 PEREIRA 2014
  • 2. El GRECO Doménicos Theotocópoulos; Candía, hoy Heraklion, actual Grecia, 1541 - Toledo, España, 1614 Doménikos Theotokópoulos Pintor español. Aunque nacido en Creta, isla que en aquella época pertenecía a la República de Venecia, El Greco desarrolló su peculiar estilo y la mayor parte de su trayectoria artística en España. Se formó en su isla natal como pintor de iconos, antes de trasladarse a Venecia, donde conoció la obra de Tiziano y Tintoretto, artistas que, junto con Miguel Ángel, fueron los que más influyeron en su pintura. A partir de 1570, tras una estancia de siete años en Roma, El Greco se trasladó a Toledo por invitación del canónigo Diego de Castilla, quien le encargó un retablo para la iglesia de Santo Domingo el Antiguo. Llevaba diez años en Toledo cuando Felipe II le encomendó una obra para el monasterio de El Escorial; pero El martirio de san Mauricio no gustó al soberano español, quien ya nunca volvió a contar con el artista. Ello supuso una decepción enorme para El Greco, ya que aspiraba a convertirse en pintor de corte, pero no entorpeció su carrera, puesto que era ya un pintor solicitadísimo tanto por los aristócratas como por los eclesiásticos toledanos. No es de extrañar, por tanto, que su obra sea extraordinariamente fecunda. Se conocen algunas de sus creaciones anteriores a su llegada a España, lo cual permite afirmar que El Greco creó su peculiar estilo después de su establecimiento en Toledo, seguramente influido por el fervoroso ambiente religioso de la ciudad. Sus figuras alargadas, pintadas con pincelada fluida, parecen criaturas inmateriales, carentes de solidez física e imbuida de una intensa espiritualidad. A ello hay que añadir su paleta originalísima, de colores fríos, que consigue efectos sorprendentes con los rojos, los azules y en particular los blancos, de una rara intensidad y nitidez. Aunque pintó sobre todo obras religiosas, se le deben también importantes retratos (Félix Paravicino, El caballero de la mano en el pecho) y algunos cuadros de temática diversa. La obra más admirada de El Greco es El entierro del conde de Orgaz, por el hecho de que el artista se valió de este acontecimiento para dejar constancia del momento en que le tocó vivir; para ello, dividió el cuadro en dos planos, uno celestial en la parte superior y otro terrenal en la inferior, de tal modo que la obra es al mismo tiempo un cuadro religioso y un retrato de grupo. El plano superior, el celestial, no se aparta de sus restantes obras religiosas y presenta idéntico hondo misticismo y parecida intensidad dramática; la novedad se encuentra en el plano terrenal, donde los principales personajes del Toledo de la época, incluidos el propio pintor y su hijo, aparecen reproducidos con absoluta fidelidad. De la conspicua producción religiosa de El Greco cabe destacar El Expolio de Cristo, El Bautismo de Cristo, La Adoración de los pastores y diversos Apóstoles, en los que resulta admirable la expresividad de los rostros y los ademanes.
  • 3. DIEGO VELASQUEZ Sevilla, hacia el 5 de junio de 15991 - Madrid, 6 de agosto de 1660 Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, pintor barroco español, nació en Sevilla en 1599. A los once años inicia su aprendizaje en el taller de Francisco Pacheco donde permanecerá hasta 1617, cuando ya es pintor independiente. Al año siguiente, con 19 años, se casa con Juana Pacheco, hija de su maestro, hecho habitual en aquella época, con quien tendrá dos hijas. Entre 1617 y 1623 se desarrolla la etapa sevillana, caracterizada por el estilo tenebrista, influenciado por Caravaggio, destacando como obras El Aguador de Sevilla o La Adoración de los Magos. Durante estos primeros años obtiene bastante éxito con su pintura, lo que le permite adquirir dos casas destinadas a alquiler. En 1623 se traslada a Madrid donde obtiene el título de Pintor del Rey Felipe IV, gran amante de la pintura. A partir de ese momento, empieza su ascenso en la Corte española, realizando interesantes retratos del rey y su famoso cuadro Los Borrachos. Tras ponerse en contacto con Peter Paul Rubens, durante la estancia de éste en Madrid, en 1629 