1. Aristóteles. (384-322 a. C)
I. Entre Macedonia y Atenas: Una vida, una obra.
En el año 367/6 a.C llegaba a Atenas un joven forastero de diecisiete años llamado
Aristóteles. Venía de Estagira, ciudad jonia situada lejos, al Norte en la península Calcídica, a
escasa distancia de Macedonia.
La Atenas a la que acudía Aristóteles, allá por los años sesenta del s. IV a.C., era una
ciudad importante y esplendorosa, sin duda, aunque los tiempos de su supremacía militar y
política habían pasado ya para nunca más volver. Fueron tiempos del desarrollo definitivo de la
democracia, del liderazgo de Pericles, de la construcción del Partenón. Después vendría la
larga guerra con Esparta que se prolongó durante el último tercio del siglo.
A continuación pasaremos a realizar un pequeño recorrido por los diferentes períodos
en los que podemos organizar las obras aristotélicas.
● Un primer período corresponden sus obras «exotéricas», la mayoría diálogos al
estilo platónico de los que apenas se conservan fragmentos:
-Eudemo (acerca de la inmortalidad del alma).
-Protréptico (una invitación a la filosofía, dirigida a gobernantes).
-Sobre la Filosofía (una crítica a la teoría de las Ideas y propuesta de una religión astral).
● Segundo período: Transición y viajes (347-335)
Es probable que Aristóteles abandonara Academia por desacuerdos con el sucesor de
Platón en la dirección, su sobrino Espeusipo, quien acentuó las tendencias pitagorizantes del
platonismo. Aristóteles marchó a Assos, en la Jonia, donde fundaron una escuela filosófica con
la pretensión de desarrollar la verdadera herencia del platonismo, ayudados en parte por el
tirano Hermías, rey de Assos. Después se trasladó a Mitilene, en la isla de Lesbos, por
invitación de Teofrasto. Dedicó los cinco años de estancia allí (37-42 años) a redactar sus
cursos, las que se conocen como sus obras esotéricas (el material para impartir los cursos en la
Academia).
En el 343 Filipo de Macedonia llama a Aristóteles para que se haga cargo de la
educación de su hijo Alejandro, de 13 años (Aristóteles tenía 42). Alejandro se hace muy
pronto regente de Macedonia por la ausencia de su padre, y Aristóteles le acompaña en
muchas de sus expediciones militares durante casi ocho años. A petición suya, Alejandro
reconstruye la ciudad de Estagira, destruida años atrás por los macedonios, y le envía grandes
sumas de dinero para sus investigaciones y estudios de Historia Natural. Éste será una época
(segundo período) enormemente creativa para Aristóteles. Escribe gran parte de sus tratados
de Lógica, la Física, la Ética a Eudemo, parte de la Política y de la Metafísica. Todavía se seguía
considerando platónico, pues emplea con frecuencia la expresión «nosotros, los platónicos».
Será en los cursos de la próxima etapa cuando hable ya de «los platónicos» en tercera persona.
● Tercer período: Atenas y el Liceo (334-322)
En el 336 muere asesinado Filipo y le sucede su hijo Alejandro, quien termina en el 335
de someter y pacificar Grecia. Aristóteles vuelve a Atenas. Jenócrates, un antiguo compañero
suyo, dirigía entonces la Academia, pero con un marcado acento pitagorizante que la sumió en
una cierta decadencia. Aristóteles se distancia de ella por completo y funda su propia escuela,
el Liceo (cerca de un gimnasio dedicado Apolo Licio). Esta escuela era conocida también como
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«el Peripato» (de perípatos, «paseo» en griego), y sus discípulos como los «peripatéticos»,
quizás por su costumbre de dar las clases paseando. En 323 muere Alejandro (con apenas
33años) y estalla en Atenas la agitación antimacedónica. Aristóteles se siente en peligro (fue
acusado de «impiedad», como Sócrates) y, «para evitar un segundo atentado contra la
Filosofía», decide refugiarse en Calcis, en la isla de Eubea) patria de su madre). Allí, lejos de sus
discípulos, morirá poco después, a los 62 años. Al frente del Liceo le sucederá Teofrasto.
Aristóteles fue acusado de «macedonismo», puesto que había sido tutor de Alejandro y amigo
íntimo de su regente, Antípater. Pero no siempre mantuvo relaciones cordiales con Alejandro:
no compartía sus aspiraciones universalistas y hubiera preferido que los persas hubieran sido
tratados como esclavos, en lugar de hacerlos ciudadanos griegos. A esta época pertenecen:
-La Ética a Nicómaco (o Ética Nicomáquea, editada por su hijo Nicómaco).
-Sobre el alma.
-Los restantes libros de la Política, la Poética y la Retórica.
Según algunos estudiosos, en esta época había abandonado ya los temas metafísicos
para dedicarse exclusivamente a investigaciones científicas. Otros autores creen, sin embargo,
que los libros más tardíos de la Metafísica corresponden a esta época, por lo que Aristóteles
habría sabido conjugar las especulaciones metafísicas y las investigaciones empíricas.
