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1. El Apuntador
El espacio de las artes escénicas del Ecuador
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Una mirada cincuenta años atrás | GMT
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Casi una constante, en la historia de la literatura, estudios críticos, etc., ha sido la ausencia del teatro y, dentro de
esta escasa bibliografía mínima la referencia al teatro cuencano. Por eso y aprovechando la coyuntura de haberse
realizado el Primer Festival de Teatro Cuencano, nos ha parecido necesario recuperar parte del acontecer teatral.
Aclaro, no es un estudio cronológico, es la revisión de los últimos cincuenta años a través de la memoria y voces
de personajes que vivieron esos momentos y de actores, directores y dramaturgos cuencanos que “hacen” teatro,
porque, vale decirlo, lo que más interesa del teatro es su devenir escénico, su vida, no sólo la letra impresa.
Como precedente a estos años, en los sesenta, solamente tenemos la información proporcionada por Jorge
Dávila, de un teatro de aficionados que no llegó a traspasar el umbral. Sin embargo, algunos personajes de esa
época serán los protagonistas de esta primera etapa que registramos.
“Allá por los años sesenta un grupo de intelectuales cuencanos formó el grupo Syrma, iconoclasta al estilo de los
Tzánsicos, menos agresivos, con Rubén Astudillo a la cabeza quien también dirigía la revista (del mismo nombre),
tenían como centro de acción el Raymipamba (café tradicional del Parque Calderón que hasta hoy está en el
mismo lugar). Decía Rubén que Syrma era nombre de estrella y cuando estaba de buen genio decía que era un
invento. Una estrella integrada por: Patricio Muñoz, Enrique Malo, Lastenia Torres, Vicky Carrasco, Jorge Arce,
Olga Jaramillo, Catalina Sojos, Juan Valdano, Rómulo Vázquez, Lupe Chimbo, Guillermo Ramírez, Paco Estrella,
Enrique Balarezo. Cuando Syrma se desintegra, algunos de sus componentes se juntan al grupo de teatro que
había formado Guillermo Ramírez Aguilar, profesor del colegio nocturno Antonio Ávila”, cuenta Jorge Dávila
Vázquez, dramaturgo y narrador cuencano, quien fue también parte de este inicio teatral.
Don Guillermo Ramírez inquieta a sus alumnos a hacer teatro, forma un grupo con Jorge Arce, Gustavo Gavilanes,
Jorge Dávila, entre otros. A este primer esfuerzo se suman más tarde Rubén Villavicencio, Alfredo Vivar, así
también dos personajes muy conocidos por su agudeza e ingenio: Paco Estrella y Estuardo Cisneros, quienes
integrarán y dirigirán, junto a Edmundo Maldonado, intelectual y periodista cercano a Syrma, el ATEC, grupo de
teatro que permanecerá activo entre ocho y diez años. Será Edmundo Maldonado quien, hasta su muerte, lo
mantendrá en la palestra, aunque sea de manera ocasional. El último montaje, según registra Diego Carrasco: Las
manos de Eurídice, en 1980.
“La formación era intuitiva, no seguimos jamás un método de expresión corporal, era un teatro de texto, por eso
Pirandello, Chéjov, O’Neill, entre otros, eran los autores que ocupaban nuestras largas sesiones de lectura. El
nuestro no era un teatro corporal como el impuesto en ese rato por Paccioni, con buenos resultados por cierto. Era
un teatro que privilegiaba la palabra. Paco era brillante, un extraordinario conocedor de los clásicos, muy estricto,
con un espíritu shakesperiano inmenso. Estuardo era fabuloso, para él lo corporal era esencial, excelente director
y un señor de la comedia. Estos dos talentos se juntan en una puesta extraordinaria, la versión libre de Helena’s
husband de Philip Moeller, titulada Y así… fue Troya, traducida por Paco y dirigida por Estuardo, donde Florencio
Calle hace de Paris, Olga Jaramillo de la esclava Zumu, Catalina Sojos de Helena de Troya y Edmundo
Maldonado de Menelao; fue una comedia inolvidable”. (Jorge Dávila)
ATEC, el primer grupo de teatro, abre escena con tres obras: Mañana de sol de Álvarez Quintero, ¿Dónde está la
señal de la cruz? de O”neill y Un trágico a pesar suyo de Chéjov, dirigidas por Guillermo Ramírez la primera y la
última por Paco Estrella. En esa temporada, la Asociación de Teatro Experimental de Cuenca –ATEC– logra
reconocimiento, gana dos premios en festivales guayaquileños y otro de la Alianza Francesa. Viajan por varias
ciudades, hasta que en los setenta, mediados, empieza a extinguirse, éste y otros grupos existentes, algunos
formados por el propio Dávila Vázquez, quien no recuerda ya ni sus nombres, solamente la anécdota de Edmundo
Maldonado, quien le molestaba diciendo que como ya no pertenecía al ATEC, andaba inventando el tec, el tic, el
toc y el tuc.