viaja a Italia, donde realizará su segundo aprendizaje al estudiar las obras de Tiziano, Tintoretto, Miguel Ángel, Rafael y Leonardo. En Italia pinta La Fragua de Vulcano y La Túnica de José, regresando a Madrid dos años después. La década de 1630 es de gran importancia para el pintor, que recibe interesantes encargos para el Palacio del Buen Retiro como Las Lanzas o los retratos ecuestres, y para la Torre de la Parada, como los retratos de caza. Su pintura se hace más colorista destacando sus excelentes retratos, el de Martínez Montañés o La Dama del Abanico, obras mitológicas como La Venus del Espejo o escenas religiosas como el Cristo Crucificado. Paralelamente a la carrera de pintor, Velázquez desarrollará una importante labor como cortesano, obteniendo varios cargos: Ayudante de Cámara y Aposentador Mayor de Palacio. Esta carrera cortesana le restará tiempo a su faceta de pintor, lo que motiva que su producción artística sea, desgraciadamente, más limitada. En 1649 hace su segundo viaje a Italia, donde demuestra sus excelentes cualidades pictóricas, triunfando ante el papa Inocencio X, al que hace un excelente retrato, y toda la Corte romana. Regresa en 1651 a Madrid con obras de arte compradas para Felipe IV. Estos últimos años de la vida del pintor estarán marcados por su obsesión de conseguir el hábito de la Orden de Santiago, que suponía el ennoblecimiento de su familia, por lo que pinta muy poco, destacando Las Hilanderas y Las Meninas. La famosa cruz que exhibe en este cuadro la obtendrá en 1659. Tras participar en la organización de la entrega de la infanta María Teresa de Austria al rey Luis XIV de Francia para que se unieran en matrimonio, Velázquez muere en Madrid el 6 de agosto de 1660, a la edad de 61 años.
  • 4. GOYA Francisco José de Goya y Lucientes; Fuendetodos, España, 1746 - Burdeos, Francia, 1828 Pintor y grabador español. Goya fue el artista europeo más importante de su tiempo y el que ejerció mayor influencia en la evolución posterior de la pintura, ya que sus últimas obras se consideran precursoras del impresionismo. Goya aprendió de su padre el oficio de dorador, pero, decidido a dedicarse a la pintura, se trasladó a Madrid para formarse junto a Francisco Bayeu, con cuya hermana se casó en 1775, año de su establecimiento definitivo en Madrid. Bayeu le proporcionó trabajo en la Real Fábrica de Tapices, para la que realizó sesenta y tres cartones, en su mayor parte con escenas idílicas y de la vida diaria, plasmadas con colores claros y vivos e impregnadas de alegría y romanticismo. Simultáneamente, Goya empezó a pintar retratos y obras religiosas que le dieron un gran prestigio, hasta el punto de que en 1785 ingresó en la Academia de San Fernando y en 1789 fue nombrado pintor de corte por Carlos IV. Diez años más tarde, en 1799, pintó para el soberano el famoso retrato La familia de Carlos IV, que se considera una de sus obras maestras. Es un retrato oficial, formal en apariencia, pero en el que el autor se permite cierta ironía al plasmar a los personajes con un realismo crítico. Goya trabajó como retratista no sólo para la familia real, sino también para la aristocracia madrileña, y de hecho entre estos retratos se encuentran algunas de sus obras más valoradas, como La condesa de Chinchón o las famosas La maja vestida y La maja desnuda; sobre estas últimas dice la leyenda popular que representan a la duquesa de Alba, quien habría mantenido con el artista una relación de tintes escandalosos. En los retratos de Goya destaca, en líneas generales, su atento estudio de las posturas y las expresiones, así como los contrastes de luces y sombras que realzan la figura del protagonista. Hacia 1799, el pintor concluyó una de sus grandes series de grabados, Los caprichos, ochenta y dos aguafuertes que constituyen una crítica feroz de la sociedad civil y religiosa de la época. En esta serie aparecen ya algunos personajes extraños y macabros que acabarán protagonizando obras posteriores del maestro. Por esos mismos años, Goya se ocupó de la decoración al fresco de la ermita de San Antonio de la Florida, donde realizó una obra de gran impacto escenográfico.