Lo cierto es que, frente a la orientación especulativa y abstracta de la Academia, el Liceo se
parece mucho más a una Universidad moderna dedicada a la investigación científica.
Aristóteles había reunido en torno a él un amplio círculo de investigadores, científicos,
historiadores y filósofos. Los discípulos, bajo su dirección, estaban dedicados por completo a
recopilar datos y observaciones sobre los más diversos asuntos. Hicieron una recopilación de
158 constituciones de ciudades griegas, una lista de los vencedores de los juegos píticos,
estudios sobre costumbres de países extranjeros, investigaciones filológicas y literarias sobre
literatura griega... Teofrasto se encargó de escribir una historia de la filosofía; Eudemo, la
historia de las matemáticas; y Menón la historia de la medicina.
Pero lo que verdaderamente destacó en esta época fueron los estudios sobre historia
natural y biología, donde aparte de algunos errores evidentes, aparecen observaciones y
descripciones difícilmente superables. Darwin llegó a decir: «Linneo y Cuvier son mis dioses,
pero son unos niños comparados con el viejo Aristóteles». Todas las observaciones
estaban guiadas por un principio: «Se debe dar más crédito a la observación que a las teorías, y
a las teorías únicamente si están confirmadas por hechos observados» (La generación de los
animales). Esto debió sorprender, sin duda, a la mayoría de los intelectuales griegos, mucho
más acostumbrados a la especulación y a razonamientos abstractos que a observar. Quizá por
esto Aristóteles se vio obligado a justificar su interés por los animales y demás seres vivos.
● El Corpus Aristotelicum y sus principales objetivos. Se compone de:
-Lógica u Organon (=instrumento)
Aristotelicum: 6 libros.
-Filosofía primera o Metafísica: 14 libros.
- Física: 4 libros.
- Biología: 2 libros.
- Ética:
- A Eudemo: 7 libros.
- A Nicómaco: 10 libros.
- Magna Moralia: 2 libros.
- Política.
-Arte:
- Retórica: 3 libros.
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3. Aristóteles. (384-322 a. C)
- Poética: 2 libros.
- Poesías.
En conclusión, podemos ver que el proyecto aristotélico tenía un carácter
fundamentalmente científico. Mientras Platón perseguía objetivos de carácter moral y
político, Aristóteles estuvo más inclinado hacia intereses fundamentalmente teóricos:
-Resolver las deficiencias de la teoría de las Ideas, pues muchos párrafos sugieren que
entendió su filosofía como un perfeccionamiento definitivo del platonismo.
-Desarrollar la ciencia empírica, empleando un método adecuado (la observación), en la
misma línea de la tradición científica y observadora de los filósofos jonios. Ya en la Academia
debió existir una corriente similar, desde que se incorporó a ella Eudoxo de Cnido, excelente
geógrafo y astrónomo.
II. Las cuatro causas. El hilemorfismo.1
Aristóteles se siente particularmente orgulloso de su teoría de las causas. Según esta
teoría las causas que intervienen en todo proceso real (y por tanto, las causas que es necesario
especificar para explicar adecuadamente cualquier proceso) son cuatro:
1) la materia o sujeto afectado por el proceso
2) La forma adquirida por el sujeto
3) De dónde se original el movimiento (con esta fórmula se refiere Aristóteles a lo que
posteriormente se denominará causa “eficiente” o “agente”).
4) El para-qué, el fin o finalidad del proceso.
Puede resultar extraño que Aristóteles se refiera a cuatro tipos de causa,
acostumbrados como estaos a llamar causa solamente a la enumerada en tercer lugar. Pero
Aristóteles tiene buenas razones para llamar causas a las cuatro: cada una de ellas señala a un
factor aducible como respuesta a la pregunta “¿Por qué?” y el conjunto de todas ellas agota las
posibilidades de responder pertinentemente a tal pregunta. Según Aristóteles, causas son
estas cuatro solamente estas cuatro.
Al analizar los factores que intervienen en la teoría del movimiento (sujeto, forma y
privación) nos encontramos con que el resultado del movimiento es siempre una realidad
compuesta de un sujeto y una forma: cabe igualmente decir que es compuesta de materia y
forma, y a que los términos “sujeto” (hypokeímenon) y “materia” (hyle) son funcionalmente
sinónimos. Esto implica que aquello que funciona como “materia” y aquello que funciona
como “forma” son distintos para cada caso y contexto. Veamos un ejemplo, (Sócrates aprende
y llega a ser músico) el sujeto o materia es un individuo, una sustancia o entidad
perfectamente determinada en su ser (Sócrates, un hombre) siendo la forma una
determinación accidental de ella (el conocimiento musical en nuestro ejemplo). Por el
contrario, el cambio estitativo o sustancial de la materia es un sustrato indeterminado a partir
del cual, y en virtud de la forma, se constituye una sustancia o entidad.
