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El conflicto de las universidades
    en la era contemporánea.
  El miedo en las instituciones
culturales y el arte de vivir en paz
E   n un segundo escenario de integración entre la Universi-
    dad de Antioquia y la Universidad Nacional de Colom-
bia, Sede Medellín, la Cátedra Pública titulada El cambio de
sentido, el sentido del cambio, llevada a cabo el 4 de no-
viembre de 2010, a raíz de la propuesta desarrollada por la
Universidad Internacional para la Paz –Unipaz–, de Brasil, se
constituyó en un acto de reflexión de la comunidad universi-
taria, en el que se buscaba conjurar el miedo y hacer visible
la trampa de convertir el espacio público de la universidad en
trinchera de disputa de fuerzas y caminos encontrados.
El sentimiento de pensar reflexivamente es una expresión de
compromiso cultural. Por ello, a manera de memoria, com-
partimos este ensayo de Beethoven Zuleta Ruiz, profesor
asociado de la Facultad de Arquitectura de la Universidad
Nacional de Colombia, Sede Medellín y Asesor de la Cátedra
Pública, de cuya experiencia extrae las lecciones que aquí
compila y pone a disposición de todos y de la crítica.
Con acciones como esta, la Cátedra Pública de la Rectoría
afianza su vocación con la pluralidad y la libertad del pensa-
miento, los cuales configuran un verdadero aporte a la cons-     3
trucción de comunidad universitaria.
LECCIÓN UNO

    E   l cuarto mandamiento bíblico “Honrarás a tu padre y a tu madre”,
        plantea importantes preguntas a la idea y a la experiencia social de
    la obediencia, del amor propio y de la conciencia del sí mismo. A su
    vez, este presentimiento del ser, vivido y asumido por la cultura, propo-
    ne nuevas reflexiones sobre la comprensión e interpretación que dan las
    instituciones educativas, y en general las instituciones de la moral, a las
    emociones, a los sentimientos y al compromiso de la racionalidad pen-
    sante y reflexiva con la experiencia emocional y sensible.
    Cuando la experiencia emocional de un puñado de individuos fricciona
    con una colectividad más amplia; o, cuando ésta es incapaz de actuar
    ante el gesto de la desobediencia o ante la irrupción brusca del “puñado
    de individuos”, resulta comprensible el alegato moral de la voz paterna
    que expresa con un tono ronco cavernario: “¡Estamos ante una crisis
    moral!”.
    La moral dibujada en el rictus materno/paterno, es un estado de ánimo
    cultural que vincula la experiencia personal con la experiencia de la es-
    pecie humana en las instituciones. Por eso, el cumplimiento del cuar-
    to mandamiento, pone en estrecha relación solidaria el espacio de los
    progenitores biológicos con los espacios de la cultura y de la sociedad,
    haciendo posible una represión masiva de los sentimientos que obra me-
4   diante la disociación y el daño de las emociones.
Cuando en la institución familiar se da por sentado que la experiencia
del amor pasa por el castigo, la amenaza o el daño infligido en el cuerpo
físico y espiritual, puede afirmarse que el aprendizaje del amor no es una
cosa distinta que un “sentido del deber” esculpido con los materiales del
miedo, del rencor, del odio y del llanto contenido en la piel. Semejante
escultura moral, entregada por los progenitores a las instituciones mora-
les, para que completen o finalicen la obra, sufre el conflicto emocional
en su cuerpo, el de saberse intervenido en sus modales, mediante la inhi-
bición de la sensibilidad en el plano del psiquismo, en la disociación de
la psiquis del cuerpo.
El acto del aprender o del contemplar el mundo, es una consecuencia
de una contracción mental, en la cual el cuerpo emocional no interviene
sino como un simple soporte instrumental que permite caminar, respirar o
hablar. El cuerpo, al no participar del mundo sensible, no logra producir
en el individuo una percepción conciente de las emociones. Por este mo-
tivo, explica Alice Miller, “la ceguera emocional es un lujo que sale caro
y que la mayoría de las veces es (auto)destructivo”1.
El aplazamiento de la experiencia emocional vivido como incapacidad
institucional para esculpir la virtud, provoca en la vida personal y colecti-
va una idea viciosa de las virtudes, las cuales son tomadas generalmente
como un ofrecimiento, una dádiva o una promesa ganada a partir del
sacrificio o de la autonegación. La consigna pública convoca al sacrificio
                                                                                5
1	 Miller, Alice. “El cuerpo nunca miente”, Tusquets, España, 2009.
y al sufrimiento, porque solo el que renuncia gana; no importa que los
    ejemplos de los predicadores de la renuncia, muestren una lógica distinta
    o contraria, la de que el impostor gana, mediante engaño.
    “Cuando una persona cree que siente lo que debe sentir y constantemen-
    te trata de no sentir lo que se prohíbe sentir, cae enferma, a no ser que
    les pase la papeleta a sus hijos, utilizándolos para proyectar sobre ellos
    inconfesadas emociones. En mi opinión, estamos ante un proceso psi-
    cobiológico que ha permanecido oculto durante mucho tiempo, tras las
    exigencias religiosas y morales”2.
    El desprecio social de las emociones vuelve proclive a los individuos a
    una suerte de placebo publicitario, al consumo de la imagen emocional-
    mente prefabricada, a un narcisismo voluntario reconciliado en el espe-
    jo imaginario de experiencias no vivenciadas, pero interiorizadas en un
    discurso público desencarnado y desencantado que no cesa de prometer
    remedios para alcanzar un cuerpo perfecto, esculpido con la fórmula de
    la carne perfecta adobada con la idiotez.
    Al confrontar el malestar emocional parvulario y juvenil con la imagen
    narcisista del hombre perfecto vendida por la sociedad de los padres y de
    las madres que cuidan una moral impúdica, podemos intuir una reacción
    espontánea del cuerpo personal y colectivo que toma conciencia de su
    existencia; pero también podemos inferir una reacción natural del cuerpo
    social a los fármacos publicitarios.
6
    2	 Ibid. p. 11
La enfermedad colectiva, vista en la perspectiva de la moral que la pro-
duce, plantea a las instituciones culturales una tarea universalmente otor-
gada: la de ofrecer el alivio corporal y mental mediante el ejercicio del
conocimiento, la experimentación del lenguaje, el reconocimiento del
cuerpo. Sin embargo, cuando las explicaciones son desbordadas por los
síntomas del cuerpo enfermo, es legítimo y razonable preguntarse si aca-
so la razón es partícipe y está implicada también en la enfermedad co-
lectiva, y por esto sus explicaciones producen vértigo en la palabra que
busca aliviar.
El hecho de que la palabra sienta un malestar con la razón que la produ-
ce, contrastado con el desenfreno de experiencias emocionalmente ani-
madas por los alcaloides, deja entrever un desbalance entre el fármaco
emocional y el fármaco racional, que tiende a resolverse a favor de los
“curanderos de almas” y de su “divertida” oferta de alucinógenos.