Siguiendo el trayecto, encontramos que a mediados de los setenta la actividad empieza a apagarse, aunque no
del todo, porque en el escenario brilla La Pájara Pinta con Felipe Vega, Ana Cordero y su teatro de títeres, un
grupo muy propositito, por el que también transitó el famoso Perro, Vinicio Jáuregui. De su versión de Ubu Rey,
dice Diego Carrasco: “muy original con marionetas grandes y una preciosa escenografía muy trabajada. Muy
visionarios, hablamos de finales de los ochenta, ya trabajaron zancos, malabares, toda una novedad en ese
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momento. Hicieron también Juglarías de Darío Fo y su última obras fue La perla de las María”.
Por ese entonces arrancará en su actividad otro Felipe, Serrano, quien en muchas ocasiones compartirá escena y
será también parte de La Pájara Pinta por un lapso de tres años más o menos. Serrano inicia su caminar teatral en
el setenta y hasta el momento no ha parado, tiene a su haber una veintena de obras puestas en escena, igual
número de talleres de formación realizados en México, mayormente. Mantiene un lazo con La Pájara Pinta, hoy
convertida en fundación. Y como él señala: “Después de tantos nombres y pasajeros ahora el grupo ha quedado
como GIRALUNA. Nombre de una flor blanca de cuatro pétalos que se abre en la noche y muere al amanecer”. El
grupo está formado por María Verónica Vivar, Juan Diego Aguirre Serrano, Mara Serrano Falconí, Mauricio Torres
Pesantes y Felipe Serrano, “pasajero de tránsito por la facultades de filosofía, agronomía, músico frustrado… actor,
director y adaptador… hasta que la muerte lo separe”… del teatro. Así anota en su breve ridículum como califica su
hoja de vida. Por los mismos años nace el TEUC (Teatro Experimental Universitario de Cuenca), el grupo
Taripama, así como las figuras de Tito Astudillo y Eddie Castro.
Llegan los famosos ochentas, famosos porque, si bien con Francisco Aguirre en el Banco Central y Jorge Dávila
en al dirección de cultura de la misma institución, se continúa e impulsa de manera decidida la iniciativa de Juan
Andrade, Fabián Durán, Diego Carrasco, Juana Estrella, los Aguirre, Pablo y Francisco, quienes ya habían
empezado esa labor; se invita a varios directores y gente ligada al teatro para dictar una serie de talleres que
marcan la profesionalización del oficio. Por primera vez se asume la necesidad técnica, se introduce, ahora sí, un
teatro experimental. De esos años se registran obras emblemáticas como La noche de los giles, El Colón.
Se forman La Pallca con Juan Andrade en la dirección, Juana Estrella, Pedro Andrade, Pablo Valverde y los
hermanos Aguirre. Varias obras dan cuenta de ese momento: Pub a la Yoni, adaptación de Choquilla Durán de El
hombre que era una fábrica de Boal, El caso de las petunias pisoteadas. Con la partida de Juan Andrade a la
capital, el grupo se convierte en Trapatiesta con Pablo y Pancho Aguirre a la cabeza. Es también la época de La
Ventana, un frente cultural desde donde todos estos actores cumplían una actividad visible, no sólo en el campo
del teatro sino también de presencia real en la vida cultural de la ciudad.
Avanzan los años noventas y nuevamente el teatro se silencia, hasta el noventa y cuatro en que Diego Carrasco
regresa de Cuba con certificado de dirección y crea el primer Laboratorio Teatral Antropológico en el que participa
Rafael Estrella, Moserrath Astudillo, Cacho Gallegos. Choquilla Durán funda La Bandada de la Madre con Cacho
Gallegos, Martín Peña, Juan Andrade, una propuesta que dura poco tiempo, sus integrantes buscan nuevas
posibilidades de formación en Quito y en Cuba.
Corre el año noventa y seis, el Laboratorio había entrado en decadencia, por varias razones; Diego Carrasco se
traslada a Quito y forma Arista; llegan a Cuenca Fidel Román, Leopoldo Morales y Nitsi Grau. Isidro Luna los
convoca y nace El teatro del Quinto Río al que suman los hermanos Aguirre; trabajan hasta el noventa y nueve
donde se da una especie de tácito receso hasta el dos mil dos, en que nuevamente entran en acción. Ponen en
escena Héroe decapitado, Memorias de una cantante calva; viene luego otro momento de pasividad y en el dos
mil siete el grupo se revitaliza. Su elenco actual lo constituyen Diego Vázquez, Diego Carrasco, Pancho Aguirre,
Lisbet Cabrera, Daniela Contreras, María José Alvear e Isidro Luna, el dramaturgo, quien cumple un papel muy
activo, siempre cerca de la dirección y la cohesión de este grupo que ha venido fortaleciendo una directriz teatral
experimental afín a la propuesta dramática de Luna.
