1. Parroquia Santo Niño de Cebú CUARESMA 2012 Franciscanos TOR
CHARLA DE CUARESMAL
(06-03-2012)
Mons. Carlos Amigo, OFM Obs.
Manda fuego desde el cielo y acaba de una vez con todos los que nos están matando a
disgustos: nos persiguen, hablan mal de la Iglesia…
Eso dijeron los discípulos cuando Jesús les envió a predicar.
No les hicieron caso, les tiraron piedras…
Y Jesucristo les dice: qué estáis diciendo, el que viene conmigo vive de otra manera,
son otros criterios, otra manera de actuar: no cabe la venganza, el odio…lo nuestro es
la misericordia, el perdón, abrazo al que te da la espalda, besar la mano del que te
abofetea…
Si Dios Padre nos hablara y nos dijera de una vez por todas todo lo que tenemos que
hacer, en cada momento, cómo cambiarían las cosas.
Pues nos ha escuchado: me pongo a vuestro lado, Dios se hace hombre, en Jesucristo
nuestro Señor.
Quieren escuchar a Dios, ver a Dios…pues ya está aquí, Dios con nosotros.
Se acercó el Señor al leproso y le dice ¿quieres curarte? Y cómo no.
Ya nosotros nos dice ¿quieres curarte? No, gracias.
¿No te das cuenta la lepara que tienes?, el corazón repodrido con el odio, la envidia,
sentimientos de venganza… hacia los demás.
Cuando te quiere curar dices que ya veremos, en otra ocasión.
Dios nos ha hablado de una manera clara, precisa, concreta, en todos los textos de la
vida de Jesús.
Con la multiplicación de los panes, de la que hablábamos ayer, estaban todos tan
felices y llega uno por detrás y echa ceniza en el plato.
¿Tú de qué lado estás?, del que multiplica el pan: alegría, perdón, misericordia, paz…
O del de la ceniza: amargando la vida a los demás.
Unos al lado de Cristo y otros al otro lado.
Había un muchacho paralítico y la familia le puso delante de Cristo y éste primero le
dice tus pecados quedan perdonados. Qué me importa a mí, lo que me importa son las
piernas. No quiero el Reino de Dios sino caminar con mis piernas.
Pero lo primero es lo primero y si no limpiamos la casa de nuestros pecados para qué
vas a pintar.
Y luego Jesús hace el milagro y le cura y el paralítico sale corriendo a contarlo a todos
y alguien le pone la zancadilla, se cae y vuelve a quedar paralítico, para siempre.
Tú de qué lado estás, del que levanta, ayuda, anima… o del que echa la zancadilla, no
deja crecer, pensar…nada.
Del lado de Jesucristo o en el otro lado.
En otro momento se encuentra con que van a enterrar al hijo único de una viuda,
todos los agravantes, la viuda de Naím. Y Jesús hizo el milagro, lo resucita y la que se
moría es la madre, de alegría. Y en el pueblo empezaron a decir que si el muchacho
era así o de esta manera, que si las compañías…y la madre empezó a pensar si no
estaba mejor muerto. La fama, el honor, vale más que la vida, pensó la madre.
Tú de qué lado estás, del que pone vida, fama… o la quitas con las sospechas, robas la
vida.

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Del lado de las acciones de Cristo, de bondad, de bien, de justicia… o en otro espacio
diferente.
Estamos del lado de Jesucristo. Pues reconozcamos los pecados.
A veces no nos damos cuenta porque lo hacemos de forma inconsciente.
La alegría, la paz, la benevolencia…son frutos del Espíritu Santo.
Un cristiano puede decir: si yo soy tan pobre, tan pobre, que sólo tengo a Dios. No me
lo quites.
La alegría, la fe, la esperanza, la paz, el amor a los demás, la misericordia, el perdón…
No me los robes.
Siempre creemos que sólo el dinero se puede robar.
El cristiano de hoy no necesita teorías, ni una regla de vida, sino alguien que esté a su
lado, un referente, una esperanza: Cristo.
Cristo nos desvela una serie de secretos: 1º que es hombre, pero perfecto.
Nosotros somos fotocopias un poco estropeadas, con el pecado original, su imagen.
Uniéndonos a Cristo se recupera esa imagen del hombre perfecto.
Venganza, odio, altanería, prepotencia…eso no es humano, ni nada.
Es que somos personas.
Ojalá. Eres un monigote que te dejas llevar por el que más grita.
Quieres aprender a ser persona: mira a Cristo.
El otro secreto es cómo es Dios, nuestro modelo es Jesucristo el Señor, al que
seguimos.
Pero esto no es fácil.
Cuando el soldado abrió el costado de Cristo salió sangre y agua, de esa abundancia
vienen los sacramentos, gracias, carismas.
Pero ese costado es también, como dice S. Juan Crisóstomo, una puerta por la que hay
que entrar, refugiarse….y verlo, sentirlo, amarlo…como Cristo.
Ya no vivo yo, mi vida está escondida en Dios por el bautismo. Es Cristo quien vive en
mí.
Qué difícil es esto.
Si hablas por boca de tu hija, el amor te ha identificado con ella.
Este hijo hace los mismos gestos que su madre, tiene sus mismas virtudes. Es la
identificación del amor.
Te levantas por la mañana pensando en tus hijos, en tus nietos. Son mi vida. Me los
comería.
Identificación del amor.
Con Cristo por el amor somos criatura nueva.
Pero es necesaria la adhesión a Cristo.
Cristo hace prodigios, milagros.
Si hiciera uno aquí ahora nos quedaríamos igual que estábamos.
Realizó la multiplicación de los panes, fue preguntando y nadie tenía nada. Hasta
llegar a un muchacho que tenía 5 panecillos y 1 corazón. 5 panecillos son una
insignificancia, pero con el corazón más grande del mundo: doy lo que tengo.
Dijo Jesús esto no es nada, yo os tengo preparado un pan que quien lo coma no va a
tener más hambre y un vino que quien lo beba no tendrá más sed.
Y la gente dijo este hombre está loco y le abandonaron.
¿No querías milagro?.

