Jesús enseñó que el divorcio no es permitido, excepto en caso de adulterio. Aunque la ley de Moisés permitía el divorcio, Jesús vino a llevar la ley a su perfección y enseñó que el matrimonio es indisoluble. Solo la muerte puede separar a los esposos, ya que el matrimonio es una alianza eterna establecida por Dios.