Este documento describe cómo Internet ha cambiado la forma en que las personas interactúan y se relacionan entre sí. Explica que Internet permite una mayor independencia del entorno inmediato al permitir el acceso a cualquier parte del mundo. También predice que Internet hará que las actividades sociales, laborales y personales se mezclen en un único espacio virtual, eliminando la necesidad de desplazarse físicamente. Finalmente, señala que Internet contribuye a una transición desde comunidades delimitadas por la vecindad o el trabajo hacia comunidades dispersas basadas en intereses
1. Internet y psicología: el futuro ya está aquí
Prof. Dr. José Gutiérrez Maldonado
Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos (Universidad
de Barcelona)
jgutierrez@psi.ub.es
(Conferencia en el encuentro de presentación del segundo semestre del año académico
2001-2002, Universitat Oberta de Catalunya Barcelona, marzo, 2002)
Sumario
1. Redes
2. El futuro ya está aquí
3. Mundos
4. Comunicación mediada por ordenador
5. ¿Adicción a internet?
6. Intervención psicológica clínica a través de internet
Redes
Es difícil decidir qué sucesos o personas hay que incluir entre los antecedentes del estado
actual de cualquier tema. Internet es el resultado de la confluencia de cambios y desarrollos
tecnológicos y sociales muy diversos. Una de las líneas de evolución que ha dado lugar a la
aparición de Internet es la tecnología de telecomunicaciones. Las señales de humo y los avisos
visuales que se transmitían de torre a torre en las cadenas de puestos de vigilancia de la Gran
Muralla china eran ya una forma de telecomunicación. Las torres de este tipo de fortificaciones
de la antigüedad estaban dispuestas de modo que siempre había contacto visual entre una de
ellas y la siguiente. Si desde una de las torres se observaba la aproximación de enemigos, se
hacía una señal visual a la torre siguiente y esta, a su vez, la transmitía a otra. De esa forma la
información llegaba con rapidez a distancias que podían ser considerables, lo que permitía
decidir qué debía hacerse y, además, disponer de tiempo suficiente para reaccionar. Las vías
de conexión entre los puestos de vigilancia de la Gran Muralla permitían también enviar
soldados con celeridad a aquellos lugares donde fueran necesarios. En definitiva, la Gran
Muralla era una estructura que hacía posible la transmisión de señales y la reasignación
eficiente de recursos.
Desde entonces hasta 1884, año en el que Morse estableció el primer enlace telegráfico,
pasaron milenios; desde la época de Morse hasta nuestros días han transcurrido poco más de
100 años. En esos cien años parece haberse progresado a un ritmo cualitativamente distinto al
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que se avanzó en el pasado. Tenemos la suerte de vivir una época de expansión inflacionaria
de los avances tecnológicos, y pocos dirían que los riesgos que esa situación conlleva no se
ven compensados por los beneficios que proporciona.
Parece razonable mantener una actitud optimista ante el progreso. De todos modos, a veces
se cae en el error de pensar, con cierto etnocentrismo, que la nuestra es una época de
cambios revolucionarios, sin parangón con lo que ocurría en el pasado. En realidad el
fenómeno de Internet se ha repetido varias veces a lo largo de la historia de la humanidad. Lo
que en la actualidad nos parece algo completamente nuevo y revolucionario lo es sólo en
apariencia.
El desarrollo de redes es un fenómeno muy frecuente. Según lo registrado en algunos libros
de historia, la Gran Muralla se empezó a construir en el siglo VII antes de nuestra era. En el
año 657 a.c., se levantó una primera fortificación de más de 500 kilómetros. Durante el período
de los Reinos Combatientes (475-221 a.c.) hubo otros reinos que edificaron sus murallas. Qin
Shi Huangdi, primer emperador de la dinastía Qin (221-206 a.c.), ordenó reparar y unir las
fortificaciones aisladas del norte, de modo que se formó una sola de más de cinco mil
kilómetros, de oeste a este. Más tarde, en muchas dinastías se construyeron murallas en las
zonas fronterizas contiguas a las habitadas por nómadas del norte. La dinastía Ming
(1368-1644) continuó enlazando tramos dispersos y amplió en dieciocho ocasiones la Gran
Muralla, con lo que esta llegó a alcanzar una longitud de 6.350 kilómetros.
Como este podrían exponerse infinidad de ejemplos de construcción y desarrollo de redes,
cuya dinámica es siempre muy semejante en algunos aspectos generales.
Internet, la red de redes, de forma similar, creció a base de conectar redes menores que
trabajaban por separado. El sistema resultante tiene hoy propiedades que van más allá de la
suma de sus partes, como ocurre con cualquier sistema. Las construcciones defensivas
dispersas iniciales tenían un carácter defensivo que se vio trascendido con su interconexión
para dar lugar a la Gran Muralla. De forma parecida, el significado actual de Internet va más
allá de lo que se podía imaginar a partir de las propiedades de las redes antes de su
interconexión.