  • 5. PICASSO Pablo Ruiz Picasso, Málaga, 1881 - Moulins, Francia, 1973 Hijo del también artista José Ruiz Blasco, en 1895 se trasladó con su familia a Barcelona, donde el joven pintor se rodeó de un grupo de artistas y literatos, entre los que cabe citar a los pintores Ramón Casas y Santiago Rusiñol, con quienes acostumbraba reunirse en el bar Els Quatre Gats. Entre 1901 y 1904 Pablo Picasso alternó su residencia entre Madrid, Barcelona y París, mientras su pintura entró en la etapa denominada período azul, fuertemente influida por el simbolismo. En la primavera de 1904, Picasso decidió trasladarse definitivamente a París y establecerse en un estudio en las riberas del Sena. En la capital francesa trabó amistad, entre otros, con los poetas Guillaume Apollinaire y Max Jacob y el dramaturgo André Salmon; entre tanto, su pintura experimentó una nueva evolución, caracterizada por una paleta cromática tendente a los colores tierra y rosa. Al poco de llegar a París entró en contacto con personalidades periféricas del mundillo artístico y bohemio, como los estadounidenses Leo y Gertrude Stein, o el que sería su marchante por siempre, Daniel-Henry Kahnweiler. Hacia finales de 1906 Pablo Picasso empezó a trabajar en una composición de gran formato que iba a cambiar el curso del arte del siglo XX: Les demoiselles d'Avignon. En esta obra cumbre confluyeron numerosas influencias, entre las que cabe citar como principales el arte africano e ibérico y elementos tomados del Greco y Cézanne. Bajo la constante influencia de este último, y en compañía de otro joven pintor, Georges Braque, Pablo Picasso se adentró en una revisión de buena parte de la herencia plástica vigente desde el Renacimiento, especialmente en el ámbito de la representación pictórica del volumen: fue el inicio del cubismo. A partir de 1909, Picasso y Braque desarrollaron dicho estilo en una primera fase denominada analítica. En 1912 introdujeron un elemento de flexibilidad en forma de recortes de papel y otros materiales directamente aplicados sobre el lienzo, técnica que denominaron collage. La admisión en el exclusivo círculo del cubismo del pintor español Juan Gris desembocó en la etapa sintética de dicho estilo, marcado por una gama cromática más rica y la multiplicidad materia y referencial. Entre 1915 y mediados de la década de 1920 Picasso fue abandonando los rigores del cubismo para adentrarse en una nueva etapa figurativista, en el marco de un reencuentro entre clasicismo y el creciente influjo de lo que el artista denominó sus «orígenes mediterráneos». Casado desde 1919 con la bailarina rusa Olga Koklova y padre ya de un hijo, Paulo, Pablo Picasso empezó a interesarse por la escultura a raíz de su encuentro en 1928 con el artista catalán Julio González; entre ambos introdujeron importantes innovaciones, como el empleo de hierro forjado JUAN GRIS
  • 6. José Victoriano González; Madrid, 1887-Boulogne-sur-Seine, Francia, 1927 Entre 1904 y 1906 estudia en la Escuela de Artes y Manufacturas de Madrid y en el estudio de José Moreno Carbonero. En su adolescencia es ilustrador de publicaciones como Blanco y Negro y Madrid cómico, además de ilustrar el contenido y cubiertas de obras literarias como Alma América de José Santos Chocano, Canciones del camino de Francisco Villaespesa y Alma. Museo. Cantares de Manuel Machado. Su estilo en estos años recuerda a Toulouse-Lautrec y los pintores modernistas catalanes. En 1906, para evitar la milicia y conocer vida artística, se muda a París, donde conoce a Pablo Picasso, Fernand Léger y Georges Braque. Vivía en un hostal, en el Bateau-Lavoir de Montmartre durante unos diez años. En sus primeros años parisinos subsiste dibujando para publicaciones como L'Assiette au Beurre, Le Cri de Paris, Le Témoin y Charivari. Sus primeros intentos como pintor cubista son de 1910, cuando fue dejando gradualmente las labores de ilustración, aunque en los museos españoles existen pocos ejemplos de esta fase. El Museo Thyssen-Bornemisza posee un dibujo de 1911 que sorprende por su radicalidad. En 1912 Juan Gris da claramente el salto al cubismo con varias pinturas presentadas en el Salón des Indépendents de París. El verano de 1913 lo pasó en Céret, donde empezó a trabajar la técnica del papier collé: recortes de cartón y papel, en ocasiones obtenidos de periódicos, que se pegan sobre