PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pdf
Los nombres de dios
1. LOS NOMBRES DE DIOS
Desde el comienzo de los tiempos, los hombres pertenecientes a los
sucesivos pueblos que han morado sobre la faz de la tierra se han declarados
subordinados a una fuerza superior. En sus intentos por entender la relación
que les unía con lo que estaba por encima de ellos, elaboraron sofisticadas
teorías que hemos convenido en llamar religiones, y a esa Fuerza o Ser
Superior le dieron el nombre de Dios.
El hombre, conocedor del inmenso poder de la Fuerza, al mismo tiempo
que le mostraba respeto y pleitesía, ha tratado de influir sobre Ella para que
mitigara sus afanes y les ayudara en sus litigios con otras gentes.
A partir de ese momento, no servía el nombre genérico de Dios; cada
pueblo ha buscado un nombre propio que hiciera saber a sus vecinos que ellos
eran los bendecidos por los favores de la Fuerza, al mismo tiempo que avisaba
de los muchos peligros que corrían aquellos que se opusieran al pueblo que
honraba a la Fuerza por su verdadero nombre y de la que se declaraban
elegidos.
En la tradición rabínica, al primer hombre creado se le ha dado el nombre
de Adam Kadmon, ser etéreo capaz de plantarse en la otra parte de la Tierra
con un solo paso, y de naturaleza hermafrodita que, tras la “caída”, se convierte
en un ser carnal y recibe el nombre de Adam Rishom.
El saber oriental, a ese primer hombre le llama “ser de luz”, y al estado que
adquiere posteriormente, “ser de luz conformado”.
Ambas visiones presentan un paralelismo significativo que apunta a una
única fuente de transmisión -máxime si tenemos en cuenta las propiedades de
la luz en cuanto a velocidad y su doble naturaleza onda-partícula-.
En la cultura ancestral china se muestran las relaciones del hombre con el
cielo y la tierra por medio de dos arcanos conocidos como Octograma de Fushi
y I Ching . El primero se refiere al estado primordial, representado con 8
símbolos (trigramas), y el segundo a su condición como ser conformado
mediante 64 (hexagramas). El hombre, en sus diferentes estados, vendría a
tener en total 8+64=72 diferentes maneras de relacionarse con lo celeste y lo
terrestre.
La cábala judaíca habla de los 72 nombres de Dios; 72 maneras de
nombrarle o de establecer relación con él.
Planteamientos de extremos del mundo que convergen en una revelación
común. Cada una de las 72 posibilidades de manifestarse del ser, hecho a
2. imagen y semejanza, con las que da fe de su existencia, se plasman en una
alabanza al Creador que evocan y glorifican su nombre.
En el hinduismo, a la manifestación del hombre que corresponde a la
creatividad de la divinidad (Brahman) se le da el nombre de lila, la divina
comedia. Cuando el hombre se cree libre para manifestarse a voluntad se dice
que está bajo el influjo de maya. El hombre se encuentra sobre un escenario e
interpreta el guión que le toca en la Obra Divina; si le toca nacer en Israel, con
suerte llegará a ser un rabino respetuoso con las leyes que se le han dado a
ese pueblo; si naces en las laderas del Tibet, serás un buen budista y tus
mantras resonarán por las montañas del Himalaya.
¿Son lila y Brahman la misma cosa?
¿Son la Obra y el Creador una única Esencia?
¿Podremos conocer a través de la Comedia al Autor?
El experimento de la doble ranura, en la física cuántica, viene a decirnos
que lo observado sobre el escenario nunca es la verdadera esencia del actor,
Atman, ni la del Creador, Brahman. La combinación de unas leyes muy simples
origina estructuras cada vez más complejas de tal manera que, cuanto más nos
adentremos en esas estructuras, más nos alejamos de su verdadera y simple
naturaleza.
¿En qué momento tienen lugar las primeras líneas de la Obra divina? La
Creación tiene lugar en el justo momento en que la luz se sitúa entre el cielo y
la tierra; “Día Primero” (Génesis 1, 3), es el “Tres que origina los diez mil seres”
(Tao Te King, cap. 42); y si queremos conocer nuestra verdadera esencia
tenemos que remontarnos a un instante antes de que se inicie la Creación,
antes de saltar al escenario es cuando podremos reconocernos.
¿Cómo actuar desde nuestro estado actual?
Vaya al templo y expulse de él a mercaderes y sacerdotes o, en palabras
más sencillas pero menos reveladoras: Medite.
La meditación es el camino para llegar a Atman y, a través de Atman, tal
vez se nos permita ver el rostro de Brahman.
Las reflexiones de Sherab Tharching
Octubre, 2010