La primera utilización remota de un ordenador tuvo lugar en los laboratorios Bell, en 1940. La
primera red de ordenadores fue desarrollada como mecanismo de defensa aérea en los
Estados Unidos y data de principios de los años sesenta. Hasta 1994 los dominios educativos
fueron mayoritarios en Internet, pero desde 1995 la hegemonía ha sido para los dominios
comerciales.
Ese cambio de hegemonía de dominios es el reflejo de otro cambio, consistente en la
sustitución del paradigma de la investigación exploratoria por el de la producción eficiente.
Inicialmente Internet era una comunidad regulada por estructuras informales de
reconocimiento de los méritos personales. Méritos que se basaban en la capacidad para hallar
soluciones a los problemas que iban apareciendo y en la disposición a compartirlas. Aquellos
que encontraban las mejores soluciones recibían como recompensa únicamente el
reconocimiento de los otros miembros de la comunidad. Los que destacaban especialmente
recibían la consideración de "gurú". La comunidad de Internet era en esos
momentos un auténtico pandemónium. Su funcionamiento se parecía bastante al del programa
que Oliver Selfridge bautizó con ese nombre en los albores de la inteligencia artificial. Consistía
en una muchedumbre de demonios independientes; cuando surgiese un problema, todos ellos
se pondrían a intentar resolverlo, y si uno no tenía éxito lo intentaría otro. A primera vista
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parece un derroche que un montón de gente intente resolver los mismos problemas, pero, al
buscar la solución por caminos diferentes, exploran mejor el espacio de las posibilidades que
un solo equipo trabajando de manera secuencial. La naturaleza trabaja de ese modo: más que
con sistemas jerárquicos, asignación de tareas y sin despilfarros, se comporta como un niño
que explora desordenada y lúdicamente diferentes posibilidades.
La actitud comunitaria basada en compartir información ha sido sustituida posteriormente, en
gran parte, por una visión comercial, con lo que se han trasladado a la Red las prácticas
económicas habituales de la sociedad. No obstante, sigue siendo fácil convertirse en proveedor
de información a través de Internet, lo que lleva a que, junto al movimiento colonizador de la
Red por parte de las instituciones oficiales y de los grupos económicos de mayor tamaño,
coexista esa otra tendencia caótica que se mantiene todavía en la actualidad, heredera de los
primeros tiempos. Coexisten flujos de información verticales y horizontales, y hay una cierta
impresión de desorden.
El futuro ya está aquí
Las metáforas a que se ha recurrido para hablar de Internet son numerosas. "La
autopista de la información" ha sido una de ellas. La carretera hace a la persona más
independiente de su entorno inmediato. Puede elegir un trabajo cerca de su casa o bien otro
más alejado al que va por la mañana y del que regresa por la tarde. Puede hacer la compra en
una tienda próxima o en un centro comercial no tan cercano. La carretera libera a la persona de
las ataduras de su entorno inmediato y le abre más posibilidades de elección. Con Internet se
va un paso más allá. Uno puede elegir relacionarse con su entorno inmediato o buscar otras
opciones en lugares distintos, ya sea personal o profesionalmente. Ya no se depende del
entorno inmediato en el que es posible moverse caminando, ni del entorno comprendido por la
distancia razonable a que se puede llegar en unos minutos u horas por la carretera;
virtualmente puede accederse a cualquier parte del mundo casi al instante.
En lugares como las aldeas de las zonas rurales de hace no muchos años la gente vive en un
entorno en el que se confunden las actividades. Se come, se duerme, se trabaja, se establecen
vínculos de amistad prácticamente en el mismo sitio. Las relaciones sociales resultan
evidentes, se puede ver a las personas formando parte de una comunidad espacial y
temporalmente bien definida, los vínculos resultan visibles. La carretera y otros medios de
comunicación hacen que comiencen a diferenciarse las actividades y los espacios. El entorno
familiar se distingue del laboral, y estos de otros en los que se establecen relaciones de
amistad. Las relaciones sociales son menos evidentes, comienzan a ocultarse. El espacio en
que antes de la carretera se compartía la vida familiar, laboral y personal se limita ahora a un
tipo de relación. Se organizan mundos diferenciados y casi independientes, escasamente
relacionados.