el lienzo para combinarse con el óleo. Fue su principal aportación al cubismo. Tras unos pocos años de estrecha conexión, Juan Gris y Picasso se distanciaron tanto en lo artístico como en lo personal. Picasso fue evolucionando hacia un arte figurativo de gusto clasicista, en sintonía con la vuelta al orden que emprendieron muchos otros artistas como André Derain. Mientras, Juan Gris se mantuvo fiel al cubismo en una clave más colorista. Esta última etapa ha sido habitualmente subestimada por comparación con el cubismo analítico, pero ha recobrado estimación en fechas recientes y fue motivo de una antológica en el Museo Reina Sofía en 2005.En sus últimos años Juan Gris diseñó escenografías para dos montajes de ballet de Diaghilev.Al igual que otros cubistas y que el arte moderno en general, Juan Gris tuvo escaso predicamento en los circuitos culturales españoles mientras vivió. Todavía décadas después de su muerte, su producción tenía escasísima presencia en los museos públicos. A partir de la década de 1980 diversos museos y colecciones emprendieron la adquisición de pinturas suyas, gracias a lo cual actualmente existen varios conjuntos importantes. Hay que destacar el generoso muestrario del Museo Reina Sofía y el grupo de obras reunido por la fundación de la compañía Telefónica, que se expone en un edificio de la Gran Vía madrileña. Existen además obras de Gris en: Museo Thyssen-Bornemisza, Academia de San Fernando JOAN MIRO
  • 7. Barcelona, 1893-Palma de Mallorca, España, 1983 Estudió comercio y trabajó durante dos años como dependiente en una droguería, hasta que una enfermedad le obligó a retirarse durante un largo periodo en una casa familiar en el pequeño pueblo de Mont-roig del Camp.De regreso a Barcelona, ingresó en la Academia de Arte dirigida por Francisco Galí, en la que conoció las últimas tendencias artísticas europeas. Hasta 1919, su pintura estuvo dominada por un expresionismo formal con influencias fauvistas y cubistas, centrada en los paisajes, retratos y desnudos. Ese mismo año viajó a París y conoció a Picasso, Jacob y algunos miembros de la corriente dadaísta, como Tristán Tzara. Alternó nuevas estancias en la capital francesa con veranos en Mont-roig y su pintura empezó a evolucionar hacia una mayor definición de la forma, ahora cincelada por una fuerte luz que elimina los contrastes. En lo temático destacan los primeros atisbos de un lenguaje entre onírico y fantasmagórico, muy personal aunque de raíces populares, que marcaría toda su trayectoria posterior. Afín a los principios del surrealismo, firmó el Manifiesto (1924) e incorporó a su obra inquietudes propias de dicho movimiento, como el jeroglífico y el signo caligráfico (El carnaval del arlequín). La otra gran influencia de la época vendría de la mano de P. Klee, del que recogería el gusto por la configuración lineal y la recreación de atmósferas etéreas y matizados campos cromáticos. En 1928, el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquirió dos de sus telas, lo que supuso un primer reconocimiento internacional de su obra; un año después, contrajo matrimonio con Pilar Juncosa. Durante estos años el artista se cuestionó el sentido de la pintura, conflicto que se refleja claramente en su obra. Por un lado, inició la serie de Interiores holandeses, abigarradas recreaciones de pinturas del siglo XVII caracterizadas por un retorno parcial a la figuración y una marcada tendencia hacia el preciosismo, que se mantendría en sus coloristas, juguetones y poéticos maniquíes para el Romeo y Julieta de los Ballets Rusos de Diaghilev (1929). Su pintura posterior, en cambio, huye hacia una mayor aridez, esquematismo y abstracción conceptual. Por otro lado, en sus obras escultóricas optó por el uso de material reciclado y de desecho. La guerra civil española no hizo sino acentuar esta dicotomía entre desgarro violento (Cabeza de mujer) y evasión ensoñadora (Constelaciones), que poco a poco se fue resolviendo en favor de una renovada serenidad, animada por un retorno a la ingenuidad de la simbología mironiana tradicional (el pájaro, las estrellas, la figura femenina) que parece reflejar a su vez el retorno a una visión ingenua, feliz e impetuosa del mundo. No resultaron ajenos a esta especie de renovación espiritual sus ocasionales retiros a la isla de Mallorca, donde en 1956 construyó un estudio, en la localidad de Son Abrines. DALI
