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Contrainsurgencia (algunos ejemplos pasados)
Carlos Pintor
El pequeño comentario versa sobre la contrainsurgencia con que nos podemos encontrar. Perdonará el
amable lector que emplee demasiados términos británicos, pero éstos han demostrado ser insuperables en
la contrainsurgencia.
Combate de pelotón y escuadra
Para la infantería en estas operaciones, lo más importante es la destreza en las pequeñas unidades. En
muchas ocasiones, bien sea en la montaña, en el bosque, en medio urbano o, incluso en la selva, la
cohesión de una gran unidad, al no poder operar en grandes formaciones por tener que explorar y
reconocer todo el terreno, para eliminar cualquier vestigio de “niebla de batalla”, se pierde. En ese
momento, comienza la pericia de las pequeñas unidades, desde el nivel de sección o escuadra hasta el de
pelotón. La presión y el stress suscitado en las unidades de infantería, generalmente ligeras, es altísimo y,
si no se brinda a la tropa ciertos períodos prolongados de descanso, al final acabaría con la efectividad de
la unidad. Es un tipo de lucha amargo, porque no brinda, generalmente, ninguna protección al sufrido
infante, bien que éste pueda ser emboscado por un francotirador bien que sea víctima de una trampa
explosiva. Debería poseer una capacidad de atención notable, pues debería estar con todos los sentidos
puestos para evitar sorpresas y privar a la insurgencia de su ventaja al detentar, generalmente, la
iniciativa.
Desdichadamente, como mínimo, en un combate de infantería ligera, en estas condiciones, los ratios de
bajas permanentes suelen ser altos, para lo que en occidente estamos habituados. Yo soy partidario de
emplear unidades pequeñas autosuficientes, como, por ejemplo, dotadas de subfusiles en terreno urbano y
uno de ellos, de cada escuadra, con una ametralladora ligera, más que nada para apoyo. Así, de esta
forma, los infantes de asalto podrían emplear munición que al entrar y golpear en las paredes de las casas,
no rebotasen, al no tener tanta energía cinética el proyectil si lo comparamos con el de una ametralladora
o un simple fusil de asalto. Bien dicho que, en otros escenarios de contrainsurgencia, deberá emplearse el
fusil de asalto. Junto con lanzagranadas como el m-203 norteamericano, o similares, que dota a la granada
de un alcance notablemente superior al que pudiera gozar si es arrojada por la mano humana, el uso de
granadas de mano propiamente dichas continúa siendo útil, y aquí sí es preciso hacer una distinción entre
las granadas de mano ofensivas y defensivas.
En rasgos generales, las ofensivas estallan por contacto o percusión, y vienen bien para asaltar posiciones.
Las defensivas, como su nombre indica defienden las posiciones en las que están y su efecto es por
temporizadores. No tienes que esperar a que hagan contacto contra algo. Muchas veces, estallan en el aire
y son como una versión pequeñas de proyectiles sharpnell. También éstas se pueden utilizar de forma
ofensiva en aquellas situaciones en las que sabes que el contacto con el suelo no va a producir una
deflagración de la carga explosiva. Las granadas de humo e incluso las incendiarias sirven para ocultar tus
movimientos, hacer salir a la insurgencia e incluso para limpiar refugios e impedir su nueva utilización.
Un efecto estresante en cuanto a la psique en la contrainsurgencia es la sensación de desorientación
producida en medios urbanos, selváticos, boscosos y montañosos. Esto se da porque, en general, el policía
o el militar es sacado de su ambiente natural y enviado a combatir a otro bien distinto. Se puede
compensar en parte mediante un adiestramiento de varias semanas e incluso meses en ambientes similares
haciendo hincapié en un entrenamiento simulado bastante realista. Otra opción, ésta siempre la mejor,
consiste en emplear unidades indígenas, de probada lealtad.
Ejemplo positivo sudafricano y rhodesiano
Los sudafricanos tuvieron que combatir en una lucha convencional casi de alta intensidad pre-nuclear con
otra contrainsurgente. Igual sucedió con Rhodesia, pero ésta tuvo la mala suerte de no ser tan poderosa
como su vecina del sur. Así pues, voy a comenzar hablando de los éxitos rhodesianos.
Rhodesia, como su vecina Sudáfrica, tras la guerra mundial, volvió a tener unas FAS de marcado carácter
colonial, más apropiadas para combatir a grupos insurgentes o rebeldes ligeramente armados que a
fuerzas convencionales pesadas. Tras los comienzos de la insurgencia, sostenida por China popular y los
países del Pacto de Varsovia con la adición de Cuba y Corea del Norte, Rhodesia tuvo que llamar a filas a
prácticamente todo joven blanco apto para el servicio y fomentar el reclutamiento de indígenas fiables.
Éstos se centraban principalmente en la etnia matabele (una variedad del grupo zulú). Los combates
fueron el reino de la escuadra y de la sección, con pocas operaciones grandes, a nivel de pelotón y
compañía. Esto sucedió porque tenían que mantener toda la frontera, salvo la parte sudafricana, en
guardia, así como estrangular a la insurgencia asentada dentro del país, que se dedicaba a matar a
campesinos blancos. Ésta, con el tiempo, pudo ser neutralizada. Haciendo incluso que los blancos fueran
armados al trabajo. No obstante, casi todos los grupos insurgentes pronto comenzaron a actuar desde
santuarios exteriores, es decir, desde los demás países limítrofes, allí donde había gobiernos negros.
Éstos estaban convencidos de que los rhodesianos únicamente responderían ante las infiltraciones de las
guerrilllas y terroristas, pero que nunca perseguirían en caliente tras las fronteras. Los “rhodies”
(apelativo popular rhodesiano) con las unidades de elite contrainsurgentes, demostraron pronto que sería
muy difícil penetrar y actuar a la insurgencia sin apoyo desde el exterior. Cuando este apoyo comenzó a
materializarse, incursiones de fuerzas especiales rhodesianas, como por ejemplo, hasta Lusaka, dejaron
bien claro que estaban determinados a resistir. Incluso con la voladura de vías férreas en los paises de la
línea del frente antirhodesiano, los gobiernos negros todavía apoyaban a los insurgentes. Esto cambió tras
el raid en Lusaka. Únicamente quedó Mozambique como principal santuario enemigo, y lo fue de veras
porque las fuerzas regulares mozambiqueñas, las salidas de la conquista por dejación portuguesa, estaban
apoyadas por el comunismo internacional y no iban a permitir que sus protegidos fueran derrotados. Aún
en estas adversas condiciones, las fuerzas de choque rhodesianas se aplicaron a la tarea y jugaron al gato
y al ratón con los comunistas, destrozando varios campamentos y almacenes de logística guerrilleros. La
paz vino del engaño a los blancos que se perpetró en Lancaster House.
Es notorio que únicamente menos de tres batallones combatían a la vez a la insurgencia, aunque muchos
más estaban guardando las áreas y las fronteras. Hay que destacar la inestimable ayuda que brindó Israel
al planificar toda una red de alarma a lo largo de la frontera y al permitir fabricar, bajo licencia, los
subfusiles UZI, que llegaron a ser conocidos como RUZIS. En cuanto a las unidades de apoyo a la
población civil, fueron modélicas pues las fuerzas rhodesianas hallaban, por lo general, apoyo y
colaboración en los grupos tribales, especialmente en manos de los jefes tribales. Hay que destacar, por
ello, la afluencia de reclutas de color al ejército rhodesiano llenando muchas unidades africanas, algo que,
desde luego, a los insurgentes marxistas, venidos y formados en el exterior les costaba mucho asimilar.
Para las condiciones en que la insurgencia era numerosa pero estaba ligeramente armada, la BSAP fue su
peor pesadilla pues su afán por reconocer el terreno, les llevó a obtener ventaja sobre la insurgencia y a
golpearles rápidamente, debido a su gran capacidad de reconocer las fuerzas contrarias y asestarles golpes
demoledoras. Hay que entender que algunos de los mandos habían sido veteranos de las fuerzas
especiales británicas en la guerra mundial y que no todos los veteranos de esa clase los había pillado el
RSAS. Incluso se comenzó a emplear unidades a caballo para reconocer el terreno que no podía serlo por
medios motorizados y, a la vez, dotar a la infantería de un vector de proyección. Hay que comentar que
los caballos se empleaban para el reconocimiento y la movilidad, no para el combate.
Los Selous Scouts se adaptaron perfectamente al terreno y, a pesar de que su indumentaria daba más de
un dolor de cabeza a los militares regulares, probaron ser los mejores rastreadores y fuerzas
contrainsurgentes. Entonces, el RSAS (SAS rhodesiano) era empleado en los golpes fuertes “estratégicos”
y la RLI como fuerza de choque a medio camino del RSAS, SS y RA (Ejército rhodesiano), con una
inimaginable capacidad, especialmente su comando de apoyo, para reconocer el terreno y entablar
combate con fuerzas regulares contrarias dotadas de armamento pesado. En una de las incursiones, más
allá de la frontera mozambiqueña, se toparon con un vivac guerrillero que contaba con hasta un carro T-
55 donado por los “fraternales camaradas”. No sólo eso, sino que además, y esto entra dentro del área de
inteligencia, hallaron prendas y uniformes de asesores del Pacto de Varsovia, y, por lo que se cree, eran
Germano-Orientales aunque la nacionalidad está en duda. Si bien podemos entender que asesorarían para
el combate, siendo de tal nación, más bien asesorarían para la represión de la población una vez tomada
un área.
El uso de la “Fire Force” empleando helicópteros como transporte y apoyo de fuego palió la falta de una
artillería poderosa y la falta de unidades de apoyo de fuego capaces de trasladarse rápidamente. Los
rhodies ganaron porque emplearon poder aéreo, movilidad aérea y tropas endurecidas. Aunque ganaron la
guerra, perdieron la paz al no tener en cuenta las consideraciones políticas sobre la igualdad de los
nativos. Si existen condiciones infrahumanas, no hay ninguna contrainsurgencia capaz de superarlas.
Los sudafricanos tuvieron que hacer frente a diversas insurgencias y a una guerra de alta intensidad en un
vecino cercano, Angola. Curiosamente, aplicaron el lema de “amor con amor se paga”. En principio,
Sudáfrica (a partir de ahora la voy a denominar ZA) estaba muy cómoda tras su participación en la guerra
mundial y mandar pequeños destacamentos aéreos a Berlín y a Corea. Todo parece indicar que volvió a
las tradiciones británicas de ejército colonial. Según corría el tiempo, comenzó a tener que hacer frente a
una insurrección de la población de color, lo que mal que bien hizo mediante el empleo de unidades
policiales. No paró ahí la cosa porque muy pronto esa rebelión tomó el cariz de una insurrección con
actos guerrilleros y terroristas para lo que tuvo que emplear a sus Fuerzas Armadas. Prácticamente, con la
vecina Rhodesia y las colonias portuguesas bajo control, no entraba ninguna acción desde el exterior.
Todo ello cambió cuando estos tres países se vieron, de repente bajo el dominio de regímenes comunistas
o izquierdas nativos antiblancos. Junto al terrorismo nacional, no podría hablarse de insurgencia nacional,
surgió otro en Namibia que, por su naturaleza, fue rural. Aquí sí se debió emplear a fondo la llamada
fuerza defensiva del África del Sudoeste y la policía militarizada contrainsurgente Koevoet (Palanca en
Afrikaans).
