1. Me voy sumergiendo donde no debo pero como me fascina insisto, aunque sé que duele
yo persisto; y no me importa si no puedo, ya no intento respirar, me conformo con vivir
en mi propia memoria, aunque yo quería perdurar (pero eso ya es historia). Nadie
entiende, ya nadie entiende, y quien puede hacerlo no quiere. El sentido se va perdiendo y
lo que queda son migajas, sólo un rastro de sonrisas convertidas en cenizas por culpa de la
esperanza. Llueve y llueve pero yo tiré el paraguas, lluvia es algo natural y yo no quiero
desterrarla; dentro de mí ya no hay nada quedan posos de algún sueño mal soñado…
quedan gritos, quedar armas, quedan ramas de un olvido que me araña recordando que
aún existe, que persiste en su intento de quererme desquiciar… Sueño que beso, sueño
que tiemblo, veo que no entiendo ni la mitad. Reparto los regalos que no tengo y después
me toca confesar el motivo de los paquetes vacíos, del tiempo perdido, de las sonrisas de
papel pinocho…
Estoy tan dividida que me duele todo el cuerpo, sólo quiero olvidar todo y volar lejos del
mundo; sueño a cada segundo con aquellos días de otoño, de revolcón sobre las hojas, de
dolor de tripa, de ataques de risa, pero de la tonta.
Me gusta aprender a controlar las situaciones, ahora ya lo he conseguido y no sé en qué
pensar, noto mi mente vacía, mi conciencia está en silencio, sin nada que controlar.
A la vez me sentí sola y abrazada por mil brazos, me agobiaba y odiaba tanto que no sabía
si era yo. Oía voces que repetían, susurros que me dirigían hacia su propia perfección sin
pensar en mi dolor en mi emoción, en mi elemental invento: eso llamado corazón. Vacío,
pero corazón. De hielo, pero corazón. En blanco, pero corazón. Hueco, o de piedra, pero
corazón. Y a la fuerza no se llena, a golpes sólo se golpea... sigo mi propio ritmo,
acelerarlo sólo hace que ande marcha atrás.