  • 8. Figueras, 11 de mayo de 1904 – ibídem, 23 de enero de 1989 En 1939 se traslada a los EEUU, alternando sus estancias en Portlligat, cuyo paisaje se convirtió en el motivo principal de su obra. Fue expulsado del surrealismo acusado de fascista, por André Breton. A su regreso a España en 1948 siguió, según él, la tradición espiritual de Zurbarán, Murillo, Valdés Leal y los grandes místicos de la literatura castellana. Su pintura, que parte del noucentismo y pasa por una etapa cubista, responde a lo que él denomina actividad paranoico-crítica y se caracteriza por la representación, influida por la pintura metafísica, de escenas oníricas realizadas con una extraordinaria minuciosidad técnica: “La persistencia de la memoria (1931)” con sus relojes blandos, “Presagio de la Guerra Civil” (1936), diversas variaciones sobre “El ángelus” de Millet, etc. Después de una estancia en Italia, tras la guerra civil española (1936-1939), aborda temas religiosos, históricos y alegóricos: “Las tentaciones de San Antonio” (1947), “La Madona de Portlligat” (1950), “Descubrimiento de América por Cristóbal Colón” (1959), “La Batalla de Tetuán” (1962), etc. Su interés por los efectos visuales lo lleva al uso de la holografía y a la realización de pinturas estereoscópicas como “La silla” (1975). Colabora en algunas películas: “Un chien andalou” (1929) y “La edad de oro” (1931) de Luis Buñuel, “Spellbound (Recuerda)” (1945) de Alfred Hitchcock. Creó la escenografía y los figurines de muchos ballets, y en teatro colabora con Visconti y con Luis Escobar. Ilustra libros y diseña joyas, esculturas y objetos diversos. Entre sus libros destacan “The secret Life of Salvador Dalí “(1942), “Fifty Secrets of Magic Craftsmanship” (1948), “Journal d’un genie” (1954), “Le mythe tragique de l’Angelus de Millet” (1963). En 1974 se inaugura en Figueres su museo monográfico Teatre Museu Dalí. Tras la muerte de su esposa Gala en 1982, constituye la fundación Gala-Salvador Dalí que administra su legado. MIGUEL BARCELO
  • 9. Felanitx, Mallorca, 1957 Artista español que figura entre los más cotizados y unánimemente reconocidos del panorama actual. Dotado de una formidable fuerza creativa, su obra abarca desde inmensas telas y murales hasta esculturas de terracota y cerámica. Su pintura, incorpora numerosos referentes culturales, entre los que cabe destacar en una primera etapa el trasfondo mediterráneo, y a raíz de su estancia en Mali, iniciada en 1988, el paisaje y la forma de vida africanos; más recientemente ha introducido en su obra complejas e intelectualizadas reflexiones sobre el entorno privado del artista, como su taller o su biblioteca. Otro ámbito destacado de su actividad artística es la ilustración de libros, capítulo en el cual ha ilustrado obras de Dante, Paul Boles y Enrique Juncosa, entre otros. El temprano interés de Miquel Barceló por el arte procede de su madre, pintora en la tradición del paisaje mallorquín; su primer deslumbramiento lo experimentó cuando viajó a París en 1974 y descubrió la pintura de Paul Klee, Jean Dubuffet, y las obras del art brut en general, que tendrían sobre él un impacto duradero. Ese mismo año comenzó a asistir a clases de dibujo y modelado en la Escuela de Artes Decorativas de Palma de Mallorca, y poco después ingresó en la Escuela de Bellas Artes Sant Jordi, de Barcelona, aunque apenas concurrió a clases durante los primeros meses; en cambio, fue decisiva su formación autodidacta: leía con voracidad todo tipo de obras y paulatinamente fue explorando los cuadros de Lucio Fontana, Mark Rothko, Jackson Pollock y Willem De Kooning, entre otros destacados artistas. En 1976 participó en los happenings y las acciones de protesta del grupo Taller Llunàtic, y con ellos realizó su primera exposición en Barcelona, en la galería Mec-Mec, en 1977; al año siguiente expuso en Mallorca telas cubiertas de pintura a las que incorporaba elementos orgánicos. Más adelante experimentó con gruesas capas de pintura sobre lienzos que sometía a la intemperie, para provocar en ellos reacciones físicas y químicas espontáneas, como la oxidación o los cuarteamientos, que dejaban al descubierto las entrañas del cuadro. Nunca abandonaría la experimentación con materiales orgánicos y con formas extraídas de la naturaleza JOSE DE RIBERA Játiva, 1591-Nápoles, 1652