Es posible que Internet sea algo más que una ampliación cuantitativa de esos grados de
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libertad. Internet hace posible el concepto de aldea global. De igual forma que las actividades
sociales se confundían en la aldea antes de la llegada de la carretera, parece que van a
confundirse de nuevo en el futuro gracias a Internet. Desaparecerá la diferenciación de
actividades en espacios porque habrá un único espacio. Podrá romperse la separación de
actividades que conlleva la necesidad de desplazarse del lugar donde se desarrolla una función
al lugar donde se realiza otra. Colaboradores, familiares y amigos, todos estarán al alcance en
cualquier momento y en cualquier lugar. No será necesario estar en un sitio concreto para
trabajar porque se podrá conectar con el ordenador del puesto de trabajo desde cualquier
lugar. Tampoco será necesario esperar a que empiece la jornada laboral para comenzar a
trabajar, o dejar de hacerlo cuando esta acabe. Se estará siempre trabajando y desde cualquier
lugar. El estudiante ya no dependerá de lo que le ofrezca la universidad de su ciudad, podrá
ser alumno de cualquier universidad del mundo. No será necesario abandonar el trabajo y
llegar a casa para estar con la familia, porque la comunicación con ellos será permanente. Lo
mismo ocurrirá con los vínculos de amistad.
No debe pensarse que todo esto son futuribles, porque en cierta medida ese futuro ya ha
llegado. La oferta de programas educativos a través de Internet ya es considerable y crece a
paso acelerado. Aunque algunos profesores universitarios siguen enseñando lo que
aprendieron hace 20 o 30 años, las universidades como institución intentan adaptarse a los
tiempos y ya no piensan en un área de influencia geográfica limitada, sino global. Lo mismo
ocurre con algunas empresas: no sólo se plantean un mercado global, sino que han cambiado
la cultura de las relaciones laborales. Se busca que el trabajador viva su trabajo
personalmente, que se involucre. Se abandonan prácticas de control coercitivo y se ofrece al
trabajador la posibilidad de diseñar su propia actividad. Lo laboral se mezcla con lo lúdico y con
lo personal, alejándose de la alienación. Estas nuevas organizaciones se parecen más a
corporaciones, a conjuntos de proyectos, que a unidades físicas permanentes.
Esa transición en la cultura de las relaciones laborales no está exenta de cierta tensión, no
obstante. Algunos directivos pueden sufrir el temor a perder el control de su organización si
ponen en marcha sistemas de correo electrónico o de acceso a Internet, con los que cualquier
información subversiva o rumor se extienda fácil y rápidamente.
Otro temor frecuente es que los trabajadores utilicen parte de su tiempo de trabajo en
actividades ajenas al mismo.
Internet sustenta relaciones de todos los tipos. Las listas de correo y los foros de discusión
pueden dar soporte a grupos densos y delimitados en los que la comunicación se produce de
manera abierta y pública. El correo electrónico y otros procedimientos de comunicación
personal dan sustento a redes privadas, menos delimitadas, grupos de trabajo no limitados
geográficamente, etc. Pero otras características de la comunicación que se establece a través
de Internet sí que son peculiares. La primera de ellas es una cuestión de escala. Internet facilita
que el número de intercambios crezca en una medida inalcanzable por ningún otro medio;
proporciona contactos con personas de características sociales más diversas, atravesando
barreras de estatus; da más control sobre el ritmo y el contenido de la divulgación de
información sobre uno mismo. Estas características diferenciales hacen que Internet contribuya
a la transición desde las comunidades y grupos de trabajo densos y delimitados, organizados a
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5. Internet y psicología: el futuro ya está aquí
partir de la vecindad y del puesto de trabajo, hacia las comunidades y los grupos de trabajo
dispersos y no delimitados, basados en intereses mutuos.
Mundos
Internet puede incrementar la tendencia a la disminución de la sociabilidad con base en la
comunidad física tradicional y al declive de la vida social dentro del trabajo; en cambio, puede
hacer que aumente la sociabilidad entre personas que constituyen lazos electivos, que no
coinciden físicamente por el hecho de trabajar o vivir en el mismo lugar pero que comparten
intereses comunes.
El don de la ubicuidad se va a generalizar. Internet, teléfonos móviles y la futura integración
de ambos lo harán posible. El ser y el estar se encuentran unidos en idiomas como el inglés.
Saber quién es uno se relaciona estrechamente con saber dónde está. Se está, en parte, en
función del reflejo que devuelven los otros con los que se interactúa. Será interesante ver de
qué forma afecta a la identidad, en el futuro, el desenclave de amarres físicos localizables que
proporciona Internet. Los emplazamientos geográficos van a perder gran parte de su
importancia en la definición de las relaciones sociales y de las identidades culturales. Los
gobiernos, observa Castells, también se verán afectados. En la actualidad el gobierno se ejerce
sobre personas concretas alojadas en territorios delimitados, pero esa localización de las
personas comienza ya a ser borrosa hoy en día.
La figura representa cómo eran los mundos personales y las redes sociales antes de Internet
y cómo han cambiado a consecuencia de su utilización. Antes de Internet la probabilidad de
establecer vínculos sociales estrechos estaba muy relacionada con la proximidad física. Los
mundos más próximos al nuestro también eran aquellos con los que nos relacionábamos con
mayor intensidad y frecuencia. Las flechas más gruesas indican vínculos más fuertes o
frecuentes. Los vínculos familiares y de vecindad, en el terreno personal, eran muy
importantes. En el ámbito laboral, de igual manera, los grupos de trabajo se formaban en gran
medida a partir del condicionamiento que imponía la mayor o menor proximidad física (o a la
inversa, se condicionaba esta a las necesidades impuestas por la división del trabajo). En
general, los mundos muy alejados físicamente del nuestro eran poco conocidos; se podían
establecer algunos vínculos con ellos, pero estos eran poco intensos o infrecuentes. Incluso
podía haber mundos visibles, pero inalcanzables; se conocía su existencia, pero no se podía
interactuar con ellos debido a su lejanía.
Con Internet se han producido varios cambios. En primer lugar la probabilidad de establecer
vínculos y la intensidad de estos es prácticamente independiente de la distancia física. Son
relaciones establecidas por elección, y ya no por imposición ambiental, las que predominan
tanto en el ámbito personal como en el laboral. Se pueden establecer vínculos con mundos tan
alejados que antes sólo resultaban visibles. Pero, aún más, es posible establecer vínculos con
mundos que antes ni siquiera eran visibles. La proximidad física ya no condiciona las
relaciones, sino que incluso es posible prescindir de vínculos con personas o grupos cercanos,
que antes resultaban irreemplazables.
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6. Internet y psicología: el futuro ya está aquí
La figura también muestra que los mundos después de Internet se han empequeñecido. El
modelo sugiere que su tamaño es directamente proporcional a la intensidad (o probabilidad) de
los vínculos que se establecen con los mundos cercanos, e inversamente proporcional a la
intensidad (o probabilidad) de los vínculos que se establecen con los mundos lejanos. Esto es
así tanto en el ámbito personal como en el laboral.
En el pasado las casas debían ser grandes para permitir que tuviera lugar en ellas gran parte
de la interacción social necesaria para el individuo. La familia era más extensa, se necesitaban
más habitaciones y más grandes. Había que recibir a los vecinos y a las visitas. La mayor parte
de la interacción social se llevaba a cabo en ese espacio. La evolución de las tecnologías de la
comunicación ha hecho aceptables formas de vida y espacios que en el pasado hubieran
resultado intolerables.
Tal y como observa Ilkka Tuomi, la Nagakin Capsule Mansion sirve como ilustración ejemplar
de lo que está sucediendo. Se trata de un edificio de viviendas que se encuentra en Tokyo. A la
entrada de cada apartamento-cápsula hay un espacio reducido para el aseo. Bajo la ventana
hay una cama, e integrado en ella hay un panel con el que se controla un aparato para
escuchar música y radio, una televisión y un teléfono. Junto a la cama hay una pequeña
dependencia para cocinar y en la pared, un armario para guardar la ropa.
Es un espacio que representa de manera extrema cómo puede llegar a quedar reducido el
mundo privado en un entorno urbano contemporáneo. La vida privada parece reducirse al
control del estado de ánimo (con la música), a la identificación con algún grupo de pertenencia
(escuchando las mismas emisoras de radio que los amigos), a observar el mundo que hay
afuera (mirando la televisión) y a comunicarse con él (llamando por teléfono). El resto de la vida
es trabajo.
Sin las posibilidades de los actuales medios de comunicación, un espacio así resultaría
insufrible. Pero lo cierto es que nuestros vínculos sociales se hacen cada vez más
independientes del tiempo y del espacio. Ya no es necesario un lugar físico como nodo de las
relaciones sociales. Muy probablemente el incremento de los hogares unipersonales está
directamente relacionado con el avance de las tecnologías de la comunicación. En el ámbito
público, de modo similar, el discurso político se hace cada vez más independiente de la
localización espacial; los temas de discusión transnacional crecen y disminuye la importancia
de los que tienen lugar en el interior de las fronteras nacionales.
Es probable que la identidad psicológica sufra un proceso de fragmentación parecido al que
afecta a los espacios físicos. La comunicación, como indica Wellman, se establece más entre
personas que representan diferentes roles que entre identidades globales. Las redes de
comunicación entre roles están en constante reconfiguración y cambio, y eso hace que a la
fragmentación se añada la inestabilidad. Además, la solidaridad de la relación basada en la
convivencia es más difícil de obtener cuando el individuo distribuye sus vínculos sociales entre
mundos alejados y variables. Es por ello que se plantea un nuevo tipo de estrés para el
individuo: el que viene dado por la dificultad para formar y mantener una determinada identidad
psicológica.
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La psicología de la tecnología deberá ser sin duda un importante campo de estudio e
intervención dentro de muy pocos años.
Algunos de los temas de interés para tal empresa se esbozan a continuación. Comenzaremos
con un campo escasamente explorado hasta el momento, como es el de las diferencias
individuales en comunicación mediada por ordenador (CMO). Seguiremos con algunas
reflexiones en torno a una hipotética adicción a Internet, a la que algunos pretenden dotar de
entidad como etiqueta diagnóstica. Y acabaremos con una discusión de las posibilidades y
limitaciones de la intervención psicológica clínica a través de Internet. Basaremos la exposición
de los diferentes temas en trabajos recientemente publicados por nuestro grupo de
investigación, en la Universidad de Barcelona, y otros coordinados por Félix Moral, de la
Universidad de Málaga; Juan Alberto Estallo, de los servicios psiquiátricos del Ayuntamiento de
Barcelona, y la comisión deontológica del Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña. Quedarán
por exponer temas importantes, como algunas de las nuevas posibilidades que ofrece Internet
para la obtención de datos en la investigación psicológica o el estudio de la forma en que
Internet incide sobre los movimientos sociales. Les remito, si tienen interés en leer algunas
aportaciones respecto a estos y otros temas, al número monográfico sobre Internet y psicología
que publicó recientemente la revista de nuestra facultad: Anuario de Psicología.
Comunicación mediada por ordenador
La investigación sobre diferencias individuales en comunicación mediada por ordenador
(CMO) se ha ocupado, hasta el momento, de variables personales como el sexo, y
prácticamente no hay información empírica relacionada con la personalidad. Sí que existen
algunas especulaciones basadas en la presuposición de una buena adaptación de los rasgos
propios de la personalidad introvertida a las características de la CMO.
De acuerdo con la teoría del arousal, las personas introvertidas se encuentran crónicamente
más activadas que las extrovertidas, se sitúan ya de manera natural muy cerca de su nivel
óptimo de activación. Eso hace que eviten situaciones de estrés o activadoras, puesto que
estas las llevan a sobrepasar su nivel óptimo de activación y su rendimiento se deteriora. En
cambio, las personas extrovertidas se encuentran crónicamente subactivadas y buscan
situaciones estimulantes que las sitúen cerca del nivel óptimo de activación. La interacción
social es una de las situaciones que generan mayores niveles de activación; en consecuencia,
las personas introvertidas prefieren actividades que se puedan realizar en aislamiento, les
gusta más leer que ir a fiestas, por ejemplo, mientras que las personas extrovertidas buscan la
interacción social.
El ritmo de interacción de las personas introvertidas es más lento que el de las extrovertidas.
Aquellas son más reflexivas, estas son más impulsivas. Una persona extrovertida no necesita
tanto tiempo para organizar su respuesta. Eso hace que en una situación de interacción grupal,
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el ritmo de la discusión sea marcado por las personas extrovertidas. Cuando el introvertido está
seguro de lo que va a decir, el tema de la conversación ya ha cambiado.
Cabe suponer que esa situación, hallada en la comunicación cara a cara y en tiempo real,
puede ser distinta a la que aparece en contextos de comunicación asíncrona, como los foros de
discusión a través de Internet. En este tipo de entornos, los participantes disponen de todo el
tiempo necesario para procesar los mensajes y estructurar sus respuestas. La persona
introvertida puede leer con calma un mensaje emitido por otro participante, pensar sobre su
contenido, redactar una respuesta, repasarla y enviarla cuando esté seguro de qué es lo que
quiere decir.
Los estilos de CMO asociados al sexo de los participantes han recibido, como se decía, más
atención que los asociados a la personalidad. Cuando se han estudiado diferencias
léxico-gramaticales entre los sexos, se ha observado que las mujeres están más orientadas
hacia las personas, hablan más de ellas mismas, revelan en mayor medida pensamientos y
sentimientos e interactúan más con los demás. Algunos estudios indican que las mujeres
utilizan la conversación principalmente para negociar y expresar relaciones, mientras que los
hombres lo hacen para establecer control. Las mujeres están más orientadas hacia la
cooperación. En el campo de la CMO se ha informado de diferencias entre los sexos
semejantes a las encontradas en la comunicación cara a cara. Herring resume los diferentes
estilos en CMO de hombres y mujeres caracterizando a ellos por su tendencia al
enfrentamiento y a ellas por su tendencia a dar soporte. Los hombres escriben mensajes más
largos y frecuentes, utilizando el sarcasmo y la crítica en mayor medida, mientras que las
mujeres expresan más dudas, sugerencias y apreciaciones, aunque sus mensajes son más
cortos. En los foros, los varones inician más tópicos de discusión que las mujeres y su estilo de
argumentación se basa fundamentalmente en la exposición de hechos, mientras que las
mujeres argumentan en mayor grado a partir de la intuición y la experiencia.
Con la finalidad de estudiar las diferencias en CMO relacionadas con la personalidad, nuestro
grupo analizó los mensajes enviados al foro de discusión de un curso universitario. Se
estudiaron también posibles diferencias relacionadas con el sexo. Entre los resultados más
interesantes se encontró que, si bien el nivel de participación total de extrovertidos e
introvertidos en los foros de discusión fue similar, estos fueron más constantes que aquellos.
Los alumnos extrovertidos comienzan con una participación muy elevada, pero esta se reduce
progresivamente a medida que avanza el curso. Sus mensajes respectivos tampoco difieren en
extensión, pero sí en número de ideas expresadas. Los alumnos introvertidos expresan mayor
cantidad de ideas. Esa mayor fluidez de ideas se consigue con mensajes de igual extensión
que los de los alumnos extrovertidos, por lo que cabe pensar que su estilo de comunicación es
más eficaz.
Livingood habla de "la venganza de los introvertidos", para referirse a la mejor
adecuación de sus características personales a la CMO, en general, y a la comunicación que
se establece a través de Internet, en particular. La idea puede aceptarse desde el momento en
que se comprueba que, a diferencia de lo que ocurre en situaciones de interacción cara a cara,
en entornos de CMO como el utilizado en nuestro estudio los introvertidos no sólo emiten
tantos mensajes como los extrovertidos, sino que lo hacen con la misma extensión e, incluso,
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con mayor cantidad de información y más constancia.
Las personas introvertidas encuentran en la CMO un entorno apropiado para la interacción
social. Probablemente ello sea debido a la menor activación generada por la situación, a causa
de la ausencia de señales no verbales, así como al mayor control que pueden ejercer sobre el
ritmo de la interacción, adecuando mejor dicho ritmo a su tendencia a la reflexión y a su baja
impulsividad. En cualquier caso, en el estudio que estamos resumiendo únicamente se
constatan las diferencias en CMO predichas entre introvertidos y extrovertidos, pero no se
aporta información sobre los mecanismos que sustentan tales diferencias, por lo que es
necesario realizar en el futuro estudios experimentales para ello, en los que se manipulen
activamente variables como el nivel de activación presente en la situación y el ritmo de la
interacción.
Tal como se había propuesto en trabajos teóricos o como se había hallado en investigaciones
empíricas previas, los hombres de nuestro estudio escribieron mensajes más largos que las
mujeres. Sin embargo, y esto es un dato nuevo, los mensajes de los hombres no tienen más
contenido que los de las mujeres, puesto que el número de unidades de significado no fue
diferente en función del sexo. La explicación de estas diferencias también tiene todavía un
carácter especulativo. Es posible que en su base se encuentre la ausencia de señales no
verbales en la CMO. Esta ausencia de señales no verbales parece ser apropiada para los
estilos de comunicación de los varones, pero no para los de las mujeres. Los resultados de
algunos trabajos en los que se observa que las mujeres utilizan más expresiones icónicas
emocionales ("emoticonos") que los hombres, en situaciones de CMO, son
consistentes con esa hipótesis.
En la comunicación a través de Internet existen pocos datos que nos informen del estatus y la
posición social de la otra persona, lo que confiere al medio un sentimiento de igualdad en la
interacción. La falta de estas señales, junto al anonimato, favorece que las personas se
presenten ante los demás con un "yo ideal" en mayor medida que en una
conversación cara a cara. El paso de la conversación general a temas relacionados con
experiencias profundas y fantasías es muy fácil. El alto nivel de intimidad que puede alcanzarse
es una de las características más distintivas y motivadoras de los diferentes recursos
comunicativos por Internet, cuya utilización puede ser calificada por algunas personas como
adictiva.
¿Adicción a Internet?
Desde hace tiempo van apareciendo noticias relacionadas con la adicción a Internet en
numerosos medios de comunicación. En no pocas ocasiones tales noticias tienen un carácter
sensacionalista que está muy alejado de la realidad. Sin embargo, desde ámbitos clínicos
profesionales también se han publicado diferentes trabajos acerca del componente
adictivo-compulsivo de Internet. Muy poco se ha dicho en torno a la metodología de estos
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trabajos, de modo que han sido aceptados sin grandes objeciones e incluso han dado lugar a
centros virtuales y presenciales de tratamiento.