Por la propensión natural de los párvulos y de los jóvenes al divertimento,
es que su desobediencia a la razón no será curada con sermones sobre la
buena conducta, pues los truhanes que medran en el mercado de drogas
lograron ganar el territorio sensible evadido por los consejeros de la cul-
tura, quienes cayeron en la trampa moral de una racionalidad explicada
con un argumento que no admite su defecto sensible, el de postergar la
emoción, y archivar la sensibilidad en el lugar mudo de la idea.
“La moral del cuarto mandamiento, unida a las expectativas del niño de
entonces, lleva a que la gran mayoría de consejeros vuelva a ofrecer a
                                                                              7
los que buscan ayuda las normas de educación con las que crecieron.
    Muchos consejeros supeditan sus viejas expectativas mediante innumera-
    bles hilos a sus propios padres, llaman a eso amor e intentan ofrecer a los
    demás ese tipo de amor como solución. Predican el perdón como camino
    de curación y da la impresión de que no saben que este camino es una
    trampa en la que ellos mismos han quedado atrapados. El perdón nunca
    ha sido causa de curación”3.
    Ni el amor explicado a secas ni el perdón promocionado insensiblemente
    podrán sanar las heridas infligidas por una cultura que volvió hábito la
    indiferencia y convirtió a esta en un método de evasión del mundo real y
    sensible, en canon moral.
    Una revisión profunda para desbloquear la enfermedad de la indiferen-
    cia en la cultura de las instituciones, invita a revivir el espacio corporal
    de las emociones y construir sentimientos concientes que liberen de la
    dependencia psíquica fundada en la creencia. La dependencia de un psi-
    quismo ilustrado o de un psiquismo alucinado, es un síntoma de evasión
    o escape del conflicto amoroso que enfrentamos con el ser propio. Una
    tal dificultad, cuando la enfrentamos desde el solo psiquismo, desplaza
    la dependencia del plano de una idea a otra, de una creencia a otra, de
    un dios derrotado a otro imaginado más comprensivo o cómplice de los
    miedos ocultados.
8
    3	 Ibid. p. 19
“La extraña idea de que debemos amar a Dios para que no nos casti-
gue por habernos rebelado y haberlo decepcionado, y nos recompense
con su amor misericordioso, es también una manifestación de nuestra
dependencia y necesidad infantil, al igual que la aceptación de que Dios,
como nuestros padres, está sediento de nuestro amor. Pensándolo bien,
¿no es ésta una idea del todo grotesca? Un ser supremo, que depende de
sentimientos falsos porque la moral así lo dictamina, recuerda mucho la
necesidad que tenían nuestros padres frustrados y no autónomos. Solo las
personas que nunca han puesto en tela de juicio a sus propios padres ni
su propia dependencia pueden llamar Dios a este ser”4.


                               LECCIÓN DOS 5

E   l mundo universitario de hoy no es el mismo que el de la década de
    los treinta o cuarenta del siglo XX, cuando emergió en el espacio cul-
tural de las ciudades, la figura territorial del campus universitario.
Para esa época, la democracia colombiana brota como un frágil capullo,
y bien podemos afirmar que es el momento de la infancia de la cultura
democrática. Los movimientos de modernidad proponen al país un mo-
4	 Miller, Alice. Ob cit. p. 34
5	 Estas notas corresponden a una transcripción de la presentación de la Cátedra Pública
   organizada con la presencia de Lydia Rebouças, Rectora de la Universidad Internacio-
   nal para la Paz, UNIPAZ, y Patricio Duprat, Director de Relaciones Internacionales de   9
   dicha Universidad. Fue reconfigurada para esta publicación.
delo de Universidad ya experimentado en las grandes culturas. El pre-
     sidente López Pumarejo, en los inicios de su primer período de gobier-
     no, crea una comisión científica conformada por académicos alemanes,
     coordinada por Carlos García Prada, académico santandereano invitado
     a reformar y repensar una universidad escolástica para que fuera una uni-
     versidad moderna.
     La universidad que nace en ese momento modificará las bases del sen-
     timiento cultural con el cual una sociedad se piensa y actualiza. El giro
     cultural en esas décadas, es estremecido por las violencias sociales, con-
     secuencia de un quebrantamiento institucional y de un cambio de men-
     talidad que comenzaba a alumbrar.
     Permanecer en el tiempo de la cultura ha significado para la universidad
     un encuentro con nuevas trayectorias, nuevos retos y dilemas, y nuevas
     incertidumbres para afrontar una sociedad que al tiempo que pospone los
     cambios estructurales, sufre la transformación vertiginosa de la economía,
     y un relegamiento de la cultura. La violencia ha sido en Colombia la par-
     tera de un crecimiento económico que sumerge la cultura en el olvido.
     Al pensar interiormente en nuestras universidades el asunto de la violen-
     cia, surge una sensación de extrañamiento, que exige una actitud poéti-
     ca, filosófica, afectiva, y amistosa, para comprender y obrar. Las razones
     fundamentales de la violencia, aunque deseemos equipararlas con las
     razones de la ciencia, no se comportan realmente como los elementos
10   que animan la reflexión de la física, la química, la biología o la medicina.
Se trata de razones que están imbricadas en el instinto y en el afecto, en
otros lugares del mundo emocional, y es en estos lugares no explorados
por la razón científica, donde la Universidad Internacional para la Paz,
Unipaz, ha desarrollado un trabajo desde el año 1987. Detrás de la ex-
periencia de Unipaz hay un acercamiento a públicos que nosotros los
hemos pensado o bien con el discurso o bien con la teoría o con el mé-
todo: los presos, los niños víctimas de violencia intrafamiliar o social, los
jóvenes, los empresarios.
La experiencia y el conocimiento adquirido a partir de los lenguajes sen-
sibles, ha configurado un saber, al que es importante un acercamiento a
partir de un escenario basado en el diálogo de saberes. Si bien la institu-
ción universitaria forma expertos y experticias, los profesionales formados
no disponen de las herramientas y de los conocimientos que gravitan en
un universo cultural marginado de la razón, y que tienen un grado de
eficacia y de incidencia muy alto en la sociedad.
Propiciar el diálogo y el encuentro entre lo que hacemos nosotros como
universitarios y lo que se hace y piensa en propuestas universitarias no
convencionales, en las cuales el conocimiento es concebido y experi-
mentado como terapia, es decir, como la vinculación del cuerpo a la
acción, es hoy una tarea urgente, inaplazable.
La vinculación del cuerpo de un joven académico que se entrena en
el conocimiento específico, con unas técnicas que exploran desde su             11
espacio corporal sensible, amplía la frontera de los afectos y las maneras
     de imaginar, para producir mundos distintos en una sociedad vista como
     un afuera.
     Al enfrentar el reto de una Universidad que se acerca y ve el mundo como
     referencia y no todavía como espacio experimental, el cuerpo individual
     del estudiante toma un sentido diferente, el valor de un lugar de produc-
     ción de conocimiento sensible, en el que la razón pensante no está diso-
     ciada de un cuerpo sensiblemente reflexivo y actuante.


                               LECCIÓN TRES

     E  l marco territorial de la Universidad, no es propiamente una frontera
        administrativa, semejante a las municipalidades que nacieron en los
     albores de la colonización hispánica de los siglos XVIII y XIX.
