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Cuarenta años de lucha por la tierra de jornaleros en andalucía
1. Cuarenta años de lucha por la tierra de jornaleros en Andalucía
Ocupaciones de fincas, encierros, huelgas de hambre y manifestaciones. Las protestas
de los jornaleros sin tierra andaluces han sido constantes desde la transición.
Carmela Negrete (Redacción)
Martes 3 de julio de 2012. Número 177
MARCHA A SOMONTE. Decenas de campesinos marchan hacia la finca ocupada
(Foto: Carmela Negrete)
Cada vez quedan menos trabajadores del campo. Entre 1964 y 1994 la población activa
agraria descendió en torno a un 75%, sobre todo debido a la lógica productivista que
ha llevado a una extrema mecanización del sector y a la introducción de tratamientos
químicos para las plantas.
Según un estudio de la Universidad Pablo de Olavide, el número de jornaleros se redujo
en ese periodo en 3.100.000. Solamente en los ‘70 emigró un millón de andaluces
por la falta de empleo y expectativas. Durante esa década el sector jornalero era el
más pobre de Andalucía, a su vez una de las regiones más humildes del Estado. Hoy
viven del campo menos de medio millón de trabajadores en Andalucía.
Hasta la muerte del dictador Francisco Franco, era común ver en los latifundios
andaluces a menores trabajando junto a sus madres y padres. Durante sus últimos
estertores, la situación en el campo andaluz era de una pobreza tal que las protestas
comenzaron a propagarse por los pueblos agrarios. Con la idea de evitar una respuesta
violenta, se creó en 1971 el Empleo Comunitario, dotado de fondos públicos destinados
a emplear varias jornadas a los campesinos sin tierra que estuvieran más necesitados y
crear de ese modo una suerte de paz social que apaciguase las revueltas.
En 1977 se creó el Sindicato de Obreros del Campo (SOC). Junto con CC OO del
Campo, aglutinó entre sus filas de afiliados al mayor número de jornaleros. Sus
reclamaciones históricas han sido la colectivización de la tierra y la reducción del
empleo de maquinarias y químicos, así como lamovilidad de los trabajadores,
obligados a pasar las temporadas de cosecha en otros pueblos. El SOC, a diferencia de
2. otras organizaciones sindicales de jornaleros, criticó desde el comienzo el Empleo
Comunitario y mantuvo su reivindicación histórica de “la tierra para el que la trabaja”.
Marinaleda como emblema
Una de las victorias históricas e icono del movimiento jornalero en la Transición
española es la conseguida en el pueblo sevillano de Marinaleda. En 1980, los
marinaleños comenzaron una huelga de hambre de 13 días que dio la vuelta al
mundo y con la que reclamaban tierras para trabajarlas. Más de 30 años después,
en las tierras ocupadas, por entonces propiedad del duque del Infantado, trabaja hoy una
cooperativa de vecinos que genera empleo discontinuo estable y es el principal motor
económico de la localidad. La lucha, pacífica de principio a fin, acabó con la compra de
las tierras a su dueño, que la Junta de Andalucía pagó a precio de mercado.
Las verduras que hoy recolecta la cooperativa Los Humosos en Marinaleda son a su vez
tratadas y envasadas en la misma localidad, en la fábrica de la cooperativa Humar.
Dicha cooperativa sobrevive enfrentándose a los precios irrisorios que el mercado
ofrece para los productos agrícolas. Una de las figuras más emblemáticas de la lucha
jornalera es el alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, que actualmente
es parlamentario andaluz de IU.
El PER, punto de inflexión
Mientras en Marinaleda la cooperativa proporciona más jornales, en otras localidades
los braceros sobreviven gracias al Plan de Empleo Rural. El PER es una prestación por
desempleo para los trabajadores del campo que trata de garantizar una estabilidad
económica en los meses en los que no hay faena en el campo. La mayoría de las
protestas a partir de 1985 se han encaminado a mejorar las condiciones del PER.
Hasta entonces, en el ideario del movimiento jornalero, la figura del Estado era vista
como un ente represor. Dicho Estado, que ahora garantiza una frágil y precaria
estabilidad al sector, ha pasado entretanto a asumir una parte en el conflicto que
propietarios y latifundistas han tenido históricamente, creando una red clientelar
relacionada con el reparto del trabajo municipal para los parados.
En 2007, año en que comienza a intuirse la última crisis capitalista, el principal
sindicato jornalero, el SOC, se transformó en el SAT, el Sindicato Andaluz de los
Trabajadores, con la idea de agrupar a otros sectores sociales en las luchas
comunes. En sus acciones de protesta pacífica han ocupado bancos, las líneas del AVE
o el aeropuerto de Málaga para protestar contra el desempleo, la corrupción y el
capitalismo. Sus sindicalistas cuidan las relaciones con otras organizaciones de
campesinos sin tierra y participan en la Vía Campesina. Una de sus preocupaciones
más visibles es la situación de los migrantes sin papeles, muchos de los cuales trabajan
en la agricultura en condiciones laborales leoninas.
Dura y abundante represión
El SAT es una de las organizaciones más represaliadas de Europa. Sus afiliados sufren
multas, encarcelaciones, juicios y enfrentan procesos por más de 60 años de cárcel.
De ahí que el año pasado sus principales dirigentes, entre ellos el secretario general
Diego Cañamero, se declarasen “insumisos judiciales”, negándose a asistir a los juicios
3. contra otros compañeros del sindicato en los que fuesen llamados a testificar. Desde
entonces, el dirigente ha sido detenido dos veces con el fin de que prestase declaración,
a lo cual se niega. La última detención tuvo lugar el 4 de junio ante los juzgados de
Sevilla.
La situación actual de los jornaleros se ha agravado con la excusa de la crisis. El SAT
denuncia, por ejemplo, que en la campaña de recogida del ajo y la cebolla en Jaén están
pagando menos de 15 euros por siete horas de trabajo, cuando el convenio vigente
es de 47,48 euros por seis horas y 15 minutos de trabajo. La antigua y revolucionaria
reivindicación de “la tierra para el que la trabaja” ha sido olvidada por el camino
de las subvenciones por otras organizaciones sindicales, mientras que el SAT
permanece fiel a la idea. “No queremos la propiedad de la tierra, queremos su uso para
formar cooperativas”, explica tajante el jornalero Diego Cañamero.
CIEN DÍAS EN LA FINCA SOMONTES
Propiedad de la Junta de Andalucía y situada en Palma del Río (Córdoba), la Finca
Somontes permanece ocupada por un grupo de jornaleros. La Junta pretendía sacar el
terreno a subasta pública y con esta acción los campesinos sin tierra quisieron mostrar
su desacuerdo con lo que consideran un robo de recursos públicos. Los miles de cultivos
ya plantados en una hectárea están siendo cosechados y las muestras de solidaridad
internacional han facilitado la instalación de un motor y del regadío por goteo. Tras un
primer desalojo, los jornaleros volvieron a ocupar la finca al día siguiente. Su objetivo
es montar cooperativas con capacidad de dar empleo a cientos de personas