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CELEBRACIÓN DEL TRÁNSITO DE SANTA CLARA DE ASÍS
ORDEN FRANCISCANA SEGLAR DE ESPAÑA
R/. Dios mío, ven en mi auxilio.
V/. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los
siglos de los siglos. Amén.
MONICIÓN INTRODUCTORIA: LA HORA DE MORIR
Remontándonos a la época de Francisco y de Clara, se sabe que en los monasterios se celebraba
la muerte como un acontecimiento feliz, y con un detallado ritual. Se iniciaba cuando, conocida
la gravedad de un monje, era trasladado a la enfermería con el permiso del abad y celebraba un
acto de reconciliación con la comunidad. Momentos particularmente solemnes eran los de la
administración del viático y de la unción, con sus salmos y lecturas preceptivos. Impresionante
era el momento de morir en tierra sobre el cilicio y la ceniza.
La reflexión sobre la muerte en sus aspectos penitenciales o de conversión insistía en lo penoso,
agonía, duelo, descomposición, separación. Era algo inexorable, el camino por donde nos vamos
todos. Aunque lo realmente terrible no era el morir, sino el no estar preparado y morir
eternamente. Pero en el contexto religioso de salida del siglo y opción por el Reino, la muerte se
aceptaba conscientemente como el fin de toda carne, y se esperaba con serenidad, y hasta con
alegría, en la certeza de la vida eterna, en su sentido Pascual.
El ritual para morir de los monasterios se fue extendiendo a los laicos, tomando algunos de sus
ritos y oraciones.
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SANTA CLARA
La hermana Clara no asistió a la muerte de Francisco por estar en aquellos días gravemente
enferma. Desde su lecho participó en el llanto de los hermanos que veían el fin inminente de
Francisco. En su lecho recibió el consuelo, cuando llegaron los frailes a cantarle el poema que el
enfermo les había dictado para su consuelo y el de sus hermanas. «Escuchad, pobrecillas... Vivid
siempre en caridad para morir en obediencia... Soportadlo todo en paz... y seréis coronadas con
la Virgen María». Él tuvo un mensaje personal para ella: «Le dirás que no llore ni esté triste... me
verá y recibirá un gran consuelo».
Clara escuchó muchas veces el relato del tránsito de San Francisco. En su relación, cada hermano
subrayaría aquellos gestos y palabras que más le habían impactado, cada uno haría su
comentario. Clara escuchaba desde el conocimiento que tenía del hermano del alma.
En sus escritos cita once veces la muerte, nunca en su aspecto negativo y siempre para fijar la
mirada en la muerte del Hijo de Dios, o para recomendar la pobreza y desnudez, hasta el fin,
como abrazo de virgen pobre a Cristo pobre y crucificado.
ILUMINACIÓN DEL CIRIO PASCUAL.
HIMNO:
ES LA ESPOSA DEL REY LA VIRGEN CLARA,
VIRGEN Y ESPOSA CUAL LA IGLESIA SANTA,
PARA EL DIVINO AMOR SU SUEÑO ES VELA,
Y CANTO EL DESPERTAR ANTES DEL ALBA.
NI MURO NI CASTILLO AQUEL RECINTO
QUE EN CARIDAD CONGREGA A LAS HERMANAS;
ES SAN DAMIÁN BELLO JARDÍN CLAUSURA
PARA EL COLOQUIO SANTO DE LA AMADA.
AQUÍ PALPITA EL MUNDO DOLOROSO
EN EL CUERPO DE CLARA Y SU PLEGARIA;
JUNTO AL ALTAR, JUNTO A LA CRUZ ES MADRE,
Y EN SILENCIO ENGENDRA, GIME, ABRAZA.
POBRE DE CORAZÓN, COMO EN BELÉN
NUESTRO SEÑOR NACIDO EN UNAS PAJAS,
POBRE COMO EN LA CRUZ EL DIOS ALTÍSIMO
QUE SE NOS DA SIN RETENERSE NADA.
HERMANA DE LOS ÁNGELES CONTEMPLA
AL VENCEDOR CON CARA ILUMINADA,
Y EN EL DESIERTO CLAMA PEREGRINA:
«¡TRÁEME AL OLOR DE TU FRAGANCIA!»
QUE CRISTO SE LEVANTE, INMENSO, SANTO,
QUE DERRAME LA LUZ DE SU MIRADA:
¡LA IGLESIA TE BENDICE, BIENAMADO,
Y EN TI SE GOZA CON LA VIRGEN CLARA! AMÉN.
SALMODIA:
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Ant.1. Venid, hijas mías, contemplad al Señor, y quedaréis radiantes.
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
Gloria al Padre...
Ant.1. Venid, hijas mías, contemplad al Señor, y quedaréis radiantes.
Ant. 2. La puso el Señor a guardar sus viñas: las viñas en cierne difundieron su fragancia.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza.
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden y se derriten;
sopla su aliento y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre...
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Ant. 2. La puso el Señor a guardar sus viñas: las viñas en cierne difundieron su fragancia.
Ant. 3. La eligió el Señor para ser santa e irreprochable ante él por el amor.
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo.
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche paran con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.
Gloria al Padre...
Ant. 3. La eligió el Señor para ser santa e irreprochable ante él por el amor.
LECTURA BREVE Cf. Sb 6, 13–14
Clara es la sabiduría, la ven fácilmente los que la aman, y la encuentran los que la buscan. Se anticipa
a darse a conocer a los que la desean.
LECTURA DEL TRÁNSITO
RESPONSORIO
R. Dios todopoderoso. Me ciñe de valor.
V. Dios todopoderoso. Me ciñe de valor
R. Y me enseña un camino perfecto.
V. Me ciñe de valor
R. Gloria al Padre….
V. Dios todopoderoso. Me ciñe de valor
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MAGNÍFICAT
ANTIFONA: Desbordo de gozo con el Señor, porque me ha vestido un traje de gala, y como a novia me
ha adornado con la corona.
Proclama mi alma la grandeza del Señor
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros
padres-
en favor de Abrahán y su descendencia
por siempre.
Gloria al Padre...
ANTIFONA: Desbordo de gozo con el Señor, porque me ha vestido un traje de gala, y como a novia me
ha adornado con la corona.
PRECES
Alabemos con gozo a Cristo, esposo y cordero inmaculado, al que siguen las vírgenes dondequiera
que va, y supliquémosle diciendo:
Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos.
Oh Cristo, que elogiaste a los que permanecen vírgenes por el reino de los cielos, danos que
entendamos tus palabras y te sirvamos con mente pura y cuerpo casto.
Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos.
Tú que ofreciste al Padre el sacrificio de la cruz para salvación nuestra, haz que, crucificando
nuestro cuerpo con sus vicios y concupiscencias, completemos en nosotros lo que falta a tu
pasión.
Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos.
Señor Jesucristo, a quien la Iglesia virgen guardó fidelidad intacta, concede a todos los
cristianos la integridad y la pureza de la fe.
Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos.
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Tú que nos concedes hoy alegrarnos en la festividad de santa Clara virgen, concédenos
también gozar siempre de su valiosa intercesión.
Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos.
Tú que recibiste en el banquete de tus bodas a las vírgenes santas, admite benigno a nuestros
hermanos y hermanas franciscanas en el convite festivo de tu reino.
Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos.
PADRE NUESTRO.
ORACIÓN
Oh Dios, que infundiste a santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos,
por su intercesión, que, siguiendo a Cristo pobre, merezcamos llegar a contemplarte en tu
reino. Por nuestro Señor Jesucristo.