  • 10. Hacia 1608-1610 marchó a Italia, donde visitó la corte de los Farnesio en Parma (San Martín partiendo su capa con el pobre) y se interesó por la obra de Correggio. Hasta 1616 estuvo en Roma, donde admiró a Rafael, Miguel Ángel y, especialmente, a Caravaggio. Allí consiguió celebridad y realizó obras de una gran calidad, como evidencian El gusto y El tacto, de la serie de Los cinco sentidos. Se estableció definitivamente en Nápoles, donde se impuso como la personalidad más importante del foco napolitano. Gozó de la protección de los virreyes, que le fueron adoptando como pintor de cámara, como el duque de Osuna, para quien realizó el grupo de obras de la colegiata de Osuna, el conde Monterrey (Inmaculada y otras obras en la iglesia de las Agustinas de Salamanca) y don Juan de Austria. Trabajó para la iglesia napolitana de Jesús Nuevo, la capilla de San Jenaro de la catedral y, sobre todo, para la cartuja de San Martín, que conserva un magnífico conjunto (serie de Profetas, Piedad). De 1620 a 1626 no se tienen noticias de obras pictóricas, pero a este período corresponden la mayoría de sus grabados, técnica que cultivó con maestría (Martirio de san Bartolomé).De su origen español conservó siempre el gusto por la temática religiosa (La bendición de Jacob), con figuras aisladas de santos (abundando los penitentes y mártires) de rostros atezados y frentes arrugadas, plasmados con crudo realismo (San Andrés, San Jerónimo), así como milagros, martirios (Martirio de San Felipe, Martirio de San Andrés), episodios del Nuevo Testamento y vírgenes con Niño. Sin embargo, también cultivó el género mitológico y el retrato, y realizó las series de los Filósofos, así como representaciones de mendigos y tipos populares. Hasta 1634 su estilo se caracterizó por un acusado tenebrismo, con violentos contrastes de luz, un plasticismo duro, un crudo realismo en los detalles y cierta tendencia a la monumentalidad. A partir de ese momento optó por una pictoricidad más libre y un colorismo más rico, así como por temas y formas más amables, asimilando influencias venecianas y boloñesas. En su producción final parece advertirse un repliegue hacia formas de su período juvenil, retornando al tenebrismo y los contrastes lumínicos. ALONSO CANO Granada, 1601 – 1667
  • 11. Escultor, pintor, arquitecto y dibujante español. Su padre, maestro ensamblador, se estableció en 1615 en Sevilla, ciudad en la que se formó Alonso como pintor y escultor en los dos talleres más importantes de la época: el de Pacheco, donde tuvo como compañero a Velázquez, y el de Martínez Montañés. Permaneció en Sevilla hasta 1638, trabajando fundamentalmente como escultor, faceta en la que logró un gran reconocimiento. Sus esculturas suaves, tranquilas y de expresión un tanto melancólica no reflejan en absoluto el temperamento del artista, hombre impetuoso y violento, encarcelado en varias ocasiones y a quien se llegó a acusar de haber asesinado a su esposa. Realizó retablos y figuras exentas, y sobre todo en estas últimas creó una tipología propia, caracterizada por siluetas esbeltas, ensanchadas en el centro y estrechadas hacia los pies. También consiguió dar un sello propio al tratamiento de los ropajes, en los que predomina la línea curva. Además de las cuatro estatuas de santos para el convento del Santo Ángel de Granada, su obra más valorada y quizá la más representativa de su estilo es la Inmaculada Concepción de la catedral granadina. En 1638, el conde-duque de Olivares lo nombró pintor de cámara, por lo que se trasladó a Madrid, donde más adelante Felipe IV le encomendó la restauración de las colecciones reales. En la capital, Cano trabajó sobre todo como pintor, faceta en la que evolucionó desde un estilo marcado por los fuertes contrastes de claroscuro hacia obras de tonalidades más claras, influidas por el colorido veneciano. La última etapa de su actividad tuvo como escenario Granada, ciudad en la que residió a partir de 1652 y en la que obró la fachada de la catedral (que sustituyó a la de Diego de Siloé), una de las realizaciones más originales y atrevidas del barroco español. Fue también un gran dibujante, y precisamente por haber cultivado todas las artes mayores ha sido calificado a veces de «Miguel Ángel español».
  • 12. Alonso cano: Juan gris: Diego Velásquez: El greco: : Picasso Dalí: