El salmo expresa la angustia del rey David ante la multitud de enemigos que se levantan contra él, pero también su confianza en que Dios es su escudo y protector, que responde pronto cuando es invocado. Aunque le amenacen, David descansa en paz sabiendo que Dios lo sostiene. Pide a Dios que se levante para salvarlo y castigue a sus enemigos, reconociendo que toda salvación procede del Señor.
1. 2. ¡Señor, cuántos son mis adversarios, cuántos los que se alzan
contra mí! 3. ¡Cuántos los que me dicen: “Ya no tienes en Dios
salvación”!
4. Más tú, Señor, eres mi escudo, mi gloria, el que levanta mi
cabeza. 5. Tan pronto como llamo al Señor, me responde desde su
monte santo.
6. Yo me acuesto y me duermo, y me levanto: el Señor me
sostiene. 7. No le temo al pueblo que me rodea, que por todas
partes me amenaza.
8. ¡Levántate, Señor! ¡Sálvame, oh Dios mío! Tú golpeas en la cara
a mis enemigos y a los malvados les rompes los dientes. 9. La
salvación viene del Señor, que tu bendición venga sobre tu
pueblo.
¡Cuántos son
mis
enemigos!.-
El rey David,
como todo
cristiano, tiene
un aliado más
fuerte que
todos sus
enemigos
juntos: Dios.
Feligresía Iglesia San Jerónimo Cocorote
Biblia Latinoamericana Edición Revisada 2005