17emes journees commemoratives de la Bolsa de Bielsa
Waldo Fernandez: Tercera vía: Necesitamos un cambio de mentalidad, una forma de construir en comun
1. Nuestra aún pendiente “Tercera Vía”
Lic. Waldo Fernández.
El término “tercera vía” se hizo usual en las ciencias sociales cuando Anthony
Giddens, quien fuera asesor del ex primer ministro Tony Blair lo ocupó para
referirse a la renovación de las socialdemocracias. Aunque el concepto no es
exclusivo del teórico británico sí tuvo impacto en el replanteamiento de esta
postura política ante los grandes problemas que se registran en diversos países tras
el surgimiento de orden económico mundial asentado en la economía de la calidad,
la globalización de los capitales, y la revolución de las comunicaciones.
Por ello, la llamada “tercera vía” analiza las transiciones que se dieron a finales
del siglo xx, considerando la época: el desarrollo tecnológico, así como el declive
en el consenso de bienestar, el descrédito del marxismo ocurrido a en la última
década del siglo pasado, así como la críticahacia el neoliberalismo en especial por
su dinámica interna tendente a la exclusión y la desigualdad social. En este
contexto es que se propone la tercera vía como nuevo mecanismo que contemple
el paradigma de la globalización y ampliación de los mercados a la par que busque
una sociedad más justa y redistributiva.
Justamente este último concepto ha llevado a la teoría social en personalidades
como John Rawls y su libro Teoría de la Justicia así como en épocas más recientes
con Amartya Sen con La Idea de la Justicia, quienes explican que la sociedad
contemporánea requiere mecanismos para evitar las grandes inequidades que la
caracterizan. Para ello Rawls indica de qué manera se debe redistribuir la riqueza
de forma más equitativa.
A partir del entendimiento de la tercera vía, en donde ni el neoliberalismo ni las
posturas marxistas permitían el desarrollo de la población en su conjunto y con los
trabajos de Rawls y Sen sobre justicia, Naciones Unidas elaboró los ocho
Objetivos de Desarrollo del Milenio, mejorconocidos como Objetivos del Milenio,
donde se plantea: 1) erradicar la pobreza extrema y el hambre, 2) lograr la
enseñanza primaria universal, 3) promover la igualdad entre los sexos y el
empoderamiento de la mujer, 4) reducir la mortalidad de los niños menores de 5
años, 5) mejorar la salud materna, 6) combatir el VIH/SIDA, la malaria y otras
enfermedades, 7) garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y 8) fomentar
una alianza mundial para el desarrollo.
Estos objetivos están diseñados para ayudar a los más pobres del mundo pero en
evidencia requiere un cambio en el orden de las instituciones, y ello supone que
los partidos políticos lleven propuestas de gobierno que se propongan
precisamente una transformación de las instituciones a través de la construcción
de consensos racionales donde la distribución de la riqueza genere cambios en el
2. orden del acceso a los derechos, pero que sobre todo garantice un piso básico de
derechos para todos.
El caso mexicano o si se quiere la circunstancia mexicana bien podría considerar
estosdebates, puesto que debido a los resultados expuestos por el coeficienteGini,
que se aboca a medir la desigualdad, nuestro país tiene un coeficiente de 0.441
cuando el promedio es de 0.373. Es decir, México tiene mucha más desigualdad
que el promedio de los países que se tomaron como muestra, dicho en otros
términos México tiene el lugar 87 en nivel de desigualdad de 113 países
muestreados.
Que México sea entérminos sociales y económicosprofundamente desigual refleja
un problemática multidimensional que parte del arreglo institucional actual, en
otras palabras, nuestras leyes y nuestras instituciones generan desigualdad social,
y esto es así, porque las mejores expresiones de nuestras normas tendentes a la
igualdad y la inclusión no se manifiestan en la capacidad actual del Estado
mexicano para lograr que sean eficaces, y la eficacia se expresa en el modo
concreto en que viven las personas, las familias y las comunidades.
Los datos antes señalados sobre los alcances de la desigualdad en México los
confirma el Dr. Alejandro Tuirán Gutiérrez en el texto La desigualdad en la
distribución del ingreso monetario en México quien explica que uno de los
problemas de México es la creciente desigualdad en la distribución del ingreso, es
un fenómeno que persiste en el tiempo y se ha convertido en uno de los rasgos más
característicos de nuestra economía y sociedad. México es un país de contrastes,
quizá sea nuestra cotidianidad, pero no debiera ser así, porque las corrientes
históricas que han definido el mosaico de nuestro deber ser como nación son
equidistantes de la evidencia de cada día. Por ello, es que necesitamos un nuevo
arreglo institucional, recuperar la vocación transformadora en la acción del Estado,
y construir políticas auténticamente públicas que sumen las capacidades del
Gobierno y de la sociedad civil.
Otra de las vías para percibir los alcances de la desigualdad se expresa en el modo
precisamente en que se distribuye la riqueza que nuestro país produce, en tanto que
si bien hay crecimiento ocurre que a la par la desigualdad persiste, el tema no es
más o menos pobres, el tema es si disponemos de las instituciones, de las leyes y
de los acuerdos que permitan reducir sistemáticamente la marginación social,
llámese pobreza extrema, intermedia o baja.
En efecto, si bien México presenta un crecimiento positivo de su PIB, de acuerdo
con datos del Banco Mundial, en este sentido se tienen las siguientes cifras: 1)
2010 creció 5.11, 2) 2011 fue 4.04, 3) 2012 fue de 4.01, 4) 2013 de 1.34, 5) 2014
de 2.25 y 6) 2015 de 2.54; no se han reducido en la forma esperada los índices de
pobreza, por ello habría que pensar en nuevas formas de redistribuir el ingreso para
que tenga la cualidad de ser redistribuido entre la ciudadanía, considerándose
además que esta distribución no significa sólo repartir dinero, sino potenciar la
3. inversión social logrando formar nuevas capacidades que permitan a personas y
comunidades recuperar su autonomía.
Continuar una política social que hace a las personas dependientes del gobierno no
pareciera ser la mejor opción a vistas de los resultados de los programas sociales
que los partidos políticos de todo signo han promovido durante casi tres décadas.
Sí necesitamos un cambio de mentalidad, pero no se trata de una forma específica
de pensar, sino de una forma de construir en común, sólo tenemos una nación y el
estado que guarda no es el mejor, nuestros arreglos institucionales generan
desigualdad, la marginación social no cede, y el descrédito de la política se
incrementa a vistas de la incapacidad por traducir en evidencias lo que dictan
nuestra leyes. México precisa un nuevo pacto social que nos acerque, que nos
permita ser en nuestras diferencias, y que fracture las dinámicas de desigualdad.
Nuestra terceravía aún estáa la espera, y no tenemos mucho tiempo para diseñarla,
acordarla y sobre construirla.