26 de agosto de 2013. Escrita por Eduardo Gudynas (@EGudynas) de CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social).
Pocos días atrás, el presidente de Ecuador, Rafael Correa canceló el ambicioso programa de moratoria petrolera en el Parque Yasuní, un área protegida en un remoto rincón de la Amazonia.
"Cien Días vistos por Cinep n.° 93: el campo de la paz"
Petroleras regresan a la Amazonía ecuatoriana
1. Las petroleras regresan a la Amazonía ecuatoriana
26 de agosto de 2013. Escrita por Eduardo Gudynas (@EGudynas) de
CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social).
Pocos días atrás, el presidente de Ecuador, Rafael Correa canceló el
ambicioso programa de moratoria petrolera en el Parque Yasuní, un
área protegida en un remoto rincón de la Amazonia.
En sus inicios, se buscó impedir la explotación petrolera tanto en el
parque Yasuní como en los bloques petroleros adyacentes, conocidos
por la sigla ITT. El objetivo era evitar los seguros impactos sobre la
biodiversidad amazónica y sobre los indígenas Huaorani de los grupos
Tagaeri, Taromenane y Oñamenane, que habitan esa región.
La formulación gubernamental, lanzada en 2007, tuvo sus avances y
retrocesos, sufrió cambios, y terminó decantando en un mecanismo
por el cual se comprometía a mantener el crudo bajo tierra si se
completaba un fondo internacional de unos 3 600 millones de dólares,
que equivalían a la mitad de lo que Ecuador dejaría de recibir si
exportaba ese petróleo.
Era una propuesta muy discutible, pero sin duda ya representaba un
gran avance frente a la somnolencia que despiertan las tímidas
medidas ambientales actuales. Era además un intento concreto para
un primer ejemplo mundial de estrategia postpetrolera, una
necesidad que muchos reconocen pero que nadie se anima a encarar.
2. Era también una iniciativa que atendía los derechos de la Naturaleza,
una de las innovaciones de la nueva Constitución ecuatoriana.
Todos esos esfuerzos se derrumbaron cuando el gobierno Correa
anunció que pasaba a su “plan B”, liberando la explotación petrolera
en la zona Yasuní-ITT. El hecho es muy grave por varias razones. Se
pierde el primer ensayo de una estrategia postpetrolera. Fatalmente
se padecerán los típicos daños de la explotación petrolera, desde la
apertura de caminos en la selva a los derrames de crudo que
contaminan el suelo y las aguas. Los pueblos indígenas que allí
residen también sufrirán impactos, seguramente con las mismas
cuotas de conflictos y violencia a las observadas en otras localidades
amazónicas.
Pero es todavía más grave por la forma en que Correa realizó el
anuncio. En efecto, el presidente responsabilizó a la comunidad
internacional por no haberle donado el dinero suficiente, volvió a
criticar a los ambientalistas, sostuvo que los derechos
constitucionales de la Naturaleza son “supuestos derechos”, y pasó a
defender el petróleo como necesario para superar la pobreza. Una y
otra vez se enumeraron los problemas sociales del país, y
prácticamente se le decía a la ciudadanía que la única manera de
resolverlos era extrayendo el petróleo amazónico. Claro, la tentación
financiera es enorme: Correa dijo que espera ganar más de 18 mil
millones de dólares.
Bajo un marco simplista, oponiendo miseria y Naturaleza, parecería
que aquellos que reclaman preservar ese rincón amazónico son
minorías desalmadas, insensibles frente a la pobreza, porque ya
tienen la “panza llena”, como acostumbra decir el presidente.
Esta misma postura se repite en casi toda América Latina, en unos
casos defendida por derecha, por ejemplo en Colombia o Chile, y en
otros desde la izquierda, como son los casos de Argentina, Bolivia,
Brasil, Uruguay y Venezuela.
Las mayores contradicciones la sufren estos gobiernos progresistas,
ya que repiten dichos empresariales, donde la minería y el petróleo
servirán para crear empleo y reducir la pobreza. Es también la misma
idea que defiende el Banco Mundial, el que señala que su misión es
promover que los sectores extractivos “contribuyan al alivio de la
pobreza y el crecimiento económico” por medio de la gobernanza y la
sustentabilidad. No son posturas nuevas, sino que resucitan las
primeras reacciones latinoamericanas de rechazo a las urgencias
ambientales de la década de 1970, promovidas entonces por el
gobierno militar brasileño.
3. A diferencia de las teorías económicas ortodoxas, en el mundo real la
explotación petrolera no genera automáticamente alivio de la
pobreza, sino que, salvo algunas excepciones, implica todavía más
problemas sociales, primarización de las economías, dependencia de
los mercados globales, y gobiernos rentistas. Las organizaciones
ciudadanas han demostrado esto en decenas de países, desde Nigeria
a Venezuela.
La decisión de Correa también deja en entredicho a los derechos de la
Naturaleza, y ubica a las políticas ambientales ecuatorianas en un
nivel tan bajo, que cualquier gobierno vecino podrá explotar
hidrocarburos en sus territorios amazónicos, y decir que es tan de
izquierda y tan ecologista, como Correa.
La decisión gubernamental rápidamente desencadenó rechazos desde
varios sectores ciudadanos y reacciones internacionales. El presidente
Correa ha desafiado a esos críticos a que no fueran vagos y
recolectaran firmas para llamar a una consulta ciudadana. Ese desafío
fue aceptado, y se están dando los primeros pasos en ese sentido. El
pasado 22 de agosto, un conglomerado de organizaciones indígenas,
ambientalistas y sociales, acordaron someter a la Corte Constitucional
la pregunta que desean sea presentada en un referéndum nacional:
¿Está usted de acuerdo que el gobierno mantenga el crudo del bloque
ITT indefinidamente bajo el subsuelo? Si la Corte acepta esa
formulación, comenzará un largo proceso de recolección de firmas, y
si éstas alcanzan el 5% del padrón electoral, se llamará a una
consulta nacional. El problema es que muchos de los más interesados
en poder votar en esa consulta, porque en ella se juega su destino,
no podrán hacerlo. Son las plantas y animales del Yasuní.
http://blogs.elpais.com/3500-millones/2013/08/las-petroleras-
regresan-a-la-amazonia-ecuatoriana.html#more
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