En los primeros años de la República, los grandes terratenientes dominaban a la mayoría de la población campesina. Las haciendas eran grandes extensiones de tierra cultivadas en parte y con poca producción, donde muchos indígenas y trabajadores estaban sometidos como peones. Las haciendas de la Sierra producían granos, hortalizas, caña de azúcar, leche, cuero y lana, mientras que las de la Costa cultivaban tabaco, cacao y otros productos para la exportación.