La doctrina según la cual las sustancias o entidades naturales son compuestas de
materia y forma se denomina hilemorfismo. Sólo las entidades físicas como un árbol, una casa
o un mamífero tienen materia y forma. Pero no conceptos abstractos como el bien, la justicia y
la alegría.
Aristóteles concede prioridad a la forma porque es, al mismo tiempo: 1) la esencia de
cada cosa; 2) la naturaleza o “principio” inmanente de actividad. Sólo la forma es definible y
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Aristóteles y el aristotelismo, Tomás Calvo Martínez. Ed Akal 2001.
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cognoscible. Es lo común a toda especie (eîdos), por lo que tiene un carácter supraindividual
(existe antes que el individuo y lo trasciende).
A Aristóteles no le cabe la menor duda de que existe una entidad suprema, inmaterial
e inmóvil. Está convencido de que su existencia es rigurosamente demostrable a partir del
hecho del movimiento. Aristóteles ya había planteado en la Metafísica que el tiempo era
eterno; necesitaba pues encontrar un movimiento eterno, y continuo como fundamento de
aquél; ahora bien, el único movimiento eterno posible es el circular, luego hay moviendo
circular eterno; el primer cielo, por consiguiente es eterno y se mueve eternamente, siendo
movido por “algo que mueve sin estar en movimiento” (Met. XII 6-7).
Tras dejar establecida la existencia del moviente inmóvil Aristóteles se ocupa en
mostrar qué tipo de ser le corresponde. Para ello recurre naturalmente a sus esquemas
conceptuales de materia/forma y potencia/acto. Puesto que no está sujeto a movimiento o
cambio alguno, la entidad suprema ha de ser acto, pura actualidad sin potencia. Es por tanto,
inmaterial. Su actividad es una forma de vida. Es un viviente feliz, eterno y perfecto. Su vida
consiste en incesante actividad teórica, contemplativa. No es un entendimiento, una potencia
que pudiera pensar o no pensar, sino acto de pensamiento o pensamiento actual que se
piensa a sí mismo: según la célebre y tantas veces citada expresión de Aristóteles “su
pensamiento, es pensamiento de pensamiento”. Eternamente ensimismado, produce el
moviendo de la primera esfera no por tracción sino por atracción: mueve como corresponde a
lo bueno y perfecto como objeto de deseo y de aspiración, como el fin o perfección a que
aspira el Universo mediante su movimiento eterno, regular y continúo. Es Dios la causa del
orden y principio del cual penden el Universo y la Naturaleza.
III. La potencia y el acto.
Es una de las aportaciones más importantes de Aristóteles a la filosofía occidental.
Parece una generalización a partir de la distinción entre materia y forma, cuya finalidad sería
dar una explicación satisfactoria al devenir (a las transformaciones) de la sustancia. La
distinción entre potencia y acto surge como un intento de afrontar con éxito el problema de la
explicación física del movimiento. Parménides había reducido la realidad a algo estático e
inmóvil, la esfera compacta del Ser. Heráclito entendió que todo era movimiento y devenir
continuo. Platón intentó superar el inmovilismo parmenídeo y el excesivo movilismo de
Heráclito distinguiendo dos tipos de realidad distintos: el Mundo Sensible, donde sí hay
movimiento, transformaciones y cambios continuos; y el Mundo Inteligible, poblado
exclusivamente de Ideas eternas e inmutables, al que consideraba la verdadera realidad. Pero
Aristóteles habla del Ser, por un lado, y de una forma muy peculiar de no-ser: la potencia. Con
este concepto cree poder explicar los cambios que se producen en la sustancia, su devenir:
«Es preciso afirmar que la materia que cambia debe estar primero en un estado
potencial antes de pasar al estado contrario. Y ya que el Ser tiene una doble significación, hay
que decir que todo cambio se efectúa del Ser en potencia al Ser en acto [...]. Lo mismo vale
para el aumento y la disminución. Resulta entonces que no solamente puede proceder un ser
accidentalmente del no-Ser, sino que también todo puede proceder del Ser, pero no del Ser-en-
acto, sino del Ser-en potencia. [...] Y este último es una especie de no-Ser, el no-Ser como
potencia»
(Met., XII, 2, 1069 b 3-28).
Todo ser tiene dos aspectos o dimensiones: «lo que ya es» (acto) y «su capacidad para
llegar a ser lo que aún no es» (la potencia). Aristóteles no define estos términos; simplemente
proporciona ejemplos y analogías para entenderlos. Parte de que todos los seres naturales
están en movimiento, puesto que la naturaleza es principio de movimiento y de cambio. Así, la
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naturaleza de la semilla hace que germine, crezca, se desarrolle y cambie. Todo ser natural se
mueve por sí mismo, sin que nadie tenga que empujarle desde fuera. De los seres naturales
que primero son inmóviles y después adquieren movimiento podemos decir que tenían
movimiento «en potencia», que estaban potencialmente capacitados para moverse o que su
movilidad estaba en potencia antes de hacerse realidad por primera vez. Esto significa que
entre el ser y el no-ser hay algo intermedio: el ser en potencia.
En Aristóteles, potencia-acto y materi-aforma son pares de conceptos paralelos. La
materia está en potencia respecto a la forma; la forma es lo que actualiza la materia, la
perfecciona y le confiere su ser. La forma siempre es acto. Aristóteles incluso apunta una
explicación del Universo según la cual el origen del universo está en la existencia de formas
puras, absolutamente libres de materia, y siempre en acto. Serían algo así como los dioses
que mueven el universo. En este aspecto, la metafísica de Aristóteles ser convierte en una
especie de Teología que sirve de fundamento a la Física. La ética se ocupa de estudiar la
justificación racional de las normas morales que rigen la conducta humana. Parte siempre de
una determinada concepción del ser humano, es decir, de una antropología, referida a un
contexto histórico y humano determinado. Aristóteles elaboró dos grandes tratados de ética:
la Ética a Eudemo («eudemiana»), durante el segundo período y con influencias pitagóricas; y
la Ética a Nicómaco («nicomáquea»), ya en su madurez como pensador.
Las ideas más representativas de la ética aristotélica se hallan en esta última. Se trata
de una ética «eudemonista», es decir, una ética de la felicidad. Pero es también una ética de la
virtud, el medio por excelencia para alcanzar la felicidad.
IV. LA ÉTICA
▪ La felicidad: El planteamiento inicial de Aristóteles en relación con la ética era
probablemente el mismo que se hacía en la Academia de Platón: Si la moral es el arte de «vivir
bien», ¿qué es “lo bueno” para el ser humano? ¿Cuál es el Bien supremo, el fin último de todos
sus actos? Pensaban que la felicidad (eudaimonía). Pero suele haber muchas disputas a la hora
de precisar en qué consisten la felicidad y el bien supremo. Aristóteles hace una revisión crítica
de las diversas teorías conocidas sobre la felicidad y la ética. Entre los discípulos de Platón,
unos valoraban más la vida activa del político, cuyo bien supremo debería ser la gloria y la
virtud.
Otros preferían la vida contemplativa del filósofo, y su aspiración a la sabiduría. Y
otros preferían la vida placentera, la búsqueda del placer como bien supremo. La teoría de las
Ideas incluía la consideración del Bien como Idea suprema. Pero Aristóteles rechaza que el
Bien pueda ser el ideal, porque hay muchos tipos de bienes totalmente diferentes entre ellos.
Además, considera que la ética debe partir de los hechos (empirismo moral), en lugar de ser
tratada exclusivamente desde un punto de vista teórico. Según Aristóteles, la felicidad no
necesita ningún bien exterior. «Se basta a sí misma», y consiste en el ejercicio perfecto de la
actividad propia del ser humano (lo mismo que para un músico la felicidad tiene que ver con
poder tocar su instrumento preferido). En concreto:
«La felicidad es la actividad del alma dirigida por la virtud. [...] La vida de las personas
virtuosas no necesita el placer como un accesorio: el placer lo hallan en sí mismas, pues las
acciones virtuosas son agradables por sí mismas. [...] Pero es evidente que la felicidad no puede
prescindir de los bienes exteriores»
(Ét. Nic. I, 8 y 10)
.
Al final de la Ética a Nicómaco Aristóteles afirma que la actividad más propia del ser
humano y la que mayor felicidad le proporciona es la contemplación teórica, la sabiduría. Así,
el empirismo ético conduce a Aristóteles a una postura ecléctica: la felicidad consiste en unir
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sabiamente la virtud, la contemplación y los bienes exteriores. Será buena toda acción que
conduzca al fin del ser humano, y mala toda la que lo obstaculice o se oponga a él. Bien es
aquello a lo que tienden todas las cosas por naturaleza. El problema no se establece en qué es
la felicidad, sino en qué nos hace felices. No podemos imaginar más posibilidades al margen de
lo que Aristóteles piensa.
▪ La virtud (aret ): Significa, Literalmente, excelencia, mérito, perfección, inteligencia, fuerza,
energía, nobleza de ánimo, generosidad, alteza. Es una disposición del alma, una capacidad y
aptitud permanente que inclina a comportarse de una manera determinada. No tiene nada
que ver con el intelectualismo socrático, que identificaba virtud con conocimiento. Aristóteles
da a la voluntad mucha importancia en relación con la virtud. La conducta sólo será justa o
buena si el individuo actúa a sabiendas y mediante una decisión consciente, firme e
inquebrantable, decide acometer una acción por sí misma. La virtud incluye conocimiento,
voluntad firme y una elección reflexiva de los medios necesarios para llevar a cabo una acción.
La virtud se adquiere mediante el ejercicio (poniéndola en práctica) y el hábito (éthos):
«Para que un hombre se haga justo es necesario que practique la justicia». De esta
manera Aristóteles rechaza que seamos virtuosos por naturaleza (de nacimiento) o mediante
aprendizaje. La virtud es el modo de ser de una persona, expresado a través de sus acciones
(«Praxis»). Cuando se convierte en hábito, la virtud expresa la manera de ser de una persona
en relación con la realidad que le rodea: es su modo de estar en el mundo, en la política, en la
economía, en la cultura y en el Estado. Es su actitud ante el dinero, la familia, el Estado y la
felicidad.
Aristóteles afirma que la virtud consiste en un término medio, un equilibrio entre dos
extremos igualmente viciosos y alejados de la virtud. P.ej.: el valor es un “justo medio” entre el
miedo y la temeridad. En relación con el bien y la perfección, la virtud se halla en el punto más
alto.
Esto recuerda en parte a las simetrías pitagóricas, adoptadas por Platón y utilizadas en
la medicina griega de la época («medida» natural). Aristóteles señala que ese término medio
no puede establecerse en abstracto o en general, sino de acuerdo con las circunstancias de
cada uno. En cada caso, el individuo sensato y prudente sabrá escoger el justo medio. Con
estos elementos apunta una definición precisa:
«La virtud es, pues, una disposición selectiva que consiste en un término medio
respecto a nosotros, definido por la razón y como lo decidiría un hombre prudente»
(Ét. Nic. II, 6, 1106 b 36).
La referencia al término medio parece relacionada en Aristóteles con su concepción
del equilibrio universal, que hace del cosmos un todo ordenado y bello. El cosmos muestra un
establecido por una inteligencia superior, de manera que nunca se pasa del frío extremo al
calor ni viceversa, sino que hay una transición progresiva (la primavera). Ni se pasa sin más del
día a la noche, porque el atardecer constituye el período intermedio. Este orden cósmico es el
que el ser humano, un «microcosmos», debe tener como referencia para comportarse
racionalmente.
Antes de comenzar a ver con detenimiento las características y elementos de la virtud.
Conviene que hagamos aquí un alto en el camino.
Para Aristóteles todo objeto, todo animal, toda profesión tiene una función
determinada. Conviene que recordemos aquí que el universo aristotélico es un universo
finalístico (teleológico). Es decir, focalizado en los fines. La función del médico sería la de
curar, la del cuchillo la de cortar, la de la silla soportar un peso determinado… etc.
El problema surge cuando la finalidad que se analiza es la del hombre. No todo es tan
sencillo ahora, ya que… ¿Cuál es la función hombre? Evidentemente, la respuesta no es simple
ni fácil. Aristóteles señalará que el hombre desempeñará diferentes funciones dependiendo
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7. Aristóteles. (384-322 a. C)
del lugar que ocupe en la sociedad. Un ejemplo del mismo Aristóteles se refiere a la familia, el
padre desempeñará una función, los hijos otra, la mujer otra… etc.
El hombre como compuesto de cuerpo y alma tendrá también unas funciones propias,
y serán las funciones del alma las que nos interesan especialmente en el tema de la ética.
El alma tiene diferentes funciones:
NUTRITIVA
ALMA CRECIMIENTO
REPRODUCTIVA2
SENSITIVA Y APETITIVA3 → VIRTUDES ÉTICAS O MORALES
PENSANTE4 → VIRTUDES DIANOÉTICAS O INTELECTUALES
A cada una de estas funciones corresponderá una virtud (areté) que consistirá en la
eficacia de su ejecución. Son funciones características pero evidentemente, pueden ejecutarse
correctamente o no.
Este orden cósmico debería tener también su reflejo en la pólis. Veamos con más
detenimiento dos clases de virtudes que distingue Aristóteles:
(a) morales (éticas), perfeccionan nuestro carácter5 (ethos). La virtud ética es un
hábito desiderativo (manera de desear constante) que consiste en un término medio del deseo
establecido por la prudencia (reflexión práctica). Según el ejemplo del hombre prudente. Es un
término medio desde el punto de vista del deseo y un extremo desde el punto de vista del
valor moral.
El alma humana es un todo orgánicamente estructurado. Si el humano funciona bien,
su parte racional guiará sus deseos. Si por el contrario funciona mal, sus deseos se
descontrolarán y escaparán a la dirección de la razón. Todos aquellos deseos que no
respondan/obedezcan a la razón representarán un defecto de funcionamiento.
La virtud moral consiste, pues, en el control de la parte volitiva del humano por la
pensante:
: volición, marca los fines.
ANÁLISIS DE LA Boúleusis: Deliberación, sopesa los medios.
ACCIÓN HUMANA Proaíresis: Decisión, conduce directamente a la acción.
Para que se dé la excelencia ética precisamos del hábito ético. Es decir, una manera
constante de desear que incorpore el principio moral. Los hábitos morales se constituyen por
repetición.
Aristóteles no puede concebir que un hombre sea generoso en una sociedad que no lo
es. Ya que el hombre para Aristóteles se instruye en ejemplos. Luego, no tenemos otra forma
de transmitir la generosidad que no sea dando, por eso en Aristóteles es tan importante la
educación moral. La constitución del hábito moral parte necesariamente del ejemplo de ahí el
papel del maestro.
Para concluir esta parte tenemos que tener en cuenta que la prudencia es la última
instancia directora de la conducta humana tanto en la esfera personal como en la vida política.
2
Las funciones nutritivas, reproductivas y de crecimiento son comunes a todos los seres vivos.
3
Se comparte con los animales
4
Función propia de los seres humanos
5
Un buen carácter es un carácter noble, firme en la elección y ejecución de lo que racionalmente se
considera preferible.
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8. Aristóteles. (384-322 a. C)
Pero no basta con deliberar con prudencia y concluir atinadamente que tal acción o tal otra es
la preferible. A la deliberación sigue la elección y es necesario estar dispuestos a elegir lo
correcto y a mantenerse en la elección. Con otras palabras, es necesario estar dispuesto a
seguir el consejo de la prudencia. Esto depende ya del carácter. Son pues, necesarias las
virtudes del carácter, las virtudes éticas.
(b) intelectuales (dianoéticas), se encargan de perfeccionar nuestra capacidad de
conocer. Entre algunas de las virtudes cita la prudencia (phrónesis), la virtud propia de una
persona sensata; y la sabiduría (sofía), culminación de la vida moral. En este sentido, la virtud
es el cultivo de todas las cualidades personales, una huida de la mediocridad. No es
simplemente la repetición mecánica de actos o prácticas virtuosos.
Puesto que el bien del conocimiento es la verdad, las virtudes intelectuales son
disposiciones o estados (hábitos) mediante los cuales se alcanza la verdad. Aristóteles
enumera y distingue cinco:
1) Entendimiento o intuición (noûs), disposición a la cual corresponde la captación de los
principios.
2) Ciencia ), disposición intelectual relativa a lo necesario y cuyo proceder es
demostrar.
3) Sabiduría (sophía) conocimiento que aúna la ciencia y la intuición y que tiene como objeto
el desarrollo de lo que es más excelente por naturaleza.
4) Arte (téc ) conocimiento orientado a la producción que es “una disposición que nos
facilita hacer cosas con la ayuda de una regla verdadera”
5) Prudencia ) que se refiere al obrar y que es “una disposición verdadera que con
ayuda de una regla nos permite obrar en lo concerniente a las cosas buenas y malas para el
hombre”.
La prudencia se distingue de la ciencia porque no versa sobre lo necesario, ni tampoco
se queda en lo universal: su reino es el ámbito de la contingencia de las acciones humanas, de
lo que puede ser de otro modo, acciones que son siempre particulares y se realizan en
circunstancias particulares. Igualmente se distingue del arte ya que obrar y hacer son cosas
bien diferentes.
La prudencia constituye el eje de toda la ética aristotélica, y de la política como tal.
Ciertamente el contenido concreto de la prudencia no está dado –ni puede estar dado- de
antemano, sino que se ejerce y actualiza en cada caso. De ahí que Aristóteles hable
usualmente de lo que en cada caso diría o haría el hombre prudente, el hombre sensato.6
Cuya característica no será otra que la deliberación. Prudencia es capacidad de deliberar bien,
con acierto, en cada caso y ante cada problema. De ahí que la prudencia “no versa solamente
sobre lo universal, sino que ha de conocer también lo particular”.
ALGUNAS ACLARACIONES…
→ Mientras que para Platón el auténtico conocimiento es el intelectual y lo sensible
es fruto de la imperfecta opinión, para Aristóteles el conocimiento empieza por la sensación,
pues la realidad es, en primer lugar sensible.
Ahora bien, el conocimiento no se limita a la sensación, sino que es ante todo
intelección o conocimiento intelectual, pero sin que medie entre ambas una separación
insalvable, como ocurría en Platón. La intelección, en Aristóteles, comienza siempre por la
sensación; esta aporta lo particular-sensible, a partir de lo cual el entendimiento, mediante la
abstracción, llega hasta el conocimiento de lo universal.
6
Spoûdaios = hombre serio y voluntarioso.
Phrónimos= hombre prudente.
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9. Aristóteles. (384-322 a. C)
Si los presocráticos y Platón intentaban averiguar qué significa ser en general,
Aristóteles, más cauto advirtió de que ser es un término complejo y “se dice de muchas
maneras”. Así, de un cuadro podemos decir que es (existe) o que es grande o que es bueno, o
que es una copia, o que es de tal autor, y en cada uno de esos casos es significa un distinto
modo de ser.
→ La filosofía primera de Aristóteles, en su búsqueda de lo común a todos los entes,
se pregunta por el origen último y primero de todo el movimiento, y se encuentra con un ser
inmóvil que describe como primer motor . Vemos aquí cómo el conocimiento
científico lleva a la razón a descubrir nuevos problemas, que en este caso exigen una nueva
disciplina que recibirá el nombre de teología, o saber racional sobre Dios. La teología tiene por
objeto el primer artificie del movimiento, un ser supremo, arquitecto o primer motor de todo
cuanto existe. Esta es la dimensión racional o natural de la teología, que se completará más
adelante con la dimensión revelada, propia de la experiencia de fe de las comunidades
cristianas. Con las reflexiones de Aristóteles sobre el primer motor aparece el Dios de los
filósofos, un Dios intelectual, frente al llamado Dios de las religiones, el Dios personal de los
creyentes.
V. LA VIDA EN COMÚN, LA POLÍTICA
La prudencia en los asuntos públicos y en la vida particular es, en realidad, el mismo
hábito. Y ha resonado muy especialmente al referirnos a la justicia y a la amistad. La
concepción aristotélica de la justicia legal (comportamiento acorde con las leyes) como virtud
total es sumamente significativa ya que se asienta en el supuesto de que las leyes definen los
comportamientos virtuosos.
Ética y política son, pues inseparables. Ambas pertenecen al mismo tipo de saber (el
saber acerca del bien humano) y si Aristóteles las distingue, no es sino como dos ramas o
vertientes (hacia la polis, hacia el individuo) de un saber único que, en última instancia, recibe
genéricamente el nombre de política.
El hombre, animal político. El Estado
La pertenencia de la ética a la política tiene su razón de ser en la condición social del
ser humano. Vivir para el hombre es convivir con otros hombres. Y solamente en el marco de
esta convivencia es posible alcanzar una vida digna y satisfactoria, es decir, la felicidad.
Aristóteles insistió en que la sociabilidad es un rasgo esencial de la naturaleza humana.
La vida humana solamente es posible en convivencia cooperativa con otros hombres. Los
hombres necesitan vivir en sociedad cooperativa y pueden hacerlo, al contrario que las bestias.
Porque están dotados de lenguaje mediante el cual les es posible comunicarse y compartir
proyectos prácticos y valores morales.
La sociabilidad humana se actualiza en tres formas naturales de comunidad: familia,
aldea y estado (pólis). En este último, sociedad perfecta y autosuficiente, culmina la
sociabilidad del ser humano. La identificación de forma y fin en los seres naturales lleva a
Aristóteles a una concepción teleológica del Estado. Preguntarse qué es el Estado comporta
preguntarse cuál es su función propia, su fin. Al igual que la familia ya la aldea, el estado surge
con el fin de asegurar la vida de los ciudadanos, para que éstos puedan vivir. Su función, sin
embargo, va más allá de este mínimo, no se limita a que los ciudadanos puedan vivir, sino que
procura que puedan vivir bien, digna y satisfactoriamente.
Los regímenes políticos
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10. Aristóteles. (384-322 a. C)
En lo referente a las formas de gobierno las ideas aristotélicas nos resultan, sin duda,
insuficientes. No deben desvincularse, en todo caso, del contexto político e histórico en que
fueron formadas. Aristóteles no se pregunta por los límites del poder político, hasta dónde el
estado puede entremeterse en la vida de los ciudadanos. Las preguntas que interesan a
Aristóteles son, más bien, cómo se distribuye el poder político y para qué ha de utilizarse.
Aristóteles distingue tres regímenes políticos ordenados al bien de todos lo ciudadanos
al llamado “bien común”:
• Monarquía (gobierno de uno, el mejor de los ciudadanos)
• Aristocracia (gobierno de los mejores)
• Politeia (gobierno de amplia base social)
Estas tres formas de gobierno pueden degenerar y degeneran cuando los gobernantes
persiguen su propio provecho y no el del conjunto de los ciudadanos. En tal caso la monarquía
deviene en tiranía, la aristocracia toma la forma de oligarquía (que es el gobierno de los ricos
en su propio provecho) y la “politeia” se transforma en democracia (el gobierno de los pobres
en su propio y exclusivo interés).
Esta clasificación reclama algunas consideraciones. En primer lugar, ha de notarse que
el criterio clasificatorio no es meramente el número de los que gobiernan sino que se
entrecruzan también criterios cualitativos como la excelencia o el nivel de riqueza. Esta
circunstancia permite, a su vez y en segundo lugar, entender la utilización aristotélica de los
términos “democracia” y “politeia”. No debe sorprender que Aristóteles recurra a la palabra
“democracia” para designar una forma popular degenerada de gobierno. Aristóteles rechaza la
democracia radical, que interpreta como gobiernos de los pobres en su propio interés contra
los ricos, gobierno que de este modo hace imposible la concordia civil. El término politeia,
significa constitución en general y como tal es aplicable a cualquiera de los sistemas citados.