     La configuración como campus académico y como núcleo de un sistema
     cultural regional en la segunda mitad del siglo XX, hizo de la Universidad
     un factor central de promoción y liderazgo de los programas nacionales
     de transformación de la economía y de la sociedad. Con la Universidad
     pública se forjaron empresas y se cimentaron importantes procesos de
     mutación cultural de las conductas y ambiciones humanas, pero también
     de los perfiles y vocaciones económicas de las regiones.
12   En las últimas décadas del siglo XX, la Universidad comienza a palpitar el
     cambio de una mutación profunda de la cultura y de las instituciones hu-
manas, evidenciado en su contexto espacial y territorial: podría afirmarse
que la Universidad es descentrada de su lugar histórico nuclear de la
cultura, de la misma manera y con la misma intensidad que las ciudades
descentran sus lugares y referentes institucionales.
Al alborear el siglo XXI, se vuelve visible el malestar de un conflicto te-
rritorial en distintas esferas de la sociedad, del cual no puede escapar la
Universidad. Aunque no se ha hecho evidente el vínculo de los progra-
mas de conocimiento con el territorio, se acepta que la Universidad debe
asumir y ha asumido retos con las regiones, con la nación y con otras
tantas figuras, todas ellas territoriales.
En ese orden de ideas, el encuentro con UNIPAZ, propone el tema te-
rritorial en el centro de la agenda académica. Una agenda de coopera-
ción académica basada en el principio territorial de organización de
los compromisos y retos universitarios, es decir, en la globalización de los
sistemas territoriales, nos propone trabajar sobre tres sentidos básicos que
impactan el sistema territorial universitario: la transnacionalización de los
conocimientos, la recomposición de las políticas de cooperación entre
los actores sociales y los actores institucionales, y la movilidad de pobla-
ciones, empresas y programas de desarrollo que transfiguran las fronteras
geográficas, culturales y territoriales.
En cada contexto territorial, aun en sus unidades mínimas de organiza-
ción humana del espacio (la empresa, el barrio, la escuela, la universidad,     13
etc.), la acción política está comprometida con uno o el conjunto de los
     tres sentidos básicos señalados, y es en estos términos que podemos re-
     marcar la naturaleza internacional del trabajo universitario y por obvias
     razones de los programas y estrategias que lo orientan e intervienen.
     Organizar la acción para acometer el diseño e intervención del espacio
     humanizado (sea él material, virtual, o cultural), plantea un principio de
     lectura y consideración de los factores internacionales en juego, porque
     de otro modo el proyecto pondría en riesgo sus posibilidades de éxito o
     retardaría el impacto de la acción desarrollada.
     El contexto social de la problemática del hábitat popular visto en la pers-
     pectiva del conocimiento, de las acciones y de las decisiones, pone en
     un primer plano la internacionalización de los problemas, pero también
     de las oportunidades y de las opciones políticas para lograr condiciones
     que favorezcan una actuación sólida y duradera sobre la pobreza, la in-
     salubridad de los ambientes de vida social residencial y público, la crisis
     ecológica y ambiental de la amistad, de los afectos y en general de las re-
     laciones o vínculos entre los humanos y otros seres vivientes, y el colapso
     de las profesiones y de las ofertas de trabajo digno y creativo.
     Sobre este marco general, se identifica una perspectiva de cooperación
     entre UNIPAZ (Brasil), el Laboratorio Internacional del Hábitat popular
     (coordinado por la Universidad Nacional de Colombia-Sede Medellín, y
     en el cual concurre también la Facultad de Educación de la Universidad
     de Antioquia), la UNAD y Relaciones Públicas de la Rectoría de la Uni-
14   versidad de Antioquia.
LECCIÓN CUATRO 6

E  l trabajo de educación para la paz, de Universidad para la Paz, pro-
   pone dos puntos de vista sobre la paz. El primero es el de la entereza,
concebido por un médico europeo: Carl Gustav Jung.
Jung hizo un mapa de las funciones psíquicas que hacen parte de todos
los seres humanos. Dice que todos tenemos la función pensamiento, pero
también tenemos la función sentimiento. Entonces si yo soy una persona
en la que predomina el pensamiento, el pensamiento en mí va a ser como
un revés de la mano, un lado más expuesto al mundo. Sin embargo, el
sentimiento en mí va a ser como el lado opuesto, del mismo tamaño pero
de un lado menos expuesto, más resguardado, desconocido. Y todos te-
nemos las dos funciones. Entonces el trabajo es hacer que haya un movi-
miento entre pensamiento y sentimiento. Aquí se establece una diferencia
entre educación y enseñanza. La educación valoriza todas esas funciones
psíquicas. La enseñanza funciona y valoriza más el pensamiento.

6	 Estas notas son una transcripción de la intervención de Lydia Rebouças, rectora de
   la Universidad Internacional para la Paz, Unipaz, expuesta en el Teatro Universitario
   Camilo Torres Restrepo de la Universidad de Antioquia. Un talentoso académico ca-
   lificó la conferencia de lecciones esotéricas para muchachos de colegio; y a fe que lo
   asiste la razón: las palabras de la rectora brasileña, conmueven por la sencillez y por la
   pronta entrada en los rincones del alma. El problema que nos asiste a los académicos
   de la razón, es que vaciamos los rincones del corazón, y ya no tenemos donde poner           15
   nuestras razones.
Hay otras dos funciones. La sensación, que es aprender del mundo a
     través de los cinco sentidos: visión, olfato, gusto, tacto y oído. Cuando la
     función sensación predomina yo necesito “ver para creer”. Y esta función
     está muy presente en la ciencia.
      Por otro lado, está la función intuición. La intuición me habla de lo que
     no puedo percibir con los sentidos, pero que también existe. El trabajo
     de la educación para la paz tiene que ver con establecer un movimiento
     entre esas cuatro funciones psíquicas, entendiendo siempre que en uno
     de los dos ejes va a haber una función predominante.
     Los puentes entre las cuatro funciones y los cuatro aprendizajes, son fruto
     de una investigación realizada por solicitud de la Unesco a finales de la
     década pasada. Este estudio fue coordinado por el investigador Jacques
     Delors, y es bastante conocido como Informe Delors.
     Lo que dice ese informe es que existen incontables formas de aprender.
     Pero existen cuatro que son fundamentales, que el proceso educativo de-
     bería incluir siempre, cosiendo esas cuatro funciones específicas y los
     cuatro aprendizajes.
     Estamos en una universidad maravillosa y la primera forma es aprender a
     conocer. Aquí predomina la función pensamiento. La segunda forma es
     aprender a hacer. Aprender a convivir. Aprender a hacer.
     El informe Delors dice que de esas cuatro formas de aprendizaje hay una
     que es la más importante, porque si esa no la consideramos, todo se va
16   aguas abajo, y esa es la de aprender a convivir. Los problemas que vividos
aquí en la Universidad, y afuera también, tienen relación directa con ese
aprendizaje. El proceso actual de enseñanza no toma en consideración
el aprender a convivir. El proceso de educación sí lo considera, y eso es
fundamental.