Un factor determinante para el éxito de esta fuerza policial es que estaba compuesta mayoritariamente por
personas de color. Bien pronto, los terroristas de SWAPO recibieron asesoramiento del Pacto de Varsovia
y las SADF(Fuerzas de Defensa sudafricanas) tuvieron que hacerse cargo de parte de la tarea. Mientras
todo esto sucedía, hubo la guerra civil en Angola. La facción pro-soviética, bien dotada de armamento
pesado y comenzando a recibir contingentes cubanos, eliminó de la carrera hacia la capital a las otras dos
fuerzas que eran las que más terreno habían tomado a los portugueses. Los mismos sudafricanos en sus
incursiones en profundidad para reconocer la zona sufrieron a la artillería del Pacto de Varsovia y
tomaron medidas. Además de mejorar su armamento pesado, aprovecharon el factor étnico en la
distribución de las fuerzas insurgentes y apoyaron a las otras dos facciones, bien por el sur, bien,
mediante “testaferro” desde el Zaire de Mobutu. En esto, UNITA mejoró su adiestramiento y
equipamiento, llegando incluso a derribar aeroplanos de las fuerzas gubernamentales comunistas. Con el
tiempo se hizo hasta con el 40% de Angola aunque siempre tuvo problemas con el factor étnico. De todas
formas, ZA había logrado crear una organización tampón entre el comunismo y ella. Con el tiempo, todos
los esfuerzos comunistas se dirigieron a tratar de destruir UNITA que contaba con un apoyo limitado de
unidades regulares sudafricanas.
Nunca estuvo en la mente sudafricana poder controlar toda Angola. Junto con enfrentamientos
convencionales entre ZA y las FAPLA(fuerzas armadas populares para la liberación de Angola),
generalmente con victoria de ZA, los ataques a UNITA dejaban poco espacio para ayudar al SWAPO y al
ANC (Congreso nacional africano) éste dentro de la misma ZA, por lo que la “Guerra de Liberación”
languideció y únicamente pudo terminar con un acuerdo político en el que los comunistas obtuvieron
poco, muy poco. Copiando a los rhodies, los sudadfricanos crearon una unidad contrainsurgente, el 32º
batallón, que, junto con esa capacidad contrainsurgente, era utilizado como punta de lanza en los
reconocimientos tácticos y, muchas veces, al actuar como si se trataran de fuerzas comunistas, engañaban
al enemigo y podían, si se terciaba, destruir pequeños contingentes regulares.
También ZA empleó unidades a caballo en el propio país para reconocer el terreno y acabar con la
subversión así como una especie de SAS sudafricanos llamados unidades de reconocimiento. Todo ello
con mayoritariamente soldados de recluta obligatoria, bien adiestrados. Una medida importante para
limitar la insurgencia dentro del país fue la creación de los bantustanes, estados negros bajo un régimen
de protectorado en los que la población nativa podía desarrollar su propia cultura. También, todo hay que
decirlo, a pesar de las limitaciones y de las sanciones internacionales, los sudafricanos, con ayuda israelí,
pudieron invertir en armamento para hacer frente, de manera exitosa, no a la insurgencia, sino a una
guerra de encargo llevada a cabo por el comunismo internacional para impulsar la insurgencia, ya que
ésta, pese a golpes esporádicos, no había surtido efecto.
Una aplicación particularmente exitosa fue la de los bosquimanos haciendo de exploradores sobre todo
por su capacidad para detectar minas ya que ellos estaban habituados a reconocer todo el terreno y a ver
en él cualquier modificación no natural. También, de la lucha contra las minas, los sudafricanos idearon
vehículos ligeros para su localización y destrucción así como a elevar el suelo del habitáculo de los
vehículos para minimizar en la dotación el efecto de la explosión de una mina. De ahí que el empleo de
vehículos con cadenas no se alentó salvo los carros de combate principales, porque una de ruedas aún con
una fuera de combate siempre podía moverse, cosa que no sucedía cuando una mina hacía estallar una
cadenas e incluso afectaba a una rueda del tanque.
El ejemplo negativo soviético y ruso anterior a Putin
Los soviéticos, al intervenir en Afganistán primero y los rusos, bajo Yeltsin en Chechenia después,
cometieron el mismo error táctico. Creyeron que podrían combatir una secesión defendida con fuerzas
semic-onvencionales, con medios diseñados para un combate en terreno abierto y de alta intensidad de
fuego. Los soviéticos emplearon fuerzas acorazadas y mecanizadas para impresionar con su presencia.
Cuando ello no dio resultado, ya no supieron salir del atolladero y tardaron bastante tiempo en canalizar
sus esfuerzos a partir de unidades más ligeras y más proyectables. Las columnas de convoyes eran presa
fácil de la emboscada en medio urbana, en desfiladeros y en medio montañoso. Bastaba inmovilizar al
primer y al último vehículo de la columna para destruir poco a poco, por inmovilidad, a todo el convoy.
También se vio que las bocas de fuego de los cañones y ametralladoras, estaban, por lo general, diseñados
para el tiro tenso y casi recto, no para un tiro alto y oblicuo, por lo que eran ineficaces a la hora de
combatir en las laderas de las montañas y alcanzar las cotas de los picos. La artillería, que habría podido
desempeñar un papel principal, bien mediante su heliportación o desde bases de fuego, adolecía de la
rapidez necesaria para golpear certeramente, con pocos proyectiles los objetivos y cambiar rápidamente
de coordenadas. Al comienzo, creyeron que Afganistán o Chechenia eran Checoslovaquia, que bastaba
con la toma de aeródromos y puntos principales por parte de fuerzas aerotransportadas y comandos así
como el asesinato selectivo de la elite para que el país se viera a sus pies.
Craso error porque las fuerzas especiales y las aerotransportadas fueron la punta de lanza de los
movimientos tácticos contra la insurgencia, pues eran las únicas con la doctrina táctica de infantería ligera
con grandes dotes de iniciativa táctica sin tener que depender de los mandos superiores. Poco a poco, las
demás unidades pesadas, tuvieron que adaptar su doctrina y cambiar algo. La Fuerza Aérea comprobó que
si bien no tenía rival en el combate aire-aire y en las acciones aire-suelo, los insurgentes podían derribar
sus aparatos con una facilidad pasmosa, incluso mediante el empleo de misiles SAM portátiles desde muy
cerca de las bases aéreas, sobre todo al despegar o aterrizar. Ello trajo consigo demasiada prudencia a la
hora de realizar los ataques al suelo por lo que la precisión de su apoyo no fue todo lo efectiva que
debería haber sido sin contar estos factores. La insurgencia, bien abastecida desde el exterior, consiguió
tácticamente el dominio negativo del aire. Las fuerzas soviéticas y sus aliados afganos, muchas veces
quedaron reducidas a sus perímetros defensivos, a realizar la tan desgastadora acción de escoltar
convoyes y, con suerte, a tratar de golpear las áreas de la insurgencia, muchas veces como palos en el
agua. A su vez, con los bombardeos masivos e indiscriminados, fomentaron el odio y el resentimiento de
la población, factor al que se añadió la lucha ideológica por extirpar el factor religioso. Aunque en
Afganistán se cuidó algo, la lucha por los medios de comunicación, a escala planetaria, pronto se decantó
del lado insurgente con todo el apoyo occidental y con legiones de voluntarios musulmanes adoctrinados
en Pakistán, que pasaban la frontera, aún con cuidado, y desde el otro lado, combatían a los soviéticos.
Falló, también en el tiempo, el adoctrinamiento de las nuevas generaciones de jóvenes, de esos que se
enviaban a la URSS. Falló el conocimiento antropológico de la población y de la manera en que podían
ser acercados a sus posiciones ideológicas, en las antípodas de lo que la religión tradicional demandaba.
Falló la guerra de montaña porque ésta se basa en el empleo de pequeñas unidades semiautónomas y con
gran poder de iniciativa táctica, en cuanto al aprovechamiento de oportunidades que se presentaban, salvo
las unidades aerotransportadas y de comandos.
La lección de esta guerra y la primera en Chechenia es que no se puede manejar un combate
contrainsurgente con técnicas de guerra de alta intensidad. Putin, en la segunda guerra chechena, parece
que aprendió bien la lección. Comenzó a emplear unidades autóctonas de infantería ligera, apoyadas por
fuerzas ligeras rusas con unidades especiales y sólo marginalmente unidades pesadas. También sabe que,
aplicando la táctica estranguladora de la Anaconda, sólo es cuestión de tiempo acabar con los insurgentes
chechenos, pues los hechos confirman que, con un aislamiento de suministros y hombres, toda
insurgencia acaba por desaparecer.
Hay casos curiosos en esta guerra como un nuevo concepto antropológico, en el que, pese a ser la religión
ortodoxa cristiana cuasi oficial en Rusia, Putin ha sabido fortalecer una versión tolerante y moderna del
islamismo en las regiones adyacentes a Chechenia como medidas para evitar el adoctrinamiento de los
islamistas y la posterior recluta de hombres para la insurgencia. Una lección de estos dos conflictos está
en el uso de blindados sobre ruedas o sobre cadenas con morteros automáticos de hasta 120 mm en
torretas. Éstos serían bien empleados en conflictos de montaña o de insurgencia en montaña y en medios
urbanos, que es lo que tienen los rusos hoy. Si bien el alcance es inferior al de un cañón u obús del mismo
calibre, da la oportunidad de poder disparar en desenfilada y de poder disparar hacia objetivos muy por
encima del eje horizontal. También el conflicto checheno, a diferencia del afgano, ha cambiado el
reclutamiento de las fuerzas rusas. Esto ha sucedido porque el conflicto afgano sólo tocó a un 14% de los
efectivos rusos y a menos todavía de sus oficiales. El Checheno ha incrementado la velocidad de los
cambios referidos al reclutamiento voluntario de soldados y tropa que sepan realmente lo que tienen que
hacer en situaciones límites y a una mejora en el papel del cuerpo de suboficiales que ya no se va a
contentar con ser reclutas obligatorios con una mayor preparación marginal que el resto, pero sin
autoridad real con la tropa. De esta forma, los oficiales subalternos serían liberados de tareas
administrativos para concentrar sus esfuerzos en la maravilla del mando y la creatividad táctica.
El conflicto checheno ha reabierto el tema de la comunidad cosaca. Se está empleando a la comunidad
cosaca, una vez que se ha imbuido de sus tradiciones militares, en perfectas unidades contrainsurgentes
locales y regionales. Ante la ayuda exterior con que la insurgencia ha contado, Putin ha mejorado las
unidades de tropas de frontera e incluso las ha mejorado con nuevas armas y doctrina contrainsurgencia
para que puedan, a la vez, vigilar la zona y combatir. Algo parecido con unidades del ministerio del
interior, una especie de policía militarizada, aunque según fuentes occidentales, no son tan eficaces
porque no se ganan los corazones y las mentes de la población al mantener viejas costumbres de la era
soviética, como represión en las zonas en las que se sospecha que la población ayuda a la insurgencia.
Junto a esto, existe un aumento en la importancia del combate nocturno y el empleo de canes para
reconocimiento y alerta. Con ello, se trataría de arrebatar la iniciativa nocturna a la insurgencia y, a su
vez, tratar de que ésta no tuviera descanso ni tan siquiera de noche para fatigarla y hacerle gastar sus
medios logísticos.
En cuanto al empleo de medios acorazados convencionales, se ha visto cómo el blindaje reactivo
demuestra su eficacia a distancias medias aunque posee una limitada eficacia frente al impacto cercano.
