3. Cada día tenemos que tomar decisiones. Algunas son rutinarias
y de poco alcance, otras pueden llegar a decidir nuestra vida
eterna (Josué 24:15).
Nuestras decisiones pueden cambiar nuestra vida y la vida de las
personas que nos rodean (para bien o para mal). Piensa en Caín, los
hermanos de José, Coré, Datán y Abiram; o Cornelio, el carcelero de
Filipos y el cónyuge de una persona incrédula (1ª de Corintios 7:16)
Analizaremos los consejos
bíblicos para la toma general
de decisiones, así como
consejos específicos para
tomar algunas de las
decisiones más importantes
de nuestra vida.
4. La Biblia nos enseña que Dios nos
hizo con libre albedrío. Es decir,
nos da libertad para elegir, y nos
invita a tomar las decisiones
correctas (Gálatas 5:13;
Deuteronomio 30:19).
Aunque el pecado limita nuestro libre albedrío,
en Jesús somos completamente libres (Juan
8:36).
Desde antes de ser
creados, en su amor,
Dios nos ha elegido
para vida eterna
(Efesios 1:4).
5. “¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos
allá un año, y traficaremos, y ganaremos […] En lugar de lo cual deberíais
decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” (Santiago 4:13-15)
La comodidad, las tendencias culturales, la presión social, las
emociones, los hábitos y las meras preferencias son guías poco
confiables para la toma de decisiones. ¿Cómo nos enseña la
Biblia a tomar elecciones acertadas?
Orar antes de
decidir (1ª de
Tesalonicenses
5:17; Santiago 1:5)
Estar
dispuestos a
obedecer a
Dios (Isaías
1:19;
Mateo 7:24-25)
Estudiar la Biblia
(Salmo 119:105;
2ª de Timoteo
3:16)
Confiar
plenamente en
Dios
(Proverbios 3:5-
Buscar
consejeros
sabios
(Proverbios
6. La elección de nuestras
amistades crea vínculos que nos
afectan para bien o para mal.
Unbuenamigo“escomounhermanoen
tiempo de angustia”,quenosama “en
todo tiempo” (Proverbios 17:17).
La amistad debe fluir en ambos
sentidos:
“Elhombre quetiene amigoshade
mostrarseamigo”(Proverbios 18:24).
Jonatán y David presentan un
gran ejemplo de amistad
incondicional. A pesar de que
David iba a ocupar el puesto
que le correspondía a Jonatán,
7. “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y
se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24)
Si la elección de nuestras amistades
es algo importante, la elección de la
persona con la que hemos de
compartir nuestra vida es mucho
más importante.
Pedirle a Dios que nos ayude en esta
elección es, sin duda, la mejor forma
de no errar (Génesis 24:7).
La historia de Isaac y Rebeca nos
proporciona otra pauta útil: buscar
nuestro cónyuge entre personas
creyentes (Génesis 24:3-4).
Si queremos un matrimonio de éxito,
debemos comenzar siendo nosotros
mismos la persona adecuada (Sal.
37:27; 119:97; 1Co. 15:33;
Stg. 1:23-25). Debemos estar