Aprender a hacer también tiene que ver con la campaña “Cuida tu
Alma…”7. Cuidar es una palabra fundamental. En Unipaz existe el Cole-
gio Internacional de Terapeutas, donde se concibe que terapeuta es todo
aquel que cuida. Entonces, ¿qué es eso de Cuidar el Alma? ¿Cómo po-
demos traer eso para el día a día de las salas de clase? Ese misterioso
aprendizaje tiene que ver con aprender a hacer, y eso es fundamental en
el proceso educativo.
Vamos a observarlo más detenidamente. Existen diferentes estilos de co-
nocimiento. La ciencia es apenas uno de ellos. Sin embargo, la ciencia
está muy valorizada, tornándose en sinónimo de conocimiento. En Uni-
paz entendemos que la ciencia es apenas un estilo, muy importante, pero
hay otros. En la ciencia lo que va a predominar es la función pensamiento
y sensación. El científico piensa mucho al respecto de algo, y a través de
la experimentación va a comprobar lo que está pensando.
Existe otro estilo de conocimiento, que es el Arte. Que está muy presente
en la Universidad de Antioquia. Produce encanto ver las pinturas, las
esculturas: el arte facilita el conocimiento del mundo de una forma sensi-

7	 Campaña de pertenencia desarrollada en la Universidad de Antioquia desde el año   17
   2004.
ble. En el artista predomina el sentimiento, por eso consigue dar a luz una
     obra de arte. Consigue expresar ese sentimiento y volverlo algo concreto.
     Y ese es un estilo maravilloso de conocer.
     Tenemos otro estilo de conocimiento en el que el pensamiento va a estar
     tan presente como en la función ciencia. Pero aquí es el pensamiento
     con respecto a aquello que no podemos tomar o tocar. Es el pensamiento
     dirigido hacia nuestro lado intuitivo, y de eso surge la filosofía.
     Otro estilo de conocimiento donde el sentimiento va a estar muy presente
     lo relacionamos con las tradiciones espirituales. Es el sentimiento y la in-
     tuición. Entonces lo que se busca es un enfoque transdisciplinario, ir más
     allá de las disciplinas. Por ejemplo, se trata de ejercer la ciencia sin dejar
     de lado que existen en cada uno la función del sentimiento y la intuición.
     Y sin dejar de construir puentes con los diferentes estilos de conocimien-
     to. Esto sería el reflejo de lo que llamamos la entereza humana.
     Otro enfoque de la paz, fue creado con el apoyo de un programa de
     Unesco, y premiado por esta institución como método eficaz de educa-
     ción para la paz.
     Cuando la Unesco fue fundada en el preámbulo de su constitución está
     esta frase: “Las guerras nacen en la mente de las personas”. Por eso es
     muy importante cuidar las mentes. No es una visión que excluya a otra
     visión respecto de la guerra, sin embargo la complementa.
     Vamos a hablar ahora de la paz como movimiento. Un factor para enten-
18   der la paz es el estancamiento. Cuando vivimos este estancamiento crea-
mos muros enormes entre el individuo, la sociedad y la naturaleza. Esos
muros los vivimos en nuestra cotidianidad. Cuando observamos una per-
sona en la calle tomando una sopa de periódicos, y hago de cuenta que
eso no me toca, estoy estableciendo ese muro. Cuando amanece y vamos
al baño, y al cepillar los dientes, dejo el grifo abierto, no estoy conectada
con la naturaleza, porque no necesito de esa agua que está corriendo, así
esté comportándome automáticamente. En lo cotidiano vivimos muchas
maneras de separarnos. Esas son fragmentaciones a nivel macro, y nues-
tro proceso de educación formal refuerza mucho eso, ¿cómo eso va a
repercutir en el nivel personal?
Vivimos muchas fragmentaciones en el nivel personal. Por ejemplo, la
separación de cada uno en mente, emociones y cuerpo. Entendemos que
ese proceso, como dice el preámbulo de la Unesco, se inicia en la men-
te con una idea que nos lleva a experimentar esa ilusión de que somos
separados. En lo cotidiano esa idea es reforzada de muchas formas. Co-
mienza en la cabeza. Por eso en el plano mental vamos a vivir la fantasía
de que somos separados, y vamos a vivir esa separación en relación con
uno mismo, cuando desconectamos el cuerpo de las emociones y de la
mente. Vamos entonces a vivir esa fragmentación en las relaciones con el
otro y con la naturaleza. En este caso el cuerpo se torna muy tenso, y las
emociones tienden a ser más destructivas.
En este proceso de vida fragmentada, no hay ningún movimiento, no hay
puente entre la persona, la sociedad y la naturaleza: hay grandes muros,
y por eso es llamado la rueda de la destrucción. Es muy fácil de compren-       19
der: estamos siempre hablando de materia, vida, información o inteligen-
     cia. Entonces en el individuo vamos a llamar mente a la información, y
     vamos a llamar a la sociedad información y cultura; la vida en la natura-
     leza y el individuo lo vamos a llamar emociones, que es el equivalente en
     la sociedad a vida social y política; la materia la llamaremos cuerpo
     en el ser humano, y en la parte social la llamaremos hábitat y econo-
     mía. En relación con esa parte concreta vemos que en esto existe un gran
     abismo entre ricos y pobres. Trabajamos con esa metodología con per-
     sonas muy pobres, la gente consigue mínimos de confort esencial: ropa,
     vivienda, alimentación, transporte. Lo básico de la vida. Sin embargo en
     un grupo de nosotros es diferente. El trabajo para cada uno de nosotros
     puede ser cuestionar qué es lo que para mí es confort esencial en este
     momento de la vida, en relación con mi casa, mi ropa, mi alimentación,
     porque eso puede parecer pequeño mas no lo es. Estamos desarrollando
     un súper consumo y eso repercute de una forma destructiva.
     Nuestro trabajo es establecer puentes entre la persona, la sociedad y la
     naturaleza. La verdad es que hay que tomar consciencia de esos puentes.
     Así podemos vivir en paz con nosotros mismos, con los otros y con la
     naturaleza.
     Este proceso es otra rueda que vamos a denominar rueda de la paz. Pero
     vamos a continuar mencionando al individuo. En la rueda anterior diji-
     mos que toda fragmentación comienza con una idea, aquí la mente va a
     vivir la idea de la no-separatividad, de sentirse perteneciente al universo,
20   esa sabiduría de sentirse parte. Tendemos a vivir emociones constructivas,
y a vivir un proceso de salud corporal, entendiendo que salud no es la au-
sencia de la enfermedad. Paradójicamente una persona puede estar enfer-
ma y al mismo tiempo estar mucho más sana que antes. La salud es, como
la OMS lo dice desde hace varias décadas, un equilibrio del cuerpo, las
emociones, la mente, del ser humano con sus semejantes y la naturaleza.
Entonces, en relación con vivir en paz con los otros trabajamos el confort
especial, como había compartido antes las emociones constructivas de la
paz y política y los valores éticos en relación con la cultura. En relación
con la naturaleza buscamos vivir en armonía con la materia, cultivar el
respeto por la vida y un conocimiento que deriva de la idea de no-sepa-
ratividad.