No obstante y dado que la insurgencia carece de cañones de tiro contracarro, justamente por toda su
servidumbre de maniobra y traslado, los carros de combate rusos se han visto dotados de sistemas
radáricos que detectan el lanzamiento y la aproximación de misiles o cohetes anticarro, siempre más
lentos que los proyectiles lanzados por cañón con tal fin, y que lanzan proyectiles para neutralizarlos. Un
frente de batalla en el que Putin todavía no es muy ducho es el de los medios de comunicación porque ya
nadie se fía de la veracidad de las noticias emitidas por ellos, gracias al férreo control de la censura. Esto
conlleva que Putin deberá contrarrestar la propaganda islamista, sobre todo allende sus fronteros con
hechos verídicos y haciendo frente a las consecuencias nefastas que tales hechos tiene ante la opinión
pública mundial, incluso entre la propia población rusa. La guerra se eterniza y, a pesar del hecho de ir
cazando a los jefes insurgentes, parece no tener fin.
Una táctica para compensar la falta de pericia en la contrainsurgencia por parte de unidades entrenadas
para la guerra mecanizada, era el “bronnegruppa”. Los infantes desembarcaban de sus vehículos
mecanizados de transporte o ataque y combatían según la infantería clásica, ayudados por apoyo de fuego
de la artillería y de la aviación. Mientras esto sucedía, los insurgentes eran llevados en una dirección.
Mientras tanto, los carros de combate y los vehículos de infantería rodeaban la posición y esperaban a los
insurgentes al otro lado, con lo que a la postre se veían copados por dos fuegos. Otra lección que
aprendieron los soviéticos fue la de apoyar a cada batallón de maniobra con un batallón entero de
artillería. Esto señala el poco efecto de las armas para conflictos convencionales.
Logística
Utilizar esta palabra en medios de contrainsurgencia es mentar la soga en casa del ahorcado. El punto
débil de las fuerzas gubernamentales es justamente lo que cuesta la logística, no tanto porque no carezcan
de medios, sino porque hacerla llegar hasta primera línea y viceversa es el punto débil de, por ejemplo,
los convoyes. Son un objetivo muy tentador para la insurgencia y siempre tienes que perder tropa
protegiendo las vías. Por ello, lo mejor es el avance por zonas verdaderamente liberadas. La logística
siempre impone servidumbre. En el bando insurgente, la pérdida del apoyo exterior y del apoyo de la
población imposibilita sus acciones y movimientos y con ello, la conduce inexorablemente a la muerte o a
la extinción como grupo organizado. Así sucedió en la Emergencia Malaya. Las fuerzas contrainsurgentes
podrían gozar, a nivel de teatro y táctico superior de una gran ventaja logística. La cosa se complica
cuando hay que distribuir y coordinar esa logística a nivel tácticos inferiores, como batallón, compañía y
sección. Las unidades básicas de infantería o de combate, como pueden ser los equipos, escuadras,
pelotones y secciones, en aras de la movilidad táctica, bien pueden ser suministradas con la mínima
logística, pero para sostener su operatividad, deben ser reabastecidas por otros medios. Allí es dónde
reside su principal Talón de Aquiles, pues son justamente esas maniobras de logística las que se vuelven
vulnerables frente a la insurgencia. Visto lo malo, se pueden obtener lecciones y una de ellas es emplear
las vías logísticas como cebo para los insurgentes, tenderles trampas y acabar con ellos, es decir,
conquistar la iniciativa táctica, lograr que se agrupen los insurgentes, que salgan de sus escondrijos y, una
vez lanzados a un ataque, para el que estarían relativamente agrupados, combatirles en una forma que a
las fuerzas gubernamentales convenga.
Empleo de unidades policiales especiales
El empleo de unidades policiales especiales debe ser tenido en cuenta porque la lucha contrainsurgente
debe ser llevada a cabo por fuerzas que puedan aunar una preparación militar y otra policial al mismo
tiempo. En principio, y valga como ejemplo, patrullar poblados, interrogar a la población y, en caso de
toparse con indicios de presencias enemiga, poder combatir como militares. Las unidades policiales
especiales deben ser empleadas en aquellas partes del teatro de guerra en que la insurgencia no se halle
demasiado bien y pesadamente armada, no quepa ninguna salida a la lucha callejera y en la que, además,
el factor de la población civil sea importante. Un aspecto importante en la contrainsurgencia es la
inteligencia. Hasta época reciente, toda inteligencia técnica por parte de la insurgencia, dada su
naturaleza, venían suministrada por organismos estatales, por terceros. En décadas recientes, el desarrollo
de las comunicaciones y la teoría de la guerrilla urbana han favorecido el uso de tecnologías de doble
empleo por parte de la insurgencia. Ésta también puede obtener ayuda de organizaciones delictivas. No
obstante, un buen aislamiento del teatro de operaciones incluye la contrainteligencia electrónica. Con ésta
se puede anular la red electrónica subversiva e incluso, el óptimo empleo de claves capturadas, servirnos
de ella. También con la interceptación de sus emisiones, podemos saber las características de sus aparatos
y los lugares más probables desde los que operan. Unas acciones bien dirigidas en estos puntos forzarían
a la subversión a emplear medios clásicos de comunicación, mucho más lentos, con lo que su rapidez de
acción se vería gravemente afectada. También el hostigamiento electrónico a la insurgencia resultaría
favorable al poner en evidencia los lazos con organizaciones políticas que les prestan ayuda, soporte y
estímulo.
En zonas controladas por fuerzas gubernamentales, mediante el uso de energía de la red eléctrica a
determinadas horas, especialmente de noche, se pueden identificar reuniones subversivas, en zonas
rurales y urbanas. En medios urbanos, la tarea de controlar las comunicaciones y, por supuesto, la
inteligencia subversiva es más difícil de contrarrestar por el uso de la telefonía móvil y demás medios de
comunicación.
Guerra psicológica
En todo conflicto e incluso en toda operación de imposición de paz o de restablecimiento de ésta, las
operaciones psicológicas adquieren una gran importancia debido a la tarea no sólo de ganarnos la
confianza de la población nativa sino de las opiniones públicas de las naciones de los componentes del
contingente. Junto a esta tarea, este frente abierto en las sociedades occidentales en el que poder erosionar
la credibilidad en la misión, está la guerra psicológica frente a los manejos y chanchullos de los
insurgentes. Siempre en estos casos hay que decir la verdad, incluso teniendo en cuenta la posible
implicación negativa de acciones propias. La insurgencia tratará, en primer lugar, de disfrutar de todas las
ventajas de la guerra psicológica para ganarse a la población, y, mediante ello, poder hallar apoyo y
refugio en ella. De no ser posible esto, es decir, de estar ganando las fuerzas gubernamentales la guerra
psicológica, entonces, la insurgencia tratará por todos los medios, incluyendo el terror puro y duro, de
obligar a la población a prestarle apoyo. En caso de resultar ésta bien protegida, se nos podría presentar
una oportunidad de oro para localizar presuntos colaboradores y lograr que la población nos ayude a
identificar miembros de la insurgencia y, por ello mismo, a destruir su redes militares y, nunca hay que
olvidarlo, sus redes políticas y sociales.
Empleo de la Artillería
En ocasiones, la insurgencia está tan desarrollada, y tiene tantas unidades operativas que las fuerzas de
choque contrainsurgentes necesitarán el apoyo de fuego preciso para destruir a la insurgencia. No hay otra
arma, dejando aparte a la atareadísima Aviación, más que la artillería. Ésta, en principio, no debería ser,
en condiciones generales, demasiado pesada, porque los objetivos no son demasiado pesados como en un
conflicto convencional, salvo hallar posiciones preparadas bastante duras de destruir. En ese caso, sí se
podría utilizar artillería pesada. Usar remolcada o autopropulsada, dependerá del vector transporte. Si el
teatro de operaciones lo permite, se pueden emplear unidades motorizadas y mecanizadas. Entonces sí se
puede usar artillería autopropulsada. En otros casos, no. La ventaja de la artillería autopropulsada, cuando
se puede, es la velocidad con que puede emplazarse y des-emplazarse en posición. En cambio, la artillería
remolcada, al no disponer, por lo general, y salvo algunos diseños afortunados, de tal capacidad y
velocidad de emplazamiento y des-emplazamiento, debe ser empleada junto con más unidades si se
quiere, para no cesar la barrera artillera sobre un objetivo que tal vez se mueva. En este punto, convendría
poder disponer de unidades extras para no perder esa cadencia. La artillería remolcada podría ser
empleada en bases de fuego, para golpear a la insurgencia o, en su defecto, ser llevada lo más cerca
posible de ésta para golpearla con su potencia de fuego. En cuanto a los calibres, yo aconsejo entre 105
mm y 122 mm. Más, no, porque es preferible una gran cadencia de fuego, con rapidez para cambiar de
objetivos. En cuanto a la artillería propia de la Infantería, los morteros y los cañones de apoyo, salvo los
de los mayores calibres que podrían estar ubicados en bases de apoyo con la artillería o bien en otras
pequeñas bases. Los calibres más pequeños bien pueden ir con las unidades pequeñas de infantería. Salvo
estos puestos de artillería, el apoyo de fuego que debe acompañar a la infantería, principalmente, ligera,
debe ser de pequeño calibre, ligero de llevar y con bastante capacidad de munición, porque en ese terreno,
es mejor llevar de una vez más municiones ya que nunca se sabe si se va a quedar sin suministros en un
momento dado. En cuanto a otras armas de apoyo, se podrían emplear lanzagranadas como los RPG o
bien el lanzagranadas Carl-Gustav, que con ligeras modificaciones, también podría ser utilizado como
mortero. En cambio, si se tiene que emplear desde recintos cerrados, entonces, no nos valen por el tema
del rebufo. Para evitar tal situación, los alemanes, allá por la década de los ochenta, idearon el ambrust,
que recoge el rebufo.
Fuerzas especiales
Las fuerzas especiales, en este tipo de conflicto las podemos dividir en policiales y militares. Las
policiales sirven a la perfección para operar contra grupos insurgentes terroristas, en especial dentro de
los núcleos urbanos. Las militares, aunque también deben saber combatir al terrorismo, están más
habituadas y adiestradas para combatir a la guerrilla en sí misma, en un ambiente en el que se haría uso de
armas pesadas. Por la forma en que se podrían emplear estas fuerzas, divido el conjunto en dos. El primer
grupo estaría formado por núcleos regulares que asesorarían y dirigirían a partisanos contrainsurgentes.
Su poder y su fuerza radicaría en la capacidad de expansión y en la ocupación y control de áreas,
justamente para negar ese dominio a la insurgencia. Existe una zona, que es la patrulla en medio tanto
urbano como rústico en la que las diferencias entre Fuerzas Especiales e Infantería se difumina, pues
muchas veces, la Infantería, al tener que operar como unidades de infantería ligera, en pequeños
contingentes, y con el apoyo, bastante en “el aire”, deben ser capaces de operar por sí solos. Si bien
existen situaciones en las que emplear unidades tipo SAS, no siempre las unidades especiales necesitan
gozar de todas las ventajas del SAS. Por ejemplo, se pueden crear unidades específicas para operar en tal
terreno, ciertamente bien dispuestas en lo físico y con preparación de unidades ligeras, creándolas desde
“sacas” de unidades regulares. Así se empleó en la Emergencia Malaya, con los Malayan Scouts.
Aislar el teatro de operaciones
El aislamiento del teatro de operaciones es vital porque evita que la insurgencia pueda recibir ayuda y
suministros desde fuera. Ello, si así se realiza, limitaría a los insurgentes a tener que depender de los
recursos internos de la zona de operaciones, con ello podríamos mantener en todo momento la iniciativa y
estrangular la contrainsurgencia como una Anaconda. En el aislamiento, se pueden emplear medios
pesados y convencionales. Se trata de impermeabilidad la frontera o la zona de operaciones de tal manera
que no pueda pasar nada hacia la insurgencia ni de ésta hacia fuera, como vía libre de escape. En
principio, la Fuerza Aérea. Se encargaría de la misión más importante junto, con, a veces, si existe litoral,
la Armada. El Ejército de Tierra sería de importancia en el cordón terrestre. También, todo hay que
decirlo, el cordón terrestre, aéreo y naval, deberá evitar que otros actores puedan penetrar en nuestra área
de operaciones, especialmente con la intención de apoyar a la insurgencia, un fallo que los
norteamericanos tuvieron en Vietnam, cuando ellos estaban ganando la lucha contrainsurgente hasta que
los vecinos, especialmente del norte influyeron en ella y la convirtieron en una guerra semi-convencional.
El aislamiento del teatro de operaciones, muchas veces implica tener que penetrar “en caliente” fronteras
internacionales. En ese punto habría que conseguir una colaboración internacional entre estados. Los
miembros que se hallen al mando de las operaciones fronterizas están expuestos a ataques guerrilleros y
terroristas, justamente para obtener los insurgentes una vía de escape o de entrada al teatro de
operaciones. En tipos de operaciones contrainsurgentes, tenemos tres tipos puros, eso sin tener en cuenta
a los conflictos de alta intensidad. El factor terrorista se halla incluido en cualquiera de los tipos. Tipos de
montaña, urbano y selvático. Estos tipos no siempre se dan puros, sino que, en muchas ocasiones, suelen
mezclarse, al menos dos tipos.
Comprender la cultura y el medio en el que nos desenvolveremos
Los contingentes de NN.UU. tanto militares como policiales y civiles, deben, previamente a su partida ser
educados en el ambiente y en la cultura que van a tener que defender. De esta forma, no se encontrarán
demasiado fuera de lugar, carecerán de etnocentrismo y podrán estar mucho más cerca de la población
para ayudar a ésta. No únicamente la lengua, sino las costumbres, especialmente las personales y no ir
tratando de imponer tus usos y costumbres, porque los insurgentes se mostrarían ante la población como
defensores a ultranza de los valores eternos de la comunidad, cuando justamente es lo contrario.
Insertarse, al menos lo suficiente, dentro de la cultura ajena favorece poder comprender los mecanismos
de pensamiento y así, de esa forma, poder contrarrestar la propaganda insurgente y hallar modos eficaces
con los que luchar y vencer a la insurgencia. Generalmente, la subversión nace en una etnia relativamente
identificada del estado. Incluso las insurgencias integradoras de grupos étnicos, poseen un marcado
carácter tribal. Un antropólogo versado en Contrainsurgencia puede sacar provecho de ello. Un ejemplo
de subversión de etnia oficialmente integradora pero mayoritariamente compuesta por el elemento
dominante sería el Vietcong. Los norteamericanos, en determinadas áreas, sacaron provecho de ello,
creando fuerzas ligeras semi-convencionales de una etnia históricamente enemiga de la mayoritaria
comunista, los montañeses de Vietnam central. Un caso opuesto sería la subversión comunista china en
Malaya, que, a pesar de aparentar ser integradora, con unidades de otros grupos étnicos, era
mayoritariamente china, por lo que las fuerzas gubernamentales bien pudieron apoyarse en los demás
grupos para neutralizarlas.
Medios navales
No siempre se dan pero, en los lugares propicios para ello, la Contrainteligencia debe batallar en una
misión de búsqueda y destrucción. Unos controles en zonas costeras o fluviales no suelen detectar a todas
las fuerzas insurgentes pero hacen más ardua la labor de moverse éstas. En tales áreas hay que estar al
quite de las embarcaciones. Para ello se cuenta con un bloqueo lejano y otro más cercano, con
inspecciones de buques y embarcaciones. Por desagradable que pueda resultar, muchas veces hay que
inspeccionar las sentinas y los sollados de los barcos. Una embarcación muy sobrecargada debe ponernos
sobre aviso si su estiba no ha sido vigilada previamente. También la singladura anómala debe hacernos
levantar sospechas. Una embarcación solitaria, en especial por la noche, debe hacernos redoblar las
pesquisas. Digo esto a modo de ejemplo porque también es probable que los subversivos nos pongan un
cebo para alejarnos de la vía de suministros que ellos emplean, incluso en el caso de resultar positivo el
apresamiento. Tal vez otro objetivo más apetitoso se nos haya escapado. ¿Por qué lo habrían puesto tan a
tiro? En las partidas de inspección aconsejo el empleo de perros rastreadores de explosivos, munición u
otras sustancias químicas. Una estratagema podría consistir en que el perro nos avisara discretamente de
la presencia de tales sustancias. Entonces, la dotación de inspección volvería como si nada hubiera
ocurrido y el buque u otra embarcación o aeroplano lo hundiría. Si el apresamiento ha resultado
demasiado sencillo entonces hay que sospechar que para la insurgencia no reviste demasiada importancia
su apresamiento y que otros medios mucho más eficaces han sido usados. Otro aspecto es el de las zonas
portuarias marítimas o fluviales. Los subversivos pueden atacarlas por lo que la seguridad debe ser
máxima. Pueden colocar o sembrar minas, lapas o artefactos explosivos en la obra viva de éstos, en el
fondo o en los cascos de las embarcaciones o navíos. También se puede dar el caso de ataques con
pequeñas embarcaciones rápidas cargadas de explosivo. También hay que preocuparse por pensar en lo
inesperado. Por ejemplo, en un poblado de pescadores paupérrimos y ancianos, con escasos recursos
económicos, ¿qué hacen embarcaciones rápidas a motor con dotaciones de hombres jóvenes y robustos?
En otro apartado, los medios navales sirven para proyectar fuerzas anfibias más allá de la zona controlada
por la insurgencia. Esto sirve, para, en combinación con otras fuerzas rodear y aislar a la insurgencia.
Ciertamente, otros tipos de unidades de infantería pueden servir para el mismo fin, pero la Infantería de
Marina lo lleva realizando desde siempre y, por ello es la más indicada. En principio, su poder de
penetración tierra adentro se incrementa al no hacer frente a fuerzas convencionales pesadas.
Líneas de comunicaciones
Son un objetivo apetitoso para la insurgencia puesto que su destrucción debilita la capacidad de maniobra
de las fuerzas gubernamentales y, a su vez, impide el normal desarrollo de la vida socioeconómica de la
población, quién más sufre estas destrucciones. Las destrucciones de vías férreas y puentes son un claro
ejemplo. En muchos aspectos, estas destrucciones limitan la capacidad de las fuerzas contrainsurgentes en
áreas cuya geografía física impide disfrutar de redes alternativas. Además, en algunos casos, la
reconstrucción puede durar meses y hasta años. Si lo que se pretende es volar un tren por control remoto,
la iniciativa está en manos de la insurgencia. Bien puede dirigirse el convoy mediante un sistema
perturbador de radiofrecuencias, para anular ese control remoto. En otros casos, se puede adelantar un
vagón plataforma del convoy para observar y reconocer la vía. A esa plataforma se la puede cargar de
sacos terreros y otros medios protectores y pesados, para justamente hacer estallar las trampas en la vía y
no afectar a la locomotora. Si se dispone de tiempo, una patrulla en bicicleta de varias plazas bien podría
supervisar la línea por delante del convoy mediante el empleo de auxiliares caninos entrenados en
descubrir y detectar, por el olfato, explosivos. La tarea podría ser lenta y movilizar grandes efectivos. En
la construcción y reparación se puede emplear a un contingente civil que son los trabajadores de Obras
Públicas. Por mucho que trabajen, los ingenieros de las fuerzas gubernamentales no pueden hacerlo todo.
Relacionado con la Seguridad y la Contrainteligencia, los miembros de las obras públicas deben ser
supervisados porque, por su cometido, ofrecerían un inmejorable puesto como agentes de la insurgencia.
A pesar de contar con reducidos medios, el asfaltado y la pavimentación de caminos y carreteras así como
la construcción de instalación públicas, ofrece medios para hacer más difícil la colocación de trampas
explosivas al no poder disimularlas tan fácilmente. Esto no es imposible, porque ya se ha visto cómo fue
eliminado el presidente pro-ruso de Chechenia, al colocar insertada en la construcción de una columna
sostenedora de una grada, una bomba que lo mató cuando estaba inaugurando las instalaciones. Una
prueba más de que hay que supervisar las Obras Públicas.
Medios aéreos
Los medios aéreos deben permitirnos poder aislar completamente (ello en determinadas geografías es un
ideal, no algo factible) el teatro de operaciones. Una vez conseguido, en medida, podríamos emplear tipos
de aeronaves, tanto de ala fija como rotatoria, en luchar contra la insurgencia. Aquí sí habrá que hacer un
estudio previo con cierta prospectiva, pues los insurgentes no podrían ser como los Mau-Mau de Kenia o
como los comunistas de Malaya, sino unos insurgentes dotados de eficaces sistemas antiaéreos como en
las guerra de Afganistán, Angola (UNITA) y Chechenia. Ello nos debe impulsar a dotar a nuestros
aparatos de eficaces sistemas de contramedidas electrónicas, señuelos térmicos y maniobras evasivas.
Todo lo anterior no valdría de gran cosa si obramos como los norteamericanos en Irak, hoy. Éstos envían
a helicópteros de transporte y asalto a, justamente, la primera línea de batalla. Estos aparatos carecen de
cualquier protección seria, y las bajas irrecuperables y los muertos aumentan en forma exponencial.
Mejor harían si los empleasen como meros taxis del campo de batalla, en lugar de vehículos aéreos de
combate de infantería. El ejemplo de helicópteros derribados con viejos, pero simples y eficaces
lanzacohetes antitanque, es de manual.
Los medios aéreos pueden obrar como una artillería de apoyo, puntual o de barrera muy eficaz, como
medios de reconocimiento, de transporte y de enlace, y hasta de guerra electrónica para supervisar o
impedir las comunicaciones electrónicas de y para la insurgencia. Soy partidario de emplear el potencial
de transporte y de asalto para aquellas ocasiones en que éste necesite ser proyectado “instantáneamente”.
De otro modo, un transporte terrestre bastaría. Si la zona es muy grande y la geografía física impide el
movimiento terrestre, en ese caso, los medios aéreos son los que podrían ser la única posibilidad de
movimiento de nuestras tropas rápida y libremente. Se pueden utilizar aeronaves de ala fija para el
transporte operacional y hasta para el táctico siempre que se pudiera disponer de pistas de aterrizaje
cercanas. En caso contrario, sobre todo el transporte táctico y el asalto, hay que dejarlo a los helicópteros.
Defensa del aeródromo
Un aeródromo militar, en principio, ya debe estar protegido contra los ataques convencionales de fuerzas
terrestre, por las propias de su ejército. En cuanto a la protección contra ataques aéreos, lo que es la
D.C.A. puntual, se puede encargar la tarea al Regimiento de la propia Fuerza Aérea. Si el aeródromo es
grande o se trata de un aeropuerto compartido con el tráfico civil, bien podría estar guarnecido por todo
un regimiento de la Fuerza Aérea en lugar de por sólo un Escuadrón.
Ello está bien siempre y cuando el ataque sea de fuerzas insurgentes o ligeras, empleando el regimiento
de la Fuerza Aérea material ligero y medio. Cuando, por ejemplo, existe el peligro de ataque de artillería
masivo y no ocasional como pueda ser el lanzamiento de un cohete solitario, se impone la evacuación del
lugar, de la misma forma que cuando se sabe que fuerzas convencionales pesadas, es decir, mecanizadas o
acorazadas están avanzando hacia el lugar. Todo lo anterior nos muestra que si bien la propia Fuerza
Aérea puede llevar a cabo una defensa puntual y limitada del lugar, siempre debe contar con el Ejército
para proteger el lugar de fuerzas mucho más poderosas. Un fallo que ya se vio, por ejemplo, en Malaya
durante la otra guerra mundial. Cada fuerza por separado y la Royal Air Force no había contado para nada
a la hora de establecer sus bases con el Royal Army a la hora de su defensa, con las terribles
consecuencias para los británicos.

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Giuliano Bozzo Moncada contrainsurgencia

  • 1. Contrainsurgencia (algunos ejemplos pasados) Carlos Pintor El pequeño comentario versa sobre la contrainsurgencia con que nos podemos encontrar. Perdonará el amable lector que emplee demasiados términos británicos, pero éstos han demostrado ser insuperables en la contrainsurgencia. Combate de pelotón y escuadra Para la infantería en estas operaciones, lo más importante es la destreza en las pequeñas unidades. En muchas ocasiones, bien sea en la montaña, en el bosque, en medio urbano o, incluso en la selva, la cohesión de una gran unidad, al no poder operar en grandes formaciones por tener que explorar y reconocer todo el terreno, para eliminar cualquier vestigio de “niebla de batalla”, se pierde. En ese momento, comienza la pericia de las pequeñas unidades, desde el nivel de sección o escuadra hasta el de pelotón. La presión y el stress suscitado en las unidades de infantería, generalmente ligeras, es altísimo y, si no se brinda a la tropa ciertos períodos prolongados de descanso, al final acabaría con la efectividad de la unidad. Es un tipo de lucha amargo, porque no brinda, generalmente, ninguna protección al sufrido infante, bien que éste pueda ser emboscado por un francotirador bien que sea víctima de una trampa explosiva. Debería poseer una capacidad de atención notable, pues debería estar con todos los sentidos puestos para evitar sorpresas y privar a la insurgencia de su ventaja al detentar, generalmente, la iniciativa. Desdichadamente, como mínimo, en un combate de infantería ligera, en estas condiciones, los ratios de bajas permanentes suelen ser altos, para lo que en occidente estamos habituados. Yo soy partidario de emplear unidades pequeñas autosuficientes, como, por ejemplo, dotadas de subfusiles en terreno urbano y uno de ellos, de cada escuadra, con una ametralladora ligera, más que nada para apoyo. Así, de esta forma, los infantes de asalto podrían emplear munición que al entrar y golpear en las paredes de las casas, no rebotasen, al no tener tanta energía cinética el proyectil si lo comparamos con el de una ametralladora o un simple fusil de asalto. Bien dicho que, en otros escenarios de contrainsurgencia, deberá emplearse el fusil de asalto. Junto con lanzagranadas como el m-203 norteamericano, o similares, que dota a la granada de un alcance notablemente superior al que pudiera gozar si es arrojada por la mano humana, el uso de granadas de mano propiamente dichas continúa siendo útil, y aquí sí es preciso hacer una distinción entre las granadas de mano ofensivas y defensivas. En rasgos generales, las ofensivas estallan por contacto o percusión, y vienen bien para asaltar posiciones. Las defensivas, como su nombre indica defienden las posiciones en las que están y su efecto es por temporizadores. No tienes que esperar a que hagan contacto contra algo. Muchas veces, estallan en el aire y son como una versión pequeñas de proyectiles sharpnell. También éstas se pueden utilizar de forma ofensiva en aquellas situaciones en las que sabes que el contacto con el suelo no va a producir una deflagración de la carga explosiva. Las granadas de humo e incluso las incendiarias sirven para ocultar tus movimientos, hacer salir a la insurgencia e incluso para limpiar refugios e impedir su nueva utilización. Un efecto estresante en cuanto a la psique en la contrainsurgencia es la sensación de desorientación producida en medios urbanos, selváticos, boscosos y montañosos. Esto se da porque, en general, el policía o el militar es sacado de su ambiente natural y enviado a combatir a otro bien distinto. Se puede compensar en parte mediante un adiestramiento de varias semanas e incluso meses en ambientes similares haciendo hincapié en un entrenamiento simulado bastante realista. Otra opción, ésta siempre la mejor, consiste en emplear unidades indígenas, de probada lealtad. Ejemplo positivo sudafricano y rhodesiano Los sudafricanos tuvieron que combatir en una lucha convencional casi de alta intensidad pre-nuclear con otra contrainsurgente. Igual sucedió con Rhodesia, pero ésta tuvo la mala suerte de no ser tan poderosa como su vecina del sur. Así pues, voy a comenzar hablando de los éxitos rhodesianos.
  • 2. Rhodesia, como su vecina Sudáfrica, tras la guerra mundial, volvió a tener unas FAS de marcado carácter colonial, más apropiadas para combatir a grupos insurgentes o rebeldes ligeramente armados que a fuerzas convencionales pesadas. Tras los comienzos de la insurgencia, sostenida por China popular y los países del Pacto de Varsovia con la adición de Cuba y Corea del Norte, Rhodesia tuvo que llamar a filas a prácticamente todo joven blanco apto para el servicio y fomentar el reclutamiento de indígenas fiables. Éstos se centraban principalmente en la etnia matabele (una variedad del grupo zulú). Los combates fueron el reino de la escuadra y de la sección, con pocas operaciones grandes, a nivel de pelotón y compañía. Esto sucedió porque tenían que mantener toda la frontera, salvo la parte sudafricana, en guardia, así como estrangular a la insurgencia asentada dentro del país, que se dedicaba a matar a campesinos blancos. Ésta, con el tiempo, pudo ser neutralizada. Haciendo incluso que los blancos fueran armados al trabajo. No obstante, casi todos los grupos insurgentes pronto comenzaron a actuar desde santuarios exteriores, es decir, desde los demás países limítrofes, allí donde había gobiernos negros. Éstos estaban convencidos de que los rhodesianos únicamente responderían ante las infiltraciones de las guerrilllas y terroristas, pero que nunca perseguirían en caliente tras las fronteras. Los “rhodies” (apelativo popular rhodesiano) con las unidades de elite contrainsurgentes, demostraron pronto que sería muy difícil penetrar y actuar a la insurgencia sin apoyo desde el exterior. Cuando este apoyo comenzó a materializarse, incursiones de fuerzas especiales rhodesianas, como por ejemplo, hasta Lusaka, dejaron bien claro que estaban determinados a resistir. Incluso con la voladura de vías férreas en los paises de la línea del frente antirhodesiano, los gobiernos negros todavía apoyaban a los insurgentes. Esto cambió tras el raid en Lusaka. Únicamente quedó Mozambique como principal santuario enemigo, y lo fue de veras porque las fuerzas regulares mozambiqueñas, las salidas de la conquista por dejación portuguesa, estaban apoyadas por el comunismo internacional y no iban a permitir que sus protegidos fueran derrotados. Aún en estas adversas condiciones, las fuerzas de choque rhodesianas se aplicaron a la tarea y jugaron al gato y al ratón con los comunistas, destrozando varios campamentos y almacenes de logística guerrilleros. La paz vino del engaño a los blancos que se perpetró en Lancaster House. Es notorio que únicamente menos de tres batallones combatían a la vez a la insurgencia, aunque muchos más estaban guardando las áreas y las fronteras. Hay que destacar la inestimable ayuda que brindó Israel al planificar toda una red de alarma a lo largo de la frontera y al permitir fabricar, bajo licencia, los subfusiles UZI, que llegaron a ser conocidos como RUZIS. En cuanto a las unidades de apoyo a la población civil, fueron modélicas pues las fuerzas rhodesianas hallaban, por lo general, apoyo y colaboración en los grupos tribales, especialmente en manos de los jefes tribales. Hay que destacar, por ello, la afluencia de reclutas de color al ejército rhodesiano llenando muchas unidades africanas, algo que, desde luego, a los insurgentes marxistas, venidos y formados en el exterior les costaba mucho asimilar. Para las condiciones en que la insurgencia era numerosa pero estaba ligeramente armada, la BSAP fue su peor pesadilla pues su afán por reconocer el terreno, les llevó a obtener ventaja sobre la insurgencia y a golpearles rápidamente, debido a su gran capacidad de reconocer las fuerzas contrarias y asestarles golpes demoledoras. Hay que entender que algunos de los mandos habían sido veteranos de las fuerzas especiales británicas en la guerra mundial y que no todos los veteranos de esa clase los había pillado el RSAS. Incluso se comenzó a emplear unidades a caballo para reconocer el terreno que no podía serlo por medios motorizados y, a la vez, dotar a la infantería de un vector de proyección. Hay que comentar que los caballos se empleaban para el reconocimiento y la movilidad, no para el combate. Los Selous Scouts se adaptaron perfectamente al terreno y, a pesar de que su indumentaria daba más de un dolor de cabeza a los militares regulares, probaron ser los mejores rastreadores y fuerzas contrainsurgentes. Entonces, el RSAS (SAS rhodesiano) era empleado en los golpes fuertes “estratégicos” y la RLI como fuerza de choque a medio camino del RSAS, SS y RA (Ejército rhodesiano), con una inimaginable capacidad, especialmente su comando de apoyo, para reconocer el terreno y entablar combate con fuerzas regulares contrarias dotadas de armamento pesado. En una de las incursiones, más allá de la frontera mozambiqueña, se toparon con un vivac guerrillero que contaba con hasta un carro T- 55 donado por los “fraternales camaradas”. No sólo eso, sino que además, y esto entra dentro del área de inteligencia, hallaron prendas y uniformes de asesores del Pacto de Varsovia, y, por lo que se cree, eran
  • 3. Germano-Orientales aunque la nacionalidad está en duda. Si bien podemos entender que asesorarían para el combate, siendo de tal nación, más bien asesorarían para la represión de la población una vez tomada un área. El uso de la “Fire Force” empleando helicópteros como transporte y apoyo de fuego palió la falta de una artillería poderosa y la falta de unidades de apoyo de fuego capaces de trasladarse rápidamente. Los rhodies ganaron porque emplearon poder aéreo, movilidad aérea y tropas endurecidas. Aunque ganaron la guerra, perdieron la paz al no tener en cuenta las consideraciones políticas sobre la igualdad de los nativos. Si existen condiciones infrahumanas, no hay ninguna contrainsurgencia capaz de superarlas. Los sudafricanos tuvieron que hacer frente a diversas insurgencias y a una guerra de alta intensidad en un vecino cercano, Angola. Curiosamente, aplicaron el lema de “amor con amor se paga”. En principio, Sudáfrica (a partir de ahora la voy a denominar ZA) estaba muy cómoda tras su participación en la guerra mundial y mandar pequeños destacamentos aéreos a Berlín y a Corea. Todo parece indicar que volvió a las tradiciones británicas de ejército colonial. Según corría el tiempo, comenzó a tener que hacer frente a una insurrección de la población de color, lo que mal que bien hizo mediante el empleo de unidades policiales. No paró ahí la cosa porque muy pronto esa rebelión tomó el cariz de una insurrección con actos guerrilleros y terroristas para lo que tuvo que emplear a sus Fuerzas Armadas. Prácticamente, con la vecina Rhodesia y las colonias portuguesas bajo control, no entraba ninguna acción desde el exterior. Todo ello cambió cuando estos tres países se vieron, de repente bajo el dominio de regímenes comunistas o izquierdas nativos antiblancos. Junto al terrorismo nacional, no podría hablarse de insurgencia nacional, surgió otro en Namibia que, por su naturaleza, fue rural. Aquí sí se debió emplear a fondo la llamada fuerza defensiva del África del Sudoeste y la policía militarizada contrainsurgente Koevoet (Palanca en Afrikaans). Un factor determinante para el éxito de esta fuerza policial es que estaba compuesta mayoritariamente por personas de color. Bien pronto, los terroristas de SWAPO recibieron asesoramiento del Pacto de Varsovia y las SADF(Fuerzas de Defensa sudafricanas) tuvieron que hacerse cargo de parte de la tarea. Mientras todo esto sucedía, hubo la guerra civil en Angola. La facción pro-soviética, bien dotada de armamento pesado y comenzando a recibir contingentes cubanos, eliminó de la carrera hacia la capital a las otras dos fuerzas que eran las que más terreno habían tomado a los portugueses. Los mismos sudafricanos en sus incursiones en profundidad para reconocer la zona sufrieron a la artillería del Pacto de Varsovia y tomaron medidas. Además de mejorar su armamento pesado, aprovecharon el factor étnico en la distribución de las fuerzas insurgentes y apoyaron a las otras dos facciones, bien por el sur, bien, mediante “testaferro” desde el Zaire de Mobutu. En esto, UNITA mejoró su adiestramiento y equipamiento, llegando incluso a derribar aeroplanos de las fuerzas gubernamentales comunistas. Con el tiempo se hizo hasta con el 40% de Angola aunque siempre tuvo problemas con el factor étnico. De todas formas, ZA había logrado crear una organización tampón entre el comunismo y ella. Con el tiempo, todos los esfuerzos comunistas se dirigieron a tratar de destruir UNITA que contaba con un apoyo limitado de unidades regulares sudafricanas. Nunca estuvo en la mente sudafricana poder controlar toda Angola. Junto con enfrentamientos convencionales entre ZA y las FAPLA(fuerzas armadas populares para la liberación de Angola), generalmente con victoria de ZA, los ataques a UNITA dejaban poco espacio para ayudar al SWAPO y al ANC (Congreso nacional africano) éste dentro de la misma ZA, por lo que la “Guerra de Liberación” languideció y únicamente pudo terminar con un acuerdo político en el que los comunistas obtuvieron poco, muy poco. Copiando a los rhodies, los sudadfricanos crearon una unidad contrainsurgente, el 32º batallón, que, junto con esa capacidad contrainsurgente, era utilizado como punta de lanza en los reconocimientos tácticos y, muchas veces, al actuar como si se trataran de fuerzas comunistas, engañaban al enemigo y podían, si se terciaba, destruir pequeños contingentes regulares. También ZA empleó unidades a caballo en el propio país para reconocer el terreno y acabar con la subversión así como una especie de SAS sudafricanos llamados unidades de reconocimiento. Todo ello con mayoritariamente soldados de recluta obligatoria, bien adiestrados. Una medida importante para
  • 4. limitar la insurgencia dentro del país fue la creación de los bantustanes, estados negros bajo un régimen de protectorado en los que la población nativa podía desarrollar su propia cultura. También, todo hay que decirlo, a pesar de las limitaciones y de las sanciones internacionales, los sudafricanos, con ayuda israelí, pudieron invertir en armamento para hacer frente, de manera exitosa, no a la insurgencia, sino a una guerra de encargo llevada a cabo por el comunismo internacional para impulsar la insurgencia, ya que ésta, pese a golpes esporádicos, no había surtido efecto. Una aplicación particularmente exitosa fue la de los bosquimanos haciendo de exploradores sobre todo por su capacidad para detectar minas ya que ellos estaban habituados a reconocer todo el terreno y a ver en él cualquier modificación no natural. También, de la lucha contra las minas, los sudafricanos idearon vehículos ligeros para su localización y destrucción así como a elevar el suelo del habitáculo de los vehículos para minimizar en la dotación el efecto de la explosión de una mina. De ahí que el empleo de vehículos con cadenas no se alentó salvo los carros de combate principales, porque una de ruedas aún con una fuera de combate siempre podía moverse, cosa que no sucedía cuando una mina hacía estallar una cadenas e incluso afectaba a una rueda del tanque. El ejemplo negativo soviético y ruso anterior a Putin Los soviéticos, al intervenir en Afganistán primero y los rusos, bajo Yeltsin en Chechenia después, cometieron el mismo error táctico. Creyeron que podrían combatir una secesión defendida con fuerzas semic-onvencionales, con medios diseñados para un combate en terreno abierto y de alta intensidad de fuego. Los soviéticos emplearon fuerzas acorazadas y mecanizadas para impresionar con su presencia. Cuando ello no dio resultado, ya no supieron salir del atolladero y tardaron bastante tiempo en canalizar sus esfuerzos a partir de unidades más ligeras y más proyectables. Las columnas de convoyes eran presa fácil de la emboscada en medio urbana, en desfiladeros y en medio montañoso. Bastaba inmovilizar al primer y al último vehículo de la columna para destruir poco a poco, por inmovilidad, a todo el convoy. También se vio que las bocas de fuego de los cañones y ametralladoras, estaban, por lo general, diseñados para el tiro tenso y casi recto, no para un tiro alto y oblicuo, por lo que eran ineficaces a la hora de combatir en las laderas de las montañas y alcanzar las cotas de los picos. La artillería, que habría podido desempeñar un papel principal, bien mediante su heliportación o desde bases de fuego, adolecía de la rapidez necesaria para golpear certeramente, con pocos proyectiles los objetivos y cambiar rápidamente de coordenadas. Al comienzo, creyeron que Afganistán o Chechenia eran Checoslovaquia, que bastaba con la toma de aeródromos y puntos principales por parte de fuerzas aerotransportadas y comandos así como el asesinato selectivo de la elite para que el país se viera a sus pies. Craso error porque las fuerzas especiales y las aerotransportadas fueron la punta de lanza de los movimientos tácticos contra la insurgencia, pues eran las únicas con la doctrina táctica de infantería ligera con grandes dotes de iniciativa táctica sin tener que depender de los mandos superiores. Poco a poco, las demás unidades pesadas, tuvieron que adaptar su doctrina y cambiar algo. La Fuerza Aérea comprobó que si bien no tenía rival en el combate aire-aire y en las acciones aire-suelo, los insurgentes podían derribar sus aparatos con una facilidad pasmosa, incluso mediante el empleo de misiles SAM portátiles desde muy cerca de las bases aéreas, sobre todo al despegar o aterrizar. Ello trajo consigo demasiada prudencia a la hora de realizar los ataques al suelo por lo que la precisión de su apoyo no fue todo lo efectiva que debería haber sido sin contar estos factores. La insurgencia, bien abastecida desde el exterior, consiguió tácticamente el dominio negativo del aire. Las fuerzas soviéticas y sus aliados afganos, muchas veces quedaron reducidas a sus perímetros defensivos, a realizar la tan desgastadora acción de escoltar convoyes y, con suerte, a tratar de golpear las áreas de la insurgencia, muchas veces como palos en el agua. A su vez, con los bombardeos masivos e indiscriminados, fomentaron el odio y el resentimiento de la población, factor al que se añadió la lucha ideológica por extirpar el factor religioso. Aunque en Afganistán se cuidó algo, la lucha por los medios de comunicación, a escala planetaria, pronto se decantó del lado insurgente con todo el apoyo occidental y con legiones de voluntarios musulmanes adoctrinados en Pakistán, que pasaban la frontera, aún con cuidado, y desde el otro lado, combatían a los soviéticos. Falló, también en el tiempo, el adoctrinamiento de las nuevas generaciones de jóvenes, de esos que se enviaban a la URSS. Falló el conocimiento antropológico de la población y de la manera en que podían
  • 5. ser acercados a sus posiciones ideológicas, en las antípodas de lo que la religión tradicional demandaba. Falló la guerra de montaña porque ésta se basa en el empleo de pequeñas unidades semiautónomas y con gran poder de iniciativa táctica, en cuanto al aprovechamiento de oportunidades que se presentaban, salvo las unidades aerotransportadas y de comandos. La lección de esta guerra y la primera en Chechenia es que no se puede manejar un combate contrainsurgente con técnicas de guerra de alta intensidad. Putin, en la segunda guerra chechena, parece que aprendió bien la lección. Comenzó a emplear unidades autóctonas de infantería ligera, apoyadas por fuerzas ligeras rusas con unidades especiales y sólo marginalmente unidades pesadas. También sabe que, aplicando la táctica estranguladora de la Anaconda, sólo es cuestión de tiempo acabar con los insurgentes chechenos, pues los hechos confirman que, con un aislamiento de suministros y hombres, toda insurgencia acaba por desaparecer. Hay casos curiosos en esta guerra como un nuevo concepto antropológico, en el que, pese a ser la religión ortodoxa cristiana cuasi oficial en Rusia, Putin ha sabido fortalecer una versión tolerante y moderna del islamismo en las regiones adyacentes a Chechenia como medidas para evitar el adoctrinamiento de los islamistas y la posterior recluta de hombres para la insurgencia. Una lección de estos dos conflictos está en el uso de blindados sobre ruedas o sobre cadenas con morteros automáticos de hasta 120 mm en torretas. Éstos serían bien empleados en conflictos de montaña o de insurgencia en montaña y en medios urbanos, que es lo que tienen los rusos hoy. Si bien el alcance es inferior al de un cañón u obús del mismo calibre, da la oportunidad de poder disparar en desenfilada y de poder disparar hacia objetivos muy por encima del eje horizontal. También el conflicto checheno, a diferencia del afgano, ha cambiado el reclutamiento de las fuerzas rusas. Esto ha sucedido porque el conflicto afgano sólo tocó a un 14% de los efectivos rusos y a menos todavía de sus oficiales. El Checheno ha incrementado la velocidad de los cambios referidos al reclutamiento voluntario de soldados y tropa que sepan realmente lo que tienen que hacer en situaciones límites y a una mejora en el papel del cuerpo de suboficiales que ya no se va a contentar con ser reclutas obligatorios con una mayor preparación marginal que el resto, pero sin autoridad real con la tropa. De esta forma, los oficiales subalternos serían liberados de tareas administrativos para concentrar sus esfuerzos en la maravilla del mando y la creatividad táctica. El conflicto checheno ha reabierto el tema de la comunidad cosaca. Se está empleando a la comunidad cosaca, una vez que se ha imbuido de sus tradiciones militares, en perfectas unidades contrainsurgentes locales y regionales. Ante la ayuda exterior con que la insurgencia ha contado, Putin ha mejorado las unidades de tropas de frontera e incluso las ha mejorado con nuevas armas y doctrina contrainsurgencia para que puedan, a la vez, vigilar la zona y combatir. Algo parecido con unidades del ministerio del interior, una especie de policía militarizada, aunque según fuentes occidentales, no son tan eficaces porque no se ganan los corazones y las mentes de la población al mantener viejas costumbres de la era soviética, como represión en las zonas en las que se sospecha que la población ayuda a la insurgencia. Junto a esto, existe un aumento en la importancia del combate nocturno y el empleo de canes para reconocimiento y alerta. Con ello, se trataría de arrebatar la iniciativa nocturna a la insurgencia y, a su vez, tratar de que ésta no tuviera descanso ni tan siquiera de noche para fatigarla y hacerle gastar sus medios logísticos. En cuanto al empleo de medios acorazados convencionales, se ha visto cómo el blindaje reactivo demuestra su eficacia a distancias medias aunque posee una limitada eficacia frente al impacto cercano. No obstante y dado que la insurgencia carece de cañones de tiro contracarro, justamente por toda su servidumbre de maniobra y traslado, los carros de combate rusos se han visto dotados de sistemas radáricos que detectan el lanzamiento y la aproximación de misiles o cohetes anticarro, siempre más lentos que los proyectiles lanzados por cañón con tal fin, y que lanzan proyectiles para neutralizarlos. Un frente de batalla en el que Putin todavía no es muy ducho es el de los medios de comunicación porque ya nadie se fía de la veracidad de las noticias emitidas por ellos, gracias al férreo control de la censura. Esto conlleva que Putin deberá contrarrestar la propaganda islamista, sobre todo allende sus fronteros con hechos verídicos y haciendo frente a las consecuencias nefastas que tales hechos tiene ante la opinión
  • 6. pública mundial, incluso entre la propia población rusa. La guerra se eterniza y, a pesar del hecho de ir cazando a los jefes insurgentes, parece no tener fin. Una táctica para compensar la falta de pericia en la contrainsurgencia por parte de unidades entrenadas para la guerra mecanizada, era el “bronnegruppa”. Los infantes desembarcaban de sus vehículos mecanizados de transporte o ataque y combatían según la infantería clásica, ayudados por apoyo de fuego de la artillería y de la aviación. Mientras esto sucedía, los insurgentes eran llevados en una dirección. Mientras tanto, los carros de combate y los vehículos de infantería rodeaban la posición y esperaban a los insurgentes al otro lado, con lo que a la postre se veían copados por dos fuegos. Otra lección que aprendieron los soviéticos fue la de apoyar a cada batallón de maniobra con un batallón entero de artillería. Esto señala el poco efecto de las armas para conflictos convencionales. Logística Utilizar esta palabra en medios de contrainsurgencia es mentar la soga en casa del ahorcado. El punto débil de las fuerzas gubernamentales es justamente lo que cuesta la logística, no tanto porque no carezcan de medios, sino porque hacerla llegar hasta primera línea y viceversa es el punto débil de, por ejemplo, los convoyes. Son un objetivo muy tentador para la insurgencia y siempre tienes que perder tropa protegiendo las vías. Por ello, lo mejor es el avance por zonas verdaderamente liberadas. La logística siempre impone servidumbre. En el bando insurgente, la pérdida del apoyo exterior y del apoyo de la población imposibilita sus acciones y movimientos y con ello, la conduce inexorablemente a la muerte o a la extinción como grupo organizado. Así sucedió en la Emergencia Malaya. Las fuerzas contrainsurgentes podrían gozar, a nivel de teatro y táctico superior de una gran ventaja logística. La cosa se complica cuando hay que distribuir y coordinar esa logística a nivel tácticos inferiores, como batallón, compañía y sección. Las unidades básicas de infantería o de combate, como pueden ser los equipos, escuadras, pelotones y secciones, en aras de la movilidad táctica, bien pueden ser suministradas con la mínima logística, pero para sostener su operatividad, deben ser reabastecidas por otros medios. Allí es dónde reside su principal Talón de Aquiles, pues son justamente esas maniobras de logística las que se vuelven vulnerables frente a la insurgencia. Visto lo malo, se pueden obtener lecciones y una de ellas es emplear las vías logísticas como cebo para los insurgentes, tenderles trampas y acabar con ellos, es decir, conquistar la iniciativa táctica, lograr que se agrupen los insurgentes, que salgan de sus escondrijos y, una vez lanzados a un ataque, para el que estarían relativamente agrupados, combatirles en una forma que a las fuerzas gubernamentales convenga. Empleo de unidades policiales especiales El empleo de unidades policiales especiales debe ser tenido en cuenta porque la lucha contrainsurgente debe ser llevada a cabo por fuerzas que puedan aunar una preparación militar y otra policial al mismo tiempo. En principio, y valga como ejemplo, patrullar poblados, interrogar a la población y, en caso de toparse con indicios de presencias enemiga, poder combatir como militares. Las unidades policiales especiales deben ser empleadas en aquellas partes del teatro de guerra en que la insurgencia no se halle demasiado bien y pesadamente armada, no quepa ninguna salida a la lucha callejera y en la que, además, el factor de la población civil sea importante. Un aspecto importante en la contrainsurgencia es la inteligencia. Hasta época reciente, toda inteligencia técnica por parte de la insurgencia, dada su naturaleza, venían suministrada por organismos estatales, por terceros. En décadas recientes, el desarrollo de las comunicaciones y la teoría de la guerrilla urbana han favorecido el uso de tecnologías de doble empleo por parte de la insurgencia. Ésta también puede obtener ayuda de organizaciones delictivas. No obstante, un buen aislamiento del teatro de operaciones incluye la contrainteligencia electrónica. Con ésta se puede anular la red electrónica subversiva e incluso, el óptimo empleo de claves capturadas, servirnos de ella. También con la interceptación de sus emisiones, podemos saber las características de sus aparatos y los lugares más probables desde los que operan. Unas acciones bien dirigidas en estos puntos forzarían a la subversión a emplear medios clásicos de comunicación, mucho más lentos, con lo que su rapidez de acción se vería gravemente afectada. También el hostigamiento electrónico a la insurgencia resultaría
  • 7. favorable al poner en evidencia los lazos con organizaciones políticas que les prestan ayuda, soporte y estímulo. En zonas controladas por fuerzas gubernamentales, mediante el uso de energía de la red eléctrica a determinadas horas, especialmente de noche, se pueden identificar reuniones subversivas, en zonas rurales y urbanas. En medios urbanos, la tarea de controlar las comunicaciones y, por supuesto, la inteligencia subversiva es más difícil de contrarrestar por el uso de la telefonía móvil y demás medios de comunicación. Guerra psicológica En todo conflicto e incluso en toda operación de imposición de paz o de restablecimiento de ésta, las operaciones psicológicas adquieren una gran importancia debido a la tarea no sólo de ganarnos la confianza de la población nativa sino de las opiniones públicas de las naciones de los componentes del contingente. Junto a esta tarea, este frente abierto en las sociedades occidentales en el que poder erosionar la credibilidad en la misión, está la guerra psicológica frente a los manejos y chanchullos de los insurgentes. Siempre en estos casos hay que decir la verdad, incluso teniendo en cuenta la posible implicación negativa de acciones propias. La insurgencia tratará, en primer lugar, de disfrutar de todas las ventajas de la guerra psicológica para ganarse a la población, y, mediante ello, poder hallar apoyo y refugio en ella. De no ser posible esto, es decir, de estar ganando las fuerzas gubernamentales la guerra psicológica, entonces, la insurgencia tratará por todos los medios, incluyendo el terror puro y duro, de obligar a la población a prestarle apoyo. En caso de resultar ésta bien protegida, se nos podría presentar una oportunidad de oro para localizar presuntos colaboradores y lograr que la población nos ayude a identificar miembros de la insurgencia y, por ello mismo, a destruir su redes militares y, nunca hay que olvidarlo, sus redes políticas y sociales. Empleo de la Artillería En ocasiones, la insurgencia está tan desarrollada, y tiene tantas unidades operativas que las fuerzas de choque contrainsurgentes necesitarán el apoyo de fuego preciso para destruir a la insurgencia. No hay otra arma, dejando aparte a la atareadísima Aviación, más que la artillería. Ésta, en principio, no debería ser, en condiciones generales, demasiado pesada, porque los objetivos no son demasiado pesados como en un conflicto convencional, salvo hallar posiciones preparadas bastante duras de destruir. En ese caso, sí se podría utilizar artillería pesada. Usar remolcada o autopropulsada, dependerá del vector transporte. Si el teatro de operaciones lo permite, se pueden emplear unidades motorizadas y mecanizadas. Entonces sí se puede usar artillería autopropulsada. En otros casos, no. La ventaja de la artillería autopropulsada, cuando se puede, es la velocidad con que puede emplazarse y des-emplazarse en posición. En cambio, la artillería remolcada, al no disponer, por lo general, y salvo algunos diseños afortunados, de tal capacidad y velocidad de emplazamiento y des-emplazamiento, debe ser empleada junto con más unidades si se quiere, para no cesar la barrera artillera sobre un objetivo que tal vez se mueva. En este punto, convendría poder disponer de unidades extras para no perder esa cadencia. La artillería remolcada podría ser empleada en bases de fuego, para golpear a la insurgencia o, en su defecto, ser llevada lo más cerca posible de ésta para golpearla con su potencia de fuego. En cuanto a los calibres, yo aconsejo entre 105 mm y 122 mm. Más, no, porque es preferible una gran cadencia de fuego, con rapidez para cambiar de objetivos. En cuanto a la artillería propia de la Infantería, los morteros y los cañones de apoyo, salvo los de los mayores calibres que podrían estar ubicados en bases de apoyo con la artillería o bien en otras pequeñas bases. Los calibres más pequeños bien pueden ir con las unidades pequeñas de infantería. Salvo estos puestos de artillería, el apoyo de fuego que debe acompañar a la infantería, principalmente, ligera, debe ser de pequeño calibre, ligero de llevar y con bastante capacidad de munición, porque en ese terreno, es mejor llevar de una vez más municiones ya que nunca se sabe si se va a quedar sin suministros en un momento dado. En cuanto a otras armas de apoyo, se podrían emplear lanzagranadas como los RPG o bien el lanzagranadas Carl-Gustav, que con ligeras modificaciones, también podría ser utilizado como mortero. En cambio, si se tiene que emplear desde recintos cerrados, entonces, no nos valen por el tema
  • 8. del rebufo. Para evitar tal situación, los alemanes, allá por la década de los ochenta, idearon el ambrust, que recoge el rebufo. Fuerzas especiales Las fuerzas especiales, en este tipo de conflicto las podemos dividir en policiales y militares. Las policiales sirven a la perfección para operar contra grupos insurgentes terroristas, en especial dentro de los núcleos urbanos. Las militares, aunque también deben saber combatir al terrorismo, están más habituadas y adiestradas para combatir a la guerrilla en sí misma, en un ambiente en el que se haría uso de armas pesadas. Por la forma en que se podrían emplear estas fuerzas, divido el conjunto en dos. El primer grupo estaría formado por núcleos regulares que asesorarían y dirigirían a partisanos contrainsurgentes. Su poder y su fuerza radicaría en la capacidad de expansión y en la ocupación y control de áreas, justamente para negar ese dominio a la insurgencia. Existe una zona, que es la patrulla en medio tanto urbano como rústico en la que las diferencias entre Fuerzas Especiales e Infantería se difumina, pues muchas veces, la Infantería, al tener que operar como unidades de infantería ligera, en pequeños contingentes, y con el apoyo, bastante en “el aire”, deben ser capaces de operar por sí solos. Si bien existen situaciones en las que emplear unidades tipo SAS, no siempre las unidades especiales necesitan gozar de todas las ventajas del SAS. Por ejemplo, se pueden crear unidades específicas para operar en tal terreno, ciertamente bien dispuestas en lo físico y con preparación de unidades ligeras, creándolas desde “sacas” de unidades regulares. Así se empleó en la Emergencia Malaya, con los Malayan Scouts. Aislar el teatro de operaciones El aislamiento del teatro de operaciones es vital porque evita que la insurgencia pueda recibir ayuda y suministros desde fuera. Ello, si así se realiza, limitaría a los insurgentes a tener que depender de los recursos internos de la zona de operaciones, con ello podríamos mantener en todo momento la iniciativa y estrangular la contrainsurgencia como una Anaconda. En el aislamiento, se pueden emplear medios pesados y convencionales. Se trata de impermeabilidad la frontera o la zona de operaciones de tal manera que no pueda pasar nada hacia la insurgencia ni de ésta hacia fuera, como vía libre de escape. En principio, la Fuerza Aérea. Se encargaría de la misión más importante junto, con, a veces, si existe litoral, la Armada. El Ejército de Tierra sería de importancia en el cordón terrestre. También, todo hay que decirlo, el cordón terrestre, aéreo y naval, deberá evitar que otros actores puedan penetrar en nuestra área de operaciones, especialmente con la intención de apoyar a la insurgencia, un fallo que los norteamericanos tuvieron en Vietnam, cuando ellos estaban ganando la lucha contrainsurgente hasta que los vecinos, especialmente del norte influyeron en ella y la convirtieron en una guerra semi-convencional. El aislamiento del teatro de operaciones, muchas veces implica tener que penetrar “en caliente” fronteras internacionales. En ese punto habría que conseguir una colaboración internacional entre estados. Los miembros que se hallen al mando de las operaciones fronterizas están expuestos a ataques guerrilleros y terroristas, justamente para obtener los insurgentes una vía de escape o de entrada al teatro de operaciones. En tipos de operaciones contrainsurgentes, tenemos tres tipos puros, eso sin tener en cuenta a los conflictos de alta intensidad. El factor terrorista se halla incluido en cualquiera de los tipos. Tipos de montaña, urbano y selvático. Estos tipos no siempre se dan puros, sino que, en muchas ocasiones, suelen mezclarse, al menos dos tipos. Comprender la cultura y el medio en el que nos desenvolveremos Los contingentes de NN.UU. tanto militares como policiales y civiles, deben, previamente a su partida ser educados en el ambiente y en la cultura que van a tener que defender. De esta forma, no se encontrarán demasiado fuera de lugar, carecerán de etnocentrismo y podrán estar mucho más cerca de la población para ayudar a ésta. No únicamente la lengua, sino las costumbres, especialmente las personales y no ir tratando de imponer tus usos y costumbres, porque los insurgentes se mostrarían ante la población como defensores a ultranza de los valores eternos de la comunidad, cuando justamente es lo contrario. Insertarse, al menos lo suficiente, dentro de la cultura ajena favorece poder comprender los mecanismos de pensamiento y así, de esa forma, poder contrarrestar la propaganda insurgente y hallar modos eficaces
  • 9. con los que luchar y vencer a la insurgencia. Generalmente, la subversión nace en una etnia relativamente identificada del estado. Incluso las insurgencias integradoras de grupos étnicos, poseen un marcado carácter tribal. Un antropólogo versado en Contrainsurgencia puede sacar provecho de ello. Un ejemplo de subversión de etnia oficialmente integradora pero mayoritariamente compuesta por el elemento dominante sería el Vietcong. Los norteamericanos, en determinadas áreas, sacaron provecho de ello, creando fuerzas ligeras semi-convencionales de una etnia históricamente enemiga de la mayoritaria comunista, los montañeses de Vietnam central. Un caso opuesto sería la subversión comunista china en Malaya, que, a pesar de aparentar ser integradora, con unidades de otros grupos étnicos, era mayoritariamente china, por lo que las fuerzas gubernamentales bien pudieron apoyarse en los demás grupos para neutralizarlas. Medios navales No siempre se dan pero, en los lugares propicios para ello, la Contrainteligencia debe batallar en una misión de búsqueda y destrucción. Unos controles en zonas costeras o fluviales no suelen detectar a todas las fuerzas insurgentes pero hacen más ardua la labor de moverse éstas. En tales áreas hay que estar al quite de las embarcaciones. Para ello se cuenta con un bloqueo lejano y otro más cercano, con inspecciones de buques y embarcaciones. Por desagradable que pueda resultar, muchas veces hay que inspeccionar las sentinas y los sollados de los barcos. Una embarcación muy sobrecargada debe ponernos sobre aviso si su estiba no ha sido vigilada previamente. También la singladura anómala debe hacernos levantar sospechas. Una embarcación solitaria, en especial por la noche, debe hacernos redoblar las pesquisas. Digo esto a modo de ejemplo porque también es probable que los subversivos nos pongan un cebo para alejarnos de la vía de suministros que ellos emplean, incluso en el caso de resultar positivo el apresamiento. Tal vez otro objetivo más apetitoso se nos haya escapado. ¿Por qué lo habrían puesto tan a tiro? En las partidas de inspección aconsejo el empleo de perros rastreadores de explosivos, munición u otras sustancias químicas. Una estratagema podría consistir en que el perro nos avisara discretamente de la presencia de tales sustancias. Entonces, la dotación de inspección volvería como si nada hubiera ocurrido y el buque u otra embarcación o aeroplano lo hundiría. Si el apresamiento ha resultado demasiado sencillo entonces hay que sospechar que para la insurgencia no reviste demasiada importancia su apresamiento y que otros medios mucho más eficaces han sido usados. Otro aspecto es el de las zonas portuarias marítimas o fluviales. Los subversivos pueden atacarlas por lo que la seguridad debe ser máxima. Pueden colocar o sembrar minas, lapas o artefactos explosivos en la obra viva de éstos, en el fondo o en los cascos de las embarcaciones o navíos. También se puede dar el caso de ataques con pequeñas embarcaciones rápidas cargadas de explosivo. También hay que preocuparse por pensar en lo inesperado. Por ejemplo, en un poblado de pescadores paupérrimos y ancianos, con escasos recursos económicos, ¿qué hacen embarcaciones rápidas a motor con dotaciones de hombres jóvenes y robustos? En otro apartado, los medios navales sirven para proyectar fuerzas anfibias más allá de la zona controlada por la insurgencia. Esto sirve, para, en combinación con otras fuerzas rodear y aislar a la insurgencia. Ciertamente, otros tipos de unidades de infantería pueden servir para el mismo fin, pero la Infantería de Marina lo lleva realizando desde siempre y, por ello es la más indicada. En principio, su poder de penetración tierra adentro se incrementa al no hacer frente a fuerzas convencionales pesadas. Líneas de comunicaciones Son un objetivo apetitoso para la insurgencia puesto que su destrucción debilita la capacidad de maniobra de las fuerzas gubernamentales y, a su vez, impide el normal desarrollo de la vida socioeconómica de la población, quién más sufre estas destrucciones. Las destrucciones de vías férreas y puentes son un claro ejemplo. En muchos aspectos, estas destrucciones limitan la capacidad de las fuerzas contrainsurgentes en áreas cuya geografía física impide disfrutar de redes alternativas. Además, en algunos casos, la reconstrucción puede durar meses y hasta años. Si lo que se pretende es volar un tren por control remoto, la iniciativa está en manos de la insurgencia. Bien puede dirigirse el convoy mediante un sistema perturbador de radiofrecuencias, para anular ese control remoto. En otros casos, se puede adelantar un vagón plataforma del convoy para observar y reconocer la vía. A esa plataforma se la puede cargar de sacos terreros y otros medios protectores y pesados, para justamente hacer estallar las trampas en la vía y
  • 10. no afectar a la locomotora. Si se dispone de tiempo, una patrulla en bicicleta de varias plazas bien podría supervisar la línea por delante del convoy mediante el empleo de auxiliares caninos entrenados en descubrir y detectar, por el olfato, explosivos. La tarea podría ser lenta y movilizar grandes efectivos. En la construcción y reparación se puede emplear a un contingente civil que son los trabajadores de Obras Públicas. Por mucho que trabajen, los ingenieros de las fuerzas gubernamentales no pueden hacerlo todo. Relacionado con la Seguridad y la Contrainteligencia, los miembros de las obras públicas deben ser supervisados porque, por su cometido, ofrecerían un inmejorable puesto como agentes de la insurgencia. A pesar de contar con reducidos medios, el asfaltado y la pavimentación de caminos y carreteras así como la construcción de instalación públicas, ofrece medios para hacer más difícil la colocación de trampas explosivas al no poder disimularlas tan fácilmente. Esto no es imposible, porque ya se ha visto cómo fue eliminado el presidente pro-ruso de Chechenia, al colocar insertada en la construcción de una columna sostenedora de una grada, una bomba que lo mató cuando estaba inaugurando las instalaciones. Una prueba más de que hay que supervisar las Obras Públicas. Medios aéreos Los medios aéreos deben permitirnos poder aislar completamente (ello en determinadas geografías es un ideal, no algo factible) el teatro de operaciones. Una vez conseguido, en medida, podríamos emplear tipos de aeronaves, tanto de ala fija como rotatoria, en luchar contra la insurgencia. Aquí sí habrá que hacer un estudio previo con cierta prospectiva, pues los insurgentes no podrían ser como los Mau-Mau de Kenia o como los comunistas de Malaya, sino unos insurgentes dotados de eficaces sistemas antiaéreos como en las guerra de Afganistán, Angola (UNITA) y Chechenia. Ello nos debe impulsar a dotar a nuestros aparatos de eficaces sistemas de contramedidas electrónicas, señuelos térmicos y maniobras evasivas. Todo lo anterior no valdría de gran cosa si obramos como los norteamericanos en Irak, hoy. Éstos envían a helicópteros de transporte y asalto a, justamente, la primera línea de batalla. Estos aparatos carecen de cualquier protección seria, y las bajas irrecuperables y los muertos aumentan en forma exponencial. Mejor harían si los empleasen como meros taxis del campo de batalla, en lugar de vehículos aéreos de combate de infantería. El ejemplo de helicópteros derribados con viejos, pero simples y eficaces lanzacohetes antitanque, es de manual. Los medios aéreos pueden obrar como una artillería de apoyo, puntual o de barrera muy eficaz, como medios de reconocimiento, de transporte y de enlace, y hasta de guerra electrónica para supervisar o impedir las comunicaciones electrónicas de y para la insurgencia. Soy partidario de emplear el potencial de transporte y de asalto para aquellas ocasiones en que éste necesite ser proyectado “instantáneamente”. De otro modo, un transporte terrestre bastaría. Si la zona es muy grande y la geografía física impide el movimiento terrestre, en ese caso, los medios aéreos son los que podrían ser la única posibilidad de movimiento de nuestras tropas rápida y libremente. Se pueden utilizar aeronaves de ala fija para el transporte operacional y hasta para el táctico siempre que se pudiera disponer de pistas de aterrizaje cercanas. En caso contrario, sobre todo el transporte táctico y el asalto, hay que dejarlo a los helicópteros. Defensa del aeródromo Un aeródromo militar, en principio, ya debe estar protegido contra los ataques convencionales de fuerzas terrestre, por las propias de su ejército. En cuanto a la protección contra ataques aéreos, lo que es la D.C.A. puntual, se puede encargar la tarea al Regimiento de la propia Fuerza Aérea. Si el aeródromo es grande o se trata de un aeropuerto compartido con el tráfico civil, bien podría estar guarnecido por todo un regimiento de la Fuerza Aérea en lugar de por sólo un Escuadrón. Ello está bien siempre y cuando el ataque sea de fuerzas insurgentes o ligeras, empleando el regimiento de la Fuerza Aérea material ligero y medio. Cuando, por ejemplo, existe el peligro de ataque de artillería masivo y no ocasional como pueda ser el lanzamiento de un cohete solitario, se impone la evacuación del lugar, de la misma forma que cuando se sabe que fuerzas convencionales pesadas, es decir, mecanizadas o acorazadas están avanzando hacia el lugar. Todo lo anterior nos muestra que si bien la propia Fuerza Aérea puede llevar a cabo una defensa puntual y limitada del lugar, siempre debe contar con el Ejército
  • 11. para proteger el lugar de fuerzas mucho más poderosas. Un fallo que ya se vio, por ejemplo, en Malaya durante la otra guerra mundial. Cada fuerza por separado y la Royal Air Force no había contado para nada a la hora de establecer sus bases con el Royal Army a la hora de su defensa, con las terribles consecuencias para los británicos.