3. Moisés planteó ante el pueblo de Israel dos
caminos. Uno conduce a la vida, el otro a la muerte.
¿Tenemos nosotros, hoy, las mismas opciones?
¿Existe una tercera o cuarta opción? ¿Es importante
tomar una decisión, o podemos dejar de tomarla?
El mensaje de Deuteronomio es claro en este
sentido, y Dios, a través de Moisés, nos da el
consejo más trascendental para nosotros:
“Escoge, pues, la vida” (Dt. 30:19).
4. De todos los seres vivos que pueblan nuestro planeta, solo el ser
humano tiene la capacidad de tomar decisiones morales.
Dios no le dio a ningún animal la opción de elegir el alimento que
podía o no podía comer (Gn. 1:30). Sin embargo, al hombre le vetó
un alimento concreto y le avisó de las consecuencias de la
desobediencia.
Pero Dios no dejó que esta decisión marcase
para siempre el destino de la humanidad.
Trazó un plan para que, gracias a Jesús,
pudiésemos tener acceso nuevamente al
árbol de la vida (Ap. 2:7; 22:2).
Al desobedecer, Adán optó por la muerte y perdió el
acceso al árbol de la vida (Gn. 3:22).
5. ¿Existe un terreno neutral donde podemos tener parte de la vida y
parte de la muerte, o ninguna de ellas? ¿Existe la posibilidad de no
optar ni por la vida ni por la muerte, de no elegir entre obedecer o
desobedecer?
“El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene
al Hijo de Dios no tiene la vida” (1ª de Juan 5:12)
Cuando la Biblia habla de una elección, propone una dicotomía:
o tenemos la vida, o tenemos la muerte.
Juan es claro: el que acepta a Jesús como su
Salvador tiene la vida; el que no le acepta está
muerto (es decir, sufrirá la muerte eterna).
Abstenernos de decidir, o dejar la decisión para
más adelante, significa que hemos elegido la
muerte. No hay más opciones.
“ESCOGE, PUES, LA VIDA” (Dt. 30:19).
6. “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal” (Dt. 30:15)
La diferencia entre la vida y la muerte está marcada
por el bien (la vida) y el mal (la muerte). Pero la oferta
divina es aún más limitada. Dios solo nos ofrece una
opción: el bien y, por lo tanto, la vida.
Y nos explica en qué consiste el bien: “porque yo te
mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en
sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus
estatutos y sus decretos, para que vivas” (Dt. 30:16).
Si amar a Dios nos da la vida, separarnos
de Él nos lleva, como consecuencia natural,
a la muerte. El primer ser que eligió la
muerte fue Lucifer. Desde entonces,
batallamos con estas dos opciones.
“ESCOGE, PUES, LA VIDA” (Dt. 30:19).
7. Además, les aseguró que, a pesar de su
desobediencia, Él estaba dispuesto a perdonarles y
darles una segunda oportunidad para que tomaran la
decisión correcta (Dt. 30:1-3).
UNA ELECCIÓN FÁCIL
A la hora de tomar una decisión, es imprescindible conocer las consecuencias
que se derivan de esa elección. Por eso, Dios mostró claramente a Israel cuál
sería la consecuencia de obedecer o de desobedecer (Dt. 28).
Por otro lado, la elección es fácil. Dios nos ha amado tanto que es
fácil responderle con amor y, como consecuencia, hacer lo que a Él le
agrada (Jn. 3:16).
Tampoco es difícil saber qué le agrada a Dios. No es ningún misterio
oculto, está escrito claramente en nuestras Biblias.
“ESCOGE, PUES, LA VIDA” (Dt. 30:19).
8. “Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de
dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy
contra vosotros, que de cierto pereceréis” (Deuteronomio 8:19)
Tejido en la urdimbre del Gran Conflicto está el tema de la adoración. Dios
es un “Dios celoso” (Dt. 5:9), que no acepta compartir nuestra adoración
con nadie ni con nada.
Adorar a alguien o a algo en lugar de a Dios es elegir el mal y, por tanto,
perecer. Este tema va más allá de inclinarnos o no ante una imagen.
Aceptar la autoridad de otros en lugar de la divina también es adoración.
Esto es lo que ocurrirá en el tiempo del fin,
cuando la “imagen de la bestia” imponga una
marca de autoridad contraria a la Ley de Dios.
Lamentablemente, no es algo que ocurrirá solo entonces. Diariamente
podemos vernos obligados a decidir entre adorar a Dios o dejarlo de lado.
“ESCOGE, PUES, LA VIDA” (Dt. 30:19).
9. “Cada alma tiene un cielo que ganar y un
infierno que evitar […] Cuando sean juzgados los
casos de todos […] nadie tendrá una excusa,
nadie necesitará haber perecido. Dependió de su
propia elección quién habría de ser su príncipe,
Cristo o Satanás. Toda la ayuda que recibió
Cristo la puede recibir cada hombre en la gran
prueba. La cruz se levanta como una promesa de
que nadie necesita perderse, de que se da
abundante ayuda para cada alma”
E. G. W. (Mensajes selectos, tomo 1, pg. 112)
10. “Dios dio a los hombres el poder de
elegir; a ellos les toca ejercerlo. No
podéis cambiar vuestro corazón, ni
dar por vosotros mismos sus afectos a
Dios; pero podéis escoger servirle.
Podéis darle vuestra voluntad, para
que Él obre en vosotros tanto el querer
como el hacer, según su voluntad”
E. G. W. (El camino a Cristo, pg. 47)
11. Te invitamos a bajar y estudiar cada
una de las 13 lecciones de esta serie:
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