La Metodología Gardeta-Fay propone que el cerebro está compuesto de redes funcionales que se desarrollan a lo largo de la evolución y la vida de una persona. Identifica tres grupos de personas cuyo desarrollo cerebral se ve afectado por factores como problemas durante el embarazo, errores genéticos o falta de estímulos adecuados. El método permite diagnosticar qué redes cerebrales están incompletas y diseñar rutinas de estimulación para reconstruirlas mediante estímulos repetidos, logrando que las
1. METODOLOGIA GARDETA-FAY
Nuestro cerebro es el producto de la conjunción de redes funcionales, de todos
los cerebros que hemos ido desarrollando, a lo largo de los millones de años de
nuestra evolución como especie diferenciada. Desde que nuestros padres nos
conciben, hasta aproximadamente los siete años, repetimos en nosotros mismos, ese
proceso de activación de totas las redes neurales evolutivas, hasta que somos capaces
de producir gracias a ellas, todas las funciones que nos son propias.
Una Red Neural, es una cantidad suficiente de células del Sistema Nervioso
Central, interconectadas cada una de ellas, con el resto de las pertenecientes a la red,
que cuando llega a contener la cantidad necesaria de neuronas, y el número suficiente
de conexiones (de cada una con el resto), produce obligatoriamente la función para la
que la creamos y que corresponde a un salto evolutivo determinado de nuestro
cerebro.
Una red completada, no solo produce la función predeterminada que trae
encomendada, sino que posibilita, que redes pertenecientes a saltos evolutivos
posteriores, puedan llegar a completarse también - nadie va a correr si antes no anda.
Para que un grupo de neuronas aisladas se conecten y formen una red, es
necesario que se produzca una batería repetitiva y de suficiente intensidad, de un
estímulo específico ambiental. Nuestra especie, ha adoptado unos estímulos
ambientales estándar simples, como productores de este fenómeno o funcionalidad
especifica, asegurándose así, de que cada miembro de la especie llegue a adquirir
todas las funciones evolutivas, que tanto esfuerzo nos costó producir, y que nos
aseguran una supervivencia mejorada, en un medio ambiente tan complejo como es
el de nuestro planeta.
Ahora bien, estos estímulos necesarios para arrastrarnos siempre por este
proceso predefinido y obligatorio de las capacidades evolutivas que atesorramos,
necesitan de un agente que los produzcan. Y ese agente, en los niveles más básicos no
es otro que nuestra Madre; que desde que nacemos se ve arrastrada a estar pendiente
de nosotros, alimentándonos, limpiándonos, cuidándonos y haciendo toda una serie
de estímulos sensoriales que desarrollan nuestra percepción visual, auditiva,
propioceptiva, táctil y del sentido del equilibrio y la orientación.
Cada vez que nuestra Madre produce uno de estos estímulos, un grupo de
neuronas que hasta este momento vivían aisladas, se conectan entre sí y con otras
que ya lo habían hecho anteriormente, y van formando progresivamente la red
correspondiente.
2. Más tarde en la vida del bebé, entran otros agentes como son los miembros de
la familia y más tarde los compañeros de juegos, de colegio,… hasta que todo el
proceso culmina felizmente a los siete años aproximadamente.
Pero hay una serie de factores, que hacen que un porcentaje de los individuos
de nuestra sociedad, no desarrollen todas esas funciones determinantes y se les
etiquete con la palabra: “Retraso”, no llegando a desarrollar toda la funcionalidad
para la que estamos programados.
Hay una fracción mínima que no gozan del cariño y cuidado estándar de una
Madre. Y son aquellos que su madre fallece en las edades iniciales de la vida, o que
factores como la enfermedad grave o adicciones no les permites hacerse cargo del
cometido esperado de ellas, o bien son abandonados en orfanatos, siendo este
grupo ínfimo en cantidad pero que también se da.