Jaime Garrido quien había integrado el Quinto Río, sale a dirigir el TEUC, grupo de la Universidad de Cuenca. Lo
reactiva junto con Mabel Petroff y Fabiola León. Garrido permanece un tiempo y lo abandona para formar Hijos del
Sur, que se mantiene hasta hoy bajo su dirección. Mientras Tanto Mabel Petroff, actriz reconocida por su
constante búsqueda y su potencial, deja también el teatro de la universidad y se integra a Mano3, dirigido en ese
momento por Daniel Berrezueta, fundado en el dos mil uno e integrado por Paúl Sanmartín y Karla León, al que se
suman desde el dos mil cuatro Patricio Viteri y Rocío Pérez. Mano3 ha mantenido una importante actividad en el
escenario cuencano con una decena de obras. Desde el dos mil tres instaura La Bienal de Teatro. Sus integrantes
proceden de diversas escuelas, por eso su camino transita por el clown, el teatro para niños y el teatro dramático.
En esta época nace también Barojo, de un proyecto de la Politécnica, dirigido por Piort Zalamea, continúa activo.
El dos mil cuatro es el año de CasadeAtar, una iniciativa de Mabel Petroff y Monserrath Astudillo, un espacio
pensado para el arte, la música y el teatro, que desafortunadamente tiene vida corta. Sin embargo, y gracias a los
talleres impartidos y a la inquietud que generó, nace Clowndestinos que se consolida después de un taller dictado
por Cacho Gallegos; se toman muy en serio el teatro y en cuatro años montan siete obras de creación colectiva: El
tratado de libre comerte, El circo, El no lugar, entre ellas. Integrado por Antonio y Santiago Harris, Paulina
Sánchez. En este momento recorren el país con su proyecto CLOWNTRATAKE: difusión del Teatro Clown.
Mabel Petroff se plantea otro reto y junto a Manolo Salgado, forma Testadura. Son los tiempos de La noche del
diablo, Sueños de luz, Está usted ahí, obras en la que participan Dunia Cordero y Tatiana Ugalde, quienes junto a
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Juan Alberto Malo, hacen hoy Testadura.
En la Universidad de Cuenca se forma La Escuela de Teatro, más bien de danza-teatro. Allá llega Gonzalo
Gonzalo para dictar un taller y se queda para consolidar la escuela y llevar a escena algunas propuestas, la última
obra Sicosis 448.
Gotas Mágicas es otro grupo dedicado al teatro para niños. Desafortunadamente no hemos logrado de ellos la
información requerida, por eso lo escueto de la referencia.
Lo interesante, aparte de contabilizar diez grupos consolidados y conscientes de la necesidad de trabajo e
investigación, es que de la escena cuencana han salido “nombres” que aportan individualmente a la dramaturgia
nacional. Juana Estrella es quizá la más reconocida como actriz. Ha participado en varias obras de directores y
directoras de la capital. Trabajó desde sus primeras experiencias con Juan Andrade, director y dramaturgo
cuencano, radicado también en Quito. Él ha dirigido al elenco del Patio de Comedias y es, ahora mismo, el gestor
y productor para extender a Cuenca el Fite Q y la Red de Festivales .
El no menos famoso Cacho Gallegos, talentoso actor que nació del laboratorio propuesto por Diego Carrasco,
migró, como buen cuencano, a Quito, estudió en Malayerba y Cronopio, levantó alas y no dudó en dar “La vuelta
al mundo en 80 meses” con su Plush como pasaporte del teatro al mundo.
Monserrath Astudillo, actriz que ha trabajado, sobre todo, con el elenco del Patio de Comedias, realizó también el
unipersonal La llave del armario, transita hoy por la pantalla y esperamos verla de vuelta al escenario.
Martín Peña es un nombre joven, acaba de aterrizar de las europas, su último escalón después de Cuba; pero no
son los países o títulos los que garantizan el nivel ni la entrega de un actor, es su propio genio, su talento lo que le
ha valido a este actor-mimo el reconocimiento y los mejores comentarios de un trabajo que recién empieza.
Y aquí no termina la gloria, empieza la memoria y los buenos augurios para que este teatro cuencano no vuelva a
callar, que los diez grupos de hoy se multipliquen y, como dice Cacho Gallegos, “que sea sincero en escena, que
comparta una idea o emoción nacida desde lo propio, lo original, transmitido con una cierta técnica que permita
recibirlas y percibirlas profundamente”.
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