3. Hace 29 años vivía una familia de orígenes humildes al cobijo de
un castillo.
El padre se llamaba Amán, trabajaba como soldado del rey. Su
trabajo les obligaba a vivir de una ciudad a otra por el reino de su
soberano.
Diná era su esposa. Una bella y joven mujer que se dedicaba con
ahínco a su hogar, cuidando de su primogénito Samir y de su pre-
ciosa hija Elia. Embarazada por tercera vez sabía que de camino
venía otra niña y Amán y ella gozosos deseaban verle la carita.
En la nueva ciudad donde residían Diná encontró una buena par-
tera que le dio consejos para tener un parto mejor que los anterio-
res. La niña se esperaba para finales de abril, pero la pequeña no
tenia prisa. Pasado cerca de casi un mes y aun sin nacer, Amán
y Diná visitaron al médico de la guardia real, este abrió de pier-
nas a la madre y le pinchó la bolsa, provocándole el parto. Diná
fue con la partera, en cada contracción la niña avanzaba poco a
poco y su madre disfrutaba con cada movimiento de la pequeña
con placer celestial. Así nació Candara.
4. Cuando asomó la cabecita su familia le daba la bienvenida con una
sonrisa.
5. Candra era una niña muy especial, era muy sensible y expresi-
va, desarrollando estas facetas en la creatividad, en concreto en el
dibujo.
De su madre heredó el amor por la cocina, la creatividad, la ima-
ginación y el misticismo. También la desconfianza y timidez.
De su padre heredó el amor por la lectura y la sed de aprender.
También el silencio y la reserva.
6. Candra creció feliz, pero su sensibilidad le afectó conforme iba
creciendo con las prohibiciones, restricciones, el egoísmo, la insegu-
ridad y todas las energías sociales que empezaron a hacerle mella
desarrollando la timidez, miedo y precaución.
Cuando Candra cumplió tres años se fueron a otra ciudad.
Candra expresaba su creatividad decorando las blancas paredes de
su hogar, pero se lo prohibieron, entonces optó por las preciosas
primeras hojas blancas de los libros de Amán, pero pronto se lo
prohibieron.
Los veranos de su niñez fueron especiales. Marchaba con sus her-
manos y primos a la choza en la montaña de sus abuelos. Allí
se sentían libres y salvajes. Candra era ella misma, su esencia
florecía. Andaban desnudos todo el día, comían los deliciosos frutos
de los arboles, cuidaban los animales, hacían pan y descubrieron la
sexualidad con inocencia por ellos mismos.
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9. Con siete años se mudaron de nuevo, Candra seguía expandiendo
su creatividad y expresando sus sueños y sentimientos en papel.
Amar, su padre, fue tratado por un hechicero para no tener más
hijos, pero la vida les trajo su cuarto hijo, porque debía ser así. Cuan-
do Diná se enteró de que estaba embarazada se puso muy furiosa.
Candra le pregunto que pasaba y ella le dijo:
- Vas a tener un hermano, pero o se muere el o yo. Esas palabras
marcaron de por vida a Candra pero más a su hermanito que se
grabó esa impronta en él y al ser mayor intentó quitarse la vida
en repetidas ocasiones.
Lo llamaron Abel.
Poco después de nacer Abel se mudaron a otra ciudad. Entonces
Candra tenía nueve años y empezó a sentir que no encajaba entre
los niños de su edad, se sentía diferente. Y seguía expresando sus
sentimientos en papel.
10. Las familias de los soldados veían a Candra muy maternal, por
ello le otorgaban el cuidado sus hijos pequeños. Ella feliz los cuida-
ba, y seguía expresando su creatividad con ellos. Al que más cuidó
y mimó fue a su pequeño Abel.
11. Cuando Candra cumplió 16 años era una jovencita mujer con sus
sensuales curvas. Ella empezó a expresar su disconformidad con
la sociedad vistiendo diferente a los demás, Artemisa la acompa-
ñó muchos años. Empezó a sentir rencor hacía sus padres y su
relación con ellos se hizo tensa, les hizo creer malos padres. Con
ansias de conocer, aprender y crecer, con dieciséis años se marchó
de casa.
12. Empezó su nueva etapa junto con su hermana Elia, que estudiaba
en otra ciudad. Candra también empezó a estudiar y aprendió
nuevas técnicas artísticas, allí descubrió gente afín a ella, aprendió
a disfrutar de las pequeñas cosas con viveza, también afloraron sus
miedos e inseguridades. Desarrollo la tolerancia y experimento
con nuevas vivencias.
A los diecinueve siguió desarrollando su creatividad y se marcho a
una ciudad inundada de artistas, allí florecieron poderosos senti-
mientos de inferioridad y hubo momentos que dudo si ella real-
mente servía para ello y pensaba en dejarlo.
En aquel lugar conoció a Nah-kin, el camino de la vida las unió y
forjaron una amistad tan poderosa que dura hasta hoy. Nah-kin se
convirtió en su sacerdotisa, enseñándole la conexión con el yo, con
su feminidad, con su ser.
Con esta edad, Candra aun no había conocido un amor verdadero, y
en su interior añoraba alguien que la abrazara por las noches y la
acompañara en su vida.
Entonces llegó a su vida Pasan, aunque fue breve su amor, la trató
con pasión y respeto y le mostró los placeres del sexo y la pa-
sión.
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14. Después anduvo perdida, sin rumbo entre alguna alcoba de algún
hombre que conocía en las tabernas cuando vagaba con sus amigos.
Poco duró esta etapa porque la hacia sentir vacía.
Con 22 años volvió al cobijo de sus padres para terminar un pro-
yecto, buscaba tranquilidad. Amán y Diná la recibieron con los
brazos abiertos. Su padre había sufrido una larga enfermedad y lo
habían relegado de su trabajo, esto hizo crecer a sus padres y a ella
y sanaron su relación con mucho amor.
En aquella época conoció de una manera muy peculiar a Nefer. Él
tenía catorce años más que ella, había fracasado en la vida, per-
dido a su mujer y su hija. Tenía muchos miedos e inseguridades
que arrastraba desde la infancia. Era un gran hombre, alguien con
mucha luz, pero con un dolor tan fuerte que tapaba con el alcohol
y las drogas.
Cuando los dos se conocieron hubo algo mágico, había algo en el que
atraía a Candra, tal vez se veía su vulnerabilidad reflejada en el
.
Cuando empezaron a conocerse Nefer le conto su gran problema
pero Candra decidió confiar en su corazón y probar a conocerle
más. Le brindó todo el amor que tenia dentro y ver la vida con la
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16. belleza que Candra la veía. Se cogieron de la mano y anduvieron
juntos, Nefer se embriagó de su amor y se aferró a ese poder.
No fue ningún camino de rosas, ni lo es hasta día de hoy. Nefer y
Candra se enfrentan cada día a sus monstruos interiores pero los
aceptan y dejan marchar prosiguiendo el camino juntos, aunque
en ocasiones les han hecho poner en duda su relación.
En estos años Candra encontró una conexión perdida desde su
niñez, la fuerza poderosa de conexión con su cuerpo de mujer.
Tantos años su cuerpo maltratado y olvidado ahora le agradece su
reconexión con una creatividad poderosa y una intuición que tenia
escondida.
Poco a poco sigue su camino quitándose su coraza y creciendo con
cada paso que da. Se siente segura, poderosa, independiente, ama
la vida.