Hay un 5 por mil de niños que nacen con errores genéticos, que no van a hacer
posible que las células neuronales se logren conectar en número y cantidad de
conexiones necesarias, con la frecuencia e intensidad estándar que produce una
madre promedio, debido a que la longitud de los brazos de conexión de las células
(axones y dendritas), no tienen la longitud adecuada y las condiciones para hacerlo
en un tiempo adecuado.: Ralentizando el proceso evolutivo, hasta que éste se
detiene en un nivel evolutivo insuficiente al esperado.
Como especie tenemos un problema, por el que cada vez vamos teniendo un
perímetro cefálico mayor y un diámetro del canal óseo del parto materno más
estrecho. Esto va produciendo limitaciones al flujo sanguíneo a través del cordón
umbilical, y en función del porcentaje de falta de riego y el tiempo que dura esa
limitación, van a morir (posiblemente de forma inapreciablemente en la mayoría de
los casos), más o menos neuronas, en una, en varias, o en todas las áreas cerebrales.
Esto provoca un efecto posterior de retraso en las conexiones y por tanto en las
producción de las funciones necesarias para ser miembro valido de nuestra sociedad.
Este fenómeno descrito en el párrafo anterior es apreciable en los tres grupos
que paso a describir:
Hay un primer grupo de personas que es de aproximadamente de un 1,5 % de la
población, que presenta graves problemas de discapacidad con alteraciones como
Parálisis Cerebral, espasticidad, hipotonicidad generalizada, hiperactividad grave,
rasgos autistas graves, etc. Y presentan discapacidad grave o gravísima.
Un segundo grupo presenta algunos de los problemas de los anteriores y
corresponde a problemas académicos leves como dislexia, dislalia, problemas de
coordinación, hiperactividad ligera, rasgos autistas leves, etc., pero que a medida
3. que avanzan por los cursos académicos se van poniendo más de manifiesto hasta
que engrosa ese 30% del Fracaso Escolar hasta la Secundaria.
Un tercer grupo, que a pesar de los ligeros problemas y pasar por los cursos
académicos de secundaria, cuando llegan a la Universidad, engrosan el bloque del
60% del Fracaso Universitario por las mismas causas que los dos grupos anteriores.
Todo lo anterior se debe a unas limitaciones a la creación de esas redes
cerebrales que gracias a la Metodología Analítica de Gardeta Fay, permite identificar
fácilmente, cuales son las redes fundamentales que o están incompletas o inexistentes
en su formación, y sin para ello una necesidad de aparellaje sofisticado o costoso,
Si una red está completa y le mandamos el estímulo sensorial propio que la
dispara, producirá la respuesta fisiológica para la que la creamos, en cambio, si la
respuesta es deficiente o inexistente, nos estará mostrando, que o está inmadura o
no está presente.
Valorando cerca de las cien principales redes fundamentales y ordenándolas en
los estratos evolutivos, se nos pondrá de manifiesto, cuales son las redes más básicas
desde las que hay que partir, para construir o reconstruir todo el sistema neural.
A continuación, se vierte esta información en forma de diagnóstico, en el que
se pone de manifiesto que esa persona, se ve obligada a realizar una serie de
funciones que por su edad no debería estar ya haciendo, en perjuicio de otras más
sofisticadas, que no es capaz de realizar y que corresponderían a su edad, siendo la
causa oculta de estos problemas, las redes incompletas detectadas.
Con esta información, diseñamos una estrategia terapéutica, compuesta de un
conjunto de rutinas de estimulación, donde cada una de ellas, tiene un estímulo
propio, que cada vez que se produce, se ven forzadas las neuronas periféricas y
aisladas de la red en cuestión, a conectarse a la red que se pretende, y las que ya
estaban conectadas, se conectan con otras muchas de la propia red. Esto produce que
cada vez una red tenga más neuronas y más conexiones, hasta que la red alcance su
masa crítica y le permita producir la función apropiada para la que la fue creada.
Abriendo con ello, las puertas de aquellas otras redes en los siguientes pasos
evolutivos que dependen de ésta para tener lugar.
Mediante este sistema, es posible construir todo el conjunto de redes
maduras que conforman nuestra Humanidad, y a cualquier edad dado que la
plasticidad es igual de buena a cualquier edad de la vida.