Goldberg y Young han sido los primeros y mayores defensores del reconocimiento de un
hipotético trastorno por adicción a Internet como categoría diagnóstica con validez clínica,
definiéndolo a partir de los criterios diagnósticos del DSM IV para el juego patológico. Se
describe como un trastorno de características adictivas-compulsivas caracterizado por la
existencia de tolerancia, dependencia y síndrome de abstinencia. Sin embargo, la validez de
esa caracterización es cuestionable, por cuanto la utilización de Internet persigue reforzadores
de carácter eminentemente social, en los que la comunicación tiene un papel fundamental y
que son muy diferentes de los que rigen la conducta del jugador patológico.
Las críticas más destacadas sobre esa nueva categoría diagnóstica están basadas en
deficiencias metodológicas importantes de los trabajos realizados hasta la fecha al respecto.
Parte de ellas tienen que ver con el sistema de muestreo seguido y el sesgo que ello supone.
El muestreo mediante grupos autoseleccionados, que ha sido prácticamente el único utilizado
hasta el momento, puede aceptarse para trabajos de naturaleza exploratoria, pero supone un
serio riesgo establecer juicios clínicos aceptando como representativas de la población de
internautas aquellas muestras que llegan hasta los cuestionarios alojados en páginas web.
Este procedimiento da más relevancia a la presencia de aquellos internautas que pasan más
tiempo conectados. En gran medida quedan fuera de estos estudios los navegantes de tipo
ocasional, y se obvia también a aquellos que utilizan de modo monográfico un recurso en
especial, como es el caso de los chats o de los juegos en red. A todo ello, como observa Juan
Alberto Estallo, se añaden tamaños muestrales francamente cortos.
En los estudios que constatan la existencia de un grupo de sujetos que permanecen
conectados durante períodos prolongados de tiempo, no se dice nada acerca de si estos
sujetos presentan algún problema previo. En los cuestionarios utilizados resulta habitual la
ausencia de ítems relacionados con la existencia de antecedentes psiquiátricos personales,
problemas médicos, discapacidades, déficits de relación, situaciones de soledad, dificultades
de relación interpersonal, problemas de pareja, que podrían ser una alternativa razonable a los
diagnósticos de abuso aparente de Internet.
Un modelo más plausible que el de la adicción, para explicar la elevada utilización de Internet,
puede ser el siguiente. Cuando se es un nuevo usuario o se descubre un nuevo recurso en
Internet, se produce una fase de encanto, que se caracteriza por elevados tiempos de
consumo. Un tiempo después aparece una caída del uso que corresponde a una percepción
mas objetiva de lo que es Internet en sí o el recurso recientemente descubierto. Finalmente
aparece una fase de estabilidad donde el recurso o el uso de Internet en sí mismo halla su
espacio natural en las actividades del sujeto. De este modo es esperable que, una vez
alcanzado el tercer nivel, se vuelva ocasionalmente al primero, con lo que se da al uso de
Internet un carácter fásico semejante al de cualquier otra actividad humana. Los estudios
realizados mediante cuestionarios colocados en páginas web, en consecuencia, serán
rellenados con mayor probabilidad por aquellas personas que se encuentran en la primera fase
(de encanto), por lo que se obtienen datos sesgados. No es suficiente conseguir este tipo de
datos, que no revelan nada respecto a la evolución de la utilización de Internet en cada
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persona, sino que ofrecen una instantánea sesgada. Para trabajar con datos representativos
sería necesario realizar un seguimiento del uso de Internet. Datos longitudinales serían más
fiables y permitirían contrastar la hipótesis de utilización fásica.
Una vía alternativa reside en considerar la existencia de un uso abusivo de la tecnología en
general. Este uso podría evolucionar de modo adaptativo o bien desviarse hacia situaciones
desadaptativas, ya sea en modo generalizado o en algún aspecto específico.
Intervención psicológica clínica a través de Internet
Para acabar, vamos a referirnos a los ámbitos de intervención psicológica clínica a través de
Internet. Estos son ya muy diversos y crecen a medida que se extiende su uso entre la
población. Desde el punto de vista técnico el antecedente más inmediato lo constituyen las
intervenciones médicas y psicológicas mediante el teléfono, como por ejemplo los
"teléfonos de la esperanza".
En el nivel más básico de la intervención (y evaluación) psicológica clínica a través de Internet
se encuentran las guías de autoayuda que proliferan en multitud de portales dedicados a la
salud en general y a la salud mental en particular. Su valor e interés es muy diverso; hay que
prestar atención a la fuente para tener una idea de la fiabilidad de la información que se ofrece.
Existen también recursos para la evaluación psicológica y la administración de tests a
distancia, orientación y terapia psicológica por correo electrónico, foros y chats, y grupos de
soporte mediante comunicación asíncrona o en tiempo real.