En la rueda de la paz hay movimiento. La paz no es estática, es como las
dos caras de la mano. Muchas veces en el día me veo en la rueda de
la destrucción, entonces respiro y hago un movimiento en dirección a la
rueda de la paz. No es posible que estemos en la rueda de la paz todo el
tiempo, eso es un movimiento, y el ser humano es vasto y vamos a vivir
todas las emociones en un día, no nos podemos quedar trabados en una
emoción destructiva.
Aquí vamos a hablar de nuevo de los puentes y de tres ecologías. Primero
la ecología interior, que también puede ser denominada de consciencia
personal; la ecología social, de consciencia social; y la ecología de la
naturaleza, o consciencia ambiental.
                                                                              21

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Memoria cátedra pública con unipaz 1

  • 1. El conflicto de las universidades en la era contemporánea. El miedo en las instituciones culturales y el arte de vivir en paz
  • 2.
  • 3. E n un segundo escenario de integración entre la Universi- dad de Antioquia y la Universidad Nacional de Colom- bia, Sede Medellín, la Cátedra Pública titulada El cambio de sentido, el sentido del cambio, llevada a cabo el 4 de no- viembre de 2010, a raíz de la propuesta desarrollada por la Universidad Internacional para la Paz –Unipaz–, de Brasil, se constituyó en un acto de reflexión de la comunidad universi- taria, en el que se buscaba conjurar el miedo y hacer visible la trampa de convertir el espacio público de la universidad en trinchera de disputa de fuerzas y caminos encontrados. El sentimiento de pensar reflexivamente es una expresión de compromiso cultural. Por ello, a manera de memoria, com- partimos este ensayo de Beethoven Zuleta Ruiz, profesor asociado de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín y Asesor de la Cátedra Pública, de cuya experiencia extrae las lecciones que aquí compila y pone a disposición de todos y de la crítica. Con acciones como esta, la Cátedra Pública de la Rectoría afianza su vocación con la pluralidad y la libertad del pensa- miento, los cuales configuran un verdadero aporte a la cons- 3 trucción de comunidad universitaria.
  • 4. LECCIÓN UNO E l cuarto mandamiento bíblico “Honrarás a tu padre y a tu madre”, plantea importantes preguntas a la idea y a la experiencia social de la obediencia, del amor propio y de la conciencia del sí mismo. A su vez, este presentimiento del ser, vivido y asumido por la cultura, propo- ne nuevas reflexiones sobre la comprensión e interpretación que dan las instituciones educativas, y en general las instituciones de la moral, a las emociones, a los sentimientos y al compromiso de la racionalidad pen- sante y reflexiva con la experiencia emocional y sensible. Cuando la experiencia emocional de un puñado de individuos fricciona con una colectividad más amplia; o, cuando ésta es incapaz de actuar ante el gesto de la desobediencia o ante la irrupción brusca del “puñado de individuos”, resulta comprensible el alegato moral de la voz paterna que expresa con un tono ronco cavernario: “¡Estamos ante una crisis moral!”. La moral dibujada en el rictus materno/paterno, es un estado de ánimo cultural que vincula la experiencia personal con la experiencia de la es- pecie humana en las instituciones. Por eso, el cumplimiento del cuar- to mandamiento, pone en estrecha relación solidaria el espacio de los progenitores biológicos con los espacios de la cultura y de la sociedad, haciendo posible una represión masiva de los sentimientos que obra me- 4 diante la disociación y el daño de las emociones.
  • 5. Cuando en la institución familiar se da por sentado que la experiencia del amor pasa por el castigo, la amenaza o el daño infligido en el cuerpo físico y espiritual, puede afirmarse que el aprendizaje del amor no es una cosa distinta que un “sentido del deber” esculpido con los materiales del miedo, del rencor, del odio y del llanto contenido en la piel. Semejante escultura moral, entregada por los progenitores a las instituciones mora- les, para que completen o finalicen la obra, sufre el conflicto emocional en su cuerpo, el de saberse intervenido en sus modales, mediante la inhi- bición de la sensibilidad en el plano del psiquismo, en la disociación de la psiquis del cuerpo. El acto del aprender o del contemplar el mundo, es una consecuencia de una contracción mental, en la cual el cuerpo emocional no interviene sino como un simple soporte instrumental que permite caminar, respirar o hablar. El cuerpo, al no participar del mundo sensible, no logra producir en el individuo una percepción conciente de las emociones. Por este mo- tivo, explica Alice Miller, “la ceguera emocional es un lujo que sale caro y que la mayoría de las veces es (auto)destructivo”1. El aplazamiento de la experiencia emocional vivido como incapacidad institucional para esculpir la virtud, provoca en la vida personal y colecti- va una idea viciosa de las virtudes, las cuales son tomadas generalmente como un ofrecimiento, una dádiva o una promesa ganada a partir del sacrificio o de la autonegación. La consigna pública convoca al sacrificio 5 1 Miller, Alice. “El cuerpo nunca miente”, Tusquets, España, 2009.
  • 6. y al sufrimiento, porque solo el que renuncia gana; no importa que los ejemplos de los predicadores de la renuncia, muestren una lógica distinta o contraria, la de que el impostor gana, mediante engaño. “Cuando una persona cree que siente lo que debe sentir y constantemen- te trata de no sentir lo que se prohíbe sentir, cae enferma, a no ser que les pase la papeleta a sus hijos, utilizándolos para proyectar sobre ellos inconfesadas emociones. En mi opinión, estamos ante un proceso psi- cobiológico que ha permanecido oculto durante mucho tiempo, tras las exigencias religiosas y morales”2. El desprecio social de las emociones vuelve proclive a los individuos a una suerte de placebo publicitario, al consumo de la imagen emocional- mente prefabricada, a un narcisismo voluntario reconciliado en el espe- jo imaginario de experiencias no vivenciadas, pero interiorizadas en un discurso público desencarnado y desencantado que no cesa de prometer remedios para alcanzar un cuerpo perfecto, esculpido con la fórmula de la carne perfecta adobada con la idiotez. Al confrontar el malestar emocional parvulario y juvenil con la imagen narcisista del hombre perfecto vendida por la sociedad de los padres y de las madres que cuidan una moral impúdica, podemos intuir una reacción espontánea del cuerpo personal y colectivo que toma conciencia de su existencia; pero también podemos inferir una reacción natural del cuerpo social a los fármacos publicitarios. 6 2 Ibid. p. 11