No obstante, una vez consumado el uso peyorativo de la palabra democracia, Aristóteles
recurre a politeia para designar específicamente un régimen político en particular, de amplia
base social, democrático, orientado al bien del conjunto de los ciudadanos.
Un régimen político se justifica en la medida en que se orienta al bien d todos, y de ahí
que Aristóteles se justifica en la medida en que se orienta al bien de todos, y de ahí que
Aristóteles considere legítimas, en principio, las tres formas de gobierno no degeneradas.
Desde l punto de vista ético el para qué interesa más a Aristóteles que el cómo. Lo cual no
significa que no tenga sus propias preferencias. Estas se orientan hacia un sistema democrático
moderado en el cual (1) se concede cierta preponderancia a la clase media ( los que no son ni
muy ricos, ni muy pobres7) y (2) se toma en consideración la areté, la excelencia, lo cual
conlleva a la incorporación de ciertos elementos de carácter aristocrático.
VI. La crítica a la Teoría platónica de las Ideas
Con esta crítica comienza su pensamiento original. Le dedicó bastante espacio en la
Metafísica) libros I, VII, XIII y XIV) y en un tratado, Sobre las Ideas, que se ha perdido.
Probablemente con ello intentara justificar su ruptura con la Academia. En este sentido la Ética
a Nicómaco incluye un pasaje significativo:
«Han sido nuestros amigos los que han creado la teoría de las Ideas. Pero hay que seguir el
parecer de que para salvar la verdad es preciso sacrificar nuestras preferencias, tanto más
7
¡Esto podríamos enlazarlo con el término medio!
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11. Aristóteles. (384-322 a. C)
cuanto que también nosotros somos filósofos. Se puede amar a los amigos y a la verdad; pero
lo más honesto es dar preferencia a la verdad»
(I, 6, 1906 a 11).
La teoría de las Ideas partía del esfuerzo socrático por determinar y definir la esencia
de las cosas (especialmente de las virtudes). Definida una esencia) «lo que una cosa es»)
obtenemos su concepto general o universal. «Sócrates no otorgaba una existencia separada ni
a los universales ni a las definiciones. Pero los filósofos que vinieron después los separaron y
dieron a esta clase de realidades el nombre de “Ideas”. Y de este modo llegaron a admitir
como Ideas todo lo que se afirma universalmente» (Met., XIII, 4, 1078 b 30). Este intento de
atribuir carácter separado a las esencias es lo que no podía admitir Aristóteles: si las Ideas son
esencias que existen separadamente de las cosas, entonces son substancias (realidades que
poseen existencia independiente). En este sentido van todas sus críticas:
[I] Para intentar explicar un mundo, Platón lo duplica (postula la existencia del Mundo
del las Ideas, además del Mundo sensible que percibimos), y con ello hace la tarea doblemente
difícil: ahora también hay que explicar el segundo.
[II] El mundo de las Ideas no permite explicar nada sobre el mundo de las cosas. Si las
esencias de las cosas están separadas de las cosas mismas, es que no son propiamente sus
esencias: «si fueran la esencia de las cosas, estarían en las cosas». Platón afirmó que las cosas
participan de las Ideas, «pero decir que las Ideas son paradigmas o modelos, y que las cosas
participan de ellas, no es sino pronunciar palabras vacías y construir metáforas poéticas».
[III] Tampoco las Ideas permiten explicar el origen, el devenir y los cambios de las
cosas: Platón afirmó que las Ideas son “causas” de las cosas, pero es evidente que no pueden
ser causas productivas y motrices (las que generan movimiento). Esta fue la razón por la que
Platón tuvo que introducir la figura mítica del Demiurgo en el Timeo.
[IV] Y también arremete Aristóteles contra la matematización de la teoría de las Ideas:
«Actualmente las matemáticas se han convertido en filosofía, son toda la filosofía, por más
que se diga que se estudian en atención ella». El recurso a las matemáticas no soluciona las
deficiencias de la Teoría de las Ideas; más bien las agrava. Y termina convirtiendo al platonismo
en pitagorismo. En síntesis, la crítica de Aristóteles se centra en rechazar que la esencia de las
cosas exista separada de ellas. Pero no rechaza en su totalidad la Teoría de las Ideas; sólo
niega su existencia separada. Parece que, en lo fundamental, Aristóteles permanece fiel a la
herencia platónica y socrática: la ciencia versa sobre lo general y universal, es una búsqueda de
la esencia común que se encuentra en las cosas mismas y no separadas de ellas. Éstas serán
ideas claves tanto de la lógica como de la metafísica aristotélico.
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12. Aristóteles. (384-322 a. C)
Para finalizar os adjunto un examen PAU de 2008, lo haremos, corregiremos y comentaremos
en clase.
¡Ánimo!
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