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Y Jesús pregunta a los discípulos ¿también vosotros os queréis marchar? Y Pedro le
contestó: Tú tienes palabras de vida eterna.
Jesús les dice Yo soy el pan de vida y el que coma de este pan vivirá para siempre.
No vale sólo el milagro, se necesita la adhesión a la palabra de Dios.
Otro milagro ocurre en la Fiesta de los Tabernáculos, a Juan le gustan los contrastes:
la luz y las tinieblas.
Se trata de un muchacho ciego que Cristo cura y ve. La gente dice: lo que quiere es ser
protagonista.
Jesús dice Yo soy la Luz del mundo y el que camina conmigo no va en tinieblas. El que
acepta la palabra de Cristo.
Ante la resurrección de Lázaro dicen vamos a matarlo cuanto antes porque es una
afrenta para el pueblo.
Jesús dice Yo soy la resurrección y la vida y el que va conmigo vivirá para siempre.
Y pregunta a Marta y ella cree en él.
El signo necesita adhesión.
El Espíritu Santo cambia las cosas. Por Él Dios se hizo hombre. Por él el pan se
convierte en Eucaristía.
Ha de haber coherencia entre la Palabra de Cristo y nuestra vida cristiana.
Algunos dicen soy creyente pero no practicante. O sea tonto perdido.
Puedes decir soy creyente y mil veces vuelvo a caer. Eso es debilidad.
O, como decía una religiosa, soy practicante y no creyente, he caído en la rutina.
Cuando vamos por el mundo vamos dejando una huella, pueden decir por aquí ha
pasado fulano.
Cuando hayas pasado tú, la gente podrá decir por aquí ha pasado Jesucristo,
inconfundible. Las mismas palabras, el perdonar, el trato, la bondad con los
pecadores… un cristiano es así.
Esta es nuestra vida, por aquí ha pasado un cristiano.
Es vivir con Cristo y dar la misma vida por Cristo, darla por los demás como Él, en
calderilla, pero hay que darla.
Cristo asume nuestros pecados y nos redime en la cruz.
Lo hizo Cristo y lo haces tú.
Te acuerdas cuando fuiste con tu hija al médico y le daban dos meses de vida y le
dijiste a Cristo el cáncer me lo das a mí y que viva mi hija. Qué fácil, lo harías mil veces.
Porque el amor te ha identificado tanto, que te pones sobre tu vida, en este caso
Cristo, el dolor, la muerte, de los demás.
Aceptar la misión de Cristo.
S. Pablo estaba en la cárcel al final de su vida, enfermo, abandonado y le decían
algunos tú que tanto te has preocupado de otros, les has servido, te has quitado el pan
de la boca… mira cómo estás. Y él respondía yo sé bien de quién me he fiado, vivo en
paz más allá de todas estas circunstancias.
Malos tiempos tenemos, la crisis…yo sé bien de quién me he fiado.
Qué consuelo.
Estas palabras no sólo las dices tú mirando a Cristo, sino que te las dice Cristo
mirándote a ti, que te eligió en el bautismo: yo sé bien de quién me he fiado, de tí.
Para que compartas el pan, perdones, dejes huellas de misericordia.

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En el lugar de la Parroquia había antes una Residencia para estudiantes de fuera, y los
padres mandaban a sus hijos, lo que más querían, porque confiaban en los sacerdotes
que la regían.
Lo mismo que ha hecho Dios con sus hijos: dónde voy a enviar a este pobre para que le
den de comer, a la Parroquia de Cebú, les quiero tanto, confío tanto en ellos.
Los pobres no son tuyos, son de Dios y los enfermos y los pecadores y te los envía. Te
los pone cerca para que los perdones, acaricies…confía tanto en ti…
La gran responsabilidad del cristiano.
Y no cansarse nunca de mirar a Cristo.
Dios no te va a poner nunca donde su brazo no te pueda sostener.
Y su brazo es Cristo.