  • 7. La enfermedad colectiva, vista en la perspectiva de la moral que la pro- duce, plantea a las instituciones culturales una tarea universalmente otor- gada: la de ofrecer el alivio corporal y mental mediante el ejercicio del conocimiento, la experimentación del lenguaje, el reconocimiento del cuerpo. Sin embargo, cuando las explicaciones son desbordadas por los síntomas del cuerpo enfermo, es legítimo y razonable preguntarse si aca- so la razón es partícipe y está implicada también en la enfermedad co- lectiva, y por esto sus explicaciones producen vértigo en la palabra que busca aliviar. El hecho de que la palabra sienta un malestar con la razón que la produ- ce, contrastado con el desenfreno de experiencias emocionalmente ani- madas por los alcaloides, deja entrever un desbalance entre el fármaco emocional y el fármaco racional, que tiende a resolverse a favor de los “curanderos de almas” y de su “divertida” oferta de alucinógenos. Por la propensión natural de los párvulos y de los jóvenes al divertimento, es que su desobediencia a la razón no será curada con sermones sobre la buena conducta, pues los truhanes que medran en el mercado de drogas lograron ganar el territorio sensible evadido por los consejeros de la cul- tura, quienes cayeron en la trampa moral de una racionalidad explicada con un argumento que no admite su defecto sensible, el de postergar la emoción, y archivar la sensibilidad en el lugar mudo de la idea. “La moral del cuarto mandamiento, unida a las expectativas del niño de entonces, lleva a que la gran mayoría de consejeros vuelva a ofrecer a 7
  • 8. los que buscan ayuda las normas de educación con las que crecieron. Muchos consejeros supeditan sus viejas expectativas mediante innumera- bles hilos a sus propios padres, llaman a eso amor e intentan ofrecer a los demás ese tipo de amor como solución. Predican el perdón como camino de curación y da la impresión de que no saben que este camino es una trampa en la que ellos mismos han quedado atrapados. El perdón nunca ha sido causa de curación”3. Ni el amor explicado a secas ni el perdón promocionado insensiblemente podrán sanar las heridas infligidas por una cultura que volvió hábito la indiferencia y convirtió a esta en un método de evasión del mundo real y sensible, en canon moral. Una revisión profunda para desbloquear la enfermedad de la indiferen- cia en la cultura de las instituciones, invita a revivir el espacio corporal de las emociones y construir sentimientos concientes que liberen de la dependencia psíquica fundada en la creencia. La dependencia de un psi- quismo ilustrado o de un psiquismo alucinado, es un síntoma de evasión o escape del conflicto amoroso que enfrentamos con el ser propio. Una tal dificultad, cuando la enfrentamos desde el solo psiquismo, desplaza la dependencia del plano de una idea a otra, de una creencia a otra, de un dios derrotado a otro imaginado más comprensivo o cómplice de los miedos ocultados. 8 3 Ibid. p. 19
  • 9. “La extraña idea de que debemos amar a Dios para que no nos casti- gue por habernos rebelado y haberlo decepcionado, y nos recompense con su amor misericordioso, es también una manifestación de nuestra dependencia y necesidad infantil, al igual que la aceptación de que Dios, como nuestros padres, está sediento de nuestro amor. Pensándolo bien, ¿no es ésta una idea del todo grotesca? Un ser supremo, que depende de sentimientos falsos porque la moral así lo dictamina, recuerda mucho la necesidad que tenían nuestros padres frustrados y no autónomos. Solo las personas que nunca han puesto en tela de juicio a sus propios padres ni su propia dependencia pueden llamar Dios a este ser”4. LECCIÓN DOS 5 E l mundo universitario de hoy no es el mismo que el de la década de los treinta o cuarenta del siglo XX, cuando emergió en el espacio cul- tural de las ciudades, la figura territorial del campus universitario. Para esa época, la democracia colombiana brota como un frágil capullo, y bien podemos afirmar que es el momento de la infancia de la cultura democrática. Los movimientos de modernidad proponen al país un mo- 4 Miller, Alice. Ob cit. p. 34 5 Estas notas corresponden a una transcripción de la presentación de la Cátedra Pública organizada con la presencia de Lydia Rebouças, Rectora de la Universidad Internacio- nal para la Paz, UNIPAZ, y Patricio Duprat, Director de Relaciones Internacionales de 9 dicha Universidad. Fue reconfigurada para esta publicación.
  • 10. delo de Universidad ya experimentado en las grandes culturas. El pre- sidente López Pumarejo, en los inicios de su primer período de gobier- no, crea una comisión científica conformada por académicos alemanes, coordinada por Carlos García Prada, académico santandereano invitado a reformar y repensar una universidad escolástica para que fuera una uni- versidad moderna. La universidad que nace en ese momento modificará las bases del sen- timiento cultural con el cual una sociedad se piensa y actualiza. El giro cultural en esas décadas, es estremecido por las violencias sociales, con- secuencia de un quebrantamiento institucional y de un cambio de men- talidad que comenzaba a alumbrar. Permanecer en el tiempo de la cultura ha significado para la universidad un encuentro con nuevas trayectorias, nuevos retos y dilemas, y nuevas incertidumbres para afrontar una sociedad que al tiempo que pospone los cambios estructurales, sufre la transformación vertiginosa de la economía, y un relegamiento de la cultura. La violencia ha sido en Colombia la par- tera de un crecimiento económico que sumerge la cultura en el olvido. Al pensar interiormente en nuestras universidades el asunto de la violen- cia, surge una sensación de extrañamiento, que exige una actitud poéti- ca, filosófica, afectiva, y amistosa, para comprender y obrar. Las razones fundamentales de la violencia, aunque deseemos equipararlas con las razones de la ciencia, no se comportan realmente como los elementos 10 que animan la reflexión de la física, la química, la biología o la medicina.