Las principales ventajas y limitaciones de la intervención a través de Internet guardan relación
con el tipo de acción que se pretenda realizar. Todas aquellas intervenciones para las que
resulta imprescindible la información no verbal encuentran serias dificultades para llevarse a
cabo por Internet, aunque es una cuestión de tiempo que eso cambie: cuando se puedan
transmitir señales de audio y vídeo en tiempo real con calidad suficiente. En aquellas otras
situaciones en que esa clase de señales no resultan relevantes, o en que pueden ser incluso
fuente de ruido o distorsión, Internet se convierte en un medio con ciertas ventajas; por
ejemplo, un tratamiento mediante comunicación escrita facilita análisis más exhaustivos del
componente verbal, lo cual puede ser de gran utilidad para realizar una reestructuración
cognitiva, desarrollar una terapia racional emotiva o aplicar técnicas de resolución de
problemas.
La flexibilidad espacial y temporal es otra ventaja claramente asociada a la intervención a
través de Internet. No es necesario que psicólogo y cliente coincidan en un mismo espacio y
tiempo, lo que permite acceder con mayor facilidad al consejo del especialista a personas con
dificultades para desplazarse hasta la consulta por diferentes motivos. En determinados
trastornos como la agorafobia, fobia social, en personas con déficit de conductas asertivas,
etc., los contactos iniciales pueden ser más fáciles para el paciente si se realizan a distancia.
Las sesiones pueden archivarse y ser revisadas en profundidad por el mismo o por otro
especialista. La invisibilidad del terapeuta puede favorecer la confidencialidad; el paciente
puede verse así menos tenso, avergonzado o atemorizado que en una relación cara a cara, lo
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12. Internet y psicología: el futuro ya está aquí
que favorece la fiabilidad en el relato de los síntomas.
Otras ventajas vienen dadas por la utilización de Internet, no ya para sustituir a la intervención
presencial, sino como complemento de esta. Los diferentes canales de comunicación
facilitados por Internet suponen nuevos recursos para la comunicación entre el psicólogo y el
cliente fuera de las horas de consulta. Se hacen posibles contactos mucho más frecuentes y
seguimientos más estrechos, que serían muy difíciles de otro modo.
Las peculiaridades de este nuevo medio para la intervención psicológica clínica hacen que se
deba prestar especial atención a consideraciones éticas y deontológicas. En este sentido, el
Colegio de Psicólogos de Cataluña ha sido pionero, ya que ha elaborado las primeras
propuestas de regulación. Tal como indica en su informe sobre el tema, la intervención
psicológica a través de Internet ha de garantizar como mínimo el mismo nivel de
confidencialidad, privacidad y consentimiento informado que la presencial. Debe prestarse
especial atención al problema de la seguridad en la transmisión y almacenamiento de los
datos. Este es un problema común a cualquier actividad que se realice a través de Internet y su
resolución depende no sólo de la voluntad del terapeuta y el paciente sino también de
cuestiones técnicas como la viabilidad de cifrar los mensajes. La competencia profesional debe
ser garantizada; es necesario disponer de procedimientos que permitan el conocimiento por
parte del paciente de la identidad del terapeuta, su titulación y capacitación profesional y la
posibilidad de contrastarlos; y también es necesario establecer los mecanismos que se
requieren para asegurar la calidad de los servicios prestados.
Debo decirles, que tras dedicar cierto tiempo al estudio de estos temas, estoy convencido de
la necesidad de mantenerse actualizado en ellos, no sólo por interés y conveniencia personal,
sino también por responsabilidad profesional. Las tecnologías de la información y la
comunicación van a estar cada vez más presentes en nuestras vidas. Renunciar a ellas es,
además de poco razonable, imposible.
En ese sentido, creo que nuestro entorno social y cultural está bien preparado para avanzar a
buen ritmo, con la misma velocidad, si no más, que cualquier otro país desarrollado. Barcelona
y Cataluña son ejemplos a seguir respecto a la importancia que desde la Administración
pública e institucional se ha de dar a todo lo relacionado con la sociedad de la información. La
UOC es un ejemplo más de claridad de ideas al respecto. Su creación supuso una apuesta
importante por las nuevas formas de educación que Internet hace posibles. Y la manera en que
ha estimulado el avance en el mismo sentido de otras instituciones más tradicionales
representa un servicio de gran valor social. En este momento la UOC cuenta con algunos de
los investigadores de Internet, en sus diferentes aspectos tecnológicos y sociales, más
importantes del mundo. No cabe sino augurar los mayores éxitos para esta andadura que inició
hace pocos años y que la ha situado ya a la vanguardia de la formación e investigación basada
en Internet.
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