  • 11. Se trata de razones que están imbricadas en el instinto y en el afecto, en otros lugares del mundo emocional, y es en estos lugares no explorados por la razón científica, donde la Universidad Internacional para la Paz, Unipaz, ha desarrollado un trabajo desde el año 1987. Detrás de la ex- periencia de Unipaz hay un acercamiento a públicos que nosotros los hemos pensado o bien con el discurso o bien con la teoría o con el mé- todo: los presos, los niños víctimas de violencia intrafamiliar o social, los jóvenes, los empresarios. La experiencia y el conocimiento adquirido a partir de los lenguajes sen- sibles, ha configurado un saber, al que es importante un acercamiento a partir de un escenario basado en el diálogo de saberes. Si bien la institu- ción universitaria forma expertos y experticias, los profesionales formados no disponen de las herramientas y de los conocimientos que gravitan en un universo cultural marginado de la razón, y que tienen un grado de eficacia y de incidencia muy alto en la sociedad. Propiciar el diálogo y el encuentro entre lo que hacemos nosotros como universitarios y lo que se hace y piensa en propuestas universitarias no convencionales, en las cuales el conocimiento es concebido y experi- mentado como terapia, es decir, como la vinculación del cuerpo a la acción, es hoy una tarea urgente, inaplazable. La vinculación del cuerpo de un joven académico que se entrena en el conocimiento específico, con unas técnicas que exploran desde su 11
  • 12. espacio corporal sensible, amplía la frontera de los afectos y las maneras de imaginar, para producir mundos distintos en una sociedad vista como un afuera. Al enfrentar el reto de una Universidad que se acerca y ve el mundo como referencia y no todavía como espacio experimental, el cuerpo individual del estudiante toma un sentido diferente, el valor de un lugar de produc- ción de conocimiento sensible, en el que la razón pensante no está diso- ciada de un cuerpo sensiblemente reflexivo y actuante. LECCIÓN TRES E l marco territorial de la Universidad, no es propiamente una frontera administrativa, semejante a las municipalidades que nacieron en los albores de la colonización hispánica de los siglos XVIII y XIX. La configuración como campus académico y como núcleo de un sistema cultural regional en la segunda mitad del siglo XX, hizo de la Universidad un factor central de promoción y liderazgo de los programas nacionales de transformación de la economía y de la sociedad. Con la Universidad pública se forjaron empresas y se cimentaron importantes procesos de mutación cultural de las conductas y ambiciones humanas, pero también de los perfiles y vocaciones económicas de las regiones. 12 En las últimas décadas del siglo XX, la Universidad comienza a palpitar el cambio de una mutación profunda de la cultura y de las instituciones hu-
  • 13. manas, evidenciado en su contexto espacial y territorial: podría afirmarse que la Universidad es descentrada de su lugar histórico nuclear de la cultura, de la misma manera y con la misma intensidad que las ciudades descentran sus lugares y referentes institucionales. Al alborear el siglo XXI, se vuelve visible el malestar de un conflicto te- rritorial en distintas esferas de la sociedad, del cual no puede escapar la Universidad. Aunque no se ha hecho evidente el vínculo de los progra- mas de conocimiento con el territorio, se acepta que la Universidad debe asumir y ha asumido retos con las regiones, con la nación y con otras tantas figuras, todas ellas territoriales. En ese orden de ideas, el encuentro con UNIPAZ, propone el tema te- rritorial en el centro de la agenda académica. Una agenda de coopera- ción académica basada en el principio territorial de organización de los compromisos y retos universitarios, es decir, en la globalización de los sistemas territoriales, nos propone trabajar sobre tres sentidos básicos que impactan el sistema territorial universitario: la transnacionalización de los conocimientos, la recomposición de las políticas de cooperación entre los actores sociales y los actores institucionales, y la movilidad de pobla- ciones, empresas y programas de desarrollo que transfiguran las fronteras geográficas, culturales y territoriales. En cada contexto territorial, aun en sus unidades mínimas de organiza- ción humana del espacio (la empresa, el barrio, la escuela, la universidad, 13
  • 14. etc.), la acción política está comprometida con uno o el conjunto de los tres sentidos básicos señalados, y es en estos términos que podemos re- marcar la naturaleza internacional del trabajo universitario y por obvias razones de los programas y estrategias que lo orientan e intervienen. Organizar la acción para acometer el diseño e intervención del espacio humanizado (sea él material, virtual, o cultural), plantea un principio de lectura y consideración de los factores internacionales en juego, porque de otro modo el proyecto pondría en riesgo sus posibilidades de éxito o retardaría el impacto de la acción desarrollada. El contexto social de la problemática del hábitat popular visto en la pers- pectiva del conocimiento, de las acciones y de las decisiones, pone en un primer plano la internacionalización de los problemas, pero también de las oportunidades y de las opciones políticas para lograr condiciones que favorezcan una actuación sólida y duradera sobre la pobreza, la in- salubridad de los ambientes de vida social residencial y público, la crisis ecológica y ambiental de la amistad, de los afectos y en general de las re- laciones o vínculos entre los humanos y otros seres vivientes, y el colapso de las profesiones y de las ofertas de trabajo digno y creativo. Sobre este marco general, se identifica una perspectiva de cooperación entre UNIPAZ (Brasil), el Laboratorio Internacional del Hábitat popular (coordinado por la Universidad Nacional de Colombia-Sede Medellín, y en el cual concurre también la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia), la UNAD y Relaciones Públicas de la Rectoría de la Uni- 14 versidad de Antioquia.
  • 15. LECCIÓN CUATRO 6 E l trabajo de educación para la paz, de Universidad para la Paz, pro- pone dos puntos de vista sobre la paz. El primero es el de la entereza, concebido por un médico europeo: Carl Gustav Jung. Jung hizo un mapa de las funciones psíquicas que hacen parte de todos los seres humanos. Dice que todos tenemos la función pensamiento, pero también tenemos la función sentimiento. Entonces si yo soy una persona en la que predomina el pensamiento, el pensamiento en mí va a ser como un revés de la mano, un lado más expuesto al mundo. Sin embargo, el sentimiento en mí va a ser como el lado opuesto, del mismo tamaño pero de un lado menos expuesto, más resguardado, desconocido. Y todos te- nemos las dos funciones. Entonces el trabajo es hacer que haya un movi- miento entre pensamiento y sentimiento. Aquí se establece una diferencia entre educación y enseñanza. La educación valoriza todas esas funciones psíquicas. La enseñanza funciona y valoriza más el pensamiento. 6 Estas notas son una transcripción de la intervención de Lydia Rebouças, rectora de la Universidad Internacional para la Paz, Unipaz, expuesta en el Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo de la Universidad de Antioquia. Un talentoso académico ca- lificó la conferencia de lecciones esotéricas para muchachos de colegio; y a fe que lo asiste la razón: las palabras de la rectora brasileña, conmueven por la sencillez y por la pronta entrada en los rincones del alma. El problema que nos asiste a los académicos de la razón, es que vaciamos los rincones del corazón, y ya no tenemos donde poner 15 nuestras razones.
  • 16. Hay otras dos funciones. La sensación, que es aprender del mundo a través de los cinco sentidos: visión, olfato, gusto, tacto y oído. Cuando la función sensación predomina yo necesito “ver para creer”. Y esta función está muy presente en la ciencia. Por otro lado, está la función intuición. La intuición me habla de lo que no puedo percibir con los sentidos, pero que también existe. El trabajo de la educación para la paz tiene que ver con establecer un movimiento entre esas cuatro funciones psíquicas, entendiendo siempre que en uno de los dos ejes va a haber una función predominante. Los puentes entre las cuatro funciones y los cuatro aprendizajes, son fruto de una investigación realizada por solicitud de la Unesco a finales de la década pasada. Este estudio fue coordinado por el investigador Jacques Delors, y es bastante conocido como Informe Delors. Lo que dice ese informe es que existen incontables formas de aprender. Pero existen cuatro que son fundamentales, que el proceso educativo de- bería incluir siempre, cosiendo esas cuatro funciones específicas y los cuatro aprendizajes. Estamos en una universidad maravillosa y la primera forma es aprender a conocer. Aquí predomina la función pensamiento. La segunda forma es aprender a hacer. Aprender a convivir. Aprender a hacer. El informe Delors dice que de esas cuatro formas de aprendizaje hay una que es la más importante, porque si esa no la consideramos, todo se va 16 aguas abajo, y esa es la de aprender a convivir. Los problemas que vividos
  • 17. aquí en la Universidad, y afuera también, tienen relación directa con ese aprendizaje. El proceso actual de enseñanza no toma en consideración el aprender a convivir. El proceso de educación sí lo considera, y eso es fundamental. Aprender a hacer también tiene que ver con la campaña “Cuida tu Alma…”7. Cuidar es una palabra fundamental. En Unipaz existe el Cole- gio Internacional de Terapeutas, donde se concibe que terapeuta es todo aquel que cuida. Entonces, ¿qué es eso de Cuidar el Alma? ¿Cómo po- demos traer eso para el día a día de las salas de clase? Ese misterioso aprendizaje tiene que ver con aprender a hacer, y eso es fundamental en el proceso educativo. Vamos a observarlo más detenidamente. Existen diferentes estilos de co- nocimiento. La ciencia es apenas uno de ellos. Sin embargo, la ciencia está muy valorizada, tornándose en sinónimo de conocimiento. En Uni- paz entendemos que la ciencia es apenas un estilo, muy importante, pero hay otros. En la ciencia lo que va a predominar es la función pensamiento y sensación. El científico piensa mucho al respecto de algo, y a través de la experimentación va a comprobar lo que está pensando. Existe otro estilo de conocimiento, que es el Arte. Que está muy presente en la Universidad de Antioquia. Produce encanto ver las pinturas, las esculturas: el arte facilita el conocimiento del mundo de una forma sensi- 7 Campaña de pertenencia desarrollada en la Universidad de Antioquia desde el año 17 2004.
  • 18. ble. En el artista predomina el sentimiento, por eso consigue dar a luz una obra de arte. Consigue expresar ese sentimiento y volverlo algo concreto. Y ese es un estilo maravilloso de conocer. Tenemos otro estilo de conocimiento en el que el pensamiento va a estar tan presente como en la función ciencia. Pero aquí es el pensamiento con respecto a aquello que no podemos tomar o tocar. Es el pensamiento dirigido hacia nuestro lado intuitivo, y de eso surge la filosofía. Otro estilo de conocimiento donde el sentimiento va a estar muy presente lo relacionamos con las tradiciones espirituales. Es el sentimiento y la in- tuición. Entonces lo que se busca es un enfoque transdisciplinario, ir más allá de las disciplinas. Por ejemplo, se trata de ejercer la ciencia sin dejar de lado que existen en cada uno la función del sentimiento y la intuición. Y sin dejar de construir puentes con los diferentes estilos de conocimien- to. Esto sería el reflejo de lo que llamamos la entereza humana. Otro enfoque de la paz, fue creado con el apoyo de un programa de Unesco, y premiado por esta institución como método eficaz de educa- ción para la paz. Cuando la Unesco fue fundada en el preámbulo de su constitución está esta frase: “Las guerras nacen en la mente de las personas”. Por eso es muy importante cuidar las mentes. No es una visión que excluya a otra visión respecto de la guerra, sin embargo la complementa. Vamos a hablar ahora de la paz como movimiento. Un factor para enten- 18 der la paz es el estancamiento. Cuando vivimos este estancamiento crea-
  • 19. mos muros enormes entre el individuo, la sociedad y la naturaleza. Esos muros los vivimos en nuestra cotidianidad. Cuando observamos una per- sona en la calle tomando una sopa de periódicos, y hago de cuenta que eso no me toca, estoy estableciendo ese muro. Cuando amanece y vamos al baño, y al cepillar los dientes, dejo el grifo abierto, no estoy conectada con la naturaleza, porque no necesito de esa agua que está corriendo, así esté comportándome automáticamente. En lo cotidiano vivimos muchas maneras de separarnos. Esas son fragmentaciones a nivel macro, y nues- tro proceso de educación formal refuerza mucho eso, ¿cómo eso va a repercutir en el nivel personal? Vivimos muchas fragmentaciones en el nivel personal. Por ejemplo, la separación de cada uno en mente, emociones y cuerpo. Entendemos que ese proceso, como dice el preámbulo de la Unesco, se inicia en la men- te con una idea que nos lleva a experimentar esa ilusión de que somos separados. En lo cotidiano esa idea es reforzada de muchas formas. Co- mienza en la cabeza. Por eso en el plano mental vamos a vivir la fantasía de que somos separados, y vamos a vivir esa separación en relación con uno mismo, cuando desconectamos el cuerpo de las emociones y de la mente. Vamos entonces a vivir esa fragmentación en las relaciones con el otro y con la naturaleza. En este caso el cuerpo se torna muy tenso, y las emociones tienden a ser más destructivas. En este proceso de vida fragmentada, no hay ningún movimiento, no hay puente entre la persona, la sociedad y la naturaleza: hay grandes muros, y por eso es llamado la rueda de la destrucción. Es muy fácil de compren- 19
  • 20. der: estamos siempre hablando de materia, vida, información o inteligen- cia. Entonces en el individuo vamos a llamar mente a la información, y vamos a llamar a la sociedad información y cultura; la vida en la natura- leza y el individuo lo vamos a llamar emociones, que es el equivalente en la sociedad a vida social y política; la materia la llamaremos cuerpo en el ser humano, y en la parte social la llamaremos hábitat y econo- mía. En relación con esa parte concreta vemos que en esto existe un gran abismo entre ricos y pobres. Trabajamos con esa metodología con per- sonas muy pobres, la gente consigue mínimos de confort esencial: ropa, vivienda, alimentación, transporte. Lo básico de la vida. Sin embargo en un grupo de nosotros es diferente. El trabajo para cada uno de nosotros puede ser cuestionar qué es lo que para mí es confort esencial en este momento de la vida, en relación con mi casa, mi ropa, mi alimentación, porque eso puede parecer pequeño mas no lo es. Estamos desarrollando un súper consumo y eso repercute de una forma destructiva. Nuestro trabajo es establecer puentes entre la persona, la sociedad y la naturaleza. La verdad es que hay que tomar consciencia de esos puentes. Así podemos vivir en paz con nosotros mismos, con los otros y con la naturaleza. Este proceso es otra rueda que vamos a denominar rueda de la paz. Pero vamos a continuar mencionando al individuo. En la rueda anterior diji- mos que toda fragmentación comienza con una idea, aquí la mente va a vivir la idea de la no-separatividad, de sentirse perteneciente al universo, 20 esa sabiduría de sentirse parte. Tendemos a vivir emociones constructivas,
  • 21. y a vivir un proceso de salud corporal, entendiendo que salud no es la au- sencia de la enfermedad. Paradójicamente una persona puede estar enfer- ma y al mismo tiempo estar mucho más sana que antes. La salud es, como la OMS lo dice desde hace varias décadas, un equilibrio del cuerpo, las emociones, la mente, del ser humano con sus semejantes y la naturaleza. Entonces, en relación con vivir en paz con los otros trabajamos el confort especial, como había compartido antes las emociones constructivas de la paz y política y los valores éticos en relación con la cultura. En relación con la naturaleza buscamos vivir en armonía con la materia, cultivar el respeto por la vida y un conocimiento que deriva de la idea de no-sepa- ratividad. En la rueda de la paz hay movimiento. La paz no es estática, es como las dos caras de la mano. Muchas veces en el día me veo en la rueda de la destrucción, entonces respiro y hago un movimiento en dirección a la rueda de la paz. No es posible que estemos en la rueda de la paz todo el tiempo, eso es un movimiento, y el ser humano es vasto y vamos a vivir todas las emociones en un día, no nos podemos quedar trabados en una emoción destructiva. Aquí vamos a hablar de nuevo de los puentes y de tres ecologías. Primero la ecología interior, que también puede ser denominada de consciencia personal; la ecología social, de consciencia social; y la ecología de la naturaleza, o consciencia ambiental. 21